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18 octubre 2015 7 18 /10 /octubre /2015 23:00

Hay que poner firmes a los banqueros y someterlos al poder representativo, es urgente someter las finanzas a la voluntad ciudadana y a las necesidades sociales, primar la creación sostenible de riqueza tasando las transacciones financieras y controlando los movimientos especulativos del capital, imponer principios imperativos de justicia fiscal global y someter todas las decisiones económicas al debate social auténticamente democrático y participativo

Juan Torres López ("Reacciona", 2011)

Bien, en los artículos anteriores hemos puesto la semilla que, al menos, puede comenzar a poner en cuestión el gran dogma neoliberal de que "las deudas hay que pagarlas" en referencia a los Estados. Vamos a seguir a continuación haciendo una semblanza sobre el sistema-deuda a nivel mundial, europeo y español, para ir avanzando en la línea que nos interesa, y comprendiendo el gran mensaje al que hay que llegar, que no es otro que reconocer que la deuda es una poderosa herramienta de sometimiento y dominación del sistema capitalista sobre los Estados, y que hay que enfrentarse a ella y a los supuestos acreedores. Como decimos, actualmente, la globalización neoliberal ha impuesto un sistema-deuda a nivel mundial, que comenzó en principio con los países del sur, pero que se ha ido extendiendo también, desde la crisis, a los países del norte. A partir del informe sobre las cifras globales de la deuda en 2015 de la organización CADTM (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo), el artículo de Marta Luengo publicado en "El Salmón Contracorriente" nos parece un buen resumen, que tomamos a continuación.

 

Pues bien, una de las ideas que este documento pretende resaltar, concepto fundamental por cierto, es la fuerte relación que existe entre deuda y desigualdad, esto es, entre el nivel de endeudamiento de un Estado, y el grado de desigualdad instalado en su sociedad. Ya pueden imaginar los lectores por dónde van los tiros. Sobre el estado de desigualdad en España y en el resto del mundo ya hemos hablado suficientemente en los artículos de esta serie dedicados al capitalismo actual, así que no volveremos a insistir. Remito a los lectores interesados a la lectura de los mismos. Como sabemos, el mundo cada vez es más desigual, tendiendo hacia un proceso de concentración de la riqueza en menos personas. Según el citado informe, las causas de la desigualdad son básicamente tres, a saber: la disminución de la participación de los salarios en el PIB, el aumento de la regresividad fiscal, y el aumento de las desigualdades de género. Obsérvese cómo dichas circunstancias se han agravado en nuestro país durante los gobiernos bipartidistas de la reciente etapa democrática. Pero vayamos por partes, distinguiendo (aunque los profundos motivos son los mismos) la génesis de la deuda de los países del sur (donde incluimos África y Oriente Medio, Asia y América Latina, junto con algunos países europeos del Este) de los países del norte (Estados Unidos, la Unión Europea y terceros países desarrollados). 

 

En la génesis de la deuda de los países del sur hay que destacar varios factores, como nos resume Marta Luengo en su referido artículo. En primer lugar, durante la década de los 70 se experimenta la profundización de la globalización con su hecho más determinante, como es la liberalización de los movimientos de capitales. Como sabemos, ello incide también en la expansión de los paraísos fiscales. Los países pobres, que necesitaban fondos para financiar proyectos que permitieran su industrialización, aceptaron los préstamos que les ofrecían los organismos internacionales surgidos del Consenso de Washington (FMI, BM, etc.). Las condiciones de éstos incluían tipos de interés variable, que los hicieron atractivos en principio. Estos tipos estaban vinculados al tipo de interés oficial estadounidense, el cual subió enormemente a finales de los 70. Y así, de unos tipos iniciales del 4-5% se pasó a intereses abusivos del 16-18%. A ello se unió la caída de los precios de las materias primas de las que tan dependientes eran los países en desarrollo. En poco tiempo se encontraron con que el monto a reembolsar era mucho mayor, mientras los ingresos decrecían. Y de esta forma, el mecanismo por el cual un préstamo inicial se convertía en una bola de nieve que iba en caída libre y aumentando su volumen, estaba en marcha. 

 

Y desde entonces, las cifras muestran perfectamente que el problema no hace más que aumentar. Desde los años 70 hasta 2012 las cifras de deuda de África y de Oriente Medio, por un lado, de Asia y de Europa del Este por otro, y de América Latina por otro, se multiplicaron respectivamente por 73, 102 y 165 veces. Cualquier observador con un cierto grado de justicia social entendería enseguida que es a todas luces no sólo una situación injusta, sino una auténtica herramienta de control sobre dichos países. Pero aún tenemos otro dato más significativo, y es el que delata la flagrante estafa del mecanismo de la deuda al calcular cuántas veces se ha pagado el monto inicial que se recibió. Y así, África y Oriente Medio pagaron hasta 145 veces su deuda inicial, Asia y Europa del Este 163 veces, y América Latina, la friolera de 407 veces su monto inicial. Resulta evidente, como se indica en el referido informe, que la deuda externa se ha convertido en "un instrumento de bombeo de recursos económicos de los países en desarrollo a los países acreedores, y tanto es así, que si se calculan las transferencias netas se puede concluir que los países en desarrollo son acreedores netos de los países desarrollados". Las cifras lo demuestran. Es una situación absolutamente increíble, humillante y aberrante, que ofrece una pincelada más de la crueldad de la globalización capitalista. 

 

La deuda externa, pues, además de ser impagable, es actualmente un mecanismo de opresión y control de los pueblos fuertes sobre los pueblos débiles, una herramienta de hostigamiento de la cual no pueden desembarazarse, más que con muchas dosis de astucia, valentía, y la complicidad de la comunidad internacional, que se preocupa bien poco de estos asuntos. Y a ello tenemos que unirle también el constante saqueo de recursos naturales que los países del sur han sufrido por parte de los países más desarrollados, que los han sumido en constantes guerras, conflictos y éxodos de población. El salvaje colonialismo practicado antaño ha devenido en control militar de muchas zonas, en extractivismo insostenible de sus recursos, y en control y sometimiento mediante el aberrante mecanismo de la deuda. Hoy día la situación de muchos de estos países es absolutamente asfixiante, y a pesar de que sobre algunos de ellos se han practicado algunas quitas de su deuda, el resto de situaciones les hacen inviable llegar a alcanzar una mínima situación normalizada. Pero aún nos queda referirnos a la deuda de los países del norte. Continuaremos en siguientes entregas.

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