Una salida de la crisis actual implica, necesariamente, acotar, recortar y, en la medida en que la correlación de fuerzas lo permita, suprimir los privilegios del capital, lo que en la práctica significa comenzar a construir el socialismo
Y esto es justamente lo que pueden conseguir medidas como la renta básica (RB), de la cual estamos profundizando en estos artículos, es decir, diseñar y construir herramientas para superar el actual marco de dominación capitalista. Esto es, superar, o comenzar a hacerlo, las estructuras de dominación y explotación a las que el capitalismo nos somete. A partir de medidas como ésta, conseguimos en realidad un empoderamiento de las clases populares, y un menor nivel de dependencia de nuestra fuerza de trabajo, lo cual disminuye la hegemonía de la clase dominante, y otorga fuerza de negociación a la clase trabajadora. En cuanto a la financiación, veamos ahora la opinión de otro experto, como es Xavier Aguado, del Colectivo Ca Revolta de Valencia: "Se trata, en mi opinión, de tomar el conjunto de la riqueza colectiva y apartar una cantidad para financiar la renta básica, a través de un impuesto general sobre la renta (en sentido muy amplio). También podrían crearse impuestos por ejemplo sobre las grandes fortunas, pero por razones distintas a la obtención de recursos para financiar la renta básica y el resto de derechos sociales. Hay que tener en cuenta además una cuestión. El origen de la crisis del Estado de Bienestar es, en buena medida, de tipo fiscal. Es consecuencia de que los estados europeos se financian, en mayor o menor medida, mediante contribuciones de tipo social. El ciudadano paga unas primas (en forma de seguros sociales u otras, pero vinculadas a la participación en el mercado de trabajo) para cubrir una serie de contingencias. Es verdad que hay una financiación de la sanidad, la educación y los servicios sociales basada también en impuestos, pero no es menos cierto que nuestro modelo fiscal está muy fundamentado en las rentas del trabajo. Al final, si el mercado de trabajo se debilita como consecuencia de la crisis, los ingresos –tanto por cotizaciones como fiscales- en este modelo muy sustentado en las rentas del trabajo, acaba produciendo una crisis fiscal del Estado de Bienestar".
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Desde este colectivo, por tanto, no sólo creen viable presupuestariamente una medida como la RB de carácter universal, sino que incluso llegan más allá, con propuestas de remodelación de terceros impuestos, no existentes en el modelo actual. En cualquier caso, y como estamos comprobando con la exposición que estamos haciendo de la opinión de varios autores sobre la RB, es evidente que no todos los partidarios de esta propuesta coinciden en la cantidad que ha de suministrarse, ni en la forma de financiarla. Proponer una cantidad precisa para la RB, o el criterio para fijarla (umbral de la pobreza, nivel de rentas IPREM, 80% ó 90% del SMI, o cualquier otro), así como su modelo de financiación, nos remite en realidad, en el fondo, a los propios modelos de política económica y social que se defienden. Por consiguiente, se pueden encontrar defensores de la medida de la RB que, por contra, sean partidarios de políticas económicas y sociales muy diferentes. Nosotros estamos defendiendo, que quede claro, la viabilidad, sostenibilidad y ejecución de la RB no sólo en períodos de crisis como el actual, sino también en situaciones de bonanza económica, incluso en una situación de pleno empleo. Porque como estamos comprobando, bajo los paraguas de la incondicionalidad y de la universalidad, la RB supondría no sólo un colchón económico estable y seguro frente a las situaciones de desempleo, sino también, por ejemplo, para poder hacer frente a huelgas obreras indefinidas, reforzando el poder de negociación de la clase trabajadora.
Por tanto, el papel como caja de resistencia que una herramienta como la RB podría desempeñar frente a este tipo de situaciones, para defender los puestos de trabajo, sería valiosísimo. Por otra parte, en situaciones sobrevenidas de desempleo, sabemos que la ausencia total de rentas, o su brusca disminución, constituye el problema fundamental no sólo para la subsistencia cotidiana, sino también para poder mantener el resto de elementos que proporcionen una vida digna (vivienda, educación, etc.). En este sentido, la RB proporcionaría un mínimo de ingresos suficiente para no tener que caer en situaciones de excesiva precariedad, pobreza y exclusión social. Téngase en cuenta también que las situaciones de pobreza y exclusión hay que contemplarlas en su dimensión de drama humano, de emergencia humanitaria, porque al no representar solamente privación y carencia material, conlleva en muchas ocasiones a situaciones de ruptura de la autoestima, aislamiento, depresión, suicidio, etc. Y el hecho de evitar estas situaciones contribuye al alcance y sostenimiento de una sociedad justa y democrática, porque evidentemente, nosotros abonamos la teoría marxista de que las condiciones materiales de vida sostienen sus aspiraciones de libertad y democracia.
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En resumidas cuentas, defendemos una RB completamente universal e incondicional porque tenemos derecho a la vida, a la existencia, al soporte de las necesidades y derechos básicos fundamentales, y esto en cualquier coyuntura económica. En acertada expresión de Manuel Cañada: "Una RB porque a nosotros no nos pare una empresa, nos pare nuestra madre". Una RB como un derecho humano fundamental, para garantizar la mínima subsistencia vital. Y eso significa tener cubierta la alimentación, el vestido, el calzado, la electricidad, el agua, el gas, el transporte, y todos aquéllos que vayamos considerando, con la propia evolución de la sociedad, derechos humanos fundamentales. Evidentemente, la derecha política, mediática y social nunca va a apoyar estas medidas, porque suponen una clara emancipación y empoderamiento de la clase trabajadora, que ya no necesita devaluar constantemente su fuerza de trabajo para subsistir frente a la clase dominante. Medidas como la RB, u otras como el reparto del trabajo, o el TG que hemos comentado en artículos anteriores, alteran y ponen en cuestión la más pura lógica del capitalismo, y evidentemente, la clase dominante no está dispuesta a consentirlo por las buenas. Habrá que arrancarle estas medidas a base de lucha social constante y sostenida.
A este respecto, la clase dominante intentará por todos los medios justificar la insosteniblidad de tales medidas, lo disparatado de las mismas, intentará disfrazar y manipular sus mecanismos de financiación, poniendo en cuestión y ridiculizando los cálculos y propuestas de los autores que defienden estas medidas. Ellos seguirán proponiendo medidas "sensatas y razonables", tales como la consabida "creación de empleo" (basura, esto es, precario, inestable y sin derechos), la caridad organizada e institucional, y las rentas mínimas de inserción actualmente vigentes, porque tales medidas no suponen un cuestionamiento serio de las estructuras capitalistas. Todo ello, junto con las prestaciones por situación de desempleo, intentan disimular la terrible deriva neoliberal, que nos conduce a una absoluta precarización de nuestra vida, así como a un absoluto poder y hegemonía de la clase empresarial. En el fondo, son instrumentos de control, de clientelismo sobre los pobres, como nos recuerda Manuel Cañada. Se entra en una especie de espiral, a ver quién declara ser más pobre que nadie, para obtener derecho a una ridícula y mísera prestación o ayuda social. Hemos de romper con estos planteamientos minimalistas, y luchar por la consecución de una prestación digna y universal. Escapemos de las propuestas de mero keynesianismo, para abordar la RB como una herramienta de transformación del modelo actual, y migración a un modelo distinto. Continuaremos en siguientes entregas.