La brecha entre ricos y pobres crece y así, en España, un reducidísimo 1% de población (menos de medio millón de individuos) posee más riqueza que el 80% del país (37 millones de personas). En 2015, en España, el patrimonio de las 20 personas más ricas aumentó un 15%, mientras la riqueza del 99% de población (muchos millones) caía un 15%. Y no es casualidad, mientras los presidentes de empresas del IBEX35 cobren casi 160 veces el salario medio de un trabajador. Y medio millón de niños se quedan en España sin beca de comedor en verano, según denunció Educo. Por cierto, un tercio de la infancia española está en riesgo de pobreza o exclusión social
Pero todo esto...¿Por qué ocurre? Sólo tenemos que irnos a cualquier fragmento de un discurso cualquiera de nuestro patético Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para descubrir todas las falacias que se dan en una sola frase: "También he hecho hincapié en que la prioridad de los próximos años debe ser la misma, la recuperación económica y la creación de empleo, porque el objetivo de lograr para 2020 que 20 millones de españoles tengan un puesto de trabajo, es también la única forma de mantener los servicios sociales del Estado y el sistema de pensiones hoy en crisis". Es casi imposible mentir tanto y con tanto descaro en tan pocas palabras. Con la disección de frases como esa está perfectamente clara la arquitectura de una sociedad proyectada para la desigualdad. Pero examinemos todas las falacias y mentiras que se esconden detrás de dicha frase: en primer lugar, tal "recuperación económica" es falsa, a no ser que se considere como tal la recuperación de los beneficios empresariales, a costa de la pérdida de derechos sociales y laborales de la clase trabajadora, y la instalación de la constante precariedad en el trabajo. En segundo lugar, la tan cacareada "creación de empleo" es otra falacia, basada en la generación miserable y ridícula de unos empleos precarios, temporales, mal pagados, inestables e indecentes, sin derechos, y que no permiten siquiera la ejecución de un proyecto de vida digno.
En tercer lugar, esos "empleos" (que no puestos de trabajo, los cuales no se están generando) no son, como ellos argumentan, "la mejor política social". Son únicamente un fleco de la política social (un fleco que además se están cargando con los empleos precarios), porque la política social también se basa en ser capaces de diseñar un sistema de protección social amplio que contemple la satisfacción de todos los derechos humanos (no sólo al trabajo, sino a la vivienda, a la electricidad, a la alimentación, al vestido, al calzado, a la sanidad, a la educación, etc.). Todos esos servicios sociales, que debieran ser públicos, gratuitos y universales, están siendo demolidos por los que nos gobiernan (que en realidad, obedecen a los que de verdad mandan, pero no se presentan a las elecciones). Y en cuarto y último lugar, esos empleos no son la única forma de mantener el sistema de pensiones en crisis, serían un factor importante si de verdad se crearan puestos de trabajo decentes, estables y con derechos, pero al no ser así, el sistema público de pensiones agudizará su crisis, que es lo que en realidad ellos pretenden, disfrazándolo de otros "problemas" falaces tales como la evolución demográfica, el aumento de la esperanza de vida, etc. Pero nuestro problema es bien simple. La arquitectura social básica que produce la terrible desigualdad en nuestro país puede explicarse a tenor de noticias como la que dice que "Las empresas del IBEX-35 ganan en nueve meses 27.000 millones de euros", publicada recientemente por Publico. En efecto, esos fueron los beneficios de dichas millonarias empresas desde enero a septiembre pasado. Y esa cifra representa un 10% más que en el mismo período del año anterior.
Es así de sencillo. No hay más que aplicar la máxima que ya dejamos bien sentada desde los primeros artículos de la serie: una sociedad que permite la existencia de los muy ricos, necesariamente albergará también a los muy pobres. Por esa misma regla de tres, y la tendencia es justamente esta, cuando las empresas del índice bursátil español ganen 50.000 millones de euros en beneficios, en el otro extremo de la balanza, habrá gente aún más pobre que la que hay ahora. No le demos más vueltas. Es un hecho científico, tal como lo dejaran explicado maravillosamente Carlos Marx y Federico Engels en sus diversos escritos, tratados y publicaciones. Es un hecho social derivado de la propia esencia del capitalismo. Y el hecho es que aumentaron sus beneficios por cuarto año consecutivo, es decir, que los han estado aumentando durante prácticamente todos los años de la crisis, mientras la inmensa mayoría de la población sufría severos recortes a sus derechos y servicios públicos básicos. Y mientras las grandes empresas acumulan esos beneficios millonarios, la otra cara de la moneda nos cuenta que "España se sitúa a la cabeza de Europa en precariedad laboral", tal como se asegura en este otro artículo del mismo medio. La conclusión está basada en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo mundial dependiente de la ONU, destacando que nuestro país es el segundo mercado laboral, tras el de Polonia, donde más se usan las "formas atípicas de empleo" (muy finos en la OIT), tales como contratos temporales, a tiempo parcial o a través de agencia.
Como decimos, a medida que un factor tira para su lado, el factor del otro lado se resiente. Es decir, a medida que las empresas y sus propietarios y accionistas sean más ricos, sus empleados serán más pobres. El referido informe expone que en España se dan cita todas las formas de empleo atípicas: temporal, a tiempo parcial, temporal a través de agencia, subcontratación, trabajo por cuenta propia dependiente, y otras relaciones ambiguas. La OIT señala que uno de los problemas de España es que existe una fuerte cultura empresarial a favor del uso del contrato temporal, que es usado de forma indiscriminada y no motivada. De hecho, nuestro país se sitúa en niveles de temporalidad laboral próximos a Mongolia o Perú, según revela este otro artículo del medio Cuarto Poder. Afectan especialmente a los trabajadores jóvenes, que por tanto sufren dificultades para poder independizarse y diseñar su propio proyecto de vida, porque simplemente no poseen ni los recursos ni la seguridad para poder hacerlo. Esa situación está provocando que muchos jóvenes tengan que emigrar bajo una suerte de "exilio laboral", donde tampoco tienen las garantías de poder acceder a un puesto de trabajo decente, pero muchos, al menos, lo intentan. A ese hecho dramático (no ya sólo para ellos, sino para la sociedad que lo tolera), nuestros indecentes gobernantes lo llaman "movilidad exterior" y parecidos eufemismos, demostrando su falta de sensibilidad y su poca vergüenza. Evidentemente, la OIT recomendaba en dicho informe a las autoridades laborales españolas y a los agentes sociales, entre otras cosas, que los contratos temporales vuelvan a usarse sólo para lo que deberían ser usados, es decir, para cubrir bajas laborales por enfermedad, o por licencias de maternidad o paternidad, o por bajas puntuales voluntarias, o incluso para perfiles de actividad de duración limitada, pero nunca para hacer tareas permanentes en el seno de la empresa, de necesidad obligada y de duración indeterminada.
Es decir, en una cara de la moneda tenemos los multimillonarios beneficios de las grandes empresas y de su séquito, y de otro lado tenemos la precariedad laboral de la inmensa mayoría social, que es la que genera la pobreza en sus diversas variantes. La estructura social está proyectada de esta forma, permite, tolera, difunde y fomenta esta arquitectura para la desigualdad, y consagra leyes, decretos y proposiciones legislativas para aumentarla y favorecerla. Bajo falsos eslóganes ("el mercado laboral era muy rígido", se aseguraba por todos estos actores que ahora se están beneficiando de las últimas reformas laborales), cuando en verdad lo que querían es establecer este tejido laboral y estas normativas precarizadoras, y garantes de la libertad y de la hegemonía empresarial para hacer y deshacer a su antojo. La pobreza por tanto no puede atajarse sólo mediante medidas paliativas, sino mediante la implementación de políticas económicas, educativas, sanitarias, de vivienda, fiscales y de protección social. Un cúmulo de normativas que reviertan la actual arquitectura social que sufrimos, y que la reconvierta bajo un nuevo paradigma que, al menos, reduzca considerablemente las desigualdades. Es necesario que las personas cuenten con una garantía de ingresos, por lo cual se hace perentorio abordar medidas en el ámbito del empleo digno, mantener la sostenibilidad de las pensiones públicas y analizar la viabilidad de una propuesta de Renta Básica individual, universal e incondicional. Los/as trabajadores/as que ingresan menos de 300 euros al mes han subido en medio millón desde el inicio de la crisis (desde 2008 a 2014), según los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria. En total, al inicio de la crisis, el 16% de los asalariados cobraba menos de 300 euros, siete años más tarde y con 2,5 millones de trabajadores menos, el porcentaje de este colectivo había subido al 22%. Continuaremos en siguientes entregas.