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11 julio 2017 2 11 /07 /julio /2017 23:00
Hacia la superación del franquismo (31)

Nunca el pasado estuvo tan presente y nada ni nadie impedirá que el franquismo termine rindiendo cuentas ante la justicia y la historia, es sólo cuestión de tiempo, y no mucho. El largo ciclo de ignominia instalado en la Transición podrá por fin cerrarse y nuestro sistema político librarse de la corrosión moral franquista que ha pervivido hasta hoy

Fragmento sobre Memoria Histórica presentado en los Documentos de PODEMOS en Vistalegre II

Nuevas alabanzas al período de la Transición se han escuchado en días recientes, con motivo del 40 Aniversario de las primeras Elecciones "libres" tras el régimen franquista, el 15 de junio de 1977. Nuevas alabanzas a la capacidad de acuerdo, de consenso y de concordia de que dieron muestra los dirigentes de aquélla época, pero silencio absoluto en torno a los verdaderos héroes de la resistencia antifranquista. Más bien debieran reconocer la tremenda ingenuidad de los políticos de izquierda de aquélla época, que creyeron que apaciguarían a la "bestia" del aparato franquista (con su Ejército y su Iglesia Católica detrás) haciéndole todo tipo de concesiones. Hoy, 40 años después de aquéllas elecciones, sabemos que no fue así. Carlos Hernández ha explicado muy bien esa vena latente del franquismo sociológico, del que estamos dando multitud de muestras en esta serie de artículos:  "En estas últimas décadas, los hijos y nietos, tanto ideológicos como biológicos, de aquéllas multitudes que estiraban el brazo y enronquecían cantando el Cara al Sol, habían permanecido en estado latente. Se tomaban sus vinos en Casa Pepe y hablaban franquista en la intimidad. Públicamente sólo saltaban a la yugular cuando alguien pedía Justicia, Historia y Memoria; no podían decir abiertamente que eran franquistas, así que sacaban el manual: "Queréis reabrir heridas", "hay que dejar de mirar hacia atrás", "con los problemas que tiene España y vosotros hablando del pasado"...Y así, con la inestimable ayuda de una izquierda acomplejada que se ha negado a dar la batalla dialéctica, histórica e ideológica, han ido resistiendo hasta que los vientos en Europa han vuelto a soplar a su favor". 

 

Porque 40 años después de aquéllas primeras elecciones de la "democracia", el franquismo aún no ha sido superado. Véase sin ir más lejos este artículo de Cristina Fallarás para el medio Contexto y Acción, relatando el ejemplo franquista de Gallardón. Que el franquismo no ha sido superado se demuestra en los editoriales y artículos de opinión de la prensa dominante, se demuestra en las opiniones, debates y bloqueos de proposiciones de ley que continúa practicando el partido aún más votado (el Partido Popular, heredero de Alianza Popular, fundada por un ex Ministro franquista), se demuestra en el constante ninguneo hacia la Ley de Memoria Histórica por parte de alcaldes, cargos públicos e incluso el propio Gobierno de la nación, se demuestra por las sentencias de jueces y tribunales que se niegan a exhumar los restos de fusilados por el franquismo, se demuestra por la protección que el régimen practica hacia los altos cargos y torturadores franquistas aún vivos, y se demuestra en el constante acoso que los críticos del sistema sufren por parte de este podrido régimen basado en la Constitución de 1978. Una Constitución que no votaron, porque aún no habían nacido, gran parte de la población que hoy día vota, porque es mayor de edad, pero a la que se siguen anclando como pulpos desesperados, cada vez que se habla de debatirla, de actualizarla, de transformarla, de abrirla a las nuevas realidades sociales de nuestro tiempo. Ya se sabe que una Carta Magna es un instrumento que no está pensado para ser cambiada todos los días, pero ellos nos hablan de 1978 como si fuera anteayer, cuando tantas cosas han cambiado desde entonces. Pero sin embargo, como concluye Carlos Hernández en el artículo de referencia: "Hoy estamos a un paso de que ser franquista/fascista sea tan políticamente correcto como no serlo". Ese franquismo sociológico, lejos de ir desapareciendo con los años, parece haberse potenciado, legitimado, fortalecido, apoyado casi clandestinamente por un régimen que no ha velado por la verdad, la justicia y la reparación. 

 

Un franquismo sociológico alentado por el miedo, el terror, la desmemoria, el olvido, el borrón y cuenta nueva, la historia adulterada y manipulada, y el masivo acomplejamiento social de buena parte de nuestra sociedad actual. Incluso la supuesta izquierda política, social y mediática de hoy día, salvando las honrosas excepciones de rigor, aún mantiene ese acomplejamiento, y disimula cuando hay que hablar de la República, o cuando hay que defender a las Revoluciones Cubana o Bolivariana. Y el franquismo no será superado del todo hasta que la izquierda no salga también de su acomplejamiento, de su cobardía, de su debilidad. Necesitamos una izquierda valiente y decidida, con las ideas claras, que vuelva a llamar a las cosas por su nombre, y que no sólo reivindique la memoria histórica, sino que reivindique la Tercera República, y que defienda con absoluta decisión todas las revoluciones populares que se den en cualquier punto del planeta. Y en sentido general, para superar el franquismo de un modo absoluto, necesitamos todavía una amplia cultura democrática, en modos y costumbres, en formas de participación, y en la extensión del propio concepto en nuestra vida cotidiana. Asumir los parámetros de una democracia real, plena y completa, será la mejor "cura social" para superar esta enfermedad de franquismo sociológico que aún padecemos. A más de 40 años de la muerte del dictador, aún padecemos un conjunto de normas (leyes, decretos, penas, etc.), absolutamente carentes del más mínimo espíritu democrático, y que se utilizan únicamente para reprimirnos. Pero el régimen surgido de la Constitución de 1978 los disfraza de herramientas democráticas, y los poderes públicos las legitiman como tales. Veáse como botón de muestra la actual Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como "Ley Mordaza", que está causando estragos desde su entrada en vigor, llevando al terreno administrativo lo que antes gozaba de la tutela judicial efectiva, y criminalizando la protesta y la movilización ciudadana.

 

El franquismo no será superado hasta que también ese aún latente (y muchas veces expreso) franquismo sociológico no sea superado también. No será superado hasta que justificar la dictadura, realizar el saludo fascista, o difundir simbología o propaganda fascista no sea considerado un delito. No será superado mientras se vea con naturalidad la existencia de una Fundación Nacional que lleva el nombre del dictador. No será superado mientras el Valle de los Caídos mantenga la misma estructura y funcionalidad con las que fue diseñado y proyectado, no será superado mientras existan restos de fusilados en las cunetas, mientras las calles y plazas sigan recordándonos los nombres de los militares golpistas o de altos cargos de la dictadura. El franquismo no será superado mientras nuestros estudiantes no conozcan la oscura noche del dictador en su verdadera dimensión, y lo que significaron cuarenta años de un atroz, vil y cruel sistema represor. El franquismo no será superado hasta que desterremos la semilla fascista de las mentes de muchos ciudadanos y ciudadanas, simplemente haciéndoles ver y respetar la importancia de los Derechos Humanos. El franquismo no será superado mientras leyes y tribunales actuales, de nuestro tiempo, no declaren nulas de pleno derecho leyes, sentencias y tribunales de otro tiempo, de los tiempos de la dictadura. El franquismo no será superado mientras nuestros estamentos de poder sigan encubriendo a torturadores y cargos políticos de aquélla terrible época. El franquismo no será superado mientras tengamos a un Rey adscrito como herencia de un dictador, impuesto a la población, sin que ésta pueda manifestarse si desea o no una Monarquía. Mientras existan las dos Españas que describía Machado en sus versos, el franquismo no será superado. Porque esa España que "nos hiela el corazón", aún existe en nuestro país. 

 

¿Puede alguien asegurar que ya no existen las dos Españas? ¿Puede alguien afirmar solemnemente que nuestra sociedad es una sociedad abierta y tolerante, que respeta todas las ideas, y que las difunde por igual? Rotundamente, NO. Lo compruebo a menudo en este mi propio Blog, donde recibo comentarios (que naturalmente no publico ni contesto) de indeseables (que para empezar, ni siquiera se identifican) que destilan hacia mis artículos una dosis de odio terrible. Me insultan, me desprecian, y vierten toda una serie de comentarios de lo más fascista que ha parido madre. No ya sólo es que piensen distinto, es que les molesta profundamente que se puedan difundir nuestras ideas por cualquier medio. No. Es un hecho claro y rotundo que la sociedad española sigue enfrentada. De un lado, los herederos del ideal republicano, con una visión de izquierdas, socialista y progresista de la sociedad, una idea justa y avanzada de la misma, y un modelo de país profundamente respetuoso de todos los derechos humanos, de los pueblos y de la naturaleza. Y en el otro lado, la escoria fascista que aún perdura, mentes enfermas imbuidas en los perversos ideales del neoliberalismo y del capitalismo más salvaje (incluso, los más descerebrados, con un culto al fascismo puro y duro). Un claro ejemplo de ello puede verse en el enfrentamiento que sostienen los poderes fácticos con la sociedad catalana, que mayoritariamente se ha mostrado a favor de celebrar en Cataluña un referéndum en torno a su posible encaje en el resto de España. Ese referéndum es una clara amenaza al status quo vigente para las clases dominantes, y resquebrajaría el modelo uniforme de país que desean mantener. Por eso le temen tanto a la democracia, como expresión de la voluntad popular, como ya explicamos en este artículo. Continuaremos en siguientes entregas.

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