Continuando con las propuestas relativas a la segunda gran revolución (democrática), vamos a examinar en el presente artículo las propuestas para avanzar hacia la implantación de la Tercera (III) República.
El proceso de Transición Democrática iniciado en 1977 se ha constituido en todo un Régimen que ha ido consolidando aspectos conservadores del mismo, tales como: la no ruptura política, moral ni económica con el franquismo, el modelo monárquico, el protagonismo de una Iglesia Católica sufragada con fondos públicos, el modelo electoral de 1977, el control conservador de colectivos fundamentales como el poder judicial, etc.
Hay que incorporar el problema de la impunidad del franquismo, así como recuperar la memoria histórica, que apareje reconocimiento e indemnizaciones a las mujeres y hombres que lucharon contra el franquismo. Además, algunas conquistas históricas de la izquierda, inicialmente reflejadas en el Texto Constitucional, no son hoy más que papel mojado. Recordemos que la Constitución Española de 1978 recoge una serie de derechos fundamentales tales como: el derecho a un trabajo digno y suficientemente remunerado (art. 35), el derecho al acceso a la cultura (art. 44), el derecho a una vivienda digna y adecuada (art. 47), que los poderes públicos “establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción” (art. 129) y que “el Estado, mediante Ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución” (art. 131.1). No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que no sólo dichos derechos no están garantizados hoy en día, sino que caminamos, con el sistema capitalista que nos invade, justo en el sentido contrario a su reconocimiento y garantía para todos los ciudadanos/as.
En los últimos años son varios los síntomas de colapso del modelo, en medio de una crisis económica y política que golpea a la clase trabajadora y supone un vaciamiento de la democracia representativa, al evidenciarse que las decisiones clave las adoptan las grandes fortunas, capaces de hundir o reflotar una moneda, y organismos europeos y mundiales que no responden a ninguna legitimación democrática.
Necesitamos un cambio político sustancial que conlleve un giro económico, social, cultural y ético radical. A tal cambio la izquierda le llama III República. Es la afirmación de una radicalidad democrática: sólo es legítimo el régimen que es República, cosa pública, cosa de todos, en cuyo cuidado y gobierno todos están comprometidos, ejerciendo la responsabilidad de su virtud ciudadana.
No existe libertad si no se dan las condiciones materiales que la hagan posible, por ello defendemos la afirmación antitiránica frente a toda forma de dominación y una convivencia basada en las virtudes cívicas. La libertad republicana es la ausencia de dominación, tanto en los ámbitos públicos como privados, por eso entendemos que el Estado Federal Republicano debe ser un Estado Social, en el más amplio sentido del término. Para ello, proponemos el inicio de un proceso constituyente que devuelva la voz y el poder de decisión a los ciudadanos, y que finalice con la implantación de la III República Española.