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26 junio 2015 5 26 /06 /junio /2015 23:00

Las democracias sistémicas son férreas dictaduras del capital imperialista y subalterno que se renuevan cada cierto tiempo en mercados y circos electorales grotescos o refinados en función de sus intereses

Camilo Valqui

La polìtica española se va pareciendo, cada vez más, a la norteamericana. Y como casi siempre ocurre, importamos lo peor de cada caso. En efecto, el pasado domingo, en un acto con mucho bombo y pompa, de impactante escenografía y protocolo, tuvo lugar la proclamación de Pedro Sánchez, el Secretario General del PSOE, como candidato a la Presidencia del Gobierno. Después de unas primarias inexistentes (por lo visto debido a la ausencia de avales del resto de candidatos), Pedro Sánchez fue elevado a la cúspide entre vítores, aplausos, música, grandes eslóganes, banderas gigantes y retóricos discursos. Como decimos, todo un espectáculo muy a la americana, donde no faltó ni siquiera la presencia de la esposa del candidato, a la que seguramente, dentro de poco, tendremos que llamar también "Primera Dama", como en Estados Unidos. Se trata de convertir la política en un decadente escaparate, donde todo vale para presentar la función más glamurosa. En esta ocasión la esposa del candidato Pedro Sánchez sólo salió a saludar, pero es previsible que, de continuar la tendencia, se le otorgue un papel más relevante, por ejemplo pronunciando un discurso intimista (que a nadie debería interesar), desvelando aspectos, sentimientos y reacciones pertenecientes a la más estricta intimidad.

La proclamación de Pedro Sánchez

Faltaron confetis, banderolas, actuaciones en directo de grupos musicales y solistas apoyando al candidato, suelta de globos, y terceros discursos de personajes públicos, pero tanto el fondo como la forma, se van pareciendo al más puro espectáculo electoral estadounidense. Y al igual que allí, lo que vivió el PSOE el pasado domingo fue un mero acto de consolidación del candidato, de proyección pública, de reconocimiento de su propio partido, en definitiva, un acto de propaganda y de publicidad de ese concepto-espectáculo en que se está convirtiendo la política. Entre toda la simbología del acto de proclamación de Pedro Sánchez, destacó quizás la enorme bandera de España que se colocó durante un buen rato detrás de la figura del candidato, la bandera como símbolo de un "patriotismo cívico" (según las propias palabras de Pedro Sánchez), pero lo cierto es que los ciudadanos necesitamos menos banderas y más democracia, menos patriotismo y más rendición de cuentas, menos propaganda y más cohesión social, menos apelación a los sentimientos como nación y más dedicación a la solución de los problemas de la gente.

Necesitamos menos banderitas y más soberanía, pero soberanía auténtica, de verdad, soberanía entendida como nuestra capacidad de retomar el control de nuestras decisiones, de nuestra política, de nuestra economía, necesitamos menos sentimiento patriótico y más cumplimiento de los programas electorales, menos autobombo y más fidelidad en la defensa de los intereses de la clase trabajadora, menos propaganda y más defensa de nuestros derechos y de nuestras libertades, menos renovación de partido y de candidatos, y más lucha contra la corrupción, contra la austeridad, y contra la dictadura del capital. En el acto estaban presentes la plana mayor, todos los grandes dirigentes, pasados y actuales, del PSOE, incluyendo a Zapatero y a Rubalcaba (pero no a Felipe González, que quizá decidió no asistir después del ridículo protagonizado en su reciente visita a Venezuela). Y como siempre, y a tenor de la escenografía y de la naturaleza del acto, ya descritos, se recurrió, más que nunca, a discursos huecos y vacíos, de retórica inconsistente, de palabras grandilocuentes, pero despojadas de toda coherencia. Porque, por ejemplo, se aludió a que el PSOE protagonizará el "cambio valiente" (¿?), y desde la ciudadanía, nos preguntamos si el cambio va a ser igual de valiente que el protagonizó José Luis Rodríguez Zapatero, que se bajó los pantalones en cuanto se lo ordenó Angela Merkel, dando un vuelco de timón neoliberal, implantando medidas de recortes sociales a mansalva, y acordando con el PP la reforma del artículo 135 de la Constitución, del que ahora Pedro Sánchez reniega, en un claro alarde de falsedad.

La proclamación de Pedro Sánchez

Pero la retórica grandilocuente no quedó ahí, pues Pedro Sánchez, en otro momento de su aclamado discurso, sentenció además que iba a "erradicar el paro y la corrupción". ¡Ahí es nada! ¡Ni siquiera los va a disminuir, sino que los va a erradicar! ¿De verdad que sí, señor Sánchez? ¿En serio que usted va a conseguir eso? ¿Y lo va a conseguir renunciando al pasado de su partido, o muy en coherencia y orgullo con él? Porque parece ser que ambas cosas son completamente incompatibles. ¿Va a erradicar la corrupción el partido que ha tenido que hacer dimitir a dos de sus más históricos dirigentes, por su complicidad en el caso de corrupción de los ERE de Andalucía? ¿Y el caso EDU de los cursos de formación fraudulentos? No es que nos guste regodearnos ni sacar los trapos sucios de nadie, pero es importante ser coherentes con lo que se dice y lo que se hace. ¿En serio que va a erradicar la corrupción un partido que es una de las patas del bipartidismo histórico, que representa la más rancia expresión del régimen surgido de la incumplida Constitución de 1978? ¿Un partido que apoya al gran capital, que ha recortado derechos a los trabajadores, que apoya el TTIP en el Parlamento Europeo (donde se alía la mayoría de las ocasiones con el Partido Popular Europeo, dicho sea de paso), que apoya el fracking, el pago de la deuda, y que llama "populistas" a los nuevos partidos que emergen del movimiento del 15-M?

¿De verdad se cree el PSOE que puede erradicarse el paro ridiculizando propuestas como la Renta Básica, el Trabajo Garantizado, la auditoría de la deuda, la creación de un sistema de banca pública, y otras tantas? ¿Cree Pedro Sánchez que pueden erradicarse el paro y la corrupción desde sus lineamientos con el establishment, la pertenencia a la OTAN, la aceptación del euro, o la convergencia con los Tratados neoliberales de la Unión Europea? ¿Cree el PSOE de Pedro Sánchez que son compatibles estos objetivos con la garantía de la defensa de los derechos humanos, con el abandono de la austeridad y los recortes, con la potenciación del sector público, con el desmontaje de la corrupción y con la reactivación de las políticas sociales? Si la respuesta a todas estas preguntas es sí, es evidente que o son bastante ingenuos, o pretenden continuar engañándonos, pretenden continuar mintiendo y utilizando a la clase trabajadora para conseguir sus verdaderos objetivos. Es mucho más probable lo segundo, porque se les ve el plumero muy fácilmente. Por ejemplo, Pedro Sánchez admitió, el día después del acto de proclamación, que "a los socialistas no les ha gustado esta primera semana de Manuela Carmena al frente del Ayuntamiento de Madrid", en una entrevista para Telecinco, recogida por Europa Press. Declaró además no sentirse identificado con la portavoz municipal, Rita Maestre, objeto de un claro y visceral ataque en las redes sociales, por parte de la derecha política, social y mediática de este país. Con aseveraciones como éstas, de nuevo, ya sabemos de qué pie cojea el "candidato" del PSOE. Nada nuevo bajo el sol.

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