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9 diciembre 2015 3 09 /12 /diciembre /2015 00:00

Fue lo que se llamó los escuadrones de la muerte, comandos que arrestaron a miles de jóvenes suníes [en Irak], muchos de los cuales aparecían semanas después muertos en las calles de ciudades como Bagdad, con orificios de bala en la cabeza, pies o pulmones, con huesos rotos, cráneos aplastados, piel quemada o arrancada, signos de descargas eléctricas u ojos fuera de sus órbitas

Olga Rodríguez

Y la tortura, el odio, la masacre, la destrucción, el sufrimiento y la barbarie, no nos engañemos, sólo pueden engendrar más de lo mismo...Al horror no se le puede responder con más horror, y es algo que la Historia de la Humanidad nos ha enseñado en multitud de ocasiones. Y lo peor de todo, es que el imperio estadounidense ha "legitimado" la tortura, ha blindado ante la justicia a los altos mandos militares responsables, agentes y mercenarios, construyendo una auténtica "impunidad imperial", tal y como afirma en su libro Roberto Montoya, y del que enlazamos a los lectores mediante esta reseña. Naturalmente, no lo hacen solos, sino que poseen una extensa red de países, distribuidos por todo el globo, que colaboran con el programa de torturas de la CIA, para documentarnos sobre los cuales recomendamos este artículo, que detalla el listado de países con prisiones secretas de la CIA, los países con prisiones aliadas, así como la extensa lista de países que permitieron las entregas. Todo un extenso entramado internacional dedicado a la complicidad con el beligerante y salvaje imperio norteamericano. 

 

Pero vamos a lo realmente interesante. Cualquier país que se precie de ser democrático y de respetar los Derechos Humanos (evidentemente y para empezar, nunca se habrían dado estos casos), en caso de salir a la luz todas estas terribles atrocidades, y si es que pretende ser respetado y continuar manteniendo algo de credibilidad ante la comunidad internacional, lo que hubiese hecho es dirigirse a ella a través de su Presidente, pedir perdón solemnemente, y demostrar la absoluta y total determinación de que cualquier práctica tipificada como tortura no sólo no volverán a ser utilizadas por la CIA o las fuerzas regulares del Pentágono, sino tampoco por el número creciente de mercenarios contratados para defender los intereses del imperio, como afirma Atilio Borón en este artículo. Evidentemente, nada de esto ha ocurrido nunca, ni va a ocurrir, lo cual nos vuelve a demostrar por enésima vez que dichas prácticas están en la propia naturaleza, en la propia idiosincrasia como país de Estados Unidos. La figura de los mercenarios o "contratistas" es igualmente muy curiosa, ya que son bandas organizadas contratadas por Washington para cierto tipo de operaciones especiales, y que actúan absolutamente al margen de toda ley. Atilio Borón los define bajo estos términos: "No tienen prisioneros sino "detenidos", a los cuales pueden mantener bajo su custodia todo el tiempo que consideren necesario, negándoseles el derecho a la defensa y quedando a merced de los maltratos o las torturas que sus captores decidan aplicarles, gozando para ello de total impunidad". 

 

En respuesta a las críticas de toda la comunidad internacional, la Casa Blanca argumentó que sería absurdo obligar a la CIA a respetar los preceptos establecidos por la legislación internacional, ya que sus agentes no se enfrentaban a combatientes legales, fuerzas regulares de un Estado operando de conformidad con los principios tradicionales, sino a terroristas que actúan con total desprecio por cualquier norma ética. De este modo, Bush y su Administración intentaron justificar la permanente violación de los Derechos Humanos bajo el pretexto del "combate al terrorismo". Si observan los lectores, es exactamente el mismo argumento que se ha extendido a la "comunidad occidental", esa que presume de representar el mundo libre, y avanzado y civilizado, pero que en cuanto sufre un atentado en sus propias carnes, como le acaba de ocurrir a Francia, argumenta que estamos en una guerra, que hemos de ser implacables, que con los terroristas no se puede negociar, que los bombardeos masivos son el único lenguaje que entienden, y que vencerá el bien sobre el mal, el Estado de Derecho, la libertad y la democracia, sobre el fanatismo terrorista. En el fondo, como estamos intentando demostrar, se adoptan los mismos argumentos, y se combate a la violencia con más violencia, generando un estado de guerra permanente, y una creciente espiral de odio y devastación, auténticamente imparables. 

 

No se dan cuenta de que, precisamente, si estamos intentando mostrar al mundo la imagen de civilización, de libertad, de justicia y de paz, no podemos responder con la misma moneda. Precisamente, el Estado de Derecho no puede responder con el consabido y famoso "ojo por ojo", ni tomarse la justicia por su mano, ni internamente, ni fuera de las fronteras de cualquier país. En el fondo, lo que todos estos manidos argumentos nos enseñan es que los países que los enarbolan no creen realmente en el `pacifismo, sino en su fuerza militar, y en el convencimiento y la determinación de usarla si llega el caso. Y desgraciadamente son la inmensa mayoría, porque como comentábamos más arriba, es sabido que para poder perpetrar todas estas salvajes aberraciones con seres humanos, USA tuvo que habilitar numerosas cárceles secretas en decenas de países por medio mundo, contando con la colaboración de numerosos países, incluyendo nuestras civilizadas "democracias" occidentales europeas. Según algunas ONG's, el número total de detenidos que pasaron por la cárcel de Guantánamo desde su inauguración fue de casi 800 personas, y un Informe Especial de Naciones Unidas asegura que sólo en Afganistán la CIA detuvo a 700 personas, y a 18.000 en Irak, todos bajo la acusación de "terroristas", por no mencionar las salvajes prácticas llevadas a cabo con los prisioneros del campo de detención de Abu Ghraib, que salieron a la luz pública, causando espanto y vergüenza internacionales. Continuaremos en siguientes entregas.

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