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29 noviembre 2019 5 29 /11 /noviembre /2019 00:00

"Ya configurada la educación como un eficaz instrumento al servicio de la segregación social y la profundización de las desigualdades, a la educación pública se asigna el papel de instruir y adiestrar a los hijos de las depauperadas clases medias y de la fragmentada clase obrera, todas ellas convertidas cada vez más en precariado, mientras la educación privada y privada concertada se reserva el de formar a las élites

Pura Sánchez

Así, la educación privada concertada quedará intocada por los recortes presupuestarios, gracias a la cobertura legal de ser considerada educación “sostenida con fondos públicos” y justificado su mantenimiento por la defensa de un inexistente derecho de las familias a elegir el tipo de educación para sus hijos, “derecho” que debe ser generosamente financiado por la administración pública y que supone un instrumento más de desvío de renta de las clases más necesitadas de recursos a las menos necesitadas. Una maniobra extractivista más de la economía neoliberal

Pura Sánchez

Como decíamos en el artículo anterior, pensamos que la religión no debe formar parte del currículo, pero no por motivos antirreligiosos (cada cual es libre de cultivar sus propias creencias), sino desde un planteamiento pedagógico y social beneficioso para el desarrollo de la incipiente racionalidad del menor, de su independencia, libertad y autonomía personal. Lo que necesitamos en la escuela pública es la impartición de una ética cívica mínima, común para el conjunto de la ciudadanía, basada escrupulosamente en el respeto a los Derechos Humanos, que recoja todo aquello que une a la ciudadanía y desarrolle principios y valores de respeto y tolerancia, que hagan posible la convivencia en la propia diferencia, y también garantice el respeto, la integración  y la pluralidad con las personas que no son fieles de ninguna religión, es decir, que no creen en ningún Dios. Sólo en una escuela verdadera y completamente pública y laica se pueden sentir representadas y cómodas tanto las personas creyentes como las no creyentes, tanto las musulmanas como las cristianas. Los centros de enseñanza deben servir para aprender y no para creer. Deben servir para reflexionar y formarse en el pensamiento científico y social, pero no para fomentar ninguna fe irracional. Precisamente por eso, la escuela pública ha de ser laica, para poder ser de todas y todos, para que en ella todas las personas podamos reconocernos al margen de cuáles sean nuestras creencias, que han de quedar como un asunto íntimo y privado. De ahí que educación concertada y religiosa tengan que ser progresivamente abolidas. Y precisamente hay que hacerlo, como nos argumenta Carlos Fernández Liria en este artículo para el medio Cuarto Poder, en nombre de la libertad de enseñanza. Continuaremos profundizando en estos aspectos, porque estamos abordando quizá la línea de flotación principal en cuanto a educación se refiere. Y es que existen una serie de premisas (sofismas los llama Fernández Liria) que se repiten sin cesar, como verdaderos mantras, como si fueran claras evidencias, cuando no es así. Por ejemplo, se dice que el Art. 27 de la Constitución protege la enseñanza concertada porque defiende la libertad de enseñanza contra el modelo de "escuela única". Y añaden a continuación que la escuela única se da solo en los países en donde existe el partido único, la prensa única, es decir, en las dictaduras, en los regímenes totalitarios. Esto es completamente falso. Pero además lo suelen decir quienes defienden el pensamiento neoliberal como pensamiento único. 

 

Fernández Liria lo deja muy bien explicado. Retomo sus palabras: "Así pues, si suprimir la escuela concertada es imponer el modelo de "escuela única" y eso solo se da en las dictaduras totalitarias, habría que concluir de inmediato que en Europa hay una buena cantidad de países totalitarios: en realidad, casi todos. Se lleva la palma, desde luego, Finlandia, que durante las últimas décadas ha sido el milagro educativo europeo, donde la escuela concertada se reduce a un 2,9% y la escuela privada a un impactante 0,0%. Noruega es también un país muy totalitario, con un 96,4% de escuela pública. Peor es en Irlanda, donde la concertada y la privada juntas suman un 0,4%. Otras dictaduras totalitarias serían Alemania (la que más, junto con Austria, un 0,0%), los Países Bajos (0,9%), o Italia (5,1%). En realidad, según esta especie de catecismo del PP, solo tres países europeos se librarían, por tanto, del totalitarismo: España, donde la suma de la concertada y la privada es del 31,8%; Reino Unido, con un 39,1%, y Bélgica, con un 55,7%. Todos los demás serían dictaduras totalitarias que cercenan la libertad de enseñanza imponiendo un modelo de "escuela única". Y añade que el disparate es tan mayúsculo y el truco ideológico tan grotesco que se cae por su propio peso. En realidad son ellos/as, los defensores del modelo público-concertado (defensores igualmente de la escuela privada, segregacionista, clasista y elitista) los que persiguen la escuela única, a tenor de la evolución que va teniendo en nuestro país, y del interés por dejar a la escuela pública como un porcentaje residual. En realidad, lo que estas personas de la "derecha liberal" persiguen no es ninguna libertad de enseñanza, sino la libertad de los padres a imponer a sus hijos su propia ideología personal, y además, de hacerlo de forma absolutamente totalitaria hasta que alcancen la mayoría de edad (cuando ya las mentes estén absolutamente colonizadas). A eso le llaman "libertad de las familias". ¡Cuánto daño está haciendo el neoliberalismo doctrinal y sus nuevos derechos! Precisamente, las cosas son justamente al revés de como esta gente las cuenta. 

 

Precisamente, la escuela pública es el mejor invento contra el totalitarismo ideológico. Se inventó, sobre todo, para liberar a los niños y niñas, a los hijos e hijas, de la dictadura ideológica a la que los respectivos padres podrían someterlos, educándolos según sus convicciones (en ocasiones repugnantes o incluso a veces criminales, añade Fernández Liria), pero no en la intimidad, sino institucionalizando todo este sistema, globalizándolo, e instando a que tuviera ayudas públicas. De este modo, además, dicha ideología se extendería mucho más que si solo la cultivamos en el entorno familiar. Los niños y niñas del franquismo, por ejemplo, fueron vetados, ni siquiera les dejaron por un momento asomarse a la pluralidad ideológica y a la diversidad social y de pensamiento que existe. Fueron (fuimos) adoctrinados desde pequeños de una forma brutal. Lo que pretendemos es que, ahora que supuestamente vivimos en "democracia", esto no siga ocurriendo. Los niños y niñas pueden, por supuesto, ser educados en casa de manera más o menos asfixiante. Corresponderá a los padres dicha tarea. Ese es el derecho de los padres. Pero en el colegio, en la escuela, en el Instituto, en la Universidad, deben tener una ventana abierta al mundo, reflexiva, a otros mundos que sus padres no tienen derecho a censurar. Y así, unos serán cristianos, otros musulmanes, otros ateos, otros agnósticos, otros budistas. Un Estado democrático no puede coartar la libertad de las familias EN EL SENO FAMILIAR, pero sí debe hacerlo en el contexto de la escuela pública, porque la escuela pública es de todos. En la escuela pública no caben dichos planteamientos, no caben dogmas, ni fe, ni religión, ni adoctrinamiento. Por supuesto que unos padres del Opus Dei tienen derecho a llevar a sus hijos a una escuela que los adoctrine en dicho pensamiento, pero nunca con fondos públicos. Habrán de llevarlos, si pueden pagarla, a una escuela privada. Y aquí reside la grandeza, la belleza y la universalidad de la escuela pública y laica, donde cada niño y cada niña se puede sentar junto a alguien diferente, que se viste diferente o que piensa diferente, que siente y cree diferente, pero donde se aprende desde el respeto y la tolerancia hacia la diversidad y la riqueza ideológica. 

 

Lo que hay que matizar, por tanto y para que se entienda, es esa supuesta "libertad" de las familias, que no es tal. Los padres y madres, nadie lo niega, ni tampoco la Constitución, tienen el derecho de elegir la educación que quieran para sus hijos, pero no es una libertad plena ni ilimitada. Sus convicciones educativas y sus creencias personales pueden ser impartidas a sus hijos e hijas en el seno familiar, e incluso en una escuela privada si pueden y quieren pagarla. Pero nunca en la escuela pública, porque la escuela pública debe ser el templo de la diversidad y de la pluralidad. Y para ello, no puede entrar en ninguna cuestión religiosa. Ha de mantenerse al margen, en la más estricta laicidad. Insiste Fernández Liria: "Cuando se repite ese mantra absurdo del control ideológico estatal se olvida la cuestión fundamental: la de si se está hablando de un Estado con división de poderes o no. En la medida misma de que haya un control gubernamental de lo público, ya se trate de la escuela pública (donde es casi impracticable) o de la prensa pública (donde por supuesto que lo hay) o de la justicia (que no puede ser privada), eso no es más que una demostración de que la separación de poderes no está funcionando correctamente. Y en esos casos, el problema no es lo público, sino el hecho de que lo público no está suficientemente blindado frente a las presiones privadas o gubernamentales. Es algo que, por ejemplo, se observa en la sanidad pública, mucho más que en la escuela pública. Y no digamos ya en el terreno del periodismo, donde la libertad de expresión está secuestrada por unas cuantas corporaciones mediáticas económicamente muy poderosas". En nuestro país, la enseñanza concertada está dañando muy seriamente a la educación pública. Y esto es lo más grave que puede ocurrir para las clases más desfavorecidas. Se está practicando una selección del alumnado, y condenando a un gueto de marginados a la población más necesitada de recursos para su educación. Se perpetúa de esta forma el clasismo y el elitismo. En algunos barrios, incluso, llevar a tus hijos a la escuela pública es como llevarlos a un reformatorio carcelario. Y no precisamente porque la escuela pública sea eso, sino porque en eso la estamos convirtiendo, con tanta transferencia de recursos de la pública a la concertada. Mientras la concertada recibe fondos al por mayor, a la pública se le destinan barracones. Mientras las nuevas parcelas de las nuevas barriadas son reservadas para la escuela concertada, van careciendo cada vez más de educación pública. Hemos de revertir este peligroso camino. Es una tendencia criminal y perversa. 

 

Y así, mientras las políticas neoliberales de derechas están favoreciendo la enseñanza privada con recursos del Estado (que en eso consiste justamente el sistema de conciertos educativos), durante las dos últimas décadas no han dejado de recortarse los recursos de la escuela pública. Se trata de un darwinismo social que se impone en nombre de la mal entendida "libertad de enseñanza", entendida así por el rampante neoliberalismo. Y encima intentan vendernos el discurso de que estas medidas y decisiones están amparadas por la Constitución. Es simplemente grotesco y vergonzoso. La escuela pública, finaliza Fernández Liria, no es un determinado "modelo educativo", sino precisamente la institución que garantiza que ningún modelo educativo pueda imponerse sobre los demás. Los alumnos de la escuela pública tendrán compañeros diversos, profesores de diversa ideología, padres y madres de convicciones distintas, asociaciones de un ámbito y de otro, directivos de unas creencias y de otras, conocerán personal de las diferentes tendencias, siempre desde el debido respeto, y es esta riqueza estructural de la escuela pública lo que no podemos perder, porque vuelve impracticable cualquier intento de control ideológico. Las verdaderas dictaduras ideológicas se imponen en las escuelas concertadas, donde cualquier profesor o profesora puede ser despedido o despedida simplemente por no encajar con el ideario doctrinal del centro, por ser homosexual, por ser lesbiana, por casarse con una persona divorciada, o por cualquier otra circunstancia personal o social, que por cierto, es justamente lo que protege la Constitución (que no haya discriminaciones por estos motivos). La escuela concertada, por ello, con los debidos y progresivos planes de adaptación (no se trata de entrar como elefante en cacharrería), debe ir siendo paulatinamente desmantelada, dejando paso a la escuela pública y laica. De esa forma nos habremos librado de esta anomalía democrática que nos afecta desde hace ya varias décadas, desde que nos asomamos a la tan ansiada democracia. La escuela concertada es una rémora del pasado, y su fundamentalismo religioso un cáncer para cualquier sociedad libre y democrática que se precie de serlo. La odisea de migrar a miles y miles de alumnos de la escuela concertada (y religiosa) a la escuela pública (y laica) será una de las aventuras democráticas más plenas e interesantes que nos quedan por experimentar en nuestra sociedad. Continuaremos en siguientes entregas.

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27 noviembre 2019 3 27 /11 /noviembre /2019 00:00
Viñeta: Mahmoud Rifai

Viñeta: Mahmoud Rifai

Ser antisionista se ha convertido en una de las luchas más generosa, justa, honesta, ilustrativa y liberadora de nuestro tiempo histórico

Susana Khalil

Continuamos exponiendo la reciente historia del conflicto palestino-israelí, y en el artículo anterior nos habíamos quedado en el momento de la muerte del líder histórico Yaser Arafat, en el año 2004. Tras conocerse la noticia de la gravedad del estado de salud de Arafat, surgieron grandes interrogantes sobre cómo sería la sucesión del líder palestino, teniendo en cuenta el vacío político surgido de la ausencia de su control, que había ejercido de forma absoluta durante años. Sin embargo, y a pesar de todas las dificultades que pronosticaban una guerra civil, la muerte de Arafat permitió restablecer un cierto grado de unidad nacional que se había quebrado durante la intifada. Las dificultades fueron enormes durante el deterioro de la salud del líder palestino, no solo por las tendencias divergentes entre diferentes grupos de seculares y fundamentalistas, sino también a causa de los desacuerdos dentro del movimiento Al Fatah. En el lado israelí, la noticia de la muerte de Arafat generó diversas reacciones. A Sharon, la muerte de Arafat le sirvió para anunciar de forma unilateral su retirada de la Franja de Gaza como base para reanudar el diálogo apoyado en esta decisión por la Casa Blanca después de la reelección de Bush. Y por su parte, la gran mayoría de la opinión pública israelí creyó que si los palestinos elegían a un presidente más moderado, habría una oportunidad histórica para establecer una paz duradera y acabar con el conflicto. Y a pesar de que la muerte de Arafat no se produjo debido a un asesinato como lo fue el caso de Isaac Rabin, las dos partes del conflicto trabajaban para cambiar el ambiente político conflictivo y dar esperanza a las negociaciones. Después de varios días de los funerales de Arafat, Sharon procedió a levantar las condiciones previas que habían bloqueado el diálogo desde 2001, y también aseguró que Israel estaba dispuesto a coordinar el plan de retirada de Gaza con el futuro gobierno palestino. Después de la muerte de su líder, la Autoridad Nacional Palestina tenía que pasar de un sistema basado en la legitimidad encarnada en la persona del líder popular, a un sistema basado en la legitimidad democrática, lo que podría dar lugar a la consolidación de la cohesión nacional. En este sentido, las organizaciones políticas trataron de preservar la unidad nacional y buscar el consenso en las opiniones, especialmente entre los críticos del proceso de paz y los grupos líderes de la Intifada palestina. 

 

También fueron tratadas las reformas institucionales del sistema político, para que estuvieran preparadas antes de las elecciones previstas para el 9 de enero de 2005, formando el centro de interés de la opinión pública internacional. En este contexto, el Cuarteto fue la única oportunidad para restablecer el proceso de las negociaciones, y asegurar así el éxito de las elecciones presidenciales palestinas que dependerían en gran medida de la reanudación de las negociaciones. Tras la celebración de dichas elecciones, Mahmud Abbas logró la mayoría absoluta con más del 62% de los votos. Abu Mazen fue presentado como el heredero político de Arafat. Después de asumir su cargo como Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen se reunió con los líderes de los grupos islamistas con el objetivo de poner fin a la intifada, debido a las importantes consecuencias negativas que estaba teniendo sobre la economía de los palestinos, y finalmente, se decidió firmar un acuerdo sobre un alto el fuego temporal. A pesar de tomar esta medida, se demostró más tarde que este acuerdo no significaba el fin de las hostilidades y que solo servía para contener la violencia por un tiempo determinado y como tregua temporal para avanzar en las reformas de la Autoridad Nacional Palestina, además de la aplicación de algunos aspectos de la Hoja de Ruta elaborada por el Cuarteto para Oriente Medio. En cualquier caso, en diciembre de 2004, resultó obvio el cambio en el panorama político de los territorios ocupados de acuerdo a una encuesta realizada, por primera vez, por el Centro Palestino de las Encuestas, según la cual el 65% de los entrevistados estaban a favor de desarmar a los grupos de la Intifada, mientras que el 38,6% se pronunciaron en contra. Hamás, por su parte, también comenzó a demostrar su voluntad de participar en la gestión de la política interna y parlamentaria palestina. A su vez, los planteamientos y objetivos de Hamás distinguieron dos enfoques, uno histórico y otro emergente. El primero consiste en la liberación de toda la Palestina histórica desde el Mediterráneo hasta el río Jordán. El segundo enfoque es más pragmático y conciliador, e incluye el establecimiento de los dos Estados de Palestina e Israel de acuerdo a las resoluciones de las Naciones Unidas, y todo ello mediante una solución negociada.

 

A principios de 2006 tuvieron lugar las elecciones legislativas palestinas, las primeras en las que participaba Hamás, que provocó la sorpresa al obtener la mayoría absoluta en el Consejo Legislativo palestino. Aunque Hamás llegó al poder a través de elecciones democráticas, la comunidad internacional no reconoció su victoria, e incluso había sido considerado como un grupo terrorista. Las elecciones fueron pacíficas y los candidatos pudieron apoyar sus programas electorales bajo la ocupación, a la luz de los obstáculos que Israel trató de ponerles en el camino del proceso electoral. Por ejemplo, Israel intentó prohibir a los candidatos de Hamás ejercer sus derechos de propaganda especialmente en Jerusalén. Uno de los importantes acontecimientos en el conflicto palestino-israelí fue la operación militar que Israel llevó a cabo contra la Franja de Gaza gobernada por Hamás desde su victoria electoral en 2006. El ataque israelí a Gaza empezó el 27 de diciembre de 2008 y finalizó el 18 de enero de 2009. Estos ataques israelíes a la Franja de Gaza fueron una auténtica masacre, y así fueron calificados por la comunidad internacional. Un total de 1.434 palestinos perdieron la vida, y 4.336 resultaron heridos. De entre los muertos, 960 eran civiles, y 288 menores de edad. Israel bautizó su operación con el nombre de "Operación Plomo Fundido". Las mujeres y niños representan conjuntamente el 30,2% del total de las víctimas de los ataques israelíes a Gaza, así como el 46,7% del total de las víctimas civiles. Y según el Ministerio de Salud en Gaza, el número de palestinos heridos ascendió a 5.300 personas, entre ellas unos 1.600 niños (30%) y 830 mujeres (15,6%). En otras palabras, el número de los heridos, entre mujeres y niños, alcanzó 2.430, lo que representa el 45,6% del total de los heridos en la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza. A lo largo del tiempo que duró la ofensiva militar israelí se destruyeron de forma completa más de 2.114 casas, o sea 3.314 familias que comprenden 19.592 personas. Se destruyeron de forma parcial más de 3.242 casas, cuyas familias se calculan en 5.470 y representan 32.250 personas. Otras 16.000 casas sufrieron diversos daños debido a los ataques y actos de destrucción, además de varios edificios que se incendiaron en diferentes localidades de la Franja. A todo ello se suman el horror y la intimidación que sufrieron más de 51.000 personas, que se vieron obligadas a evacuar forzosamente sus hogares para encontrarse luego sin hogar. 

 

El informe del Centro Palestino de los Derechos Humanos (CPDH) consideró el ataque israelí contra Gaza, el 28 de diciembre de 2008, como el más violento y sangriento en la historia de la ocupación israelí desde 1967. En estos ataques, Israel ha utilizado diferentes tipos de armas contra los civiles palestinos y sus bienes, miles de cohetes y misiles fueron lanzados por las fuerzas de tierra, mar y aire, llegando a pesar algunos de ellos una tonelada, teniendo en muchos casos como blanco a la población civil y causando la muerte de muchos palestinos desarmados. El Centro Palestino de los Derechos Humanos concluyó sus investigaciones afirmando que las prácticas de las fuerzas de ocupación durante la ofensiva militar contra la Franja de Gaza constituían una violación de las normas del derecho internacional humanitario, y representaban una violación del principio de la distinción y proporcionalidad en los actos de combate. Y tal como viene detallado en el citado informe, las fuerzas israelíes han atacado de forma indiscriminada zonas pobladas, utilizando armas de manera arbitraria y matando a infinidad de civiles inocentes. El CPDH hace hincapié en el hecho de que estos actos constituyen infracciones graves de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, además de considerarse también crímenes de guerra, teniendo en cuenta las pruebas esparcidas por toda la Franja de Gaza y que indican las infracciones israelíes al Derecho Internacional Humanitario y que todas ellas confirman que Israel ha cometido crímenes contra la humanidad. Muchas ONG, como Human Rights Watch (no sospechosa de izquierdismo precisamente), Amnistía Internacional y otras, condenaron estos brutales y genocidas ataques israelíes. Desde su mandato, Mahmud Abbas ha proyectado un considerable esfuerzo en toda Europa y América Latina para ganar el apoyo político de estos países en torno al reconocimiento de Palestina en las Naciones Unidas como miembro de pleno derecho de dicha organización. La solicitud fue presentada por los palestinos ante la ONU el 23 de septiembre de 2011. Alcanzar este status es importante, ya que se considera un Estado independiente en los territorios ocupados por Israel desde 1967. Por supuesto, la negativa a dicho objetivo ha provenido, sobre todo, de Estados Unidos y la Unión Europea. La Autoridad Nacional Palestina también se dirigió a la UNESCO para solicitar su integración de pleno derecho en la misma. Por su parte, la Asamblea General de las Naciones Unidas otorgó a la ANP el estatuto de "País observador" no miembro de las Naciones Unidas, lo que los palestinos consideraron un derecho adquirido y una victoria diplomática. 

 

Este nuevo estatuto de Palestina en la Asamblea General ha sido posible gracias a los 138 países que votaron a favor, tan solo 9 votaron en contra y 41 países se abstuvieron. Entre los países que votaron a favor se encuentran 3 países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Francia, Rusia y China), mientras los Estados Unidos votó en contra y Gran Bretaña mantuvo su abstención. Los demás países que votaron en contra además de los Estados Unidos fueron: Israel, Canadá, Palau, Micronesia, la República Checa, Panamá, Nauru y las Islas Marshall. El documento, copatrocinado por unos 60 países, se pronuncia a favor de los derechos inalienables del pueblo palestino, y pugna por el fin de la ocupación de sus territorios iniciada en 1967, así como por un Estado palestino independiente, soberano, democrático y contiguo con las fronteras definidas antes de esa fecha. Del mismo modo, se manifiesta por una solución de dos Estados conviviendo en condiciones de paz y seguridad para el conflicto palestino-israelí, y urge a reanudar y acelerar las negociaciones del proceso de paz para Oriente Medio. Mahmud Abbas instó al mundo a "corregir la injusticia histórica que afectó al pueblo palestino", y dijo que "el momento ha llegado para que el mundo diga basta a la ocupación y la colonización israelíes". Por contra, Benjamin Netanyahu aseguró que "esta medida no llevará al establecimiento del Estado palestino, sino que lo va a retrasar por mucho tiempo". Poco antes de la votación en las Naciones Unidas, los palestinos salieron a las calles de Cisjordania para expresar su apoyo a la petición de su gobierno, e igualmente varias manifestaciones salieron con el mismo objetivo por las calles de Gaza. Los Estados Unidos, como hemos visto, expresaron su rechazo a la petición palestina. La entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton había dicho en unas declaraciones a varios medios de comunicación que "Washington cree que la medida palestina es un paso equivocado y que los esfuerzos deben centrarse en la reactivación del proceso de paz en Oriente Medio". Como vemos, es una historia que se repite sin cesar, pero donde la neutralidad, como habíamos indicado ya al comienzo de esta serie, no es posible para ningún observador justo que se precie. Israel es hoy día una gran potencia mundial, con uno de los ejércitos más fuertes y poderosos, y Palestina no puede hacerle sombra. Israel lleva aprovechándose de esta situación durante demasiado tiempo, ejecutando masacres injustificadas contra la población palestina, echando de sus tierras a sus gentes, ocupando cada vez más territorios, y cortando el paso a las iniciativas de paz, así como a una salida pacífica al conflicto. Durante esta última década, el conflicto no ha hecho más que enconarse. Dramas gigantescos y aberrantes masacres han continuado cometiéndose contra el pueblo palestino, ante la vergonzosa indiferencia de la comunidad internacional. A ello ha contribuido el gran actor aliado de Israel, Estados Unidos, de quien hablaremos también a fondo a partir de las próximas entregas. Hasta entonces. 

 

Fuente principal de referencia: Tesis Doctoral "El tratamiento del discurso mediático en los periódicos españoles del conflicto palestino-israelí", cuyo autor es Rana Zhran, Universidad de Málaga, 2015

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25 noviembre 2019 1 25 /11 /noviembre /2019 00:00
Filosofía y Política del Buen Vivir (67)

Quiero advertir dos dimensiones de la perversidad del discurso del desarrollo. La primera hace referencia a la relación del hombre con la naturaleza, que en el discurso del desarrollo es puramente instrumental y que ahora amenaza con convertirse en un problema de sobrevivencia de la especie humana. La segunda dimensión hace referencia a la subordinación de la ética al crecimiento económico; si para crecer en términos económicos es necesario borrar de la superficie del planeta hasta el último árbol, la noción de desarrollo no tiene impedimentos. Por ello necesitamos superar las nociones de modernización, desarrollo y crecimiento económico, y optar por una forma de vida convivial, respetuosa y armónica. Los pueblos indígenas tenemos ese conocimiento, tenemos esa práctica, tenemos ese legado

Mónica Chuji (activista indígena)

Ningún progreso parece hoy más urgente que superar la ciega voluntad de progreso

Gabriel Zaid

Comenzaremos a exponer, a continuación, aunque ya hemos proporcionado algunas referencias suyas en entregas anteriores, la obra y el pensamiento de uno de nuestros mayores expertos, como es Jorge Riechmann (1962). Este Profesor de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma de Madrid, como decimos, es una autoridad y una referencia internacional en los asuntos del pensamiento alternativo, y su obra es profunda, extensa e ilustrativa. Comenzaremos por una reciente entrevista llevada a cabo por Paloma López para el medio Publico. Jorge Riechmann fue detenido el pasado mes de octubre en el contexto de las acciones de la Plataforma "2020 Rebelión por el Clima", cuando bloqueó un puente de 4 carriles en Nuevos Ministerios, en Madrid, al mismo tiempo que se organizaba una acampada frente al Ministerio de Transición Ecológica. Fue puesto en libertad 4 horas más tarde acusado de desobediencia y resistencia a la autoridad, pero como él mismo afirma, "hace falta desobediencia de masas para poder frenar la tragedia climática". Recomiendo a mis lectores y lectoras la entrevista al completo, donde Riechmann explica el contexto de las actividades y marchas de protesta de estas organizaciones, y como decimos, la necesidad de organizarnos y difundir el mensaje de forma potente, un mensaje de llamada de atención para tomar medidas urgentes y contundentes contra el caos climático que vivimos. Pues bien, un filósofo mexicano que se hace eco de sus planteamientos es Luis Tamayo, Doctor en Filosofía por la UNAM, y Director General del Instituto Tecnológico para el Desarrollo Sustentable de México. Este autor tiene publicada su guía "Aprender a decrecer - Educando para la sustentabilidad al fin de la era de la exuberancia", que vamos a seguir a continuación como referencia, en sus principales aspectos y planteamientos. En nuestras entregas anteriores, hemos destacado la necesidad del respeto y reconocimiento a los Derechos de la Naturaleza, de la Madre Tierra, pero ello lógicamente tiene que ir unido necesariamente a una nueva relación del ser humano con ella. Una humanidad que pretenda, bajo el punto de vista de estos autores, relacionarse con la Naturaleza de manera respetuosa y plena, debería seguir al menos los ocho principios básicos enunciados y recogidos por Jorge Riechmann, y que son los siguientes: 1) biomímesis, 2) precaución, 3) ecoeficiencia, 4) autocontención, 5) comprensión de la exponencial, 6) justicia socioambiental, 7) economía solidaria y 8) unidad con el otro y el mundo, todo lo cual conduce a lo que Riechmann denomina el "Ecosocialismo". Los expondremos con más detalle:

 

I.- Biomímesis. La biomímesis, es decir, la "innovación inspirada en la naturaleza", es una versión renovada de aquello que inspiró a budistas y múltiples pueblos originarios, así como a pensadores contemporáneos como Vitus B. Dröscher, Howard T. Odum, Ramón Margalef, Barry Commoner, Janine Benyus y el propio Jorge Riechmann, entre otros. La biomímesis, es decir, la "emulación consciente del ingenio de la vida" deriva del conocimiento y toma de conciencia de que la naturaleza lleva miles de años probando los mejores procedimientos para realizar prácticamente cualquier tarea: desde la generación eficiente de energía hasta el reciclaje de los residuos, desde el tratamiento de las aguas residuales hasta el equilibrio de los ecosistemas. Y la necesidad de emular a la naturaleza es más que evidente: "Nuestros sistemas de calefacción central y acondicionamiento de aire son superados por los 30ºC constantes de los termiteros. Nuestro radar más complejo es duro de oído en comparación con la transmisión multifrecuencial de los murciélagos. Y nuestros nuevos "materiales inteligentes" tienen que inclinarse ante la piel del delfín o la trompa de las mariposas. Incluso la rueda, que siempre hemos considerado una invención genuinamente humana, ha resultado estar presente en los motores moleculares que accionan los flagelos de las bacterias más antiguas (...) Las algas bioluminiscentes combinan sustancias químicas para encender sus linternas corporales. Los peces árticos y algunas ranas son capaces de congelarse del todo y luego revivir, protegiendo sus órganos de los daños causados por los cristales de hielo. Los osos negros hibernan todo el invierno sin intoxicarse por su propia urea, mientras que sus primos, los osos polares, permanecen activos gracias a una capa de pelos transparentes que actúan como los paneles de un invernadero. Los camaleones y las platijas se camuflan modificando la coloración de su piel para confundirse con el sustrato. Las abejas, las tortugas y las aves migratorias navegan sin necesidad de mapas mientras que las ballenas y los pingüinos bucean sin escafandra. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo consiguen las libélulas superar en maniobrabilidad a nuestros mejores helicópteros? ¿Cómo se las arreglan los colibríes para cruzar el Golfo de México con menos de tres gramos de combustible? ¿Cómo pueden las hormigas cargar con el equivalente a cientos de kilos en el sofocante calor de la jungla?" (Janine Benyus). 

 

En su ensayo "Biomímesis. Respuesta a algunas objeciones", el Dr. Jorge Riechmann presenta los principios básicos de la sustentabilidad biomimética: "A partir de la biomímesis, del funcionamiento de los ecosistemas, podemos sugerir seis principios básicos para la reconstrucción ecológica de la economía: 1. Estado estacionario en términos biofísicos. 2. Vivir del Sol como fuente energética. 3. Cerrar los ciclos de materiales. 4. No transportar demasiado lejos los materiales. 5. Evitar los xenobióticos como los COP (contaminantes orgánicos persistentes), OMG (organismos transgénicos). 6. Respetar la biodiversidad". Estos principios se nos vuelven más claros si recordamos las nueve propiedades básicas de los sistemas naturales, destacados por Janine Banyus en su trabajo "Biomímesis": 1. La naturaleza cabalga sobre la luz solar. 2. Gasta solo la energía que necesita. 3. Ajusta la forma a la función. 4. Lo recicla todo. 5. Premia la cooperación. 6. Cuenta con la diversidad. 7. Demanda tecnología local. 8. Frena los excesos desde dentro. 9. Saca partido de las limitaciones. Y la naturaleza, además, cuida de las generaciones futuras, es decir, no efectúa la "tiranía transgeneracional" que actualmente realizamos y mediante la cual agotamos los recursos naturales de una manera increíblemente acelerada y ciega, empobreciendo el futuro de nuestros hijos y nietos. La naturaleza no se mueve en coches, ni utiliza derivados del petróleo para fertilizar los suelos. Es decir, la naturaleza no genera "externalidades", que el ser humano paga muy caras. Sinceramente, es difícil pensar algo más contrario a la maravillosa biomímesis que los destructivos procesos del fracking para extraer el gas de esquisto, o las actividades de minería a cielo abierto de metales preciosos, los cuales el ecodepredador capitalismo neoliberal moderno está promoviendo en todos los lugares donde se lo permiten. Necesitamos desembarazarnos de ellos para encaminarnos hacia la construcción de sociedades conviviales (orientadas hacia la convivencia armónica y plena) donde la biomímesis sea la inspiración y la clave de la innovación tecnológica y de nuestras actividades para y con la naturaleza. Tres premisas fundamentales inspiran la biomímesis: 

 

1.- La Naturaleza como modelo: Biomímesis es una nueva ciencia que estudia los modelos de la naturaleza y luego los imita o toma inspiración de esos diseños y procesos para resolver los problemas humanos. Desde hace siglos, los orientales crearon algunas artes marciales inspirados en los movimientos de los animales salvajes, o más recientemente, los ingenieros han creado medios de transporte avanzados inspirados en la aerodinámica de algunas aves. 

 

2.- La Naturaleza como mentor: Biomímesis usa un estándar ecológico para juzgar la certeza de las innovaciones. Después de 3.800 millones de años de evolución, la naturaleza ha aprendido: lo que funciona, lo que es apropiado, lo que perdura. Sólo vive lo que funciona.

 

3.- La Naturaleza como medida: Biomímesis es una nueva forma de ver y juzgar la naturaleza. Inicia una era basada no en qué podemos extraer del mundo natural, sino en qué podemos aprender de él. Ciencia y tecnología deben inspirarse en ella.

 

II.- El Principio de Precaución. En el estudio "Principio de precaución para una era tecnológica" (2008), la Dra. Célida Godina define al principio de precaución como "la acción de prevenir riesgos antes de que éstos se manifiesten (la cual) exige un estudio intensivo de un problema, implementar métodos preventivos (...) esta acción no es de ningún modo un principio para detener de manera definitiva la actividad científica, ella no es anticientífica ni hostil a la tecnología, sino que plantea explícitamente la cuestión de los criterios en la toma de decisiones políticas cuando la ciencia no ofrece una respuesta unívoca o hay conflicto entre diferentes expertos". Así mismo, refiere esta autora los cinco elementos propios del Principio de precaución indicados por Jorge Riechmann: "1. Responsabilidad: al iniciar una actividad nueva, recae sobre el iniciador la carga de la prueba de demostrar que no hay vía alternativa más segura para lograr lo que ha de lograrse. 2. Respeto: en condiciones de riesgo grave, se impone la acción preventiva para evitar daños, incluso si no existe una certidumbre científica total de las relaciones causa-efecto. 3. Prevención: existe el deber de ingeniar medios que eviten los daños potenciales, más que buscar controlarlos y gestionarlos a posteriori. 4. Obligación de saber e informar: existe el deber de comprender, investigar, informar (sobre todo a los potencialmente expuestos al riesgo) y actuar sobre los potenciales impactos, no cabe escudarse en la ignorancia. 5. Obligación de compartir el poder: es necesaria la democratización de la toma de decisiones en relación con la ciencia y la tecnología". Como puede apreciarse, el principio de precaución es lo mínimo que puede exigirse a una ciencia y una tecnología responsables y verdaderamente comprometidas con la conservación de la salud humana y el cuidado de la Tierra. La humanidad futura requerirá de científicos que sigan rigurosamente este principio, que, insistimos en ello, no es anticientífico, sino que simplemente exige a los científicos y tecnólogos ser más cuidadosos en sus descubrimientos, aplicaciones e innovaciones. Hasta la fecha, durante toda la historia de la humanidad, han sido producidos demasiados monstruos que ya afectan a la salud humana, y afectarán a muchos ecosistemas durante siglos. El Buen Vivir debe evitar estas situaciones. Nuestra salud y la de la propia Naturaleza depende de ello. Continuaremos en siguientes entregas.

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22 noviembre 2019 5 22 /11 /noviembre /2019 00:00

Europa Laica propone una escuela pública y laica gobierne quien gobierne, que la religión confesional salga de la escuela. Edición: Mónica Romero Textos: Francisco Delgado

Los contenidos [de la educación religiosa] son en su totalidad catequéticos con tendencia al fundamentalismo; el pensamiento que se transmite es androcéntrico; el lenguaje, patriarcal; la concepción del cristianismo, mítica; el planteamiento de la fe, dogmático; la exposición, anacrónica

Juan José Tamayo

En el anterior artículo de la serie discutimos la necesidad de dejar claro que la educación concertada no es un derecho constitucional, así como tampoco lo es la aplicación o versionado que la derecha política realiza sobre el supuesto "derecho a la libertad educativa". Precisamente es un asunto que vuelve a estar en la palestra, después de que la actual Ministra de Educación en funciones, Isabel Celáa, se atreviera a insinuarlo en una Conferencia ante asociaciones de enseñanza católica. Por supuesto, le llovieron las críticas desde todos los frentes educativos, tanto privados como concertados, y únicamente obtuvo apoyo desde las asociaciones de la escuela pública. Pues bien, llegados a este punto, nuestra conclusión es clara y cristalina: una Educación pública y laica es una necesidad democrática, tal como sentencia Teresa Galeote en este artículo para la web de Laicismo, cuyo planteamiento seguiremos a continuación. Desde hace varias décadas, precisamente desde que la educación concertada comenzó a extenderse en nuestro país, los ataques a la escuela pública no han cesado. La intención clasista de la derecha es deteriorar la imagen de la escuela pública lo más posible, para fomentar la escuela privada y la concertada (gran parte de la misma en manos de la secta fundamentalista Opus Dei). Teresa Galeote expone: "El debate sobre la Escuela Pública viene de lejos. Durante los años 80, cuando tras la dictadura franquista, el Gobierno de Felipe González afirmaba que los centros privados eran necesarios, ya que pretendía universalizar la educación pública y no había centros educativos públicos suficientes; se dijo que era una medida provisional hasta la construcción de nuevas escuelas públicas. Con dicho argumento, el Gobierno de Felipe González contó con los centros privados existentes, asumiendo los salarios de los docentes y otros gastos generales. Pero lo que supuso una necesidad provisional se ha convertido en norma interesada que ha ido en aumento. Después de más de 30 años, la red concertada cuenta con más de dos millones del alumnado y con 130.000 profesores en los diversos centros concertados; dicha situación es un agravio comparativo hacia las personas que acceden a una plaza en la Educación Pública, a través de una dura oposición. Es necesario recordar que en la escuela concertada regida por el Opus, el profesorado es contratado y despedido por el Obispado, aunque los salarios salen del erario público, lo que es lo mismo, de nuestros impuestos". 

 

La situación de nuestros vecinos europeos es muy diferente. Su ratio de escuela pública es del 81% (en nuestro país es del 68%, siendo la Comunidad de Madrid la que bate el récord a la baja, con un 49% de alumnado público). Y así, tenemos un Estado como el Español definido como "aconfesional" en nuestra Carta Magna (esa con la que tanto se llenan la boca los partidos que se autodenominan "constitucionalistas") que está impulsando la educación privada concertada con claro predominio de la Iglesia Católica en los conciertos educativos (el 70% van a parar al Opus). En los años 80 se garantizaban plazas suficientes en centros públicos, pero ahora solo se garantiza la existencia de plazas suficientes, sean públicos o concertados. En Madrid, según UGT, entre los años 2000 y 2013, se cedieron 82 parcelas para construir colegios privados, en los barrios de nuevo desarrollo. De hecho, la cesión de parcelas (unida frecuentemente a los procesos corruptos) es un instrumento básico para la privatización de la enseñanza pública. Conclusión: más escuela concertada en manos de la Iglesia, ya que tan solo un pequeño porcentaje va a parar a cooperativas. El desmantelamiento de la escuela pública es una agresión que no podemos aceptar, pues socava la democracia y es un claro elemento de segregación, de clasismo y de elitismo. Es un ataque contra uno de los derechos fundamentales, éste sí, recogido en la Constitución. Y como decimos, la Comunidad de Madrid es punta de lanza en este fenómeno: según los datos que aparecen en la web oficial de esta Comunidad, en el año 2009 se destinaron 793,31 millones de euros para conciertos educativos, y en los presupuestos de 2018 que firmaron PP y Ciudadanos alcanzaron la cifra de 1012 millones de euros. Y la guinda del pastel son los descuentos fiscales que el gobierno de Madrid destina a las familias que lleven a sus hijos a la escuela privada. Se calcula que la cifra asciende a 90 millones de euros. Por su parte, el sindicato CC.OO. denunció que el gobierno madrileño ha reducido el 22% de la partida para la gestión de infraestructuras educativas públicas. En su opinión, lo más triste de esta gestión de los recursos es que los resultados escolares de los últimos cursos en Madrid se han situado por debajo de la media, y ya están por debajo de los datos obtenidos en el año 2000. 

 

Otro dato ilustrativo es que el fenómeno del fracaso escolar se concentra en las zonas más pobres, justamente donde los recursos económicos para la escuela pública están siendo reducidos. Sindicatos y asociaciones de padres y madres de alumnos y alumnas han denunciado que se han eliminado aulas de enlace para adaptar a escolares inmigrantes, y que en toda la Comunidad de Madrid ya solo quedan cinco grupos de bachillerato nocturno para los estudiantes que trabajan. En el fondo de este planteamiento aberrante, lo que subyace es la intención manifiesta de adelgazar la educación pública a costa del crecimiento de la privada y la concertada, con el consiguiente aumento de la posibilidad de hacer negocio con un derecho fundamental, como es el derecho a una educación pública de calidad, gratuita, laica y democrática. La trampa del crecimiento de la educación concertada ha sido un plan muy bien urdido y planificado por sus promotores, la derecha política, social y mediática de este país. En Madrid, el número de centros concertados y privados ha superado al de las escuelas públicas: entre privados y concertados hay un total de 1.688, frente a los 1.634 de la red pública. Y tenemos también un dato muy significativo: hace una década, la educación madrileña contaba con un total de 1.028.753 estudiantes, mientras que en la actualidad la cifra ha crecido hasta los 1.195.810. Pero a pesar de haber sumado 167.057 nuevos estudiantes, casi todos ellos (129.937) han ido a parar a centros privados o concertados, la inmensa mayoría de carácter religioso. Al aumento de conciertos educativos en manos de la Iglesia Católica, se suma también (de ello se han encargado las últimas contrarreformas educativas, como la LOMCE) la enseñanza de la religión en la Escuela Pública, por lo que cabe afirmar que estamos ante un "Estado Confesional de Hecho" (en expresión de Teresa Galeote), aunque nuestra Constitución afirme lo contrario. Se trata de una clara usurpación de lo público en beneficio del sector privado, de la mercantilización de la enseñanza, del descarado negocio para unos pocos y de la expansión de la ideología católica. Así pues, ante el ataque sistemático a la educación pública y laica en nuestro país, solo cabe su más firme, valiente y encendida defensa, ya que es uno de los resortes fundamentales de la democracia. Desde la muerte del dictador, los sucesivos gobiernos han privilegiado a la Iglesia y al conservadurismo inspirado en los principios del nacionalcatolicismo de corte franquista. Todos ellos, incapaces de entender los principios de la libertad de conciencia y movidos por el espíritu franquista, están convencidos de que hay que recristianizar a esa parte del pueblo que ha sido pervertida por los ideales de la democracia. 

 

Porque, digámoslo claramente, financiar públicamente las diversas opciones educativas privadas no está en la Constitución. Sin embargo, hoy día, como destaca Enrique Díez en el artículo de referencia, la derecha conservadora, la ultraderecha, los obispos más reaccionarios, la jerarquía católica en general, y sobre todo, la patronal católica de la enseñanza concertada (que ya ha acaparado el 15% del total del sistema educativo y el 58% de la enseñanza privada-concertada, es decir, financiada públicamente con el dinero de todos) levanta su cabeza aún más, se empodera y anuncia que el nuevo gobierno "bolivariano" PSOE-UP va a cercenar el derecho de las familias, adoptando posturas "radicales", alejándose del pacto constitucional, "engrasando la maquinaria de adoctrinamiento", y "declarando la guerra" a la escuela concertada. Hace falta tener poca vergüenza. Enrique Díez, Profesor de Pedagogía de la Universidad de León y uno de nuestros más grandes expertos en Educación, lo explica perfectamente: "De acuerdo con la Constitución, la educación es un derecho social que los poderes públicos están obligados a garantizar y organizar a través de la planificación general de la enseñanza, la creación de centros docentes públicos y la participación efectiva de la sociedad en su gestión. La "libertad de enseñanza" reconocida por la Constitución Española (Artículo 27), a la que aluden, se concreta en la Carta Magna en la posibilidad de creación de centros privados, con arreglo a una normativa estatal, para el reconocimiento y homologación de sus actuaciones. Pero en modo alguno se contempla en nuestra Constitución, ni en el derecho comparado, la posibilidad de que las familias deban recibir una ayuda pública para elegir entre ambas redes, pública y privada, ni que ésta última deba ser financiada con fondos públicos". El art. 27.3 de la Constitución recoge el derecho de las familias a que sus hijos e hijas "reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones", pero no a que ésta formación sea impartida mediante asignaturas específicas del sistema educativo público, o que sea financiada por el Estado. Como decimos, todo responde a una clara ofensiva neoliberal en el campo de la enseñanza, "anclada en la pedagogía del individualismo insolidario, aplicado a la educación" (Enrique Díez). Y por supuesto, los medios de comunicación afines a este planteamiento también se han unido a la carga. Los voceros neoconservadores, al ver atacados sus privilegios en este asunto, se han apresurado a defenderse mediante su incendiario discurso. Empujados además por el auge de la extrema derecha en nuestro país, estamos asistiendo a un rearme ideológico de lo más reaccionario en el campo educativo. Consideran a la educación y al sistema educativo uno de sus cortijos preferidos, por ser uno de los medios fundamentales de producción ideológica y proyección de su control sobre la sociedad. Cuestionar sus privilegios en el mundo educativo es, para ellos, declararles la guerra. 

 

Actualmente, por tanto, estamos ante un relanzamiento de la reconquista nacionalcatólica en las aulas, que debemos revertir mediante una reforma educativa para todos. La derecha de este país tilda de adoctrinamiento todo el que no sea el suyo. Son demasiados años permitiéndoles hacer de su capa un sayo en la enseñanza, que ahora es muy difícil volver a situar los parámetros de la educación en sus términos democráticos. Está claro que cada persona es libre de ser o no religiosa, pero las políticas educativas (y las instituciones públicas en general) deben mantenerse al margen de creencias y opciones personales. Es imprescindible separar el saber de la fe, los conocimientos del dogma, la ciencia de las creencias, la política de la religión, el Estado de las Iglesias, para poder garantizar la libertad de conciencia y posibilitar la convivencia entre quienes no tienen las mismas convicciones religiosas. No podemos imponer ni difundir, a través de una institución pública, asignaturas dedicadas a las creencias particulares de un grupo social o religioso determinado, sea del tipo que sea, con el agravante de que muchas de estas creencias son cuestiones de fe que incluso son contrarias a los derechos humanos (discriminación de la mujer o de los colectivos homosexuales, por ejemplo) y al conjunto de valores democráticos por los que una sociedad justa debe regirse. Todas las religiones, incluida la católica, deben ocupar el lugar que les corresponde en democracia: la sociedad civil, no la escuela. Los espacios adecuados para cultivar y expresar la fe son los lugares de culto (iglesias, templos, catedrales, parroquias, mezquitas, sinagogas...). Nosotros, desde la izquierda transformadora, proponemos una Reforma Educativa inspirada en un modelo laico, que respete la libertad de conciencia del alumnado, eduque sin dogmas obsoletos (muchos de ellos irracionales y contrarios a la ciencia y a los derechos humanos), y se elimine toda forma de adoctrinamiento religioso en los contenidos y currículos escolares. Bien, pero esto...¿qué supone en la práctica? Pues evidentemente, y siguiendo este otro artículo de Enrique Díez para el medio Publico, derogar de facto los acuerdos preconstitucionales con el Vaticano y con otras confesiones religiosas, que cualquier religión de carácter confesional quede fuera del currículo y del ámbito escolar; la desaparición de todos los actos y la simbología religiosa de los centros escolares y de los espacios públicos educativos; la eliminación de todo procedimiento administrativo (por ejemplo, la matriculación) que obligue a manifestar las creencias o ausencia de ellas, en cumplimiento del artículo 16 de la Constitución; no someter el calendario escolar al calendario litúrgico, tendiendo a una distribución más equilibrada de los tiempos y descansos escolares; y la eliminación de la asignatura de Religión en las Facultades de Educación, en la formación inicial y en la formación permanente del profesorado. Continuaremos en siguientes entregas.

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20 noviembre 2019 3 20 /11 /noviembre /2019 00:00
Viñeta: Eneko

Viñeta: Eneko

Para Israel es prioritario que la gente no crea en los pueblos que luchan, que son o aspiran a ser soberanos e independientes: no quiere que los pueblos miren y admiren al pueblo palestino, que se resiste y nos llama. El colonialismo, Israel, es el resultado del convencimiento antidemocrático, es el fascismo de hoy. Su desafío a las instituciones que proclaman el derecho a la igualdad y la justicia es su declaración de guerra a quien resista al colonialismo-imperialismo

Ramón Pedregal Casanova

Por estas mismas fechas, cuando ya estaba establecido el Cuarteto, el delegado de Palestina ante las Naciones Unidas expresó  la decepción de los palestinos por el comunicado de dicho organismo donde equipara los palestinos y los israelíes. El comunicado reconoce el derecho de Israel a la autodefensa, exigiendo a los palestinos tomar medidas decisivas contra lo que llamó "terrorismo". Es la misma deriva que la ONU viene tomando desde entonces (primera década del siglo XXI hasta hoy), manteniéndose en una posición "neutral" (opción que no es ética en un conflicto como éste), y con el descrédito y la indiferencia de la comunidad internacional. El comunicado referido instaba a los palestinos a "tomar medidas decisivas contra los individuos y grupos que perpetran ataques violentos". En cuanto a Israel, el comunicado del Cuarteto le instó a "detener la construcción de los asentamientos", tal como estaba estipulado en la Hoja de Ruta y el plan de paz elaborado por el Cuarteto con el fin de resolver el conflicto palestino-israelí. Respecto al establecimiento del Estado Palestino Independiente, el Cuarteto confirmó su compromiso de adherirse al plan de paz que establecía la creación del Estado Palestino para el año 2005. Este comunicado se publicó después de un encuentro entre Kofi Annan (Secretario General de la ONU entonces), el Secretario de Estado estadounidense Colin Powell, su homólogo ruso Igor Ivanov, el Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea Javier Solana, y el ministro de exteriores italiano Franco Frattini, cuyo país ocupaba en aquél entonces el semestre de presidencia de la Unión Europea. Colin Powell confirmó la posición estadounidense, sesgada hacia Israel, que se basa en el hecho, según ellos, de que es imposible alcanzar ningún hito de paz mientras el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) se esté moviendo en el terreno palestino. El 25 de mayo de 2005, y tras las amenazas de disidencia de algunos miembros de la extrema derecha, Ariel Sharon anunció su aceptación de la Hoja de Ruta. En un artículo publicado por un diario hebreo, Sharon dijo por primera vez: "Es hora de dividir la tierra entre nosotros y los palestinos". Y después de 7 horas de un intenso debate, el gobierno israelí aprobó el acuerdo, pero a la vez aprobó otra decisión que consistía en el rechazo del retorno de los refugiados palestinos a los territorios israelíes. 

 

Y por su parte, en el lado palestino, a pesar de la aprobación de la Autoridad Nacional Palestina del comunicado del Cuarteto, los grupos islamistas lo rechazaron y lo consideraron una conspiración contra los movimientos de resistencia. Sin embargo, tanto los palestinos como los israelíes se comprometieron a luchar contra el terrorismo y la violencia tal como lo reclamaban los Estados Unidos y sus socios, y que había sido anunciado en la Cumbre de Al Aqaba que tuvo lugar el 4 de junio en Jordania, con la presencia de Sharon, Abu Mazen, el Presidente estadounidense y el Rey de Jordania como anfitrión. No obstante, la violencia volvió a aparecer, cuando un militante de Hamás se hizo explotar en un autobús en pleno centro de Jerusalén, haciendo que la historia se repitiese una vez más, dejando de lado todos los acuerdos para que las facciones palestinas volvieran a sus actividades cotidianas, al ataque y contraataque: los ataques por parte de los movimientos de resistencia palestinos, y la incursión de las fuerzas del ejército israelí en los territorios palestinos. Por otra parte, el Presidente Abu Mazen se convirtió en el blanco de las críticas, incluso desde su propio movimiento, debido a su debilidad política, llegando algunos incluso a calificarle de traidor, torpe y débil, todo esto por su incapacidad de desarmar a los movimientos fundamentalistas palestinos, situación ante la cual se vio obligado a dimitir en septiembre de 2003. Cumpliéndose en este año 2003 10 años desde que comenzaran las negociaciones de Oslo, el panorama era más bien sombrío, ya que en una encuesta que se realizó en Israel, tan solo el 31% se había pronunciado a favor de los acuerdos firmados entre Israel y Palestina, frente al 54% que se había manifestado en contra. Por su parte, a la cabeza del Partido Laborista israelí fue designado Simon Peres, en calidad de presidente del partido por un período de un año. Peres, de 80 años de edad, estaba esperando reactivar el proceso de paz para justificar la formación de un gobierno de unidad nacional con el Likud. Y así llegamos a finales de 2003, cuando aún no se había podido poner en marcha la Hoja de Ruta, sin existir la percepción de una salida negociada al conflicto. Entonces, lejos de la diplomacia internacional, surgieron nuevas figuras que dieron luz al conflicto, integradas por personalidades eminentes de la izquierda judía, y los palestinos moderados, con el objetivo de reanudar el diálogo. 

 

Y como resultado de estas nuevas negociaciones, surgieron los Convenios de Ginebra el 1 de diciembre de 2003, cuyos textos originales versaron sobre la posibilidad de la reanudación de las negociaciones, lo que significaría volver a trabajar sobre la línea de la misma Hoja de Ruta estancada y poco realista respecto a las circunstancias y condiciones sobre el terreno. Para estos Convenios de Ginebra se tomaron como punto de partida los parámetros de Bill Clinton y los acuerdos de Camp David II y Taba, de manera que el proyecto del acuerdo se presentó en Suiza, instando a las partes a ponerse de acuerdo lo más rápidamente posible para poner fin al conflicto en el horizonte de 2005. A pesar de que los promotores del Convenio de Ginebra carecían de autoridad al ser una iniciativa no gubernamental, el acuerdo fue ampliamente apoyado por la comunidad internacional. En Israel, el acuerdo fue rechazado por la derecha y el gobierno de Ariel Sharon, mientras que el Partido Laborista se mostró escéptico junto con la élite progresista de Israel, por lo que, en definitiva, el acuerdo contó con un apoyo de entre el 25% y el 40%. En el lado palestino, varias manifestaciones salieron a las calles en protesta contra el acuerdo, y para expresar el claro rechazo que les merecía tanto al Movimiento Al Fatah como a la Autoridad Nacional Palestina, además de a los propios intelectuales palestinos, por considerarlo un chantaje inaceptable. No obstante, al tratarse de una iniciativa no gubernamental, muchos creyeron que al menos podría servir como una solución inmediata para la violencia. El pueblo israelí apoyó la separación de los territorios como única solución después de que las vías del diálogo se habían agotado. La idea de la construcción del muro de seguridad trajo para Ariel Sharon consecuencias políticas negativas. La valla recordaba mucho al Muro de Berlín, con todo lo que ello implica en cuanto a división e intolerancia. El siguiente hito ocurre ya en el año 2004, que fue un año crucial en la reciente historia del conflicto palestino-israelí, ya que en dicha fecha fue cercado y secuestrado el líder histórico Yaser Arafat, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, situación que contribuyó a su muerte. Pero antes, el 22 de marzo de 2004, las fuerzas israelíes asesinaron al jeque Ahmed Yassin en Gaza, cuando iba de camino a la mezquita del barrio de Al-saif (La Espada), acompañado de dos guardaespaldas y uno de sus hijos que también murió en la operación. El asesinato del jeque Yassin fue considerado el acontecimiento más importante a lo largo de la historia del conflicto palestino-israelí, y la mayor operación de asesinato selectivo contra islamistas palestinos, no solo por su posición entre los seguidores de Hamás, sino también por lo audaz que fue la operación israelí teniendo en cuenta las posibles represalias de Hamás para vengarse del asesinato de su líder espiritual, como realmente ocurrió. 

 

Los palestinos consideraron que Israel había declarado la guerra contra el Islam con el asesinato del jeque. La operación fue supervisada y dirigida personalmente por el Primer Ministro israelí Ariel Sharon, quien justificó el asesinato del jeque alegando que su país estaba persiguiendo a todos los terroristas, y que Yassin había sido el líder del terrorismo sangriento palestino, considerándolo como el "Osama Bin Laden palestino". La respuesta de los fundamentalistas palestinos al asesinato del jeque fue inmediata, con ataques y atentados contra los israelíes, provocando un ambiente de tensión nunca antes visto a lo largo de la intifada. Tras las negociaciones de Camp David y Taba, los círculos de la Administración estadounidense y ciertos políticos israelíes comenzaron a creer que Yaser Arafat ya no era la persona idónea para ser presidente de la Autoridad Nacional Palestina, en el sentido de la inutilidad de las negociaciones con él, mientras continuaban aumentando la violencia e intensificándose los atentados suicidas provocando la muerte de muchos israelíes, a pesar de la condena de Arafat de todos estos atentados. Ariel Sharon, enemigo de Arafat, comenzó a achacarle la responsabilidad de todo lo que estaba ocurriendo. En estas circunstancias, Israel le prohibió a Arafat salir de Ramallah, razón por la cual no pudo asistir a la Cumbre de la Liga Árabe que tuvo lugar en Beirut el 26 de marzo de 2002 por temor a que no se le permitiera regresar a los territorios palestinos. Tres días más tarde, Arafat fue rodeado por las fuerzas israelíes en el interior de su cuartel general junto a 480 de sus compañeros, entre ellos agentes de la propia policía palestina. En medio de esta operación israelí, Arafat se quedó estancado y firme en su palacio presidencial bajo los disparos de las fuerzas israelíes, lo que hizo que cientos de manifestantes procedentes de varios países del mundo se reunieran alrededor de su residencia para expresar su solidaridad con el presidente palestino. Por otra parte, la Administración estadounidense y también la israelí, llevaron a cabo una campaña contra Arafat para excluirle de la Autoridad Nacional Palestina y alejarle del centro del poder bajo la excusa de que asumía la responsabilidad del deterioro de la situación en los territorios palestinos. A finales de mayo de 2002, el Presidente estadounidense George Bush pidió la reestructuración de la Autoridad Nacional Palestina, y debido a la presión internacional y al bloqueo de la situación, Yaser Arafat se vio obligado a ceder parte de sus poderes al Primer Ministro Mahmud Abbas, quien pocos días después presentó su dimisión y se designó a Ahmed Qurei como Primer Ministro.

 

En este contexto, no fue sorprendente la decisión de Ariel Sharon de retirarse unilateralmente y de forma completa de Gaza. Sin embargo, esta retirada se consideró como una concesión por parte de Israel que los palestinos lograron bajo la presión de los islamistas, mientras que Sharon la justificó como "una condición para la supervivencia del Estado de Israel". El plan de la retirada israelí de Gaza surgió en abril de 2004, previendo una retirada completa de 21 colonias en la franja. Dentro de este plan, Israel se guardaba el derecho de intervención contra cualquier peligro que pudiera amenazar su seguridad y la de su pueblo. Así mismo, Israel mantuvo su línea fronteriza con Egipto. La puesta en práctica de dicho plan fue fruto de numerosas medidas que se llevaron a cabo durante todo el año, con la ayuda del Presidente egipcio Hosni Mubarak, quien concedió a Israel la responsabilidad del control de las fronteras con Gaza. El plan de retirada de Israel de Gaza fue aprobado por la Knesset el 26 de octubre. En ese mes de 2004, la situación de salud del Presidente Arafat empezó a deteriorarse considerablemente. Problemas con el sistema digestivo, varias enfermedades, una hemorragia cerebral debido a un accidente de avión y una inflamación del estómago contribuyeron a ello. A todo ello hemos de sumarle el deterioro psicológico y corporal. Por invitación del Presidente francés Jacques Chirac, fue trasladado a Francia para recibir el tratamiento en el hospital militar de Percy, cerca de París. La enfermedad de Arafat había llegado a etapas avanzadas, y los médicos emitieron el 4 de noviembre el informe donde reconocían la muerte clínica del paciente, la cual debido a consideraciones familiares e intereses políticos, no se hizo pública hasta el día 11 de noviembre. El cuerpo de Arafat fue enterrado en el patio interior de su residencia en Ramallah, donde había sido atrapado durante los últimos años. El líder palestino había pedido ser enterrado en Jerusalén, pero habiendo sido esta posibilidad negada por los israelíes, se trajo tierra de Jerusalén y se usó para su tumba en Ramallah. Arafat es considerado el padre y el comandante supremo de la Autoridad Nacional Palestina. Fue el líder político de Palestina durante 40 años, y un símbolo viviente de Palestina desde la fundación del Movimiento Al Fatah que presidía desde octubre de 1957. Yaser Arafat, líder carismático donde los hubiera, encarnó el renacimiento nacional, lo que le concedió la legitimidad para con su pueblo. Recibió el apoyo de muchos líderes mundiales. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente principal de referencia: Tesis Doctoral "El tratamiento del discurso mediático en los periódicos españoles del conflicto palestino-israelí", cuyo autor es Rana Zhran, Universidad de Málaga, 2015

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18 noviembre 2019 1 18 /11 /noviembre /2019 00:00
Ilustración: Gerd Altmann

Ilustración: Gerd Altmann

El niño que nace en un mundo en que la “vida” humana está relacionada y depende de la “vida consciente” de las montañas, de las piedras, insectos, ríos, lagos y manantiales, se forma considerando el mundo y su propia existencia de una manera absolutamente diferente que el niño de una ciudad, en que sólo el ser humano está considerado como animado por un espíritu

José María Arguedas (“Nosotros los maestros”)

Hay que recuperar la sabiduría indígena, que en algún momento de nuestra historia hemos olvidado. Hemos de retornar a la sabiduría original de los pueblos ancestrales que habitaron lo que hoy son nuestros territorios. Porque muchos siglos antes de que surgieran los movimientos sociales que luchan por el reconocimiento de los derechos humanos, los derechos individuales y ahora por los derechos de la Naturaleza, las culturas antiguas que poblaron por milenios todos los rincones de la Tierra la reconocieron como la madre común de todo lo que existe. Siempre fueron parte de nuestros acuerdos sociales de reciprocidad con la existencia, así como de nuestras leyes naturales, las ceremonias, rituales, ofrendas, pagamentos para agradecer al sol por su calor, luminosidad, su capacidad de dar la vida; por agradecer cada día por el aire que respiramos; por el agua de la que provenimos y forma parte tanto de esa madre común como de nosotros, los últimos en ser engendrados en su seno; por los frutos, vegetales, minerales y animales que nos alimentan y forman parte de nuestro organismo, elementos sagrados que siempre fueron considerados parientes. Y si la tierra es sagrada, lo son también los territorios, los mares, las montañas, los ríos, las aves, los bisontes, los peces e incluso los insectos y los seres invisibles que viven en nuestro entorno y dentro de nosotros. Los humanos también lo somos, la vida en todas sus formas es sagrada. Hay también otras razones científicas que consideran a la Tierra como un superorganismo vivo. James Lovelock, Lynn Margulis, Elizabeth Sahtouris y José Luntzenberg caracterizaron a este superorganismo vivo como Gaia, uno de los nombres de la mitología griega, para definir la vitalidad de la Tierra. Este superorganismo extremadamente complejo, que requiere de cuidados y debe ser fortalecido, es sujeto de dignidad y portador de derechos porque todo lo que vive tiene un valor intrínseco (como ya afirmábamos algunos artículos atrás, cuando abordábamos el asunto de una ética para el medio ambiente), tenga o no uso humano. Incluso hay razones cosmológicas que asumen a la Tierra y la vida como momentos del vasto proceso de evolución del Universo. La vida humana es, entonces, un momento de la vida en términos más amplios. Y para que esa vida pueda existir y reproducirse, necesita de todas las precondiciones que le permitan subsistir. 

 

Sin embargo, en alguna etapa de nuestra co-evolución con Ella, lo olvidamos, lo ignoramos, lo negamos y lo rechazamos. No en un momento concreto, sino a lo largo de la expansión del capitalismo, y más que nunca en esta recta final de capitalismo globalizado, neoliberal, ecocida y depredador. Nos creímos ser los hijos predilectos de la creación-no-creación y comenzamos a crear nuevos acuerdos sociales para justificar la sistemática violación de todas las formas de vida, tanto humanas como no humanas, y para sojuzgar a la mayoría de nuestros semejantes. No obstante, la memoria ancestral nunca se perdió. Aquéllos saberes ancestrales habían quedado olvidados, relegados, pero nunca perdidos. Siempre hubo unos cuantos de nosotros, en todas las culturas y tiempos, que mantuvimos vivo ese conocimiento esencial, básico, fundamental, para nuestra propia supervivencia como especie. Y ahora, esas voces que nunca se acallaron, viendo que cada día nos acercamos más al borde de un abismo que nos está llevando a la extinción, hemos comenzado a acrecentar el eco de esas voces que no son las nuestras, sino las de la misma Madre Tierra, para intentar crear una resonancia cada vez mayor entre el resto de nosotros mismos, para detener ese suicidio colectivo al que nos estamos condenando. Concesiones mineras por todo el planeta, extracción exhaustiva de acuíferos por plantaciones intensivas, abuso de agroquímicos, privatización del agua, amenazas a bosques y selvas, ataques a los ecosistemas, extractivismo salvaje, tratados de libre comercio para continuar depredando, explotando y esclavizando a la Tierra, convirtiendo sus bienes comunes en mercancía, son algunos de los delitos que cada vez más tienen que ser llevados a juicio no solo ilustrativos, sino vinculantes en todo el mundo. Los tribunales estatales, nacionales e internacionales, tienen que establecerse para que las leyes de la Naturaleza sean no solo aprobadas, sino respetadas, y detener definitivamente el absurdo paradigma de una jurisprudencia que solo proteja los derechos de un sector minoritario de los seres humanos. Multitud de gobiernos neoliberales en el mundo son solo fieles representantes de las políticas de las grandes corporaciones transnacionales estadounidenses, canadienses, europeas, rusas, chinas y japonesas, dispuestos a vender todo: tierras, aguas, bosques, biodiversidad, ecosistemas, cultura, soberanía, autonomía, identidad, e incluso el futuro de las generaciones venideras y a sus propios trabajadores, pueblos y comunidades originarias. 

 

Estas empresas, grandes agentes del capitalismo globalizado, han perpetrado una profunda catástrofe ambiental arrasando ecosistemas, biodiversidad, flora y fauna, clima, atmósfera, bosques (como en la Amazonía), fraguando deforestación y desertificación en las narices de las idílicas leyes constitucionales, tratados, acuerdos, convenios y declaraciones internacionales; en última instancia, son actores funcionales del omnímodo poder del capital transnacional. Del mismo modo, han destruido especies marinas, ríos, lagos, lagunas ubicadas en cabeceras de cuenca, manantiales, puquiales (nacientes de agua andinos), bofedales (humedales de altura) y glaciares (fuentes de agua dulce). En resumen, han perpetrado y perpetran espirales de ecocidio en correspondencia con la barbarie irracional civilizatoria, que persiste en el insostenible consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), en la agricultura industrial, en la ruina de los hábitats, en el extractivismo minero y petrolero; en la ruina de bosques, en el tráfico voraz de los "diamantes de sangre", en los "minerales de conflicto"; en el uso universal de plaguicidas, en el fraude de los transgénicos, en las alteraciones de los nutrientes; en el uso de materiales químicos, en la polución, en los desechos tóxicos y en la basura tecnológica; en la destrucción de la capa de ozono, en la superexplotación de las tierras de cultivo y de los bosques, que impide la oxigenación del medio ambiente; en la contaminación nuclear (Fukushima) y en el derretimiento de los glaciales, que desencadena cambios bruscos en el clima, generando tormentas sin precedentes y produciendo un sinfín de éxodos masivos, de refugiados ambientales. La única solución a todo ello es que hay que dejar de crecer. Desde el principio de la industrialización, existen dudas y críticas al crecimiento como credo central de las ciencias económicas convencionales. En 1972, el informe del Club de Roma, titulado "Los límites al crecimiento", planteó por primera vez la necesidad de revisar los procesos de crecimiento económico, pues de seguir en ese camino, se provocaría la destrucción del planeta. Después de esta primera discusión, se llevaron a cabo diversos debates sobre el tema. El último debate coyuntural se realizó después de la crisis financiera mundial de 2007. El colapso del banco Lehman Brothers, de los convenios internacionales sobre cambio climático, y la catástrofe atómica de Fukushima, fueron eventos significativos que marcaron estos debates. 

 

Las crisis del capitalismo financiero, la crisis ambiental con el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y la creciente desertificación, se conectan con la dinámica y el efecto del suicida crecimiento económico. Nuevos términos y vocablos se acuñan para intentar ofrecer una alternativa, o quizás un nuevo estadío al que tengamos que evolucionar, tales como post-desarrrollo, post-crecimiento, etc., pero está claro que necesitamos otro paradigma donde descanse nuestra economía, más allá del desarrollo convencional que nos ha traído a esta situación. El concepto de Decrecimiento ataca fundamentalmente la visión de una economía basada en los pilares actuales. Propaga una visión igualitaria y democrática de una economía que primero tiene que decrecer para, después, terminar en una economía estable que no crece más (steady state economy). El decrecimiento, como tal, no es verdaderamente una alternativa concreta, sino más bien la matriz que daría lugar a la eclosión de múltiples alternativas. Serge Latouche es uno de los padres de este concepto. Nosotros hemos incluido (y seguiremos incluyendo) muchas citas suyas como entradilla a nuestros artículos. Este pensador describió la utopía concreta del decrecimiento en ciertos principios: reevaluar lo que cuenta; reconceptualizar conceptos claves como riqueza, pobreza o valor; reestructurar al aparato productivo según estos nuevos conceptos; redistribuir la riqueza y el acceso a los recursos naturales entre Norte y Sur y entre las clases sociales; reducir producción y consumo, especialmente para productos, bienes y servicios con gran consumo de energía o cuya producción perjudica al medio ambiente; reusar productos y reciclar basura. En su perspectiva, existen pueblos y regiones autosuficientes y políticamente autonómos que intercambian ideas, pero pocos productos o capital. La visión para el Norte global es que alimentos, energía y dinero solo se intercambian en el ámbito local. El Sur global, según esta visión, puede crecer hasta llegar a satisfacer las necesidades de la población, y después, definir su propia transición. Serge Latouche hace un llamamiento a liberar al Sur de la falsa promesa de seguir el ejemplo del Norte, pues en caso contrario la réplica de los modelos económicos nos hundirá aún más en la catástrofe. Lo que resulta complicado, no obstante, es conectar los conocidos límites ecológicos del crecimiento con los asuntos de justicia social, de la equidad, e incluso de la propia democracia. Hace falta construir alternativas sociales y económicas para las personas que trabajan (muchas de ellas durante toda su vida) en sectores económicos a desmantelar, pues no podemos abandonarlas a su suerte (la minería, la construcción de vehículos...). 

 

Los sindicatos son sobre todo las piezas clave de este engranaje que tienen que evolucionar, pues su discurso continúa anclado en viejos preceptos de la izquierda más clásica, que hoy día se vuelven incompatibles con los nuevos paradigmas que conviene adoptar. Por ejemplo, los sindicatos se aferran generalmente a la meta de que cada persona debe tener un empleo asalariado a ocupación plena, lo cual dista mucho de la realidad económica que vivimos, y a la que podemos aspirar (Véase nuestra serie de artículos "Arquitectura de la Desigualdad", donde en su bloque temático correspondiente hemos discutido mucho sobre todo lo que rodea al trabajo y al mundo laboral). Según esa posición de los sindicatos, ello sería posible (incluso con un reducido crecimiento económico) solo si el eje central de la economía fuera el sector servicios. Dicho sector solo utiliza un 20% de la energía que necesita el sector productivo. Pero la realidad es muy diferente. Todavía quedarían fuera millones de trabajadores y trabajadoras del resto de sectores productivos y modelos de negocio, que también aspiran a una vida digna. Nosotros abogamos por las posturas ecosocialistas y ecofeministas, que nos parecen más acertadas al respecto. Las posiciones feministas, por ejemplo, al contrario que los sindicatos, mantienen y desarrollan la postura de que hay que reducir el tiempo de trabajo (se está ya proponiendo la jornada de 34 horas semanales, y habría que reducirla a 30) asalariado para repartir, de manera más justa, el trabajo reproductivo, social y político, y así reducir el crecimiento económico de la esfera capitalista, y a la vez, combatir la división patriarcal del trabajo. Al mismo tiempo, se ganaría calidad de vida (una vida más tranquila y sosegada, posibilidad de disfrutar del tiempo libre, de compartir con las familias y amigos...) si cada persona asalariada trabaja menos horas, a la vez que contribuimos a que más personas puedan trabajar. Todo ello sin reducción salarial, aunque debería ser complementado con una Renta Básica Universal (RBU) con las características de incondicionalidad, universalidad e individualidad (en la referida serie de artículos "Arquitectura de la Desigualdad" hemos expuesto al completo todo lo relativo a esta prestación). Y por supuesto, otra propuesta para entrar en economías postcrecimiento consiste en olvidar definitivamente la fabricación y negocio con tecnologías destructivas, tales como la producción de armas, la energía atómica y la ingeniería genética, que son gigantescas fuentes de crecimiento y destrucción. Lo peor de ello es la resistencia que ofrecen las grandes corporaciones que se sitúan detrás de estos modelos de negocio, tales como el complejo industrial-militar-tecnológico, sin duda uno de los más potentes del mundo. Necesitamos, en última instancia, un nuevo modo de vida solidario-ecológico ligada a esa actividad decrecentista. Si no conseguimos organizar este debate y movilizar a la sociedad para el cambio necesario, terminaremos teniendo una sociedad postcrecimiento, por la fuerza de los hechos, con el peligro ecofascista que de ello se deriva: será destructiva, tanto en lo social como en lo ecológico. Continuaremos en siguientes entregas.

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15 noviembre 2019 5 15 /11 /noviembre /2019 00:00

[…] reconocen a la educación como un derecho que las personas ejercen a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del Estado. Constituye un área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal, garantía de la igualdad e inclusión social y condición indispensable para el buen vivir. […] debe estar centrada en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio ambiente sustentable y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural, democrática, incluyente y diversa, de calidad y calidez; impulsará la equidad de género, la justicia, la solidaridad y la paz

Extracto de la Ley Orgánica Reformatoria a la Ley Orgánica de Educación Intercultural de Ecuador

Es evidente que si pretendemos disfrutar de una educación con las características de la cita de entradilla, no podemos dejar en manos de los padres la educación pública, sino que ha de ser una cuestión de Estado. Es la sociedad, democráticamente organizada, la que ha de controlar una educación pública que se ajuste a dichas características. Pero hoy día, con el avance del neoliberalismo, se hace muy difícil abanderar un discurso que cuestione el supuesto "derecho" de los padres sobre la educación de sus hijos. Es un axioma totalmente falso, y vamos a intentar explicarlo, basándonos en este artículo de Miguel Ángel Cerdán para el medio Diario 16. Porque, como muy acertadamente han argumentado los autores del texto "Escuela o Barbarie", más bien son los hijos los que tienen que tener derecho a librarse de los prejuicios o ideología de sus padres. No es justo ni democrático que porque unos padres sean por ejemplo testigos de Jehová, miembros del Opus Dei, o partidarios de unirse al Estado Islámico, tengan que determinar la educación de sus hijos, para que en vez de educarse bajo parámetros democráticos, se vuelvan adictos a su filosofía de vida. La escuela pública debe actuar como antídoto y como remedio para evitar estas posibles situaciones. Si unos determinados padres desean que sus hijos sean formados en determinadas creencias o aptitudes, deben optar por la escuela privada. Pero en medio de ambas, desde los primeros gobiernos del PSOE de Felipe González, se levanta una institución muy sospechosa, como es la escuela concertada. Un colegio concertado es básicamente un colegio privado que recibe fondos del Estado. El Estado lo financia, a la vez que deja libertad en la implementación de su ideario y de sus prácticas docentes. Al principio la escuela concertada se difundió bajo la excusa de que la escuela pública no llegaba a todo el alumnado que la necesitaba, pero rápidamente comenzó a crecer de una forma peligrosa, y hoy día alcanza un volumen gigantesco. El peligro reside en que lo que aparentemente es una escuela pública, funciona internamente como una escuela privada. Como es muy lógico adivinar, el sector religioso es el que se ha apropiado de la escuela concertada en nuestro país, difundiendo su proselitismo en nuestros colegios. Así lo explica Antonio Piazuelo en este artículo para la web Con Acento: "Cuando, en los años ochenta del siglo pasado, los primeros gobiernos socialistas se aplicaron a la conquista de la Educación gratuita y universal, que llevaba muchas décadas garantizada en la Europa democrática, hacía poco más de un lustro desde el final de la dictadura franquista. Lo raquítico, en medios y en calidad, de la Enseñanza Pública que heredamos del franquismo hacía imposible cubrir las necesidades de escolarización en Primaria y Secundaria, y por el contrario, el nacionalcatolicismo imperante durante cuarenta años había puesto en manos de la Iglesia Católica una imponente red de centros de enseñanza confesional (en muchos casos de élite) que, en buena parte de España, se convertía prácticamente en un monopolio". 

 

De hecho, pocos casos conozco de mi generación (hermanos, amigos, compañeros, vecinos...) que  no estudiaran en colegios religiosos. Y a partir de ahí, los fundamentos del laicismo en la escuela concertada se han abandonado, reivindicando la tradición religiosa católica de nuestro país, y lo peor de ello es que este planteamiento ha acabado recalando también en la escuela pública. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, gobernada ahora de nuevo por la derecha política, la escuela concertada representa cerca del 40% de la escolarización total. Y como argumenta Antonio Gómez Movellán en este artículo para el digital Rebelion, educar a tus hijos en tus propias convicciones religiosas sí parece ser, en nuestro país, un derecho constitucional, lo que en nuestra opinión es un hecho muy grave, puesto que elevar a rango constitucional la tiranía patriarcal y una concepción de la emancipación personal basada no en el desarrollo crítico racional de los alumnos, sino en las convicciones religiosas de los padres, es un planteamiento contrario a la pedagogía. Recordemos lo que decíamos en nuestro anterior artículo, cuando hablábamos de sembrar en el alumnado la semilla de la pregunta, en vez de la respuesta, para que aprendieran a pensar, a reflexionar, y a cuestionarlo todo. Esa idea de una escuela católica, islámica o basada en la preeminencia de cualquier otra religión es absolutamente reaccionaria, y van en contra de los derechos humanos fundamentales. Frente a la idea de una escuela segregada por ideologías o por confesiones religiosas está la idea, alumbrada en el siglo XIX (y aquí representada por la Institución Libre de Enseñanza, que inspiró a los maestros de la II República), de una escuela moderna, instructiva y de desarrollo del pensamiento crítico, una escuela emancipadora frente a las constricciones del pensamiento familiar y social imperante, es decir, está la idea de una escuela pública laica y universal, inclusiva y tolerante, emancipadora en lo personal e igualitaria en lo social. Una escuela con los valores que dábamos en nuestra cita de entradilla. Un sistema de enseñanza basado en la segregación social del alumnado no es una escuela laica. La escuela laica no es aquella que no adoctrina en una ideología o en una religión (que también), sino una escuela que significa una oportunidad de emancipación personal y que promueve la igualdad social. El templo del laicismo es la escuela, como dejó dicho el genial Víctor Hugo. 

 

Un sistema educativo como el que padecemos actualmente, que segrega socialmente entre las clases adineradas y el resto de la sociedad lleva en su germen un sistema social que amplifica la desigualdad. Con este sistema educativo no es casual que España sea uno de los países de Europa, según datos de la OCDE, donde más ha aumentado la desigualdad social. Si se observa el mapa regional de la escuela concertada en nuestro país, se obtendrá también el mapa de la desigualdad regional. ¿Dónde está el grueso de la escuela concertada? En las regiones con más renta: Madrid, Cataluña y País Vasco. ¿Dónde están los niveles de menor concertación? En las regiones con menor renta, Extremadura y Andalucía. Y es en las áreas metropolitanas de mayor renta donde más escuela concertada existe, y donde las órdenes religiosas controlan, en una gran parte, este lucrativo negocio. ¿Financiar públicamente esta desigualdad en la enseñanza es conforme a la Constitución y a la tan cacareada libertad de educación? ¿Acaso la financiación de los colegios privados es una obligación constitucional? Según la Profesora de Derecho Constitucional Ana Valero: "El derecho de creación de centros docentes por personas físicas o jurídicas privadas no exige su financiación por parte de los poderes públicos, no estando obligados a realizar conciertos educativos. La concertación de la escuela privada no es un derecho constitucional, es una concesión que la legislación puede o no reconocer". Quizá se confunde que las leyes deban ser iguales para todos, con el hecho de que no se puede gobernar para todos por igual. Existen opciones de gobierno. En el diseño del sistema educativo se requiere justicia, ambición y una verdadera revolución. Una revolución que debe basarse en la construcción de una escuela universal, pública y laica en nuestro país, pero para ello se requiere desandar lo andado, abandonando la financiación de la escuela concertada (que es, básicamente, una escuela católica). No existen para ello excusas constitucionales, ni siquiera en nombre de la libertad de educación, para parapetarse en el inmovilismo o en la cobardía, y claudicar ante la desigualdad. Debajo de todo ello descansan los privilegios de la Iglesia en el campo de la enseñanza, privilegios que no pueden seguir manteniéndose. 

 

En este artículo para el medio Cuarto Poder, Silvia Casado Arenas explica lo siguiente sobre el supuesto derecho de los padres a la libertad de elección en cuanto a la educación de sus hijos se refiere: "Asombra contemplar este maquillaje por el que la expansión de los negocios de la patronal de la enseñanza --que desde hace ya tiempo insisten en que ellos no son subsidiarios, sino complementarios-- se presentan como un bien universal basado en los principios de los derechos humanos y constitucionales. Habría que comenzar, como explica [Carlos] Fernández Liria en "Escuela o Barbarie", por negar la mayor: aquí lo que está en juego no es la libertad de elección de los padres sino todo lo contrario; la escuela pública se construyó, ante todo, para proteger a los niños del totalitarismo familiar, para abrir una puerta al libre pensamiento en unos niños que, en sus ambientes familiares, pueden estar sometidos a una dictadura ideológica asfixiante y castradora. Nadie tiene por qué asumir como un destino el haber nacido en una familia del Opus, de testigos de Jehová, de integristas islámicos o de hippies contraculturales. Contra lo que se suele decir, la escuela pública no adoctrina, en primer lugar porque hay en ella tanta diversidad que aunque quisiera, no podría; y en segundo lugar, porque los profesores son funcionarios con libertad de cátedra, que no tienen por qué ceder a ninguna presión gubernamental. Se olvida a menudo que para eso se inventó el funcionariado: para apuntalar la división de poderes e impedir injerencias gubernamentales en la enseñanza o la justicia. Son dos virtudes que por definición no puede tener la enseñanza privada o concertada, donde la diversidad puede ser cribada ideológicamente y los profesores pueden ser despedidos por no encajar con el ideario doctrinal del centro. La enseñanza privada no es un bastión de los principios de la Ilustración, sino una lacra medieval y totalitaria incrustada en los principios del Estado de Derecho. Se habla mucho del gran éxito educativo de Finlandia, obviando el hecho de que ahí la enseñanza privada y concertada es prácticamente inexistente". Creo que queda suficientemente explicado. Hay que tener mucho cuidado, porque en el campo educativo, en nombre de la supuesta "libertad" (de los padres, de la educación, de la elección de centro...) se han cometido enormes barbaridades. Una escuela concertada no es más que una escuela privada que recibe fondos públicos, y por tanto constituye una anomalía democrática que no debemos tolerar. 

 

En nombre del Estado, de sus fondos y recursos, únicamente deben financiarse colegios y escuelas que también sean de todos. Cualquier otra modalidad que ponga en cuestión este principio básico no ha de ser admitida. No estamos, aclarémoslo, en contra de la existencia de la escuela privada, hacia la que no tenemos nada que objetar. Pero sí estamos en contra de que con fondos públicos se financien colegios segregacionistas, de élite, religiosos, y que no respondan a las características con las que hemos definido a la escuela pública. La Constitución dice, sí, que los padres tienen derecho a escolarizar a sus hijos (y el deber, añadamos) en el centro que consideren más apropiado, pero no dice en ninguna parte que esa decisión la tengamos que pagar los demás. Hasta ahí podría llegar la broma. Y al igual que no existe el derecho a "ser padres" (de ahí que rompamos con la falacia donde se sustenta la maternidad subrogada), tampoco existe el derecho de la "libertad educativa" de los padres con respecto a sus hijos. Eso es una falacia como un piano. Ni la Constitución ni ninguna ley dice tal cosa. Ha sido la derecha política, social y mediática la que nos ha ido empujando en esa dirección, para que normalicemos esa situación como si fuera un supuesto derecho fundamental. La propia existencia de la enseñanza concertada es una anomalía democrática en sí misma. Rompamos por tanto con dicha anomalía: si al principio la cuestión estaba fundamentada en la existencia de una buena red de centros (y por ello se acudió a los que la Iglesia tenía en su poder), hoy día ya sí tenemos una buena red de centros públicos de enseñanza donde formar a nuestros alumnos/as. Al principio se trataba de una solución transitoria al problema, en tanto el Estado construía una extensa red de centros educativos públicos. La idea era que paulatinamente se iría reduciendo el volumen de esa concertación hasta alcanzar una situación como la que existe en el resto de países de nuestro entorno. Pero han transcurrido más de cuatro décadas, y los centros concertados no solo se han normalizado, sino que además llevan años comiendo terreno a la escuela pública, tanto en centros, como en profesorado y recursos. No podemos seguir soportando esta situación, que conduce a una educación pública residual, si continuamos en esta tendencia. Por tanto, no es cuestión de amenazar ninguna libertad (que por otra parte no existe, como hemos comentado más arriba), ni de violar ningún derecho constitucional, sino de alcanzar el objetivo que se marcó hace más de tres décadas, y que lleva mucho tiempo olvidado, por presiones de la Iglesia Católica y de los gobiernos de derechas. Continuaremos en siguientes entregas. 

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13 noviembre 2019 3 13 /11 /noviembre /2019 00:00
Viñeta: Swaha

Viñeta: Swaha

El antisionismo es, por lo tanto y ante todo, una forma de solidaridad con las reivindicaciones de un pueblo colonizado que sigue luchando por su libertad. Hay un principio simple pero muy poderoso que afirma que nadie es libre mientras no lo seamos todos y todas. Desde este punto de vista, la lucha contra el antisemitismo y la lucha contra el sionismo son las dos caras de una misma moneda. Ambas son luchas contra el racismo y la supremacía étnica, en una palabra, contra la injusticia. Como reza un viejo lema: el antisemitismo es un crimen, el antisionismo un deber

Sai Englert

A lo largo de la historia de los conflictos palestino-israelíes, en general, y a pesar de los intentos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de tender su mano a los israelíes para reanudar el proceso de las negociaciones, sin embargo, Israel hizo siempre caso omiso a estos esfuerzos de los palestinos, dificultando el proceso de paz. La Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU exige a Israel retirarse de los territorios ocupados en 1967. Sin embargo, hasta ahora siempre ha sido incumplida. El 6 de febrero de 2001 tuvieron lugar las elecciones israelíes para elegir al Primer Ministro, tras las cuales la victoria de Ariel Sharon fue indiscutible con el 62,4% de los votos, frente al 37% del Primer Ministro saliente Ehud Barack, que tuvo que abandonar todas sus funciones políticas acusado de rendirse a los palestinos. Los acuerdos de Camp David y Taba habían quedado prácticamente sin legitimidad alguna después de las dos intifadas palestinas, A pesar de su aparente buena voluntad, Ariel Sharon no abogó por el cumplimiento de los acuerdos de Oslo. Durante su gobierno, Sharon anunció que no iba a construir nuevos asentamientos, pero la violencia no tardó en hacer aparición. En efecto, el ciclo de violencia generado por las importantes facciones palestinas se iba incrementando día tras día, y la respuesta del ejército israelí llevando a cabo una incursión en los territorios palestinos ocupados no se hizo esperar. Y así, la intifada se convirtió de forma inevitable en un choque armado cada vez más violento, que causó la muerte de decenas de personas tanto en el lado palestino como en el lado israelí. Durante la intifada se intensificaron además los ataques contra los civiles de forma inesperada, Hamás por ejemplo fue capaz de desarrollar sus morteros y misiles de corto alcance, gracias a los conocimientos técnicos adquiridos en los últimos años. Estos misiles fueron utilizados para bombardear objetivos militares y asentamientos israelíes además de las ciudades fronterizas.

 

Ante tal situación, la ONU ha considerado que las iniciativas del cese del fuego y de la violencia como condición previa para reanudar las negociaciones entre palestinos e israelíes estaban condenadas al fracaso. La organización estimó además que la contención de la violencia solo puede lograrse a través de la presencia internacional directa en la región, mediante el envío de observadores internacionales. Para lograr tal objetivo, era imprescindible enviar una misión internacional de paz constituida conforme a las circunstancias de la región. El fracaso de los acuerdos de Oslo había llevado a la pérdida de confianza de los palestinos en la Autoridad Nacional Palestina, sumando a todo esto, las medidas represivas tomadas por el gobierno de Ariel Sharon. Todos estos factores se unieron para beneficiar los planteamientos de Hamás, que siempre ha defendido que la resistencia armada debe continuar mientras continúe la ocupación israelí de los territorios palestinos. Desde la fundación de Hamás a finales de 1987, como parte de la primera intifada, siempre ha sido el segundo actor en la escena política, y ha trabajado para fortalecer el principio de la resistencia y confrontación a toda costa, ya que de acuerdo al pensamiento de Hamás y sus principios, se autoconsidera el único grupo que defiende la causa palestina, sobre todo en el momento en que la popularidad del movimiento Al Fatah, que era el responsable de los acuerdos de Oslo, alcanzó sus niveles más bajos. Entre 2001 y 2002 era destacado el papel de los grupos islamistas palestinos frente a la debilidad política de Yaser Arafat y de su política de negociaciones incapaz de contener a la insurgencia. A todo ello se unía un caldo de cultivo muy caldeado desde el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de 2001, y la declaración de la Administración Bush de la llamada "lucha global contra el terrorismo". Durante la intifada palestina, surgieron nuevos grupos fundamentalistas que intentaron imitar los métodos de los grupos anteriores. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado del movimiento Al Fatah, también participó en varios ataques contra Israel, teniendo lugar el primero de ellos en noviembre de 2001 en una operación conjunta con los activistas de la Yihad Islámica. 

 

El "mártir" era la figura que más importancia cobraba entre los islamistas palestinos, y fue usado para dar fuertes golpes en Israel, ya que en su pensamiento, la persona palestina que perpetra ataques contra Israel era una persona inspiradora para miles de jóvenes, niños y adolescentes palestinos. En palabras de Rana Zhran, en cuya tesis doctoral nos estamos documentando para este relato: "Se puede decir que la resistencia palestina empezó a conocer cambios en sus tácticas, en su discurso y en sus métodos a partir de 2000, en el momento en que fueron enterradas las voces del diálogo político secular y democrático debido al enorme odio, la intolerancia y la falta de lógica (irracionalidad)". Como resultado de los ataques por sorpresa y de la inseguridad, la opinión pública israelí se dividió en dos grupos: a) un gran porcentaje de la población no tiene ninguna esperanza de que se llegue a la paz, por eso está a favor de la expulsión de los palestinos de los territorios sagrados hacia el otro lado del río Jordán. Y según las encuestas realizadas en Israel en el verano de 2000, el 7% de la población judía opina que la expulsión de los palestinos es la solución adecuada para el conflicto. Este porcentaje se elevó al 33% en marzo de 2002, y durante el auge de los ataques suicidas, la cifra alcanzó el 44% en el mes de abril. b) como respuesta a las violaciones de las fuerzas del ejército hebreo, había una parte de la población judía que abogaba por la formación de otro grupo que reclamaba la retirada de Cisjordania y Gaza, así como la defensa de su población árabe. Paralelamente a esto, el mundo fue testigo de un acontecimiento que podría beneficiar a los palestinos: el 10 de noviembre de 2001, el Presidente estadounidense George Bush pronunció un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que afirmó que cualquier intento de lograr una paz justa y duradera en Oriente Medio, debe incluir el reconocimiento de la existencia de dos Estados (Israel y Palestina) que deben convivir juntos en paz y dentro de fronteras seguras y reconocidas de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. El 22 de marzo de 2002, el Consejo de Seguridad volvió a reiterar las mismas palabras de Bush, en su Resolución 1397 en la que se estipula que "en la región en que dos Estados, que son Israel y Palestina, vivan uno al lado de otro, dentro de fronteras seguras y reconocidas". 

 

Todo parecía indicar que había aumentado el interés de la comunidad internacional por solucionar el conflicto palestino-israelí después de años de parálisis y estancamientos que habían plagado las negociaciones, influenciadas además por los atentados del 11-S. Una vez agotadas todas las posibilidades de diálogo con los palestinos, la gran mayoría de los israelíes creía que el único camino viable para lograr la paz era la separación física entre el lado palestino y el lado israelí, y gracias al apoyo popular en esta dirección, el gobierno israelí comenzó en agosto de 2002 la construcción oficial de un muro de seguridad dentro de los territorios de antes de 1967. El gobierno israelí no respetó los territorios de la Línea Verde y la incursión en Cisjordania, que no se acompañó de la retirada israelí de los asentamientos. El muro o valla de seguridad fue construido por Israel a lo largo de toda Cisjordania, alegando que posee una función de seguridad para evitar infiltraciones de "terroristas" palestinos. Consiste en un sistema de vallas y alambradas a lo largo de aproximadamente el 90% de su trazado, y el 10% restante adopta la forma de un muro de hormigón prefabricado de hasta 7 metros de altura, creado con módulos individuales dispuestos uno al lado de otro, e intercalados cada cierto intervalo con torretas para el control militar. Las partes de hormigón fueron erigidas para impedir ataques desde los edificios del lado palestino contra los vehículos que circulan en el lado israelí. La longitud del muro alcanza hasta 270 Km., que se dividen entre el sur de Cisjordania y la Franja de Gaza y en el entorno de Jerusalén. En diciembre de 2003 se celebraron nuevas elecciones en Israel en las que se impuso Benjamín Netanyahu, pero en el seno del Likud, hubo una encarnizada lucha de poder entre éste y Ariel Sharon. Netanyahu intentó captar los votos de los extremistas religiosos, y en esta batalla, Netanyahu utilizó un implacable discurso derechista y extremista, de forma que la imagen de Ariel Sharon se convirtió en la figura del líder político moderado. El aumento de la violencia por parte de los palestinos durante los días previos a las elecciones contribuyeron igualmente al clima desestabilizador. Los enfrentamientos cotidianos entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes se habían convertido ya en una rutina, con los ataques y las represalias a los asesinatos selectivos de líderes de Hamás. Tantos enfrentamientos han conducido también a que tanta violencia haya sido normalizada por la población judía, y a que la opinión pública israelí se acostumbrara a ellos, aunque algunas veces se viera conmocionada por el elevado número de víctimas. 

 

En el marco del ataque de Estados Unidos a Irak en 2003, éstos ejercieron la presión sobre Yaser Arafat en su calidad de Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, pidiendo la reestructuración de este órgano y la designación de un Primer Ministro con el objetivo de la descentralización del poder y la designación de un nuevo interlocutor para Israel, tal como lo reclamaba desde el inicio de la intifada con el fin de hacer que la reanudación del diálogo fuera posible. Y el 30 de abril de 2003, Mahmud Abbas, conocido como Abu Mazen, fue nombrado Primer Ministro. Abu Mazen era uno de los grandes defensores del desarme de la intifada palestina por ser uno de los principales artífices de los acuerdos de Oslo y las negociaciones de paz con los israelíes. El nuevo portavoz del gobierno de la ANP pudo merecer la confianza de Bush para conectar su visión sobre el proceso de paz según se configuró en julio de 2002, visión integrada por Rusia, la ONU, la Unión Europea y los Estados Unidos, cuatro integrantes que fueron conocidos como El Cuarteto. Tras las negociaciones preliminares que tuvieron lugar a finales de abril de 2003, la comisión del Cuarteto presentó una propuesta bajo el nombre de Hoja de Ruta cuyo principal objetivo consistía en lograr un acuerdo definitivo y amplio sobre el conflicto palestino-israelí en 2005. Una solución definitiva que se podría lograr vía negociaciones y diálogo, concertación, pacto y acuerdo, cesión por ambas partes, hasta alcanzar el establecimiento del Estado Palestino Independiente y democrático, que pudiera vivir en paz y seguridad junto al Estado de Israel y los países vecinos. Esa solución, según la Hoja de Ruta, llevaría a poner fin al conflicto palestino-israelí y a la ocupación que había comenzado en 1967. La primera etapa de esa Hoja de Ruta ordenaba a la Autoridad Nacional Palestina detener e interrumpir los ataques violentos contra la población civil por parte de los grupos islamistas armados. El acuerdo obligaba a la ANP a desmantelar los grupos armados y confiscar sus armas ilegales, mientras que Israel fue obligado a poner fin a las deportaciones de los palestinos, y a parar los ataques contra los civiles palestinos y la confiscación o demolición de sus bienes. Continuaremos en siguientes entregas. 

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11 noviembre 2019 1 11 /11 /noviembre /2019 00:00
Viñeta: Gatis Sluka

Viñeta: Gatis Sluka

Los más altos logros de la vida humana no tienen que ver con el consumo material: el afecto, el respeto propio, el reconocimiento mutuo, el sentirse acogido, la alegría de cooperar y conseguir fines comunes, el juego, la actividad autónoma, la fruición estética, el placer sexual, el amor

Jorge Riechmann

En el artículo anterior introdujimos que uno de los principales valores de la economía bajo el paradigma del Buen Vivir es el intercambio recíproco de bienes, productos y servicios. Este es un concepto muy amplio, que puede albergar y manifestarse desde múltiples opciones y posibilidades. Por ejemplo, el intercambio de trabajos en labores que no demanden tiempos prolongados como la construcción de una casa, la preparación de la tierra, el préstamo de herramientas, las enseñanzas diversas en tareas concretas, etc. Quien recibe el favor está moralmente obligado a devolverlo dentro de ocasiones similares, lo cual fortalece los lazos de solidaridad y reciprocidad. Se recibe para dar, o quien da recibe. El intercambio se genera en el marco del trabajo, y el trabajo es la experiencia con los otros, pues es un lugar para construir relaciones. Lo cierto es que todo el mundo tiene algo para dar por más necesitado que se encuentre, y todo el mundo puede recibir algo a pesar de encontrarse en una situación bastante desahogada. El intercambio recíproco nunca es determinado por la ley, sino por la generosidad de quien ofrece, y la apertura de quien recibe. En la sociedad capitalista, en cambio, la acción de dar está mediada por el dinero, y está sometido a la ley de la especulación. Bajo el Buen Vivir, la acción de dar es voluntaria y se sostiene en el marco de la proximidad, y dentro de relaciones cercanas. Se ofrece a la persona cercana (vecinos, familiares, amigos, conocidos...) y por medio del ofrecimiento mostramos la intención de querer ser próximos al otro. Y por otra parte, quien recibe se acerca al corazón de quien ofrece, y quien da busca la cercanía de los otros. El trabajo humano se convierte en razón y motivo de convivencia, donde las relaciones de solidaridad van y vienen en todas las direcciones, y con toda normalidad. El dinero, bajo el marco de la solidaridad interpersonal, adquiere una dimensión distinta, pues además de perder el valor económico que posee, comienza a admitir otras posibilidades monetarias, que aportan valor añadido, que pueden ser locales en vez de nacionales o supranacionales, y que comienzan a poseer un verdadero valor de uso. De hecho, en casi todo el mundo existen ya monedas locales, que no poseen el valor "oficial" del dinero, pero que las pequeñas comunidades utilizan como intercambio por bienes y servicios. 

 

No todos poseemos las mismas capacidades. Nos necesitamos los unos a los otros. Desarrollar tareas para los demás en el marco de la solidaridad es un buen motivo no solo para relacionarse, sino también para adquirir sin más intereses lo que necesitamos para vivir (alimentos, vestido, calzado, tecnología, vivienda...). Esta solidaridad, reciprocidad e intercambio debe llegar a todas las esferas sociales dentro de nuestro marco de proximidad, para intentar en la medida de lo posible revertir las peligrosas desigualdades que nos alejan. De hecho, la desigualdad es la consecuencia de nuestro modelo económico capitalista. Sobre los indigentes, por ejemplo, sobre los sin techo, sobre los desempleados, etc., los gobiernos con una cierta conciencia social suelen implementar programas básicos para protegerlos, pero siempre bajo la condición de víctimas, con el estigma de pobres, es decir, renunciando a la plena condición de sujetos en igualdad. En realidad, "Quien esté mal que se las arregle como pueda" es la máxima filosófica del capitalismo. En cambio, ser recíproco y solidario porque hay diferencias para obtener la igualdad en cuanto a satisfacer las necesidades materiales, es el verdadero sentido de la reciprocidad bajo el Buen Vivir. No son los más competitivos quienes están mejor. Tampoco son los más aptos los que pueden sobrevivir mejor, sino que la comunidad ha de preocuparse por todo el mundo. Sabiendo que existe una desigualdad regular, la reciprocidad es la vía para Vivir Bien, pero también para que ese Vivir Bien llegue a todo el mundo. La organización económica a cualquier escala del Buen Vivir no es contraria a la existencia de los bancos, pero los bancos han de adquirir propiedades, características y dimensiones muy distintas a las que poseen actualmente. Deben ser bancos éticos y solidarios, almacenes y reservorios del capital local de las personas, empresas e instituciones, e instrumentos al servicio del Buen Vivir de todo el mundo, lo cual se traduce en que dicho capital debe estar disponible para quien lo necesite: proyectos, empresas locales, necesidades familiares, préstamos laborales, y un largo etcétera de modalidades deben poner el capital bancario a disposición del que lo necesite de forma justificada. La banca bajo el Buen Vivir se olvida de su actividad especuladora, y se pone al servicio de la comunidad. Los fondos bancarios dejan de participar en inversiones y empresas que no posean un mínimo de ética en sus negocios, y están para ayudar en la plasmación de los derechos humanos y de la Naturaleza de cada comunidad. 

 

Un puntal básico de la relación de reciprocidad es dar al que no tiene, muy al contrario que la filosofía bancaria capitalista, cuyas reglas para un préstamo son asegurar la devolución del mismo mediante garantías, y ganar con la necesidad de los demás. Por ello, la reciprocidad dentro del capitalismo no es posible, la gratuidad no existe, el dinero es protegido y no las personas, ni los pueblos, ni los animales, ni la naturaleza. La reciprocidad, por tanto, no es negocio. Dicho punto de vista ha de ser erradicado. Ser recíproco con el que no tiene está fuera de toda ganancia, y es un acto que se efectúa por solidaridad. Pero aunque no exista ganancia, sí existe compromiso de devolución del préstamo efectuado, y debe devolverse lo prestado mediante el trabajo u otras actividades, es decir, recíprocamente. En el Buen Vivir no se requiere haber hecho algo para recibir algo. De esta manera, quien recibe queda comprometido en el futuro con el trabajo comunitario. Debemos recuperar el famoso principio marxista: "A cada cual según su necesidad, de cada cual según su capacidad". Pero incluso, hay que dar sin necesidad de recibir, es decir, sin esperar nada a cambio. Dar todo sin esperar nada es un principio que desmonta absolutamente las relaciones del capital. El dar sin retorno es la forma más radical de la solidaridad, porque parte de la base de que basta que otros lo necesiten para que deban recibirlo de quien lo tenga. Freddy Javier Álvarez González afirma sabiamente: "En cierta forma, la única reciprocidad posible es aquella que anula la reciprocidad, porque da simplemente sin esperar devolución alguna". El Buen Vivir recupera y gira en torno a los valores universales de la amistad, la participación, la justicia, la solidaridad, el compromiso y el bien común. ¿Reniega el Buen Vivir de los mercados? En absoluto, pero es evidente que los mercados requieren una reconceptualización política y económica, tras todo lo dicho anteriormente. Nos basaremos en las indicaciones expuestas en el texto de Alberto Acosta "El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo", que puede descargarse gratuitamente desde Internet. Los mercados, bajo el Buen Vivir, deben ser entendidos como espacios de intercambio de bienes y servicios en función de la sociedad y no solo del capital. Es más, el buen funcionamiento de los mercados, para los fines instrumentales que la sociedad les asigna, requiere que no sean completamente libres. Los mercados libres nunca han funcionado bien y han acabado en catástrofes económicas por unas razones u otras. Sin un marco legal y social adecuado, "los mercados pueden ser totalmente inmorales, ineficientes, injustos y generadores del caos social", nos recuerda el economista español Luis de Sebastián. 

 

De ninguna manera se puede creer que todo el sistema económico debe estar inmerso en la lógica dominante de mercado, pues hay otras muchas relaciones que se inspiran en otros principios de indudable importancia, como la reciprocidad de la cual acabamos de hablar. Similar reflexión podría extrapolarse a ámbitos como la educación pública, la defensa, el transporte público, los servicios de banca pública (a los que también nos hemos referido anteriormente) y otros servicios que generen bienes públicos o atiendan derechos fundamentales. No todos los actores de la economía pueden estar sometidos a la ley de la oferta y la demanda, o actuar movidos por el lucro. En definitiva, al mercado hay que someterlo y controlarlo, pero no asumirlo como mecanismo de dominación. Los mercados bajo el Buen Vivir han de ser éticos y civilizados, y esto implicará regulaciones e intervenciones estatales, además de una creciente participación democrática del conjunto de la sociedad. Quizá lo mínimo que podamos esperar de unos buenos mercados es una ley para regular la competencia, de tal forma que dejen de existir fórmulas de abuso oligopólico o monopólico en algunos aspectos de la economía. Y otro aspecto que debe regularse correctamente es el de la propiedad privada. Hay, más bien, que garantizar el derecho a la propiedad de quienes nada o muy poco tienen. Hemos de contemplar la función social de la propiedad, tanto como su función ambiental. Esta nueva óptica de la economía consolida el principio del monopolio público sobre los recursos estratégicos, pero a su vez establece una dinámica de uso y aprovechamiento de esos recursos desde una óptica sostenible, con la necesidad de disponer de mecanismos de regulación y control en la prestación de los servicios públicos desde la sociedad. Igualmente considera las diversas formas de hacer economía: estatal, pública, social, privada, mixta, comunitaria, asociativa, cooperativa...La redistribución de la riqueza (de la tierra, del agua...) y la distribución del ingreso, con criterios de equidad, así como la democratización en el acceso a los recursos económicos, como son los créditos y préstamos, está en la base de esta economía solidaria del Buen Vivir. 

 

Las finanzas deben cumplir un papel de apoyo al aparato productivo, y dejar de ser instrumentos de acumulación y concentración de la riqueza en pocas manos (hecho que alienta la especulación financiera y la financiarización de la economía). De entrada, los bancos han de ser despojados de su control y participación en las empresas no vinculadas a la actividad financiera, así como de sus medios de comunicación. No es aceptable que el accionariado de un banco, que maneja los recursos económicos y productivos de toda la comunidad, tenga bajo su propiedad cientos de empresas y medios de comunicación, que actúan a su servicio. Debe reconocerse a las finanzas populares como las promotoras del desarrollo, sobre todo local, incentivando la creación de una banca pública de fomento, como aglutinadora del ahorro interno e impulsora de economías productivas de características más solidarias, como mencionábamos más arriba. Los paradigmas económicos, en definitiva, han de ser reconvertidos y guiados bajo otros objetivos, para otros fines, alrededor de otros parámetros. Cambiar los indicadores económicos para que nos midan la felicidad y la igualdad de nuestra sociedad, diseñar una banca bajo parámetros éticos y solidarios, alterar la redistribución de la riqueza de forma justa, diseñar mecanismos de intercambio recíproco de recursos culturales, económicos, sociales y científicos, repartir el trabajo existente, dotar a todas las personas de unos ingresos mínimos de existencia, controlar los ingresos máximos, regular las aportaciones fiscales del conjunto de la sociedad, atravesar todos los mecanismos productivos de la perspectiva ambiental y sostenible, abandonar los modelos económicos basados en los combustibles fósiles, recuperar modelos productivos y nichos de negocio emergentes para satisfacer las R (reusar, reciclar...), y sobre todo, activar los mecanismos de solidaridad y reciprocidad social son cambios fundamentales a los que debemos dirigirnos si pretendemos actualizar mínimamente nuestros fundamentos económicos hacia el Buen Vivir. Las bases de nuestra economía han de cambiar, abandonando los paradigmas capitalistas, y acercándonos a otros modelos más guiados hacia las personas, hacia los derechos humanos, hacia la justicia social y ambiental, hacia el mundo animal, hacia la naturaleza, hacia el medio ambiente, hacia la sostenibilidad. Continuaremos en siguientes entregas.

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8 noviembre 2019 5 08 /11 /noviembre /2019 00:00

Las escuelas, las universidades y otras instituciones centradas en la educación, deben ser redefinidas como esferas públicas democráticas, cuyo papel principal descanse en la conformación de ciudadanos activos y en la consolidación de ciudadanía crítica. Instancias que más que servir a la reproducción de las prácticas y lógicas sociales imperantes, nutran la alfabetización política y el compromiso moral. Esto implica asumir la labor de los profesores como intelectuales públicos cuyas funciones rebasan los muros de los salones de clase

Marlon Javier López

Con la ayuda de este artículo del asesor filosófico Vicente Berenguer (publicado en el medio digital Rebelion), insistiremos en nuestra visión sobre el concepto de educación que profesamos, que no es otro que el de enseñar a pensar. Los procesos de memorización, en este sentido, son enemigos de esta idea. Relata Berenguer: "Si atendemos a las bases de los modelos educativos de los distintos países, que salvo excepciones son prácticamente los mismos, vemos que éstos están basados en una serie de premisas. Por ejemplo, advertimos que una de ellas es que la educación debe fundamentarse en la respuesta. Esto quiere decir que se transmiten una serie de conocimientos que el alumno debe incorporar. La persona, de este modo, irá adquiriendo una cultura y en definitiva unos contenidos que le serán supuestamente útiles a lo largo de la vida. Conocer la tabla periódica de los elementos, el volcán más alto de Nicaragua o los ríos más importantes de China es algo muy recomendable y son materias que deben ser enseñadas por los sistemas educativos. El problema surge cuando el sistema basa por completo la educación de los ciudadanos en las respuestas y en la absoluta memorización de contenidos y no en la reflexión". Porque en efecto, no es importante únicamente que a los alumnos se les cuente que hubo una Guerra Civil entre los años 1936 y 1939 en nuestro país, sino que los alumnos reflexionen en torno al por qué de dicho terrible acontecimiento histórico. Las mentes del alumnado no deben comportarse solo como recipientes de datos e informaciones, sino como sujeto de reflexiones. Si nuestras mentes no son educadas en la reflexión, en la edad adulta nos parecerá un ejercicio ajeno e incomprensible, aburrido y cansado. Por otra parte, para una buena reflexión nuestras mentes deben ser desalojadas de todos los posibles prejuicios que podamos albergar. La educación, entonces, debe procurar todo ello. Para ello, nuestra educación no debe girar tanto en torno a las respuestas, sino en torno a las preguntas. Se nos enseñan contenidos (fórmulas químicas, hechos históricos, datos de animales y plantas, fundamentos matemáticos...) y los memorizamos para posteriormente olvidar muchos de ellos, y sin embargo, no se nos instruye desde la pregunta, desde el interrogante inicial, que debe desembocar en el interrogante final. 

 

Porque conducir al alumnado hasta ese interrogante final no es un proceso nada fácil, sino complejo y que requiere alguna actividad mental. Y es que la pregunta, al contrario que la respuesta, moviliza al pensamiento y lo expande, no lo constriñe, no lo limita, no lo encorseta, posibilitando así que el alumno reflexione y explore (hasta encontrar) otras posibilidades. Con la respuesta todo viene dado, en cambio, mediante la pregunta, se activa nuestro pensamiento. No activamos el pensamiento de los demás, sino el mío propio. No encargamos una respuesta enlatada, sino una respuesta pensada, reflexionada. El motivo de que nuestros sistemas educativos estén enfocados de esta forma errónea radica en que el sistema no busca ciudadanos reflexivos con pensamiento autónomo, sino todo lo contrario: busca personas sin capacidad para la crítica ni el cuestionamiento. El razonar, el pensar y el cuestionar son actividades humanas a alto nivel, pero para que las personas las utilicen, hay que sembrar esa semilla en sus mentes. Si no las sembramos, dichas personas se convertirán en adultos borregos sin capacidad de pensar por sí mismos, de proponer o concebir otras alternativas a la realidad dominante, y por tanto, solo con la capacidad de comportarse como seguidores o correligionarios del sistema imperante. Porque pensar es también cuestionar: pensar es no aceptar intelectualmente cualquier idea por el hecho de formar parte de la tradición, la cultura, la política o la religión de una zona. Pensar es reflexionar sobre cualquier cuestión de forma autónoma, es poder realizar un análisis personal manteniendo la autonomía, y la autonomía y la libertad son cosas que no gustan a los poderes fácticos, que instalan, como decimos, un sistema educativo basado en la respuesta, en vez de en la pregunta. No se nos enseña a hacer preguntas, sólo a contestarlas, pero la inteligencia no se despliega de esta forma, sino siendo capaces de analizar una situación, interrogando sobre la misma y planteando otras alternativas. No se nos instruye en la tarea de hacernos preguntas, porque lo que se busca es justamente ciudadanos que no piensen, personas que no ejerciten la crítica, alumnos que no expandan sus mentes. 

 

Los sistemas educativos actuales pretenden construir seres simples mentalmente, sin capacidad de crítica. Y así, la misión de estos futuros seres adultos dentro de la sociedad no será pues el cuestionarse todo: el sistema económico, el tipo de organización social, el conjunto de nuestras tradiciones, la legislación actual, el sistema de reparto de la riqueza, la educación de las nuevas generaciones, etc. Las personas no se habrán formado para todo ello, sino para otra cosa bien distinta, como es el aceptar todo aquello que se nos diga, ya que los futuros adultos educados de esta forma no podrán vislumbrar ni plantear alternativas a lo fáctico, debido a que no se les ha enseñado a pensar, no se les ha instado desde jóvenes a preguntarse y a concebir otras realidades, sino más bien a dejar de hacerlo. De esta forma el sistema logra educar a una sociedad que no se cuestiona nada, consigue construir ciudadanos sumisos, ya que desde pequeños se nos aparta del arte de la pregunta, del ejercicio de la reflexión, y por tanto del pensamiento. Porque pensar, algo que cada vez es menos frecuente, nos hace libres: libres en cuanto a poder elaborar un pensamiento crítico y propio, y libres en cuanto a poder desarrollar nuestras capacidades evitando convertirnos así en puros autómatas. La educación debe consistir en el pleno desarrollo de la personalidad humana. Educar es formar una personalidad ética; es formar personas autónomas y responsables, capaces de adquirir criterio y de dar cuenta de lo que hacen y por qué lo hacen. Un régimen político abierto, igualitario y democrático dedica gran parte de sus recursos a la formación. Por el contrario, un régimen injusto y cerrado piensa en aniquilar la educación. Esto es así porque las dictaduras se basan en la incultura del pueblo, mantener un pueblo inculto e ignorante es fundamental bajo dictaduras, para que dicho pueblo no se rebele. Los regímenes opresores, las dictaduras, los regímenes de derechas, lo primero que hacen es convertir a la población en una masa ignorante, para poder así manipularla, capitalizarla, dirigirla, adoctrinarla, etc. De ahí que la educación sea un objetivo fundamental a ser atacado por estos regímenes. 

 

Lo que debemos hacer es justo lo contrario, es decir, formar al pueblo, a sus gentes, a sus niños y niñas, a sus jóvenes y adultos, porque una buena educación es fundamental para crear pueblos libres. Las revoluciones verdaderas, emancipadoras, fomentan siempre la cultura del pueblo, nunca su incultura, su banalidad, su ignorancia o su imbecilidad. La estulticia colectiva siempre es fruto de sistemas educativos pobres. La Historia de la Humanidad está llena de ejemplos que ilustran lo que decimos. Para ello es importante también una educación no basada en prejuicios. Y es que los prejuicios bloquean nuestro entendimiento y nuestra capacidad de comprender las constantes transformaciones del mundo en que vivimos, tal como afirma Agustín Vega Cortés en este artículo para el digital Rebelion. Los prejuicios constituyen la inmutabilidad del pensamiento, el parapeto tras el cual se refugia la ignorancia y el miedo a lo nuevo. Y son tan difíciles de destruir (Einstein afirmaba que "es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio") porque forman parte del andamiaje básico mental de todo individuo, incapaz de mirar a los demás con una mirada limpia de odios y temores, de supersticiones y de (pre)supuestos. Nuestro imaginario cultural puede nutrirse de miles de prejuicios, apoyados por una deficiente educación, por nuestros padres y/o amigos, por los medios de comunicación, etc. Y así, prejuicios como que pertenecemos a una raza superior, que los extranjeros son violentos, que la paz mundial es imposible, que los hombres son superiores a las mujeres, que la violencia es una forma de solucionar los problemas, que el principio de autoridad debe prevalecer siempre, que los homosexuales son personas enfermas, que el universo tiene que tener algún sentido, y un largo etcétera, pueden abordarnos de forma frecuente durante alguna etapa de nuestra vida, debido a todos los factores que hemos mencionado. Precisamente una buena educación nos pone delante de nuestros prejuicios, nos enfrenta con ellos, debate sobre ellos, nos libera de ellos. Según Bertrand Russell, gran parte de los problemas de la humanidad "se deben a que los ignorantes están completamente seguros, y a que los inteligentes están llenos de dudas". El prejuicio siempre ofrece una respuesta simple y estúpida a problemas complejos, necesitados de un abordaje con más calma.

 

Por eso "Hace falta para ello una educación que se enfrente a la perversa utilización de la cultura como arma para agredir, ignorar o insultar a los demás, y a la utilización de la ignorancia para colmar las ambiciones de poder de políticos y gobernantes sin escrúpulos, que rentabilizan nuestros peores instintos en lugar de enfrentarse a ellos", en palabras de Agustín Vega Cortés. El prejuicio limita, y es responsable de nuestra incapacidad para abordar los problemas con detenimiento. El prejuicio es irracional, pues no se basa en fenómenos comprobables, empíricos o demostrables, o bien en datos contrastables. El prejuicio es aquella venda que se nos pone en los ojos, para que no veamos la realidad, para que quede oculta a nosotros. El prejuicio aborda la realidad desde un imaginario cultural desposeído, impidiéndonos analizar dicha realidad de forma tangible, racional e inteligente. El prejuicio nos impide enfrentar los problemas con éxito, pues se basa en ideas absurdas sin sentido. No existe nada más antieducativo que un prejuicio. Los sistemas educativos deficientes dejan colar los prejuicios, los albergan en su seno, los admiten y no los desmienten, por lo cual contribuyen a su constante difusión, y a que adopten cuerpo de materia de conocimiento. El prejuicio debe ser desmontado y atacado, o bien simplemente colocado en su sitio: el sitio de las creencias irracionales, de las premisas injustificadas, que nos colocan sobre unos cimientos débiles, que elaboran nuestro conocimiento desde una frágil estructura. No podemos admitir los prejuicios si queremos abordar un sistema educativo eficiente y deseable. Lo que debemos hacer es combatirlos. Combatirlos con argumentos, con datos, con estudios, con ejemplos y con preguntas. Sobre todo con preguntas. Porque, como decíamos al comienzo, la base de un buen sistema educativo es enseñar a preguntar, no a responder. Si realmente insertamos la semilla de la pregunta en nuestro alumnado, será mucho más fácil desterrar los prejuicios de sus mentes, porque seguramente caerán por su propio peso, más tarde o más temprano. Continuaremos en siguientes entregas.

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