A vueltas con el tema de la Guerra Civil Española y la posterior dictadura franquista, períodos de los cuales ya hemos hablado en otros artículos de este mismo Blog, nos centramos ahora en desarmar algunas mentiras, falacias y medias verdades que se vienen contando desde los púlpitos mediáticos de la clase dominante. Me ayudo para ello de un artículo aparecido en Publico.es en marzo de 2013, compilado por Alejandro Torrús, quien a su vez se basó en la obra titulada "Los mitos del 18 de julio". Hemos estado sometidos, y lo seguimos estando, a un aplastante revisionismo de derechas, que nos ofrece su visión inapelable sobre la Guerra Civil y el franquismo, plasmado incluso en algunas "versiones" publicadas recientemente en algunos libros de Historia. Normalmente, dicho revisionismo descalifica la II República, situándola como pretexto para justificar el alzamiento golpista de 1936. De esta forma, los herederos ideológicos del franquismo (muchos de los cuales se sientan hoy día en el Congreso de los Diputados y en el Senado, concretamente en el grupo parlamentario del PP) justificaron y vertieron una serie de falacias, que es necesario contrarrestar:
1.- La Segunda República no fue un desastre. Como decimos, la imagen que se pretende irradiar sobre el período histórico de la II República Española dista mucho de ser la real, pretendiendo lanzar la idea de que dicho período fue un caos desde los puntos de vista social, político y económico. Pero nada más alejado de la realidad. La II República fue un período tremendamente democrático, en muchos aspectos innovador, que tuvo que lidiar con la derecha autoritaria, a la que no le gustaban nada los avances sociales que se estaban llevando a cabo. Se justificó el Golpe de Estado "por el peligro comunista", pero se ha extendido la hipótesis de apoyatura de que la Segunda República fue un fracaso, lo cual es absolutamente falso.
2.- La fecha del Golpe de Estado dependió del apoyo exterior fascista. El motivo de la famosa fecha del 18 de julio ha sido también objeto de otras polémicas. Lo cierto es que ahora sabemos que la fecha de inicio del golpe estuvo ligada a la promesa de intervención de la Italia fascista de Mussolini, con la que los monárquicos, liderados por Calvo Sotelo, suscribieron el día 1 de julio de 1936 un acuerdo para la compra de material bélico. Dichos contratos, así como la propia promesa de intervención, fueron firmados en Roma. La participación italiana no se produce, por tanto, una vez iniciada la contienda, sino que su apoyo previo al golpe fue fundamental para las esperanzas de los militares rebeldes.
3.- No existen las dos Españas destinadas a enfrentarse. Existe mucha literatura y opinión vertida en torno al mito de las dos Españas destinadas a enfrentarse "ad infinitum", pero también se trata de otra manipulación. No existe ningún indicio, historiográfico ni social, que apoye la idea apocalíptica que ha acompañado al imaginario popular durante décadas, de las dos Españas, una de corazón azul y otra de corazón rojo, que describen dicho enfrentamiento como una realidad endémica del país, así como de que existiese un clima prebélico en la España de los años 30 del siglo XX.
4.- Los civiles monárquicos también jugaron un importante papel. El Golpe de Estado de 1936 no sólo fue obra de militares, sino también de civiles, en particular de los monárquicos de Calvo Sotelo, que desempeñaron un papel crucial para que el golpe triunfase. Más concretamente, sin el apoyo del partido alfonsino, Renovación Española, liderado por Calvo Sotelo, los militares golpistas probablemente nunca hubieran conseguido el apoyo armamentístico de la Italia fascista, que como estamos comentando, fue un hecho decisivo para respaldar el golpe militar, y el derrocamiento de la República.
5.- El apoyo de la Iglesia fue explícito durante la Guerra Civil y la dictadura. Aunque los militares rebeldes no se alzaron en defensa de la religión, lo que sí está perfectamente claro y documentado es la postura de la mayoría de los obispos, que apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo un respaldo ideológico formidable, motivado, en su mayoría, por la defensa de sus privilegios casi feudales. De hecho, durante la dictadura franquista viviríamos un período denominado de "nacionalcatolicismo", con un predominio casi absoluto de los valores sociales de la Iglesia. Los obispos españoles fueron los responsables de bautizar a la guerra como una "cruzada" (término aparecido en algún que otro libro de texto). Bajo la falsa amenaza de la revolución comunista, y de la defensa de la nación española (más o menos con los mismos argumentos con los que ahora satanizan a la formación política Podemos), la Iglesia se alineó con los postulados del "Movimiento Nacional" y fue parte indispensable en los procesos de represión. Pero en vez de reconocerlo y pedir perdón por ello, la actual Conferencia Episcopal continúa organizando actos de reconocimiento a los religiosos asesinados durante la Guerra Civil, y negándose a reconocer el apoyo estatal que se les debe a las víctimas de la dictadura franquista. Tenemos la desgracia de poseer una Conferencia Episcopal de las más retrógradas y reaccionarias de los países occidentales, lo que puede comprobarse casi a diario en sus declaraciones sobre el matrimonio homosexual, el aborto, y otros derechos conquistados.
6.- No había ninguna revolución comunista en marcha. El anticomunismo sirvió a Franco durante los casi 40 años de dictadura para legitimar la insurrección contra el legítimo gobierno de la República, pero lo cierto es que los motivos que llevaron a la sublevación a los militares rebeldes fueron frenar en seco las reformas democráticas y progresistas que fueron diseñadas durante el primer bienio de la II República. Por ejemplo, la reforma agraria, los estatutos de autonomía, y la reforma militar.
7.- La URSS o la Komintern no planeaban ninguna intervención en España. La Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía prevista ninguna intervención revolucionaria en nuestro país. De hecho, en ningún lugar de Europa entre 1918 y 1939 hubo ninguna expansión ni revolución comunista. Pero este dato, como decimos, ha sido otro de los falaces argumentos vertidos por los herederos ideológicos de aquél régimen para justificarlo. En fin, ya poseemos más argumentos para rebatir a los que aún continúan desvirtuando y denigrando la imagen de la II República Española, bien para justificar el golpe de estado fascista y la posterior dictadura, o bien incluso para apoyar la idea de la perseverancia de la Monarquía en nuestro país.