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24 agosto 2011 3 24 /08 /agosto /2011 23:00

Acabamos de publicar hace algunos días nuestra serie de artículos relativos a la Cadena de Producción, y sobre todo el número 4 (IV) de la serie nos hablaba sobre la problemática de los hábitos de Consumo dentro de la cadena, y de cómo éstos formaban parte de la misma como pieza esencial que garantizaba la continuidad del sistema. Pues bien, vamos a abordar en el presente artículo el concepto de Consumo Responsable, para intentar concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de cambio de nuestros hábitos consumistas, y contribuir con ello a una mayor sostenibilidad y justicia social del sistema.

 

La Wikipedia nos dice que el "Consumo Responsable es un concepto defendido por algunas organizaciones ecologistas, sociales y políticas que consideran que los seres humanos haríamos bien en cambiar nuestros hábitos de consumo, ajustándolos a nuestras necesidades reales y optando en el mercado por opciones que favorezcan la conservación del medio ambiente y la igualdad social". Como vemos, un concepto que va en la línea de acabar con el consumismo desmedido, compulsivo e irresponsable, y con todos sus inconvenientes, siendo el principal de ellos el seguir contribuyendo a la actual cadena de producción, y por tanto, a todas sus graves consecuencias, de tipo social, económico y medioambiental. Más adelante continúa: "Se esgrime que el acto de consumir no es solamente la satisfacción de una necesidad, sino que también implica colaborar en los procesos económicos, medioambientales y sociales que posibilitan el bien o producto consumido. Por ello, se postula que deberían tenerse en cuenta en el momento de elegir entre las opciones disponibles en el mercado, aquéllas que menos repercusiones negativas tengan".

 

Para la autora y activista Esther Vivas, "como consumidores podemos optar por llevar a cabo un consumo responsable, comprar en los mercados locales y en las tiendas de barrio, pero más allá de nuestra opción individual, es muy importante actuar colectivamente, implicándonos en campañas de boicot y participando en cooperativas de consumidores de productos ecológicos que establecen relaciones de compra directa con los productores de su entorno. Asímismo, es necesario trabajar en campañas más amplias tales como el movimiento altermundista, ecologista, feminista, en una perspectiva de lucha y transformación social y política global". Como vemos, es un fenómeno que abarca y se proyecta a muchos otros, y que tiene relación con las diferentes tendencias que, cada una en su ámbito, pero a la vez todas ellas relacionadas entre sí, intentan cambiar las intrincadas relaciones y dependencias del mundo en que vivimos.

 

consumo_responsable.jpgEn realidad, y como nos ilustra el gráfico adjunto, el Consumo Responsable es sólo un factor más de todos los que forman un concepto mayor que pudiéramos denominar Economía Solidaria, y de la que participan también los conceptos de Sensibilización Ambiental (preocupación en los procesos industriales de los posibles daños al medio ambiente, y el diseño de acciones preventivas y correctivas), la Empresa Solidaria (aquél modelo de empresa que tiene en cuenta no sólo el factor beneficio, sino que también procura el protagonismo de los trabajadores/as y las condiciones de empleo digno), y la Banca Ética (aquél modelo de organización financiera que garantiza unas condiciones y un desarrollo sostenible de las inversiones, créditos y flujos de capital, fomentando la iniciativa y el control público). A todo ello le uniríamos también el concepto de Comercio Justo, que explicaremos en un próximo artículo, y proporcionaremos una gran Alternativa Social al actual modelo o Cadena de Producción, ya explicada en anteriores artículos.

 

Algunos de los puntos a tener en cuenta para un consumo responsable serían los siguientes:

 

1.- Considerar el impacto medioambiental desde el punto de vista del ciclo de vida del producto a comprar, valorando los procesos de producción, transporte, distribución, consumo y residuos que deja el producto (como vemos, todas las fases de la gran cadena de producción que ya hemos comentado en anteriores artículos).

 

2.- Determinar la huella ecológica que determinado estilo de vida y tipo de consumismo producen. Como ya dijimos en algún artículo de la serie, el Hombre es el único animal que es capaz de alterar el entorno donde vive, y ya habíamos comentado los efectos perniciosos que algunos inventos (como la moda) pueden producir.

 

3.- Determinar qué empresas, productos y servicios respetan el medio ambiente y los derechos humanos, para preferirlos frente a otros que no cumplan con los citados requisitos. Interesantísimo punto éste, que nos lleva a implicaciones sociales y políticas de todo tipo, a decisiones estratégicas no sólo personales, sino también colectivas, que favorezcan a determinados grupos, gobiernos o empresas que a su vez apoyen el consumo responsable, y desechen las otras tendencias consumistas.

 

4.- Plantear el tipo de comercio que se desea favorecer. Es consecuencia también del punto anterior, pero además le sumamos el factor político de favorecimiento o apoyo a ciertos sectores frente a otros, que puedan suponer un equilibrio de la balanza, y una apuesta por los procesos diferentes a los de la actual cadena. Aquí podríamos también incluir la apuesta por ciertos tipos de industrias, de cultivos, de hábitos, de tendencias, que posibiliten a largo plazo la implantación de nuevos procesos más acordes con el consumo responsable.

 

5.- Asegurar la calidad de lo comprado. También un punto fundamental, pues precisamente los buenos controles de calidad son imprescindibles para obtener buenos productos finales, y su ausencia es la que provoca en muchos casos que productos que no debieran estar en la cadena de producción estén presentes, causando muchos problemas.

 

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