Blog de Rafael Silva. Presenta artículos de opinión basados en la actualidad política, cultural y social.
Detrás del machismo hay siglos de poder, que los que lo profesan y lo alientan no quieren renunciar. Como si el mundo tuviera que ser así, y no lo es. Tenemos que superarlo combatiendo ¿con armas? sí, las de las ideas, la palabra, la acción y la conciencia
Como quiera que el feminismo es uno de los grandes ejes transversales en los cuales pensamos que debe basarse el modelo de sociedad que pretendemos alcanzar, vamos a exponer, en esta breve serie de artículos, cuáles podrían ser los ejes rectores de un programa integralmente feminista, esto es, que contemplara una serie de medidas, a todos los niveles, para conseguir una sociedad realmente igualitaria entre hombres y mujeres, y erradicar todos los males que todavía arrastramos desde siglos, centrados en las manifestaciones de lo que podríamos denominar como el heteropatriarcado. Para ello vamos a contar con la ayuda de, quizá, la mayor autoridad en la materia de nuestro país, como es Lidia Falcón. Esta gran escritora y pensadora, que sufrió cárceles y persecución por sus ideas políticas durante la dictadura franquista, publicó recientemente en la sección de blogs de publico un extenso y magnífico artículo titulado "Programa Electoral Feminista", en el que nos vamos a basar para nuestra pequeña serie.
Por nuestra parte, en el presente Blog hemos escrito bastantes artículos en torno al tema feminista, y le dedicamos también el segundo artículo de la serie que estamos dedicando a los Movimientos Sociales en nuestro país. Recientemente, se volvió a celebrar otro 8 de Marzo, y volvieron a salir a las calles movimientos, plataformas, asociaciones y ciudadanía en general para continuar instando a las instituciones y partidos políticos a tomar medidas a favor de la igualdad real entre sexos, y a erradicar determinados fenómenos que aún están muy vivos en nuestra sociedad, como la violencia machista, la conciliación de la vida laboral y familiar, la feminización de la pobreza, o la división sexual del trabajo. Todos ellos circunstancias deplorables que aún continúan sufriendo las mujeres, y para lo cual, como decíamos al comienzo, la única solución es que el feminismo se convierta en programa troncal de cualquier alternativa política que se precie. Igualdad en derechos e igualdad de trato. Igualdad salarial e igualdad social. Máxima sensibilidad social y prioridad en la gestión institucional.
Y es que, la hegemonía histórica durante siglos del patriarcado nos ha marcado socialmente y nos ha obligado a aceptar no sólo un modelo clásico, tradicional (nuclear) de familia, sino también las consecuencias de la organización íntima, privada, social y pública de la misma. De este modo, seguimos otorgando a la mujer un papel secundario, cuando no de esclava doméstica, al servicio de todas las demás personas que formen el núcleo o unidad familiar. Además, todas estas tareas y roles de las mujeres se han invisibilizado, se han ocultado expresamente, para que la mujer tuviera aún menos posibilidades de luchar contra todo este sistema que la anula, la margina y la explota. Dicho patriarcado, que no es en realidad sino otra manifestación del capitalismo social, aún más despiadada si cabe en los últimos tiempos, continúa encargándose de relegar a la mujer a un segundo plano, de limitar sus capacidades, de asignarle determinados roles sociales, y de seguir así con un sistema depredador y explotador para las mujeres.
Y mientras, como decimos, son las mujeres las que más adaptan sus estudios, limitan sus jornadas, o reducen sus salarios para cubrir y atender las necesidades familiares. Son las que soportan las mayores brechas de desigualdad, son las que sufren los peores efectos de la crisis económica, los mayores niveles de precariedad laboral, y además, las mayores vejaciones machistas de sus compañeros sentimentales. Como nos documenta Víctor Arrogante en su artículo "Por la igualdad", España fue el país de la UE donde más creció la brecha salarial entre hombres y mujeres, así que la conclusión está clara: la crisis, la reforma laboral y las políticas de recortes llevadas a cabo por el Gobierno han contribuido a que la mujer sea la más afectada por la discriminación despiadada de este neoliberalismo salvaje. Y como afirma el Pacto Feminista, que vamos a ir desarrollando en esta breve serie de artículos, ningún país puede considerarse desarrollado y avanzado, si no incorpora medidas que satisfagan las necesidades de la mitad de su población, que son las mujeres.
Es imperioso, pues, que en los Programas Electorales de las diferentes fuerzas políticas realmente progresistas de este país, se incorporen medidas que giren en torno al feminismo, pero contempladas desde un punto de vista troncal e integral: gestión de lo público y de los recursos naturales, urbanismo, vivienda, educación, salud, dependencia, políticas activas de empleo, democracia paritaria, democracia participativa, erradicación de la violencia machista, consecución de la igualdad real en todos los planos: económica, social, laboral, política. Y como guinda del pastel, la lacra del terrorismo machista, que no cesa. Desde 1999, la media ha sido de 68 mujeres asesinadas cada año. Se trata, por tanto, de una emergencia nacional, nacida y crecida al amparo de una violencia estructural desatada contra las mujeres, y que nace de la propia cultura y de los propios valores que estamos transmitiendo. Valores que aún persisten entre un elevado número de jóvenes, a tenor de las encuestas realizadas. Tenemos por tanto mucho trabajo por delante. Continuaremos en siguientes entregas.