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10 mayo 2017 3 10 /05 /mayo /2017 23:00
La transmisión del pensamiento dominante (61)

Por tanto, no se trata de fomentar la expansión de la mente sino su constreñimiento; no se trata de que la persona ponga en cuestión las normas o lo que se le dice sino de que acepte que no hay alternativa, que no hay otra posibilidad a lo ya dicho. Se trata en definitiva de “cortarle las alas” al pensamiento ya desde la más temprana edad, se trata de construir piezas para el sistema. Así, la creatividad, la reflexión y la crítica son ahogadas desde bien pronto a cambio de tener ciudadanos dóciles y simples mentalmente, personas que siendo ya adultas serán incapaces de realizar ninguna crítica ni de plantearse ante cualquier cuestión o norma ni tan solo: ¿por qué?. El resultado pues son unos ciudadanos que no se hacen preguntas porque ni tan siquiera saben y que solo acatan lo que se les dice

Vicente Berenguer

En el artículo anterior de esta serie mostrábamos algunos ejemplos de cómo el pensamiento dominante coloniza las mentes en cuanto al pensamiento económico se refiere, pero no es la única manifestación ni faceta donde actúa. Porque igualmente, el pensamiento dominante también se atreve a desacreditar la ciencia cuando claramente entra y pone en grave conflicto de intereses cierta cuestión social o política. Un buen ejemplo de ello lo tenemos actualmente con el famoso asunto del cambio climático. Que el cambio climático como fenómeno causado por la acción del hombre es un hecho constatable, es algo que ya han demostrado multitud de científicos, de informes, de estudios, de experimentos y de foros internacionales. Sin embargo, para las clases dominantes, asumir este hecho y reaccionar en consecuencia para intentar frenar los perversos efectos del cambio climático supondría llevar a cabo una completa reorientación de sus políticas ambientales, y sobre todo energéticas. Y como esta reorientación iría lógicamente en contra de los intereses de los grandes grupos de poder (que son los que están detrás de las grandes empresas, de los grandes bancos y de los grandes medios de comunicación), lo que hacen es difundir campañas de información engañosas, intentando desacreditar los innumerables estudios científicos que avalan el cambio climático como un hecho, que instan a desarrollar un cambio profundo en las políticas actuales. 

 

Lo que hacen es situar el foco de atención en otras explicaciones, normalmente tan absurdas como ridículas. Como disponen de grandes ejércitos de medios, de periodistas y de profesionales de todo tipo a su servicio (patronatos, fundaciones, tanques de pensamiento, etc.), elaboran, publican y difunden contrainformes que desacreditan los datos emitidos por la comunidad científica, y así al menos, siembran en la ciudadanía la duda y el falso debate. Obsérvese como claro paradigma de lo que decimos las políticas que el nuevo Presidente de los Estados Unidos, el magnate Donald Trump, está implementando en este terreno: desmontaje de la Agencia de Medio Ambiente, retirada de los Acuerdos Climáticos de París, recuperación de las fuentes de energía procedentes del carbón, y retirada de subvenciones a las empresas que fomenten las energías renovables, y todo ello bajo el falso mantra de que "El cambio climático es un cuento chino". Otro ejemplo más, de los muchos que llevamos expuestos durante toda esta serie de artículos, de la vergonzante impunidad del pensamiento dominante, y de hasta qué punto pueden ser peligrosas para la humanidad las élites políticas, económicas y sociales que nos gobiernan. En el fondo de la cuestión, la misma explicación de siempre: poner los intereses económicos de estas élites por encima de cualquier otra consideración de índole social, política o cultural que pueda hacerles sombra, amenazando con disminuir sus enormes privilegios. 

 

Bien, prometí en su momento (cuando exponíamos la importancia de hacer la siempre sabia pregunta: ¿por qué?) dar respuesta a mis lectores/as sobre el motivo para la famosa y enigmática cifra del 3% del PIB como límite permitido para el déficit público de los países de la Eurozona, aunque ya advertimos entonces de que no existía respuesta para esa pregunta. Insté a mis lectores/as a preguntarse constantemente sobre el por qué de las decisiones que no se entiendan, a cuestionarse los intereses que hay detrás de ellas, de los auténticos motivos que las mueven. Pues bien, vamos a ello. El Catedrático de Economía Juan Torres (autor del libro cuya portada hemos reseñado en la imagen de entradilla) explica en este artículo la razón de la decisión del 3%. Vamos a seguir su explicación. Comienza su artículo con una buena pregunta: "¿Cómo se justifica que se pueda "perdonar" el déficit que genera el gasto militar y no el gasto necesario para salvar vidas humanas o el empleo y los ingresos de millones de personas y empresas? No hay respuesta para esta pregunta".  Aún hoy intentan convencernos de ello. El Ministro Montoro, dentro del contexto del debate parlamentario sobre los Presupuestos Generales del Estado, se refería hace pocos días a la "borrachera de gasto público" que había practicado el Estado, lo cual, según él, había generado la crisis. Es tremendo que después de tanta corrupción destapada y después de tantas políticas económicas inútiles para su cometido (aunque muy útiles para su cometido encubierto), aún pretendan engañarnos de esta forma. 

 

Retomo de nuevo las palabras de Torres López: "Se dijo por activa y pasiva que los recortes sociales y las ayudas multimillonarias a la banca eran la condición necesaria para recobrar la actividad y el empleo, para reducir la deuda y para asegurar definitivamente el sistema financiero. Pero lo cierto es que desde que empezaron a aplicarse en la Unión Europea al estallar la crisis hay unos siete millones menos de empleos a tiempo completo, seis millones más de parados, otros casi seis millones más de empleos no voluntarios a tiempo parcial (en la UE28), cinco millones más de personas en riesgo de pobreza y 35 puntos más sobre el PIB de deuda pública (en la Eurozona). Y los bancos se siguen encontrando en insolvencia y muchos de ellos a punto de estallar de nuevo en cualquier momento. Pero eso no es sólo un fracaso o un error sino un engaño porque eran multitud los economistas que habían advertido que esto era justamente lo que iba a ocurrir cuando las autoridades decían a los ciudadanos que sus políticas frente a la crisis eran seguras, las adecuadas y plenamente infalibles". Disfraz, engaño, perversión económica. Debacle social y humanitaria. Más riqueza para los ya ricos. Estos han sido exactamente los efectos. Y aún siguen defendiéndolos. Y aún continúan imponiéndolos. Aún siguen intentando colarnos bulos, engaños y estafas. Aún continúan en su afán de enriquecer a los más ricos, y hundir en la miseria a los más pobres. 

 

Pues bien, Juan Torres (y muchos otros economistas que se escapan del pensamiento económico convencional) sostiene que el criterio del tres por ciento no tiene base científica alguna. Asegura que no hay nada, absolutamente nada que lo justifique. Se podría haber puesto en su lugar el 1, el 5 o el 30%, con el mismo fundamento económico, esto es, ninguno. Y aquí viene la explicación para tan absurda medida: El criterio del 3% del PIB como límite para el déficit público se lo inventó un funcionario francés, Guy Abeille, cuando su jefe le pidió alguna norma para que el recién elegido Presidente Mitterrand pudiera frenar las demandas de más presupuesto que le hacían sus ministros. En unos minutos tuvo que inventarse algo, siendo plenamente consciente de que no había ningún economista ni teoría económica alguna que proporcionara fundamento para algo así. Pero como tenía que ofrecer rápidamente una solución a sus superiores, se decidió por el 3%. Estos jerifaltes de la Unión Europea lo han adornado con todo tipo de absurdos razonamientos, lo han aliñado con otras cifras en cuanto a deuda pública, y otras cifras macroeconómicas, y lo han vendido como el sancta sanctorum de los planes de la Troika. Al principio, estos "objetivos de convergencia" fueron vendidos como una simple "recomendación", pero con el reforzamiento de ese pensamiento dominante, hoy día es una plena exigencia de la Unión, que controlan en cada país mediante sus "hombres de negro", que negocian para cada año, y que establecen sanciones a los países que lo incumplen. Como decimos, se trata de darle apariencia técnica, científica y rigurosa a lo que sólo es un absurdo económico. Continuaremos en siguientes entregas.

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