Introdujimos el tema en el artículo anterior de esta serie, y vamos a continuarlo con algunas reflexiones en torno al mismo, pues ya comentamos que el concepto general de Estado laico abarca mucho más que lo que dejamos enunciado en nuestra primera entrega. Es un tema éste muy bien difundido y documentado en Internet, por lo cual vamos a ir sugiriendo referencias en la Red sobre sitios y artículos que nos ofrecen más información y opiniones, sobre todo para los lectores interesados en abordar este asunto con más profundidad y/o más elementos de juicio. Por ejemplo, un artículo interesantísimo es el que nos proporciona Antonio Gómez Movellán, Licenciado en Historia y Diplomado en Derecho Constitucional y Político, siendo también autor del libro "La Iglesia Católica y otras religiones en la España de hoy". Este extenso artículo de opinión se encuentra en este enlace, y examina desde diferentes puntos de vista las implicaciones teóricas y prácticas de lo que representa un Estado laico.
Resalto textualmente el primer párrafo de dicho artículo, pues me parece bastante ilustrativo de la envergadura del planteamiento de Gómez Movellán: "Un Estado laico es algo más que garantizar la libertad religiosa en un ámbito estrictamente privado -cosa que no se cumple en España. La laicidad significa la creación de un único espacio público, un terreno no de neutralidad, como algunas veces se dice, sino de combate contra toda organización o sistema que se escude en su autonomía para incumplir las leyes comunes. Esto y no otra cosa es un Estado laico. El Estado laico garantiza la libertad plena manteniendo los corporativismos a raya, sean estos religiosos o de cualquier otra especie. Un Estado que no realice una verdadera modernización de su Administración Pública, con un aparato administrativo eficaz y con autoridad indiscutida no es un Estado laico, sino que estará sometido a todo tipo de presiones corporativas, propenso a enormes dosis de corrupción, será incumplidor de las leyes y finalmente, ineficaz en sus obligaciones reguladoras, por no decir en las interventoras".
Como se ve, por tanto, el Estado laico llega más allá de lo que puede suponerse en un principio, aunque de entrada nos conformaríamos con que en la futura Ley de Libertad Religiosa, y toda la adaptación normativa que se regule a partir de ella, podamos alcanzar los objetivos que garanticen la laicidad del Estado en un altísimo porcentaje. Y continúa Gómez Movellán en los siguientes términos: "En España, ni la Constitución ni las leyes orgánicas ulteriores crearon, en verdad, un Estado laico. Además en el caso católico los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 no es que sean contrarios a la Constitución, sino simplemente al sentido común. Cómo si no considerar, por ejemplo, lo establecido en el artículo I del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales: “la educación que se imparta en los Centros docentes públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana”. Denuncia este autor las relaciones de privilegio de la Iglesia Católica con el Estado, tales como la financiación del clero y de la Conferencia Episcopal, la enseñanza de religión en la escuela, un régimen abusivo con la escuela privada concertada, una financiación de la Asistencia Social católica desproporcionada, un régimen fiscal más que favorable, y en definitiva, el mantenimiento de un clima en el que se percibe como si la Iglesia Católica fuera la religión oficial. Por tanto, y a pesar de que lo anuncian a bombo y platillo, en España no ha existido todavía un Gobierno que impulse de verdad el laicismo del Estado.
Pero la cosa llega a más, pues varios han sido ya los escandalosos casos de implicación de las finanzas de diversas congregaciones y diócesis en algunos escaparates financieros, tales como el caso Gescartera o la recientemente intervenida Cajasur cordobesa. Sencillamente intolerable. Pero el colmo de la hipocresía repelente y barata se da en ejemplos como la reciente oposición al uso del velo islámico por las alumnas de algunos Centros educativos, tal como señala Gómez Movellán: "Es curioso que personajes y periodistas destacados por su ultracatolicismo trasnochado exijan a los marroquíes un laicismo que no se aplican para ellos: “No se puede permitir que las niñas vayan con velo a las escuelas”, dicen estos intolerantes católicos argumentando que ello va contra los derechos de la mujer; estos que hoy claman en defensa de la laicidad, son los mismos que no hace mucho se oponían a la ley del divorcio o los que seguían las consignas antiabortistas de la Conferencia Episcopal y los que ahora apoyan decididamente la ampliación de los conciertos educativos con los colegios católicos".
Y apostilla finalmente Gómez Movellán lo siguiente: "Dicen que los extranjeros deben adaptarse a “nuestras costumbres” pero lo que hay en el fondo de estas encendidas opiniones es un cierto desprecio y superioridad respecto a los inmigrantes. El laicismo apuesta por la igualdad de derechos de los ciudadanos y combate la segregación social y económica, y en este sentido se opone a las prácticas que atentan contra los derechos fundamentales de las personas, pero si no existe un Estado laico y tampoco una escuela pública laica no existe autoridad moral para imponer prohibiciones sobre el uso de símbolos religiosos en la escuela. Además, el reto para la escuela pública en relación a la integración plena de los inmigrantes no es el del uso o no del velo, sino el de la calidad y el de mayores recursos, y desgraciadamente cada año los recursos están más comprometidos apoyando a los colegios católicos. No se es consciente de que la verdadera segregación social y cultural se está produciendo ahora mismo entre los que van a la escuela pública y el resto". Una vez planteada la situación de contexto, dejaremos para posteriores artículos una serie de propuestas que podemos impulsar, desde la izquierda, y desde todos los sectores que quieran apostar por un auténtico laicismo del Estado, para que más pronto que tarde esta situación pueda ser una realidad.
Rodolfo Plata 05/13/2011 23:26
Rafael Silva 05/14/2011 11:32