Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
24 enero 2020 5 24 /01 /enero /2020 00:00

Nuestro modelo educativo, que también es el de mucha gente, se basa en una escuela democrática, inclusiva, laica, pluricultural, para la vida, no competitiva, ecológica, adaptada al contexto social y que potencie el conocimiento abierto y compartido

Colectivo Puente Madera

3.- EL ABORDAJE DEL FUTURO. El futuro es otro de los grandes temas ausentes en los libros de texto que manejan nuestros escolares. Y así, de la misma manera que nuestra sociedad da la espalda al futuro, tal vez porque intuye escenarios desagradables o tal vez porque su pronóstico deslegitimaría el modelo de desarrollo actual, los libros de texto (la escuela en general) también lo hacen a pesar de que su función teórica es preparar a las actuales generaciones de jóvenes para habitar en él. En las escasas ocasiones donde los libros de texto no ignoran el futuro, lo tratan de manera anecdótica, parcial, fantástica o errónea. De cualquier forma, irresponsable. Las referencias al futuro (de los diversos libros analizados en el estudio de referencia) están prácticamente acaparadas por las alusiones a la tecnología, obviando lo que le ocurre al territorio, a la biodiversidad, al clima o a la demografía. El tratamiento que la tecnología tiene en los libros de texto lo desarrollaremos más adelante, pero podemos adelantar que la visión de la tecnología en el futuro hace gala de un tratamiento sesgado e incluso frívolo. De estos contenidos puede deducirse sin dificultad que los seres humanos serán capaces de resolver los problemas que provoquen o que puedan presentarse gracias a la tecnología, por lo que no es necesario preocuparse por el futuro. Básicamente el eslógan es "Ya inventarán algo...", "El hombre será capaz...". Los fragmentos de muchos libros de texto referidos no hacen más que aludir a las potencialidades de la nanotecnología, y ofrecen un retrato futurista más de ciencia-ficción que de realidad: hablan de coches y de trenes que volarán, y de escenarios fantásticos donde el ser humano continuará transformando su realidad material sin límites, y poniendo la naturaleza a su servicio, lo cual es un escenario absolutamente irreal. Incluso según algunos libros de texto, los problemas sociales creados por las desigualdades (creadas a su vez por el depredador modelo capitalista) también serán resueltos por la tecnología. No se mencionan los problemas que causará el uso de la tecnología actual en el futuro, ni las deficiencias de un sistema económico basado en la depredación de recursos preexistentes. 

 

Los libros de texto, con anecdóticas excepciones, rehúsan presentar proyecciones a medio y largo plazo, así como gráficos o despliegues de posibles escenarios. A pesar de los problemas que se avecinan, muchos de ellos incluso conocidos de hecho por la opinión pública, hemos encontrado en algunos libros de texto un cierto interés explícito por desproblematizar el futuro. Se plantea (erróneamente) que los combustibles fósiles aún pueden durar varias décadas y por tanto su agotamiento no es un problema acuciante, y también suelen estar llenos de eslóganes fáciles y optimistas del estilo "Con la colaboración de todos pronto conseguiremos un mundo más justo". En ocasiones se señalan escenarios idílicos precisamente donde peores pronósticos existen: "La calidad del medio ambiente en la ciudad mejorará con las nuevas superciudades que tendrán más parques, bosques y espacios abiertos", en Inglés 1º Bachillerato Ed. MacMillan (no se menciona precisamente todo lo que hay que ir destruyendo para que se desarrollen todas estas megaciudades, ni la barbaridad que representa la existencia de urbes con millones de habitantes). O bien "El Internet ayudará a la creación de más amistades y asociaciones por el mundo. Las familias podrían pasar más tiempo juntas porque la gente podrá ir al banco virtual o hacer la compra en el Internet 24h" (en el mismo libro), cuando precisamente son las nuevas tecnologías las que están alejando más a las personas entre sí. Se han encontrado escasas propuestas de reflexión sobre el futuro a nuestros escolares. Nos encontramos con una unidad temática que plantea preguntas para el siglo XXI y dice: "...viviremos hasta 100 años, el ordenador será el rey, podremos quedarnos en casa, en el campo para trabajar, volveremos a sentir placer por montar en bicicleta, coger el tren, subirá el nivel de los océanos, crecerá la violencia, seremos todos parecidos y hablaremos la misma lengua" (Frances 1º Bachillerato Ed. Santillana). En dicho fragmento, sin ir más lejos, no se especifica quién vivirá hasta los cien años, quiénes se quedarán en el campo, quiénes podrán montar en bicicleta, o dónde crecerá la violencia. Como se puede comprobar, se trata de textos deslavazados que presentan una imagen fantástica e irreal del futuro, y en cualquier caso no plantean ni hacen reflexionar sobre las causas y los motivos que nos llevarán, si es que nos llevan, a ciertas situaciones. 

 

Esta ausencia o desproblematización del futuro en los libros de texto deja al descubierto una de las funciones de la educación, como es la reproducción del sistema existente. Se presenta el futuro a nuestros alumnos y alumnas como una prolongación de lo que ya existe, impidiendo por lo tanto concebir una realidad alternativa. Cuando en el sistema educativo se habla de preparar al alumnado para un mundo cambiante se suele hablar de los cambios en el mercado, no los que se provocan en los territorios. El futuro en el sistema educativo está planteado en clave individual: ¿qué vas a ser de mayor?, pero no en clave colectiva: ¿qué va a ser de nosotros y nosotras cuando seamos mayores?, ni en clave ecológica: ¿qué va a ser del planeta cuando seamos mayores?

 

4.- PREDICACIÓN POSITIVA HACIA LA TECNOLOGÍA. Y como decíamos al principio, otro gran problema de nuestros libros de texto es el exceso de predicación positiva que se le hace a la tecnología. Se observa una predicación positiva exagerada y sistemática de la tecnología (casi una tecnolatría), y se elimina la predicación negativa. Las aplicaciones tecnológicas no se cuestionan, se consideran buenas en sí mismas y se asocian a la evolución y al progreso natural de la sociedad. La tecnología aparece como aquello que nos hace la vida más fácil y que proporciona progresos beneficiosos para la humanidad. Se favorece (existen infinidad de ejemplos al respecto en muchos libros de texto) siempre una posición acrítica de la tecnología, sin mencionar los recursos necesarios para obtenerla, ni los problemas derivados del mal uso de las mismas. Los avances tecnológicos y los ingenios técnicos siempre son presentados como signos inequívocos de progreso y bienestar social. No se contempla la idea de una tecnología perturbadora de las condiciones de vida. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé es así de rotundo: "La tecnología se ocupa de aportar los medios necesarios para satisfacer las necesidades humanas", cuando se podría decir que la tecnología también crea necesidades, o que las necesidades que satisface son las del capital. Y en cualquier caso, podría decirse que las necesidades humanas existen desde hace cientos de miles de años, y no van aumentando porque exista una mayor tecnología. La bondad intrínseca de la evolución tecnológica queda grabada incluso en la manera de nombrar las aplicaciones que no gozan del respaldo popular, presentando por ejemplo a la primera bomba atómica como un "avance tecnológico". 

 

Las excusas de la tecnología suelen ser la solución del hambre (industria de agrobusiness), la cura de las enfermedades (investigación genética) u otras causas nobles, pero no se explica todo lo que se invierte para resolver temas triviales como la calvicie, la celulitis o la estética. Y sobre todo, no se menciona hasta qué punto la mayor parte de las tecnologías sirven para hacer aún más poderosas a las ya compañías y empresas más fuertes, o bien para desarrollar las aplicaciones militares más atroces. De hecho, el mayor complejo mundial ligado a la tecnología es el militar (complejo industrial-militar-tecnológico). La tecnología es omnipresente en los libros de texto, ya sea en las portadas, las fotos, los dibujos, los títulos, los textos, los ejercicios y problemas planteados, etc. Pero la evolución de la tecnología esconde con sus artefactos y mecanismos el deterioro del territorio que precisamente no aparece en fotos, dibujos, mapas ni textos. En este sentido, por ejemplo, un buen ejercicio para realizar en clase sería diseñar la ruta o el circuito de fabricación de cualquier elemento tecnológico, por ejemplo de un teléfono móvil, explicando desde el peligroso proceso extractivo de sus componentes, hasta el poder de las megaempresas de las telecomunicaciones actuales, pasando por las condiciones de control de la información personal que las aplicaciones móviles llevan a cabo hoy día. Por otra parte, la ciencia y la tecnología van normalmente unidas en su tratamiento en los libros de texto, como si ambas fuesen lo mismo. Se justifica la ciencia para posibilitar los "imprescindibles" avances y adelantos tecnológicos que permiten que nuestra vida sea tal como la conocemos. Y así, se da un mensaje de supuesta neutralidad y de carácter infalible a la ciencia, que se extiende de este modo a su aplicación a la tecnología, como una simple asociación, como si ambas fuesen intercambiables, o como si una llevara indefectiblemente a la otra. 

 

Se ocultan en los libros de texto las relaciones de poder que se establecen alrededor de la tecnología y no se presentan opciones tecnológicas que no concentren poder, gestionadas por las poblaciones cercanas y adaptadas al territorio. Hay que enseñar a nuestros escolares que la tecnología no es neutra, sino que es resultado de la voluntad de los que tienen capacidad para imponerla, pero sin embargo esto es ocultado a través de los libros de texto, que se limitan a enunciar en sus párrafos políticamente correctos cómo es preciso que los avances tecnológicos lleguen a los más desfavorecidos. Los cambios tecnológicos en el campo de las comunicaciones o de la biotecnología, por ejemplo, se encuentran condicionados solo por quien tiene capacidad para producirlos, y obligan a que el receptor más débil tenga que estructurar su sociedad de otro modo para poder asumir esos "avances". Y en este sentido, los libros de texto deberían enseñar también el concepto de soberanía tecnológica, como la capacidad de los usuarios, gobiernos y empresas de poder fabricar, instalar y usar cualquier tipo de tecnología, sin tener que depender de ninguna corporación concreta que la suministre, y ate a ella su evolución, posibilidades e intereses. Como hemos visto, el coche, el avión, las autopistas, los ordenadores, la industria basada en el consumo de combustibles fósiles, etc., se presentan como elementos incuestionables cuya presencia se naturaliza, de las cuales se cuentan sus bondades pero no sus maldades, sus ventajas pero no sus inconvenientes, percibiéndose como elementos de civilización consustanciales al progreso de la misma, a pesar de ser provocadores de buena parte de la insostenibilidad. La tecnología da pie a presentar una visión fantástica del futuro. En ella se dejan ver qué cosas se consideran prioritarias y cuál es la concepción dominante de progreso: transporte a alta velocidad, nanotecnología, ordenadores, etc. No se propone, sin embargo, ninguna reflexión seria para el futuro de los bosques, de los metales y minerales, del territorio urbano o de las relaciones sociales bajo este modelo tecnológico. En contraste con la naturaleza, la tecnología dura maneja grandes cantidades de energía con escasa cantidad de información, destrozando con ello los ecosistemas y aumentando la entropía. Pero sin embargo, estos aspectos son desconocidos para los libros de texto, y por tanto, para nuestros estudiantes. Continuaremos en siguientes entregas.

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

Compartir este post
Repost0

Comentarios