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8 enero 2018 1 08 /01 /enero /2018 00:00
Por la senda del Pacifismo (83)

La única capacidad que ha demostrado la OTAN en el norte de África y en el Medio Oriente es la de amenazar la seguridad mundial, por cuanto sus operaciones han obligado a que muchos gobiernos realicen incontables y multimillonarios gastos de guerra donde las grandes ganancias quedan en manos de los grandes monopolios y mega corporaciones, y estas se incentivan más a impulsar la carrera armamentista y la desestabilización de cuantos países entren en sus macabros cálculos hegemónicos

Ernesto Wong Maestre

En la última entrega nos quedamos afirmando que la gobernanza de los nuevos poderes (bajo el orden mundial neoliberal) se asegura hoy día mediante las instituciones militares (como la OTAN), el complejo militar-industrial-tecnológico, y los centros del poder financiero internacionales. Impedir que esta gobernanza funcione, atacando estas instituciones, es el primer paso para volver a dar espacio de democratización y oxígeno a los Estados nacionales, hoy faltos de soberanía y de políticas pacifistas bajo la camisa de fuerza de las instituciones europeas, tal como afirman Francisco Sánchez del Pino y Manuel Montejo López en el artículo de referencia que estamos siguiendo. El imperialismo se asegura estos mecanismos de poder, que llegan a todos los estamentos de la sociedad, delimitando el poder fáctico que no sólo controla nuestras políticas, sino nuestra forma de pensar. Las guerras y el enorme ejército de reserva de mano de obra barata que suministran las migraciones, son los instrumentos que la Troika utiliza para impedir que las crisis se transformen en procesos de solidaridad entre los pueblos. De hecho, las opciones de ultraderecha están consiguiendo cada vez más presencia parlamentaria en los diferentes países europeos. Es precisa la organización de grandes movimientos pacifistas, de desobediencia y de solidaridad activa para acabar con todo este execrable entramado. Es preciso despegarse del imperialismo norteamericano, dejar de ser su servil perrito faldero y salir de la OTAN, si pretendemos comenzar realmente una dinámica pacifista. 

 

Saliendo de la OTAN, nuestro país (en general, cualquier país miembro de dicha siniestra organización) se desengancharía de esta estrategia de guerra permanente, que perjudica nuestros intereses pacifistas y que proyecta los terribles sentimientos de odio, venganza, terror y devastación sobre nuestros hombros, tal como ya hemos explicado en el primer bloque temático de esta serie, dedicado al terrorismo internacional. La pertenencia a la OTAN priva a nuestro país de poder tomar decisiones autónomas en política exterior y de defensa, ya que la OTAN está comandada realmente, como hemos referido, por los Estados Unidos, que la usan para sus propios fines militares, políticos y económicos. La pertenencia a la OTAN refuerza nuestra dependencia hacia USA, nuestra subordinación a los intereses y proyectos estadounidenses, ejemplificada por la red de bases militares presentes en nuestro territorio. Especialmente grave es el alto volumen dedicado al gasto militar, no especificado realmente en la engañosa herramienta que son los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ya que normalmente se disfrazan, ocultan o asimilan a otras partidas. La España integrada en la OTAN destinó ¡64 millones de euros diarios! al gasto militar durante el año 2015 (502 euros por habitante al año), superando el 2% del PIB que exige la OTAN a los países integrantes. Es un colosal desembolso de las arcas públicas que se detrae de otros necesarios proyectos sociales, para los cuales se nos argumenta vergonzosamente que "no hay dinero". El gasto militar genera también una "burbuja militar", esto es, una deuda pública de casi 9.000 millones de euros, cantidad superior, sin ir más lejos, a la reducción de gasto municipal entre 2013-2019 previsto en la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL) derivada de la aplicación de las políticas de austeridad que lesionan gravemente la capacidad presupuestaria de nuestros Ayuntamientos.

 

La OTAN y el imperialismo son malos consejeros. Saliendo de la OTAN, alejándonos de los intereses imperialistas, apostando por el pacifismo y la neutralidad, creando un modelo de defensa realmente "defensivo", reconvirtiendo la industria militar hacia la fabricación de bienes socioecológicamente necesarios y reconfigurando las Fuerzas Armadas bajo el prisma de la unidad cívico-militar, España volvería a conseguir recuperar su soberanía y a estar en condiciones de desempeñar el papel de puente de paz en el Mediterráneo, África y Oriente Medio, tal como fue en un lejano pasado. Pero quizá para comprender mejor hasta qué punto la OTAN funciona como lo hace, desde el enfoque belicista norteamericano, sea recomendable acercarse siquiera sea someramente a la filosofía de este bárbaro pueblo, y a su tremenda obsesión por las armas. Seguiremos, entre otras fuentes, este estupendo artículo de Renán Vega Cantor, que analiza la situación bajo el sugerente título de "Estados Unidos y el derecho de asesinar". Fue publicado en digital para el medio Rebelion.org y en papel en el medio Periferia, en julio de 2016, y a él remitimos a todos los lectores y lectoras interesadas. El autor parte de la base de que Estados Unidos es un país armado hasta los dientes en su vida cotidiana, hasta el punto de que existen más armas que número de habitantes. Los gobernantes jamás han propuesto en serio (entre otras cosas, porque la sociedad no está preparada para ello, ni los poderosos lobbies proarmas los dejarían) medidas para un control racional sobre el tema. En USA se ha proclamado como un derecho constitucional que cualquier ciudadano de ese país pueda comprar armas de fuego, sin restricción alguna.

 

Si a esa disparatada medida se le agrega que en Estados Unidos (bajo la eterna falacia del llamado "sueño americano") prima el individualismo, el sálvese quien pueda, la lucha de todos contra todos, el triunfo de los "exitosos", el rechazo a cualquier proyecto o medida colectiva o solidaria, etc., podemos entender y concluir que las armas se constituyan en una manifestación de la propia idiosincrasia del país y de sus gentes. En una sociedad donde la propiedad privada es exaltada como un tema sagrado, se justifica la compra y venta de armas como un asunto necesario para defenderla y para matar a quien ose ponerla en cuestión. Cualquier persona, sin importar su clase, su origen racial o étnico, su género, su condición religiosa, o cualquier otra circunstancia, en Estados Unidos puede convertirse de la noche a la mañana en un/a asesino/a, al poder recurrir a las armas para defender a sangre y fuego todo aquello que considere de su propiedad, lo cual está justificado con la supuesta defensa de las libertades (entre ellas, la libertad para matar) y es posible porque se consigue un arma de manera fácil, directa y barata. Si extrapolamos toda esta forma de entender el tema de las armas a los estamentos de poder, resulta que las propias bases jurídicas de la nación están construidas con esos mimbres. Los casos de asesinatos, individuales o colectivos, se cuentan por cientos al año, y la excusa política y social a la que más se recurre en la mayoría de estos terribles casos es que los asesinos son desquiciados mentales, están desequilibrados, pero nunca la socialización del derecho a portar armas. 

 

Y como muy bien señala Renán Vega Cantor: "La locura es otra, es la del sistema capitalista estadounidense, que inocula odio, sed de venganza y de muerte, para que sus ciudadanos maten a quien sea, incluso a sus propios hijos, todo con el fin de alcanzar objetivos mezquinos". Y en la práctica, este "derecho a asesinar" rebasa las amplias fronteras del territorio estadounidense, y desde este país sus gobernantes lo han exportado al resto del mundo. Así, el gobierno imperialista de USA designa con plena impunidad quienes son sus "enemigos", entre los cuales se encuentran aquellos catalogados como "terroristas", o que suponen "una amenaza para la seguridad nacional". No importan ni el continente, ni el país, ni la región donde se encuentren. USA está acostumbrada a que el resto del mundo se incline a sus pies, y abusa de tal impunidad con absoluto descaro. Lo que ocurre de hecho es que los voceros del imperialismo estadounidense aplican a nivel internacional, violando los más elementales derechos humanos y los códigos, convenios y tratados de guerra, la pena de muerte, amparándose en este supuesto "derecho a asesinar". Y esto se hace sin juicio previo, sin escuchar a los condenados, sin oír las recomendaciones de ningún tribunal, sin aportar pruebas, simplemente por decisión de los poderes y gobernantes de EE.UU. Y el resto del mundo a callar. Pero atención, porque además tienen la desvergüenza de argumentar que matan en nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos, altos objetivos de los cuales ellos, por lo visto, se han proclamado en supremos defensores. No se trata por tanto del "derecho a portar armas", sino del derecho a matar, con el que ha sido germinada y cultivada toda la denigrante sociedad estadounidense. Pues bien, este comportamiento criminal de los gobernantes imperialistas es el mismo que impregna la OTAN. Ellos están detrás de la OTAN, por lo que ésta sólo puede ser entendida como una organización para la guerra, la extorsión, el chantaje y el asesinato. Continuaremos en siguientes entregas.

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