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1 abril 2018 7 01 /04 /abril /2018 23:00
Fuente Viñeta: http://kaosenlared.net/

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La realización de este tipo de actividades tiene por objetivo la militarización de las mentes de los más jóvenes. Proponerles la entrada al ejército como una salida profesional cuando acaben los estudios obligatorios o facilitar que se familiaricen con instrumentos creados con el fin único de matar se aleja considerablemente de los valores que se deben transmitir desde las instituciones educativas

María de Lluc Bagur (coautora de "Mentes militarizadas")

Nos quedamos en nuestra última entrega introduciendo el peligro que representa que las Fuerzas Armadas metan sus zarpas en el mundo educativo, y lo estamos tratando en este bloque temático ya que ello también forma parte del negocio de la guerra, al que le interesa cierto grado de aceptación popular, de comprensión y de justificación por parte del conjunto de la ciudadanía. Los altos mandos militares y nuestros indecentes políticos creen que la introducción de los asuntos militares en el currículo escolar acercará más a los estudiantes al mundo militar, y colonizará más mentes a favor de su causa. Bien, pues en este sentido, vamos a tomar datos e informaciones de este artículo del medio eldiario.es, donde se nos cuentan algunas de las intenciones de nuestro Ministerio de Defensa en colaboración con la cúpula de las FAS españolas. Se trata de un ambicioso plan para aleccionar sobre las Fuerzas Armadas, la bandera y el Rey en todos los colegios. Concretamente, el Ministerio de Defensa trabaja ya en el denominado "Plan General de Cultura y Concienciación de Defensa" para que la sociedad reciba una "mejor información" sobre nuestras FAS. Se pretende, entre otras muchas cosas, que los militares impartan directamente conferencias y actividades en los centros educativos. Los acuerdos actuales afectan a las asociaciones de colegios privados, y la cosa está tan avanzada que ya tienen elaboradas las Unidades Didácticas sobre Seguridad Nacional para los Centros de Primaria. Todo un acoso doctrinario hacia estos escolares, aún de edades tempranas, para que aprendan las misiones de los militares en su sociedad, y se acerquen un poco más a su mundo. Todavía estamos esperando que a nuestros escolares se les enseñe Educación Sexual o Educación Vial (por citar sólo dos ejemplos bien conocidos), pero parece que lo más urgente es enseñarles Educación Militar.

 

Y los que proponen esto son los mismos que eliminaron del currículo escolar la valiosa asignatura de "Educación para la Ciudadanía" (donde se enseñaban valores y principios constitucionales, educación cívica y los fundamentos de nuestro Estado de Derecho), y se hizo porque, a juicio de estos bárbaros gobernantes, eran contenidos "adoctrinadores". ¡Lo que hay que oír! Y esto lo argumentan los mismos que ha vuelto a recuperar (mediante la LOMCE) la educación religiosa en nuestros centros educativos. El cinismo de esta caterva ideológica no tiene límites. Pues bien, volviendo a nuestro asunto, se argumenta como objetivo de este plan que "todos los españoles conozcan y valoren el trabajo y el esfuerzo de los hombres y mujeres que componen las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil", añadiendo que se pretende que "la sociedad se sienta orgullosa de nuestros militares y reconozcan su importante labor". Absolutamente detestable. Y no sólo por el peligro de la educación militar en sí misma, sino por la discriminación positiva que se hace de la carrera militar con respecto a otras profesiones. ¿Es que no merecen igual respeto los bomberos, los médicos o los profesores, por ejemplo? Sin embargo, que se sepa, no se hacen campañas de acercamiento del alumnado hacia ellas. Lo único que se pretende realmente con estos planes es inculcar la cultura militar a los estudiantes, y de paso, si pueden llevar a cabo labores de reclutamiento, mejor. El adoctrinamiento además se complementa con su estrecha y cínica versión del concepto de patria, así como con la discusión sobre los símbolos nacionales (himno, bandera, etc.) en las aulas. Y si de paso llevan a cabo un lavado de imagen de la ya deteriorada monarquía (así también previenen que existan mentes republicanas cuando sean adultos), pues  mejor que mejor.

 

Estos "planes educativos" también contemplan la visita de los estudiantes a diversos cuarteles y unidades militares. Más les valdría organizar a los alumnos y alumnas visitas a conciertos, salas de cine, centros de investigación, museos y bibliotecas, pero claro, entonces a lo mejor era peligroso, porque estarían formando a gente culta y crítica. En vez de todo ello, a nuestros estudiantes de Primaria (niños entre 6 y 12 años) se les hablará de símbolos de la patria, armas, escudos, himnos, banderas, jerarquía, obediencia, disciplina, amenazas, o unidad de España. Todo un programa reaccionario que no se daba desde el franquismo en la asignatura de "Formación del espíritu nacional", que parece que los gobernantes actuales quieren rescatar. Absolutamente intolerable. La senda del Pacifismo comienza en la senda educativa, donde no deben enseñarse principios que atenten contra los valores sagrados de la paz, la solidaridad, la fraternidad, y la cooperación. A los lectores y lectoras interesadas en más detalles sobre este aberrante "plan educativo" y algunas de sus iniciativas y actividades, les recomiendo la lectura de este artículo de Patricia Reguero para el medio "El Salto Diario". El plan educativo del Ministerio de Defensa ha merecido las siguientes palabras de parte de Fernando Hernández Sánchez, Profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UAM, quien en su artículo "Ardor guerrero en las aulas", publicado en el medio El Salto Diario, ha finalizado afirmando: "Nos encontramos, en definitiva, ante un proyecto que nace ya anticuado, dotado de materiales con evocaciones rancias, metodológicamente obsoleto, filosóficamente reaccionario y adoctrinador en los principios hueros de un nacionalismo castizo, limitado y excluyente. Una iniciativa impropia de una sociedad avanzada y plural; inadecuada para con un patriotismo cívico que esté más pendiente de las personas que de los símbolos; y desacorde con la imagen de unas fuerzas armadas modernas, profesionales y comprometidas con la defensa de los valores democráticos". 

 

Lo que proponemos desde la senda del Pacifismo es justo lo contrario a lo que estas iniciativas proponen, es decir, desmilitarizar nuestras mentes. Porque hoy día, desgraciadamente, la educación y los valores militares forman parte de nuestra vida cotidiana (los medios contribuyen también a esta normalización mental de la violencia), y son promovidos consciente e insconcientemente por las estructuras militares en connivencia con los gobiernos, como estamos comprobando en el caso español. El pacifismo es precisamente tan difícil de conseguir porque nuestra educación y nuestros valores están militarizados desde la base, es decir, desde  nuestra más tierna infancia. Es imprescindible por tanto "desmilitarizarnos" (en acertada expresión de Jordi Calvo, activista por la paz y especialista del Centre dèlas) como individuos, y luego también como sociedad. Nuestras mentes son militarizadas también a través del lenguaje, de las palabras, términos, conceptos y expresiones que usamos en nuestro día a día, resultado de nuestra educación y cultura. Son innumerables los términos coloquiales que hacen referencia a cuestiones militares y bélicas, asumidos y aceptados en nuestro imaginario colectivo. Es así, mediante el despliegue de todos estos mecanismos políticos, sociales y mediáticos, como se construye el consentimiento social hacia lo militar, y se acepta y potencia la promoción del militarismo y de la construcción del enemigo. Y si hablamos de alumnado infantil, en la educación el juego es un aspecto central. El uso de juguetes bélicos, de series, de dibujos animados, de videojuegos y de películas con armas, o el simple hecho de jugar a las guerras, son una muestra más de cómo naturalizar el belicismo, las armas o el lenguaje violento en los niños y niñas. 

 

En definitiva, toda esta violencia "educativa" y cultural es un elemento más que legitima la violencia real de las guerras, de las armas y de las operaciones militares. Bajo los esquemas de nuestras militarizadas mentes, llega a asumirse con cierta normalidad la sucesión de aberrantes conflictos armados, y la despiadada violencia que desatan. Se normaliza el terror, las construcciones políticas y sociales de los supuestos "enemigos", y de esta forma entramos en una peligrosa espiral cultural y política que legitima, "comprende" y apoya los conflictos bélicos y la existencia de los Ejércitos. La senda del Pacifismo ha de desandar todo este camino. La guerra como opción o alternativa social y política no es consustancial al ser humano, pero los intrincados intereses que se cruzan hoy día en torno al militarismo nos la muestran como si lo fuera. Sin la militarización de las mentes y sin la naturalización de lo militar, las guerras y las armas serían tan impopulares que poco a poco dejarían de existir. Serán muchos quienes sostengan que la maldad y la violencia están en la propia base del ser humano, y nosotros no lo negamos (supondría entrar en disquisiciones filosóficas que nos desviarían del tema), pero ello no es óbice para precisamente diseñar mecanismos políticos, sociales y culturales que nos alejen de ellas. Quienes se benefician de la existencia de las estructuras militares y de las propias guerras, bien sea por poder político o económico, saben que deben dedicar muchos recursos a mantener un elevado nivel de militarización en nuestras mentes, porque mientras sea así podrán seguir manteniendo su situación de privilegio. Finalizamos aquí este bloque temático, que ha estado dedicado al negocio de la guerra, en todas sus dimensiones y manifestaciones, y en la próxima entrega continuaremos con el siguiente. 

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