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3 abril 2017 1 03 /04 /abril /2017 23:00
El PSOE de la candidata Susana Díaz

¿Qué más le tienen que hacer o demostrar a algunas de las pocas personas decentes que quedan en el PSOE para que decidan que ya es el momento de abandonar ese estercolero condenado a la insignificancia? ¿Qué más le tienen que hacer a sus votantes para que desistan de su incomprensible empeño? ¿Querrán tragarse sus simpatizantes el propósito de enmienda que florecerá cuando llegue el otoño de la legislatura? ¿Picará alguien en la falsa ‘renovación/restauración’ que ya hoy se está preparando en el seno del PSOE para volver a estafar al electorado?

Paco Bello

Ya tenemos los tres candidatos que finalmente competirán en primarias para la Secretaría General del Partido "Socialista" "Obrero" Español en el próximo mes de mayo. El primero de ellos fue Patxi López, pero de él hay poco que hablar: representa una tercera vía entre los otros dos candidatos, aunque en el fondo sus postulados se acercan mucho más a los de Susana Díaz, y por tanto, son más de lo mismo. El segundo en presentar su candidatura fue Pedro Sánchez, el defenestrado ex Secretario General que fue obligado a dimitir ante las indecentes maniobras de la cúpula del partido, de sus barones, y de los poderes económicos y mediáticos que se encuentran detrás, porque comenzó a representar una postura incómoda para dichos intereses, en el sentido de querer "acercarse demasiado" a la izquierda. La opción que Pedro Sánchez representa es, sin duda, la más cercana a la militancia de base, que se rebeló ante dichas maniobras orquestales en la oscuridad del aparato del partido para quitarlo de en medio, y por ello mismo, mucho nos tememos que ese mismo aparato no vaya a permitir que su candidatura salga elegida vencedora, o si es así, ya se encargarán de volver a hacerle la vida imposible. 

 

Y por fin, tenemos a la tercera y última candidata: Susana Díaz, la actual Presidenta de la Junta de Andalucía, gracias a un pacto con CIUDADANOS en nuestra Comunidad Autónoma, y con el desprecio permanente del que hace gala tanto a Izquierda Unida como a PODEMOS en Andalucía. No hay que ser un lince ibérico para entrever el perfil político de esta candidata: ella fue una de las artífices de la humillación sufrida por Pedro Sánchez, toda vez que la influencia de su grupo (andaluz) dentro del seno del PSOE es el que tiene y proyecta más poder. Fue una de las máximas partidarias de la postura de la abstención ante la investidura de Rajoy, que se llevó finalmente a término, para satisfacción del aparato del partido (que ahora lógicamente le presta todo su apoyo) y de los poderes económicos que se encuentran detrás. Ya lo expresó magníficamente Javier Gallego, cuando afirmó: "El PSOE es Teresa de Ávila. Voto sin votar en mí y digo sí aunque no quiero". ¿Qué representa, por tanto, la candidatura de Susana Díaz? Pues además de exponer mi punto de vista, voy a dejar que otros autores lo definan, que seguramente lo han hecho mejor que yo. Por ejemplo, en palabras de Antonio Antón: "La diferenciación del PSOE con la derecha y los poderes económicos, a veces áspera, es retórica. Aspira, fundamentalmente, al recambio de élites gubernamentales, la clásica alternancia. Se formula como aspiración a ser un partido "ganador" frente al PP, pero carece de proyecto alternativo. Expresa un interés corporativo, la añoranza del bipartidismo con la neutralización del cambio, con un oscurecimiento del contenido del proyecto y su compromiso con las capas populares".

 

Efectivamente, Susana Díaz representa la vuelta del PSOE de siempre, es decir, del PSOE estafador hacia las clases populares. Su discurso hueco y vacío sólo estimula las ansias de los barones territoriales de volver a ganar al PP, pero para continuar manteniendo una hegemonía que ya creían perdida. De hecho, todos los líderes que expresamente han mostrado su apoyo a la candidata andaluza (José Luis Rodríguez Zapatero, Felipe González, José Bono, Emiliano García-Page, Javier Lambán, Guillermo Fernández Vara, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, Eduardo Madina, etc.) han invocado a la necesidad de "ganar" del PSOE, y a cómo Susana Díaz representa justamente el mejor instrumento para alcanzar dicho objetivo. Se basan lógicamente en su victoria electoral frente al PP en Andalucía, y lo único que pretenden es extrapolar dicha victoria en las próximas Elecciones Generales. Nada más. No se plantean (nunca lo han hecho) un proyecto realmente alternativo, de izquierdas, que sea capaz de revertir las políticas ejecutadas no sólo por el PP, sino también por ellos mismos durante décadas de gobiernos bipartidistas. Su objetivo no es ése. Su modelo de partido y su línea ideológica queda intacta, pretenden continuar siendo aquél partido del régimen del 78 que apuntala la Constitución, y garantiza la hegemonía de los poderes fácticos que se encuentran detrás de ella. Así de simple. 

 

Invocan constantemente a la amplia historia de este partido, sin mencionar no sólo que esa historia fue definitivamente truncada desde el famoso Congreso de Suresnes en 1974, sino que, como afirma Floren Dimas, del Colectivo ANEMOI de militares republicanos: "La traición va en el ADN del PSOE: 1923, colaboración activa con la dictadura de Primo de Rivera; 1939, traicionando a la República y favoreciendo a Franco, y 2016, poniendo a Rajoy y al PP en el Gobierno de España, en contra de la voluntad de sus afiliados y de sus votantes". La historia del PSOE es una historia de continuas traiciones. De hecho, ahora se esfuerzan en el Congreso de los Diputados por mostrarse como una fuerza política alternativa al PP, pero la verdad es que en la mayoría de asuntos están de acuerdo con ellos, y votan en el mismo sentido (tratados de libre comercio, pacto antiyihadista, negativa al referéndum catalán, estabilidad presupuestaria, reducción del déficit público, privatización de servicios públicos, reducción de derechos laborales, y un largo etcétera que necesitaría varios artículos más). En el Parlamento Europeo es donde mejor se observa este fenómeno, pues en más de un 70% de los casos, el PP y el PSOE coinciden en el sentido de su votación. El PSOE de la candidata Susana Díaz es justamente este partido. Es el partido del continuo engaño a la ciudadanía, de la continua estafa a sus votantes y simpatizantes, de la traición a su militancia de base. Un PSOE que debería ser superado en aras a un saneamiento político de nuestra sociedad. 

 

Un fragmento de una reciente Declaración de Socialismo 21 lo explicaba en los siguientes términos: "La dirección actual del PSOE ha renunciado a la oposición, ha traicionado a sus votantes y ha asumido, con la excusa de desbloquear la situación política, el objetivo de facilitar la imposición de los nuevos recortes que exige el Eurogrupo y la Comisión Europea, pagando el alto precio de dejar que la conducción del país siga en manos del PP". Esto es exactamente lo que ha pasado, y ahora querrán vendernos, como siempre, que ellos representan "la alternativa". ¿Es que nos quieren hacer creer que estando ellos en el Gobierno abandonarían los preceptos de la "austeridad", derogarían las reformas laborales, crearían un polo de banca pública, revertirían todos los recortes llevados a cabo, volverían a potenciar la educación pública, derogarían los Acuerdos con la Santa Sede, permitirían el referéndum catalán, romperían con la OTAN, potenciarían el empleo público, apostarían por las energías renovables, desarrollarían una política ecologista, implementarían una renta básica, o blindarían todos los servicios públicos, que son sólo algunas de las cosas que necesitamos? ¿Pretenden que nos creamos esto? No creo que llegue a tanto la ingenuidad de miles de votantes, que ya se habrán dado cuenta por dónde van los tiros. El PSOE de Susana Díaz jamás estará dispuesto a llevar a cabo todas estas transformaciones fundamentales en nuestro modelo productivo y de reparto y distribución de la riqueza, simplemente porque el PSOE de Susana Díaz se debe a las élites minoritarias que gobiernan sin presentarse a las elecciones, a esa élite social poderosa que está detrás de los grandes poderes económicos y mediáticos que nos dirigen. 

 

El PSOE de Susana Díaz es parte fundamental de esa trama que realmente gobierna el país, que está impregnada de corrupción hasta las cejas, pero que continúan decidiendo y organizando el indecente cotarro donde estamos inmersos. Manolo Monereo es quizá uno de los mejores referentes de la izquierda que ha logrado explicarlo mejor. Retomo sus palabras: "Hay algo que debemos tener claro: igual que los poderes fácticos han sido capaces de destituir a Pedro Sánchez, van a intentar levantar de nuevo al PSOE. La trama política, económica y mediática que ha trabajado contra la dirección del PSOE, ahora dedicará todo tipo de medios para impedir que Unidos Podemos se convierta en la oposición real a la derecha y a las políticas de derechas". La opción de Susana Díaz es la de un aparato desgastado y nefasto, pero que aún conserva mucho poder, y que intentará por todos los medios no sólo que su candidata sea la ganadora de las primarias, sino que además gane las próximas Elecciones Generales volviendo a "recuperar la ilusión" de su militancia, recurso emocional al que aluden para continuar traicionando e impidiendo a las auténticas opciones de izquierda que puedan gobernar en este país. Mientras, los piropos y ánimos a la andaluza "tocada por los dioses del socialismo" (en expresión de Javier Lambán que ya desarrollamos en este otro artículo) se continúan sucediendo. Pero su tarea para recuperar la credibilidad del PSOE será baldía. El electorado de izquierdas ya ha comprendido que este partido no representará nunca una opción creíble de progreso social, sino que continuará desempeñando el mismo papel adjudicado desde la Transición, que no es otro que el de una fuerza política pensada para atraer el voto de las clases populares, para a continuación desarrollar políticas que vayan en sentido contrario a sus intereses, y así continuar beneficiando a los de siempre. Poco recorrido le auguramos a la candidata oficialista Susana Díaz. Aún menos a su partido.

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2 abril 2017 7 02 /04 /abril /2017 23:00
Fuente Viñeta: Marco de Angelis

Fuente Viñeta: Marco de Angelis

Del tipo del terrorismo que golpeó Londres ayer, de la que en Europa ya conoce mucho, se sabe poco, vendrá más y estas oleadas serán incontenibles, porque no son organizaciones sino hombres fanatizados por el extremismo wahabita y hostigados por la rapiña neoliberal

Guadi Calvo

Pero no es sólo este terrorismo "casero", fácilmente accesible y barato el que golpea el corazón de nuestras grandes ciudades occidentales, sino que las verdaderas batallas se libran a miles de kilómetros de nuestros hogares. Y para ellas, sí que existe una gran cantidad de armamento en circulación, cuyo presupuesto asciende a miles de millones de dólares. Lo contaremos con detalle en el bloque temático correspondiente al negocio de la guerra y el complejo militar-industrial, pero si hablamos en este primer bloque de terrorismo, hemos de hacer al menos una resumida mención. Porque al igual que hay que acabar con los mercados de la prostitución o de las drogas, también hay que acabar con el mercado internacional de armas. Jordi Calvo afirma lo siguiente en esta entrevista realizada por Enric Llopis para el medio Rebelion.org: "De las cien principales empresas de armamento del mundo, 69 corresponden a países occidentales. Eso genera un "monstruo", que es lo que llamamos complejo militar-industrial. El volumen de ventas de este centenar de empresas que fabrican armas asciende a 400.000 millones de dólares. Pero las exportaciones mundiales de armas reconocidas (no incluimos las "secretas") es de 30.000 millones de dólares". Es un mercado que, mientras más activo esté, más necesidades tendrá que generar, y la única manera de moverlo es financiando guerras, que volverán a necesitar más armas y municiones. 

 

Lobbies empresariales, puertas giratorias, y Ministerios y estrategias de Estado implicados, el negocio de la guerra está servido. Igualmente, las guerras contra el terrorismo tienen también otros "efectos colaterales" buscados expresamente, como por ejemplo, hacer crecer en las encuestas la popularidad de los presidentes (estadounidenses) afectados, signo evidente de una sociedad en declive y alienada, o bien legitimar las políticas más ultraderechistas, como el cierre de fronteras, todo ello visto con buenos ojos por la mayoría de la población, más centrada en consolar su duelo que en la implementación de políticas justas, racionales y humanas. Y así, el "coco" terrorista contribuye a que más recortes y más pobreza no ofrezcan contestación por parte de la mayoría social: las nuevas leyes "Patriot" que invocan la "soberanía", los "valores" y el "sentimiento nacional", aliadas a las nuevas leyes mordaza, disuadirán a los críticos: todos los ciudadanos, salvo los gobernantes, serán sospechosos de terrorismo. Un estado de excepción social se crea artificialmente de esta forma, mediante el cual se legitiman ciertas políticas de limitación de derechos básicos y libertades públicas. Hasta el lenguaje se impregna de dichas tendencias. Se ha vuelto popular la palabra "radicalización", pero es una acepción errónea. Ser radical significa literalmente volver a las raíces, pretender llegar a las raíces de los problemas y de los asuntos, querer alcanzar la raíz. Pero en vez de eso, "radical" se asemeja a "asocial", despojándose de su etimología original, y dotándose de un cariz peyorativo. "Radical", "extremista", "antisistema" son usadas como insultos y descalificaciones precisamente por los líderes de las fuerzas políticas que con sus medidas, están contribuyendo al terrible escenario mundial que sufrimos hoy día. 

 

Sería más adecuado el término "fanatismo", que se refiere mejor a la fe ciega e irracional manifestada como la intolerancia hacia quienes piensan de otra manera. Claro, no se atreven a usar este término, porque quizá los primeros fanáticos son ellos, los adheridos incondicionalmente al dogma belicista y neoliberal. Por eso se utiliza menos el verbo "fanatizar" que "radicalizar". Y además del lenguaje, se juega con otros conceptos, términos e ideas que van formando todo un aberrante imaginario colectivo en contra de los extranjeros, de los migrantes, sobre todo si pertenecen a otra religión. Por ejemplo, un 74% de los franceses opina que "el Islam no es conciliable" con la sociedad francesa. El mismo porcentaje de alemanes tiene una actitud negativa respecto al Islam. Y el 62% de los británicos opina que su país perderá su identidad si llegan más musulmanes al mismo. Con estas cifras, es natural que después, cada vez que se celebran elecciones, las fuerzas de la ultraderecha racista y xenófoba ocupe cada vez un espacio mayor en las Instituciones públicas, y los países caminen por un peligroso sendero de intolerancia, lo que a su vez sólo contribuye a echar más gasolina al fuego de los conflictos armados, de la violencia, del odio, del rencor y de la venganza. Si se combina la fanatización yihadista (o el integrismo fundamentalista wahabita, como ya explicamos en artículos anteriores), con el odio hacia la comunidad musulmana y con la islamofobia de los países occidentales, obtenemos el cóctel explosivo que tenemos hoy día. 

 

Ya hemos afirmado en entregas anteriores que hay que acabar con la financiación de este peligroso fundamentalismo, que sigue alimentando los espíritus de estos "soldados de Alá" por todo el mundo. Sin ir más lejos, Arabia Saudí financia decenas de canales de televisión por satélite, y cientos de sitios web. Hasta el momento los saudíes han invertido unos 90.000 millones de dólares para difundir el wahabismo por todo el mundo, para construir mezquitas y para remunerar a los imanes difusores del mensaje integrista y fundamentalista. Esto se continúa haciendo no sólo en nuestros países occidentales, sino también en Asia, África, y por supuesto, en Oriente Medio. Y lo hemos afirmado muchas veces, y lo seguiremos haciendo, hasta que el mensaje cale en la inmensa mayoría ciudadana: quien siembra odio y humillación, quien invoca al salvajismo y a la aberración, sólo puede cosechar fanatismo, destrucción, venganza y violencia. No existen terceras vías. La senda pacifista es absoluta, sin fisuras, sin atajos. Y así, los musulmanes se han convertido en el chivo expiatorio de nuestras sociedades, tal como sostiene Marc Vandepitte en este artículo para el medio Investigaction.net, traducido al español por Beatriz Morales Bastos para el medio Rebelion.org. Se relega sistemáticamente a este grupo, en todos los planos posibles. El paro, el retraso en materia de educación y la pobreza les afecta de manera desproporcionada. Se les discrimina sistemáticamente en la búsqueda de empleo o de alojamiento. Las manifestaciones públicas de rechazo aumentan en paralelo a los mensajes de odio en las redes sociales, y a los insultos de todo tipo que les profieren por diversos medios. 

 

La intolerante ultraderecha ha introducido en el debate público la falacia de que ellos (los musulmanes, los migrantes en general) vienen a "quitarnos el trabajo", escondiendo que realmente realizan las tareas peor valoradas y remuneradas, que precisamente los nacionales rechazan llevar a cabo. Omiten deliberadamente que el problema del empleo no es de las personas que habiten en un determinado sitio, ni de su raza o religión, sino del propio sistema económico, capitalista y neoliberal, que ahoga las posibilidades de trabajo de millones de personas, en pro de los inmensos beneficios del gran capital. También argumentan indecentemente que los musulmanes viven de las ayudas del Estado, en detrimento de las personas nacidas aquí, en vez de alegrarse de ir poco a poco evolucionando hacia un Estado que sea capaz de cubrir las necesidades básicas de todas las personas que lo habitan, tanto migrantes como nacionales. Defienden que no hay dinero para tantas ayudas sociales, mientras nos enteramos constantemente de los enormes focos de corrupción que salen a la luz, de las ingentes subvenciones a la Iglesia Católica, o de las inmensas fortunas de los megaricos, que además evaden sus fortunas a paraísos fiscales, y eluden sistemáticamente el pago de sus impuestos. Sólo una sociedad indecente, aberrante y alienada como la nuestra puede sostener tales postulados. Con todo ello no queremos alentar que venga cada vez más gente de fuera, sino contribuir al único debate de fondo que existe debajo de tanto deleznable argumento, que no es otro que el debate sobre los Derechos Humanos. Continuaremos en siguientes entregas.

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30 marzo 2017 4 30 /03 /marzo /2017 23:00
Arquitectura de la Desigualdad (31)

Hay una economía equivocada (la de la austeridad) que se ha convertido en la biblia. Y para convencer de ella hay enormes inversiones en think tanks, en libros, artículos, tribunas universitarias, jueces, instituciones religiosas…

Susan George (Presidenta de Honor de ATTAC)

Continuamos tomando como referencia las interesantísimas reflexiones y datos del documento "Acabemos con la desigualdad extrema" de la ONG Oxfam Intermón, que ya iniciáramos en el artículo anterior de esta serie. A nivel mundial, la desigualdad en términos de riqueza individual es aún más extrema. Oxfam calculó que, en 2014, las 85 personas más ricas del planeta poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad (unos 3.600  millones de personas, aproximadamente). Entre marzo de 2013 y marzo de 2014, estas 85 personas incrementaron su riqueza en 668 millones de dólares ¡diarios! Por ejemplo, si Bill Gates (número uno en el ránking) quisiera utilizar toda su riqueza y se gastase un millón de dólares al día, necesitaría 218 años para acabar con su fortuna. ¿No es algo absolutamente irracional, mientras gran parte del mundo muere de hambre, frío, sed o por no poder acceder a suministros básicos? Aclaremos no obstante que aunque el magnate norteamericano así lo hiciera, en realidad nunca se quedaría sin dinero, pues incluso si obtuviese un rendimiento modesto por su riqueza, inferior al 2%, ganaría 4,2 millones de dólares al día sólo en concepto de intereses. Estos indecentes datos dan una somera idea del tipo de sociedad que hemos creado. Desde el comienzo de la crisis financiera en 2007-8, el número de milmillonarios se ha más que duplicado hasta alcanzar la cifra de 1.645 personas. 

 

Pero no crean los lectores y lectoras que los países ricos son los únicos que albergan a estos grandes magnates. Actualmente, hay 16 milmillonarios en África subsahariana que conviven con los 358 millones de personas en situación de pobreza extrema que existen en la región. Podemos afirmar que en todo el mundo, conviven unos niveles de riqueza absurdos junto con la pobreza más desesperada. Los posibles beneficios de poner freno, aunque sea ligeramente, a la riqueza desmedida, constituyen también un argumento de peso, y los cálculos siguen siendo muy ilustrativos. Oxfam también ha calculado que, si justo después del estallido de la crisis financiera, se hubiese aplicado un impuesto de sólo el 1,5% sobre la riqueza de las personas con una fortuna superior a los mil millones de dólares, se podrían haber salvado 23 millones de vidas humanas en los 49 países más pobres del mundo, proporcionándoles dinero para poder invertir en atención sanitaria y protección social. Tanto el número de milmillonarios como su riqueza conjunta se incrementaron tan rápidamente que en 2014 un impuesto a su riqueza del 1,5% podría haber subsanado el déficit anual de financiación para poder escolarizar a todos los menores y proporcionar atención sanitaria en esos países. Está demostrado que el esfuerzo es mínimo, pero la voluntad política de hacerlo, de implantar políticas igualitarias y de solidaridad social, es absolutamente nula. Gobernantes y organismos internacionales sólo velan por los intereses de estos grandes ricos.

 

Decididamente, la desigualdad extrema nos perjudica a todos, porque además impide que se erradique la pobreza a nivel mundial. Están científicamente estudiados la relación entre los porcentajes de reducción de la desigualdad, con los millones de personas que podrían rescatarse de la pobreza extrema. Asímismo, numerosas investigaciones de Oxfam y del Banco Mundial han demostrado que la desigualdad es el eslabón perdido que explica por qué una misma tasa de crecimiento puede dar lugar a distintos índices de reducción de la pobreza. Y por su parte, la desigualdad de género también es otro aspecto o faceta de la desigualdad económica. Los estudios y análisis llevados a cabo revelan que, en las sociedades con una mayor desigualdad económica, menos mujeres finalizan la educación superior, menos mujeres tienen representación en los órganos legislativos, y mayor es la brecha salarial entre hombres y mujeres. Por lo tanto, el rápido incremento de la desigualdad económica que se ha producido recientemente en la mayoría de los países supone un duro golpe para los esfuerzos por alcanzar la igualdad de género. La desigualdad económica también genera enormes diferencias en cuanto a las oportunidades de futuro: las personas más pobres lo tienen todo en contra en términos educativos y de esperanza de vida. El último Programa Nacional de Encuestas Demográficas y de Salud ha expuesto el modo en que la pobreza interactúa con la desigualdad económica y otros tipos de desigualdades, creando "trampas de desventaja" que hunden a los más pobres y excluidos, sin dejarles salir del pozo. 

 

Las tasas de homicidios son casi cuatro veces más altas en aquéllos países con una desigualdad económica extrema que en las naciones más igualitarias. América Latina (la región más desigual y peligrosa del mundo) es un claro y duro ejemplo de esta tendencia. En dicha región se encuentran 41 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, y allí se han perpetrado un millón de asesinatos entre los años 2000 y 2010. Es peligroso vivir en un país con una desigualdad elevada. El descontento de las personas con su situación, la falta de expectativas de futuro, la decepción de grandes masas de la población, el desamparo y el sufrimiento de gran parte de ella, son el caldo de cultivo fundamental para sembrar conflictos violentos. Y aunque vivir en un país desigual es claramente perjudicial para todos los ciudadanos, son los más pobres quienes más lo sufren. Los mecanismos legales y policiales apenas les protegen, suelen vivir en barrios y viviendas vulnerables y no pueden permitirse el lujo de pagar por una protección privada. Cuando se producen conflictos violentos, o bien alguna catástrofe natural, aquéllos que carecen de riqueza y poder son los más afectados, y quienes tienen luego mayores dificultades para recuperarse de dichas situaciones. La desigualdad, por tanto, es una diabólica espiral que hay que comenzar a atajar cuanto antes, si no queremos seguir inmersos en esta peligrosa situación que perjudica por todos sus flancos. La extrema desigualdad es un polvorín a punto de estallar, derivado de una situación socialmente injusta y moralmente condenable. 

 

Algunas personas se empeñan en legitimar o explicar las desigualdades como un efecto natural de la globalización y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, numerosos estudios y las experiencias de distintos países a lo largo de la historia ponen de manifiesto que, en realidad, son determinadas decisiones políticas y económicas deliberadas las que han generado una mayor desigualdad. El pensamiento económico de las últimas décadas ha sido dominado por un "fundamentalismo de mercado" capitalista y neoliberal que muchos autores (Joseph Stiglitz, Thomas Piketty, Vicenç Navarro, etc.) han demostrado que tiende a concentrar la riqueza en manos de una pequeña minoría, provocando el aumento de la desigualdad. Ese fundamentalismo de mercado insiste en que sólo es posible alcanzar un crecimiento económico sostenido (concepto que ya es por sí mismo una falacia, pues no es posible crecer de forma sostenida dentro del contexto de un sistema finito y limitado como nuestro planeta) reduciendo la intervención estatal, desregulando todas las actividades, y dejando que los mercados funcionen por sí mismos. Sin embargo, ha sido precisamente este equivocado y fanático enfoque el responsable del crecimiento sin control de las desigualdades. Y así, un torrente de desregulación, recortes del gasto público, privatización, liberalización financiera y comercial, generosos recortes fiscales para las empresas y los ricos y una escalada debilitadora de los derechos laborales, nos han conducido a la actual situación. Continuaremos en próximas entregas.

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29 marzo 2017 3 29 /03 /marzo /2017 23:00
Manifiesto sobre la segunda vuelta electoral en Ecuador

Del desenlace de esa batalla dependerá también el futuro de la región y, no sería exagerado enunciarlo, de varios países europeos porque la derrota de la restauración conservadora sería una señal que reverberaría con la velocidad de un rayo en países donde la alternativa a la hecatombe neoliberal parecería ser sólo la derecha fascista y xenófoba. El pueblo del Ecuador, rechazando el canto de sirena de los exponentes locales de esta fórmula política, podría dar una señal a todo el mundo de que hay otros caminos para salir de la crisis

Fragmento del Manifiesto

Nos hacemos eco en el presente artículo de un reciente Manifiesto mundial aparecido en diversos medios alternativos, al cual se han adherido ya cientos de organizaciones y personas de todas partes del mundo, y que plantea la encrucijada derivada de la próxima segunda vuelta electoral en Ecuador. Desde aquí apoyamos todo lo referido en el citado Manifiesto, cuyas adhesiones pueden remitirse a la dirección de correo electrónico alianzapaisinternacional35@gmail.com. El texto al completo dice lo siguiente:

 

Nosotros, hombres y mujeres de Nuestra América sabemos que el Ecuador se enfrentará el 2 de abril a una batalla decisiva. Sabemos que es  muchísimo lo que está en juego, porque del resultado de esa compulsa electoral dependerá no sólo su futuro al optar por profundizar el camino iniciado hace diez años o apostar a un regreso sin gloria a los años que precedieron el “feriado bancario” y la previsible debacle económica, desintegración social e inestabilidad y violencia políticas. 

Del desenlace de esa batalla dependerá también el futuro de la región y, no sería exagerado enunciarlo, de varios países europeos porque la derrota de la restauración conservadora sería una señal que reverberaría con la velocidad de un rayo en países donde la alternativa a la hecatombe neoliberal parecería ser sólo la derecha fascista y xenófoba. El pueblo del Ecuador, rechazando el canto de sirena de los exponentes locales de esta fórmula política, podría dar una señal a todo el mundo de que hay otros caminos para salir de la crisis. 

Sería ocioso detenernos en la prolija enumeración de los grandes logros de la última década: expansión económica y diversificación de los lazos del comercio internacional todo lo cual fue puesto al servicio de la inclusión social, el combate a la pobreza, el avance de la equidad en uno de los países más inequitativos del mundo, notable expansión de la educación y la salud públicas, desarrollo de una impresionante infraestructura de caminos, transporte y comunicaciones, soberanía nacional e inserción protagónica de Ecuador en un sistema internacional agitado por profundas contradicciones. Pese a ello,  este país relativamente pequeño por su territorio pero grande por su dignidad le ofreció al mundo la posibilidad de que un personaje crucial para las luchas emancipatorias de nuestro tiempo, Julian Assange, siga vivo y en libertad gracias al asilo concedido por el gobierno del presidente Rafael Correa, aportando preciosas informaciones sobre los mecanismos ocultos del despotismo del capital.

Todo este avance, que por supuesto no significa desconocer la inevitable existencia de asignaturas aún pendientes, será sometido a prueba en el ballotage que tendrá lugar el próximo 2 de abril. La historia reciente de Nuestra América enseña que logros aparentemente inconmovibles promovidos por gobiernos progresistas y de izquierda fueron removidos sin miramientos y sin mayor resistencia cuando el gobierno fue recuperado por la derecha. Esto ocurrió en la Argentina con la elección de Mauricio Macri, y de manera ilegal e ilegítima en los casos de Honduras, Paraguay y, hace apenas unos meses, Brasil. 

Pensar que la derecha en Ecuador va a honrar las reglas del juego democrático para acceder al gobierno, o que  una vez en él va a respetar las conquistas populares es una peligrosa ingenuidad y una muestra de que no se han aprendido las lecciones de la historia. Una ojeada a las políticas ensayadas por estos gobiernos una vez que desalojaron a sus predecesores de signo progresista basta para convencernos de su naturaleza inherentemente oligárquica y su ánimo revanchista. 

Para quienes piensen que este talante no existe en las fuerzas de la derecha es suficiente recordar la amenaza proferida por el ex alcalde de la ciudad ecuatoriana de Baños que, ante una turbamulta que rodeaba al Consejo Nacional Electoral la noche del 19 de febrero, dijo que incendiaría Quito en caso de que los informes de dicho organismo confirmaran la victoria en primera vuelta del candidato de Alianza País, Lenín Moreno. Para muestra de lo que podría ocurrir en Ecuador con un triunfo de la derecha basta ese botón. 

Lo ocurrido en otros países del área debería ser cuidadosamente examinado por el electorado ecuatoriano. En Argentina la restauración conservadora produjo recortes masivos en programas sociales junto con exorbitantes aumentos de las tarifas de los servicios públicos, despidos masivos y caída vertiginosa del salario real, todo lo cual provocó un veloz resurgimiento de la pobreza en el país. En Brasil, un ajuste durísimo congelando el presupuesto del sector público hasta el año 2030 haciendo caso omiso de las renovadas necesidades planteadas por el aumento de la población y la eliminación del pago de las horas extras a los trabajadores para, de ese modo, atraer a la inversión extranjera tendrá un resultado similar al que ya se registra en la Argentina. En Honduras y Paraguay la represalia por la osadía de haber elegido gobiernos reformistas y democráticos (Mel Zelaya y Fernando Lugo respectivamente) desató la cruel venganza de los sectores tradicionales del poder que acompañaron el desmontaje de las políticas de inclusión social con una furia represiva que convirtió al país centroamericano en el más inseguro y violento del mundo.

Más allá de las asignaturas pendientes y los errores de concepción y aplicación que, como cualquier otro gobierno, haya tenido el de Rafael Correa, la “década ganada” en Ecuador puede y debe ser preservada. Nada de lo logrado fue producto de la casualidad ni del azar. Altos precios internacionales favorecieron a todos los países de la región, pero salvo Ecuador y unos pocos más, en los demás casos las rémoras de la injusticia social permanecieron incólumes porque no existió la decisión política que sí hubo en este país de aprovechar ese momento excepcional de la economía mundial para hacer los cambios que grandes sectores postergados de la población venían reclamando por décadas, cuando no por siglos. 

A diferencia de otros países hubo en Ecuador la decisión política de aprovechar el momento y hubo también el liderazgo del presidente Correa, indispensable para concretar, en mayor o menor grado,  esas promisorias oportunidades. Mérito tanto mayor el de este país en cuanto tuvo que emprender un programa de reformas y cambios sin contar con un instrumento fundamental de gobernanza macroeconómica: la política monetaria. Como se recordará, el bloque de fuerzas de derecha que hoy se presenta como la novedad o  “el cambio” fue el causante en 1999 del cataclismo económico y financiero del país, con profundas secuelas en lo político y social. 

Gracias a la gestión de esa coalición de banqueros con oligarcas y otros grupos tradicionales -hoy impúdicamente amparados y blindados mediáticamente por la prensa hegemónica- se produjo el derrumbe de la economía y el nefasto “feriado bancario”, eufemismo que encubre lo que fue un enorme negociado del cual salieron favorecidos los grandes banqueros que hoy pretenden retornar al gobierno y que perjudicó a la enorme mayoría de la población ecuatoriana. 

La irresponsabilidad y falta de patriotismo de esos grupos dirigentes le costó al Ecuador la pérdida de su signo monetario y la mutilación de un componente fundamental de su soberanía nacional: la desaparición del sucre como moneda propia y la forzada adopción del dólar como signo monetario local y provocar una huida en masa de unos dos millones y medio de ecuatorianos que de la noche a la mañana tuvieron que abandonar el país para sobrevivir. Estos son los turbios antecedentes de quienes hoy pretenden erigirse como salvadores de la patria.

Insertos en esta amenazante coyuntura histórica, con un sistema mundial signado por un elevado grado de incertidumbre e inestabilidad causado por el progresivo derrumbe de un supuesto “orden mundial” que no era tal, Ecuador deberá tomar una decisión crucial para sus futuras generaciones. Como pocas veces en la historia, ahora el pueblo tiene el destino en sus manos. Para actuar con racionalidad y patriotismo tendrá que recordar, que hacer memoria y preguntarse cuáles eran las oportunidades de progreso individual y bienestar social que le ofrecía el Ecuador anterior a la “Revolución Ciudadana”; preguntarse también si tenía más derechos de los que tiene hoy y si sus hijos tendrán, bajo un gobierno de banqueros inescrupulosos que siempre despreciaron al pueblo, la posibilidad de continuar educándose, gozando de protección médica y de los derechos sociales conquistados en los últimos años.

Esta recordación es imprescindible, pero es exactamente eso lo que la dictadura mediática que agobia con sus mentiras al Ecuador no quiere que hagan las ecuatorianas y los ecuatorianos. Para tal fin los bombardean incesantemente con noticias espectaculares de corrupción que a poco andar caen bajo el peso de sus propias falacias; con denuncias infundadas y ataques personales a las principales figuras del oficialismo, todo con el afán de convencer al pueblo que está en manos de una pandilla de delincuentes. La desfachatez e inescrupulosidad del bloque restaurador no tiene límites y su estrategia ha sido embotar a la población con una catarata interminable de mentiras e infamias, ante lo cual será imprescindible el ejercicio de la memoria para desbaratar sus planes. Para neutralizar esos arteros ataques bastará con que cada quien recuerde cómo estaba  antes y cómo está ahora; qué perspectivas vitales tenía antes y cuáles tiene a hora; si antes podía soñar con que sus hijos llegaran a la universidad y si el sueño se convirtió en realidad ahora; si antes había un Estado que cuidaba de su salud y si lo hay ahora, y así sucesivamente. La respuesta a esas simples preguntas persuadirá a las ecuatorianas y los ecuatorianos que sólo el binomio Lenín Moreno-Jorge Glas será capaz de continuar con el camino recorrido y que ha cambiado, para bien, el rostro del Ecuador. Que optar por los responsables del “feriado bancario” sumiría a este país en una crisis aún más grave que la del año 1999. 

Todo el mundo estará pendiente de lo que ecuatorianos y ecuatorianas decidan hacer de sus vidas el próximo 2 de abril. Pendiente de si hacen oídos sordos ante el “terrorismo mediático” que los aturde e impide pensar y deciden continuar la marcha ascendente hacia una nueva y mejor sociedad; o si, desafortunadamente, quedan apresados por su falaz propaganda y emprenden un camino de regreso que termina, inexorablemente, en el abismo. Para avizorar su futuro en caso de que triunfe la candidatura de los banqueros los ecuatorianos deberían mirarse en el espejo de la Argentina y tomar nota del sufrimiento y la desesperación de su pueblo ante el revanchismo social de la restauración conservadora. Confiamos en la sabiduría y la memoria del pueblo ecuatoriano y por eso estamos seguros que en la segunda vuelta se producirá la aplastante victoria de Lenín Moreno y Jorge Glas. 

Nosotros, amigos del Ecuador, tenemos confianza en que así será y que esa luz que hace diez años brilla con fuerza en la mitad del mundo seguirá encendida, para bien del Ecuador y de la humanidad.

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28 marzo 2017 2 28 /03 /marzo /2017 23:00
Hacia la superación del franquismo (XVI)

Estos hechos, el olvido del héroe y el aceptado ensalzamiento del asesino, demuestran lo que realmente pasa en nuestra querida España. Si hoy seguimos así, sin resolver el problema de Historia y de Memoria que tiene este país, es, entre otras cosas, porque los demócratas no hemos hablado con la suficiente claridad. No lo hicimos durante la Transición porque el aparato franquista tuteló ese proceso y lo condicionó con la permanente amenaza de acabar con él mediante su método favorito: el Golpe de Estado. Y no lo hemos hecho durante los 40 años de democracia porque vivimos tan acomplejados que acabamos comprando el discurso de los herederos del dictador

Carlos Hernández

Dedicaremos esta nuestra entrega número 16 de la serie de artículos sobre el franquismo al símbolo arquitectónico por excelencia de aquélla etapa, que no es otro que el famoso Valle de los Caídos, siempre objeto de encendida polémica. De entrada, hagamos una rápida referencia basándonos en este artículo publicado en el medio eldiario.es Este conjunto franquista, alzado en San Lorenzo del Escorial, se levantó inicialmente para honrar a los "Héroes de la Cruzada", como dejó escrito Franco. Bajo sus cimientos hay más de 30.000 cadáveres, casi la mitad sin identificar, y muchos de ellos de republicanos represaliados por el régimen, cuyos cuerpos fueron llevados allí sin el consentimiento (ni siquiera el conocimiento) de sus familias. Según nuestro indecente Gobierno del PP, los herederos naturales de Franco, aquéllos que nunca condenaron el franquismo (aunque se levantan todos los días condenando el terrorismo etarra), el Valle de los Caídos no tiene un significado franquista. Así lo especificaba en la respuesta dada a dos preguntas registradas en septiembre de 2016 por el senador de Compromís Carles Mulet. En dichas preguntas, la formación progresista valenciana cuestionaba al Ejecutivo cuáles serían las medidas a tomar para "desfranquizar" el monumento, y conseguir que deje de ser "un lugar de exaltación del franquismo". 

 

El Valle de los Caídos se construyó por orden de Franco, y las obras, para las que se utilizó mano de obra esclava (aunque aún haya periodistas, como la incombustible Victoria Prego, a la sazón Presidenta de la APM, que nieguen este hecho), duraron desde 1940 hasta 1958. Se levantó, literalmente, como un lugar de reposo para "los héroes y mártires de la Cruzada", no para la conciliación tras la Guerra Civil. El conjunto arquitectónico lo forman la Basílica, la Cruz (la más grande del mundo cristiano), una hospedería que se anuncia en Internet, una abadía de monjes benedictinos, y una escolanía de 50 niños cantores. En la Basílica, gestionada por los monjes, están enterradas, en diferentes pisos y galerías, un total de 33.847 personas, de las cuales 12.419 no están identificadas, lo que la convierte en la fosa común más grande de España. Aunque la idea inicial era enterrar sólo a quiénes lucharon en el bando de Franco, luego se fueron llevando allí miles de cadáveres de republicanos represaliados, que permanecen en fosas comunes, pese a que muchas de sus familias los han reclamado. En el centro de la Basílica, junto al altar, están enterrados, con lápidas y honores, Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, algo que las familias de las víctimas republicanas sienten como una ofensa. La simbología franquista sigue intacta en el Valle de los Caídos desde su construcción. No hay ningún cartel ni explicación que informe a sus 680 visitantes diarios sobre nada de lo que aquí acabamos de contar. 

 

En lo que sigue, tomamos como referencia un estupendo artículo de José Antonio Martín Pallín (Magistrado Emérito del Tribunal Supremo), que se manifiesta y reflexiona en torno a la anomalía democrática que supone la existencia de esta reliquia arquitectónica franquista. En palabras de Martín Pallín: "El Valle de los Caídos es la representación, en piedra, de la megalomanía de un dictador que se propuso exterminar, desde los comienzos del golpe militar, a todos los que configuraban la representación democrática encarnada en el Gobierno surgido de las urnas en febrero de 1936. Terminada la guerra con la victoria de los que comulgaban con las ideas nazis y fascistas, continuó con su política represiva de los disidentes, despidiéndose de este mundo con cinco ejecuciones de condenas a muerte, impuestas por tribunales militares idénticos a los que pusieron en marcha, en los comienzos del golpe militar, la maquinaria para aplastar a los que permanecieron fieles a la República y la democracia". El precedente y guía inspiradora para el Mausoleo los encontró Franco en la Alemania nazi, tan admirada por el Caudillo y los custodios de las esencias del nacionalcatolicismo. En efecto, fue el famoso arquitecto Albert Speer, sentado en el banquillo de los acusados durante los Juicios de Nüremberg, el encargado por Hitler de ejecutar los monumentos y espacios que sirvieron de escenario para la exaltación de la grandeza del imperio nazi. Es algo común a los más déspotas y sanguinarios dictadores, pues en esa misma línea se expresa el Decreto (de 1 de Abril de 1940) que acuerda la construcción del Valle de los Caídos, justificándolo "por la dimensión de nuestra Cruzada y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya (...) Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos que desafíen al tiempo y al olvido". 

 

Actualmente, los políticos y juristas que oponen obstáculos a la modificación del estatus de tan aberrante edificación se apoyan fundamentalmente en dos factores: la inclusión del monumento en el catálogo del Patrimonio Nacional, y su consideración como lugar de culto que impide tomar decisiones sobre la Basílica y Monasterio sin el consentimiento de la Iglesia Católica. Ambos argumentos carecen de consistencia. Por una parte, porque la Ley Reguladora del Patrimonio Nacional (23/1982, de 16 de Junio) enumera solamente doce monumentos, entre los que no se encuentra el Valle de los Caídos. Por otra parte, los que invocan los Acuerdos Jurídicos entre España y la Santa Sede, que cede la capacidad de decisión sobre el monumento a la jerarquía católica, no tienen en cuenta la potestad de un Estado soberano para denunciar los acuerdos internacionales que estime oportuno, a criterio de un Estado que se define como democrático, pero que continúa honrando la labor de un dictador. En resumidas cuentas, mientras se mantenga la situación actual, estamos permitiendo una anomalía histórica, un rasgo claramente antidemocrático y una ofensa permanente para las familias de las víctimas del franquismo, a las que se debe, como ya hemos afirmado y detallaremos más en su momento, la verdad, justicia y reparación debidas. El Valle de los Caídos es una anomalía que deteriora inevitablemente la consolidación de una democracia homologable a las que gozan de este reconocimiento en el resto de la comunidad internacional. Es un ataque contra la dignidad de las víctimas, es un vestigio que repugna a los sentimientos de quiénes tuvieron que padecer el hambre, el frío, los trabajos forzados, la represión, el castigo, la tortura, el exilio o la muerte. 

 

Mantener hoy día en pie el Valle de los Caídos, o al menos no suprimirle el carácter de homenaje franquista que aún posee, es renunciar a la recuperación de la Memoria Histórica, es continuar practicando una clara connivencia con el régimen fascista que ordenó su construcción. Es una afrenta a la memoria mantener un mausoleo excavado en la roca, ocupado por miles de muertos vivientes, cuyos restos nos recuerdan la insostenible equidistancia entre una dictadura y una democracia. Aún tenemos algunas citas que lo expresan con acierto, como la de Raquel Pérez Ejerique, cuando afirma: "Franco manda mucho para llevar 40 años muerto, esta vez sin necesidad de amenazar, hacer propaganda, decretar o fusilar. Manda porque cuatro décadas después sigue habiendo defensores de lo suyo. Desde su tumba ilegal en el Valle de los Caídos --el derecho canónico dice que sólo se puede enterrar allí a pontífices, cardenales u obispos-- sonríe y disfruta de su premio. Nadie le tose porque, así como a los musulmanes les esperan 72 vírgenes en el cielo, a Franco le esperaban centenares de guardianes en la tierra para proteger su pasado y su futuro". Y por su parte, Carlos Hernández sentencia: "Así es, durante 40 años de democracia se ha demostrado que no se acaba con la huella de Franco con medias tintas. La única lejía democrática eficaz es la que emplearon en Alemania con el nazismo o en Italia con el fascismo: destruyamos todas y cada una de las huellas físicas, políticas y jurídicas del franquismo; y así, saquemos a Franco de su tumba un minuto antes de reducir a escombros el maldito Valle de los Caídos". Continuaremos en siguientes entregas.

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27 marzo 2017 1 27 /03 /marzo /2017 23:00
Fuente Viñeta: Sabela Arias

Fuente Viñeta: Sabela Arias

Tener un planeta más sano significa tener una economía más sana. Y el capitalismo ya ha dado repetidas muestras de estar “enfermo” crónicamente, aunque se lo siga haciendo continuar con respiradores artificiales. Por lo tanto, no quedan más alternativas que ayudarlo a morir de una vez para hacer nacer algo nuevo y superador

Marcelo Colussi

En nuestro artículo "Los tipos de terrorismo" (en su segunda parte), uno de los de más éxito de nuestro Blog, ya distinguíamos al "Terrorismo Ecológico" (que también podemos llamar Terrorismo Ambientalista) como una de sus principales modalidades. Allí decíamos que quizá sea el tipo de terrorismo más reciente históricamente hablando que comete el ser humano, pues este tipo de manifestación terrorista no va directamente contra nosotros, sino contra nuestro ecosistema, contra nuestro entorno vital, contra la naturaleza, contra nuestro medio ambiente, en última instancia contra todo el planeta. Bien, se trata de relacionarlo ahora con el agente fundamental que lo causa, y no es otro que la siguiente modalidad de terrorismo que distinguíamos allí, como es el Terrorismo Empresarial. La relación de ambos tipos de terrorismo es evidente: uno es el principal agente causante del otro. Son las grandes empresas transnacionales, como los principales agentes del capitalismo globalizado, las que tienen entre sus objetivos, y las que emplean entre sus diferentes tácticas, el terrorismo ambientalista. Y sus nombres son bien conocidos. Vayan ahí algunos ejemplos: Bayer, HSBC, BBVA, Santander, Benetton, British Petroleum, Calvo, Canal de Isabel II, Continental, Endesa, Nestlé, Pescanova, Repsol YPF (cuyo currículum oculto ya expusimos en este artículo), Sol Meliá, Shell, Suez, Syngenta, Telefónica, Unilever o Unión Fenosa. La lista sería interminable.

 

Y ello porque llega un momento, en que los recursos del planeta, un sistema finito y limitado por definición, se van agotando, y ya no pueden dar más de sí, limitando a su vez el posible beneficio capitalista, y poniendo en cuestión el propio sistema. La deriva fanática hacia la obtención de máximos beneficios no se detiene ante nada, y de esta forma, a estas grandes empresas transnacionales no les duelen prendas si tienen que eliminar fuentes naturales de recursos básicos, como bosques, ríos, etc., para conseguir sus objetivos. Véase la lucha que actualmente están llevando a cabo los nativos sioux contra el proyecto de oleoducto de Standing Rock, que destrozará literalmente sus tierras, y varias fuentes de recursos naturales que ellos veneran, pues forman parte de su propia vida. Estamos tan imbuidos en los conceptos capitalistas del "progreso" y del "desarrollo", nos hemos creído tanto sus mentiras, que ahora nos están explotando en la cara. Son conceptos erróneos, son peligrosos mantras que sacrifican la propia existencia del planeta y de la humanidad, en pro de sus beneficios económicos. Estamos presos del discurso y del dogma neoliberal, así como del fanatismo extractivista y consumista como únicos patrones de "crecimiento" válidos, y veneramos al PIB como el único indicador económico de referencia, cuando todos estos hábitos, indicadores y patrones deben ser superados y abandonados, pues sólo contribuyen a la destrucción de nuestro entorno natural. 

 

Y así, hoy día, son ya cientos los casos de lucha de los pueblos indígenas por la reivindicación de sus territorios (en Brasil, en Honduras, en Estados Unidos, en Bolivia, etc.) y de sus recursos naturales, ante la agresión y la obsesión continua de las grandes empresas por destruirlos. Son episodios normalmente silenciados por los grandes medios de comunicación, que suelen ser cómplices de la actividad nefasta y destructiva de las empresas. Este terrorismo ambientalista es absolutamente salvaje, puesto que arrasan sus casas, sus sitios sagrados, sus monumentos históricos, sus pueblos, sus lugares de ceremonia, y sus fuentes naturales de recursos, tales como bosques, ríos o lagos. El terrorismo ambientalista no se detiene ante nada ni ante nadie, y es precisamente este "nadie" el que viene saltando a la palestra de un tiempo acá, pues están saliendo a la luz pública una serie de casos (demasiados ya) de viles, crueles y despiadados asesinatos de personas, luchadoras y defensoras del medio ambiente y de sus territorios, por enfrentarse directamente a los intereses de estas grandes empresas multinacionales. Sin ir más lejos, en nuestro Blog hemos recogido los casos de Berta Cáceres, Isidro Baldenegro y Laura Vásquez, asesinados por sicarios por atreverse a enfrentar y resistir las decisiones de las grandes empresas, que pretendían socavar sus tierras, sus recursos y sus modos de vida. En la inmensa mayoría, estos casos de asesinatos quedan impunes, pues el poder de estas grandes empresas, las últimas responsables de estas muertes, es superior al de los propios Estados. 

 

Todos ellos son casos de personas asesinadas por defender la tierra, por defender la vida, por defender el planeta...en última instancia, por defendernos a todos de la insaciable expansión de las empresas transnacionales, y por intentar impedir que sus decisiones trajeran a sus pueblos la destrucción y la insostenibilidad. Recientemente, el medio Publico recogió un fantástico y completo artículo de Lucía Villa, que se centra en este asunto, y que tomamos como referencia a continuación. Suelen ser ambientalistas de reconocido prestigio, que cuando se vuelven personas absolutamente incómodas para los intereses de estos agentes del capitalismo, suelen ser asesinados/as. Proyectos de deforestación, proyectos mineros y extractivos, proyectos hidroeléctricos, proyectos de oleoductos, proyectos de construcción de infraestructuras, etc., suelen estar siempre detrás del comportamiento abyecto y execrable de estas empresas, cuyos sicarios asesinan vilmente a los defensores del medio ambiente que por su reconocimiento público, pasan a representar peligros para sus intereses que hay que abatir. Este terrorismo ambientalista pasa a obtener una nueva dimensión, pues ya no estamos sólo hablando de que se destruya el medio ambiente, sino de que se matan personas que intenten impedirlo. Asesinatos perpetrados impunemente por personal al servicio de estas grandes empresas, y una ristra de impedimentos para que las autoridades los investiguen después, suelen ser las credenciales más habituales en dichos casos. 

 

En palabras de Lucía Villa: "El reguero de mártires de la Pachamama, como se denomina a la Madre Tierra entre las comunidades indígenas de Suramérica, se extiende a la velocidad a la que crece la demanda de recursos para abastecer a una población creciente y consumista. Las disputas por un territorio cada vez más explotado les han situado en el disparadero de empresas y gobiernos. La ONU considera a los ambientalistas el segundo colectivo de defensores de derechos humanos más vulnerable del mundo". Así está la situación, y los datos lo demuestran fehacientemente. Entre 2002 y 2014, un total de 1024 personas fueron asesinadas por su labor en cuestiones agrarias y ambientales, según la ONG Global Witness, que ha llevado a cabo varias investigaciones sobre estos asuntos durante los últimos años. Actualmente, la media de asesinatos de ambientalistas llega a 2 por semana. Por su parte, el 40% de los crímenes de defensores de la tierra y el medio ambiente que se cometen en el mundo tienen como víctimas a personas indígenas, especialmente en las poblaciones de América Latina. Sólo en Honduras, durante 2014, fueron asesinados 12 activistas (111 entre 2002 y 2014). Y un 90% de los casos siguen sin resolverse. La impunidad, por tanto, es endémica, ante la increíble fuerza y poder del gran capital, y el servilismo de los respectivos gobiernos y de los grandes medios de comunicación, que se cuidan muy bien de poner el foco en otras causas, de silenciar los graves atropellos de los derechos humanos, y de disculpar y legitimar la acción de las grandes empresas. 

 

Y es que a menudo, los autores materiales de estos asesinatos suelen ser delincuentes comunes o sicarios de los autores intelectuales, a los que es mucho más complicado descubrir, si no hay una auténtica voluntad política de hacerlo. De los más de 1000 asesinatos investigados por la referida ONG en más de una treintena de países, sólo 10 personas fueron juzgadas, condenadas o castigadas. Los Estados no emplean los recursos suficientes para esclarecer los hechos, o directamente cierran los casos, y dejan de investigar, con lo cual la inseguridad y sensación de impunidad es aún mayor. Muchos países sufren una violencia estructural muy fuerte, son de por sí países peligrosos para el periodismo y el ambientalismo, en general para cualquier actividad que se enfrente a los intereses del gran capital que impera en ellos. La película es bien conocida: en aras de atraer la inversión extranjera a estos países, los gobiernos (dominados por el dogma económico neoliberal) llevan a cabo profundos procesos de desregularización, por los que se suavizan o eliminan leyes de protección laboral, social y medioambiental. Ello está muchas veces fortalecido y apoyado por el radio de acción de los famosos Tratados de Libre Comercio, que son en realidad perfectas herramientas para consolidar dichas políticas. El pensamiento dominante, por su parte, pone su granito de arena, contribuyendo a difundir que los ecologistas (en su mayor parte ciudadanos/as nativos de escasos recursos) sean vistos como opositores al progreso y al desarrollo de sus pueblos y de sus territorios, cuando en realidad es justo lo contrario: son las grandes empresas y los gobiernos los que vienen a destruir el equilibrio natural necesario para la vida. 

 

Los enfrentamientos llegan en muchas ocasiones a adoptar un cariz violento, pues las empresas obligan a las poblaciones a desalojar por la fuerza el área donde viven, violando incluso los Acuerdos y Convenios internacionales, como la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, que reza en su artículo 19 que "Los Estados celebrarán consultas y cooperarán de buena fe con los pueblos indígenas interesados por medio de sus instituciones representativas, antes de adoptar y aplicar medidas legislativas o administrativas que los afecten, a fin de obtener su consentimiento libre, previo e informado". Los conflictos se van generalizando, y hoy día, el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, que documenta y cartografía estos casos en el continente, tiene localizados sólo por asuntos mineros 37 conflictos en México, 36 en Perú, 36 en Chile, 20 en Brasil, 13 en Colombia, 9 en Bolivia, 7 en Ecuador, 6 en Guatemala, 4 en Honduras y otro buen número de ellos repartidos por el resto de países. La situación es, por tanto, realmente preocupante. Hemos de contribuir en primer lugar a acabar con el silencio que oculta la realidad de estos graves conflictos y de estos asesinatos, para que salgan a la luz pública, para que se tome conciencia sobre ellos, y en segundo lugar, continuar denunciando la terrible actividad que las grandes empresas transnacionales ejecutan sobre los territorios, sobre los países, sobre los recursos naturales y sobre los pueblos indígenas, a fin de poder acabar con ella, o al menos, frenarla en gran medida. Nuestras próximas generaciones agradecerán esta lucha.

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26 marzo 2017 7 26 /03 /marzo /2017 23:00
Fuente: http://sp.depositphotos.com/

Fuente: http://sp.depositphotos.com/

¿Cuantos jóvenes que hubiesen encontrado su lugar en la sociedad y con un buen futuro por delante en un mundo en paz desearían atarse un cinturón de explosivos en su cintura?

Grégoire Lalieu

Además de la propia desolación, destrucción, odio y violencia generados, las guerras, los conflictos armados y el terrorismo desestabilizan las zonas en contienda, y como hemos explicado en anteriores artículos, causan un caos político, social y económico de proporciones gigantescas, sumiendo a la población en episodios violentos de pillaje, y provocando tensiones e inquietudes que se mantienen durante años. Las rebeliones populares van asolando los territorios, y si a todo ello le unimos los episodios de ocupación extranjera en las zonas recién salidas de los conflictos, la situación ya se vuelve absolutamente insostenible. Los actuales conflictos en Siria, Irak, Afganistán, Ucrania, Libia, Zimbaue, trastornan las condiciones de vida de sus gentes, y generan enormes y continuados éxodos de población, que de forma incontrolada se convierten a su vez en caldo de cultivo para las mafias que trafican con personas. Como puede apreciarse, el panorama surgido de las guerras es absolutamente desolador. Pero a todo ello, y siguiendo el artículo de Bruno Guigue traducido para el medio español Rebelion.org por Susana Merino, hemos de unirle una guinda muy especial, una guinda desastrosa, criminal e indecente que los países de la comunidad internacional permiten con absoluto descaro y vergüenza, como son las hambrunas. 

 

En efecto, la inseguridad alimentaria crónica que sufren determinados países (República Democrática del Congo, República Centroafricana, Burundi, Mali, Níger, etc.) no es casual, ni una maldición divina, sino la consecuencia directa de las guerras tribales, del terrorismo y de las "intervenciones" militares extranjeras. El caos y el desorden que los asola es en primera instancia de naturaleza geopolítica, pero deviene pronto en una crisis humanitaria y alimentaria, debido a las condiciones de la propia región. Porque tales resultados, lejos de ser una fatalidad, obedecen a una serie de causas endógenas y exógenas perfectamente identificables y evitables. En palabras de Bruno Guigue: "Las hambrunas no caen sobre los condenados de la tierra como un rayo. Son el arma de los poderosos para aplastar a los débiles". Y poco parecen importarles a los países "desarrollados" que estas terribles hambrunas se lleven por delante a generaciones enteras, ya que el silencio, la indiferencia y la inacción son las respuestas que nuestros "civilizados" países les dan a estos otros países sumidos en el más profundo caos humanitario. Los niños escuálidos del Yemen, por ejemplo, no figuran en los titulares de los grandes medios informativos, ni están entre las preferencias de nuestras "Ayudas al Desarrollo". Hemos llegado a tal grado de insensibilidad polìtica y social que únicamente gracias al trabajo voluntario y altruista de algunas ONG's que ayudan sobre el terreno, se ven paliadas de forma ínfima estas deficiencias alimentarias coyunturales. 

 

Según datos del Programa Mundial de Alimentos, aproximadamente unos 20 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre en cuatro países durante los próximos seis meses: Yemen, Nigeria, Sudán del Sur y Somalia. Pero como estamos explicando, la principal causa de esa inseguridad alimentaria es de naturaleza política, concretamente de falta de voluntad política de los países que pueden evitarlo. Porque cuando no ha sido directamente provocada por el caos generador del subdesarrollo o la interrupción de los suministros, la intervención militar extranjera ha echado leña al fuego. Nuestros "civilizados países occidentales", en cuanto ven algún peligro que ponga en un brete su posible hegemonía sobre el control de los recursos naturales de dichos países, o en cuanto tienen noticia de alguna evolución política y social de carácter liberadora y revolucionaria en dichos países oprimidos, castigados y subdesarrollados, "intervienen" al rescate de la "democracia" y de los "derechos humanos". La hipocresía se nota a la legua. Bien poco pueden importarles los derechos humanos, cuando condenan inexorablemente a niños, jóvenes y mayores a las más desesperantes hambrunas durante años. Las guerras civiles y el terrorismo arruinan las infraestructuras estatales, destruyen los servicios básicos, aniquilan los bienes comunes, banalizan la violencia endémica y provocan el éxodo masivo de la población hacia rutas donde las mafias que trafican con personas controlan la situación, generando aún más sufrimiento si cabe. 

 

En el Yemen, los bombardeos saudíes han generado desde marzo de 2015 un desastre humanitario sin precedentes. La ONU se alarma ante esta situación, pero fue una resolución de su Consejo de Seguridad la que autorizó la intervención militar extranjera. El grado de cinismo y de hipocresía de la comunidad internacional no tiene límites. El cierre del aeropuerto de Sanaa y el embargo decretado han privado a la población de los medicamentos necesarios. Las reservas de trigo disminuyen. Los bancos extranjeros rechazan realizar operaciones con los bancos locales. Catorce millones de personas, el 80% de la población, tiene necesidad de ayuda alimentaria, de ellos unos dos millones de forma urgente y desesperada. Unos 400.000 niños sufren desnutrición severa. Y ante este panorama, las potencias occidentales siguen participando de ese crimen masivo proporcionando más armas a Arabia Saudí, que es quien ordena los continuos bombardeos sobre Yemen. Por su parte, en Nigeria millones de personas se hacinan en los campos de refugiados huyendo de la violencia del grupo terrorista Boko Haram. Estas poblaciones, que son totalmente dependientes de la ayuda humanitaria, sobreviven en chozas con techos de uralita, soportando temperaturas de 50ºC, con un solo acceso al agua, con cocinas comunes y una comida por día. Y es que después de la vergonzosa destrucción de Libia por parte de las fuerzas de la OTAN, el África subsahariana se ha convertido en el territorio preferido por los yihadistas para cometer sus tropelías. 

 

En Sudán del Sur, otro de los países en hambruna, sumido en un conflicto que parece eternizarse, la proclamación de la independencia en 2011 desembocó en una guerra civil en la que dos bandos rivales se disputan el control de las riquezas energéticas. Todo este caos es fruto de la estrategia estadounidense, que estuvo armando durante más de 20 años a una guerrilla secesionista. Sudán del Sur es hoy día un territorio devastado y en ruinas, donde desde diciembre de 2013 han muerto varias decenas de miles de personas, 2,5 millones han huido de sus hogares, y cerca de 5 millones se encuentran en situación de hambruna, según la ONU. Y para finalizar este breve repaso por las zonas devastadas con mayor situación de inseguridad alimentaria, diremos que en Somalia, un Estado fallido y fraccionado en una decena de grupos políticos rivales, la vulnerabilidad de su agricultura refleja el estado de subdesarrollo del país. Los avatares climáticos amenazan con la proximidad de un nuevo desastre alimentario. En 2011, la terrible hambruna que siguió a la sequía provocó 260.000 muertos. Y todo ello se debe al sangriento reinado de los señores de la guerra locales, a las intervenciones militares extranjeras (Estados Unidos, Kenia, Etiopía), a la creciente descomposición política, y a la creciente influencia de la organización radical islámica Al-Shaab. Somalia ostenta el indignante y triste honor de poseer el índice de desarrollo humano más bajo del planeta. Como dijo Julio Anguita: "Malditas sean las guerras y quienes las apoyan". Continuaremos en siguientes entregas.

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24 marzo 2017 5 24 /03 /marzo /2017 00:00
Arquitectura de la Desigualdad (30)

La desigualdad se da por la extrema riqueza de un reducidísimo grupo de la población, una fracción del 1%. Esto no solo es extremadamente injusto por sí mismo, la desigualdad tiene consecuencias muy negativas en la sociedad como conjunto, porque el hecho mismo de la desigualdad tiene un efecto corrosivo, nocivo sobre la democracia

Noam Chomsky

Entiendo que mis lectores y lectoras, llegados a este punto en esta serie de artículos, tendrán bien claro, a tenor de todo lo que hemos expuesto hasta ahora, que reducir la brecha que separa a las personas más ricas del mundo con respecto a las más pobres, es un imperativo crucial de nuestro tiempo, si pretendemos conseguir una sociedad más justa. En demasiados casos, además, el futuro de los niños (de los que también hablaremos en el bloque dedicado a la pobreza infantil) que nacen hoy día en muchos países del mundo está claramente condicionado por los bajos ingresos de sus padres, por sus limitaciones y por sus circunstancias, así como por su género y su raza. Y también espero que tengan claro que la desigualdad no es ninguna maldición bíblica, sino el resultado absolutamente previsible del desarrollo e implantación de una serie de políticas públicas ejecutadas por los gobiernos de sus respectivos países, dentro del contexto mundial globalizado, y auspiciado por una serie de instituciones y organismos internacionales, dedicados también a perpetuar dichas políticas que delimitan esta arquitectura social de desigualdad. La desigualdad no es inevitable. Es un problema que puede resolverse. Las cifras están perfectamente estudiadas, las posibles soluciones también. Sólo hace falta la ración oportuna de voluntad política para llevarlas a cabo. 

 

Todo ello es extensible, como también hemos expuesto, al ámbito internacional. Porque el problema de la desigualdad es un problema mundial, globalizado, internacional. Y la proyección hacia el conjunto de la población es un fenómeno perfectamente estudiado. Un niño que nazca en una familia rica, incluso en los países más pobres, irá a los mejores colegios, y recibirá la mejor atención médica si se pone enfermo. Todo ello incidirá en su nivel de vida, que se proyectará en su futuro más inmediato, abriendo un abanico de posibilidades al que los niños pobres, simplemente, no tendrán acceso. Al mismo tiempo, las familias más pobres verán cómo enfermedades fácilmente prevenibles y curables les arrebatan a sus hijos, porque no tienen dinero para pagar su tratamiento médico. La realidad es que, en todo el mundo, las personas ricas disfrutan de vidas más largas, sanas y felices, estables y protegidas, y pueden utilizar su riqueza para contemplar cómo sus hijos disfrutan y proyectan el mismo tipo de vida. Somos muchos los que entendemos que esta situación no puede continuar. A nivel mundial, y dentro de cada país, avanza la conciencia colectiva de los peligros de la desigualdad, pero aún no se ha llegado al pleno convencimiento de que es necesaria una actuación firme y decidida para abolir las actuales políticas responsables de tal fenómeno. 

 

La concentración de riqueza en manos de unos pocos pone también en riesgo nuestra capacidad para expresar nuestra opinión y participar en la gestión de la sociedad en la que vivimos, porque la desigualdad también es firme enemiga de la democracia. Los ciudadanos y ciudadanas más ricos pueden utilizar su poder económico y la capacidad de influencia inherente al mismo (bajo los terribles valores de una sociedad capitalista brutal como la nuestra) para manipular las leyes y las decisiones políticas en su favor, fortaleciendo aún más su posición, con lo cual la sociedad toma un peligroso rumbo en espiral que avanza hacia la polarización social cada vez más extrema. Tanto en los países ricos como en los países pobres, el dinero confiere poder y privilegios a costa de los derechos de la inmensa mayoría de la población. Y la corrupción también es una poderosa aliada de todo este despliegue. Hoy día, los gobiernos electos en la mayoría de países del globo representan los intereses de una élite social acomodada, de una minoría poderosa, mientras desatienden su obligación de garantizar un futuro digno al conjunto de la ciudadanía. Si cada persona que nace no ha elegido su lugar de nacimiento, su sexo o la riqueza y educación de sus padres, son los gobiernos los que tienen la obligación de intervenir para que las oportunidades de futuro de los ciudadanos no sean tan diferentes.

 

Como también hemos señalado en artículos anteriores, los efectos perversos de la extrema desigualdad se dejan notar en multitud de aspectos. Las consecuencias son destructivas para todo el mundo, ya que la desigualdad extrema corrompe la política, frena el crecimiento y reduce la movilidad social. Además, fomenta la delincuencia e incluso los conflictos violentos. Desaprovecha el talento y el potencial de las personas, y debilita los cimientos de la sociedad. Decididamente, sólo es posible mejorar la vida de la mayor parte de la población mundial si hacemos frente a la extrema concentración de riqueza y poder en manos de una élite poderosa. Las normas y sistemas que han dado lugar a la actual explosión de desigualdad tienen que cambiar. Son necesarias medidas urgentes en varios planos, que consigan corregir la situación, a través de la aplicación de políticas que redistribuyan los recursos y el poder de manos de las élites a las de la mayoría de la población. Lo que ocurre es que estas élites, que funcionan como una trama perfectamente organizada, entienden cualquier medida de estas características como un auténtico ataque a sus privilegios, con lo cual, ayudados por su poder en todos los planos de la sociedad, cualquier intento de implantarlas es bloqueado y atacado con fiereza. Estas élites llevan desarrollando desde hace décadas un fundamentalismo de mercado como dogma económico, así como un auténtico secuestro democrático al conjunto de la población, con lo cual la concentración de su poder es aún más fuerte. 

 

Y así, la desigualdad económica extrema se ha disparado en todo el mundo durante los últimos 30 años, convirtiéndose en uno de los mayores problemas económicos, sociales y políticos de nuestro tiempo, fuente y raíz de la inmensa mayoría de conflictos que hoy día socavan la convivencia y la armonía de las poblaciones de los diferentes pueblos, países y naciones. Las antiguas desigualdades, más basadas en el género, la casta, la raza y la religión (que ya constituían tremendas injusticias en sí mismas, y que aún continúan existiendo en muchos países) se han visto a su vez agravadas y retroalimentadas por el aumento de estas desigualdades económicas (de renta y de patrimonio) entre ricos y pobres. Los datos son claros en este sentido: actualmente, 7 de cada 10 personas a nivel del planeta, viven en un país donde la desigualdad entre ricos y pobres es mayor ahora que hace treinta años, y en países de todo el mundo, la minoría rica está aumentando cada vez más su participación en la renta nacional. Si no ponemos freno a esta situación, la dramática deriva nos llevará indefectiblemente a un mundo cada vez más salvaje, más desigual, más extremo, más caótico, más ineficiente, más destructivo, más degenerado, más decadente. Llegará un momento en que la sucesiva explosión de nuevos conflictos a nivel de todo el globo (y dentro de cada país) hará imposible una mínima convivencia armónica, y afectarán a todos los planos: político, económico, social, climático, alimentario, cívico, etc., dando lugar a un caos generalizado que será extremadamente difícil de revertir. Hemos de actuar con decisión. La situación apremia. Continuaremos en siguientes entregas.

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23 marzo 2017 4 23 /03 /marzo /2017 00:00
Las Marchas de la Dignidad preparan su vuelta a Madrid el 27 de Mayo

Nos hacemos eco en el presente artículo de la reciente noticia aparecida en el medio Rebelion.org, que comunica la vuelta de las Marchas de la Dignidad, que se están preparando para su retorno a las calles en Madrid para el próximo 27 de mayo. Desde aquí difundimos, apoyamos y hacemos nuestras las reivindicaciones de dicho colectivo, que agrupa a cientos de organizaciones sociales y de plataformas cívicas en representación de numerosos colectivos de la sociedad civil (asociaciones vecinales, asociaciones políticas, asambleas del 15-M, asambleas de desempleados, mareas de acción social, colectivos de estudiantes, organizaciones ecologistas, asociaciones republicanas, asociaciones de mujeres, plataformas de afectados por los recortes y por la represión, redes de solidaridad popular, etc.), ante el tremendo sufrimiento causado a la inmensa mayoría de la población con la creciente aplicación de las políticas neoliberales, tanto de ámbito nacional, como procedentes de las "recomendaciones" de esta indecente Unión Europea.

 

El texto hecho público por las Marchas de la Dignidad, que recogemos en su totalidad a continuación, comunica lo siguiente: 

 

 

La Coordinadora Estatal de las Marchas de la Dignidad reunida en Madrid (el 11 de marzo) en Parroquia de San Carlos Borromeo ha acordado la vuelta a Madrid el 27 de mayo con una movilización de carácter estatal, a la que llaman a participar a todos los colectivos en lucha. 

Las Marchas realizan una valoración, en general positiva, de las movilizaciones realizadas el día 25 de febrero y el 28 en Andalucía, con una mayor asistencia que las convocadas el pasado 3 de diciembre y con una mayor capacidad de convocatoria coincidiendo con lo que parece ser un repunte general de las movilizaciones. Además de apreciar un avance en la incorporación de colectivos en lucha a las Marchas en muchos territorios. 

En este periodo de repunte del descontento social plasmado en las importantes movilizaciones como las convocadas en defensa de la educación pública, por los derechos de la mujer y contra la violencia machista, se constata la reactivación de colectivos y territorios en lucha, aunque se coincide en que aún queda mucho por hacer.

Las Marchas de la Dignidad quieren que la movilización general del día 27 de mayo, sea una movilización de todas y de todos los que hoy luchan por una vida digna, por ello, hacen un llamamiento a sumarse a esta convocatoria para la que han acordado unos lemas centrales que se plasmaran en el manifiesto de la convocatoria del 27 de mayo, estos son: 


 

PAN, TRABAJO, TECHO E IGUALDAD

 

- Por el empleo estable, salarios dignos y la renta básica: Derogación de las reformas laborales 

 

- En defensa de pensiones públicas dignas y a cargo de los Presupuestos. No al Pacto de Toledo 

 

- Contra el feminicidio: Nos queremos vivas, ni una menos. 

 

- Por la libertad de l@s pres@s y procesad@s por luchar. Amnistía.

 

- Por el no pago de la deuda. UE y FMI fuera ya de aquí

 

- Por la defensa de los Servicios Públicos como derechos esenciales.

 

Además en la reunión de la Coordinadora Estatal se acordó reforzar los instrumentos organizativos de la Marchas para el éxito de la movilización del 27 de mayo, con especial atención a los territorios. La próxima reunión de la Coordinadora Estatal este prevista para el día 1 de abril.

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22 marzo 2017 3 22 /03 /marzo /2017 00:00
Hacia la superación del franquismo (XV)

La oligarquía financiadora del baño de sangre que en los años treinta del siglo XX frenó en seco el movimiento popular que pretendía acotar sus sempiternos privilegios, en los setenta propició, para seguir mandando, el lavado de cara del postfranquismo. De rebote nos robó la Historia y se apropió de nuestra Memoria para imponernos la actual Desmemoria que borra las huellas de su vileza.¡Y con qué éxito!

Juan Rivera (Colectivo Prometeo y FCSM)

Sí, porque la desmemoria histórica que nos invade es obscena e indecente. En nuestro país, muchos Ayuntamientos de pequeñas localidades siguen honrando al franquismo, pero olvidan el hambre, el frío y la represión que tuvieron que sufrir miles de personas por la imposición de un ideal totalitario. Como afirma el historiador segoviano Juan Carlos García-Funes en esta entrevista para el medio La Opinión de Zamora, España aún ignora que aquí hubo campos de concentración y trabajos forzados. En su fuente bebemos para los siguientes datos y conclusiones. A raíz del estallido de la Guerra Civil, sobre todo a partir de 1937, el problema de los prisioneros creció de tal manera que se crearon estos espacios, cuya función principal consistía en hacer clasificaciones para decidir quiénes eran "recuperables" para las filas franquistas, y quiénes eran desafectos al "glorioso movimiento nacional". Estos últimos eran encuadrados, como ya hemos comentado en artículos anteriores, en batallones de trabajadores. En España existieron cientos de recintos al clásico estilo de los campos de concentración nazis, y quizá los hemos ignorado porque se ha querido ver el franquismo como algo diferente al nazismo en Europa, aunque es cierto que la lógica de funcionamiento de los campos españoles era distinta: la gente podía morir trabajando, pero aquí no había cámaras de gas. 

 

Hubo campos de concentración en Astorga, Salamanca, Arévalo, San Bernardo, Medina de Rioseco o Palencia. En Burgos y Soria tuvieron también una presencia enorme este tipo de recintos. Algunos albergaron también a brigadistas internacionales. Funcionaban como una especie de "agencia de colocación" que clasificaba a los reos, al margen de por su ideología política, por la cualificación que tenían. Por ejemplo, si el franquismo necesitaba edificar fortificaciones, precisaba de peones y éstos tenían que ser previamente identificados. A finales de 1937, por poner un ejemplo concreto de cifras, y según datos de García-Funes, de 106.000 prisioneros en total, fueron clasificados como desafectos algo más de 2.000, y como afectos dudosos, más de 50.000. Ambas categorías eran destinadas a trabajos forzados. Realizar toda esta ingente tarea de clasificación conllevaba pedir informes de los prisioneros a las autoridades de sus poblaciones de origen, a los alcaldes y a los curas. Con toda esa información decidían si eran aptos para empuñar las armas con Franco, o por el contrario, eran destinados a trabajar. La actividad de trabajos forzados llegó hasta el año 1942. En todos ellos predominaban las condiciones de hambre, enfermedades, castigos y violencia. Por ejemplo, se ejecutaba a los reclusos bajo el palo de una bandera en presencia de miles de prisioneros. La mortalidad era fruto de una situación de extrema necesidad y violencia. Los reos estaban desamparados y a expensas de las autoridades de los campos. 

 

El Convenio de Ginebra sólo se aplicó a los prisioneros internacionales, pero nunca a los españoles. Pero como decimos, nuestra desmemoria histórica en este sentido es horrenda, y por ejemplo, se está empezando a reconocer la traumática situación que vivieron los más de 10.000 españoles que pasaron por el campo de concentración austríaco de Mauthausen, pero en cambio no se dice nada de los que malvivieron mucho antes en nuestro país. ¿Cómo es posible que las instituciones españolas recuerden a las víctimas del holocausto nazi, mientras se prefiere echar un manto de arena sobre los campos de concentración españoles? Para García-Funes, la clave está en que el nazismo fue derrotado en Europa, mientras que el franquismo perduró aquí durante casi 40 años. Y hoy día, el Estado Español sigue sin reconocer el status de víctimas para estas personas. En fin, la realidad de penosa existencia de los trabajos forzados en nuestro país, así como de los campos de concentración durante la Guerra Civil y la dictadura, continúa siendo otro oscuro objeto de desconocimiento por parte de la inmensa mayoría de nuestra población. Porque al igual que en la época del antiguo Egipto, los presos sufrieron cautividad, enfermedad, látigo, desprecio, hambre y frío, pero también la obligación de tener que levantar todo tipo de construcciones en nombre de un dictador. Esta mano de obra esclava fue fundamental para el levantamiento económico del país, que se encontraba en situación de ruina después de la finalización de la contienda. De este modo, fue importantísimo el flujo económico generado para la España de la posguerra por todos los trabajos que se llevaron a cabo con esta mano de obra forzada y esclava. 

 

Por otra parte, el mundo de la cultura, como también hemos comentado en entregas anteriores, sufrió una fuerte represión. No ya sólo en lo que respecta a los autores e intelectuales en sí, sino también en lo que se refiere a las obras. La represión fascista llegó también, cómo no, a la censura que afectaba a lo que podía o no podía ser leído, visto o escrito. Es algo inherente a todos los fascismos, que lógicamente entienden que la cultura es el arma de liberación del pueblo por excelencia, y por tanto, tiene que ser controlada. Y así, las autoridades franquistas controlaban los libros que se publicaban, y los que ya existían. Se purgaron las bibliotecas públicas y se practicaron quemas de libros. Raquel C. Pico, en este artículo para el medio Librópatas, nos da cuenta de cifras concretas que vamos a comentar. En A Coruña, por ejemplo, se hizo una pira en 1936 con libros de la biblioteca de Santiago Casares Quiroga. Y en 1939, para celebrar la Fiesta del Libro, el Sindicato Español Universitario organizó una quema de libros en la que ardieron, entre otras muchas, obras de Voltaire, Lamartine, Marx, Freud o Rousseau. "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!" había vitoreado el General Millán-Astray, interrumpiendo al Rector de la Universidad de Salamanca, el gran Miguel de Unamuno, que se enfrentó a tan terrible proclama con la valentía de un héroe. En Barcelona se destruyeron a la finalización de la Guerra Civil 72 toneladas de libros de editoriales y bibliotecas públicas y privadas. No disponemos de cifras exactas que dimensionen cabalmente cuántos libros fueron censurados durante la dictadura franquista, pero sí conocemos títulos concretos. Incluso muchos otros textos fueron alterados y manipulados. 

 

Por poner ejemplos concretos muy significativos, fueron prohibidos "La Celestina" (de Fernando de Rojas), "Sonata de Otoño" (de Valle-Inclán), "Poesías Completas" (de Antonio Machado), "La rebelión de las masas" (de Ortega y Gasset), "Guerra y Paz" (de Tolstoi), o "Crimen y Castigo" (de Dostoievski). También tuvieron problemas para ser publicadas en su integridad las obras "1984" (de George Orwell), "La Regenta" (de Leopoldo Alas "Clarín"), "Celia" (de Elena Fortún), "Hombrecitos" (de Louisa May Alcott), "Estampas de Aldea" (de Pablo de Andrés Cobos), "Las cinco advertencias de Satanás", "Usted tiene ojos de mujer fatal", y "Madre, el drama padre" (todas ellas de Enrique Jardiel Poncela), o "El extranjero" (de Albert Camus). Pero la censura cultural no sólo llegó a los libros, también el cine y el teatro sufrieron sus efectos. Los géneros cómico y satírico fueron muy controlados, la Revista era examinada con lupa (sobre todo por la vestimenta de las vedettes), y el cine sufrió también las terrribles consecuencias de la difusión de una moral integrista y ultraconservadora. En ese sentido, no sólo el clásico cine erótico (cuyas películas había que ir a verlas a Perpignan), sino grandes obras maestras del séptimo arte fueron censuradas por el régimen franquista, por entender que se desviaban de la recta moral católica, o que propiciaban conductas o comportamientos mal vistos por el régimen. Y en cuanto al ámbito educativo, ya hemos comentado también en anteriores entregas la obsesiva purga que se ejecutó sobre los docentes que procedían de la República, y el perverso control que la Iglesia Católica llevó a cabo sobre los contenidos educativos durante la vigencia del nacionalcatolicismo. Continuaremos en siguientes entregas.

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