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9 agosto 2015 7 09 /08 /agosto /2015 23:00

Cualquier planteamiento que pretenda avanzar por el camino de un modelo alternativo de desarrollo sin confrontar con los capitalistas será meramente ilusorio

Atilio A. Borón

De ahí que tengamos que poner en marcha medidas como la RB, que junto al cambio de modelo productivo, el abandono de los valores capitalistas, el reparto del trabajo y la disminución de la jornada, la nacionalización de los grandes sectores productivos de nuestra economía, la auditoría de la deuda pública y la renuncia al pago de la porción de la misma que resulte odiosa e ilegítima (aspecto del cual hablaremos en sucesivas entregas), y un largo rosario de medidas que estamos exponiendo en esta serie de artículos, son las únicas que pueden no sólo acabar con la crisis que estamos padeciendo, sino sentar las bases para que nuevas crisis no nos vuelvan a atropellar. Porque todas ellas son medidas que se enfrentan al orden capitalista y neoliberal de la economía, imperante en nuestro mundo globalizado, y que precisamente por ello hemos de poner toda la carne en el asador para contribuir a resquebrajar. Pero continuamos con la RB, de la cual aún nos quedan por profundizar algunos aspectos.

 

Hemos de tener en cuenta también un hecho incontestable, incluso aunque estemos (que lo estamos) a favor de las medidas del TG (o Trabajo Garantizado, ya expuesto en anteriores entregas de esta serie), y es que, digámoslo sin ambages, NO EXISTE ACTUALMENTE TRABAJO REMUNERADO PARA TODO EL MUNDO. Recalcamos lo de "actualmente", porque de la misma forma que aseguramos esto, también aseguramos que con un cambio radical (aunque progresivo) del modelo productivo (aspecto también tratado en anteriores artículos), las posibilidades de trabajo durante el asentamiento de todos los nuevos sectores harán que aumente muchísimo la tasa de personas ocupadas (se entiende en puestos asalariados). Pero actualmente, aunque quisiéramos dar trabajo a todo el mundo mediante planes de TG, ello resultaría prácticamente imposible. Es un hecho que tenemos que enfrentar, y que por tanto, no por ello vamos a dejar, como sociedad, en la estacada a las personas que no puedan trabajar. La RB asegura, mediante la profunda reforma fiscal que lleva implícita, que todo el mundo pueda subsistir sin mayores problemas, y que tenga asegurados sus derechos humanos fundamentales (derecho a techo, a sanidad, a educación, a luz, agua, transporte, etc.). 

 

Es decir, la RB es revolucionaria en el sentido de que nos pone encima de la mesa la necesidad de abordar nuevas formas de acceso a la renta, desvinculadas de la realización de cualquier actividad remunerada en el mercado laboral, que es la única posibilidad que esta sociedad capitalista nos permite. Y para ello, debemos superar las resistencias intelectuales o los inconvenientes de tipo ético o moral (nosotros lo estamos intentando desde aquí), antes incluso (que también lo hemos abordado) de enfrentarse a los inconvenientes de tipo normativo. Esto es extrapolable a muchas otras medidas, pudiendo concluir que si determinada propuesta social no supera la objeción moral o ética, no tiene sentido meterse en el análisis técnico de su posible viabilidad o financiación.

 

Pero observemos cómo en realidad, aparte de los dos tipos de resistencias mencionadas anteriormente, en el caso de la RB estamos en la propia resistencia que pudiéramos denominar como de "inercia social", esto es, una resistencia a que se imponga algo nuevo, distinto, revolucionario, aunque ello pueda resultar justo socialmente y viable económicamente. Quizá estemos en esa fase, donde se requiere un cierto consenso social, una movilización y una conjunción de intereses que permita que los diferentes actores sociales actúen de cara a la consecución de la medida. Y en este sentido, muchos otros ejemplos pioneros podemos poner, que tuvieron que pasar también por dicha fase: el sufragio universal, la liberación animal, el fin de la esclavitud, la liberación de la mujer (aunque aquí nos quede aún bastante camino por recorrer), etc.

 

No obstante, también advertimos que aquí pasa también un poco como con la instauración de la Tercera República, en la cual estamos muy interesados desde la izquierda transformadora de este país (véase nuestra serie de artículos al respecto). Pero hemos de tener cuidado con la República que se instaura, porque también existen, para entendernos, "repúblicas de derechas". Extrapolémoslo a la RB. Como nos indica Daniel Raventós en el documento "La renta básica: preguntas y respuestas más frecuentes": "Existen estrategias de fundamentación normativa de la RB de muy diverso signo ideológico. La gente se aproxima a la propuesta de la RB con inquietudes dispares, las cuales responden a ideologías políticas diferentes. Del mismo modo, las políticas de acompañamiento de la RB que se pueden proponer desde las diversas sensibilidades políticas que se hacen eco de esta propuesta, medidas que conducen a resultados muy distintos, serán muy diferentes". Creemos que se entiende perfectamente lo que el autor quiere expresar.

 

Incluso teorías divergentes sobre la justicia social podrían proponer por diferentes caminos la medida de la RB, lo cual nos llevaría por derroteros muy distintos. Ser por tanto partidario o detractor de la medida no nos da grandes pistas sobre la ideología política de quien emite tal juicio. En un bando u otro podemos encontrarnos conservadores, liberales, socialdemócratas, comunistas, ecologistas, socialistas, etc., por eso hay que ahondar y profundizar en lo que se esconde detrás de la propuesta, para concluir si de verdad estamos ante una RB encaminada a actuar como herramienta para la redistribución de la riqueza y de la renta de un país. Esta es la RB que nos interesa. Y nos interesa esta visión porque compartimos la idea de base o de partida para ella, que es la proyección de la justicia social como un replanteamiento de la propiedad privada, no aboliéndola totalmente (no al menos en el socialismo), sino dotándola de su función social, faceta de la cual el neoliberalismo capitalista de nuestros tiempos la ha despojado totalmente.

 

Debemos volver a recuperar la función social de la propiedad, porque la base material para la libertad de las personas, en una sociedad justa, no podría mantenerse si la propiedad estuviera tan desigual y polarizadamente distribuida, que unas pocas personas estuvieran en condiciones de desafiar los pilares de la sociedad, el gobierno, las leyes y los poderes fácticos, disputanto con éxito al conjunto de la ciudadanía el derecho a determinar el bien público. Si observamos nuestra sociedad de hoy día, esto es justamente lo que está ocurriendo. Mientras millones de personas carecen de los recursos básicos para poder vivir dignamente, y sufren pobreza laboral, y pobreza energética, y estigmatización social, y aumentan la pobreza infantil y la desnutrición, y el paro y la precariedad se instalan a lo largo y ancho de la sociedad, constituyendo un nuevo "modus vivendi", unas pocas personas con mucho poder y riqueza, auténticos privilegiados, disfrutan y manejan la riqueza colectiva que debiera pertenecer a todos. Y hemos llegado al punto en que no solamente esto ocurre, sino que además está legitimado socialmente, y legalmente permitido. 

 

En efecto, todo el mundo tolera y acepta que millones de personas no cobren ni 500 euros al mes, mientras otros cobran millones de euros. Y responden más o menos que "el mundo está así", bajo una mezcla de impotencia y resignación. Es justamente el mundo al que no le gustan medidas como la RB, porque precisamente vienen a transformarlo. Con la RB aún no vamos a impedir la aberración social de que algunos cobren millones de euros, pero sí vamos a permitir que todo el mundo disfrute de lo esencial para poder vivir con dignidad. Por eso hemos dicho siempre que la RB no acaba con todas las injusticias del capitalismo, como tampoco acaba con el despotismo empresarial, con el racismo, con el patriarcado, con la degradación del medio ambiente o con el maltrato animal. Para todo ello estamos detallando otra serie de medidas en esta serie de artículos, pero para acabar con la pobreza y la exclusión social, tenemos la RB, que lo soluciona perfectamente.

 

Como ya hemos dicho, las grandes desigualdades crean un problema profundo de libertad para la inmensa mayoría social. Quien no tiene la existencia material garantizada no tiene más remedio que pedir permiso a otro para poder vivir, para poder existir. Pero en cambio, nos venden el mantra de la libertad y de la igualdad como grandes cotas alcanzadas por nuestra sociedad. Pero la radiografía real es bien distinta: las grandes desproporciones de la riqueza, las inmensas cotas de desigualdad, las profundas bolsas de pobreza, todo ello mezclado y conviviendo geográficamente con la más insultante opulencia y el lujo más despilfarrador, se acerca mejor a la realidad social de nuestro tiempo. Sólo hay que ver diariamente las noticias de cualquier informativo. Continuaremos en siguientes entregas.

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