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3 septiembre 2020 4 03 /09 /septiembre /2020 23:00

Bien, llegados a este punto, recalquemos una obviedad que ya hemos mencionado de pasada en anteriores entregas de la serie, pero que es preciso detallar y colocar en sus justos términos: se trata de revertir los recortes en educación que tanto las Administraciones del PP como del PSOE han venido practicando durante años. En efecto, revertir los recortes se dice muy pronto, y parece que no fuera un programa educativo en sí mismo, pero implica una política educativa de inversión que supone exactamente la dirección contraria a la que se ha venido practicando hasta ahora. La derecha política y mediática insiste en el burdo mensaje de que en la educación no son todo recursos, sino que también se trata de diseñar una buena política educativa. Nosotros estamos en la buena política educativa (no la de ellos, por supuesto), pero también en la dedicación de recursos. Está demostrado que los países que han dedicado una mayor inversión educativa en porcentaje del PIB (sobre todo los países nórdicos, con Finlandia a la cabeza) han conseguido los mejores resultados educativos. Luego por tanto, poner dinero encima de la mesa para educación es un punto fundamental. ¿Para qué? Pues para contratar profesores/as, para reducir el ratio de alumnos/as por aula, para que los materiales escolares sean completamente gratuitos, para que se puedan atender los alumnos/as con necesidades especiales, para dotar a los centros de mejores instalaciones y medios tecnológicos, para cubrir las bajas del profesorado vacante, para que los docentes no tengan que impartir asignaturas "afines" a sus áreas de conocimiento (que cada vez son menos afines), y un largo etcétera. Solo con que se consiguiera volver a los niveles de inversión educativa que teníamos antes de comenzar con los recortes, habríamos conseguido mucho. Sobre todo, como decimos, sacar plazas de profesorado. Harían falta unas cuantas DECENAS DE MILES DE PLAZAS, tal como suena, más o menos equivalente a la lista de interinos. Pero para hacer esto, lo que hay que tener claro es una apuesta valiente y decidida  por la escuela pública. Sin matices. Sin contemplaciones. Caiga quien caiga. Contra viento y marea. Y para ello, para poner en marcha esa apuesta decidida, la lucha contra los conciertos educativos es fundamental. 

 

La Reforma Educativa que desde aquí proponemos se basa en una defensa a ultranza del modelo de escuela público-estatal. Ésta es la bandera educativa que levantamos. Sigo a continuación a mi admirado Carlos Fernández Liria, Profesor de Filosofía de la UCM, gran experto en educación, y a quien hemos tomado como referente en otras muchas ocasiones, quien en este artículo para el medio Cuarto Poder explica: "Eso supone, en primer lugar, invertir la tendencia respecto a lo que desde hace décadas ha sido el cáncer de la enseñanza secundaria: la enseñanza concertada. No se trata, no, porque es inviable, de suprimir los conciertos de la noche a la mañana. Se trataría tan solo de hacer con la enseñanza concertada lo mismo que llevamos sufriendo en la enseñanza estatal desde hace décadas. Se trata de asfixiarla económica y legislativamente, poco a poco y sin piedad, como han hecho con nosotros, invirtiendo las tornas en beneficio del sistema estatal. En primer lugar, no sería tan difícil una legislación que obligara a la concertada a contratar profesores dentro de la bolsa de interinos que hayan aprobado sin plaza ya alguna oposición. No se puede permitir que unas sectas privadas de derechas o de izquierdas (me da igual) contraten a dedo profesores pagados con dinero público. Se trataría también de mandar un ejército de inspectores que acabaran con las tasas encubiertas con las que los colegios concertados logran filtrar a los alumnos, dejando todas las cuestiones sociales generadas por la emigración y la marginación para la enseñanza estatal". Muy bien, este es el plan. Y ahora...¿quién le pone el cascabel al gato? Hace falta mucha valentía, coraje y apoyo popular para abordar esta tarea de acabar progresivamente con los conciertos educativos. Pero hay que hacerlo. Estamos firmemente convencidos. Mientras esta labor no se aborde, y esa colaboración educativa "público-privada" deje de existir, seguiremos teniendo problemas. No insisto más en el asunto, porque ya fue explicado profundamente en las primeras entregas de la serie. Continúo siguiendo a Carlos Fernández Liria en el resto de medidas propuestas:

 

1.- Suprimir la escuela concertada en su totalidad (como hemos aclarado, esto es un proceso no de un día para otro, sino que puede abordarse a lo largo de toda una legislatura). Por supuesto, no pretendemos mandar al paro a miles de profesores y profesoras de la concertada, ni dejar sin escuela a cientos de miles de niños/as y jóvenes. Para evitarlo se deberán implementar planes de migración a la escuela pública, tanto del personal docente como del alumnado. 

 

2.- Ir también suprimiendo paulatinamente el porcentaje de escuela privada que existe en el país, hasta que alcance más o menos un 2% del total. Ello se consigue, junto con el punto anterior, dedicando más medios, centros y recursos a la escuela pública, de tal forma que la privada alcance un valor residual, es decir, exactamente la estrategia contraria a la que se viene practicando hasta ahora. 

 

3.- Promover que el Estado apoye con más recursos a todos los colegios e institutos que tengan descompensada la tasa de alumnos/as inmigrantes, sin recursos o marginales, etc. La escuela pública ha de ser de todos y para todos, esto es, responder a los valores de una educación pública, universal, gratuita, de calidad, laica, inclusiva e intercultural. La dirección hasta ahora ha sido justamente la contraria, promoviendo la segregación educativa, los centros de élite y la selección del alumnado (la LOMCE contempla incluso que los centros educativos publiquen ránkings como si de empresas privadas se tratara).

 

4.- Hacer descender el ratio hasta alcanzar una media de 18 alumnos/as por aula. Ello promoverá una educación más cercana y personalizada, en vez de una educación masiva y despersonalizada. El ratio escolar también incide en la propia calidad de la enseñanza. 

 

5.- Garantizar la presencia de dos profesores/as por aula cuando haya algún alumno/a discapacitado/a o con necesidades especiales. En la línea de la medida anterior, esto incide en una mayor atención personalizada al alumno/a, según sus necesidades. 

 

6.- Implementar la política de gratuidad total: tasas escolares, material escolar, libros de texto, guardería, comedor, etc. La derecha política, social y mediática se llevará las manos a la cabeza y pondrá el grito en el cielo (la gratuidad ya es un concepto en sí que les asusta, lo mismo que el reparto), porque como sabemos, para posibilitar esto hemos de recaudar más fondos públicos, que a su vez se consiguen llevando a cabo reformas fiscales más justas y progresivas. 

 

7.- Promover el blindaje del prestigio social para la figura del Profesor/a. De esta forma, la figura pública del docente ha de entenderse como una autoridad y ser respetada y reconocida como tal. 

 

8.- Como hemos expresado más arriba, cubrir mediante el sistema de concurso-oposición todas las plazas necesarias de personal docente, e igualmente las que vayan necesitándose tras la jubilación o la baja laboral de los docentes afectados. Una buena dotación de plantillas es fundamental para una educación de calidad. 

 

9.- Desarrollar y extender el concepto de educación universalizada, igualitaria y democrática, esto es, y expresado en pocas palabras, que los hijos e hijas de los más ricos, de los más pobres, de los inmigrantes, los hijos del Ministro/a, etc., puedan compartir aleatoriamente las mismas aulas. Ello será la prueba del 9 de que no existe segregación educativa. 

 

10.- Cubrir hasta tres años de baja por maternidad o paternidad, cobrando el 100% del sueldo y conservando el puesto de trabajo y todos los complementos. 

 

11.- Que se blinde por ley el presupuesto dedicado para la escuela pública, y que sea consolidado en la Constitución al igual que el resto de derechos sociales. En este sentido, la inversión pública educativa ha de alcanzar un determinado porcentaje sobre el Producto Interior Bruto (PIB), que deberá establecerse, y blindarse por ley. 

 

12.- Respetar la libertad de cátedra del Profesor/a, que básicamente consiste en la libertad para organizar e impartir los contenidos de su materia educativa, demostrándose que se confía en su figura y que no tiene que dar cuentas burocráticas ni pedagógicas de su gestión y resultados. 

 

13.- Que se renueven y actualicen los contenidos pedagógicos y curriculares tal como hemos venido señalando y proponiendo en las entregas anteriores (hemos presentado una visión crítica de los contenidos de los libros de texto, incluyendo propuestas de eliminación de ciertos contenidos, y adición de otros nuevos. Remito a los lectores y lectoras a las anteriores entregas donde hemos hecho un recorrido por todas las temáticas que tratan los libros de texto de los escolares desde una visión crítica).

 

14.- Y sobre todo: extender y difundir una clara conciencia de que la enseñanza es un asunto estatal, no gubernamental, es decir, pública pero no propiedad de cada gobierno de turno. 

 

Continuaremos en siguientes entregas.

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