Este 2 de julio se cumplen exactamente 20 años de la muerte de un genio. Ese mismo día de 1992 se nos iba un puntal de nuestra música y de nuestra cultura andaluza: José Monge Cruz, "Camarón de la Isla". Hace 20 años que se nos fue uno de los más grandes revolucionarios de nuestra música flamenca, un monstruo de la interpretación, un gigante gaditano, un coloso del cante. Pero Camarón, como todos los grandes genios, era una persona tímida, introvertida, muy humilde y sencilla, muy de su raza. Una persona a la que le costaba hablar de sí mismo (en realidad le costaba hablar de cualquier cosa), pues todo lo decía cantando. No sólo fue un revulsivo para el flamenco, en una época de renacimiento de nuestro Arte, sino que además, supuso un espaldarazo definitivo para que las nuevas generaciones tuvieran un referente para introducirse en el Flamenco de una manera distinta.
La trayectoria artística de Camarón fue breve pero intensa, dramática pero viva, ortodoxa pero revolucionaria, porque todo lo que expresaba era Flamenco, pero a su estilo. Todo lo interpretado por el genio de San Fernando sonaba distinto en él, desde la más estricta soleá hasta los más recónditos fandangos. Todo en él era Flamenco. Tomo las palabras de otro genial poeta y escritor, Félix Grande, cuando sostiene: "Nietzsche escribió: "Dí tu palabra y rómpete". Sólo los artistas de genio son capaces de obedecer ese terrible mandamiento. Camarón fue uno de ellos". Y efectivamente, todo en su arte era sanguinario, todo en su interpretación era trágico, todos sus sonidos estaban asistidos por el desamparo, e impregnados de fatalidad. Incluso en los cantes que llamamos festeros su arte brotaba desde las tinieblas de la desesperación y del desconsuelo. Con Camarón murió otro heredero de los "sonidos negros", que ya enunciara otro grande del cante, Manuel Torre.
Toda su efímera vida fue consagrada al cante. Podemos poner a Camarón en el mismo sitio que otros grandes genios de la historia flamenca: Silverio Franconetti, Enrique "el Mellizo", Manuel Torre, La Niña de los Peines, Manolo Caracol, Antonio Mairena, Enrique Morente, Paco de Lucía. Pero ninguno tan revolucionario como Camarón, tan auténtico como Camarón. Quizá nadie como él para traernos el desgarrador grito de la seguiriya, ni el estremecedor compás de la bulería. Cantaba desde muy niño, pues se aficionó escuchando flamenco en la fragua de su padre. Y con su amigo Rancapino, siendo muy jóvenes, subía sin pagar a los autobuses de línea de San Fernando y Chiclana, a cantar para pedir limosna. Esos fueron sus comienzos. Luego vino la Venta de Vargas, su primera etapa pública para darse a conocer, y despegar definitivamente.
Dicho despegue se lo proporcionó el guitarrista Antonio Arenas, quien podemos decir que lo descubrió artísticamente hablando, y dirigió su primera grabación, en el año 1969. Camarón había trabajado antes para la compañía de Miguel de los Reyes, donde lo descubrió Arenas. Dicha primera grabación fue colectiva, participando en la misma Turronero, Chato de la Isla, Tomás de Huelva, una bailaora sobrina de Faíco llamada Gitana Amadora, y las guitarras de Manolo Heredia y el mismo Antonio Arenas. Y en ese mismo año, colabora también en la grabación antológica dirigida por el genial guitarrista Sabicas, donde además de Camarón, participan Juan Cantero, Manuel Soto "Sordera" y Pepe el Culata. Pero su gran despegue artístico ocurriría a partir del encuentro con Paco de Lucía.
A partir de dicho encuentro, tenemos que distinguir una primera fase de su carrera, que bien podría obedecer al distintivo que aparecía en la portada de sus discos: "El CAMARON DE LA ISLA con la colaboración especial de PACO DE LUCÍA". Detrás de sus letras, de sus ensayos y de sus esfuerzos estaba el padre de Paco, Antonio Sánchez Pecino, quien les infundiría una gran capacidad de sacrificio y de superación, pues era hombre muy estricto y exigente. Esta etapa durará hasta 1977, año de la grabación de "Castillo de arena". Y dos años más tarde, en 1979, regresa Camarón con una obra rompedora en todos los sentidos, no sólo con toda su trayectoria anterior, sino también en lo que se refiere a la propia música, al propio sonido. Me refiero a "La leyenda del tiempo", donde Camarón, respaldado ya por Tomatito y otros grandes músicos, se atreve a meter por diferentes cantes los poemas de Federico García Lorca, Fernando Villalón u Omar Kayan.
Supuso una obra revolucionaria dentro de la historia del Flamenco, no sólo en lo concerniente a las letras, sino a la propia música, al propio acompañamiento, al introducir sones rockeros y jazzísticos. También cambia la producción a Ricardo Pachón, y la colaboración con otros músicos, como Kiko Veneno. Vuelve Camarón en la década de los 80 con un trabajo gigantesco, flamenco donde los haya: se trata de "Como el agua". Personalmente, creo que es lo mejor que graba Camarón a lo largo de toda su carrera, pues aunque breve, es un trabajo donde se destila al 100% el estilo camaronero, y el artista destapa el tarro de las esencias en todo lo que toca. A los dos años de esta soberbia grabación vuelve Camarón con "Calle Real", muy al estilo de las anteriores.
Al año siguiente sale a la luz "Viviré", también un excepcional trabajo, muy camaronero, con las apoyaturas de Pepe de Lucía y Antonio Humanes, dos de sus más próximos colaboradores. Creo que esta grabación representa el cénit de su carrera artística, es decir, la cima donde Camarón nos ilustra lo grande que ha sido en su vida y en su obra, lo distinto que lo hacía todo, la genialidad que ponía en todo lo que hacía. Después de otro parón de dos años llegará al mercado "Te lo dice Camarón". Esta grabación es un poco especial, su voz suena algo diferente (tuvo problemas con su dentadura por aquélla época), y las letras son indiscutiblemente de menor calidad que en las anteriores obras del artista. Y a finales de 1989, sale a la luz la obra flamenca más costosa hasta entonces, "Soy Gitano", grabada en Londres, acompañado nada más y nada menos que por la Royal Philarmonic Orchestra. En fin, su grabación "Potro de rabia y miel", que tardaría más de un año en concluirse (entre 1991 y 1992), sería la última que nos dejara.
Pero hacía ya varios años que Camarón se había convertido en un auténtico ídolo de masas, en un fenómeno social de dimensión extraordinaria, dentro y fuera de España, pues había sido comparado con artistas de la talla de Mick Jagger. Sus actuaciones eran multitudinarias, nunca un artista flamenco había despertado tal aclamación por un público tan numeroso, y además de procedencia tan diversa. Sus escarceos con el mundo de las drogas se fueron haciendo cada vez más dependientes, y en algunas de sus actuaciones en directo aparecería ya demacrado y sin fuerzas para cantar. Para los gitanos representaba un auténtico héroe, un mártir que estaba siendo sacrificado en aras de su propia popularidad. Y con tan sólo 42 años, Camarón apagó su vida por un cáncer pulmonar que venía corroyéndole desde tiempo atrás. El gitano rubio de la Isla dejó de existir, legando al Flamenco quizá la mayor revolución y proyección social que se recuerda.
Desde la muerte de Camarón (ya durante su vida iban apareciendo muchos), la pléyade de artistas que han seguido su rastro y su escuela ha sido numerosísima. Camaroneros han sido y son Potito, Duquende, Remedios Amaya, y un montón más de artistas jóvenes que han tomado a Camarón como su referencia flamenca total. La Escuela Camaronera es tremendamente influyente en los cantaores actuales, y la podemos situar al mismo nivel que la Escuela Caracolera o la Escuela Mairenista, quizá las dos más grandes escuelas flamencas que perviven en la actualidad. Y es que en Camarón, clasicismo y revolución se dan la mano en perfecta armonía, se amalgaman en constante interacción. No obstante, hay que decir que la genialidad de Camarón hay que atribuírsela también a otros tantos genios de los que José Monge bebió en sus fuentes, tales Paco y Pepe de Lucía, Enrique Morente, o El Chino. Pero como decimos, la Escuela Camaronera está totalmente viva, y es una de las más numerosas. En definitiva, hoy hace 20 años que se nos fue Camarón, uno de los más grandes de todos los tiempos. Para todos los que amamos el Flamenco, siempre estará en nuestro recuerdo.