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7 marzo 2012 3 07 /03 /marzo /2012 00:00

En el anterior artículo de esta serie expusimos los primeros puntos que desde la izquierda estimamos que se tendrían que dar para ir caminando hacia una Europa Federal, de los Pueblos, de las personas, de los derechos, en vez de una Europa, S.A. (en expresión de Willy Meyer), centrada en dotar de más poder a los grupos financieros y especuladores, con la privatización de los servicios públicos, y la pérdida de derechos sociales y laborales, con el consiguiente empobrecimiento de la población europea.

 

Vamos a finalizar en este artículo exponiendo el resto de puntos que consideramos podrían ayudar a converger en un cambio, en un giro radical de las actuales políticas, que redundarían en beneficio de una mayor integración europea, y en mejoras sociales para todos los ciudadanos:

 

itf.jpg6.- Necesidad de Impuestos a las Transacciones Financieras. Efectivamente, se trata de una ya vieja reivindicación de muchas organizaciones, principalmente ATTAC, relativa a la implantación de un impuesto (parecido a la Tasa Tobin) generalizado a todas las transacciones financieras, disuasorio sobre todo a nivel de la especulación dominante. Pensamos que es necesario por tanto imponer una serie de nuevos impuestos tanto a las ganancias de capital como a los bancos y a todo tipo de transacciones financieras.

 

Todos estos impuestos no tendrían únicamente un carácter recaudatorio, sino que también tendrían un sentido y un trasfondo económico. Así, los impuestos a las ganancias del capital permitirían disuadir a los agentes financieros que especulan en plazos de tiempo muy cortos, los impuestos sobre los activos bancarios servirían para acumular fondos que permitan compensar los programas de rescate bancarios, y los impuestos sobre las transacciones financieras permitirían igualmente mitigar los efectos de la especulación.

 

modelo_productivo.jpg7.- Necesidad de un nuevo Modelo Productivo. Este tema ya lo hemos abordado en otros artículos, así que no abundaremos mucho en él. Ya sabemos que sobre todo para algunos países (como el nuestro), donde hemos crecido económicamente basados en modelos muy coyunturales y más ligados al sector servicios (turismo y construcción, en el caso de España), tenemos las ventajas de experimentar en las épocas de auge un rápido crecimiento del empleo (empleo coyuntural, como decimos), pero cuando dichos modelos de crecimiento comienzan a desbaratarse, la pérdida de puestos de trabajo es exponencial, llegando a tasas de desempleo como la que sufrimos actualmente en nuestro país.

 

Por una parte, y renunciando a la famosa piedra angular de la competitividad entre los Estados, nosotros pensamos que se necesita apostar por un modelo de crecimiento europeo cooperativo y coordinado, en donde la inversión pública y privada esté basada en las nuevas tecnologías, y en concreto, en las energías renovables y la investigación, en el respeto al medio ambiente y en la promoción de formas alternativas, sostenibles y solidarias de producir y de consumir.

 

En este sentido, por tanto, es necesario también aprobar de forma generalizada una serie de Códigos de Comportamiento Ético y Responsabilidad Empresarial en materia laboral, tecnológica, ambiental y de igualdad, controlando también que los beneficios empresariales no puedan destinarse a la especulación financiera, sino que se reinviertan de una forma u otra en la sociedad (empleo, obras de carácter social, cultural, artístico, científico, etc.). Y por supuesto, esos beneficios tienen que obtenerse en sectores cuya existencia también favorezca a la sociedad, sin perjudicar al medio natural en que nos movemos, tanto en términos de utilidad social como de empleo.

 

convenios_colectivos.jpg8.- Necesidad de Convenios Colectivos de ámbito europeo. En materia laboral, hoy no existe la posibilidad de establecer el pacto capital-trabajo (base del establecimiento del Estado del Bienestar a nivel de cada país) en la Unión Europea. De ahí que el mundo del trabajo esté en situación de inferioridad frente al mundo empresarial, que puede desplazar su producción con facilidad dentro y fuera de la Zona Euro y de la Unión Europea.

 

De ahí la urgente necesidad de que se puedan firmar Convenios Colectivos de tipo sectorial con vigencia para todo el territorio de la Unión, hoy en día legalmente imposible. Es más, tal y como estamos viendo en nuestro propio país con la última Reforma Laboral propuesta por el Partido Popular, se camina hacia un mayor debilitamiento de la Negociación Colectiva y del propio poder de los Convenios Colectivos, lo cual redunda evidentemente en una mayor desprotección de los trabajadores, y en un mayor poder para el empresariado.

 

parlamento_europeo.jpg9- Necesidad de un mayor poder para las propias Instituciones Europeas. Estamos acostumbrados a ver cómo las decisiones se toman en Europa a golpe de reunión de unos cuantos líderes, últimamente y sobre todo de la canciller alemana Angela Merkel, y del presidente francés, Nicolás Sarkozy, constituyendo un eje franco-alemán especialmente agresivo en sus planteamientos neoliberales, y en la posibilidad de influencia para el resto de los países de la Unión. Ignorando por completo la presencia democrática de las Instituciones Europeas (Parlamento, Comisión, Consejo, etc.), las decisiones se han tomado uni o bilateralmente, y luego se ha invitado al resto de países para que se sumen (o no) a ellas.

 

Esto es un auténtico disparate, y no podemos continuar así. Y esto ocurre precisamente porque tales Instituciones están hoy claramente controladas por el capital financiero y el mundo de las grandes empresas, que han creado una estructura de poder alternativa, paralela y a espaldas de las poblaciones de los países que componen Europa, negando en muchas ocasiones la soberanía popular de los Estados y de los Gobiernos que sostienen y dan cuerpo a la propia Unión Europea. 

 

agencias_calificacion.jpg10.- Necesidad de una Agencia de Calificación Europea. Tenemos ya muchas experiencias negativas con el funcionamiento de las actuales Agencias de Calificación (Standard & Poor's, Moody's y Fitch Ratings), las tres americanas, las tres con su propio sistema de calificaciones, y las tres con sus propios intereses, lo que provoca situaciones muchas veces de total incomprensión, incluso absurdas, ante la actitud de tal o cual Agencia en la valoración de tal o cual país o de cualquiera de sus empresas o Instituciones.

 

Evidentemente, ellas atienden sólo a los grupos de poder a los que pertenecen, y su comportamiento no está regido por ninguna lógica, sino por las circunstancias concretas que puedan darse en un momento dado, y que hagan conveniente la toma de unas decisiones u otras. Estas Agencias están dando un trato desigual y muy agresivo a las empresas y países europeos, incluso a los más estables y de mayor tamaño y/o poder, como Francia, Austria o Bélgica, nada sospechosos de no seguir los grandes dogmas neoliberales. Desde la izquierda pensamos que la solución a todos estos problemas pasa por la creación de una Agencia de Calificación Pública Europea, que sea la única autorizada para valorar la deuda soberana de los Estados miembros.

 

De esta forma se acabaría con la actual influencia que las calificaciones de estas Agencias americanas tienen en nuestro entorno europeo, pues además hay que recordar que sus representantes no se han presentado a ningunas Elecciones, ni rinden cuentas ante ninguna Institución de carácter democrático, ni a reguladores, ni a inversores. Con la creación de esta Agencia Europea de Calificaciones, se podría poner freno a la pérdida de soberanía de los Estados, y de la propia Unión Europea, porque hay que tener en cuenta que los mercados no son neutros, sino que obedecen a sus propios intereses, y dichas Agencias son actualmente empresas privadas que, como cualesquiera otras, funcionan sólo bajo el criterio del beneficio puro y duro.

 

Bien, pues hasta aquí las tendencias que desde la izquierda pensamos que deberían darse a nivel europeo para caminar hacia esa "federalidad" de los Estados de nuestro viejo continente, y aunque nos hemos centrado sobre todo en los aspectos económicos (que son los fundamentales para poder garantizar un nivel de vida digno para toda la ciudadanía, así como una justa redistribución de la riqueza), no olvidamos por supuesto los temas de carácter social, que deberían evolucionar hacia un marco de total igualdad entre hombres y mujeres, hacia un reconocimiento pleno de todos los derechos sociales, hacia unos servicios públicos universales y gratuitos, hacia el uso de energías limpias y alternativas, hacia una apuesta decidida por la paz y el desarme mundiales, y hacia una garantía por parte de los Estados europeos del pleno acceso a la cultura de toda la ciudadanía.

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