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20 mayo 2013 1 20 /05 /mayo /2013 23:00

La Plataforma http://salirdeleuro.wordpress.com ha publicado recientemente un Manifiesto, que vamos a reproducir a continuación, y que ha sido ya firmado por varias personalidades de la izquierda de este país, tales como Julio Anguita, Víctor Ríos, Diosdado Toledano, Salvador López Arnal, Juan Francisco Martín Seco, Carlos Martínez, Manuel Monereo, Alberto Montero Soler, Joan Tafalla, y muchos otros. Desde dicho portal se puede firmar la adhesión al Manifiesto en cuestión, que dice lo siguiente:    

 

"La dramática situación social y económica en la que está hundida nuestra sociedad exige una política capaz de crear las condiciones para salir de la crisis. Es una necesidad urgente. El tiempo se ha convertido en un dato primordial por los riesgos de agravamiento y degradación que existen, por el enorme sufrimiento social que provoca la persistencia de las políticas de ajuste, austeridad y privatización de lo público.

 

La red en la que estamos atrapados está conformada por un nivel de paro catastrófico, por un endeudamiento del país frente al exterior imposible de afrontar y por una evolución de las cuentas públicas que conducen a la quiebra económica del Estado. Más de 6 millones de parados, más de 2,3 billones de euros de pasivos brutos frente al exterior, y una deuda pública de casi un billón de euros, creciente y próxima al 100% del PIB, son datos que definen un desastre inmanejable, ponen en peligro la convivencia y derruyen derechos sociales fundamentales.

 

Una crisis de esta envergadura tiene causas complejas y múltiples, desde la crisis general del capitalismo financiero hasta el despilfarro y la corrupción propios, pasando por un sistema fiscal tan regresivo como injustamente aplicado, pero aun a riesgo de simplificar el análisis para desentrañar las soluciones, hay que atribuir a la incorporación de nuestro país a la moneda única la principal razón de esta desoladora situación.

 

Como ahora se reconoce, no había condiciones para implantar una moneda única entre países tan desiguales económicamente sin ir acompañada de una fiscalidad común. Su creación implicaba, por otra parte, un marco propicio para implantar políticas regresivas y antisociales de todo tipo según la doctrina neoliberal, que ha tenido en la construcción de la Europa de Maastricht su máxima expresión. Como se calibró en su momento, el Estado del bienestar no es compatible con la Europa de Maastricht.

 

Con la incorporación al euro, nuestro país perdió un instrumento esencial para competir y mantener un equilibrio razonable de los intercambios económicos con el exterior, como era el control y manejo del tipo de cambio con respecto al resto de las monedas. Por otra parte, hubo una cesión de la soberanía al BCE en cuanto a la creación de liquidez y aplicación de la política monetaria, una institución dominada desde los orígenes por los intereses del capitalismo alemán.

 

Como no podía ser de otro modo, el retraso y la debilidad de la economía española frente a otros países y la rigidez absoluta impuesta por el euro llevaron a lo largo de la década del 2000 a un déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente abrumador. Se registraron unos desequilibrios insostenibles, como también les ocurrió a otros países como Grecia y Portugal, apresados en la misma trampa. En los 14 años transcurridos desde la creación del euro en 1999 hasta el final del 2012, el déficit exterior acumulado fue de casi 700 mil millones de euros, que hubo de financiarse endeudándose con el exterior. Las entidades crediticias y las empresas españolas demandaron más de otro billón de euros de recursos para sus planes de inversiones en el exterior, principalmente en América Latina.

 

Hasta el año 2008, en que se desató la crisis financiera internacional, por las facilidades extraordinarias de financiación, el país vivió un sueño, como drogado, alimentando la burbuja inmobiliaria y ajeno a los problemas que se habían gestado. En ese año, todo cambió radicalmente, los mercados financieros se cerraron, por los canales no fluía la liquidez y la situación de cada deudor pasó a examinarse con rigor. Con el cambio abrupto en la posición deudora de nuestra economía frente al exterior, los pasivos brutos pasaron de 540 mil millones al final de 1998 a 2,2 billones en 2008, el país entró en quiebra y sobrevino una profunda recesión que a todos los efectos sigue vigente.

 

El sector público se resintió profundamente desde entonces, incurriendo en un déficit desorbitado por la caída drástica de los ingresos, reforzada por el estallido de la burbuja inmobiliaria. El Estado, sobre el que acaban descargando todas las tensiones de las administraciones públicas, ha necesitado de centenares de millones de euros, obtenidos con la emisión de deuda pública en los mercados interior y exterior, ante la imposibilidad de la financiación directa por la autoridad monetaria. Al final de 2007, la deuda en circulación del Estado era de 307.000 millones de euros, el 37% del PIB. Al final de 2012 había subido a 688,000 millones, el 65% del PIB, y sigue aumentando como corresponde a la evolución deficitaria de las cuentas públicas.

 

Desde que se admitió la crisis, la política económica ha tenido unos rasgos básicos inamovibles. La pérdida de competitividad de la economía española ha servido de excusa para aplicar a rajatabla las recetas neoliberales y se ha tratado de compensar con el llamado “ajuste interno”, un proceso dirigido a disminuir los salarios y facilitar los despidos para abaratar los precios de las mercancías y servicios españoles, desde el momento en que la vía natural e histórica de la devaluación de la moneda está cegada por el euro. Ajustes, contrarreformas laborales y recortes continuos jalonan la política de los últimos años. Por otra parte, la mal denominada austeridad se ha impuesto brutalmente en la política fiscal, como exigencia de los poderes económicos, haciéndose de la lucha contra el déficit publico el talismán engañoso de la solución a la crisis.

 

Esta política ha producido un retroceso social muy doloroso, ha impulsado inconteniblemente el crecimiento del paro y, lo que es fundamental, es inútil. El país se desliza sin freno y se despeña hacia una fosa profunda. Los determinantes de la crisis siguen intactos cuando no degradados. Los pasivos exteriores no pueden disminuir sin que se registre un excedente de la balanza de pagos, cosa prácticamente inalcanzable para una economía bastante derruida y de escasa competitividad, y la pesada carga de deuda pública no dejará de crecer hasta que se diluya el déficit público, algo que el propio gobierno no alcanza a vislumbrar. La desconfianza es general.

 

La sociedad en una encrucijada

 

¿Cómo superar el desastre? La alternativa a la crisis que defiende la Troika y abiertamente el PP pasa por profundizar en los ajustes, en la austeridad y en la destrucción de lo público. La economía española, como ya le ha ocurrido a Grecia o Portugal, cae por el precipicio y se desfondará en el abismo, con unas consecuencias sociales dramáticas y riesgos políticos de todo signo.

 

El PSOE, copartícipe activo en el actual diseño económico y social, finge ahora un desacuerdo con el PP y critica su política suicida, pero sigue amarrado al criterio de que el euro es irreversible.

 

Las direcciones de los sindicatos mayoritarios, una vez contrastado el error de cálculo cometido con el sí crítico a Maastricht, denuncian ahora el actual estado de cosas, pero no están en condiciones de proponer medidas anticrisis realmente efectivas ya que no cuestionan con coherencia la Europa construida.

 

Otras fuerzas, organizaciones y autores de la izquierda critican la Europa actual y proponen cambios bastante utópicos y proyectos sin fundamento, dado el carácter irreformable de la Europa surgida, sobre todo después de la ampliación de la zona euro al Este. A las carencias originales de la moneda única se añade el peso que ha cobrado Alemania como país hegemónico y la realidad de una descomposición de Europa, aprisionados algunos países en deudas impagables. La imprescindible y urgente necesidad de romper con las ataduras de los Tratados europeos no puede paralizarse ni ocultarse tras propuestas de proyectos de otra naturaleza. Por deseable que sea otra Europa, es ahora inviable, requiere de bases en que sustentarse bien distintas y de la soberanía perdida de cada Estado.

 

El fracaso del proyecto de construcción de Europa es inocultable, con independencia de que no sea posible determinar cuándo y cómo se desbaratará la insostenible situación existente.

 

A los firmantes de este manifiesto nos parece claro que la Europa de Maastricht no podrá sobrevivir con su actual configuración, tras los desastres y sufrimientos que ha causado, además de vaciar de contenido la democracia y sustraer la soberanía popular.

 

También afirmamos que nuestro país no puede salir de la crisis en el marco del euro. Sin moneda propia y sin autonomía monetaria es imposible hacer frente al drama social y económico, tanto más cuanto que la política fiscal también ha quedado anulada con el Pacto de Estabilidad, alevosamente constitucionalizado.

 

Es precisa una moneda propia para competir y una política monetaria soberana para suministrar liquidez al sistema y estimular una demanda razonable. Y esto como primera condición ineludible, pero en modo alguno suficiente, para poder desarrollar una política avanzada de control público de los sectores estratégicos de la economía, entre ellos la nacionalización de la banca, de reconstrucción del tejido industrial y agrícola, de defensa y potenciación de los servicios públicos fundamentales con un poderoso y progresivo sistema fiscal, de amortiguación de las desigualdades y distribución de la riqueza, del reparto del trabajo para combatir el paro, de derogar las contrarreformas laborales y de las pensiones, de respeto en serio al medio ambiente, etc., y de abordar un proceso constituyente que permita recuperar y profundizar la democracia. Por todo ello hay que despreocuparse transitoriamente del déficit público, olvidarse de hacer propuestas imposibles al BCE y dejar de añorar a la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra cuando se puede disponer del Banco de España como institución equivalente.

 

El montante de la deuda externa es impagable. Su mayor parte es deuda del sector privado, y corresponde a sus agentes resolver los problemas que se presenten, incluido el sector financiero, muy comprometido. Por ello rechazamos toda operación de “rescate” de nuestro país y por la misma razón consideramos como deuda completamente ilegitima la contraída por el Estado para proporcionar fondos de salvamento a las entidades crediticias que no hayan sido nacionalizadas.

 

Con respecto a la deuda pública, el Estado debe realizar una profunda reestructuración de la misma (quita, moratoria, conversión en moneda nacional) que alivie la presión abrumadora que soportan las cuentas públicas. En otro caso, puede darse como irremediable la quiebra del Sector público.

 

No se nos escapan los problemas y complejidades de los pasos que proponemos, entre otros limitar la libre circulación de capitales. Tampoco nuestro análisis nos impide colaborar en acciones, propuestas y movilizaciones con aquella parte de la ciudadanía y sus organizaciones que, bajo el efecto del bombardeo mediático al que somos sometidos o por otros motivos, aún no comparte nuestra opción ante la encrucijada en que estamos y la necesidad de romper el nudo gordiano del euro. Sin embargo, ante el desastre que nos envuelve y ante las causas profundas que lo promueven y agudizan, no podemos mantenernos mudos ni evasivos. A nuestro entender, hoy la sociedad española, que ya ha entrado en una agonía prolongada y sin esperanza, no dispone de otra elección que salir del euro para impedir el hundimiento definitivo del país.

 

Recuperar la soberanía económica perdida, hacer efectiva la soberanía popular, requiere desprenderse de los dogales que nos paralizan, encarar la cruda realidad y dotarse de los medios para trazar un proyecto de supervivencia que, con todas sus dificultades, puede representar también una gran oportunidad para crear una sociedad soberana, próspera, justa, solidaria, democrática, ecológicamente responsable y libre".

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19 mayo 2013 7 19 /05 /mayo /2013 23:00

Al momento de cerrar este artículo, el ex Presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, acaba de ingresar en prisión, siendo el primer banquero que pasa por la cárcel desde el comienzo de la crisis. Pero esto ha de ser sólo el principio. Es evidente que las últimas reformas del sector bancario llevadas a cabo por los sucesivos Gobiernos del PSOE y del PP no han servido para enfocar de otro modo la gestión bancaria, es decir, plantear el negocio bancario desde otras perspectivas, donde primen el servicio al cliente, la protección de sus fondos, el control sobre sus perversas prácticas, la primacía de la ética profesional, y el reforzamiento de los controles y sistemas legales que puedan garantizar que nuevas crisis no se darán en el futuro.

 

acoso_bancos1.jpgLa necesidad por tanto de reformar el actual sistema bancario se hace imperiosa, pues estamos hablando de un sistema intrínsecamente peligroso e inestable. Y esto desde el siglo XIX, a donde se remontan algunas de nuestras leyes en este sector, como nuestra Ley Hipotecaria, y desde donde a cada crisis bancaria, nos volcamos en reforzar la regulación y la supervisión sobre las entidades, pero nunca es suficiente. Y ello porque, de verdad, nunca ha existido voluntad política de cortar alas a la banca privada, ni de crear un verdadero sistema de banca pública que pueda aglutinar las funciones adecuadas.

 

Para sostener este sistema en equilibrio permanentemente inestable, hemos creado herramientas como la función de prestamista de última instancia de los Bancos Centrales (para que no les falte dinero a los bancos si sus clientes se los reclaman), o los Fondos de Garantía de Depósitos (para que no les falte el dinero a los clientes si sus bancos quiebran). Y si los dos fallan, y en última instancia, es el Estado, o sea todos los contribuyentes, quien rescata al sistema. Y como se ha visto, el remedio ha sido peor que la enfermedad, pues confiados en que otros pagarán la factura de los desaguisados si algo va mal, los bancos descuidan la gestión del riesgo (lo que los anglosajones llaman el “riesgo moral”), y emprenden prácticas suicidas que ponen en peligro la macro y la microeconomía de países enteros.

 

acoso_bancos2.jpgYa ni siquiera tenemos a salvo nuestros depósitos, con el reciente precedente de Chipre en la Unión Europea, y la evidente posibilidad de que se pueda producir un “corralito” en cualquier país de nuestro entorno, comenzando por nosotros mismos. Y ello porque en el fondo, el sistema bancario actual tiene una particularidad básica que la mayoría de los clientes ignoran: cuando una persona deposita su dinero en su cuenta bancaria, el dinero legalmente ya no es suyo sino del banco. Lo que dicho cliente posee no es más que una promesa por parte de la entidad de que el dinero estará disponible en cualquier momento si desea hacer uso de él.

 

Como muestra de todo lo que decimos, aquí tenemos un perfecto botón: los miles de casos de estafas por las denominadas participaciones preferentes, y subordinadas, que están dejando en la ruina a miles de familias en España. Desde la izquierda, ya hemos manifestado muchas veces nuestra visión de que los ahorros personales de la ciudadanía, sus domiciliaciones bancarias, la gestión del cobro de sus pensiones, las hipotecas de sus viviendas, etc., no debería nunca haberse depositado en las manos de la banca privada. Ya estamos viendo las consecuencias.

 

En efecto, aquello que debería considerarse como un derecho fundamental, como es el caso de la Vivienda, queda únicamente como una deuda con el Banco, deuda que ha de ser pagada, y que además adquiere preferencia sobre otras muchas transacciones. Poco a poco, la clase trabajadora va siendo despojada de sus derechos fundamentales, con los cuales comercian sin pudor la banca, las grandes empresas y las grandes fortunas. Pero la banca es un agente fundamental en dicho proceso, así como un agente procíclico de primer orden en la economía.

 

acoso_bancos3.jpgA todo ello hay que unirle, por desgracia, el perverso papel que juega el Banco Central Europeo (BCE) en todo este sistema, que no se comporta como tal, sino como un auténtico lobby de la banca privada, prestando el dinero a bajo interés para éstos, para que a su vez lo prestan a los Estados miembros a gran interés, dibujando un claro y abusivo negocio con el dinero público de todos los contribuyentes, pues todo ello coadyuva a que crezcan los niveles de deuda y de déficits públicos. El escenario final es que, no sólo los bancos causan con sus perversas prácticas los estropicios a la economía, sino que además abusan del sector público para volver a sanearse a su costa, haciendo recaer todos los sacrificios de dicho saneamiento en los bolsillos de los ciudadanos/as, en sus servicios públicos, y en sus ingresos directos y diferidos, tales como sueldos y pensiones.

 

Por todo ello, el panorama tiene que cambiar. Es urgente y necesario que cambie, es a todas luces imprescindible. En otros muchos artículos nos hemos ocupado de las políticas que se pueden implementar desde la Administración, desde el Gobierno y desde el sector público para acabar con esta situación que ya es dramática, pero en este artículo vamos a abordarlo desde la perspectiva de la ciudadanía. Los Bancos representan al capitalismo más puro y duro, en su fase actual. Es pues necesario acabar con el sistema capitalista, dejando que las necesidades de financiación de familias, empresas y deuda del Estado sean objeto de la creación de un Sistema de Banca Pública, y además que la banca privada no pueda entrar en negocios que puedan jugar con servicios públicos ni con derechos fundamentales de las personas.

 

Pero incluso a nivel del día a día, nosotros, sus “clientes”, todos los ciudadanos/as, que operamos y poseemos cuentas bancarias, sí que podemos hacer mucho por hundir este salvaje sistema. Para comenzar, retirar en masa todos nuestros ahorros y depósitos bancarios, anulando la posibilidad de que el flujo de capitales, materia prima para los bancos, pueda intervenir en sus transacciones de forma masiva y aberrante. Y en segundo lugar, retirar todas las domiciliaciones bancarias que sean posibles, aunque ello nos lleve al penoso escenario de tener que abonar los recibos de forma personal en las oficinas bancarias. Simplemente con estas dos medidas, tomadas de forma masiva y multitudinaria, podríamos hacer entender a los bancos que no nos vamos a dejar manipular, que no vamos a continuar siendo carne para su estafa.

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16 mayo 2013 4 16 /05 /mayo /2013 23:00

No queremos entrar en el presente artículo en una discusión filosófica sobre los sujetos y objetos políticos en cuanto a la Defensa y la Seguridad, ni reflexionar sobre la importancia de los Ejércitos o en general, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero es evidente que éstos necesitan una buena revisión, sobre todo a tenor de dos factores esenciales:

 

1.- El nuevo papel de los Ejércitos en las relaciones de paz, desde una perspectiva de salida de la OTAN y de la renuncia a la guerra como instrumento o posibilidad en el escenario internacional.

 

2.- El nuevo papel de los Cuerpos de Policía y Guardia Civil, en todos los ámbitos, después de los conflictos relacionados con las manifestaciones de la ciudadanía.

 

nuevo_modelo_seguridad1.jpgComo decimos, la discusión debería ser enmarcada en principios rectores mucho más profundos, comenzando por preguntarnos quién es el sujeto de la defensa y de la seguridad: ¿las personas, el Estado, las élites que nos gobiernan? ¿Cuáles son las amenazas que hay que afrontar hoy en día? ¿Qué naturaleza tienen, y cómo podemos abordarlas? De entrada, dejemos bien sentado que desde la izquierda siempre hemos apostado por la renuncia a la militarización, al uso de la guerra como instrumento de confrontación, y para conseguir (que siempre es el objetivo final) la exterminación de las personas y de los recursos naturales de los países en cuestión, a base del sufrimiento y del dolor infligido por el más fuerte (militarmente hablando, se entiende). El concepto de Seguridad debe entenderse por tanto en un contexto moderno, amplio, complejo y multidimensional, pero siempre bajo la premisa del pacifismo en toda su extensión.

 

La clásica defensa de los valores de soberanía, independencia, integridad territorial, etc., choca hoy en día con la presencia de las estructuras políticas y económicas supranacionales a las que pertenecemos, y en las que delegamos algunas funciones comunes. Pero sobre todo, tenemos que poner el énfasis en que, frente a los modelos clásicos de seguridad y defensa, donde priman los territorios, tenemos que acercar dicha seguridad a los ciudadanos, a las personas, a la población en general, es decir, tenemos que pensar en una seguridad más humana.

 

nuevo_modelo_seguridad2.jpgPor otro lado, los tipos de amenazas que sufrimos hoy en día son de índoles muy distintas a las del pasado, pasando a tener mayor relevancia las amenazas de tipo social, global, económico o medioambiental. En última instancia, la seguridad debe tener un componente humano fundamental, donde la defensa de los valores y de los derechos humanos queda inextricablemente unida al bienestar social de las personas, implicando que toda la población pueda ejercer sus derechos básicos y satisfacer sus necesidades en un entorno medioambiental seguro. La seguridad extiende sus facetas, pues, a la seguridad alimentaria, económica, de salud, medioambiental, personal, política y comunitaria.

 

En nuestro mundo actual, globalizado, interdependiente, tecnológico, insolidario, las amenazas que tenemos que sufrir se refieren a la delincuencia organizada (mafias o sectas que trafican con drogas, armas, personas, etc.), la ciberdelincuencia (lo mismo, pero utilizando medios tecnológicos y transfronterizos, y atacando a los sistemas de información), la violencia directa, los desastres naturales (ecológicos o que desequilibran los ecosistemas donde el hombre interacciona con su entorno), los accidentes de tráfico, y el terrorismo en todas sus vertientes.

 

Y resulta a todas luces ridículo pensar que todo un Ejército clásico, dotado con aviones de combate, misiles, bombas, barcos de guerra, etc., sea de utilidad contra el crimen organizado, la ciberdelincuencia, los robos, las mafias, los desastres naturales, los accidentes o el terrorismo. Por tanto, más allá de la función de los propios Ejércitos o sobre el debate estéril de su existencia, lo que debemos plantearnos es cuáles podrían ser sus funciones, cuáles son las auténticas amenazas de nuestro mundo, y cómo podemos luchar y enfrentarnos más eficazmente contra ellas.

 

Parece más bien, por tanto, que fomentando una política de desarme nuclear a nivel internacional, respetando los protocolos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y desarrollando redes internacionales de colaboración más potentes entre policías y jueces, así como promoviendo el desmantelamiento de los paraísos fiscales, seríamos más efectivos a la hora de luchar contra todos estos tipos de agentes y sus respectivas amenazas. Es más lógico pensar que la lucha contra todas ellas se hará de forma más efectiva potenciando dichos medios, y a la vez también reduciendo los gastos en Defensa, reduciendo el potencial de los Ejércitos, y en general, intentando reducir el carácter militarista, belicista e incluso imperialista de las grandes potencias. Tómese en este sentido la referencia de los países emergentes (los llamados BRICS, por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que no parece que vayan a competir en estas lides, sino que sus derroteros y preferencias son otras bien distintas.

 

nuevo_modelo_seguridad3.jpgTenemos por tanto que migrar hacia un nuevo concepto de Seguridad, que bien pudiéramos llamar Seguridad Humana. Básicamente, consiste en romper los prismas actuales, que siguen las directrices ya comentadas, para pasar a situar al Hombre en el centro mismo de todo el desarrollo de las políticas públicas, nacionales e internacionales, de seguridad y de defensa, de completa garantía en el desarrollo de su protección y de su integridad a todos los niveles. En último término, una Seguridad que se dirija a resolver las necesidades de millones de seres humanos afectados por las inseguridades y tragedias derivadas de la globalización capitalista en los ámbitos político, económico, social, cultural y medioambiental.

 

Esta es la Seguridad que hay que cultivar, y todo lo demás vendrá como un añadido natural. Hemos de conceder mayor relieve a las políticas de cooperación, luchando contra el paradigma obsoleto de seguridad centrado en su punto de vista militar, y de protección de las fronteras nacionales frente a ataques externos. Hoy en día esos planteamientos no tienen sentido, y además son excluyentes y contradictorios con un pleno desarrollo y cooperación entre los pueblos.

 

Y en dicho concepto de Seguridad Humana, las amenazas que sufrimos, lejos de poder ser defendidas por ningún Ejército, son de los siguientes tipos:

 

1.- Económicas: El paro, las reducciones salariales, no tener recursos para vivir…

 

2.- Alimentarias: No disponer de alimentos, no disponer de soberanía alimentaria, la dependencia de las importaciones…

 

3.- Sanitarias: La propagación de epidemias, el deterioro constante de la protección y de los sistemas sanitarios…

 

4.- Personales: La violencia física, la represión política, la violencia de género, el maltrato de mujeres y niñas, la explotación infantil, la discriminación étnica…

 

5.- Comunitarias: El deterioro del tejido cívico, el cultivo al individualismo, los valores centrados en lo económico, los conflictos étnicos o religiosos…

 

6.- Medioambientales: el deterioro de los ecosistemas locales y mundiales, el agotamiento de los recursos naturales, los desastres provocados por la contaminación y el cambio climático…

 

7.- Políticas: El respeto a los Derechos Humanos, la falta de protección de las libertades públicas básicas, las garantías democráticas…

 

Por último, pero no menos importante, en cuanto a las fuerzas policiales y afines, a cualquier ámbito estatal, lo que pensamos desde la izquierda es que deben en primer lugar desmilitarizarse (aquéllas que tengan todavía un carácter y organización militar), y además que deben ser más protectoras de los derechos fundamentales y de las libertades básicas de la ciudadanía, en vez de constituirse en fuerzas defensoras del Estado. El Estado es la maquinaria del poder, de las élites que nos gobiernan, y que se alejan cada vez más del pueblo, y de las clases trabajadoras, como está sucediendo actualmente. En este sentido, los Cuerpos de Seguridad no pueden convertirse en sus cómplices, sino que se deben siempre a la defensa de la integridad física de las personas, así como a la garantía del libre ejercicio de sus derechos fundamentales y libertades básicas.

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14 mayo 2013 2 14 /05 /mayo /2013 23:00

Hartos y cansados estamos ante las constantes declaraciones de los dirigentes del PP, desde su Presidente Rajoy, pasando por Cospedal, Arenas, Floriano, etc., así como de los respectivos Ministros del área económica (Montoro, Guindos, Báñez, etc.) en el sentido de que confiemos en sus políticas, de que confiemos en que lo que están haciendo es correcto, y de que estamos en la senda adecuada para conseguir el tan ansiado crecimiento económico y la creación de empleo. Sin embargo, muy lerdo o muy fanático de sus políticas hay que ser para no darse cuenta de que lo que nos piden es todo un acto de fe.

     

Y como sabemos, la política y la fe son dos ámbitos que se dan la mano en el ideario conservador, reaccionario y trasnochado del Partido Popular, pero hay una inmensa mayoría social que pensamos que política y fe son dos ámbitos separados, incluso antagónicos, del pensamiento humano. Pero más que demostrar esta última afirmación que hacemos, que nos podría conducir a otro artículo separado, vamos sólo aquí a intentar explicar porqué los dirigentes del PP nos piden actos de fe.

 

Antes de las últimas Elecciones Generales de 2011, en su correspondiente campaña electoral, ya nos vendían la opción del voto al PP como la opción del empleo. Se nos dijo hasta la saciedad que en cuanto el PP gobernara cambiaría la situación, se generaría mayor confianza en nuestra economía, y vendría el crecimiento económico y la creación de empleo (recuérdense las cansinas declaraciones de Esteban González Pons, argumentando que el PP estaba super especializado en la creación de empleo). Sin entrar a discutir que todas estas proclamas y mensajes ya responden por sí mismas a los planteamientos y visiones neoliberales de la economía, la realidad es que nada de lo que afirmaban se ha cumplido.

 

Y no sólo porque en realidad estén llevando a cabo su programa electoral encubierto (en vez de aquél con el que se presentaron a las Elecciones), sino porque tales objetivos siguen sin cumplirse. Y cuando tenemos un escenario de empleo en caída libre, y continua caída del consumo, y de mayores sacrificios de las personas, de brutales ajustes y de continuas “sugerencias” y amenazas veladas por parte de la Comisión Europea, lo que desde el PP se nos argumenta poco más o menos es lo siguiente: “Que los malos datos de paro no nos hagan perder el norte, porque hay que perseverar en las reformas estructurales que se están llevando a cabo, porque inmediatamente después de las mismas, vendrá el crecimiento de la economía y luego la creación de empleo”.

 

Y se quedan tan panchos. Dándole la vuelta y usando una forma más coloquial del mensaje, éste vendría a ser el siguiente: “Pueblo español, no os preocupéis si ahora cada vez hay más paro, miseria, pobreza, hambre, exclusión social, desigualdades, etc., que en cuanto cuajen las reformas que estamos haciendo, todo cambiará”. Este es el mensaje que la gente del PP quiere que nos creamos.

 

Como decíamos, todo un acto de fe. Es tan fácil desmontar sus argumentos, que no hay que ser ni siquiera economista aprendiz para hacerlo. Simplemente, hay que tener un poco de sentido común, en vez de ganas de manipular a la ciudadanía. Simplemente, es imposible que la senda de la recuperación económica llegue, si se mantienen las actuales políticas de asfixia económica, en aras a la fanática obsesión por la reducción del déficit público. Pero como esto lo hemos explicado muchas veces en nuestros artículos, y también está explicado en maravillosos libros de texto, tesis, trabajos y artículos de muchos grandes expertos, tampoco voy a insistir en desmontar su línea de argumentación. Me voy a ir por otros derroteros, y vamos a plantearles hipotéticamente un supuesto, para comprobar cómo no se lo creen ni ellos mismos.

 

Porque quiero también desmontar el argumento del supuesto buenismo que inspira sus prácticas, sus decisiones y sus políticas. Muchas veces se utilizan expresiones del tipo: “¿de verdad se cree la gente que esto se hace para fastidiar a la ciudadanía?” Pues la respuesta, desde mi punto de vista, es que sí. Ellos conocen (a no ser que sean más estúpidos de lo que creemos) perfectamente el alcance, la dimensión y los efectos de sus políticas, saben que tienen unos objetivos muy claros, y los esconden deliberadamente, o los minimizan para engañar a los ciudadanos. Pero como tantas veces hemos argumentado y demostrado, obedecen a la satisfacción de unos criterios donde se hace predominar a los ricos y poderosos, potenciando un entorno que sea proclive al aumento del poder y la riqueza de las grandes empresas, de las grandes fortunas, a costa del empobrecimiento de las clases trabajadoras.

 

Pero como decíamos, nosotros vamos a proponerle al PP un ejercicio de coherencia, a ver si están dispuestos a realizarlo. Si es verdad que tan convencidos están de que vendrán el crecimiento económico y la creación de empleo, y de que por tanto los que ahora están en desempleo pasarán a trabajar, ¿porqué no convencen también de ello a los bancos? Vamos a explicarnos, para comprender cómo recurren continuamente a la injusta y popularmente conocida como “ley del embudo”: Sabemos que ocurren los desahucios fundamentalmente porque la gente se queda sin empleo, y no puede continuar pagando su hipoteca.

 

Los Bancos entonces, que no entienden de chiquitas, echan a la gente de sus casas sin más miramientos ni contemplaciones. Pues bien, ¿Porqué no convencen de su optimismo a los bancos? De esta forma, los bancos podrían esperar, al igual que lo está haciendo la ciudadanía, a que la situación mejorara, se volviera a encontrar un empleo, y pudiese continuar pagando su casa. Pero en vez de esto, los bancos desalojan a la gente de sus viviendas, y parece ser que para ellos no valen las optimistas previsiones del Gobierno. En el fondo, como está claro, se trata de una estrategia para desarmar y empobrecer cada vez más a la clase trabajadora, usando para ello turbias estrategias de fe en su política.

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9 mayo 2013 4 09 /05 /mayo /2013 23:00

Continuamos desde el artículo primero de esta serie, y vamos a discutir aquí la función del fenómeno del desempleo dentro del sistema capitalista, por estar muy relacionada con la situación que estamos viviendo actualmente en nuestro país. Digamos ya, de entrada, y a fuerza de parecer muy difícil y duro de comprender, que al capitalismo le interesa que exista cierto grado de desempleo en la sociedad. Lo quiero dejar claro para que nos olvidemos de las opiniones "buenistas" que sostienen no comprender que al PP le pueda gustar que haya gente parada. Pues la verdad es que sí, por muy fuerte que pueda parecer en un principio.   

El año 2012 cerró con una tasa de paro de casi seis millones de personas, un 26% de la población activa. Durante 2013 hemos sobrepasado ya el 27% de paro. La tasa en jóvenes menores de 25 años es del 55%, es decir, uno de cada dos jóvenes no encuentra trabajo en el Estado Español. La durísima reforma laboral, que fue vendida como forma de creación de empleo, no sólo no ha detenido la destrucción de éste, sino que, en el último año, la caída del empleo ha sido aún mayor que durante la Gran Recesión.



Así las cosas, tenemos que preguntarnos a qué obedece la obsesión por continuar (perseverar, en expresión de Rajoy) en dichas políticas. Pero avancemos un poco más, a ver si así lo entendemos mejor. A medida que el desempleo va aumentando, las políticas económicas y sociales van encaminadas (bajo la sacrosanta justificación de la reducción del déficit) a que el gasto social disminuya, y sabemos que una gran parte de dicho gasto social se emplea en las prestaciones por desempleo. Pues bien, un paso en paralelo a la implantación de la reforma laboral consiste en controlar, dificultar e incluso disminuir o endurecer el acceso a las prestaciones por desempleo. El escenario, si lo vemos en perspectiva, consiste en permitir una gran masa de población desempleada, que a su vez pueda ser (llegado un momento) abandonada a su suerte, para que a su vez se convierta en un grupo de población muy vulnerable. Al mismo tiempo, se facilitan a las empresas las condiciones para el despido, lo cual provoca cierres masivos, e innumerables ERES en empresas que poseen incluso beneficios en los últimos años.

 

Cuando todo ello se contempla en conjunto, se comprende mejor la estrategia que subyace a todas estas políticas. En realidad, el fenómeno del desempleo actúa en última instancia como una forma de enriquecimiento más para el mundo capitalista. Existe ciertamente una explicación sistémica a las causas del desempleo. El paro masivo es tan antiguo como el propio capitalismo. Antes de la revolución industrial, éste era casi inexistente, por lo general producto del hambre o de la guerra; pero una vez los campesinos comenzaron a ser expulsados de la tierra, en las fábricas, el desempleo comenzó a convertirse en una característica endémica del sistema. De esta forma, el desempleo se convierte en parte fundamental del proceso histórico de acumulación capitalista. Al capitalismo le interesa la gente parada. Simplemente porque con un sistema en pleno empleo, las condiciones para encontrar nuevo trabajo serían enormes, y el empresariado tendría bastante más difícil contratar bajo condiciones precarias.

 

La lógica del sistema exige que los capitalistas compitan entre ellos, ya que una mayor competitividad les concede mayor estabilidad y supervivencia dentro del sistema. El fin de cada capitalista individual es por tanto aumentar su tasa de beneficios para así mejorar su competitividad. La introducción de tecnología que permita producir más con menos personas es una de las formas de llegar a este fin; pero también el aumento de las horas laborales, la reducción de salarios o el aumento de la intensidad del trabajo. Esta realidad explica cómo el objetivo del capitalista no es conseguir la distribución del trabajo y el aumento de la calidad de vida de las personas que trabajan, sino conseguir el máximo beneficio con el menor gasto laboral posible, bien sea reduciendo el número de personas empleadas o empeorando sus condiciones laborales. Todo ello es explicado magistralmente en un artículo de Marta Mouzo, que puede consultarse en el enlace http://www.rebelion.org/noticia.php?id=163714.

 

De esta forma, épocas de crisis como la actual, donde las empresas con menos beneficios entran en quiebra y los despidos masivos aumentan, profundizando así aún más la crisis, son y han sido históricamente aprovechados para empeorar la situación laboral y eliminar derechos conseguidos. Como Marx afirmó, "la condena de una parte de la clase obrera a la inactividad impuesta por el exceso de trabajo de la otra parte se convierte en un medio de enriquecimiento de los capitalistas individuales." El desempleo es pues una forma de enriquecimiento capitalista, no un problema individual. Otro papel fundamental que juega el desempleo dentro del sistema es la inactivación de la clase trabajadora a través del miedo y la división. El garantizar la existencia de un grupo con peores condiciones de vida debido a la falta de trabajo beneficia a los capitalistas. Las personas trabajadoras se ven forzadas, bajo el miedo al desempleo y sus consecuencias, a aceptar peores condiciones laborales y las personas paradas son estigmatizadas como vagas, perezosas o inútiles.



Ante todo ello, en la clase trabajadora hemos de reaccionar, en primer lugar, no dejándonos engañar, ni entrando al trapo sobre la concepción capitalista del desempleo, manteniendo en todo  momento nuestra dignidad como trabajadores válidos a los que el sistema relega a una inactividad forzosa, que en ningún momento nos tiene que llevar al desánimo. Y además de todo ello, debemos luchar por la implantación de medidas que vayan en contra del efecto que el paro provoca en el capitalismo. Es decir, debemos reclamar inversiones en planes de empleo público, gratuidad de una serie de servicios básicos (alimentación, transporte, etc.) para la población desempleada, la implantación de ayudas directas e indirectas para los parados/as, dignificación del desempleo, aprobación de una renta básica universal, implantación de medidas para el reparto del trabajo existente, e incluso reivindicar el derecho a no trabajar (o si se quiere, a poder decidir sobre nuestro trabajo). De esta forma, conseguiremos golpear al capitalismo donde más les duele, concienciando en la lucha de clases y paliando los desastrosos efectos y abusos que el feroz capitalismo ejerce sobre los ejércitos masivos de desempleados. Continuaremos en siguientes entregas. 

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8 mayo 2013 3 08 /05 /mayo /2013 23:00

Mucho se lleva hablado del déficit público en los últimos tiempos, de su corrección, del objetivo imperioso de su reducción, en orden a poner orden en nuestras finanzas públicas, y a poder financiarnos en los mercados de una forma razonable y asequible para el país. Y hemos dedicado muchos artículos a explicar cómo todo ello sólo responde a una auténtica falacia que nos quieren imponer desde los poderes fácticos europeos, con la inestimable complicidad de nuestros indecentes gobernantes. Pero en el presente artículo, en vez de abundar en ellos, vamos a hablar de los verdaderos déficits que sufrimos en España, de los auténticos baremos que habría que corregir, de las auténticas deficiencias que deberíamos nivelar en nuestro país, en vez de preocuparnos tanto por ese dichoso "déficit público".

 

Sin remontarnos muy atrás en la historia, sólo centrándonos en el período franquista, seríamos capaces de explicar, y lo han hecho magníficamente muchos autores, cómo España sufre, en comparación con sus homólogos europeos, un déficit social impresionante. Pero nuestros gobernantes de la etapa "democrática", lejos de atajarlo, y a raíz del proceso de construcción neoliberal de la Unión Europea, han permitido que vayan creciendo otros déficits, que nos han conducido a la dramática situación actual. Por intentar resumirlos y centrar el tema, hablaremos de los tres siguientes déficits:

 

1.- Déficit Económico. Hay recursos más que suficientes para una política de creación de empleo, sin necesidad de aumentar más la deuda y los intereses de la misma. Por tanto, la decisión es política. Se puede conseguir poner la economía al servicio de las personas si se tiene voluntad política de atacar los intereses de las grandes fortunas, de las grandes empresas y de los bancos. Podemos plantear la ilegitimidad de una parte de la deuda, rechazando el pago de los más de 38.000 millones de euros que se recogen en los PGE 2013, y que limitan profundamente los recursos para crear empleo, estimular la economía real y hacer que fluya el crédito para atender los proyectos familiares y empresariales. Por ello, exigimos una auditoría de la deuda y rechazar el pago de la misma que no se corresponda con el déficit generado por los servicios públicos y la protección social.

 

Podemos y debemos priorizar en la política de creación de empleo la inversión pública, recuperando el papel del Estado como contratador por defecto de la ciudadanía, la defensa y desarrollo de los servicios sociales (educación, sanidad y dependencia, entre otros) y la racionalización del gasto público (que no su disminución), incluyendo mecanismos de control con la participación de los trabajadores/as del sector público. Proponemos la prioridad absoluta del gasto público en pensiones, desempleo y servicios públicos esenciales, sobre cualquier otro compromiso, y la derogación de la reforma laboral, de la reforma de las pensiones, así como la modificación del artículo 135 de la Constitución. Proponemos un programa de empleo público para las personas desempleadas sin subsidio, y una Renta Básica Universal para quienes no tengan otra prestación, asegurando que todo ciudadano/a dispone de recursos mínimos, dignos y suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. 

 

Todo ello apoyado y sustentado en un conjunto de medidas fiscales que permitan asegurar el principio de suficiencia de los ingresos del Estado, y la justicia y progresividad del sistema fiscal. Es fundamental la lucha contra el fraude fiscal, la economía sumergida, así como la elevación del Impuesto de Sociedades, y la legislación sobre las SICAV. Y todo ello, apoyado en la creación de un Sistema de Banca Pública, al servicio de las personas y no de los mercados financieros, que realice funciones de Banca Local (Cajas de Ahorros), Banca de Desarrollo (reconversión del modelo productivo), y Banca del Estado (deuda pública). 

 

2.- Déficit Democrático. Proponemos la instauración de una República Federal para el Estado Español, que incorpore el derecho a la autodeterminación de los pueblos que la componen. Proponemos desarrollar medidas para alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres, la separación efectiva entre Iglesia y Estado, una Ley Electoral que garantice la proporcionalidad real en la representación parlamentaria, y la implementación de mecanismos que permitan un control ciudadano sobre el gasto y la gestión pública, una exigencia ética en el compromiso y la dedicación a la política, y una lucha eficaz y completa contra todo tipo de corrupción.

 

Proponemos la profundización de la Democracia a todos los niveles y en todas las Instituciones: Democracia Participativa (que permita que la ciudadanía participe activamente en la toma de las grandes decisiones que les afecten), Democracia Revocatoria (que permita que los cargos públicos electos puedan ser revocados por sus electores ante determinadas circunstancias), y Democracia Finalista (que permita que la ciudadanía pueda evaluar el grado de cumplimiento de los Programas Electorales de los partidos o coaliciones gobernantes), además de la mejora de la Democracia Representativa, mediante una modificación de la actual Ley Electoral. Y todo ello a nivel del Congreso y el Senado del Estado, y de los Parlamentos autonómicos y locales.  

 

Proponemos un proceso de reconversión y tendencia hacia un nuevo modelo productivo, bajo un nuevo paradigma económico, social y ecológicamente sostenible. Un nuevo modelo que internalice además los costes ambientales que sufre el concepto de "pagar la contaminación" para sustituirlo por el de "dejar de contaminar". Proponemos igualmente un nuevo modelo energético que considere el abastecimento como servicio público, y se apoye en las energias limpias y renovables, y en los recursos autóctonos. Un modelo económico al servicio del interés general, en vez de un modelo depredador basado en el crecimiento desmedido, en la construcción y en el consumo irresponsable.  

 

3.- Déficit Social. El déficit social y de derecho es también importante en nuestro país, por lo cual queremos asegurar el derecho universal y gratuito a la salud, la educación, la atención a las personas dependientes, y alcanzar la socialización de todos los sectores estratégicos de nuestra economía. Hemos de garantizar asímismo el derecho a la Vivienda, desarrollando una nueva Ley Hipotecaria, que proteja a las familias ante el poder y los abusos de la Banca, y que desarrolle medidas como la creación del Parque Público de Viviendas en Alquiler Social, la dación en pago retroactiva, y la paralización inmediata de todos los deshaucios. 

 

Igualmente, desde los poderes públicos se ha de desarrollar un nuevo modelo de gestión de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que acabe de desmilitarizar todos los Cuerpos aquí incluidos, que permita su libre sindicación, su objeción de conciencia, y la orientación de sus funciones hacia una mayor transparencia, y hacia la defensa de la libre ejecución de las libertades públicas y de los derechos fundamentales de las personas, en vez de actuar como guardianes de las Instituciones de un Estado represor.  

 

Pues bien, seguro que de estos tres déficits, que son los auténticamente importantes, no hablarán nunca en Europa, ni instarán a nuestros gobernantes a corregirlos, prueba evidente de que la actual construcción del proyecto europeo dista mucho de ser un proyecto integrador de personas, pueblos y países, y consiste más bien en un proyecto de acumulación de capital basado en la fuerza de las grandes empresas, los grandes bancos y las grandes fortunas. Hemos de romper con todo ello, y dedicarnos a corregir nuestros auténticos déficits.

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7 mayo 2013 2 07 /05 /mayo /2013 23:00

La última y reciente estrategia del bipartidismo para intentar erradicar la idea del emergente Proceso Constituyente es volver a recurrir a la palabra mágica: "PACTO". Y en efecto, se afanan durante estos últimos días, sobre todo el PSOE, en realizar propuestas muy socialmente sensibles, usando términos como "emergencia nacional", para intentar salvar los muebles, y volver a recuperar la idea de gobernar con "mayoritario consenso de las dos principales fuerzas políticas". Y lo hacen ahora, que saben que el bipartidismo registra los niveles más bajos de aprobación y apoyo popùlar de su historia, y cuando las clases populares, destrozadas y carbonizadas por este cruel sistema, comienzan a enfrentarse con valentía al mismo. Frente a este nuevo intento de sabotaje a la democracia y engaño masivo a la ciudadanía, debemos reaccionar desde la izquierda, desde todos los sectores afectados por la crisis, para proclamar bien alto y claro que ya no les creemos, que no queremos ese pacto.

 

Lo que queremos es tirar abajo todo el andamiaje donde se asienta el actual régimen, y volver a reconstruirlo mediante un proceso de convergencia de un poder popular, que reconstruya la Constitución, las Instituciones, la Jefatura del Estado, la Ley Electoral, y todos los fundamentos antidemocráticos que nos han traído hasta aquí. No queremos ese Pacto, porque significaría un acuerdo vacío de contenido, para volver a consagrar en el poder a las dos mismas fuerzas políticas que han permitido que se llegue a la situación dramática que vivimos hoy. Los mismos que nos han traído hasta aquí, con su arrogancia y su despotismo político, no pueden representar ya ninguna solución. No queremos a esta Monarquía ya agotada, que no es capaz de ofrecer más que altas esferas de poder e influencias, corrupción y amiguismo empresarial. No queremos este régimen que sólo es capaz de ofrecer a sus ciudadanos paro, miseria, precariedad y emigración, en pos del cumplimiento de unos objetivos de convergencia con unos socios europeos que nunca llegarán, y que sólo han demostrado que están ahí para hundirnos más en el fango.

 

No queremos este sistema que consagra y prioriza los intereses de la poderosa banca privada, mientras no es capaz de hacer que se cumplan los derechos básicos para la ciudadanía, tales como la Sanidad, la Educación, la Vivienda, el Trabajo, etc. No queremos este Estado que concede privilegios a la trasnochada y rancia Iglesia Católica, que mientras proclama su solidaridad con los pobres, apoya las más duras medidas del Gobierno, y le insta a modificar leyes que han consagrado los derechos de los más oprimidos, como las mujeres y los homosexuales. Porque queremos, en definitiva, un nuevo Estado Social, Laico, Federal, Republicano, plenamente Democrático, con participación ciudadana, que sea capaz de poner a las personas en el epicentro de su gestión, y que sea el garante fundamental de los derechos básicos y de las libertades fundamentales de la ciudadanía. Y todo ello sólo podrá conseguirse a través de un nuevo Proceso Constituyente, donde el soberano sea de nuevo convocado, y se escuche su voz en el más amplio sentido del término. Hay cosas que no se arreglan si no se desarreglan antes del todo. Nosotros estamos en esta tarea, por eso no queremos Pactos, Acuerdos Nacionales ni componendas entre las fuerzas del  bipartidismo, porque nunca ellas serán capaces de garantizarnos todo esto.

 

Frente a la fe ciega que se nos pide desde la derecha para esperar a los resultados de esta fanática política neoliberal que desarrollan, y frente a la tibieza y falta de voluntad política del PSOE, sólo un Proceso Constituyente podrá devolvernos la soberanía como pueblo, para enfrentarnos no sólo al bipartidismo en España, sino al despotismo de esta Unión Europea de la que formamos parte, y cuyos secuaces aplauden continuamente las medidas de nuestros indecentes gobernantes, para enseguida instarles a que no les tiemble el pulso, a que las aceleren y que las endurezcan. Sólo la fuerza de las clases populares y la rebeldía organizada, constituida en contrapoder ciudadano, será capaz de desmontar este cruel sistema al que nos tienen sometidos. No cabe ya la resignación, sólo la lucha. No cabe la espera, sólo la exigencia. No caben las buenas declaraciones de intenciones, sino el despliegue de políticas concretas que inviertan el camino andado hasta la fecha...¿son capaces PP y PSOE de hacer esto? Evidentemente NO. Volver a recuperar lo público, dignificar la vida de las personas, democratizar la economía y las finanzas, por poner sólo unos cuantos ejemplos, son cosas que no conseguiremos si antes no rompemos con todo el régimen actual, heredero de la dictadura franquista, y al que ya le hemos concedido más de tres décadas de nuestra vida.

 

El Proceso Constituyente ha de ser rupturista o no alcanzará sus objetivos, porque si continuamos desarrollando estas políticas, la destrucción en el más amplio sentido de la clase trabajadora se consolidará muy pronto. Y para ello también tenemos que enfrentarnos a Europa y a sus políticas, surgidas del Consenso de Bruselas, que ha propiciado medidas, entre otras muchas, para la desregulación de los mercados, las privatizaciones de sectores estratégicos de la economía, una moneda única sin Tesoro Público, y un Banco Central Europeo (BCE) sin posibilidad de actuar como una Reserva Federal. Esto ha llevado a todos sus países miembros a un callejón sin salida, donde es imposible la integración regional al servicio de las personas, sobre la base de estos pilares. Es imposible la cohesión social, territorial, y la creación de empleo. Muy al contrario, se fomentan las desigualdades sociales, la miseria, la pobreza, la destrucción de tejido productivo, y la concentración de la riqueza en muy pocas manos. Se fomenta un sistema depredador de la iniciativa pública, de los recursos naturales, y de la equidad social. Todo lo cual también contribuye a que las propias Instituciones Europeas cada vez se alejen más de las demandas de sus pueblos. 

 

Por tanto y en definitiva, que no nos vendan Pactos. No queremos Pactos bipartidistas y engañabobos, que vengan a materializarse en un gran Gobierno de Coalición, sea o no tecnocrático, o en un gran Pacto Legislativo. Hemos llegado a un punto donde necesitamos tantos cambios y tan profundos, si de verdad queremos regenerar el sistema, que sólo podrán venir de una salida anticapitalista de la crisis. Y para ello no nos bastan sólo avances electorales, sino sobre todo, un proceso de acumulación de fuerzas, políticas, sociales y sindicales, que culmine en el desarrollo del nuevo Proceso Constituyente con la máxima implicación y protagonismo de la mayoría social trabajadora. Un proceso que consiga cambiar el miedo de bando, que empodere a los de abajo, y que consiga dotar de derechos sociales y políticos efectivos a toda la ciudadanía, desarrollando una legalidad republicana, dentro de un marco de Estado Federal, que confiera al pueblo soberano la capacidad real de participar en las decisiones que les afecten directamente, y que determine una política económica y social al servicio de la mayoría. No tengamos miedo en plantear todo ello en cualquier tipo de foro, seamos valientes, tengamos altura de miras, porque nos sobran las razones.   

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6 mayo 2013 1 06 /05 /mayo /2013 23:00

La verdad es que el Partido Popular nos tiene cada vez más acostumbrados a su sorna, a sus incongruencias, a sus escapismos, a su fanatismo neoliberal, a sus rancias y trasnochadas ideas, pero últimamente lo podemos comprobar muy clarito con el supuesto concepto de "democracia" de que hace gala. Las salidas de tono de Cospedal y el resto de dirigentes populares son cada vez más insultantes, con una carga despreciativa hacia la ciudadanía en general, que pone como decimos en tela de juicio su auténtico concepto de democracia. Y como dicen en el reciente vídeo que han preparado las plataformas Stop Deshaucios y PAH, exigir explicaciones a la banca y a sus secuaces es profundamente democrático.

 

Ahora resulta que las tintas se cargan con las auténticas víctimas, a las que se hace aparecer como nazis o proetarras, recurso al que nos tiene acostumbrados el PP cada vez que no le gusta algún tema. Todo es ETA para el PP, si no se ajusta a sus buenos ideales y costumbres. En efecto, un concepto de Democracia muy peculiar el que tiene el PP, que entiende que el hecho de que la gente les vote un día cualquiera de unas Elecciones, les faculta para hacer con la población lo que les dé la gana durante los próximos cuatro años. Para el PP, todo comportamiento que no se ajuste a sus leyes es antidemocrático. Parecen olvidar que las grandes revoluciones y conquistas históricas se han producido cuando el pueblo se ha olvidado de las leyes, y ha luchado por lo que creía justo.

 

Parecen olvidar en el PP que la soberanía popular procede de la ciudadanía, de donde viene la palabra "democracia" (por gobierno del pueblo), y que ésta es la que hay que respetar por todo gobernante que se precie de serlo. Porque si no se respeta, entonces los nazis son ellos. Los fascistas son en este caso los del PP, que con su consabida estrategia de marear la perdiz e intentar hacer aparecer como muy malos a unos ciudadanos que sólo luchan por sus derechos, intentan desviar la atención y extender una cortina de humo sobre la maldad de sus medidas. Medidas que llevan muchos años implementando, incluso siglos, y que la ciudadanía lleva aguantando con estoica resignación. Hasta que llega un momento donde no se puede más, y el personal explota, con toda la razón, ante la agónica injusticia de un sistema que los maltrata y los empobrece sistemáticamente, a la vez que protege y enriquece a los ya de por sí poderosos.

 

También parecen olvidar en el PP que la Ley Electoral que les empujó a la mayoría absoluta está viciada y manipulada, por tanto no es totalmente representativa, por tanto es injusta y antidemocrática. También se les olvida que incluso la tan manida Constitución de 1978 a la que tanto se agarran cuando les interesa, consagra estos derechos que se están pidiendo en las calles por estas plataformas ciudadanas. Por tanto, ¿puede haber algo más democrático? Todo ello por no recordar que se está gobernando de forma ilegítima, al incumplir sistemáticamente el Programa Electoral con el que el PP se presentó a los ciudadanos, que ahora están siendo estafados y vilipendiados, en un claro fraude de ley. Lo democrático es cumplir el Programa Electoral, porque es el contrato suscrito con la ciudadanía, y lo antidemocrático es no hacerlo, basándose en supuestas herencias recibidas, o en el inexcusable cumplimiento del deber, en el sentido mesiánico del término.

 

Señores y señoras del PP, a ver cuándo se enteran ustedes de que la democracia es el respeto a las decisiones de los ciudadanos/as, y no el control sobre el Boletín Oficial del Estado. A ver cuándo se enteran de que la legitimidad procede de una Ley Electoral justa, de un Programa Electoral cumplido, y de la existencia de unos mecanismos de control sobre las decisiones del gobierno, que permitan que en todo caso sean los ciudadanos/as los que rijan los destinos del país. Lo contrario a todo ello es el fascismo, que es exactamente lo que hacen ustedes. Los votos a su partido no han legitimado los abusos, los recortes, los ajustes, las reformas, los deshaucios, el desempleo, la corrupción, etc. No son los políticos ni los gobernantes los propietarios de los votos, como no son los bancos los dueños de los depósitos de sus clientes. Ustedes no son gobernantes, sino terroristas institucionales. No tienen ningún respeto por la democracia ni por la ciudadanía, a la que desprecian continuamente. No se quieran presentar, en el colmo de los colmos, también como víctimas de ella. 

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29 abril 2013 1 29 /04 /abril /2013 23:00

Se cumplen por estas fechas 130 años de la muerte de Karl Marx, y en su honor y a su memoria vamos a dedicar, para su conocimiento y difusión, esta nueva serie de artículos, que espero sea seguida por los lectores, al menos con el mismo grado de apasionamiento con que yo la estoy escribiendo. Soy comunista, marxista, socialista, pero bajo la perspectiva política, social y cultural del siglo XXI. Eso no implica ningún grado de desnaturalización de las auténticas ideas marxistas, de la concepción comunista de la sociedad, significa únicamente que los tiempos, las culturas y las civilizaciones cambian, y que hay que adaptar las ideas buenas a los tiempos actuales. Pero como digo, las ideas del marxismo continúan teniendo hoy en día plena vigencia, quizá más que nunca, ya que la lucha de clases se ha vuelto más encarnizada si cabe que en tiempos anteriores.

 

capitalismo11.jpgVamos a analizar, como decimos en el título, el Marxismo y el Socialismo, que para el caso es lo mismo (no confundir con la S de PSOE, partido que representa desde hace décadas una adulteración de estas ideas, una prostitución de las mismas, y un engaño a la ciudadanía), pero para entender hasta qué punto debemos analizarlo, comprenderlo e implantarlo, vamos a partir de un estudio del Capitalismo, que es lo que nos ha traído hasta aquí. Luego por tanto, durante toda esta serie de artículos, iremos debatiendo e introduciendo las ideas del Marxismo y del Socialismo, pero a partir de la crítiza razonada del Capitalismo, para poder llegar a la argumentada conclusión de que debemos comprender el capitalismo para entender la crisis actual, y de que debemos acabar con él para poder implantar un cambio global en nuestra sociedad, entendido como un cambio en el más amplio sentido de la palabra, esto es, un cambio de régimen político, social, económico, productivo, ambiental, etc. En definitiva, un cambio cultural, un cambio de civilización.

 

capitalismo12.jpgBien, pues entremos en materia. Iremos citando y referenciando las fuentes documentales donde nos basamos para nuestro estudio, análisis y exposición sobre la marcha, a medida que vayan siendo utilizadas. Los lectores pueden y deben también actuar de difusores de estas ideas, para lo cual tienen completa y absoluta autorización para utilizar dichas fuentes, y los textos de estos artículos. Vivimos en una sociedad capitalista. El capitalismo es un sistema de producción en el que la población en general carece de medios de producción para subsistir por su cuenta o, lo que no es sino la otra cara de la moneda, un sistema en el que la mayor parte de la población tiene que buscarse la vida –vender su fuerza de trabajo- en el mercado laboral, a cambio de un salario. En este mercado laboral, la gente se ve obligada a trabajar en lo que sea, al precio que sea, para producir lo que sea, en la cantidad que sea y de la manera que sea, es decir, la gente está vendida a vida o muerte a una lógica de producción que se determina a sus espaldas y, además, actualmente, de forma cada vez más misteriosa incluso para los economistas más pretenciosos, en ese mundo del sinsentido y lo imprevisto al que llaman “Los Mercados”.

 

thatcher.jpgHace pocas semanas de la muerte de Margaret Thatcher, llamada "La Dama de Hierro", y la cito aquí porque fue una de las máximas exponentes del capitalismo, en su vertiente más cruda, despiadada e inhumana. Ella representó durante toda la época de sus Gobiernos en el Reino Unido, la más firme opositora a la clase trabajadora, la más firme defensora del desmantelamiento de sus derechos, del Estado del Bienestar, y una de las más fieles paladines de la privatización de empresas y servicios públicos. Se enfrentó con cruel determinación a los mineros británicos, que han festejado su muerte, como no podía ser de otra manera. Muchas cosas se han dicho sobre ella, para ansalzarla y alabarla, pero la realidad es que fue una de las dirigentes mundiales más nocivas y desastrosas para su pueblo, y una de las mejores aliadas del Gran Capital. Si alguien quiere tener una buena referencia de cómo funciona el sistema capitalista, puede estudiar las políticas de Margaret Thatcher.  

 

capitalismo13.jpgLa tendencia de las empresas a disminuir salarios para maximizar beneficios es la base de las crisis periódicas que azotan a la economía de mercado. A diferencia de las antiguas crisis económicas, en las que las malas cosechas o catástrofes naturales hundían en la más absoluta pobreza a millones de personas, la realidad en el capitalismo es la contraria: la gente no tiene casa, no come lo necesario, no puede pagar las medicinas, no por falta de necesidades o de producción, sino por falta de salario. Es la paradoja de la crisis de sobreproducción: casas sin gente, gente sin casas. Gente sin trabajo y empresas funcionando al 30%. Inmensas necesidades insatisfechas, millones de euros de beneficios en pocas manos.

 

Y como el capitalismo convierte este mundo en una pocilga, en lugar de estar contra el capitalismo, estamos contra el mundo. La verdad es que el capitalismo no deja títere con cabeza, ha envilecido todos los aspectos de la vida humana y malversado el sentido de todas las instituciones ciudadanas. La escuela y la sanidad públicas son las dos únicas que resisten aún a la lógica del mercado. Y por eso están siendo destruidas. Ante este panorama, lo más estúpido que se puede hacer es colaborar con el capitalismo en su labor destructiva y empezar a derribar instituciones como quien lucha contra molinos de viento,  mientras un ejército de gigantes avanza por la espalda.

 

capitalismo14.jpgSi bajo el capitalismo la Democracia se convierte en una farsa, el Derecho en un instrumento del capital, el Estado en una maquinaria de represión, los Tribunales de Justicia en una ignominia, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en aparatos torturadores, el Parlamento en un mercado de intereses, los Municipios en un nido de corrupción, etc., lo más absurdo que podemos hacer es empeñarnos en que lo ideal sería un mundo no capitalista en el que no existieran ninguna de esas cosas. Eso no es estar contra el capitalismo, es estar contra el mundo. Y es empeñarse, además, en la absurda tarea de construir un mundo nuevo a partir de las ocurrencias de un hombre nuevo. Esto es pura religión, y en todo caso, al mezclarse con la política, es puro fascismo. No caigamos en la demagogia, en el oportunismo barato, en la facilona crítica, en el desprestigio de la política y de lo público, porque precisamente, eso es lo que quieren los defensores del capitalismo. Continuaremos en siguientes entregas.

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28 abril 2013 7 28 /04 /abril /2013 23:00

Vamos a continuar con nuestro argumentario para la necesidad del Proceso Constituyente, a ver si difundimos bien el mensaje, y podemos obtener muy pronto una inmensa mayoría social que lo apoye, porque sólo de esta forma, organizado desde abajo y con los de abajo, tendrá mínimas garantías de éxito. Uno de los mejores argumentos que podemos tener es acabar con la precariedad que guía toda nuestra generación, y que se ceba especialmente con la juventud, a la que deja un horizonte de semiesclavismo. Pero también a los que estamos entre los 40 y los 50 años, a pesar de nuestra formación, de nuestros estudios, de nuestras capacidades, el actual sistema nos relega a la precariedad más absoluta, nos deja en desempleo, sin poder llevar a cabo un proyecto de vida digno, y sin poder disfrutar de los derechos fundamentales que todos tenemos reconocidos, tales como el trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación, y muchos otros. Generaciones anteriores a la nuestra, como la de nuestros padres, disfrutaron (aunque con otro tipo de limitaciones) de dichos derechos, y aunque por regla general su formación era menor que la nuestra, su vida fue mucho más digna que la que nosotros estamos viviendo.

 

proceso_constituyente41.jpgY no nos sirven para nada los supuestos "consuelos" que sobre todo desde el PSOE nos hacen caer en el derrotismo y en la idea de la aceptación, de la resignación y del conformismo. Ellos nos dicen que asumamos que no hay trabajo, pero que al menos, hemos conseguido (se refieren a los Gobiernos del PSOE) una mínima protección social para las personas, cosa que no teníamos antes. Nos dicen que tenemos una sanidad por si nos ponemos enfermos, una protección por desempleo mientras no podamos encontrar trabajo, una educación para nuestros hijos, etc. En primer lugar, esto ha dejado de ser cierto de un tiempo acá, y a ello han contribuido como siempre las políticas del bipartidismo. Pero incluso aunque fuera así, es que tenemos que rebelarnos ante dicha situación. No hay que aceptar este cruel sistema capitalista que nos ahoga en la desesperanza del desempleo, de la inactividad, de la precariedad. Hay que decir ¡BASTA!, desmontar el sistema y volver a crear otro más justo y humano. La semilla para proceder a este cambio también provendrá del Proceso Constituyente.

 

En chino la palabra crisis también significa oportunidad. Para la clase dominante, la oportunidad de acrecentar sus privilegios, de hacer grandes negocios especulativos, de acumular más riqueza, de imponer las decisiones políticas que más se ajusten a sus intereses. Para las mayorías, también la crisis supone la oportunidad de movilizarse, organizarse y hacer una reflexión crítica y colectiva sobre el sistema político y económico, sobre la participación política, sobre la herencia social que se está dejando a las generaciones futuras. La oportunidad de construir y poner en marcha alternativas que permitan transitar hacia una sociedad más justa, igualitaria y sostenible. Y para todo esto también queremos el Proceso Constituyente. No sólo para poder plantearnos grandes cosas como los debates sobre Monarquía o República, o Estado Federal o de las Autonomías, sino además, para comenzar a dar un giro en las políticas económicas y sociales, que recuperen (al menos algo de) soberanía, para poder comenzar a ejecutar políticas de auténtica redistribución de la riqueza.

 

proceso_constituyente42.jpgPor tanto, convirtamos nosotros también esta inmensa crisis en una oportunidad. Pero una oportunidad con mayúsculas, para erradicar todos los cimientos donde durante estas últimas décadas se ha ido asentando nuestra sociedad. Gritamos en las manifestaciones cosas como que "No nos representan". Muy bien, pues entonces seremos nosotros los que tendremos que crear un poder alternativo, un contrapoder, que sí sea auténticamente representativo de nuestra clase. La actitud pasiva de esperar hasta que la crisis finalice, y comience esa supuesta fase de "crecimiento y creación de empleo" no vendrá si nosotros no la impulsamos, así que no nos dejemos engañar por políticos serviles y demagogos. ¿Vamos a esperar a que este indigno e ilegítimo Gobierno finalice su legislatura? ¿Vamos a quedarnos sentados esperando a que nos lo roben todo? Convirtámonos en su peor pesadilla, rompamos su ritmo, hagamos que el miedo cambie de bando, y pase del miedo a la pérdida del empleo, al deshaucio o a la pobreza, al miedo a desmontar la élite, a expropiar su riqueza, a destruir los paraísos fiscales, a procesar a banqueros y grandes empresarios, a condenarlos y a meterlos en la cárcel, etc. Si conseguimos esto, el camino estará en nuestras manos.

 

proceso_constituyente43.jpgMientras, los medios de comunicación al servicio de los intereses del neoliberalismo y del gran capital nos mentirán, nos insultarán, seguirán voceando que somos unos violentos, porque protestamos, porque pretendemos echar abajo al país. No les hagamos caso. Nosotros sabemos perfectamente que los violentos son ellos, que llevan años disminuyendo los recursos de la clase trabajadora, empoderando a los ricos, a los banqueros, a las grandes fortunas, a las grandes empresas, para que puedan avasallarnos en todos los ámbitos de nuestra vida. No se lo permitamos por más tiempo. Enfrentémonos a ellos con total determinación. Sin prisa, pero sin pausa. En un constante goteo contra su dominación, contra su desprecio hacia la clase trabajadora, contra su cruel e inhumano sistema capitalista. Organicémonos, unámonos, somos más que ellos. El Proceso Constituyente debe aglutinar todos los esfuerzos y reconducirlos en un solo objetivo: echar abajo a este Gobierno, y a todos los que les apoyan. Y volver a levantar un nuevo proyecto de país desde la nueva Asamblea Constituyente, que redacte una nueva Constitución, pero no como un marco teórico de convivencia, ni como un papel mojado de referencia legal, sino como un cambio de sistema que nos lleve a la garantía del cumplimiento de todos nuestros derechos.

 

Si no lo conseguimos, vamos a dejarles a nuestros hijos e hijas un mundo sin futuro, un mundo de los ricos y poderosos, un mundo de precariedad, de esclavismo, de ausencia de derechos, les vamos a dejar una hipoteca, una vida miserable, hospitales privados, escuelas elitistas, en suma, la barbarie social. Está en nuestras manos evitarlo, luchando por un objetivo claro, coherente, valiente, que amenace al poder. Podremos con la fuerza de todos, de todos los colectivos afectados por la crisis. La palabra clave es organización, unión, poder girar en torno a un programa común que la inmensa mayoría social desee, y por el que esté dispuesto a luchar. La historia nos lo demuestra. Los derechos no se regalan, se conquistan luchando. Rindamos honores a todos aquéllos que conquistaron derechos para las generaciones posteriores, que pusieron su granito de arena para poder dibujar un mundo mejor para los más débiles, los más oprimidos, y plantaron cara al poder establecido. Esto es el Proceso Constituyente.

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