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Blog de Rafael Silva. Presenta artículos de opinión basados en la actualidad política, cultural y social.

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Una política para las personas (VII)

Llegados a este punto de todo lo que hemos expuesto en esta serie de artículos, muchos lectores/as podrán pensar que sí, que todo esto está muy bien, pero que es tan complicado que prácticamente es utópico el poder plantearse conseguirlo a medio e incluso a largo plazo. La historia de la Humanidad se repite, y en muchas épocas los seres humanos se han encontrado con disyuntivas similares. En realidad, las preferencias sociales, cualesquiera que sean, no son viables o inviables por definición, sino en la medida en que los sujetos que las defienden sean capaces o no de hacer que se asuman como deseables por la mayoría de la sociedad. Ahí reside nuestra fuerza. Bernard Shaw lo expresó de forma más poética: "Veis las cosas que son y os preguntáis, ¿por qué? En cambio, yo imagino cosas que no son y me pregunto, ¿por qué no?".

 

bancos.jpgLo que ha ocurrido en los últimos años es que la concentración de las rentas y la riqueza ha sido tan grande, que grupos muy reducidos de personas disponen de un poder inmenso sobre el conjunto de la sociedad, lo cual se traduce principalmente en el dominio, en el poder y en las influencias sobre la mayoría social, es decir, sobre el resto de la ciudadanía. Tomemos como ejemplo un sector que está muy de moda, como el sector bancario. En efecto, los banqueros tienen un poder extraordinario en Europa (los cambios contables aprobados por la Comisión Europea han ocurrido precisamente a instancias de la patronal bancaria), en donde hacen y deshacen normas a su antojo, y más concretamente, los bancos españoles tienen en nuestro país (herencia de la situación que poseían durante la dictadura franquista, y que PSOE y PP han mantenido) una influencia política, mediática y social incluso mucho mayor que en otros lugares.

 

En nuestro país, la Banca privada "perdona" desde hace muchos años los créditos a los partidos políticos, dominan la política editorial de la mayoría de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión), influyen en los foros universitarios (por ejemplo, mantienen contratados a docenas de investigadores que difunden las tesis que a ellos les convienen, aunque digan en público que se atienen a rigurosos estudios) y están detrás de muchos otros desmanes de nuestras cuentas públicas y privadas. En concreto, lo de los medios de comunicación de masas es algo escandaloso. Los grandes grupos fácticos conocen perfectamente el poderío que dichos medios pueden hacerles llegar, así que lo explotan hasta la saciedad para manipular a la opinión pública.

 

berlusconi.jpgPor ejemplo en Italia, Silvio Berlusconi, el ex Presidente del Gobierno italiano (antes del nombramiento de Mario Monti por los mercados), no sólo ha controlado mientras gobernaba el cien por cien de la televisión terrestre y el 90% del total de las cadenas italianas de televisión, sino que además en España posee el 41% de Telecinco y Cuatro, el 22% de Digital+, y los canales de la TDT 40 Latino, Divinity, Canal Club, Factoría de Ficción, La Siete y Boeing, además de empresas productoras audiovisuales, que esponsorizan tanto programación para canales públicos como privados. Como ha indicado, entre otros autores, la profesora Nuria Almirón, la concentración en el sistema de comunicación español es muy grande, como lo demuestra el hecho de que los cinco primeros grupos audiovisuales aglutinen más de la mitad del negocio de la comunicación en España, y que los diez primeros grupos aglutinen el 84% de los ingresos del sector.

 

Y esta concentración de los medios en pocas manos no es ni mucho menos inocua, porque materialmente imposibilita que los ciudadanos conozcan con transparencia la realidad económica en la que viven, sino los datos que ellos quieren dar a conocer, o disfrazar. Los medios de propiedad privada prácticamente monopolizando las fuentes de información son, por el contrario, un instrumento privilegiado para ocultar la realidad económica y social de un país, y por tanto para trasladar a la sociedad una visión deformada, interesada y sesgada de la vida económica, pues cultivan el monolitismo y promueven un auténtico pensamiento único, difundiendo de forma constante que sus teorías, sus enfoques y sus soluciones son las correctas, y por tanto las únicas que se pueden llevar a cabo.

 

mercados_financieros.jpgLa concentración del poder se ha traducido también, y al mismo tiempo, en la aparición de espacios de decisión cada vez más ajenos al de los poderes representativos a los que se ha puesto de moda denominar como "los mercados", pero que en realidad son los grandes financieros, directivos y representantes de las grandes corporaciones que tienen una influencia decisiva sobre el poder político, hasta el punto de que es impensable que los gobiernos tomen hoy día decisiones si no es bajo su tutela. Se comprenderá ahora mejor porqué hemos defendido en muchos otros artículos de este Blog la importancia de estar gobernados por políticos que sean capaces de enfrentarse a esta situación para romperla, y esto sólo puede darse concediendo la confianza a otras opciones políticas no contaminadas por todas estas influencias.

 

Lógicamente, todo este entramado de poder e influencias se ha traducido en una paralela y progresiva debilidad de las auténticas Instituciones democráticas, representativas del pueblo que las elige, pues el papel de los Parlamentos, por ejemplo, palidece ante el de los gobiernos, que son quienes en realidad promueven las leyes, elaboran sus anteproyectos y dirigen las estrategias parlamentarias. Es algo que se puede comprobar mejor que nunca con el actual Gobierno del PP, que en algo más de cuatro meses lleva promulgados prácticamente un Decreto-Ley por cada reunión semanal del Consejo de Ministros, cuando esta figura está reservada sólo para casos de extrema y urgente necesidad. Si a esto le unimos que los gobiernos quedan a su vez a las órdenes de los grupos de poder y presión ajenos a cualquier veleidad representativa, concluimos el panorama actual, no sólo en España, sino en toda Europa, y quizá en el mundo.

 

movimiento_15m.jpgPor fin, si a todo esto le unimos la oligarquización de los partidos y la desaparición paulatina de cualquier otro espacio de debate social o de participación política, resulta que las democracias de nuestra época que sirven de soporte institucional y legitimador al neoliberalismo, no son sino un dibujo muy difuminado, un remedo de la verdadera democracia que a los ciudadanos no ofrece otra alternativa que la de votar periódicamente cada cuatro años, y en ocasiones, como ocurre en España, sujetándose a una Ley Electoral elaborada expresamente para reducir de manera artificial la representación de la izquierda en general, y de la más radical en particular. Con este panorama, no es de extrañar que la generalización de este tipo de procesos haya llevado a que miles de personas llenen las calles y plazas de España gritando cosas como "Lo llaman democracia, pero no lo es", o bien que la clase política nacida de ella no los representa. Continuaremos en siguentes entregas.

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