Continuando con este apasionante tema, una vez que ya habíamos enunciado unos principios básicos para identificar las técnicas y objetivos de la IE en el artículo anterior, vamos a intentar seguir aclarando conceptos y estudios relativos a este tema. Efectivamente, y como ya se ha resaltado, la IE plantea un nuevo paradigma para la inteligencia humana, una nueva dimensión, un nuevo plano para la misma, de tal manera que nos obliga a armonizar cabeza y corazón, es decir, la Inteligencia Académica y la Inteligencia Emocional.
El antiguo paradigma sostenía un ideal de razón liberado de la tensión emocional, es decir, regido únicamente por la frialdad del intelecto y del raciocinio humanos, tal como nos lo cuenta el Dr. Damasio, Neurólogo de la Universidad de Iowa: "El cerebro emocional está tan comprometido en el razonamiento como lo está el cerebro pensante. En cierto sentido tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. Nuestro desempeño en esta vida está determinada por ambas. No es sólo el Cociente Intelectual, sino también la Inteligencia Emocional". En efecto, el intelecto no puede operar de manera óptima sin la IE.Cuando estos socios interactúan positivamente, la inteligencia emocional aumenta lo mismo que la capacidad intelectual. Por tanto y según esto, se invierte la antigua tensión entre razón y sentimiento: no se trata de suprimir la emoción y colocar en su lugar la razón, como afirmaba Erasmo, sino de encontrar el equilibrio inteligente entre ambas. En síntesis, la vida emocional es un ámbito que, al igual que la matemática y la lectura, puede manejarse con mayor o menor destreza, y requiere un singular conjunto de habilidades, tales como ser capaz de motivarse y persistir frente a las decepciones, controlar el impulso de las gratificaciones, regular el humor y evitar que sus trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía y mantener la esperanza en situaciones difíciles o imprescindibles.
Voy a recomendar también a los lectores este documento, de la Profesora Consuelo Vázquez, cuyos mensajes fundamentales vamos a reproducir, y que resulta en un documento muy completo sobre el tema que nos ocupa. Y la Profesora Vázquez comienza resaltando la importancia del conocimmiento sobre nuestras emociones, destacando que la gran relevancia de las emociones en nuestro organismo consiste en la continua relación que establecen éstas entre nuestra consciencia y nuestro subconsciente, siendo esta asociación algo característico de la especie humana, pues es en nuestro organismo humano donde la consciencia efectúa una interacción más intensa con las secciones autónomas de las emociones. Con respecto a las emociones, Wenger y sus colaboradores afirmaron ya en 1962 que "casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En este momento, prácticamente nadie afirma poder entenderla".
Solemos asociar las emociones a una cualidad humana reminiscente de nuestros antepasados. Las consideramos alteraciones irracionales, propias de un ser más primitivo o menos racional (más animal), que lo que pensamos que es hoy en día el ser humano. En palabras de Donald Hebb (1949), "El Hombre es el más emocional de todos los animales". Y esta idea es germen para un pensamiento muy extendido, según el cual se cree que un alto grado de emocionalidad es directamente proporcional a un bajo desarrollo filogenético (evolución de las especies) y a un sistema nervioso central de baja sofisticación. Sin embargo, la emocionalidad es uno de los procesos psicológicos más básicos, de tal manera que la emoción es el principal sistema de evolución y adaptación a las condiciones ambientales del que disponemos, por lo cual, y en vistas de la capacidad del ser humano para adaptarse a una gran variedad de medios (ya sean éstos geográficos o sociales), podemos concluir que indudablemente el desarrollo emocional está directamente ligado al desarrollo cognitivo y mental. Pero seguiremos abordando el estudio de las emociones en artículos siguientes.