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21 febrero 2020 5 21 /02 /febrero /2020 00:00

Si la esencia de la vida en comunidad se basa en la posibilidad de elucidar e integrar los mejores rasgos de los individuos que la constituyen, es necesario que la educación, como instrumento de socialización y de actitud crítica, adopte respuestas válidas para los retos que tiene planteados la humanidad. Uno de ellos, tal vez el más relevante en un momento de cambio global como el que vivimos, es el de reorientar nuestras formas de vida hacia la austeridad, la moderación y la sencillez, para romper con el círculo vicioso de la acumulación económica de unos pocos a costa de la pobreza del resto de la humanidad y de la destrucción del medio ambiente

María Novo

En la última entrega nos quedamos exponiendo el tratamiento que los libros de texto conceden a la ciencia. En ellos, la ciencia es buena y noble en sí misma. Va asociada en su presentación a la idea de evolución y, a su vez ambas al progreso, sin que se muestre cómo este “progreso” está poniendo en peligro la supervivencia de la propia especie. El conocimiento científico se sitúa por encima de otras disciplinas, como la literatura por ejemplo. Se puede observar incluso en la valoración que estas disciplinas dan de sí mismas. Algunos libros de texto se refieren al saber literario como el que posee una finalidad estética, mientras que el lenguaje científico es el que es objetivo. Para la ciencia convencional el estudio de los diferentes fenómenos se da con frecuencia en “condiciones ideales”, en los que se aíslan uno o dos factores, y luego se extrapolan a la realidad obviando a menudo la complejidad del mundo real. Aunque desde hace mucho tiempo es sabido que las leyes de la mecánica newtoniana, ideales para fabricar piezas, tornillos o coches, no sirven para explicar las cosas infinitamente grandes, infinitamente complejas o infinitamente pequeñas. Los otros modelos científicos como la física cuántica, la teoría de la relatividad, la ecología y las bases fundamentales físicas y matemáticas de los procesos de la vida se estudian de modo poco relevante o no se suelen mencionar en los libros de texto. Se obvia a los alumnos y alumnas que los problemas ambientales y la sostenibilidad sólo pueden ser abordados reconociendo la complejidad y la densa red de interdependencias y relaciones económicas, sociales, políticas, ecológicas o educativas que constituyen la esencia del mundo vivo entendido como sistema. Esta consideración, fundamental en ecología, es obviada en la práctica totalidad de los textos en los que se potencia una alta especialización que muy a menudo provoca dificultades de comunicación, relación y articulación entre diferentes disciplinas. Los libros de texto ignoran diversos aspectos, que desde una perspectiva ecológica resulta imprescindible tener en cuenta como por ejemplo los factores de azar e incertidumbre que obligan a comprender las grandes leyes científicas en términos de probabilidad y no de certeza. Estas aportaciones no llegan a los textos, transmitiéndose que a través de la ciencia occidental es posible conocer y controlar el mundo que nos rodea.

 

Otro concepto ignorado es el de la irreversibilidad de los procesos de la vida. El paradigma científico dominante en los libros de texto considera que una teoría, para ser válida y asumible por la comunidad científica, y por tanto aplicable a la tecnología, debe ser reproducible, sin embargo esto sólo es aplicable con una o dos variables. Los fenómenos de la vida en muchas ocasiones no son reproducibles, por lo que un modelo de ciencia que no considera la irreversibilidad de los procesos, difícilmente puede ayudar a que los estudiantes puedan hacerse las preguntas adecuadas. Muchas veces se oculta el carácter poco relevante o incluso contraproducente desde el punto de vista de la sostenibilidad, de muchos estudios científicos. La propuesta científica que se realiza al alumnado en cuanto a la física, la química, las matemáticas o la propia biología, se encuentra aislada de la vida como sistema, de tal modo que los libros de texto, estudian la ciencia como aquello que permite fabricar cosas. La orientación de la ciencia a la tecnología es tan fuerte que no deja apenas resquicios a las explicaciones de los procesos de la vida. Así, se puede comprobar cómo el estudio de la termodinámica en todos los libros de Física y Química revisados no se relaciona con la ecología, impidiendo de este modo que alumnos y alumnas puedan comprender por ejemplo la relevancia de conceptos como la entropía para la propia supervivencia de la especie humana. También se puede comprobar cómo por ejemplo el estudio del cuerpo humano se realiza dividiendo la maquinaria humana en piezas, sin que el sistema reproductor tenga algo que ver con la sexualidad, el placer, el deseo o los afectos, el sistema respiratorio tenga relación alguna con la contaminación o la dependencia de los bosques, etc. Las matemáticas con frecuencia se ponen al servicio del cálculo y recuento de cosas "objetivas", pero obsérvense detrás de los siguientes ejemplos los valores que subyacen: el libro de Matemáticas de 1º de Bachillerato Ed. SM plantea a los alumnos "cuánta madera habrá en un bosque cuya tasa de crecimiento viene dada por una determinada fórmula", o "Cuánto cuesta vallar un campo rectangular que está junto a un camino", o "Cuál es el peso de unas truchas de piscifactoría". Y por su parte, cuando algunas disciplinas dudan de su propio estatus científico, se esconden tras un abigarrado lenguaje pseudocientífico para mostrar su objetividad. Un claro ejemplo es la economía, que se plantea como si fuera una ciencia exacta utilizando muchas gráficas y un lenguaje técnico que le aporta un aparente rigor. 

 

Por contra, habría que enseñarle y diferenciar perfectamente a los estudiantes entre las ciencias exactas y las ciencias sociales, en el sentido de que las primeras sólo se basan en el método científico, y tienen como único objetivo el conocimiento de su área de interés, mientras que las segundas, aunque se basen igualmente en el método científico, son disciplinas que el ser humano ha creado para aplicar un determinado modelo a una realidad social. La economía es un claro ejemplo de ciencia social, y hay que enseñar a los alumnos y alumnas que los postulados económicos no son axiomas ni dogmas, sino que son opciones posibles que las determinadas escuelas o tendencias económicas van derivando a lo largo de la historia y de la realidad social de un determinado territorio, pueblo, país o comunidad. Detrás de la aplicación de unos determinados planteamientos económicos siempre existe un interés, cual es desarrollar un determinado modelo a una realidad social concreta en el espacio y en el tiempo. Y dicho modelo tendrá sus consecuencias, lo mismo que las tendría (diferentes) la aplicación de otro determinado modelo económico (y de producción, y de consumo...). Pero en vez de esto, la economía es tratada como una ciencia exacta por los libros de texto, adquiriendo características de objetividad, certeza y universalidad. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé dice a los alumnos que "La ciencia que se ocupa de asignar los recursos escasos a las necesidades humanas de forma racional se denomina economía", sin entrar tampoco en el trasfondo de lo que son "necesidades humanas". Igualmente, también se echa en falta enseñar a los estudiantes la necesidad de una ética de la ciencia, es decir, conceder importancia a la obligada posibilidad de que el ser humano controle los destinos y la aplicabilidad de los propios avances científicos, para que éstos sean usados en buenas causas para la humanidad y para el planeta. 

 

9.- CONFUSIÓN ENTRE EXTRACCIÓN Y PRODUCCIÓN. Continuando con el tema económico, otro de los grandes defectos que presentan los libros de texto es la tremenda confusión que transmiten a los estudiantes, entre los conceptos de extracción y producción. Se le debieran poner las cosas claras: La única producción real que se da en el planeta es la que realiza la fotosíntesis a partir de la energía del sol, del agua y de los minerales. Sus productores son los seres vivos autótrofos, o sea, los que son capaces de fabricar su propio alimento. Esta producción es la producción primaria, responsable de crear la biomasa. Sin embargo, como decimos, los libros de texto se hacen eco de la confusión que nuestro sistema económico tiene entre producción y extracción. Esta segunda operación no supone la síntesis de nada nuevo, sino que simplemente arranca de la tierra materiales que no se pueden renovar, ya que el planeta es un sistema cerrado, que no recibe otra cosa que no sea la energía del sol. Este error es esencial para la sostenibilidad ya que aleja la idea de límites o de recursos finitos en los procesos industriales y económicos. En este sentido, los libros de texto (y el lenguaje político, mediático y popular) debería olvidarse de seguir denominando por ejemplo "países productores de petróleo", o "potencia productora de acero, carbón y algodón". En su lugar, hay que señalar al extractivismo como el proceso diseñado y ejecutado por el ser humano para adentrarse en las entrañas de la tierra y extraer determinadas sustancias o minerales, como materia prima o combustible. La ausencia de límites para los procesos productivos y la reducción al economicismo de los bienes naturales es manifiesta en los textos. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé señala que "El crecimiento y el desarrollo económico suponen la producción de una mayor variedad de bienes y servicios y, por lo tanto, la utilización de una mayor variedad de materias primas. Esto ha exigido la búsqueda de nuevas fuentes o yacimientos de recursos". O por ejemplo, el libro de Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Ed. Santillana afirma que "Desatender la producción de bienes de consumo es desatender el bienestar de la población". 

 

Por medio de todas estas afirmaciones, se va conduciendo al alumno para la asunción del modelo vigente de producción y consumo, ligando todos estos procesos a los conceptos de bienestar, desarrollo, crecimiento y progreso. Esa es la única lectura. No existe otra. No se le transmite al alumnado la capacidad siquiera para preguntarse lo que debemos entender por "progreso" o por "desarrollo". Los textos defienden la idea falsa de que las economías más ricas se encuentran en un proceso de desmaterialización. Se ignora que las economías más depredadoras, denominadas "posindustriales" mueven más materia física (desordenándola) que la que jamás se habría imaginado. Para los libros de texto, el crecimiento económico y el aumento ilimitado de la producción justifican cualquier tecnología y son incuestionables. Por supuesto y como siempre, existen excepciones. En algún libro de texto, como por ejemplo el de Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Akal, se pueden encontrar acertadas críticas al desastre ambiental provocado por la ausencia de límites a la producción y al consumo…pero es un planteamiento minoritario. En dicho libro se lee: "El estímulo constante para la compra mercantilizó la vida de los ciudadanos…Y así se consolidó una base fundamental de nuestra sociedad de hoy, la producción y el consumo sin límites, aunque eso haya originado grandes males, como la contaminación y el deterioro ecológico”. Ojalá cundiera el ejemplo de este texto. Muy de pasada se citan algunos problemas ecológicos, sin que en ningún caso se explicite la necesidad del decrecimiento o la limitación de los procesos productivos. Simplemente se hace alguna mención al desarrollo sostenible sin que se pueda vislumbrar que la sostenibilidad puede pasar por dejar de extraer. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé dice que "La explotación abusiva de la naturaleza, las actividades de producción y el consumo indiscriminado pueden llevar al agotamiento de algunos recursos. En la actualidad, el problema ha alcanzado proporciones alarmantes, como el caso de la extinción de especies vegetales y animales, el deterioro del ecosistema, la sobreexplotación de recursos marinos o yacimientos mineros, etc. El sector público está obligado a intervenir para evitar estas situaciones abusivas de los recursos. Pretende conseguir un desarrollo económico sostenible y respetuoso". Y ahí se queda. Está muy acertada la reflexión, pero debería llegar al paso siguiente, centrándose en debatir la posibilidad de que deban decrecer los procesos extractivos y consumistas. Sin embargo, de modo generalizado, se invisibilizan los problemas sociales y ecológicos asociados a la denominada producción. "Todo objeto fabricado es un bien para la economía", texto de Economía 1º de Bachillerato Edebé (Nótese el uso de la palabra bien. ¿Todo los que se fabrica es un bien desde el punto de vista de la vida y la sostenibilidad?). Por otra parte se afirma en la misma página "Un bien o servicio es todo aquello que es útil para satisfacer necesidades”. Como se puede observar, la contaminación o los efectos negativos de la producción son completamente ignorados. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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