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24 septiembre 2019 2 24 /09 /septiembre /2019 23:00
El Genocidio Palestino (I)

…despojados de sus tierras, expulsados de su propia patria, dispersados por el mundo, perseguidos y asesinados, los heroicos palestinos constituyen un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y son el símbolo vivo del crimen más grande de nuestra época

Fidel Castro (Fragmento de su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1979)

Comenzamos aquí una nueva serie de artículos. Es la primera serie que le dedicamos en este Blog a un conflicto internacional concreto, como es el existente, desde hace muchos años, entre Palestina e Israel. Una serie a la que tenía ya muchas ganas de dedicarme. Durante los próximos artículos iremos exponiendo muchos aspectos, de la mano de diversas fuentes, para que este conflicto llegue a mis lectores y lectoras con toda su crudeza, pero también con toda su justicia. Hablaremos, entre otros muchos asuntos, de la Declaración de Balfour, de la relación entre el sionismo y Gran Bretaña (el más firme aliado de los Estados Unidos en Europa), de la partición de Palestina, de la creación hace más de 70 años del Estado terrorista de Israel, del apartheid sionista, del lobby israelí estadounidense, de la relación entre el imperialismo y el sionismo, hablaremos sobre quiénes son los palestinos y de dónde vienen, recordaremos la figura del mítico Yaser Arafat, de la política criminal aplicada a Palestina por parte de Israel, de sus atrocidades, del sufrimiento de los palestinos, de su heroica resistencia, de la franja de Gaza, de la criminal complicidad de los medios de comunicación, de las campañas BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) contra Israel, de los pueblos palestinos borrados del mapa y reemplazados por ciudades judías, del incumplimiento sistemático de las Resoluciones de Naciones Unidas, del escandaloso silencio de la comunidad internacional, y de mil asuntos más que irán apareciendo durante nuestro recorrido. De entrada, hemos de afirmar que el llamado "conflicto palestino-israelí" es uno de los más complejos del panorama internacional, así como la principal clave de la inestabilidad política surgida en toda la región de Oriente Medio. Principalmente, la importancia de este conflicto tiene que ver con el interés geoestratégico de la zona para los países occidentales. Como sabemos, gran parte de las reservas petrolíferas del mundo se encuentran en dicha zona del planeta, a pesar de tratarse de un espacio de reducidas dimensiones. 

 

Bien, ¿cuál es el relato dominante en cuanto a este conflicto? El relato convencional, es decir, el surgido de los políticos y de los medios de comunicación dominantes en todo Occidente, nos presenta una posición, digamos, neutral. Es decir, nos presentan a dos países enfrentados, Israel y Palestina, cada uno con su supuesto "derecho a defenderse", sin más. No se entra a tomar partido directamente por una u otra opción. ¿Son realmente neutrales? Más bien parece que ante la indiferencia por la represión ejercida por Israel sobre Palestina (el fuerte reprime al débil), la supuesta "neutralidad" no es tal. Pero la pregunta es: ¿se puede realmente ser neutral? Se puede ser neutral ante dos pueblos que se enfrentan en condiciones de igualdad (nunca se debería ser neutral o indiferente ante cualquier guerra), pero como decimos, cuando existe un gigante opresor frente a un pequeño país acosado y oprimido...¿puede existir la neutralidad? Desde esta humilde tribuna afirmamos, sin más, que cualquier país que adopte esta actitud está adoptando una actitud miserable. Y lo peor es que, como decíamos más arriba, esta actitud miserable es adoptada por la inmensa mayoría de países del mundo. Frente a una Palestina cada vez más invadida, oprimida y acosada, Israel no deja de adquirir puestos avanzados a nivel mundial confirmando su peso económico y político, y siendo actor de primer orden, sobre todo para los Estados Unidos. La existencia de este conflicto se remonta al año 1948, por lo cual es quizá el único conflicto que se mantiene vivo desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Como describe Rana Zhran en su tesis doctoral de 2015 (Universidad de Málaga) relativa al tratamiento de los medios de comunicación sobre este conflicto: "La situación de la inestabilidad de la región árabe, derivada, como consecuencia inmediata, del conflicto palestino-israelí, está contribuyendo a la creación de un ambiente inadecuado e inestable en las relaciones entre los árabes-musulmanes y occidentales, alimentando el odio musulmán hacia los europeos y americanos, lo que empuja a los movimientos extremistas a perpetrar atentados terroristas en los países occidentales achacando a éstos el sufrimiento del pueblo palestino debido a sus políticas sesgadas a favor de los israelíes y dirigidas en contra de los derechos del pueblo palestino, y todo esto, ante la ausencia de un papel europeo en el proceso de paz y el papel sesgado de los Estados Unidos a favor de Israel en relación con todas las cuestiones pendientes entre palestinos e israelíes". 

 

En efecto, éste es básicamente el panorama. Y todo ello hace de este conflicto quizá el más vivo y activo del mundo. No hay semana donde no se nos ofrezcan nuevas noticias sobre ataques de Israel a Palestina, a sus zonas ocupadas, verdaderas masacres, y también las respuestas de los palestinos, que suelen ser en forma de cohetes lanzados al otro lado de la llamada Franja de Gaza. Precisamente durante estos días se han celebrado elecciones en Israel, pero no creemos que ningún nuevo Parlamento que salga de las mismas altere sustancialmente las coordenadas del conflicto. Intentemos situarnos en el más remoto origen histórico del conflicto, para intentar una línea de aproximación histórica lo más completa posible. Y entonces nos encontramos con la llamada "Declaración Balfour", entendida como la mecha que encendió el conflicto. Vamos a tomar como referencia para su exposición un artículo de Paul Delmonte, cuya lectura completa recomendamos, traducido por Susana Merino, y publicado en varias fuentes, como en UCR. Este profesor afirma que el conflicto que nos ocupa nació el 2 de noviembre de 1917 mediante esta declaración, mediante la cual "una nación (Reino Unido) ofreció solemnemente a otra (los judíos) el territorio de una tercera (los árabes de Palestina)". Son palabras textuales del escritor húngaro de origen judío y nacionalizado británico Arthur Koestler. En dicha fecha el Ministro de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour dirigía una "carta de intención" al diputado conservador y banquero Lionel Walter Rostchild, amigo de Haïm Weizman, líder de la rama británica de la Organización Sionista Mundial (OSM) y futuro primer presidente de Israel, verdadero destinatario de la misiva. El 8 de noviembre la carta aparecerá en la prensa británica antes de entrar en la historia como la Declaración Balfour. Veamos un fragmento de la citada carta: "El Gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina y dedicará sus mayores esfuerzos para lograr este objetivo, quedando en claro que no se hará nada que pueda atentar contra los derechos civiles y religiosos de las colectividades no judías ni contra los derechos ni los estatutos políticos de los que gozan los judíos en cualquier otro país".

 

Hay que aclarar que con el término "colectividades no judías" la carta se refería a unos 700.000 árabes palestinos, musulmanes y cristianos, que entonces vivían en Palestina. ¿A qué se referían entonces cuando hablaban los británicos de "hogar nacional en Palestina"? Como Paul Delmonte nos explica, en esa época incluso en el seno del gobierno inglés por los representantes del establishment judío británico, especialmente Lord Edwin Samuel Montagu (1879-1924), Secretario de Estado en India, estaban en contra de los proyectos de Haïm Weizman y Lionel Walter Rostchild. Por entonces, los judíos hostiles al sionismo basaban su postura en consideraciones "prácticas": estrechez y pobreza del territorio, dificultades climáticas, el "problema árabe", etc. Se oponían también a la "teoría sionista de una nacionalidad [judía] sin patria, que tendría como consecuencia transformar a los judíos en extranjeros en sus países natales, y que pondría en peligro a los judíos en los países donde habían obtenido igualdad". Teoría que, finalmente, "comprometería a los judíos palestinos --unos 60.000 entonces-- en luchas mortales con sus vecinos de otras razas". El asunto, por tanto, no estaba claro. Hay que añadir que mucho tiempo antes, desde mediados del siglo XIX, ya era difundido el sueño de "un derecho al regreso luego de 2000 años de ausencia" de los judíos desperdigados por todo el mundo, difundido por parte de la civilización judeocristiana. Después de la Declaración Balfour, Londres se transformó en el centro del movimiento sionista mundial. En aquél tiempo tanto Alemania como Inglaterra cortejaban a las diferentes ramas del movimiento sionista, incluidas las comunidades judías estadounidenses. Y aunque sea un hecho poco conocido, el 4 de junio de 1917 existió también la llamada "Declaración Cambon", es decir, una carta del Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores francés, Jules Cambon, dirigida al líder sionista Nahum Sokolow, a quien le manifestaba el apoyo oficial de París al proyecto sionista, lo que de hecho precipitó la Declaración Balfour.

 

¿Pero cuáles fueron los motivos para estas actitudes, para estos cálculos políticos? Pues mencionada de manera más recurrente, la idea de frenar la radicalización de la Revolución Rusa, muchos de cuyos dirigentes eran de origen judío, e impedir la deserción de Rusia en el frente oriental europeo, es más que probable que pesara bastante en las consideraciones e intereses británicos. En 1930, Winston Churchill recordaba que no se debía considerar la Declaración "una promesa realizada por motivos sentimentales [sino que] se trataba de una medida práctica tomada en interés de una causa común", a saber, que el movimiento sionista "en ningún lugar era más visible que en EE.UU." y que "sus talentosos dirigentes y sus múltiples ramificaciones" ejercían una "apreciable influencia" sobre la opinión pública estadounidense. Churchill manifestaba un hecho, como era que el peso indiscutible que había adquirido el movimiento sionista en el aliado estadounidense había crecido inusitadamente hasta la Primera Gran Guerra, y mucho más después. La intención de precipitar la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial (1918) constituyó, efectivamente, otro motivo más para la Declaración Balfour, ya que se suponía que la promesa de aquél "hogar nacional judío" ayudaría a tomar la decisión al Presidente estadounidense Wilson. Igualmente, la Organización Mundial Sionista (OMS) se había acercado también al Foreign Office (Departamento estadounidense de asuntos exteriores) valiéndose de su capacidad de influencia sobre las autoridades estadounidenses, para presionarlas a entrar en guerra en el caso de que los británicos les garantizaran Palestina. Toda una maraña de intereses cruzados se dieron antes y después de la Declaración, que constituyó el hito fundamental. No obstante, el apoyo más incondicional por parte estadounidense al Estado de Israel no ocurre hasta la década de 1960, y especialmente luego de la guerra de junio de 1967, fuente del nuevo dibujo de las supuestas fronteras entre Israel y Palestina, de lo que en su momento daremos cuenta. Continuaremos en siguientes entregas.

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