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11 febrero 2011 5 11 /02 /febrero /2011 00:00

Cada vez me asombro más sobre la capacidad de añadir auténticas barbaridades a nuestras expresiones y nuestro lenguaje, en lo que se ha venido en llamar "lenguaje no sexista". En principio la idea es correcta, y además necesaria, pues como sabemos, el lenguaje es uno de los grandes pilares (muy subliminal, por cierto) donde se manifiesta una cultura, y por tanto, las propuestas y movimientos sociales para ir cambiando nuestro lenguaje en direcciones digamos "menos sexistas" me parecen muy positivas. Pero como todo en esta vida, si nos pasamos de rosca y sacamos las cosas de contexto, si queremos ser más papistas que el Papa, nos topamos con una serie de atrocidades cometidas con el lenguaje, que bajo la bandera de la eliminación del sexismo, se convierten en auténticas tomaduras de pelo, cuando menos.

  

Sólo quiero comentaros algunos ejemplos, pues la lista exhaustiva nos llevaría muchos artículos, de las tonterías que se están proponiendo, muchas de las cuales están calando en nuestros políticos y en la gente de la calle, y que sin darnos cuenta las estamos incorporando a nuestro lenguaje escrito y hablado, intentando ser "políticamente correctos", cuando lo que estamos consiguiendo ser es "correctos burros". Por ejemplo, la incorporación de los apellidos "de género" a muchas expresiones, por ejemplo "violencia de género", aplicando género a masculino o femenino. Pero hay que hacer notar que el género se aplica a las cosas, por ejemplo silla es femenino, y sillón es masculino. Los humanos no tenemos género, sino sexo, hombre o mujer. Por tanto, debemos sustituir el apellido "de género" por "de sexo", llamando por tanto "discriminación de sexo", "violencia de sexo", o si se quiere, "violencia sexista", "violencia machista", o lo más correcto de todo, "violencia doméstica".

  

lenguaje_sexista.jpgOtro gran caballo de batalla (quizá el más popular de todos) es el uso de los plurales colectivos masculino y femenino. Aquí es donde quizá se riza el rizo, pues además continuamente hay que estar refiriéndose, si se quiere quedar bien, a expresiones del tipo "alumnos y alumnas", "trabajadores y trabajadoras", " todos y todas", etc., sin darse cuenta de la solemne tontería que estamos haciendo. Hay que referirse al sexo cuando particularizamos, pero no cuando generalizamos, pues en la colectividad entra todo el mundo. Ejemplo: no debemos decir "Luisa Torres es un abogado laboralista", sino "una abogada". Pero nunca decir: "Los abogados y abogadas de esta empresa", cuando la expresión general "los abogados" ya los incluye a todos. Pero la tontería llega a más, pues en la forma escrita, se ha impuesto el uso del símbolo de la arroba (@) para referirse simultáneamente al sexo masculino y al femenino, sin tener que escribir los dos, pudiéndose leer en muchos sitios por ejemplo, la aberración "Querid@s alumn@s", lo cual es completamente ridículo al par que incorrecto. La arroba es un carácter alfanumérico (que desde antiguo se aplica como unidad de medida) usado en el nombre de un buzón electrónico, es decir, de una dirección de correo electrónico, para separar el nombre del usuario del nombre del servidor, por ejemplo, en antonio.rodriguez@telefonica.net. No tiene sentido usarlo en otro contexto, y menos en el que nos ocupa. Por tanto, digamos "Todos los alumnos" para referirnos a chicos y chicas, y cuando nos queramos referir sólo a las chicas, digamos "Todas las alumnas". Así de simple.

 

Bueno, pues todavía nuestro Gobierno de la Junta de Andalucía nos quiere dar otras vueltas de tornillo, y ha organizado recientemente unas Jornadas, donde convoca a los Consejeros/as de Medio Ambiente, Igualdad, Presidencia y Hacienda, con un presupuesto de 18.000 euros, que bajo el título de "Ecofeminismo: una mirada de género al medio ambiente", y editando una guía cuyo título es "Comunicación socioambiental desde la perspectiva de género", propone la sustitución de una serie de expresiones sexistas (según ellos) por otras más correctas; pondremos sólo unos cuantos ejemplos, para que los lectores se puedan hacer una idea de hasta dónde llega la obsesión por la tontería: se propone sustituir la expresión "el actor" por "la persona que actúa"; "los futbolistas" pasan a ser "quienes juegan al futbol"; "el interesado" se debe convertir en "a quien interesa"; la expresión "número de parados" pasa a ser "número de personas sin empleo"; "los ciudadanos" debe expresarse como "la ciudadanía"; y "el hombre" como "la humanidad"; "los expertos" en algún tema, como es según ellos lenguaje sexista, debe expresarse como "los profesionales con experiencia"; los sustantivos metonímicos de lugar, expresión y cargo también se consideran sexistas (el colmo de la estupidez), y para muestra un botón: la frase "El documento será rellenado por el responsable de enfermería" debería expresarse de esta otra forma: "Este documento será rellenado por el servicio de enfermería"; generalidades como "Los andaluces" deben cambiar a "El pueblo andaluz"; también es sexista para ellos decir "Los niños", que debe sustituirse por "La infancia"; en fin, cortamos aquí para no seguir incluyendo más sandeces de las que se publican en la susodicha guía, que recomendamos tirar a la basura, y aconsejar a los incultos que nos gobiernan desde la Junta de Andalucía que dediquen su tiempo, inteligencia (si es que la tienen) y recursos a iniciativas realmente progresistas para el pueblo.

 

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