Vamos a continuar con las propuestas, o más bien transformaciones, que desde la izquierda proponemos no sólo para poder terminar con la actual crisis, sino también para evitar recaídas y futuras crisis, algo fundamental de establecer, pues hay precedentes históricos que nos demuestran que podemos aprender, y que la economía, por muy "ciencia exacta" que sea, descansa también sobre un soporte ideológico importantísimo, que es al fin y al cabo, un soporte político.
Nuestro primer artículo de esta serie abordó las transformaciones que ha de sufrir el mundo bancario y financiero en general (que podremos incluso desarrollar con propuestas más concretas y a corto plazo en ulteriores artículos), y en este artículo vamos a dedicarnos al segundo de los cuatro puntos que ya habíamos enunciado.
Este punto trata sobre una cuestión fundamental: ESTABLECER LAS CONDICIONES PARA PODER RECUPERAR Y CREAR EMPLEO DIGNO. La palabra "digno" no está puesta como una coletilla, sino como un resumen para indicar con una sola palabra un montón más de características que debe tener el empleo: digno, de calidad, y también decente, y también estable, y también equilibrado, y también sostenible, algo que no va a ser posible manteniendo el modo de producir y de consumir que ha predominado hasta ahora.
Publicaremos próximamente una nueva serie de artículos bajo el título "Filosofía del Trabajo", por supuesto desde nuestro prisma de izquierdas, y ahí detallaremos mucho más todos estos asuntos, pero de momento nos quedaremos con la idea, ya expresada en muchos Foros e incluso en nuestro Programa Electoral, de que el Modelo Productivo tiene que cambiar, y reorientarse hacia otro más sostenible desde los puntos de vista humano, económico y medioambiental.
Efectivamente, la crisis singularmente grave de España, sobre todo desde el punto de vista del empleo, es el resultado de la combinación de varios factores de perturbación, que tienen su origen en la prevalencia de un modelo de crecimiento que provoca la insuficiencia estructural de recursos endógenos (esto es, la carencia de recursos propios), la utilización demasiado intensiva de los recursos naturales (esto es, la destrucción medioambiental), unidos a una gran desigualdad y endeudamiento (por esa injusta redistribución de la riqueza practicada por nuestros gobiernos).
Representan tres circunstancias que a medio, incluso a corto plazo, son insostenibles, y por tanto, incapaces de soportar la generación de la actividad y el empleo a lo largo del tiempo. Si queremos salir de la crisis con más empleo y bienestar social (eso que dicen los neoliberales que ya no volveremos a recuperar), debemos empezar a sostener la actividad económica en otro tipo de motores, caracterizados por un uso diferente, más equitativo, racional y sostenible de los recursos materiales, humanos y naturales.
Por tanto, es imprescindible orientar los recursos a la generación de otro tipo de actividades de las que hoy día son capaces de generar mayor valor añadido, y al mismo tiempo empleo, como entre otras, las que tienen que ver con las energías renovables, con la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías, con la cultura, el ocio y la creación, con el reciclaje y el medio ambiente, con la agricultura sostenible, con los servicios sociales y de dependencia, y siempre, con las que permitan la producción más directa y descentralizada de los bienes y servicios que necesita la población, o un componente más humano y cercano de conocimiento, habilidades personales o materiales, y formación.
Y esto plantea a su vez también como muy necesario la recuperación para la sociedad de las empresas que fueron privatizadas inútilmente, siguiendo simples criterios ideológicos neoliberales que sólo buscan beneficiar a grupos e intereses privados, y produciendo un perjuicio gravísimo para la sociedad, del que algún día tendrán que responder sus responsables políticos a la ciudadanía española. La carrera privatizadora viene de muy lejos, y aunque lentamente, continúa sin prisa pero sin pausa, llevando al terreno de lo privado grandes empresas y/o actividades que funcionaban antes sólo en el ámbito de lo público.
Todo ello trae como consecuencia el adelgazamiento del Estado y con ello todo su poder y su radio de acción, que a su vez trae como consecuencia que el ámbito público sea cada vez capaz de abordar menos aspectos de la vida de los ciudadanos, y que éstos tengan que confiar dichos servicios al ámbito privado, que ya sabemos que funciona bajo criterios totalmente distintos, que únicamente priman la rentabilidad y los beneficios. En vez de preocuparse tanto por las duplicidades, lo superfluo y la confluencia de competencias en distintas Administraciones (que es lo que últimamente preocupa mucho a nuestros gobiernos), se debieran preocupar de los siguientes puntos, en este orden:
1.- Devolver a competencias públicas todo aquéllo que haya sido parcial o totalmente privatizado (por citar uno de los últimos ejemplos, AENA).
2.- Dotar de suficientes recursos (económicos, humanos, materiales) a dichas empresas públicas, para que puedan dar soporte a los servicios de su competencia, en el ámbito geográfico que cubren (local, autonómico, estatal).
3- Ampliar dicho catálogo de servicios públicos, aumentando por tanto el número de empresas públicas que los cubren bajo criterios públicos (calidad, gratuidad, universalidad), hasta conseguir que cada Derecho (objetivo o subjetivo, de los garantizados en la Constitución) sea garantizado por un Servicio Público, es decir, por una empresa pública o Administración pública.
Tomemos un simple ejemplo para aplicarle todo lo que acabamos de comentar, y así podrá entenderse mejor: el sector de la educación infantil de 0 a 3 años. En primer lugar, incluirlo en el ámbito de los servicios públicos, aplicándole los criterios pertinentes (guarderías públicas y gratuitas para todos los niños/as de 0 a 3 años). En segundo lugar, dotarlo de los recursos necesarios (lo cual obligaría a construir nuevas guarderías, y/o incluir en el ámbito público aquéllas guarderías privadas o concertadas ya existentes que pudieran/quisieran hacerlo), lo cual desplegaría la siguiente cascada: servicios/puestos de trabajo/nuevos contratos/altas en seguridad social/disminución del paro/aumento de ingresos del Estado/aumento del consumo/recuperación de la economía/aumento de la riqueza nacional, y además de todas esas ventajas, habríamos dado un paso más hacia una sociedad con mayores cotas de bienestar (en este ejemplo además, contribuyendo incluso al posible aumento de la tasa de natalidad del país).
Todo son ventajas...¿porqué no se hace entonces? Pues porque nuestros gobernantes no están interesados en el sector público, sino en el privado, obedeciendo los famosos dogmas de la ideología neoliberal, que son justo los contrarios a los que acabamos de indicar: llevar todo lo que se pueda al sector privado, adelgazando al máximo el sector público. Bien, apliquémoslo a nuestro ejemplo: las guarderías serían entonces privadas, luego de entrada, ya no se rigen por criterios públicos: no son gratuitas ni universales, sino dedicadas sólo al sector infantil que quieran, aplicando los criterios de ingreso que las empresas quieran marcar, y el precio/tasa/couta que quieran imponer a los padres. El porcentaje de la población que cubren es menor, pues no todos los padres tendrían recursos para poder llevar a sus hijos a dichas guarderías, luego ya estamos practicando una segregación social (hemos eliminado el DERECHO de un hijo a ser atendido en una guardería si sus padres trabajan). Además, los criterios de funcionamiento estarían regidos por la rentabilidad y el beneficio, por lo cual si ellos no se cumplen, dejarían de funcionar, dejando a nuestros hijos en la calle, y en el paro a todos sus trabajadores/as, invirtiendo los efectos en cascada que habíamos mencionado en el caso anterior.
En el primer caso, el empleo que se crea es digno, estable, bien remunerado, con turnos y jornadas proporcionales, escalable y sostenible humana, social y medioambientalmente, porque emana de un servicio público. El segundo, en cambio, sólo se sostiene aplicando los criterios privados de rentabilidad que la empresa necesite, y al grupo empresarial que está por detrás le importan poco los criterios de derechos y dignidad humanos, sino sólo el beneficio que puedan proporcionarle sus guarderías. No le importan el profesorado, el servicio a los padres/madres, los puestos de trabajo creados, ni la riqueza nacional, y mucho menos la tasa de natalidad. En cuanto las guarderías dejen de dar los beneficios esperados (que además cada vez tendrán que ir creciendo) se cerrarán sin más, dejando a todos los infantes sin guardería y a todos los profesores sin trabajo. En el primer caso, importan los Derechos. En el segundo, importan los Beneficios (de unos pocos, claro está). Bueno, pues todavía intentan convencernos los economistas y políticos conservadores y neoliberales de que el primer caso no es sostenible para el Estado, pero sí el segundo...¿nos vamos a dejar engañar?