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17 octubre 2013 4 17 /10 /octubre /2013 23:00

Nuestra Constitución de 1978 nos dice que vivimos en un Estado Social y Democrático de Derecho, pero teniendo en cuenta la deriva político-social donde nos están llevando las fuerzas del bipartidismo, gobernantes durante todo este reciente período de nuestra historia, vamos a comprobar hasta qué punto esta definición de nuestro Estado no se corresponde con la realidad. En primer lugar, la definición de “Estado Social” está viéndose debilitada cada vez más, y al ínfimo desarrollo del Estado del Bienestar del que gozábamos antes de la crisis, se está uniendo una gran ofensiva de las fuerzas neoliberales, para debilitar las potencialidades de este carácter social del Estado.

 

autentica_democracia1.jpgEn efecto y como sabemos, hoy en día, con las sucesivas contrarreformas que han ido llevando a cabo los distintos gobiernos de turno, acrecentadas especialmente en los de Zapatero y Rajoy, el Estado Social se desmorona por momentos, y ya no disfrutamos de una Educación verdaderamente pública, ni de una Sanidad universal y gratuita, las ayudas a la Dependencia están prácticamente desmanteladas, y pretenden aniquilar el sistema público de Pensiones, empobreciendo gradualmente a los presentes y futuros pensionistas. Si a ello le sumamos la ausencia de redes públicas de protección social, el abaratamiento del despido, el paro galopante, la precariedad laboral, el endurecimiento de las prestaciones por desempleo, y los índices in crescendo de la pobreza, llegamos a la conclusión de que el llamado Estado Social es ya una ilusión en nuestro país.

 

autentica_democracia2.jpgPor su parte, el Estado de Derecho deja mucho que desear, habiéndose instalado la percepción ciudadana de que la Justicia no es igual para todos, de que está cada vez más politizada, y de que las estructuras del Poder Judicial favorecen de forma descarada a los más poderosos. El Estado de Derecho se ha convertido más bien en un Estado Policial y represivo, recordándonos los viejos comportamientos de épocas anteriores de nuestra historia. La criminalización de las movilizaciones ciudadanas, así como de las legítimas protestas de los sectores más desfavorecidos, están poniendo de manifiesto que la lucha de clases se ha vuelto más cruenta que nunca. Y en cuanto al Estado Democrático, que es el que nos ocupa en este artículo, lo que tenemos en realidad es una Democracia reducida, limitada y tutelada por los poderes fácticos, una pseudodemocracia jibarizada que nos sirve únicamente para votar cada cuatro años, pero que luego se desentiende de las medidas que propone, y de los deseos de la ciudadanía, careciendo de auténticas herramientas de control y exigencia de responsabilidades.

 

Vamos a comentar a continuación los cinco grandes flecos de una auténtica Democracia que se precie de serlo, para comprobar hasta qué punto nos falta camino por recorrer en nuestro país para llegar a dicha situación:

 

1.- Democracia Representativa. Es el único aspecto de una Democracia real que tenemos implementado en nuestro país, y se refiere a la posibilidad de elegir a los representantes de la ciudadanía ante las Instituciones, haciendo uso del sufragio universal, libre, directo y secreto, es decir, el voto. Pero este es el primer aspecto de nuestra democracia que tenemos limitado, pues aquí hemos de cambiar la Ley Electoral vigente, no tanto en lo que se refiere al tamaño de las circunscripciones, o a la posibilidad de establecer listas abiertas (que también), sino sobre todo a poder cambiar el algoritmo matemático que se utiliza para repartir los escaños en función del número de votos obtenido por cada formación política. En la actualidad seguimos a este respecto la Ley D´hont, método que se ha demostrado bastante injusto, pues está claramente balanceado para favorecer a los grandes partidos y coaliciones, y perjudicar a las formaciones minoritarias.

 

autentica_democracia3.jpg2.- Democracia Participativa. Segunda característica de una democracia auténtica, que se refiere a la posibilidad de que, una vez elegidos los representantes políticos de la ciudadanía, no sean éstos únicamente los que tomen las decisiones, sino que las mismas sean tomadas (sobre todo las importantes) mediante un proceso participativo, en el que se implique a los representantes de la población, a través de las organizaciones sociales, es decir, de toda la sociedad civil organizada. Desde Asambleas populares y barriales, ONG´s, Juntas de Distrito, Asambleas vecinales, Comisiones varias, y todo tipo de Plataformas, Asociaciones y Organizaciones, que debidamente constituidas y respaldadas, participen a través de sus cauces en la toma de las decisiones que les afecten. En nuestro país tenemos aún un tejido social colaborativo muy débil, pero lo más importante, no existen cauces de auténtica participación ciudadana en la toma real de decisiones políticas.

 

Abundando en este tema, se deberían reforzar los procesos de recogida de firmas populares, para darles mayor capacidad vinculante, respetar las ILP´s (Iniciativas Legislativas Populares), o el poder de los llamados “escaños ciudadanos”, para dotar a los portavoces de las organizaciones sociales de la posibilidad de exponer sus tesis y sus enfoques sobre ciertos asuntos de interés. El Parlamento debe ser un instrumento de auténtica soberanía popular, en vez de una caja de resonancia y de control del gobierno de turno. En este sentido, también es exigible una reforma del Reglamento de las Cámaras que componen las Cortes Generales, para adaptarlas a un funcionamiento más democrático. Igualmente, se debe dotar de más medios y mayor poder vinculante a las Comisiones de Investigación parlamentarias.

 

autentica_democracia4.jpg3.- Democracia Decisoria. Tercer factor que constituye una Democracia potente y real, en el sentido de complementar los grandes procesos electorales en diferentes ámbitos, que se suelen celebrar cada cuatro años (Elecciones locales, autonómicas, generales y europeas, en nuestro caso). Pues bien, la democracia decisoria controla e instaura mecanismos para que, además de estos procesos, la ciudadanía tenga la posibilidad de elegir y manifestar su decisión puntual en torno a los grandes asuntos que le puedan afectar globalmente, mediante la celebración de Referéndums de cualquier tipo, que eleven de forma vinculante el resultado de las decisiones populares al ámbito de la esfera política concreta de que se trate. En la actualidad, un ejemplo concreto de este poder de democracia decisoria podría ser la posibilidad de que el pueblo catalán pudiera celebrar su consulta para el mal llamado “derecho a decidir” sobre su posible independencia.

 

4.- Democracia Revocatoria. Esta cuarta faceta de una completa Democracia consistiría en la posibilidad, ausente en nuestro país, de que, a la luz de determinados hechos, datos o procesos, incluso a la finalización de determinados períodos, la ciudadanía disponga de mecanismos para poder destituir de sus respectivos cargos políticos o institucionales, electos o designados, ante situaciones de clara ilegitimidad, esto es, básicamente estar inmersos en casos de corrupción, en actuaciones dudosas, o bien, tema éste muy importante, en el incumplimiento claro y palpable de su respectivo programa electoral. Esta capacidad revocatoria de cargos públicos por parte de la ciudadanía debería ser extendida a todos los ámbitos, incluso a nivel estatal, donde desde la izquierda proponemos la existencia de un Comité Ciudadano que evalúe el grado de cumplimiento del Programa Electoral del gobierno, durante el último período.

 

autentica_democracia5.jpg5.- Democracia Económica. Se refiere a la posibilidad de que la clase trabajadora sea también parte activa en las relaciones laborales, y no se limite a ser un mero espectador, como máximo informado, de las actividades y de la política empresarial. Desde este punto de vista, la democracia económica define mecanismos de participación de los trabajadores en los foros y ámbitos de decisión de la empresa, multiplica su representación, y decide junto con la empresa algunos ámbitos de actuación de la misma, tales como la política laboral, la formación interna, los despidos y contrataciones, los nuevos Convenios, la política de expansión, la política industrial, la política de Investigación y Desarrollo, la colaboración con las Universidades públicas, etc. En palabras de Eric Fromm: “La democracia no debe tener limitaciones, es necesario que llegue a todos los rincones, incluidas las empresas, esto requiere que cada integrante desempeñe un papel activo en la vida de la organización, estén informados y participen de las decisiones, este mismo principio debe aplicarse a la democracia política, el autoritarismo es una amenaza que puede imponerse si la democracia es pasiva y espectadora en vez de asumir un rol activo y participativo”.

 

Mediante todas estas posibilidades, implementadas en una Democracia real y completa, conseguiríamos, como efecto directo, la plena participación y control ciudadano sobre las decisiones políticas que les afectan, consiguiendo proyectar la voz y la fuerza de los mismos en las decisiones políticas, y evitando que sean otros poderes (los económicos) los que gobiernen por nosotros. Y como efecto secundario o colateral, pero no menos importante, la desaparición de esa desconfianza y desafección general por parte de la ciudadanía hacia los representantes políticos, y hacia la política en general. Como vemos, nos queda todavía mucho camino por recorrer, pues nuestro déficit democrático es enorme en todos los sentidos.

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