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23 mayo 2013 4 23 /05 /mayo /2013 23:00

El Proyecto EuroVegas sigue su curso, sin prisa pero sin pausa, ya se eligió hace pocos meses su emplazamiento definitivo, y según las previsiones, a final de este año se pondrá la simbólica primera piedra del mismo. Si no conseguimos pararlo, en tres o cuatro años el proyecto será una realidad, y ya no tendrá vuelta atrás, sin grandes complicaciones. Pero estamos todavía a tiempo de, mediante la presión popular, conseguir que dicho proyecto se deseche, y no tengamos que sufrir los tremendos inconvenientes que nos traerá. Este artículo pretende volver, o mejor dicho seguir, concienciando a toda la ciudadanía sobre la maldad de dicho proyecto, incluso a los que más convencidos están de sus supuestas ventajas.

 

¿Qué respondería la gente en la calle si le propusiéramos, como proyecto para acabar con el paro, el fomento de las empresas que se dedican al tráfico de drogas, de personas, de armas, del juego, de la corrupción, de la prostitución? Pues esto será EuroVegas, pero en cambio, la mayoría de las personas sólo ven los supuestos cientos de miles de empleos que se van a crear con la construcción del megaproyecto. Y es que tenemos que entender que no todo vale para la causa de la creación de puestos de trabajo, sino que además éstos tienen que atender a unos mínimos criterios de dignidad en el empleo, y de sostenibilidad medioambiental. Recordemos, de entrada, que la empresa promotora, Las Vegas Sands Corporation, prohíbe a sus empleados afiliarse a sindicatos. Y como se pregunta Mercè Pinya en su artículo sobre BarcelonaWorld, el otro gran proyecto competidor: "¿Es este el país que queremos? ¿Un país que paga 400 euros a los profesores universitarios y que prefiere generar ocupación apostando por un turismo de masas que desfigura el territorio, no atrae o forma capital humano valioso, y tiene un coste ambiental altísimo?".

 

euro_vegas1.jpgEl proyecto de ciudad-casino de Europa, vendido hasta la saciedad como un revulsivo económico para la zona, no será más que un gigantesco entramado que cambiará algunas leyes por dinero. Nuestros serviles gobernantes se han venido mostrando muy dispuestos a no incomodar al gran magnate Adelson, y a tumbar cualquier ley que estorbe a los intereses del megaproyecto. Parece que no aprendemos, y que lejos de abandonar el modelo productivo que nos ha traído hasta aquí, nuestros gobernantes siguen apostando por él, es decir, por la construcción desorbitada, por los negocios turbios, por la inversión especulativa, por la reducción de derechos y la precarización del empleo, por las mafias y la corrupción, etc. En fin, como si no tuviéramos ya bastante de la cultura del pelotazo, de la burbuja inmobiliaria y de la crisis que nos ha traído hasta aquí.

 

Si no quieres caldo, toma tres tazas, dice el refrán, y bien nos vale para este caso. Y aquí estamos como bobos cómplices de su propaganda corporativa, cuyas mastodónticas cifras marean hasta al más pintado: más de 260.000 empleos, 30.000 millones de euros en producción económica, 11 millones de nuevos turistas que, según los cálculos de la empresa, gastarán un 150% más de la media sin incluir su gasto en juego. Hoteles, casinos, campos de golf, centros de convenciones, etc., en fin, una aparente magnífica música para un increíble cuento de la lechera. Se conoce también que habrá leyes especiales, manga ancha para muchas de ellas, relajación en la aplicación de los convenios colectivos, mayor permisividad fiscal, recuperación de ciertos hábitos como el tabaco, etc. En fin, todo un descomunal desatino.

 

Porque, como decimos, entre las exigencias del magnate para montar aquí su chiringuito se encuentran las exenciones fiscales, la modificación del Estatuto de los Trabajadores (por supuesto para precarizar aún más los empleos), cambios en la Ley de Extranjería, libertad total de horarios y de turnos, y hasta permitir que los ludópatas puedan jugar. Produce una rara sensación de asco y pavor el contemplar cómo los poderes públicos se rinden ante la fuerza y la fortuna de un magnate de esta calaña. Y según los defensores del EuroVegas, resulta que esto es el progreso. Extraña idea del progreso social deben tener, o unas miras muy cortas y moldeables. Y argumentan continuamente que con los altos índices de paro que sufrimos, no comprenden cómo se puede estar en contra del proyecto.

 

euro_vegas2.jpgY aquí estamos, en pleno siglo XXI con un nuevo Plan Marshall mucho peor que el original, ya que procede de capital privado, y nos viene en forma de juego, oscuros negocios, islotes fiscales, prostitución de lujo, pérdida de derechos laborales, invasión medioambiental, y un largo etcétera de peligros y retrocesos que a nuestros gobernantes parece ser que no les importan nada. Están obnubilados, y obnubilan a gran parte de la población, justificándolo todo con la mágica cifra de los puestos de trabajo que se crearán. De entrada, dicha cifra tiene truco, pero aunque no lo tuviera, queremos decir bien alto y claro que este tipo de empleo no lo queremos, que queremos empleos dignos, con una función social, y no sólo con una rentabilidad económica. Empleos que sean capaces de sentar las bases de un nuevo modelo productivo, y empleos que no dependan de los caprichos de un mafioso sionista e imperialista norteamericano, financiador del Tea Party USA, es decir, representante del movimiento más rancio y conservador estadounidense.

 

Y como muy bien afirma Rodrigo Fernández Miranda en AlbaSud: "Eurovegas, proyecto que conllevaría un cambio profundo de la fisonomía de la economía, la sociedad, las relaciones laborales y el entorno local, supone también un ejemplo radical, aunque lamentablemente no el único, de que en tiempos de crisis el Estado español se está configurando como destino preferente de inversiones ávidas de absoluta libertad y de beneficio a cualquier precio; de la puesta en marcha de proyectos que dan clara cuenta del modelo de “desarrollo” al que las Administraciones Públicas pretenden apostar. Asistimos a un proceso de normalización y aceptación de políticas ultraliberales como doctrina única de “desarrollo” y como camino a transitar para salir de la crisis". Y en cuanto al empleo, como ya hemos indicado, más de seis millones de personas desempleadas actualmente, sumado a la lógica desesperación por conseguir de forma urgente un puesto de trabajo, favorece que algunos representantes políticos pongan en marcha un discurso chantajista que instrumentaliza esta situación y legitima un retroceso sin precedentes en las condiciones de contratación y empleo de la población potencialmente trabajadora de este complejo.

 

Por tanto, y como afirman desde la Plataforma EuroVegas NO: "esa hipotética creación de empleo es el único argumento esgrimido por las autoridades públicas para vender Eurovegas, aunque es importante mencionar el continuo baile de cifras, lo que ha generado toda clase de suspicacias sobre su veracidad: se prometen nada menos que 260.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos. ¿Es posible que la cantidad de puestos de trabajo que se creen en el macrocomplejo sea ocho veces la de LVSC en todo el mundo? ¿Es viable que esta cuantía sea prácticamente similar a los empleos en todo el sector servicios de Las Vegas, Nevada? ¿Se están teniendo en cuenta en estas infladas estimaciones los puestos de trabajo que se destruirían en el territorio de destino?". Las cosas, pues, no son tan fáciles como nos las pintan. Por su parte, los inconvenientes medioambientales no le van a la zaga: edificios más altos que todo lo que ya existe, extensión de 4 veces el Parque del Retiro madrileño, contaminación atmosférica, demanda energética del volumen de una ciudad, aumento de la cantidad de residuos, etc.

 

En definitiva, seguimos realizando llamamientos a toda la ciudadanía, bajo el espejo de la Plataforma de referencia, EuroVegas NO, para que continuemos en la movilización, en la concienciación y en la lucha para acabar con este tipo de macroaventuras empresariales, que se resumen en hipotecar la vida de las personas y de los territorios, para beneficiar a una mafiosa élite que se reparte los cada vez más escasos recursos. Enfrentémonos a ello. Es nuestra fuerza, nuestra voz y nuestro poder lo que puede acabar con la implantación de estos grotescos retratos del modelo económico que nos ha traído hasta aquí, y poder acabar con esta "mercadocracia" que compra derechos laborales y sociales, y que impone la ley del más económicamente fuerte. En lugar de apostar por un modelo más racional, humano y solidario, por un modelo que ponga a la vida en el centro y a la economía al servicio de la vida, lo que se plantea, en última instancia, es una fórmula anti-crisis por lo pronto paradójica: para salir de la crisis profundicemos en el modelo que nos condujo hasta ella. Es decir, para salir del pozo, sigamos cavando.

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