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25 diciembre 2020 5 25 /12 /diciembre /2020 00:00
Sáhara Occidental: el Régimen del Terror y del Silencio (III)

La invasión y ocupación militar del territorio saharaui por el ejército marroquí, 43 años de ignominia colonial, la pertinaz represión del ocupante, la sistemática expulsión del Sáhara Occidental de eurodiputados, juristas, observadores, periodistas y estudiantes para impedirles constatar la realidad; la culpabilidad de los gobernantes españoles, la traición de los ‘socialistas’, el abandono de los principios anticolonialistas, el permanente chantaje alauita, la impune violación de la legalidad internacional por un régimen al que se le siguen vendiendo armas con las que se reprime al pueblo saharaui,… y la ejemplar resistencia de un pueblo que lucha pacíficamente por el respeto de los derechos humanos, por su legítimo derecho a su propia tierra, a sus recursos naturales...

Luis Portillo Pasqual del Riquelme

...a su propia vida en paz y libertad, y que ha sido capaz de construir su propio Estado, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), de cuya proclamación (Bir Lehlu, 27 de febrero de 1976) se cumplen ahora 43 años, con el reconocimiento de más de ochenta países, a pesar de tantas maniobras rastreras en su contra

Luis Portillo Pasqual del Riquelme

Vamos a tomar como referencia para el relato de aquélla famosa "Marcha Verde" este artículo de Lehbib Abdelhay publicado en el medio Confidencia Saharaui, y replicado por algunos otros medios digitales. El artículo está escrito en el año 2018, cuando se cumplían los 43 años de aquel acontecimiento. Rabat envió el primer grupo de "marchadores verdes" al Sáhara el 31 de octubre (de 1975), y no el 6 de noviembre, fecha oficial del inicio de la Marcha Verde. El 31 de octubre de 1975, poco antes de la muerte del dictador, el entonces Príncipe Don Juan Carlos de Borbón preside un Consejo de Ministros en el Palacio de la Zarzuela, con el asunto del Sáhara como prioritario en la agenda. Juan Carlos manifiesta su férrea determinación de ponerse al frente de la situación. Sin embargo, no les dice a los demás reunidos que él ya ha enviado a su hombre de confianza, Manuel Prado y Colón de Carvajal, a Washington, para solicitar la ayuda del entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger. Juan Carlos es consciente de que una guerra colonial con Marruecos en aquellos momentos podría precipitar los acontecimientos al estilo de lo acaecido en Portugal, y que podría por ello perder su corona antes de ceñirla. Pero retrocedamos un poco en el tiempo: en agosto de 1973, dos años antes, una declaración de intenciones señalaba que "España está comprometida con la autodeterminación del Sáhara". Por aquellas calendas, al ya agotado régimen franquista le sobraba la colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de guerrillas, y la administración franquista intentaba cargar con su responsabilidad a la ONU para abandonar lo que se había convertido en un problema, y para que su imagen no quedara demasiado dañada. Al año siguiente, en 1974, y al auspicio de las Naciones Unidas, España decide celebrar un referéndum para la autodeterminación del Sáhara, pero entonces Marruecos, temeroso del resultado de dicha consulta, solicita el amparo de la Asamblea General de las Naciones Unidas para que no se celebre (Marruecos trataba de equiparar el caso con la descolonización de Sidi Ifni y su devolución a la potencia alauita). 

 

Naciones Unidas, ante esta hipotética situación, consulta a la Corte Internacional de Justicia una serie de cuestiones preliminares, a lo que dicho organismo estimó mayoritariamente que en el momento de su colonización por parte de España, el Sáhara no era un territorio sin dueño, ni existían vínculos de soberanía entre el territorio del Sáhara Occidental y el Reino de Marruecos, antes de la colonización española. La conclusión fue, por tanto, que el referéndum debía celebrarse. Pero el entonces Rey de Marruecos, Hassan II, saltándose todas las estimaciones de la ONU y de la Corte Internacional de Justicia, organiza un movimiento masivo de ciudadanos marroquíes forzados para invadir el Sáhara Occidental, que fue conocido como "Marcha Verde", por el color de la indumentaria de los ocupantes de los convoyes. El siguiente hito histórico lo tenemos en los llamados "Acuerdos de Madrid", firmados el 14 de noviembre de 1975, por los Gobiernos de España, Marruecos y Mauritania. En ellos, España ratificaba su intención de descolonizar el territorio del Sáhara Occidental poniendo término a las responsabilidades y poderes que poseía sobre dicho territorio como potencia administradora. Los Acuerdos de Madrid recogían que dichas responsabilidades y poderes serían transmitidos a una Administración temporal sobre el terreno, en la que participarían Marruecos y Mauritania, fijándose la terminación de la presencia española en el territorio saharaui antes del 28 de febrero de 1976. Se advertía que sería respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemáa. En virtud de todo lo cual, el 26 de febrero de 1976 España retiró definitivamente sus tropas del territorio del Sáhara, y abandonó a la población saharaui, que pasó a ser de dominio marroquí. Los Acuerdos de Madrid disfrazaron, por tanto, un "acto de cobardía, de aquel despropósito, de aquel abandono soez por parte de España de todo un pueblo acogido a sus leyes y a su protección internacional, y este país sigue atrapado en su propia vergüenza, en su increíble dejadez, en una política de pánico insuperable ante el sátrapa marroquí que no solo se permite desoír una y otra vez las resoluciones del máximo órgano de jurisdicción universal (la ONU) sino que se atreve a presionar y a chantajear permanentemente a los dirigentes españoles en base sin duda al permanente apoyo que recibe del imperialismo estadounidense y a la reconocida debilidad militar española", en palabras del autor del artículo citado. 

 

Este episodio, en opinión de Víctor Arrogante (uno de nuestros mejores y más veteranos analistas) en un artículo publicado (entre otros medios) en Asturbulla, constituye una de las páginas más negras de la política exterior española. España tenía obligaciones reconocidas a nivel internacional que simplemente no cumplió, se evadió de ellas, prefirió mirar para otro lado y dejar al pueblo saharaui abandonado a su suerte. La actitud española supuso una clara traición para el pueblo del Sáhara, que aún a día de hoy sigue sufriendo con la bárbara ocupación marroquí y el exilio. Aquélla "Marcha Verde", compuestas por regimientos de tanques y blindados del ejército marroquí invadieron el Sáhara Occidental, destruyendo, matando y secuestrando a la población allí por donde pasaban. El entonces Príncipe, como hemos dicho, acordó el repliegue de las tropas y la entrada de 50 marroquíes en El Aaiún. Documentos desclasificados de la CIA arrojan luz sobre algunos de los episodios más significativos de aquellas fechas. Eran los días en que Juan Carlos asumía en funciones la Jefatura del Estado, ante la debilidad física de Franco. Explica Víctor Arrogante: "El objetivo de los Acuerdos [Tripartitos de Madrid] fue legalizar la ocupación marroquí del Sáhara, una ocupación que ya estaba hecha. La Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó de forma determinante los hechos y presentó una resolución en la que se exigía el respeto a la legalidad internacional y que reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Hasta la fecha nadie reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Marruecos ni cumple con la legislación internacional ni reconoce las resoluciones de la ONU". ¿Nos suena de algo este relato? Son demasiados los conflictos donde la ONU es un interlocutor válido, pero donde no se respetan sus dictámenes. La comunidad internacional tendría que decir mucho sobre esto, porque ello está ligado, casi siempre, a eternos episodios sangrantes de la historia reciente del mundo. Aquella Marcha Verde, en realidad, solo sirvió para esconder los verdaderos intereses en juego, para disfrazarlos y para ocultarlos, para disimular formalmente unas decisiones que ya habían sido tomadas, y para cubrir con el manto de legitimidad de la ONU unos acuerdos injustos y despreciables. 

 

Con aquellos Acuerdos de Madrid se puso en marcha una efímera administración tripartita (ya que Mauritania, el tercer actor afectado, exhausta por el conflicto con el Frente Polisario, se retiró en 1979 de la parte meridional del territorio que le había cedido Marruecos), se posibilitó la ocupación del Sáhara por los ejércitos marroquí y mauritano y el primero de ellos entró en El Aaiún el 11 de diciembre de 1975. Con el embarque de las últimas tropas españolas en Villa Cisneros el 12 de enero de 1976, y con la retirada de los últimos oficiales y administradores el 26 de febrero, se consumó la entrega. Pero nadie había previsto, cuando se firmó dicho despropósito, la feroz y encarnizada resistencia de un gran sector del pueblo saharaui, movilizado y encuadrado en el Frente Polisario, ni la fuerte reacción de un cuarto actor, como fue Argel. Según la ONG "Por un Sáhara Libre", miles de personas permanecen en los campamentos de refugiados en Argelia, sobreviviendo a las duras condiciones climatológicas y humanitarias, pese a la ingente labor llevada a cabo por el Frente Polisario para combatir dichas adversidades. Miles de personas padecen una férrea y violenta ocupación militar por parte del Reino de Marruecos en el propio Sáhara Occidental, sufriendo violaciones sistemáticas de sus derechos más elementales, como ya destacábamos en nuestras primeras entregas. "El Reino de Marruecos, que siempre ha mantenido una postura obstruccionista, últimamente ha endurecido la presión sobre Naciones Unidas, mostrando una vez más la arbitrariedad y el despotismo que le caracteriza, sin entender más idioma que el de las amenazas y obviando el derecho internacional como forma de entendimiento entre los pueblos del mundo", en palabras de Víctor Arrogante. El Sáhara Occidental sigue siendo la última colonia del continente africano. Los gobernantes españoles, de toda la ya extensa etapa "democrática", desde la Transición hasta la actualidad, han practicado un desdén absoluto hacia el asunto del Sáhara, riendo las gracias continuamente a la potencia alauita. Los gobernantes españoles han demostrado su absoluta incapacidad y cobardía en el ámbito internacional, demostrando que no son capaces (ni les interesa siquiera) de cerrar el proceso de descolonización de este territorio, y de liberar a su pueblo del enemigo opresor. La colonización fue considerada, desde la propia fundación de las Naciones Unidas en 1948, como una lacra histórica de la humanidad, que solo ha provocado sufrimiento y retroceso en el proceso de la convivencia entre los pueblos del mundo. 

 

Mientras el Frente Polisario apostó desde el año 1991 por la paz y la negociación como forma de resolver los conflictos, Marruecos continúa presumiendo de la imposición, la violencia y la sinrazón frente al derecho internacional, apostando por el conflicto directo como forma de resolver un problema que tiene su origen en la incapacidad de España para concluir de forma justa el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, incapacidad que, como hemos señalado, han presentado todos los gobiernos que se han sucedido en el Palacio de la Moncloa desde el año 1975. Ante un conflicto enquistado de esta magnitud, máxime cuando es todo un pueblo el que reclama justicia y libertad, es preciso que se emprendan nuevas acciones decisivas y medidas eficaces, de conformidad con el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, para eliminar los obstáculos que impiden la plena realización del derecho a la libre determinación de los pueblos que, como el saharaui, viven bajo la bota de la ocupación colonial, ese brutal vestigio del pasado, y que siguen viéndose afectados negativamente en su desarrollo económico y social. En conclusión: los Acuerdos de Madrid fueron claramente ilegales, y desde ahí se arrastra toda la perversidad de este asunto. La Marcha Verde, compuesta por un millón de marroquíes, fue el intento de legitimación de aquella barbarie. Hassan II consideró que había logrado su objetivo, y "sin vencedores ni vencidos" y sin disparar un solo tiro (las barbaridades vendrían después), ordenó a los manifestantes abandonar el territorio ocupado. Hoy día, los intereses geoestratégicos pesan mucho en el conflicto saharaui. Los Acuerdos de Madrid (ya lo citamos de pasada en la primera entrega de esta serie) estipulaban la cesión a Marruecos del 65% de la empresa Fosfatos de Bucraa, que explotaba los ricos yacimientos de la zona. A cambio, nuestro país obtendría los derechos de pesca para 800 barcos durante 20 años, acuerdo que por cierto Marruecos incumplió. Todavía hoy, la intransigencia de Marruecos, la inoperancia de la ONU y el silencio de España y algunos gobiernos occidentales, mantienen el conflicto empantanado. Mientras Estados Unidos (Trump lo acaba de "reconocer" hace dos semanas), Francia y Gran Bretaña están a favor de la integración del Sáhara Occidental a Marruecos como una provincia más, los gobiernos españoles han mantenido una postura de ambigüedad calculada, que no favorece para desencallar el conflicto. Continuaremos en siguientes entregas.

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