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24 febrero 2017 5 24 /02 /febrero /2017 00:00
Viñeta: Oxfam Intermón

Viñeta: Oxfam Intermón

La pobreza no se mide solamente por la insuficiencia de ingresos; se manifiesta en el acceso restringido a la salud, la educación y otros servicios esenciales y, con demasiada frecuencia, en la denegación o el abuso de otros derechos humanos fundamentales

Ban Ki Moon

Vamos a continuar rebatiendo los argumentos más típicos que justifican o legitiman la desigualdad reinante en nuestras sociedades, basándonos en nuestro artículo de referencia. Bien, el siguiente argumento es el que se pregunta: "¿Por qué esa manía de enfrentar a pobres contra ricos, como si éstos últimos fuesen los culpables de las desgracias ajenas?". Es muy fácil de rebatir, porque depende de a qué nos refiramos con la palabra "desgracia". Si desgracia es entendida como que te atropelle un coche o como que rompas con tu pareja, efectivamente los ricos no tienen culpa. Pero si la "desgracia" es entendida, por ejemplo, como que un banco te desaloja de tu vivienda porque te has quedado en paro y no puedes afrontar la hipoteca, el banco (es decir, el rico, entendido como ente abstracto, pero con muchos entes concretos detrás) es el responsable. O mejor dicho, el responsable es el sistema que permite que los bancos hayan podido en primer lugar mercantilizar con un derecho humano, y en segundo lugar, despojar de ese derecho fundamental a una persona. De todos modos, no es el que rico tenga como objetivo que todos los demás sufran hambre o pobreza (sería además de rico un psicópata), sino que el hambre y la pobreza son los daños colaterales de la ambición desmedida de estas personas, y de la indiferencia social que poseen hacia la colectividad, un valor que también fomenta el sistema capitalista. La solución, por tanto, es fomentar y difundir la necesidad de cultivar el bien común, diseñando un sistema que precisamente evite estas escandalosas desigualdades. 

 

Por tanto, como decimos, no se trata de enfrentar a pobres contra ricos, se trata de rediseñar un sistema perverso como el actual, expandiendo la conciencia de que se deben aplicar normas más sensatas, humanas y racionales para revertir las desigualdades. Otro argumento que abunda en defensa de los ricos viene a afirmar que "Atacar a la minoría de grandes ricos es un linchamiento injusto". De nuevo tenemos que aclarar que no se trata de linchar ni demonizar a nadie. Se trata de diseñar una nueva sociedad bajo unos principios comunes que impidan que se den las terribles desigualdades que nos afectan. Lo que cuestionamos es un sistema que permite una acumulación patrimonial tan exagerada para unos pocos, mientras condena sin piedad a la miseria a muchos. Es el mismo sistema que hace la vista gorda ante el enorme fraude fiscal de los ricos, mientras pone la lupa con mayor aumento sobre la fiscalidad de los pobres. Otro argumento lo expresaría de la siguiente forma: "Despojar a los ricos de lo que es suyo sólo genera violencia y no resuelve nada". Claro, parte de una base errónea, que es conceder que todo lo que poseen los ricos es legítimamente "suyo".  Bajo las leyes actuales, quizá sea todo "legalmente suyo", pero no le podemos conceder la legitimidad, cuando lo posee bajo un sistema que, como venimos sosteniendo, permite tan terribles desigualdades. Por tanto, repartir los beneficios de la actividad económica, exigir democráticamente un mejor reparto de las rentas y patrimonios, abogar por una fiscalidad realmente progresiva o poner topes (por arriba y por abajo) a salarios, rentas y patrimonio, no es despojar a nadie, y solucionaría el problema. Fíjense los lectores y lectoras que con todo ello no estamos persiguiendo una sociedad uniforme (donde todas las personas tengan igual y ganen lo mismo), sino simplemente, una sociedad menos desigual, es decir, donde se reduzcan las abismales diferencias entre los que tienen más y los que tienen menos. 

 

El deseo de no pagar impuestos por una minoría (hace poco un deportista de élite aseguraba sin despeinarse que sus compañeros no tributaban en España, y que el que lo hiciera sería un burro), por poderosa que sea, no justifica la aplicación de una política fiscal regresiva, ni el acatamiento de las desigualdades como si fueran una ley natural, o peor aún, una ley divina. Las políticas justas que contribuyan a una mejor convivencia, cooperación y solidaridad no debieran por tanto generar violencia, sino una mayor comprensión. Bien, otro argumento en esa línea podría ser el que dice que "Pretender que los ricos paguen más es cosa de comunistas o de envidiosos". Ya dejamos claro que algunos podrán envidiar a los ricos (aquéllos cuyas mentes están imbuidas en los valores del capitalismo), pero otros no. Y en cuanto a los comunistas, forma parte de ese corolario de mitos y falacias que se atribuyen a dicha ideología, y que la clase dominante (esa que precisamente justifica las desigualdades) se ha encargado muy bien de difundir. Otro argumento predica que "Obstaculizar la acción de los exitosos ricos sólo nos conduciría a una sociedad de mediocres". Mal valoran la naturaleza humana quienes así opinan, pues sólo la entienden en el sentido capitalista del "tanto tienes, tanto vales". Se olvidan de que la naturaleza humana va mucho más allá del sentido del "éxito" capitalista, porque también contempla un conjunto de valores que ellos desprecian, tales como la empatía, la solidaridad, el bien común, la cooperación, la inteligencia, etc. Una sociedad donde imperan los valores e intereses de las grandes fortunas es una sociedad mediocre, porque la igualdad de oportunidades no se da (en contra de lo que ellos creen) por generación espontánea. En palabras de Luis Molina Temboury: "Quien no sabe si va a comer al día siguiente no puede demostrar a la sociedad lo que vale".

 

Es cierto que algunos ricos, muy pocos, han llegado a lo más alto desde lo más bajo, pero es precisamente la excepción. Se trata de un hecho poco habitual. Pero en cambio, desde su cima, la inmensa mayoría de ricos (y el porcentaje de población que desde más abajo les apoyan) entienden que el resto que no ha alcanzado su posición es porque no ha querido, porque no tiene la capacidad, el mérito, ni la inteligencia de ellos. Nada más lejos de la realidad, ni más descabellado socialmente. Existen pobres con tanta tenacidad, capacidad e inteligencia como los ricos, a los que, simplemente, la sociedad no les deja oportunidad. Pero abundando en ese triste argumento, muchos hijos predilectos de la perversa ideología capitalista y neoliberal, tachan a los que no llegan arriba, o simplemente a los que no alcanzan unas mínimas "metas" sociales, de vagos, parásitos, incapaces, o poco emprendedores. Y les comienzan a tildar de subsidiados, de escoria del sistema, lo que a su vez va creando un caldo de cultivo social propicio para que se generen los sentimientos de odio y rechazo hacia ellos. En última instancia, es el germen del fascismo. Una peligrosa ideología que ellos disculpan, mientras vierten rancias y ofensivas proclamas hacia ese fantasma del "comunismo". Hemos de aclarar que los millones de pobres que trabajan largas jornadas por un sueldo de miseria son, como mínimo, tan esforzados como los grandes ricos propietarios de las empresas para las que esos pobres trabajan. Por tanto, basta ya de tanta criminal hipocresía, difusora del mensaje de que los pocos grandes ricos llevan (o han llevado) una vida más esforzada y sacrificada que los millones de pobres que están a su servicio. 

 

La semilla profunda de la ideología neoliberal es absolutamente perversa, ya que proclama la culpa y responsabilidad de los pobres por su propia situación, algo que es una cruel injusticia. Criminalizan a los pobres aduciendo que son ellos los que le echan "la culpa al sistema" ante su evidente incapacidad, cuando es justo al contrario: es el irracional sistema el que los condena a la pobreza, mientras venera a esos ricos que contribuyen a la "grandeza" de países y de empresas. Por tanto, generalizar que tanto el rico como el pobre "se lo tienen merecido", es una de las grandes mentiras del sistema que proyecta y consagra las desigualdades. Y abundando en todo ello, también tenemos el argumento que dice que "La culpa de la situación de los pobres es suya porque se reproducen como conejos". El aumento de la población en los países pobres es consecuencia de la pobreza, y la pobreza es consecuencia a su vez de la extrema desigualdad. Cuando los países salen de la pobreza, automáticamente se frena el crecimiento de la población, según demuestran muchos estudios. Por tanto, volver a estigmatizar a los pobres por su crecimiento demográfico es volcar más injusticia sobre la injusticia. hacer llover sobre mojado. La memoria histórica de las colectividades humanas se trasmite de generación en generación, y quiénes no tienen un futuro, porque la sociedad se lo impide, tienen derecho al menos a soñar que los suyos, si logran sobrevivir, podrán tener más y mejores oportunidades que las que tuvieron ellos. Y esa fuerza vital, esa esperanza colectiva, les empuja también a reproducirse, en un mero acto de defensa y supervivencia...¿Los vamos a criminalizar también por eso? Continuaremos en siguientes entregas.

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