"El sistema global vigente mantiene intencionadamente y alimenta un modelo educativo caduco e ineficaz para el progreso intelectual de los ciudadanos, convertido en una herramienta más de alienación y sometimiento"
(Antonio José Gil Padilla)
A estas alturas de la serie, y en esta recta final dedicada a la Universidad, pensamos que ya habrá quedado bien claro que ésta debe ser completamente gratuita, pagada con los impuestos de todos, ya que si la docencia y la investigación universitarias pasan a depender de la financiación privada, ésta impondrá sus propios y espureos intereses, como de hecho ya ocurre en mutitud de casos. Pero desgraciadamente, ésta parece ser la tendencia, ya que actualmente, tenemos una Universidad Pública ahogada con los recortes presupuestarios, con matrículas más caras y con menos becas y ayudas al estudio, lo cual provoca la "legitimación" social de los minijobs, como una herramienta de complemento para que los estudiantes puedan pagarse sus estudios. Pero en su afán por justificar medidas educativas de claro corte ideológico, escoradas a la derecha, el Gobierno del PP intenta, entre otras muchas estrategias, desacreditar a la Universidad española utilizando argumentos, por ejemplo, de ránkings comparativos con otras Universidades internacionales.
De esta forma, intenta generar cierto estado de alarma social para provocar la creencia de que nuestra Educación Superior es un auténtico desastre. Detrás de los grandes titulares de resultados catastróficos de nuestros estudiantes, se encuentran unas cifras manipuladas para provocar en la opinión pública dicho efecto. Y como efecto colateral, nos inducen al concepto de la educación en su sentido más competitivo. Por tanto, desde la izquierda proponemos una clara denuncia de los objetivos de dichas pruebas, y una vuelta a la evaluación en su sentido abierto, crítico, colegiada, compartida, consensuado con los alumnos, continua, ética y no excluyente. Hay que oponerse abiertamente a participar en estos ránkings mundiales, que sólo sirven para establecer listas de perdedores y ganadores, de unos mejores frente a unos peores, porque atentan contra los principios generales de un buen sistema educativo. Pondremos un simple ejemplo para que se entienda hasta qué punto esta "cultura de la competencia" está extendida. Supongamos que unos padres quieren llevar a su hijo/a a una academia de artes marciales. Bien, seguramente, entre la academia pepito, que no tiene ningún campeón ni ninguna marca especial reconocida, y la academia capitaneada por uno de los mejores ganadores de torneos, estos padres elegirán la segunda opción.
Y efectivamente, es posible que el competidor con varias medallas también enseñe mejor a los alumnos, pero realmente no existen garantías de ello, aunque sí de que va a inculcar en sus alumnos la filosofía de la competición. Frente a ella, en la otra academia, a lo mejor no vamos a tener ningún campeón de torneo, pero igual es mejor maestro, mejor formador en artes marciales, que el otro gran campeón. Este ejemplo pretende ser ilustrativo de lo que nos ocurre en el mundo educativo. Tienden a inculcarnos los criterios de evaluación, de competitividad, de resultados, y a enfocar la mejor garantía de la docencia y de la formación de los alumnos mirando únicamente este criterio. Cuando los que de verdad nos dedicamos a la formación sabemos que estos resultados no son garantía de nada, porque de lo que de verdad se trata, y más en la Educación Superior, es de formar a estudiantes que sean personas libres y críticas, personas cultas, personas con un alto nivel de reflexión. Y esto seguro que no nos lo evalúa ningún Informe PISA. En palabras de Enrique Díez: "Nos olvidamos de que somos ciudadanos y ciudadanas, y como tales tenemos el derecho a exigir que todos los centros sean los mejores, que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades, y que se doten de los más excelentes recursos, medios y metodologías a todas las instituciones educativas, porque no sólo mi hijo o hija debe conseguir lo mejor, sino que todos los hijos e hijas de todos los vecinos y vecinas del mundo deben tener también lo mejor para su desarrollo como personas".
Este enfoque neoliberal, con este neolenguaje importado del mundo mercantil, está creando en la ciudadanía una nueva concepción del encaje en la sociedad de las instituciones educativas. Todo ello obedece al ansia de entender la educación como medio para preparar mano de obra barata para el mercado laboral, donde las familias aprenden que los centros y las Universidades situadas en los mejores puestos de los ránkings les darán más posibilidades a sus hijos/as de colocarse en un buen puesto en cualquier empresa, y la Universidad se especializa en buscar formas de rentabilizar y patentar productos, técnicas y patentes vendibles en el mercado internacional educativo, que las sitúen en los puestos más altos de dichos ránkings, para poder seguir obteniendo financiación externa, sobre todo privada, ante el constante recorte de los recursos y de la financiación pública. Es una migración hacia el mundo educativo mercantilista, competitivo y elitista, que se olvida de los grandes fundamentos educativos, simplemente porque no le sirven, porque ya no le interesan para sus fines. Lo que, por tanto, nos tenemos que replantear, es si queremos una Universidad Pública al servicio del bien común, de la sabiduría colectiva, de la ciencia y la técnica puestas al servicio de la sociedad en su conjunto, de las necesidades sociales, del pensamiento crítico, del conocimiento universal y compartido, o bien al servicio de una serie de desalmadas empresas privadas, que son las que nos valoran y nos colocan en los ránkings.
Y como refuerzo a dicho recurso, están instalando también el falso debate sobre el número de Universidades públicas en nuestro país, con un afán de cierre, absorción y concentración de centros universitarios, al igual que en su momento hicieron con las Cajas de Ahorros. Simplemente les estorban los centros públicos (al igual que les estorbaban las obras sociales de las antiguas Cajas de Ahorros) y quieren eliminarlas, con el pretexto de que sobran Universidades en nuestro país. Pero vamos a las cifras, para demostrar que, de nuevo, todo obedece a una burda manipulación. En España existen 82 Universidades para 47 millones de habitantes, lo que supone de media una Universidad por cada 582.000 habitantes, mientras que en Estados Unidos hay una Universidad por cada 94.000 habitantes, en el Reino Unido una por cada 253.000, y en Alemania una por cada 223.000 habitantes. La realidad actual es que el número de Universidades Públicas en España es, por habitante, junto con Italia, el más bajo de Europa Occidental, hecho que permite afirmar que, en relación a este contexto, el número de Universidades Públicas españolas no es excesivo, sino más bien lo contrario (ni, por supuesto, el número de estudiantes universitarios, ni el número de licenciados que cada año finalizan sus estudios en nuestro país).
El problema por tanto no es éste. El problema es entender que la Universidad que los neoliberales quieren diseñar no es para los hijos e hijas de la clase obrera. Se trata de una Universidad diseñada sólo para quienes puedan pagarse los gastos de matrícula, de estancia, de residencia, de libros, de desplazamiento, etc. Quieren únicamente unas pocas Universidades para la élite económica, social y política del país, en vez de una Universidad disponible para todos los ciudadanos, reconocida como un derecho público, gratuito y universal. Simplemente, les molestan los estudiantes pobres, para el modelo de sociedad que ellos quieren establecer. De este modo, esos "Campus de Excelencia" que tanto pregonan no están en realidad ligados a la calidad de su profesorado, de la docencia y de la investigación, sino a la accesibilidad de los más pudientes, de los más poderosos. De hecho, no tienen inconvenientes en crear nuevas Universidades privadas, en abrir nuevas titulaciones, nuevos cursos de postgrado, nuevas cátedras y nuevas especialidades, cuando se trata de que sean estudios financiados por la iniciativa privada (que ahora llaman "iniciativa social"), inaccesibles para los estudiantes sin medios económicos. Continuaremos en siguientes entregas.