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3 mayo 2017 3 03 /05 /mayo /2017 23:00
La transmisión del pensamiento dominante (60)

Hay que preguntarse si la economía pura es una ciencia o si es “alguna otra cosa”, aunque trabaje con un método que, en cuanto método, tiene su rigor científico. La teología muestra que existen actividades de este género. También la teología parte de una serie de hipótesis y luego construye sobre ellas todo un macizo edificio doctrinal sólidamente coherente y rigurosamente deducido. Pero, ¿es con eso la teología una ciencia?

Antonio Gramsci

El pensamiento dominante también afecta a la ciencia, en el sentido de instrumentalizarla hacia la consecución de sus fines, que no son otros que difundir un cierto pensamiento económico y científico que beneficia a las élites en detrimento de las clases populares. Como tantas veces hemos afirmado, la economía es quizá el bastión donde se centralizan todas estas tendencias, intentando convencer de que la economía es una ciencia exacta, y desde ese punto de vista, difundir que las tesis económicas que se adhieren a las corrientes neoliberales son las únicas posibles, desacreditando al resto de corrientes de pensamiento. Vamos a rescatar en este sentido una reciente entrevista realizada al economista Eduardo Garzón, realizada por Andrés Villena para la Revista "Contexto y Acción", donde intenta explicar este fenómeno. De entrada, las Universidades, los tanques de pensamiento, y por supuesto los medios de comunicación como voceros de todos ellos, intentan difundir al máximo las tesis económicas dominantes. Todo un ejército de economistas a sueldo de grandes empresas y fundaciones se esmera en publicar trabajos para difundir los mitos económicos dominantes. Precisamente Eduardo Garzón acaba de publicar un ilustrativo ensayo titulado "Desmontando los mitos económicos de la derecha", que intenta rebatir todos estos mitos. 

 

Pero ¿qué son basicamente estas tesis? Pues un laberinto de razonamiento con apoyo matemático destinado a enmascarar una ideología al servicio de la conservación del status quo y de los privilegios de las clases dominantes. Eduardo Garzón lo ha expresado así: "Esta es una de las trampas de la ciencia económica convencional: tratar de presentar una ciencia social como una ciencia exacta a través de fórmulas matemáticas y de ecuaciones, disfrazando algo que en realidad es una ideología". ¿Cómo se forman nuestros actuales y futuros economistas? La Universidad ejerce un adoctrinamiento sutil como proceso de aprendizaje. No se acepta que la economía no es una ciencia exacta, sino una ciencia social, y desde este punto de vista, la ciencia económica es algo muy plural, con múltiples y posibles enfoques. El problema es que se enseña sólo uno de ellos, privando al alumnado del conocimiento de otros enfoques distintos al convencional. Lo que es meramente una teoría económica se transmite como LA (única) teoría económica posible, sin otras alternativas. Y bajo el sustrato de la exactitud de dicha ciencia, se intenta convencer de que otros enfoques no son posibles. Los economistas que terminan sus estudios acaban pensando que el enfoque aprendido es el único posible, y luego trasladan dichos enfoques en su actividad profesional, tratándolos como la verdad absoluta. Sin embargo, todo tiene mucho más que ver con la ética, con la moral, con la política y con el poder, que con la resolución de un problema matemático. 

 

Retomemos de nuevo las palabras de Eduardo Garzón: "Por ejemplo, si un Ayuntamiento tiene un presupuesto para construir o bien un colegio o bien una iglesia pero no las dos cosas, ese problema no tiene una única solución, no va a haber ninguna ciencia exacta que nos diga qué hacer. Eso dependerá más bien de las preferencias de cada una de las personas que se vayan a ver afectadas por esta decisión, lo que nos traslada a un ámbito subjetivo y de opinión. Por tanto, cuando uno intenta aplicar a esta realidad tan compleja y tan subjetiva herramientas matemáticas, no está utilizando instrumentos verdaderamente útiles para entenderla". Pero en vez de ello, la corriente económica convencional parte de una serie de premisas que son expuestas como verdades indemostrables, que se dan por ciertas y que constituyen las reglas del juego que condicionan los resultados de la aplicación de la lógica matemática. Pero estas premisas no tienen por qué asemejarse en absoluto a la realidad. Y cómo no, este enfoque dominante tiende a fortalecer el status quo y los intereses de las poderosas élites. Eduardo Garzón (a preguntas del entrevistador) pone el ejemplo del mercado. Mientras los economistas convencionales tienden a ver el mercado como un resultado del orden espontáneo, del libre intercambio entre las personas, y que cuanto más desregulado esté, mejor, Garzón lo entiende de otra forma. Porque en realidad, todas estas reglas han sido creadas por el ser humano, y por las autoridades competentes, y responden a decisiones políticas que pueden ser autoritarias o democráticas. De hecho, cada uno de los mercados que existen en el mundo es distinto porque responde a decisiones políticas y a contextos diferentes. 

 

Y así, cuando se afirma que se va a "desregular" el mercado, en realidad lo que se está queriendo decir es que se va a regular en función de otros intereses distintos a los existentes. Y lo que se vende como una "necesidad demostrable científicamente", no es que más que una opción y una decisión política. Los mercados siempre están regulados. Los neoliberales abogan por una regulación de los mercados que no proteja a ningún colectivo frente a otro y donde cada uno juegue con el poder que tiene. Y de esta forma, vende su concepto de la "igualdad" desde la implícita desigualdad. Este es el error del neoliberalismo: no tiene en cuenta que nacemos con unas reglas del juego trucadas y con agentes económicos que tienen muchísima más influencia y poder, por lo que se acaba imponiendo la ley del más fuerte. En torno a todo ello, el pensamiento dominante elabora toda una serie de proclamas falaces: "El dinero está mejor en el bolsillo de los contribuyentes", "Hay que apoyar a los emprendedores", etc. Pero no se paran a pensar que un autónomo, por muy buena voluntad que tenga, si comienza su negocio y tiene que competir con las grandes empresas transnacionales, que tienen muchos más medios, poder e influencia, va a acabar perdiendo siempre. La solución por tanto no es darle más libertad al autónomo, ni rebajarle cuotas impositivas (para pagar menos impuestos, que es otro de los mantras neoliberales). La solución está precisamente en el control de los abusos de poder de esas grandes empresas, lo que requiere rediseñar las reglas del juego, es decir, "regular"  los mercados justamente en el sentido en que a las élites dominantes no les interesa. 

 

La actividad y el poder monetario (de fabricar dinero) también es otro mito del pensamiento económico dominante. Se nos vende la idea de que poco menos está mal visto que el Estado crea y ponga dinero en circulación, mientras que ello se ve bien para las empresas. Por ejemplo, los bancos crean dinero diariamente al conceder créditos, incrementando la cantidad de dinero en circulación. No se dice entonces nada con respecto a la posible inflación, y sin embargo, cuando lo hace el Estado, sí se entiende como un peligro. Se trata por tanto de una postura puramente ideológica: nos han ocultado que los bancos crean dinero, pero sin embargo nos han dicho que sería perjudicial que lo hiciera el Estado. Hay que darle la vuelta al argumento dominante: un Estado puede y debe crear dinero sin que las cosas empeoren, y es bueno disponer de esta herramienta y hacer uso de ella cuando haga falta para garantizar la satisfacción de las necesidades sociales de su población. En el fondo de la cuestión, detrás del pensamiento económico dominante se oculta un profundo desprecio al Estado como entidad pública, mientras se venera la actividad económica de las empresas privadas. Eduardo Garzón concluye que "hoy día el dinero es una herramienta secuestrada". Actualmente, la creación de dinero y su puesta en circulación sólo responde a decisiones del sector privado, mientras que la vía para generar dinero desde lo público está constreñida y limitada por disposiciones y reglas sobre el déficit público, sobre la deuda pública, sobre su financiación, etc. Porque el hecho es que la creación de dinero fue privatizada hace tiempo, y cada vez se intenta privatizar más, y esto responde, una vez más, a decisiones ideológicas más que a necesidades técnicas. La diferencia es fundamental: cuando los bancos crean dinero, hacen negocio con él. Cuando es el Estado el que lo crea, nadie se lucra (en un entorno sin corrupción, claro está, es decir, controlado democráticamente). Esta es la diferencia. Continuaremos en siguientes entregas.

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