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21 febrero 2020 5 21 /02 /febrero /2020 00:00

Si la esencia de la vida en comunidad se basa en la posibilidad de elucidar e integrar los mejores rasgos de los individuos que la constituyen, es necesario que la educación, como instrumento de socialización y de actitud crítica, adopte respuestas válidas para los retos que tiene planteados la humanidad. Uno de ellos, tal vez el más relevante en un momento de cambio global como el que vivimos, es el de reorientar nuestras formas de vida hacia la austeridad, la moderación y la sencillez, para romper con el círculo vicioso de la acumulación económica de unos pocos a costa de la pobreza del resto de la humanidad y de la destrucción del medio ambiente

María Novo

En la última entrega nos quedamos exponiendo el tratamiento que los libros de texto conceden a la ciencia. En ellos, la ciencia es buena y noble en sí misma. Va asociada en su presentación a la idea de evolución y, a su vez ambas al progreso, sin que se muestre cómo este “progreso” está poniendo en peligro la supervivencia de la propia especie. El conocimiento científico se sitúa por encima de otras disciplinas, como la literatura por ejemplo. Se puede observar incluso en la valoración que estas disciplinas dan de sí mismas. Algunos libros de texto se refieren al saber literario como el que posee una finalidad estética, mientras que el lenguaje científico es el que es objetivo. Para la ciencia convencional el estudio de los diferentes fenómenos se da con frecuencia en “condiciones ideales”, en los que se aíslan uno o dos factores, y luego se extrapolan a la realidad obviando a menudo la complejidad del mundo real. Aunque desde hace mucho tiempo es sabido que las leyes de la mecánica newtoniana, ideales para fabricar piezas, tornillos o coches, no sirven para explicar las cosas infinitamente grandes, infinitamente complejas o infinitamente pequeñas. Los otros modelos científicos como la física cuántica, la teoría de la relatividad, la ecología y las bases fundamentales físicas y matemáticas de los procesos de la vida se estudian de modo poco relevante o no se suelen mencionar en los libros de texto. Se obvia a los alumnos y alumnas que los problemas ambientales y la sostenibilidad sólo pueden ser abordados reconociendo la complejidad y la densa red de interdependencias y relaciones económicas, sociales, políticas, ecológicas o educativas que constituyen la esencia del mundo vivo entendido como sistema. Esta consideración, fundamental en ecología, es obviada en la práctica totalidad de los textos en los que se potencia una alta especialización que muy a menudo provoca dificultades de comunicación, relación y articulación entre diferentes disciplinas. Los libros de texto ignoran diversos aspectos, que desde una perspectiva ecológica resulta imprescindible tener en cuenta como por ejemplo los factores de azar e incertidumbre que obligan a comprender las grandes leyes científicas en términos de probabilidad y no de certeza. Estas aportaciones no llegan a los textos, transmitiéndose que a través de la ciencia occidental es posible conocer y controlar el mundo que nos rodea.

 

Otro concepto ignorado es el de la irreversibilidad de los procesos de la vida. El paradigma científico dominante en los libros de texto considera que una teoría, para ser válida y asumible por la comunidad científica, y por tanto aplicable a la tecnología, debe ser reproducible, sin embargo esto sólo es aplicable con una o dos variables. Los fenómenos de la vida en muchas ocasiones no son reproducibles, por lo que un modelo de ciencia que no considera la irreversibilidad de los procesos, difícilmente puede ayudar a que los estudiantes puedan hacerse las preguntas adecuadas. Muchas veces se oculta el carácter poco relevante o incluso contraproducente desde el punto de vista de la sostenibilidad, de muchos estudios científicos. La propuesta científica que se realiza al alumnado en cuanto a la física, la química, las matemáticas o la propia biología, se encuentra aislada de la vida como sistema, de tal modo que los libros de texto, estudian la ciencia como aquello que permite fabricar cosas. La orientación de la ciencia a la tecnología es tan fuerte que no deja apenas resquicios a las explicaciones de los procesos de la vida. Así, se puede comprobar cómo el estudio de la termodinámica en todos los libros de Física y Química revisados no se relaciona con la ecología, impidiendo de este modo que alumnos y alumnas puedan comprender por ejemplo la relevancia de conceptos como la entropía para la propia supervivencia de la especie humana. También se puede comprobar cómo por ejemplo el estudio del cuerpo humano se realiza dividiendo la maquinaria humana en piezas, sin que el sistema reproductor tenga algo que ver con la sexualidad, el placer, el deseo o los afectos, el sistema respiratorio tenga relación alguna con la contaminación o la dependencia de los bosques, etc. Las matemáticas con frecuencia se ponen al servicio del cálculo y recuento de cosas "objetivas", pero obsérvense detrás de los siguientes ejemplos los valores que subyacen: el libro de Matemáticas de 1º de Bachillerato Ed. SM plantea a los alumnos "cuánta madera habrá en un bosque cuya tasa de crecimiento viene dada por una determinada fórmula", o "Cuánto cuesta vallar un campo rectangular que está junto a un camino", o "Cuál es el peso de unas truchas de piscifactoría". Y por su parte, cuando algunas disciplinas dudan de su propio estatus científico, se esconden tras un abigarrado lenguaje pseudocientífico para mostrar su objetividad. Un claro ejemplo es la economía, que se plantea como si fuera una ciencia exacta utilizando muchas gráficas y un lenguaje técnico que le aporta un aparente rigor. 

 

Por contra, habría que enseñarle y diferenciar perfectamente a los estudiantes entre las ciencias exactas y las ciencias sociales, en el sentido de que las primeras sólo se basan en el método científico, y tienen como único objetivo el conocimiento de su área de interés, mientras que las segundas, aunque se basen igualmente en el método científico, son disciplinas que el ser humano ha creado para aplicar un determinado modelo a una realidad social. La economía es un claro ejemplo de ciencia social, y hay que enseñar a los alumnos y alumnas que los postulados económicos no son axiomas ni dogmas, sino que son opciones posibles que las determinadas escuelas o tendencias económicas van derivando a lo largo de la historia y de la realidad social de un determinado territorio, pueblo, país o comunidad. Detrás de la aplicación de unos determinados planteamientos económicos siempre existe un interés, cual es desarrollar un determinado modelo a una realidad social concreta en el espacio y en el tiempo. Y dicho modelo tendrá sus consecuencias, lo mismo que las tendría (diferentes) la aplicación de otro determinado modelo económico (y de producción, y de consumo...). Pero en vez de esto, la economía es tratada como una ciencia exacta por los libros de texto, adquiriendo características de objetividad, certeza y universalidad. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé dice a los alumnos que "La ciencia que se ocupa de asignar los recursos escasos a las necesidades humanas de forma racional se denomina economía", sin entrar tampoco en el trasfondo de lo que son "necesidades humanas". Igualmente, también se echa en falta enseñar a los estudiantes la necesidad de una ética de la ciencia, es decir, conceder importancia a la obligada posibilidad de que el ser humano controle los destinos y la aplicabilidad de los propios avances científicos, para que éstos sean usados en buenas causas para la humanidad y para el planeta. 

 

9.- CONFUSIÓN ENTRE EXTRACCIÓN Y PRODUCCIÓN. Continuando con el tema económico, otro de los grandes defectos que presentan los libros de texto es la tremenda confusión que transmiten a los estudiantes, entre los conceptos de extracción y producción. Se le debieran poner las cosas claras: La única producción real que se da en el planeta es la que realiza la fotosíntesis a partir de la energía del sol, del agua y de los minerales. Sus productores son los seres vivos autótrofos, o sea, los que son capaces de fabricar su propio alimento. Esta producción es la producción primaria, responsable de crear la biomasa. Sin embargo, como decimos, los libros de texto se hacen eco de la confusión que nuestro sistema económico tiene entre producción y extracción. Esta segunda operación no supone la síntesis de nada nuevo, sino que simplemente arranca de la tierra materiales que no se pueden renovar, ya que el planeta es un sistema cerrado, que no recibe otra cosa que no sea la energía del sol. Este error es esencial para la sostenibilidad ya que aleja la idea de límites o de recursos finitos en los procesos industriales y económicos. En este sentido, los libros de texto (y el lenguaje político, mediático y popular) debería olvidarse de seguir denominando por ejemplo "países productores de petróleo", o "potencia productora de acero, carbón y algodón". En su lugar, hay que señalar al extractivismo como el proceso diseñado y ejecutado por el ser humano para adentrarse en las entrañas de la tierra y extraer determinadas sustancias o minerales, como materia prima o combustible. La ausencia de límites para los procesos productivos y la reducción al economicismo de los bienes naturales es manifiesta en los textos. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé señala que "El crecimiento y el desarrollo económico suponen la producción de una mayor variedad de bienes y servicios y, por lo tanto, la utilización de una mayor variedad de materias primas. Esto ha exigido la búsqueda de nuevas fuentes o yacimientos de recursos". O por ejemplo, el libro de Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Ed. Santillana afirma que "Desatender la producción de bienes de consumo es desatender el bienestar de la población". 

 

Por medio de todas estas afirmaciones, se va conduciendo al alumno para la asunción del modelo vigente de producción y consumo, ligando todos estos procesos a los conceptos de bienestar, desarrollo, crecimiento y progreso. Esa es la única lectura. No existe otra. No se le transmite al alumnado la capacidad siquiera para preguntarse lo que debemos entender por "progreso" o por "desarrollo". Los textos defienden la idea falsa de que las economías más ricas se encuentran en un proceso de desmaterialización. Se ignora que las economías más depredadoras, denominadas "posindustriales" mueven más materia física (desordenándola) que la que jamás se habría imaginado. Para los libros de texto, el crecimiento económico y el aumento ilimitado de la producción justifican cualquier tecnología y son incuestionables. Por supuesto y como siempre, existen excepciones. En algún libro de texto, como por ejemplo el de Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Akal, se pueden encontrar acertadas críticas al desastre ambiental provocado por la ausencia de límites a la producción y al consumo…pero es un planteamiento minoritario. En dicho libro se lee: "El estímulo constante para la compra mercantilizó la vida de los ciudadanos…Y así se consolidó una base fundamental de nuestra sociedad de hoy, la producción y el consumo sin límites, aunque eso haya originado grandes males, como la contaminación y el deterioro ecológico”. Ojalá cundiera el ejemplo de este texto. Muy de pasada se citan algunos problemas ecológicos, sin que en ningún caso se explicite la necesidad del decrecimiento o la limitación de los procesos productivos. Simplemente se hace alguna mención al desarrollo sostenible sin que se pueda vislumbrar que la sostenibilidad puede pasar por dejar de extraer. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé dice que "La explotación abusiva de la naturaleza, las actividades de producción y el consumo indiscriminado pueden llevar al agotamiento de algunos recursos. En la actualidad, el problema ha alcanzado proporciones alarmantes, como el caso de la extinción de especies vegetales y animales, el deterioro del ecosistema, la sobreexplotación de recursos marinos o yacimientos mineros, etc. El sector público está obligado a intervenir para evitar estas situaciones abusivas de los recursos. Pretende conseguir un desarrollo económico sostenible y respetuoso". Y ahí se queda. Está muy acertada la reflexión, pero debería llegar al paso siguiente, centrándose en debatir la posibilidad de que deban decrecer los procesos extractivos y consumistas. Sin embargo, de modo generalizado, se invisibilizan los problemas sociales y ecológicos asociados a la denominada producción. "Todo objeto fabricado es un bien para la economía", texto de Economía 1º de Bachillerato Edebé (Nótese el uso de la palabra bien. ¿Todo los que se fabrica es un bien desde el punto de vista de la vida y la sostenibilidad?). Por otra parte se afirma en la misma página "Un bien o servicio es todo aquello que es útil para satisfacer necesidades”. Como se puede observar, la contaminación o los efectos negativos de la producción son completamente ignorados. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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14 febrero 2020 5 14 /02 /febrero /2020 00:00

La soberanía pedagógica tiene sus requerimientos: debe partir de un conocimiento profundo y posicionado de la realidad social y cultural del entorno en el que se ubica el centro, debe seleccionar los saberes más relevantes para esa comunidad, debe acordar sus prácticas metodológicas. Para ello, se necesita una organización radicalmente democrática de los centros de enseñanza, no jerárquica, no vertical, que propicie la participación. Y es fundamental un profesorado formado en este concepto de institución escolar, que comprenda que la soberanía pedagógica no supone trabajar sin red, sino justamente construir una red que lo haga sentirse seguro y feliz en el desarrollo de su labor docente

Pura Sánchez

En el artículo anterior ya comenzamos a exponer y a denunciar el claro sesgo sexista que caracteriza a la mayoría de los libros de texto de nuestros escolares. Es muy frecuente la presentación de trabajos, tareas y preocupaciones estereotipadas en función del género, asunto éste que evidentemente no pone fácil la transformación de una cultura machista imperante en las próximas generaciones. Si afirmamos en mil foros distintos que es absolutamente imprescindible que las siguientes generaciones dejen de reproducir los comportamientos machistas, es evidente que los libros de texto tienen que hacérselo mirar. En pocos casos encontramos esfuerzos, excepcionales y bienvenidos, que mantengan a lo largo de todo un libro de texto el intento de presentar personas, imágenes y contenidos que rompan con el sexismo dominante. Una buena excepción la constituye el libro de Matemáticas de 6º de Primaria Ed. SM, donde no solo el número de apariciones tanto en las ilustraciones como en el texto es rigurosamente equitativa del principio al fin, sino que también el contenido de los ejercicios e ilustraciones remite a roles diversos, no estereotipados y a menudo contrarios a los tradicionales. Todo un lujo, tal como está el patio. ¡A ver si cunde el ejemplo! Pero desgraciadamente, como decimos, en la mayoría de los libros de texto, en la representación de la realidad que aparece en los mismos, aquella selección de lo que merece la pena conocer, muestra un mundo de hombres y de obras hechas por hombres. Las artes, las ciencias, las tecnologías, las grandes obras de la humanidad, la organización política y económica del mundo, dicen los libros, son obra de varones. Incluso la invisibilidad y los estereotipos de género adoptan formas sutiles. Por ejemplo, en la representación de la anatomía humana (de existir una sola figura) es masculina. La niña es una variante que aparece cuando se incorpora la diversidad al niño. La especie humana es, para los libros de texto, masculina, y por defecto, femenina. Existen intentos (realmente en unos pocos libros excepcionales) de hacer una crítica a esta invisibilización, tanto desde la denuncia al patriarcado como desde la visibilización de personajes femeninos que ocuparon el espacio público de la política. Desgraciadamente, pocos de los libros estudiados en el informe de referencia ofrecen esa mirada crítica. 

 

En muy contados libros de texto se recogen las luchas de las mujeres contra la opresión. Esta invisibilización es mayor aún que la de las luchas obreras. Para completar el panorama, la presentación de situaciones injustas se sitúa normalmente lejos en el tiempo o en el espacio. Así mismo, los libros de texto reafirman la división espacio público/espacio privado, y asumen que el espacio privado y las tareas que se realizan en él corresponden a las mujeres. Los análisis que se hacen son también sesgados: por ejemplo, se presenta "la generación "baby boom" y el deseo de las mujeres de trabajar fuera del hogar" como uno de los motivos del aumento del paro, concretamente en el libro Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Ed. Vicens Vives. Así mismo, los libros de texto muestran a nuestros escolares que el trabajo es únicamente el trabajo remunerado, que no existen otras opciones, ni son válidas otras posibilidades. Entonces, comprar y preparar los alimentos en la casa, criar a los hijos (con el enorme empleo de tiempo y esfuerzo que exige), atender a personas enfermas o ancianas, acompañar al colegio o apoyar emocionalmente a quien lo necesite, serían actividades que, sin el reconocimiento de un salario, no tienen valor en la economía, y esto es lo que enseñan los libros de texto a nuestros estudiantes. El trabajo doméstico en la propia casa, el que los y las escolares ven a diario, no tiene consideración de trabajo en la selección de conocimientos valiosos para los libros escolares. Por ejemplo, en el libro de Economía 1º de Bachillerato Ed. Edebé se define a la población activa como "aquella que está en edad de trabajar siempre que no sea estudiante, ama de casa u otros colectivos que no realizan trabajo remunerado". Entonces, por esa misma lógica, "una persona en edad legal de trabajar pero que lleva a cabo tareas domésticas en su casa y no recibe remuneración salarial forma parte de la población inactiva". Todos estos erróneos conceptos, esquemas y definiciones pasan a formar parte del imaginario de nuestros jóvenes y adolescentes, que luego continúan reproduciendo en la etapa adulta, y por tanto, cada vez es más difícil romper dichos esquemas. La palma se la lleva el libro de Inglés de 1º de Bachillerato Ed. Oxford, que achaca a la invención de la máquina de escribir la incorporación de las mujeres al trabajo. 

 

Nos parece muy grave que la realidad que muestran esos libros de texto que leen nuestros escolares omita precisamente el tramo del trabajo que asegura su supervivencia y acepte el dinero como única medida del valor de una actividad. Esta omisión del trabajo dedicado a crear y mantener la vida hace difícil comprender las raíces profundas de la sostenibilidad, y la posible aportación humana a la misma, que va más allá de apagar la luz al salir de la habitación o visitar una granja escuela. Necesitamos libros de texto que aporten luz a los escolares en cuanto a todas las dimensiones del trabajo humano, y no solo en su visión capitalista. Necesitamos que nuestros escolares aprendan el valor del trabajo voluntario, del trabajo reproductivo, y del trabajo no remunerado en general. Incluso necesitamos que nuestros escolares den valor a otras formas de intercambio laboral de las que nuestras sociedades adolecen, como el trueque o libre intercambio. De esta forma, aprenderán que hay que desligar la percepción de cualquier tipo de prestación económica (sueldo, subsidio, renta...) a la realización obligatoria de un trabajo considerado "productivo" (no para la sociedad, sino para el capitalismo). Y así, un libro de texto orientado mínimamente hacia la sostenibilidad hará visibles los trabajos que resuelven nuestras necesidades básicas, ya sean materiales o emocionales. Sacará a la luz la centralidad del trabajo doméstico, su desigual reparto en nuestra sociedad y la exigencia de un reparto justo del mismo entre hombres y mujeres, ya desde la infancia. También dejará patente el peso de las mujeres en la producción de alimentos y otros productos básicos en las economías de subsistencia. Este mismo libro colocará en un lugar prioritario los conocimientos que las mujeres han ido adquiriendo a través de sus prácticas productivas y reproductivas (crianza, salud, alimentación, mediación, acompañamiento emocional, usos agrícolas, ganaderos y forestales respetuosos con los ritmos naturales...), conocimientos estos que serán centrales en una cultura de la sostenibilidad. Igualmente, enseñará a nuestros escolares las verdaderas dimensiones del trabajo humano, y no solo las relacionadas con la cultura del capital. Otros contenidos que debería presentar un texto comprometido con la supervivencia en equidad serían, entre otros, la relación del patriarcado con la violencia, con la concentración de poder o con la destrucción de culturas y medio natural; las luchas de las mujeres del sur y del norte en la defensa de la vida humana y la naturaleza; el recorrido y logros de los feminismos y por último la necesaria participación de mujeres y hombres para alcanzar una situación de equidad. Un libro de texto que apueste por la sostenibilidad ecológica y social colocará la vida humana y no humana en el centro del conocimiento y reconocerá por tanto el papel co-protagonista y los saberes de las mujeres.

 

8.- LA CIENCIA COMO VALOR ABSOLUTO. La enseñanza de las disciplinas científicas a nuestros escolares también adolece de un enfoque más correcto. Desde el principio de esta crítica a los libros de texto que una Reforma Educativa integral debería abordar, hemos resaltado el hecho de que se les transmite a los alumnos y alumnas una visión de la ciencia como una panacea, así como una transmisión de la misma casi idolatrada. Sin embargo, los escolares tienen que aprender que no solo la ciencia no es solución para todo, sino que además la ciencia tiene que ser despojada de los posibles intereses que pueda haber tras ella, así como dotarla siempre de una perspectiva ética. Para entender una presumible problematización de la ciencia en el análisis del currículum oculto antiecológico conviene recordar la observación de Vandana Shiva al afirmar que mientras las campesinas indias con sus narraciones, mitos y saberes sobre el bosque han conseguido vivir de él durante siglos, tras la llegada de los biólogos ingleses con su modelo de ciencia y ética, éste fue talado. A pesar de encontrarse superado por la ciencia moderna desde comienzos del siglo XX, el paradigma científico que se presenta a los alumnos como el único e indiscutible, tiene mayoritariamente un corte mecanicista, reduccionista y analítico. Este modelo se basa en la idea de diseccionar la realidad en partes para su estudio, sin que ello implique una posterior recomposición integradora del todo (visión holística). Este paradigma explica la realidad de un modo lineal, en términos de relaciones unidireccionales causa-efecto. Sin ir más lejos, la ciencia que se presenta en los libros de texto es ignorante de la situación de crisis ambiental global. En los libros analizados en el informe de referencia apenas se aplican las leyes o principios científicos al análisis de los problemas ambientales globales, ni al funcionamiento de la propia vida. Cuando se presentan a los alumnos y alumnas problemas ambientales, se hace de forma aislada y fragmentada, sin que sea posible relacionarlos con el modelo socioeconómico que los genera. Se pueden encontrar menciones al agujero de la capa de ozono, o al efecto invernadero, sin que se perciba con claridad que no son causas, sino efectos del deterioro global.

 

La consideración de que la suma del análisis y conocimiento de las partes constituye el modo de conocer el todo, supone una visión simplificada de la realidad que no permite establecer las relaciones complejas en las que se basan todos los procesos que tienen que ver con la vida. La ciencia “occidental” se presenta en los libros de texto como incuestionable, infalible y objetiva. Sentencia las verdades absolutas, si algo está “científicamente probado”, ese algo se convierte en una certeza. Y así, para los libros de texto que enseñan a nuestros escolares, la ciencia, separada de la ética, se justifica en sí misma. Si no acierta en algunas hipótesis, es por la falta de medios. Los problemas que la ciencia pudiera generar se resuelven y autorregulan con el tiempo mediante los avances que ella misma desarrolla. Se transmite equivocadamente a los estudiantes una fe ciega en los avances científicos como solucionadores de cualquier problema que el futuro nos pueda deparar. La ciencia es la justificación del dominio del "hombre" sobre el resto del mundo vivo y no vivo. Por ejemplo, el libro de Física y Química de 1º de Bachillerato Ed. Ecir sentencia: "El ser humano, por su propia naturaleza intenta conocer y controlar el mundo que le rodea. Por tanto la actividad científica es inherente a la propia naturaleza humana estando encaminada a comprobar, aprovechar y controlar los fenómenos de la propia Naturaleza". Existe un absoluto silenciamiento y desprecio por aquellos sistemas de conocimiento diferentes a la ciencia positivista occidental. En realidad siempre que se habla de conocimiento se alude a la ciencia occidental y se descartan las numerosas formas de conocimiento que la humanidad ha tenido y le han servido para sobrevivir y desarrollarse. El modelo propio de las culturas sostenibles, en el que reside una buena parte del conocimiento que permitiría la sostenibilidad no existe o se cataloga como característico de culturas atrasadas e ineficaces. No se recogen errores de la ciencia y sus aplicaciones, ni tampoco sus consecuencias. La ciencia se percibe como algo neutral, ocultándose que la mayor parte de las investigaciones científicas están financiadas por grandes corporaciones multinacionales y gobiernos (que a menudo están presionados por éstas). Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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7 febrero 2020 5 07 /02 /febrero /2020 00:00

La educación no tiene que estar al servicio de la economía, de las empresas o del mundo financiero, la educación tiene que ofrecer herramientas, conocimientos y valores para todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas

Rosa Cañadell

6.- INDIVIDUALIZACIÓN DE LAS CAUSAS Y SOLUCIONES. Otro aspecto básico a mejorar en torno a los libros de texto de nuestros escolares es el mensaje equivocado que vierten en cuanto a las posibles soluciones a nuestros problemas del mundo y de nuestra comunidad, y es que éstas propuestas de solución suelen ser, al igual que sus causas, individuales. Y así, los libros de texto ocultan las causas y soluciones estructurales de los problemas ecológicos, y en su lugar mencionan medidas de intervención individuales (rara vez colectivas), y además generalmente irrelevantes si tenemos en cuenta la magnitud y el origen de los problemas que nos preocupan. Desviando la atención a la responsabilidad individual de cada cual, se exime a los grandes responsables de discernir, trabajar y proponer las soluciones más eficaces. Por ejemplo, el libro de Religión de 1º de Bachillerato Ed. SM asegura que "La paz grande se apoya con gestos pequeños que cada uno podemos construir", o bien el libro de Conocimiento del Medio de 6º de Primaria Ed. SM habla de que "La acción torpe e interesada de algunas personas puede convertir los parajes bellos en desiertos". El primer ejemplo obvia que la paz debe ser configurada por gobernantes responsables que guíen a sus respectivos pueblos por los senderos de la paz,  y el segundo ejemplo obvia que los principales agentes que están contribuyendo a destruir los bellos parajes son las corporaciones multinacionales. No podemos seguir educando así a nuestros escolares. Los mensajes, las enseñanzas, los debates y las soluciones no pueden esconder la verdad sobre los responsables y mayores causantes de los problemas. El mismo libro de Conocimiento del Medio citado antes refiere que "podemos reducir la contaminación acústica si escuchamos música con intensidad adecuada, evitamos los gritos y el ruido innecesario", que está muy bien como mensaje de educación cívica, pero se olvida, hablando del ruido, de los aparatos electrodomésticos, de los aviones, del tráfico rodado, de las obras en las ciudades, de las salas de fiestas..., factores todos ellos que condicionan en mucha mayor medida la contaminación acústica que padecemos. 

 

Y así, podríamos poner miles de ejemplos: apagar luces, reciclar papel, bajar el volumen de la música, no arrancar flores, cerrar los grifos...y otras muchas medidas como éstas son las planteadas para parar la tala de árboles, resolver el problema del efecto invernadero y frenar el deterioro del medio ambiente. Pero no se mencionan por ejemplo medidas como detener la construcción de grandes infraestructuras de transporte, cambiar el tipo de dieta, detener la cementación de las costas y riberas o penalizar el cambio de muebles de las oficinas en períodos inferiores a 25 años. Hay que decir la verdad a nuestros estudiantes, y eso requiere, por ejemplo, que si estamos hablando del maltrato a los animales, no podemos quedarnos únicamente en recomendar una dieta vegetariana o vegana, sino que también hay que denunciar la caza, la industria de las pieles, los circos con animales, los zoológicos, las tradiciones basadas en el sufrimiento animal, así como la necesidad de disponer de una legislación apropiada, entre otros muchos asuntos. Puede observarse, de hecho, el claro interés de nuestros libros de texto en ocultar la responsabilidad de las empresas, de las leyes, o del metabolismo mismo de la sociedad industrial en gran parte de los problemas que nos acucian. Si un libro de texto determinado (ocurre en muchos, remito a los datos del estudio de referencia que estamos siguiendo), hablando sobre el asunto de la protección de la naturaleza, transmite el siguiente mensaje a los escolares: "Las personas somos las principales destructoras del entorno", ese uso lingüístico de la primera personal del plural, "somos", nos remite a responsabilidades individuales, no empresariales ni comerciales. De forma subliminal lleva a los estudiantes la conciencia de que somos nosotros, individualmente, los que ejecutamos malas prácticas contra el medio ambiente, cuando esto no es así. ¿Por qué se oculta expresamente que son las empresas (incluso convendría dar nombres y apellidos) las mayores responsables de la destrucción ambiental? ¿Por qué no se les habla a los escolares claramente sobre la responsabilidad por ejemplo de la empresa Monsanto en destruir el patrimonio agroecológico de muchos pueblos, en patentar sus semillas, en alterar genéticamente las mismas y en provocar millones de enfermos por todo el mundo?

 

El referido texto de Conocimiento del Medio de 6º de Primaria Ed. SM dice literalmente que "Mientras los habitantes de los países desarrollados consumen mucho más alimento del que necesitan, en el Tercer Mundo hay una alimentación tan pobre que no cubre las necesidades básicas. Si compartiéramos los alimentos ayudaríamos a borrar el hambre en el mundo". La reflexión de fondo es muy cierta, pero...¿quiénes tenemos que compartir? ¿No han de ser los gobiernos los responsables de establecer límites a las prácticas alimenticias de sus ciudadanos? ¿No implicaría todo ello explicar a los alumnos y alumnas la existencia de una huella ecológica que crea el desarrollo capitalista en el Primer Mundo sobre los países mal llamados "subdesarrollados"? ¿No habría que cuestionar por tanto y en última instancia al propio modelo fallido de desarrollo, y por tanto al capitalismo como sistema-mundo? Pero sin embargo eso no se hace (ignoramos si algún docente ha llegado tan lejos en el aula), simplemente porque es más fácil decirles a los estudiantes que "si compartiéramos...", llevando la balanza a la responsabilidad individual. Los autores del estudio han comprobado que este mecanismo de individualizar las soluciones es probablemente más exagerado en los libros de Educación Primaria. Es lógico, porque a esos niveles aún no podemos establecer con los estudiantes diálogos y razonamientos muy profundos, pero ello no obsta para que los mensajes deban ser ciertos y responsables. Como siempre, existen libros de texto que representan excepciones a todo esto, como por ejemplo en este caso el libro de Inglés 1º de Bachillerato Ed. MacMillan, en el que se denuncian los gobiernos y las multinacionales como responsables del deterioro del planeta. 

 

7.- LA OCULTACIÓN DE LAS MUJERES Y SU APORTACIÓN A LA SOSTENIBILIDAD. Este punto es igualmente muy interesante. De entrada, en la inmensa mayoría de los libros de texto que llegan a nuestros escolares, el sesgo sexista es evidente. Estudios de lenguaje, tanto verbal como icónico, o análisis de contenidos referidos a la división de roles se han realizado y difundido en cierta medida en el entorno educativo. Las conclusiones de nuestro estudio de referencia de Ecologistas en Acción no difieren en mucho de las ya realizadas en estos estudios: escasa presencia de mujeres, mujeres normalmente relacionadas con roles estereotipados domésticos, imágenes que refuerzan estos papeles, niños y niñas que reproducen esta división...También hemos encontrado buenos intentos puntuales de disminuir el desequilibrio en la presencia de ambos géneros, u ofrecer una visión crítica del patriarcado, pero que en raras ocasiones se mantiene a lo largo de todo un texto. En general, la relación de las mujeres con el mantenimiento de la vida en nuestro planeta está ausente de estos análisis y en general del pensamiento de nuestra cultura. Y los libros de texto reproducen estos planteamientos equivocados. En el estudio de referencia nos hemos encontrado con la inexistencia de esa reflexión elemental y trascendente para la vida: los trabajos invisibles que vienen realizando las mujeres a lo largo de la historia son la base de nuestra supervivencia y de nuestro bienestar. Sin embargo, como decimos, las tareas de crianza, alimentación, protección, cuidados ante la enfermedad, apoyo emocional, atención a la vejez o trabajos agrícolas en economías de subsistencia, son trabajos que para nuestros libros de texto no merecen consideración especial, según corrobora la cultura escolar. Y así, para los libros de texto el mundo existe gracias a los hombres, creadores de inventos, guerras, o fundadores de Estados y países, y más en concreto, el mundo se debe a los "grandes hombres". 

 

Sin ánimo de llevar a cabo un estudio cuantitativo preciso, sino de llamar la atención sobre esta importante deformación de la realidad, revisaremos tanto el androcentrismo de los textos e ilustraciones que llegan a nuestros estudiantes, como la representación que en ellos se da de las mujeres, el valor que se atribuye a los trabajos que realizan y la consideración de su aportación a la supervivencia del planeta. El lenguaje verbal, instrumento de comunicación central del libro, se refiere regularmente a "el hombre" o "los hombres" para nombrar a grupos de hombres y mujeres. Lo hacen amparados en el supuesto y autorizado masculino genérico, que de hecho invisibiliza a las mujeres. Este uso del masculino genérico en lugar de expresiones neutras como "hombres y mujeres", "personas", o "seres humanos" es una práctica bastante generalizada en los libros de texto, que por tanto difunden muy mal ejemplo. Por ejemplo, el libro de Economía 1º de Bachillerato Ed. Edebé nos dice que "La productividad se mide en producción hombre-hora", o bien se habla de "especies animales que el hombre desconocía" en el libro de Lengua de 6º de Primaria Ed. SM. Pero más allá del uso del masculino genérico, también llama la atención la desigual presencia de personajes históricos masculinos y femeninos, tanto en el lenguaje verbal como en el icónico. Como ejemplos, planteamos los siguientes casos: en el libro de Ciencia, Tecnología y Sociedad de 1º de Bachillerato Ed. Algaida, de un total de 82 autores citados, tan solo 4 son mujeres. En Matemáticas de 1º de Bachillerato Ed. SM comprobamos la ausencia casi total de mujeres en el texto, tanto en las fotografías como en los ejemplos biográficos sobre personas dedicadas al estudio de las matemáticas. En todo el libro se citan 21 ejemplos, de los cuales solo una es una mujer. En Historia Contemporánea de 1º de Bachillerato Ed. Akal, en la presentación de cada tema histórico aparece una lista de personajes con la siguiente proporción por género masculino/femenino: 18/0, 13/0, 13/0, 16/1, 27/1, 15/0, 14/2, 10/1, 22/1, 29/0, 21/1, 21/1, 9/0, 20/2, 52/0. En total, se realizan 279 menciones a hombres y 10 a mujeres. En el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Algaida, a lo largo de todo el libro no aparece ni una sola fotografía o ilustración en la que aparezca una mujer. Además se repasan las biografías de ocho economistas, todos hombres. En Matemáticas de 1º de Bachillerato Ed. SM la presencia de matemáticos varones es abrumadora: 24, frente a ninguna mujer matemática. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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31 enero 2020 5 31 /01 /enero /2020 00:00

En socorro de estas percepciones acude con mucha frecuencia la tecnología: ya aparecerán –se nos dice– procedimientos y herramientas que permitan resolver los problemas que hoy parecen inabordables. Conseguiremos frenar el cambio climático y encontraremos, en el terreno energético, alternativas. Así las cosas, la tecnología, idolatrada, funciona como una especie de tótem religioso que difumina mágicamente todas las situaciones delicadas

Carlos Taibo

Confiar en la potencialidad inmensa de la tecnología para resolver los problemas ambientales que han sido causados por el crecimiento de la potencia tecnológica significa creer que un problema puede resolverse fortaleciendo su causa

Maurizio Pallante

En el artículo anterior nos quedamos exponiendo hasta qué punto los libros de texto de nuestros escolares se inspiraban en la equivocada idea de la tecnolatría, adoración por la tecnología, como salvadora de todos nuestros problemas presentes y futuros. De hecho, no se plantean limitaciones o restricciones a la tecnología. Se legitima su avance incondicionalmente. Se da por hecho siempre que ese "avance" es beneficioso en sí mismo. Y en los casos en los que se presentan críticas o problemas, se hace de forma atomizada y parcelada. Los aspectos insostenibles no se perciben como relacionados con la propia tecnología, y su uso indiscriminado. Entre las ocultaciones típicas encontramos la radioactividad (que parece no existir en los libros de texto que manejan nuestros escolares), al igual que las centrales nucleares. Así mismo, no aparece mención alguna, salvo excepciones, a las enfermedades causadas por el progreso, la tecnología dura y la avaricia del capital. De igual modo, los principios de precaución y cautela ante los posibles efectos de los avances tecnológicos no se mencionan en los libros de texto, directamente no existen. No se elabora por tanto ningún relato crítico. En ningún caso se considera que la técnica pueda empeorar aquello a lo que se aplica, y nunca se habla de los efectos negativos que puede tener su uso a largo plazo o de que muchas reacciones y consecuencias están por descubrirse. Se dan por buenas una serie de prácticas que se han convertido en habituales y no se menciona la posibilidad de que puedan acarrear consecuencias que desconocemos. Apenas aparecen, pues, contestaciones o críticas al modelo tecnológico. Y cuando aparecen, lo hacen de forma sesgada o matizada. Sin embargo, las prácticas sostenibles que no emplean tecnologías duras son consideradas como atrasadas y poco eficaces. Los desastres y los problemas causados por las aplicaciones tecnológicas cada vez más complejas son presentados como accidentes, y nunca como algo inherente a la propia tecnología. Y por supuesto, estos "accidentes" y efectos no deseados se perciben como algo subsanable siempre a través de más tecnología. Se plantean soluciones tecnológicas para los problemas ambientales, y la tecnología es presentada como la vía para resolver los problemas que ella misma genera. 

 

A menudo se ofrecen soluciones triviales, mínimas o directamente ridículas a problemas graves que causa la tecnología orientada al consumo. Las soluciones más presentadas a los alumnos y alumnas son aquellas que permiten seguir consumiendo tranquilamente. Es igualmente destacable que ninguno de los textos contemplados para el estudio habla de la necesidad de migrar hacia un modelo de consumo más austero como solución evidente para los problemas derivados del consumo, de agotamiento de los recursos y fuentes de energía, aunque sí se menciona el reciclaje en las secciones (políticamente correctas) de casi todos los libros de texto. Por supuesto, hemos encontrado excepciones a todo ello, incluso resaltamos que existe un libro bastante crítico con el modelo tecnológico y sus consecuencias: se trata de Ciencia, Tecnología y Sociedad de 1º de Bachillerato Ed. Algaida. 

 

5.- LA IRRELEVANCIA DE LAS SOLUCIONES PROPUESTAS Y LA OCULTACIÓN DE LAS SOLUCIONES RELEVANTES. A pesar del deterioro provocado por el actual sistema de "desarrollo", los libros de texto de nuestros escolares no discuten los pilares sobre los que se sustenta. En ningún momento se cuestionan los "intocables" fundamentos del crecimiento económico tales como el automóvil, la ciencia, la tecnología, los ejércitos, las multinacionales, la globalización económica, la propiedad privada, el dinero, los centros comerciales o el modelo energético basado en los combustibles fósiles. Ninguno de estos aspectos se presenta desde visiones claramente críticas. Se confía en la ciencia y en la tecnología para la resolución de los problemas ambientales, sanitarios, sociales...Éstas se consideran positivas en sí mismas, sin analizar los efectos negativos de la industria armamentística, ni de la tecnología nuclear, ni de la biotecnología, ni de la industria farmacéutica, ni por supuesto de sus vías de financiación. ¿Algunos escolares han venido contando alguna vez a sus padres que en el colegio han hablado del derecho a la paz? ¿Alguna vez han venido contando que algún profesor ha cuestionado la propiedad privada? ¿Alguna vez han contado que les han explicado las verdaderas causas de las desigualdades? ¿Los escolares han contado alguna vez que les han explicado en clase las maldades de la industria farmacéutica? ¿Les han criticado en clase alguna vez las funciones de las Fuerzas Armadas? ¿Les han explicado lo que significa la corrupción? Los autores del estudio de referencia destacan algún libro de texto en este sentido, y las aberraciones que proponen debatir a los alumnos, como por ejemplo Conocimiento del Medio 6º Primaria Ed. Santillana, que llega a plantear un debate sobre la conveniencia de transportar los residuos que generan sociedades como la nuestra...¡A la Luna! (En ningún caso se plantea como primera opción el uso racional de los recursos, y la necesidad de reducir la generación de residuos). 

 

Normalmente, la monetarización de los impactos ambientales causados por las actividades humanas, por ejemplo el principio de "quien contamina paga", se ofrece como solución. Como si fuera posible respirar y comer dinero. O como si a alguna gran corporación transnacional le asustaran las posibles multas que pudieran afectarle, absolutamente ridículas comparadas con los beneficios de las mismas y de sus magnates y accionistas. No se habla por tanto de educar a los escolares en valores para la sostenibilidad (la consideración de las generaciones futuras, la lentitud, el cierre de los ciclos o la austeridad, entre otras), que a su vez pudieran conducir a discutir y plantear alternativas a nuestro perverso modelo socioeconómico, devastador del planeta y de sus habitantes. Los ecosistemas se presentan, equivocadamente, como independientes entre sí. Por eso el modo de respetar al medio ambiente será su conservación fragmentaria. Se apunta a la desertificación, la contaminación, etc., como problemas causados por la actividad humana, pero se plantean soluciones de escaso alcance y políticamente correctas como reciclar, apagar las luces, cerrar el grifo, plantar un árbol, etc. (por ejemplo, se habla mucho de apagar las luces domésticas, pero no se cuestiona el despilfarro que supone la iluminación navideña de las ciudades). En ningún caso se plantean soluciones colectivas y a gran escala que puedan amenazar al sistema. No se relacionan estos problemas con el consumo, con los modelos de producción o con el sistema económico. Tampoco se explica que son los países desarrollados los que provocan los mayores impactos, ni los que consumen la mayor parte del papel, de la madera, de la energía y del agua, ni se menciona que son ellos los que generan una huella y una deuda ecológica más importante. 

 

Y en cuanto a la pérdida de biodiversidad, las soluciones que los libros de texto proponen apuntan a la creación de zonas protegidas aisladas, aparentemente independientes de todo lo que les rodea. No plantean qué se sigue haciendo en las zonas desprotegidas ni se compara, por ejemplo, el número de hectáreas protegidas con las que están sin proteger. Y así, las soluciones propuestas para la resolución de la crisis ambiental y social, si es que se analizan, no proponen ningún cambio radical del modelo de desarrollo económico actual, ni del consumismo, ni de la productividad o el crecimiento económico. Solamente se ofrecen soluciones simples e irrelevantes que desplazan siempre la responsabilidad al consumidor final, a los usuarios, al conjunto de la población, y permiten evadirla a quienes son los verdaderos causantes y responsables de la magnitud de los problemas, como son los gobiernos y las grandes empresas. Por supuesto, no estamos en contra de que los libros de texto aconsejen a nuestros escolares y los insten a llevar a cabo dichas tareas, pero denunciamos que si no les exponemos la visión crítica de nuestro sistema, y hacemos descansar la responsabilidad principal en los grandes agentes económicos, estaremos desviando el asunto, e incapacitando a nuestros escolares para que sean capaces de llevar a cabo un análisis real de los problemas y las soluciones. No podemos hurtarles dicha capacidad. La escuela y el modelo educativo deben servir, como llevamos apostillando desde los primeros artículos de la serie, para sembrar en los estudiantes la semilla de la crítica y del cuestionamiento de todo. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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24 enero 2020 5 24 /01 /enero /2020 00:00

Nuestro modelo educativo, que también es el de mucha gente, se basa en una escuela democrática, inclusiva, laica, pluricultural, para la vida, no competitiva, ecológica, adaptada al contexto social y que potencie el conocimiento abierto y compartido

Colectivo Puente Madera

3.- EL ABORDAJE DEL FUTURO. El futuro es otro de los grandes temas ausentes en los libros de texto que manejan nuestros escolares. Y así, de la misma manera que nuestra sociedad da la espalda al futuro, tal vez porque intuye escenarios desagradables o tal vez porque su pronóstico deslegitimaría el modelo de desarrollo actual, los libros de texto (la escuela en general) también lo hacen a pesar de que su función teórica es preparar a las actuales generaciones de jóvenes para habitar en él. En las escasas ocasiones donde los libros de texto no ignoran el futuro, lo tratan de manera anecdótica, parcial, fantástica o errónea. De cualquier forma, irresponsable. Las referencias al futuro (de los diversos libros analizados en el estudio de referencia) están prácticamente acaparadas por las alusiones a la tecnología, obviando lo que le ocurre al territorio, a la biodiversidad, al clima o a la demografía. El tratamiento que la tecnología tiene en los libros de texto lo desarrollaremos más adelante, pero podemos adelantar que la visión de la tecnología en el futuro hace gala de un tratamiento sesgado e incluso frívolo. De estos contenidos puede deducirse sin dificultad que los seres humanos serán capaces de resolver los problemas que provoquen o que puedan presentarse gracias a la tecnología, por lo que no es necesario preocuparse por el futuro. Básicamente el eslógan es "Ya inventarán algo...", "El hombre será capaz...". Los fragmentos de muchos libros de texto referidos no hacen más que aludir a las potencialidades de la nanotecnología, y ofrecen un retrato futurista más de ciencia-ficción que de realidad: hablan de coches y de trenes que volarán, y de escenarios fantásticos donde el ser humano continuará transformando su realidad material sin límites, y poniendo la naturaleza a su servicio, lo cual es un escenario absolutamente irreal. Incluso según algunos libros de texto, los problemas sociales creados por las desigualdades (creadas a su vez por el depredador modelo capitalista) también serán resueltos por la tecnología. No se mencionan los problemas que causará el uso de la tecnología actual en el futuro, ni las deficiencias de un sistema económico basado en la depredación de recursos preexistentes. 

 

Los libros de texto, con anecdóticas excepciones, rehúsan presentar proyecciones a medio y largo plazo, así como gráficos o despliegues de posibles escenarios. A pesar de los problemas que se avecinan, muchos de ellos incluso conocidos de hecho por la opinión pública, hemos encontrado en algunos libros de texto un cierto interés explícito por desproblematizar el futuro. Se plantea (erróneamente) que los combustibles fósiles aún pueden durar varias décadas y por tanto su agotamiento no es un problema acuciante, y también suelen estar llenos de eslóganes fáciles y optimistas del estilo "Con la colaboración de todos pronto conseguiremos un mundo más justo". En ocasiones se señalan escenarios idílicos precisamente donde peores pronósticos existen: "La calidad del medio ambiente en la ciudad mejorará con las nuevas superciudades que tendrán más parques, bosques y espacios abiertos", en Inglés 1º Bachillerato Ed. MacMillan (no se menciona precisamente todo lo que hay que ir destruyendo para que se desarrollen todas estas megaciudades, ni la barbaridad que representa la existencia de urbes con millones de habitantes). O bien "El Internet ayudará a la creación de más amistades y asociaciones por el mundo. Las familias podrían pasar más tiempo juntas porque la gente podrá ir al banco virtual o hacer la compra en el Internet 24h" (en el mismo libro), cuando precisamente son las nuevas tecnologías las que están alejando más a las personas entre sí. Se han encontrado escasas propuestas de reflexión sobre el futuro a nuestros escolares. Nos encontramos con una unidad temática que plantea preguntas para el siglo XXI y dice: "...viviremos hasta 100 años, el ordenador será el rey, podremos quedarnos en casa, en el campo para trabajar, volveremos a sentir placer por montar en bicicleta, coger el tren, subirá el nivel de los océanos, crecerá la violencia, seremos todos parecidos y hablaremos la misma lengua" (Frances 1º Bachillerato Ed. Santillana). En dicho fragmento, sin ir más lejos, no se especifica quién vivirá hasta los cien años, quiénes se quedarán en el campo, quiénes podrán montar en bicicleta, o dónde crecerá la violencia. Como se puede comprobar, se trata de textos deslavazados que presentan una imagen fantástica e irreal del futuro, y en cualquier caso no plantean ni hacen reflexionar sobre las causas y los motivos que nos llevarán, si es que nos llevan, a ciertas situaciones. 

 

Esta ausencia o desproblematización del futuro en los libros de texto deja al descubierto una de las funciones de la educación, como es la reproducción del sistema existente. Se presenta el futuro a nuestros alumnos y alumnas como una prolongación de lo que ya existe, impidiendo por lo tanto concebir una realidad alternativa. Cuando en el sistema educativo se habla de preparar al alumnado para un mundo cambiante se suele hablar de los cambios en el mercado, no los que se provocan en los territorios. El futuro en el sistema educativo está planteado en clave individual: ¿qué vas a ser de mayor?, pero no en clave colectiva: ¿qué va a ser de nosotros y nosotras cuando seamos mayores?, ni en clave ecológica: ¿qué va a ser del planeta cuando seamos mayores?

 

4.- PREDICACIÓN POSITIVA HACIA LA TECNOLOGÍA. Y como decíamos al principio, otro gran problema de nuestros libros de texto es el exceso de predicación positiva que se le hace a la tecnología. Se observa una predicación positiva exagerada y sistemática de la tecnología (casi una tecnolatría), y se elimina la predicación negativa. Las aplicaciones tecnológicas no se cuestionan, se consideran buenas en sí mismas y se asocian a la evolución y al progreso natural de la sociedad. La tecnología aparece como aquello que nos hace la vida más fácil y que proporciona progresos beneficiosos para la humanidad. Se favorece (existen infinidad de ejemplos al respecto en muchos libros de texto) siempre una posición acrítica de la tecnología, sin mencionar los recursos necesarios para obtenerla, ni los problemas derivados del mal uso de las mismas. Los avances tecnológicos y los ingenios técnicos siempre son presentados como signos inequívocos de progreso y bienestar social. No se contempla la idea de una tecnología perturbadora de las condiciones de vida. Por ejemplo, el libro de Economía de 1º de Bachillerato Ed. Edebé es así de rotundo: "La tecnología se ocupa de aportar los medios necesarios para satisfacer las necesidades humanas", cuando se podría decir que la tecnología también crea necesidades, o que las necesidades que satisface son las del capital. Y en cualquier caso, podría decirse que las necesidades humanas existen desde hace cientos de miles de años, y no van aumentando porque exista una mayor tecnología. La bondad intrínseca de la evolución tecnológica queda grabada incluso en la manera de nombrar las aplicaciones que no gozan del respaldo popular, presentando por ejemplo a la primera bomba atómica como un "avance tecnológico". 

 

Las excusas de la tecnología suelen ser la solución del hambre (industria de agrobusiness), la cura de las enfermedades (investigación genética) u otras causas nobles, pero no se explica todo lo que se invierte para resolver temas triviales como la calvicie, la celulitis o la estética. Y sobre todo, no se menciona hasta qué punto la mayor parte de las tecnologías sirven para hacer aún más poderosas a las ya compañías y empresas más fuertes, o bien para desarrollar las aplicaciones militares más atroces. De hecho, el mayor complejo mundial ligado a la tecnología es el militar (complejo industrial-militar-tecnológico). La tecnología es omnipresente en los libros de texto, ya sea en las portadas, las fotos, los dibujos, los títulos, los textos, los ejercicios y problemas planteados, etc. Pero la evolución de la tecnología esconde con sus artefactos y mecanismos el deterioro del territorio que precisamente no aparece en fotos, dibujos, mapas ni textos. En este sentido, por ejemplo, un buen ejercicio para realizar en clase sería diseñar la ruta o el circuito de fabricación de cualquier elemento tecnológico, por ejemplo de un teléfono móvil, explicando desde el peligroso proceso extractivo de sus componentes, hasta el poder de las megaempresas de las telecomunicaciones actuales, pasando por las condiciones de control de la información personal que las aplicaciones móviles llevan a cabo hoy día. Por otra parte, la ciencia y la tecnología van normalmente unidas en su tratamiento en los libros de texto, como si ambas fuesen lo mismo. Se justifica la ciencia para posibilitar los "imprescindibles" avances y adelantos tecnológicos que permiten que nuestra vida sea tal como la conocemos. Y así, se da un mensaje de supuesta neutralidad y de carácter infalible a la ciencia, que se extiende de este modo a su aplicación a la tecnología, como una simple asociación, como si ambas fuesen intercambiables, o como si una llevara indefectiblemente a la otra. 

 

Se ocultan en los libros de texto las relaciones de poder que se establecen alrededor de la tecnología y no se presentan opciones tecnológicas que no concentren poder, gestionadas por las poblaciones cercanas y adaptadas al territorio. Hay que enseñar a nuestros escolares que la tecnología no es neutra, sino que es resultado de la voluntad de los que tienen capacidad para imponerla, pero sin embargo esto es ocultado a través de los libros de texto, que se limitan a enunciar en sus párrafos políticamente correctos cómo es preciso que los avances tecnológicos lleguen a los más desfavorecidos. Los cambios tecnológicos en el campo de las comunicaciones o de la biotecnología, por ejemplo, se encuentran condicionados solo por quien tiene capacidad para producirlos, y obligan a que el receptor más débil tenga que estructurar su sociedad de otro modo para poder asumir esos "avances". Y en este sentido, los libros de texto deberían enseñar también el concepto de soberanía tecnológica, como la capacidad de los usuarios, gobiernos y empresas de poder fabricar, instalar y usar cualquier tipo de tecnología, sin tener que depender de ninguna corporación concreta que la suministre, y ate a ella su evolución, posibilidades e intereses. Como hemos visto, el coche, el avión, las autopistas, los ordenadores, la industria basada en el consumo de combustibles fósiles, etc., se presentan como elementos incuestionables cuya presencia se naturaliza, de las cuales se cuentan sus bondades pero no sus maldades, sus ventajas pero no sus inconvenientes, percibiéndose como elementos de civilización consustanciales al progreso de la misma, a pesar de ser provocadores de buena parte de la insostenibilidad. La tecnología da pie a presentar una visión fantástica del futuro. En ella se dejan ver qué cosas se consideran prioritarias y cuál es la concepción dominante de progreso: transporte a alta velocidad, nanotecnología, ordenadores, etc. No se propone, sin embargo, ninguna reflexión seria para el futuro de los bosques, de los metales y minerales, del territorio urbano o de las relaciones sociales bajo este modelo tecnológico. En contraste con la naturaleza, la tecnología dura maneja grandes cantidades de energía con escasa cantidad de información, destrozando con ello los ecosistemas y aumentando la entropía. Pero sin embargo, estos aspectos son desconocidos para los libros de texto, y por tanto, para nuestros estudiantes. Continuaremos en siguientes entregas.

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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17 enero 2020 5 17 /01 /enero /2020 00:00

Si no preparan para el futuro, si no enseñan a desentrañar las causas relevantes de los procesos de destrucción de la vida, si ignoran o esconden los hilos que mueven el mundo, si no facilitan una toma de decisiones para un mundo razonable e incluso justo, si no preparan para un planeta sostenible…¿Cuál es la función de los libros de texto? ¿Será la de legitimar el modo en el que las cosas se hacen?

Ecologistas en Acción

En nuestra última entrega ya comenzamos a dedicarnos a exponer a fondo las problemáticas encontradas en cuanto a los contenidos que hoy día muestran los libros de texto de nuestros escolares. La lista de asuntos que tenemos que abordar es muy extensa (la inexistencia del concepto de sostenibilidad, la incuestionabilidad del progreso, el desarrollo y el crecimiento, el exceso de predicación positiva de la tecnología, la irrelevancia de las soluciones propuestas, la ocultación de las soluciones verdaderamente relevantes, la individualización de las causas y soluciones, la ciencia como valor absoluto, el proceso de mercantilización de la vida, el desprecio a los límites naturales, presentar la energía como inagotable, el etnocentrismo y el desprecio por las culturas ecológicamente sostenibles, la trivialización del concepto de información, la estimulación del consumo, la presentación sesgada de las bondades de la globalización, la escasa crítica a la concentración de poder, el silencio en torno a las multinacionales, la presentación nefasta de las necesidades humanas y las formas de resolverlas, el transporte ilimitado y la velocidad como signos de desarrollo, la exposición sobre guerras y conflictos, los enfoques sobre la pobreza y las migraciones, la naturalización de la propiedad privada, la exaltación del turismo depredador, el equivocado enfoque sobre el bienestar y la calidad de vida, la reducción del trabajo humano al empleo, los erróneos enfoques sobre la salud, el silencio sobre la televisión y la basura en los medios de comunicación, la visión acrítica de la agricultura y ganadería industriales, la simplificación de la biodiversidad y de la ideodiversidad, la ausencia de derechos para los animales, la poca importancia concedida a los residuos, el arrinconamiento de los bosques, la sobreurbanización...), pues extensos son los temas abordados en las diferentes asignaturas que nuestros estudiantes han de superar. Intentaremos abordar, durante las próximas entregas, todos estos asuntos, es decir, exponerlos tal cual se presentan a los escolares en los libros de texto, y las críticas que desde nuestro punto de vista debemos hacer a tales asuntos, de cara a una exposición más acorde con la ocultada realidad. 

 

1.- LA INEXISTENCIA DEL CONCEPTO DE SOSTENIBILIDAD. Los libros de texto que manejan nuestros escolares no hacen mención alguna al concepto de sostenibilidad de nuestra civilización. Por tanto, no se les inculca a nuestros alumnos y alumnas dicha preocupación. De forma marginal se mencionan algunos problemas ambientales, pero ninguna alude a la inviabilidad del actual modelo de "desarrollo" que ignora los límites biofísicos de nuestro planeta. El informe de Ecologistas en Acción donde nos basamos para esta recopilación presenta diversos fragmentos tomados directamente de textos que leen nuestros estudiantes, que demuestran lo que decimos (se evalúan libros de diversos cursos y editoriales). Las escasas veces en las que se mencionan conceptos cercanos a la sostenibilidad se hacen bajo el ilusorio concepto de "desarrollo sostenible", que encierra una clara contradicción en sí mismo (¿puede ser sostenible el desarrollo tal y como lo entendemos hoy día?). Para los libros de texto, los problemas ecológicos son considerados como una especie de fallo de la economía de libre mercado, y no como un requisito para su desarrollo. Y así, las grandes deficiencias del sistema son consideradas como "fallos" del mismo. En general, la parte de los libros de texto dedicada a la ecología, a la biodiversidad o al conocimiento de la reproducción de la vida y de los ecosistemas es mínima. Nuestros escolares se hacen adultos sin tener una conciencia clara de la importancia de estas dinámicas. 

 

2.- LA INCUESTIONABILIDAD DEL PROGRESO, EL DESARROLLO Y EL CRECIMIENTO. La valoración y la confianza en el progreso y en el desarrollo están presentes en nuestra cultura, y por ende, en la cultura que imponemos a nuestros escolares. La historia se concibe como si fuera una línea ascendente estructurada por el crecimiento económico, que por supuesto no se pone en debate. Se mantiene incuestionada la idea de que la humanidad va a mejor, ignorando que bien pudiera ser...a peor. Hemos de transmitir a nuestros estudiantes en las escuelas que el avance, el progreso y el desarrollo de las civilizaciones humanas no pueden medirse (o al menos no únicamente) por los grandes desarrollos que se alcancen a niveles técnico, científico o industrial, sino que las necesidades y el bienestar humanos descansan sobre otras variables. Los libros de texto presentan el presente como indiscutiblemente mejor que el pasado, por lo cual el presente queda legitimado. Y así, progreso, desarrollo, riqueza, crecimiento económico y bienestar se presentan como términos intercambiables, porque además ni siquiera se mencionan las terribles desigualdades que caracterizan a nuestras actuales sociedades. El crecimiento económico se considera una característica intrínseca y positiva de las sociedades y los sistemas económicos (bajo estos mimbres...¿cómo vamos a hablarles a estos niños y niñas de decrecimiento cuando sean adultos sin que nos pongan caras de asombro?). No crecer, para los libros de texto, significa decadencia. Se considera intrínseca y naturalmente bueno que los PIB de las naciones y los continentes crezcan, presentando lo contrario como un auténtico drama. La posibilidad de no crecer, por tanto, no se contempla como opción posible o deseable, sino que se descarta en absoluto. El desarrollo, al ser también para los libros de texto intrínsecamente positivo, se sitúa jerárquicamente por encima de otros criterios deseables, tales como la moderación, la prudencia o la austeridad (verdadera). En general, no aparece la tensión y correlación entre crecimiento económico y deterioro ecológico, pero es curioso que cuando se ha encontrado, ha sido priorizando el crecimiento económico. 

 

Nuestros libros de texto enseñan más los cambios (guerras, revoluciones, conflictos, conquistas, inventos, grandes obras...) que lo que permanece (el mantenimiento de la vida). Los libros de texto no hablan de los procesos lentos ni de aquellos trabajos cuyo interés reside en mantener estable un sistema, como son los trabajos de cuidados o para el mantenimiento de la vida. El crecimiento, la riqueza y el bienestar se asocian a la producción, ignorando la extracción y los residuos. Siempre se suma, nunca se resta. Por ejemplo, no aparecen gráficos de la evolución de las reservas de petróleo, de las tierras fértiles o de las aguas no contaminadas. Cuando aparecen los recursos de la tierra son normalmente subordinados a la economía monetaria. La totalidad de los textos analizados en el informe ignoran que una buena parte de lo que se viene llamando crecimiento no es otra cosa que sacar los recursos de la despensa (actividades extractivas), o bien consisten en la monetarización de los bienes o actividades que ya existían y en muchos casos eran de acceso libre o comunitario, pero que no eran contabilizados monetariamente (por ejemplo cuando comemos lo que hemos cultivado). Los textos ignoran (y hacen ignorar a nuestros estudiantes) que el crecimiento del PIB está profundamente asociado con el deterioro y agotamiento de los recursos y de la vida, y que lo que vienen llamando "desarrollo" mejor pudiera ser llamado saqueo, expolio o destrucción. En las escasas ocasiones donde los libros de texto vierten alguna crítica al progreso o al desarrollo se refieren a los desastres de la guerra (fallos del sistema), no del propio modelo de desarrollo (de su naturaleza intrínseca). 

 

Es cierto que existen algunas editoriales más críticas, por ejemplo una excepción a lo arriba indicado es el siguiente párrafo: "Estas ideas, a las que se llamó desarrollistas, parecían verdades evidentes en medio de la abundancia económica de los años sesenta, que creaba la ilusión de que había recursos para todos y de que era posible que los países del Tercer Mundo llegaran a ser tan prósperos como los desarrollados" (extracto del libro de texto "Historia Contemporánea" de 1º de Bachillerato, Ed. Akal). Lo que en realidad deberían contar los libros de texto a nuestros escolares es que deberían entenderse como sociedades más desarrolladas aquellas que son más sostenibles, pero ello implicaría volver a definir por completo los parámetros bajo los que se cuentan la evolución histórica y los conceptos de adelanto y atraso. Lo que los libros de texto deben hacer es problematizar y poner en debate los conceptos de progreso, desarrollo, crecimiento, bienestar, necesidades y riqueza, entre otros, en lugar de darlos por supuestos bajo el prisma de la civilización industrial. En resumidas cuentas, deberían dejar de presentarlos de forma acrítica y siempre optimista. Continuaremos en siguientes entregas. 

 

 

Fuente Principal de Referencia: Informe "El currículum oculto antiecológico de los libros de texto", de Ecologistas en Acción

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10 enero 2020 5 10 /01 /enero /2020 00:00

Entiendo por enseñanza pública aquella que se dirige a toda la población sin segregación de ningún tipo, que integra todas las diferencias; que pretende unos principios éticos generales basados en los derechos humanos y tiene como objetivos pedagógicos la formación de unos ciudadanos y ciudadanas con conocimientos científicos, alejado de creencias y supersticiones, y con capacidad crítica para interpretar el mundo que les rodea y elaborar propuestas para mejorarlo. Procurar a toda la ciudadanía esta enseñanza es una obligación del Estado

José A. Naz Valverde

Durante las entregas anteriores de esta serie dedicada a la Reforma Educativa que necesitamos, nos hemos dedicado a exponer profundamente la esencia de la enseñanza en la que creemos, es decir, la esencia de lo que para nosotros debe fundamentar el sistema educativo, básicamente responder a las preguntas ¿Por qué enseñar? y ¿Para qué enseñar? Después nos hemos detenido a fondo, durante varios artículos, para insistir profundamente en nuestra visión laica de la enseñanza, bajo su modelo público. Hemos expuesto profundamente las razones y motivaciones que nos impulsan a apostar por una educación pública laica, que destierre todas las religiones de los currículos, las asignaturas y las simbologías presentes en las escuelas. Bien, pues llegados a este punto, vamos a comenzar a responder a otra gran pregunta: ¿Qué enseñar?, es decir, nos vamos a preocupar de los contenidos. Vamos a analizar, a partir de la presente entrega, las deficiencias que encontramos en los contenidos escolares actuales, en las asignaturas que se imparten en nuestras escuelas, y sobre todo, en el tipo de mundo que se les explica a nuestros escolares. Veremos que hay mucha tela que cortar en todo ello. Nos detendremos aquí en aspectos tan importantes como el tremendo currículum antiecológico que se enseña a nuestro alumnado, pero también hablaremos sobre carencias educativas actuales que se debieran paliar: hablaremos sobre enseñanza en derechos humanos, sobre la necesidad de una educación para la democracia en nuestra escuela, la necesidad de explicar valores como la desobediencia civil, sobre la lógica perversa de la educación financiera (y nuestra apuesta por excluirla del sistema educativo), o sobre la necesidad de impartir a nuestro alumnado clases de educación sexual o de educación vial, por poner algunos ejemplos. También abordaremos aquí cuestiones como el Informe PISA, el sentido auténtico de las evaluaciones, la perversidad de las actuales reválidas de la LOMCE, los mitos sobre las Nuevas Tecnologías y la mercantilización en el aula, algunas críticas a la FP Dual, así como algunos cambios que proponemos para el sistema universitario. 

 

Bien, comenzaremos exponiendo la gravedad del enfoque antiecológico del que hacen gala infinidad (la inmensa mayoría de ellos) de los libros de texto que enseñan a nuestros escolares las diversas materias de estudio. De entrada, pensamos que nuestros alumnos no deben percibir un mundo idealizado, sino el mundo real, con todas sus bondades, pero también con toda su crudeza. Los aspectos ecológicos están gravemente ausentes de los libros de texto, y evidentemente, ayudan en gran manera a entender el mundo en que vivimos, así como a poner en debate muchos de los conceptos que en el mundo adulto convencional se asumen como dogmas (bienestar, progreso, desarrollo, etc.). Para explicar este asunto a fondo, nos vamos a basar en una magnífica obra desarrollada por la organización Ecologistas en Acción, a cuya lectura completa remito a todos los seguidores y seguidoras de este Blog. Se trata de un estudio llevado a cabo sobre un total de 60 libros de texto, donde mayoritariamente se esconde la creciente insostenibilidad del modelo económico y social actual, y se oculta expresamente al alumnado el deterioro acelerado de todo lo necesario para vivir: el agua y el aire limpio, el territorio fértil y los alimentos sanos, la necesidad de tiempo libre y del disfrute de nuestros medios de vida. Los actuales libros de texto no relacionan la destrucción ambiental con el actual modelo de desarrollo, que prioriza la economía monetaria y especulativa sobre todo lo demás. Tanto de forma expresa como de forma subliminal, los libros de texto de multitud de asignaturas alaban sin cesar las posibilidades de la tecnología, sin analizar ni cuestionar los grandes desastres ambientales derivados del escaso debate y control social que existe sobre los usos y orientaciones de la misma. Pero no solo eso: los libros de texto también ignoran de forma sistemática los trabajos gratuitos que históricamente vienen realizando las mujeres y que son claves para la sostenibilidad de la vida, de la misma forma que también se desprecia con el calificativo de "atrasadas" a todas las culturas que han sido capaces de vivir en armonía con su entorno, o simplemente que no comulguen con los valores de nuestra sociedad occidental. Los libros de texto educan de forma clara para que las chicas y chicos, nuestros escolares, se incorporen felizmente y participen de un mundo de sobreconsumo, hipermovilidad y megaurbanización que esquilma los recursos del planeta. 

 

Los libros de texto de nuestros hijos e hijas apenas mencionan la existencia de las grandes empresas multinacionales, del gran daño que proyectan en multitud de aspectos de la vida, de su enorme responsabilidad en el deterioro de nuestro mundo, y del papel que éstas juegan en el saqueo y destrucción de los ecosistemas y culturas. De todo ello vamos a ir dando cuenta a continuación, para que se entienda la enorme transformación que nuestros libros de texto tienen que experimentar, para enseñar bien todo lo que tienen que enseñar, siempre bajo el prisma que desde el primer momento hemos enunciado: el debate libre de ideas, la actitud crítica, el análisis, el razonamiento y el cuestionamiento, para poder entender el mundo actual y mejorarlo, si somos capaces, en el futuro, a través de sus nuevas generaciones. La semilla de la duda y de la crítica debe ser vertida a nuestros escolares, pero flaco favor le haremos a todo ello si no contamos la realidad del mundo en que vivimos tal cual es, sin paños calientes ni eslóganes subliminales que dulcifiquen el mundo que nos rodea, o que directamente se alinee con sus perversas tendencias. No podemos seguir difundiendo en nuestro sistema educativo un conjunto de libros de texto, de prácticamente todas las asignaturas, que se limiten a legitimar el actual sistema en que vivimos. Desde esa perspectiva, los libros de texto actuales, y los que llevan estudiando varias generaciones, ayudan bien poco a fomentar actitudes críticas, y a alcanzar un nivel de comprensión elevado. Urge por tanto una revisión de todas las categorías y conceptos que se vierten en el sistema educativo por parte de todas estas editoriales y sus libros de texto, para construir un nuevo conjunto de libros para nuestros escolares que sea fiel a la máxima que pretendemos enseñar: comprender nuestro mundo para criticarlo, y si es posible, mejorarlo. Los libros de texto enfocan los asuntos que abordan en categorías y esquemas mentales inapropiados para las futuras generaciones, grave asunto si tenemos en cuenta que para la mayoría de las personas lo que se cuenta en ellos son verdades incuestionables. 

 

La mayoría de los libros de texto huyen de problematizar la realidad, y abordan el futuro de una forma ilusa, anecdótica y en ocasiones hasta irresponsable. Existe una exaltación incondicional de la tecnología, se predican sistemáticamente los aspectos positivos de la misma y se obvian los negativos. Permanecen invisibles las mujeres de forma general, no solo porque no se mencionan sus nombres ni se incluyen sus fotos, sino porque no son consideradas las actividades a las que más tiempo se han dedicado. De forma general, permanecen invisibles en los libros de texto aquellas tareas que construyen la sostenibilidad (crear la vida, desarrollarla, cuidarla, mantener la biodiversidad...), mientras que están sobrerrepresentadas las actividades que provocan la insostenibilidad (producción, construcción de grandes infraestructuras, guerras, velocidad...). Así mismo, se ignoran y se desprecian las culturas, las actividades, las prácticas y las economías ecológicamente sostenibles. Las culturas que no son fuertemente depredadoras son consideradas como "profundamente atrasadas". Además se mantiene una perspectiva marcadamente etnocéntrica en la que no solo se habla de "nuevos" territorios o de "descubrimiento" de América, sino que se ignoran los medios de vida de las culturas sostenibles y sus saberes ancestrales. La naturaleza, la tierra y la vida se muestran en la mayoría de los libros de texto subordinadas a la economía y al mercado, como si ello fuese algo natural. Consúltense en el estudio citado las referencias a libros de texto concretos, y citas concretas que aparecen en ellos, para una información más exhaustiva. El transporte de larga distancia y alta velocidad es celebrado indiscutiblemente como signo de progreso, riqueza y bienestar. No se incluyen comentarios ni relatos que hagan ver al alumnado los aspectos críticos y negativos de estos medios de transporte. Se oculta, de este modo, que una buena parte de la insostenibilidad actual se deriva de la construcción de la sociedad basada en la distancia y en el transporte más rápido posible. 

 

En cuanto al estudio de la Historia, suele ser una historia vista desde la perspectiva de los Estados y del poder, por eso los libros de texto suelen estar llenos de mapas de fronteras que cambian, y de nombres de personas poderosas (Reyes, Papas, militares...). Puede decirse que nuestros libros de texto no muestran de forma general un concepto de la historia visto desde una perspectiva ecológica, ni tampoco es una historia que muestre cómo las diversas culturas se han organizado para hacer que sus sociedades sobrevivan, ni es una historia del territorio, y de las diversas culturas y civilizaciones que los ocuparon. Así, la historia, la ciencia, la técnica, incluso los valores morales son contemplados desde una perspectiva evolutiva en la que de forma incuestionable se va de peor a mejor, se recorre un camino de menos a más, del atraso al desarrollo. La palabra "modernidad" legitima todo aquello a lo que está asociada. En el pasado se sitúan la barbarie, el esclavismo, la superstición y el atraso, y en el presente se sitúan el progreso, el conocimiento, el desarrollo y el bienestar. Apenas se mencionan los límites que como civilización industrial hemos traspasado, ni todo aquello que va a peor con respecto al pasado: el agua, el aire, el suelo, la biodiversidad, la ideodiversidad, la diversidad cultural, la extensión del manto vegetal, el desorden radiactivo, el desorden genético, el extractivismo, el pico de obtención de recursos, etc. Como soluciones a los problemas, los libros de texto plantean casi siempre propuestas individuales e insignificantes, nunca en contra del sistema ni de la lógica productivista. No hemos encontrado críticas profundas a las actividades consumistas ni denuncias sobre el tremendo efecto negativo del poder de las multinacionales, así como su grave responsabilidad en el funcionamiento de nuestro mundo. También es significativo todo aquello de lo que no hablan los libros de texto: no hablan del daño de las grandes empresas, del desigual reparto de poder, de las culturas arrasadas, de las aportaciones de las mujeres, de los sindicatos, de los movimientos altermundistas, de la autosuficiencia, de la perversidad de los bancos, de la pérdida de soberanía alimentaria, del modo en que se impone la comida basura, de las personas homosexuales, del maltrato animal, de la vida que desaparece debajo de las autopistas, de la otra cara de la Unión Europea, de los campesinos que viven en el bosque y lo cuidan, de las patentes de semillas, de los placeres del sexo, de los inmigrantes que huyen del horror, de los bienes comunes de la humanidad, de los dueños de los medios de comunicación, del daño de la televisión basura, del final del combustible fósil, de las cargas de la policía, de la desobeciencia civil, y sobre todo de las propias mentiras de los libros de texto. Continuaremos en siguientes entregas.

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3 enero 2020 5 03 /01 /enero /2020 00:00

Escuela inclusiva sí, pero del todo: tiene que incluir todos los géneros, todas las clases sociales, todas las culturas, toda la diversidad funcional... La escuela tiene que ser intercultural con todo lo que esta palabra significa

Joan M. Girona

En la última entrega nos quedamos analizando un artículo de Pedro López (Profesor de la UCM) para el medio Publico, en torno al asunto de si la religión ofrece en la escuela un referente moral. Continuaremos desde ahí. El asunto es que gran parte de los dogmas morales que asumen las religiones pueden ser asumidos sin necesidad de ser adicto a ellas. En efecto, si descartamos el aspecto litúrgico de las religiones, gran parte de sus principios morales son principios básicos que puede suscribir cualquier persona de bien, o simplemente civilizada. Dejando de lado la moralina que se deriva de entender como pecaminosa toda conducta que no quepa en las estrechas mentes de las jerarquías religiosas, obsesionadas patológicamente por el sexo, no hace falta ser creyente para entender que no hay que matar, mentir o robar, o que debemos tratar a los demás como a nosotros nos gustaría que nos tratasen. Tampoco hace falta ser religioso para pensar profundamente en el sentido de la propia vida, en las relaciones con los demás, o en la justicia en un mundo profundamente desigual. Por tanto, arrogarse una cierta superioridad moral sobre laicos, agnósticos o ateos, es una ilusión que seguramente ni se creen los jerarcas religiosos, pero que les proporciona buenos réditos ante sus masas de fieles. Dejémoslo claro, entonces: la visión religiosa de la sociedad y del mundo no aporta ninguna superioridad moral a las personas, que pueden ser tan buenas y virtuosas tanto siendo ateas como siendo creyentes. Hace falta mucha desfachatez, por tanto, para que una institución como la Iglesia Católica se arrogue el derecho a imponer sus enseñanzas en el sistema educativo. Un hecho de tal calibre es el resultado de siglos de colonización mental. Pero además de todo ello, ¿puede ser un referente moral una institución cuyos representantes han apoyado a dictaduras de tomo y lomo a lo largo de todo el mundo y de todas las épocas, o bien que inundan la Iglesia de casos de pederastia, o que han organizado tramas para el robo de bebés, o que abusan descaradamente del proceso de las inmatriculaciones para apropiarse de todo lo que no es suyo (pues pertenece al pueblo)?

 

Pues bien, estas críticas (y otras muchas que podrían hacerse), son compartidas por gran parte de las bases católicas, pero eso no impide que la Iglesia como institución se presente como víctima de una feroz persecución religiosa cuando se cuestionan lo que no son más que privilegios, y no derechos. Se argumenta que la población española es mayoritariamente católica, pero...¿lo sería igualmente si la Iglesia no hubiera tenido tanta influencia política y social, y no hubiera disfrutado de sus enormes privilegios? Pues precisamente uno de esos privilegios (quizá el más preciado de todos ellos) que la Iglesia no quiere soltar es el supuesto "derecho" a transmitir sus dogmas en el sistema educativo, obviando que éste está para transmitir conocimientos contrastados y enseñar a los estudiantes a reflexionar para que puedan conformar autónomamente su propia conciencia moral. Precisamente la protección de la libertad de conciencia para que todo individuo forme la suya de forma autónoma es el objetivo del laicismo, y es lo que debería imperar en la escuela pública. Desgraciadamente, no es así. Pedro López concluye: "Por tanto, ni el código moral católico o de cualquier otra religión es superior a los códigos morales que pueden inspirar la conducta de los no creyentes y/o laicos, ni está justificada la pretensión abusiva de imponer en el sistema educativo dogmas y códigos morales particulares. Sin una sociedad y un sistema educativo laicos dudosamente se puede alcanzar una democracia de calidad". Como nos explica José Ramírez Labrador, miembro de la Plataforma Laicista de Jerez y de Cádiz Laica en este artículo para el medio La Andalucía, el laicismo se basa en los tres puntos siguientes: 1) La libertad de conciencia (cada persona es libre de adherirse a cualquier opción espiritual, no adherirse a ninguna o cambiar de opción cuando quiera); 2) La separación entre el Estado y las confesiones religiosas (en particular la igualdad de trato a todos los ciudadanos; no es de recibo que se privilegien o discriminen dogmas particulares); 3) La búsqueda del bien común (el Estado debe financiar los servicios que son de interés general, como la educación o la sanidad, y no determinados cultos particulares). El Laicismo es un valor exigible a todas nuestras instituciones públicas, y si la escuela, el instituto y la Universidad lo son, también a ellos.

 

El Laicismo es neutralidad institucional. Desde ese punto de vista, no es antirreligioso, pues como decimos, defiende la libertad de conciencia y de manifestación, y tampoco está a favor del ateísmo ni del agnosticismo. Igualmente está en contra de la teocracia (la religión como fuente del Derecho) y en contra del clericalismo, entendiendo éste como una religión que intenta imponer sus dogmas morales a toda la sociedad (por ejemplo, cuando sus fieles intentan modificar las leyes para negar el derecho a los anticonceptivos, al divorcio, al matrimonio homosexual, al aborto..., a toda la ciudadanía, sean o no creyentes de dicha religión). El laicismo lucha por la libertad de conciencia, por eso nos oponemos, en nuestra reforma educativa, a que se subvencione la religión, especialmente en el ámbito escolar. El que quiera enseñar o estudiar la doctrina religiosa no debe hacerlo en base a recursos públicos. Hay que desterrar del ámbito educativo cualquier imposición de creencias, convicciones o símbolos particulares. Y menos aún, por supuesto, la condición de credo no debe otorgar ninguna ventaja académica con la cual redimir cursos, o engordar nota media. Es un absurdo anacronismo que un sistema educativo tolere alumnos "salvados" por su creencia. Josep Emili Arias, en este artículo para el diario Levante, explica: "Adoctrinar no es impartir conocimientos, es influir en la conciencia y en la moralidad del alumnado. La fe religiosa es una actitud de compromiso hacia una determinada doctrina e inmersa en una parte muy subjetiva de la persona --la espiritualidad--, un estado muy ajeno a la objetividad del conocimiento y la razón. Toda creencia religiosa está sujeta a la conciencia y la convicción personal, por ello, todo credo confesional ha de quedar excluido del currículo académico evaluable. La fe pertenece al plano personal, privativo, familiar y eclesial. Exponer en el aula el "Misterio de la Santísima Trinidad" jamás puede ser conocimiento académico evaluable por ser unas suposiciones idealizadas desde la fe y amparadas por el dogma. ¿Por qué la subjetividad de "creer" ha de ostentar el mismo mérito académico que la objetividad de las matemáticas, la química o la termodinámica? Puestos a ensalzar las creencias, impartamos astrología en las aulas". Pero entiéndase bien, pues no queremos difundir malos entendidos: no estamos en contra del estudio de la espiritualidad humana (fundamental en muchas culturas), ni de estudiar la historia del pensamiento humano a lo largo de las civilizaciones, ni siquiera de reflexionar en torno a las posturas de los creyentes y de los no creyentes. 

 

Desde el comienzo de esta serie de artículos hemos expuesto que nuestra visión del sistema educativo es fundamentalmente reflexiva, pensamos que los docentes deben instalar la semilla de la duda, de la pregunta, de la cuestión, de la reflexión, del pensamiento libre, en los alumnos y alumnas. Como bien razona Josep Emili Arias, a ningún alumno se le obliga a que comulgue con las tesis de Marx, de Nietzche o con los postulados ateístas de Stephen Hawking, pero tales tesis resultan tangibles y contrastables, son razonamientos exentos de adoctrinamiento que se mueven únicamente en el campo de lo observacional, de lo empírico, de lo experimental, y son fruto de nuestro pensamiento evolutivo. Nos gusten o no, son pensamientos y postulados teórico-filosóficos a impartir y evaluar en las aulas. Pero cosa muy distinta son los credos y las teologías que conllevan un adoctrinamiento, cuyas nociones son intangibles, incontrastables y que no admiten experimentación. El conocimiento científico avanza precisamente por estar abierto y expuesto a la crítica, a la confrontación de tesis e ideas, a la demostración empírica de lo expuesto. Las creencias religiosas, sus teologías y sus revelaciones solo pueden ser asimiladas desde la fe, por tanto están momificadas, no avanzan, no se perfeccionan, simplemente se acatan. Los credos no entran al laboratorio, no se someten a crítica ni a experimentación, ni a la observación, sus dogmas rehúyen el debate y las preguntas incómodas. Por tanto, pretender homologar la creencia como conocimiento académico evaluable, no es más que un radical fundamentalismo. No estamos en contra de que exista gente con dichas creencias, pero dichas creencias nunca deberán ser estudiadas ni difundidas desde el púlpito que representa la escuela pública. Las injerencias del lobby católico presionando al legislador para que legisle en favor de una determinada doctrina en el sistema educativo solo responde al fanatismo por mantener su poder de influencia y sus privilegios. Y que conste que precisamente un gran número de los que defienden que la religión debe salir fuera de la escuela pública no son precisamente ateos, sino católicos practicantes y cristianos convencidos. 

 

Defendemos por tanto una educación pública, inclusiva y laica, porque consideramos que la laicidad de las instituciones públicas es la mejor garantía para una convivencia sana y plural en la que todas las personas sean acogidas en igualdad de condiciones, sin privilegios ni discriminaciones, tanto las católicas como las musulmanas, ateas, agnósticas, protestantes, etc. En este sentido, el laicismo busca separar esferas (el saber de la fe, la política de la religión, el Estado de las iglesias) para garantizar la libertad de conciencia y posibilitar la convivencia entre quienes no tienen los mismos credos. Pero esta separación Iglesia-Estado, como bien explica Enrique Díez en este artículo para El Diario de la Educación, no se resolvió adecuadamente durante la Transición. El paso de la escuela nacional-católica de la dictadura franquista a una escuela laica o aconfesional, como la que propone la Constitución, se impidió manteniendo unos Acuerdos con el Vaticano, heredados de las postrimerías de esa dictadura franquista, que obligan a que se oferte la asignatura de religión en todos los colegios y facultades de formación del profesorado de todo el Estado. Dichos acuerdos deben ser derogados, para liberarnos de tal dogal educativo. La decisión de derogar dichos Acuerdos con la Santa Sede es, de hecho, una de las noticias más importantes a nivel educativo que nos podrían suceder. Porque precisamente a partir de ese momento, el Estado se liberaría de la dependencia de la Iglesia Católica en cuanto a su financiación, en cuanto a la presencia y existencia de simbología religiosa en multitud de actividades y escenarios, tanto civiles como militares, y sobre todo, en cuanto a la presencia de la asignatura de religión en el currículo escolar. Y todo ello, por ende, ayudaría a desmontar los conciertos educativos que aún funcionan actualmente (en varias Comunidades Autónomas suponen un volumen mayor al de la escuela pública), y a transitar por la senda indicada de integrar a los colegios concertados en la única red pública que pretendemos que exista. En definitiva, apostemos por la escuela pública como un lugar para educar en conocimientos científicos universales, en valores cívicos, en el arte y en el pensamiento humanos, pero no para el proselitismo y el adoctrinamiento. La presencia de cualquier religión en la escuela pública, de su enseñanza y de sus símbolos, constituye un obstáculo para construir solidaridad en la diversidad, en el mestizaje y en la multiculturalidad. Continuaremos en siguientes entregas.

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27 diciembre 2019 5 27 /12 /diciembre /2019 00:00

La educación inclusiva nos abre la esperanza para la construcción de un proyecto de sociedad y de humanización nueva, donde el pluralismo, la cooperación, la tolerancia y la libertad sean los valores que definan las relaciones entre la ciudadanía y donde el reconocimiento de la diversidad humana esté garantizado como elemento de valor y no como lacra social, sino como reconocimiento de la dignidad de la que todos los seres humanos son portadores. La educación inclusiva, como proceso de humanización, nos brinda la oportunidad de ese cambio cultural al permitirnos construir una sociedad más culta, dialogante, solidaria, cooperativa, democrática, justa y más humana. Necesitamos otra educación. Necesitamos una pedagogía crítica y liberadora que nos devuelva lo que de humano hemos perdido

Miguel López Melero (miembro del Foro de Sevilla)

A estas alturas de la serie, mis lectores y lectoras ya deben tener una idea clara de hasta qué punto el modelo o sistema educativo de una determinada comunidad es el símbolo de su calidad cultural, política y democrática. Los valores capitalistas (asumidos por la derecha política, social y mediática) entienden una educación que parte de una visión del mundo y de la sociedad al servicio de las élites, y no del bien común. De ahí el modelo que impone, y los valores que propugna. En cuanto puede, ataca sin piedad a la educación pública, por medio de recortes, ajustes y privatizaciones en sus principales medios de existencia y proyección. En cuanto puede, favorece a la educación privada y concertada, pues es el modelo que le interesa, al difundir el elitismo, el clasismo y el corporativismo educativos. ¿Cuál podría ser la agenda inmediata para dar un claro viraje al modelo educativo actual (LOMCE) y hacerlo apuntar hacia la evolución que nos interesa? En primer lugar, revertir todos los recortes llevados a cabo durante los últimos años. Para dotarnos de un buen sistema educativo, necesitamos una escuela dotada de medios y recursos. Los recortes practicados han supuesto aumentar la jornada lectiva, aumentar los ratios de alumnos por clase para todos los ciclos, la limitación de la tasa de reposición del profesorado público que se jubilaba, el retraso en la sustitución de las bajas en el profesorado, y una subida brutal de las tasas universitarias que ha expulsado a más de 70.000 estudiantes de las aulas. Igualmente, ha endurecido los requisitos para poder acceder al sistema de becas y ayudas al estudio implantado. Todo ello ha provocado la reducción de la calidad impartida en la enseñanza. El aumento del 20% de la ratio profesorado/alumnado provocó la masificación de las aulas en detrimento de la atención particularizada al alumnado y de la calidad educativa. Por su parte, el incremento de la jornada lectiva supuso en la educación pública la pérdida de más de 32.000 puestos de trabajo, y un aumento de la temporalidad en el empleo y las jornadas parciales, hasta el punto de que 1 de cada 4 docentes es temporal en la actualidad. No sustituir el profesorado de baja hasta pasados 10 días lectivos es dejar sin el derecho a la educación durante dos semanas a cientos de alumnos por cada profesor. 

 

En segundo lugar, hay que derogar la actual ley educativa (LOMCE, del PP), ya que implica para el sistema educativo la imposición de un modelo capitalista, que entiende la educación únicamente como un instrumento al servicio de la competitividad y del crecimiento económico (véase este otro artículo de nuestro Blog para una explicación más detallada). Queremos un nuevo marco educativo, una Reforma Educativa para todos (como estamos denominando a esta serie de artículos), que parta del "Documento de Bases para una nueva Ley de Educación", que ha logrado el acuerdo entre todos los sectores y las organizaciones que forman la comunidad educativa. Es precisamente el desarrollo de todos sus puntos, con aportaciones personales mías, y las aportaciones diversas de múltiples fuentes, lo que estamos intentando difundir mediante la presente serie de artículos. También ha logrado el consenso, después de años de trabajo, de la mayoría de las fuerzas políticas progresistas, que se ha reflejado en varias ocasiones en el Parlamento. El actual marco educativo adolece además de diversos aspectos extremadamente nocivos para una buena educación, desde el abandono de la atención a la diversidad del alumnado, pasando por el retroceso de la democracia en los centros educativos, la absurda potenciación de la asignatura de religión en el currículo escolar (insistiremos en próximas entregas en nuestra visión laica de la escuela pública), o la financiación pública de centros que practican la segregación o niegan la coeducación. Un punto muy grave es el ataque a la comprensividad mediante la instauración de itinerarios tempranos segregadores que intentan enmascarar el fracaso y el abandono escolar. No hay que olvidar que la tasa de abandono escolar temprano en España (18%) se sitúa 8 puntos por encima de la media de la UE, según un estudio publicado por la Fundación BBVA. Y según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al último trimestre de 2017, el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que tiene como máximo el título de enseñanza secundaria obligatoria es del 18,28%, 7 puntos menos que en el año anterior (2016). Hay que proceder igualmente a la eliminación definitiva de las reválidas y de los ránkings de centros, recuperar una Formación Profesional Básica que permita titular, la universalización de la educación infantil pública (añadiendo además centros públicos de 0 a 3 años), y la eliminación del modelo de nombramiento de Directores de Centro, actualmente prácticamente a dedo, recuperando y fortaleciendo si cabe las competencias de los Consejos Escolares. 

 

Y como llevamos insistiendo desde los primeros artículos de esta serie, necesitamos la supresión progresiva de la financiación pública a los centros privados concertados. Hemos de implantar una Red Única de Centros Públicos (de titularidad y gestión públicas al 100%) que, progresivamente y de manera voluntaria y negociada, integre a los centros privados concertados, así como a su profesorado. Mientras tanto, no hay que conceder ni un solo concierto educativo más para la educación privada, y hay que proceder a la supresión inmediata de la financiación para todos los centros que practiquen cualquier tipo de discriminación o no aseguren completamente la gratuidad de la educación. En una palabra, dejar de apostar por la privatización, el elitismo y el clasismo en la escuela, para comenzar a apostar por la inclusión, la cooperación, el bien común y los parámetros de gratuidad, universalidad y calidad educativas. Tomando las palabras de Agustín Moreno en este artículo del medio Cuarto Poder donde dirige una Carta Pública a la Ministra de Educación, que estamos tomando como referencia: "Mientras no se aborde esta cuestión creada por intereses económicos e ideológicos, la doble red consolidará un modelo educativo que va en contra de la equidad, evitando la mezcla social con recursos públicos. Es una estrategia clasista que conduce a que haya escuelas de ricos y escuelas de pobres o guetos. Y ello va directamente contra el derecho a la educación, porque la educación debe ser una oportunidad para todos y no un riesgo para una parte del alumnado". Y como decíamos más arriba, e insistiremos en ello aún más profundamente, la laicidad en la escuela pública es mucho más que quitarle a la actual asignatura de religión su valor para la obtención de la nota media del Bachillerato. La religión es asunto del ámbito privado y por ello no puede formar parte del currículo ni del horario escolar. Se trata por una parte de cumplir el mandato aprobado por mayoría parlamentaria (incluidos los votos del PSOE) el 21 de febrero de 2018, en torno a derogar y denunciar el Concordato con la Santa Sede. En cuanto a la posible recuperación de una asignatura sobre Valores Cívicos, estaría bien siempre que no se incluya (como tenía intención de llevar a cabo la derecha) como cortina de humo o cajón de sastre para una educación en valores conservadores, tales como el himno, la bandera, la unidad y la defensa nacional, las funciones del Rey, o las funciones de las Fuerzas Armadas. 

 

Los valores cívicos y democráticos no van por ahí. Van encaminados a una educación en valores de inclusión, participación y cooperación, velando para la consecución del bien común. Todo lo anterior ha de implementarse, como hemos dicho anteriormente, mediante la recuperación de una buena inversión educativa. No basta por tanto con eliminar y revertir los recortes y las privatizaciones, sino que hay que dotar la inversión educativa de una cantidad estimada en un 5% del PIB como suelo de la misma, así como una redistribución en favor de la educación pública. Es una cuestión clave, ya que no podemos mantener una escuela pública de calidad, sin dedicar a ella los recursos mínimos necesarios. No se puede, por ejemplo, aspirar a la excelencia educativa de Finlandia, cuando ellos invierten hasta un 7% del PIB en educación, y nosotros exactamente la mitad (un 3,8%). Y ni que decir tiene que no existe inversión más rentable. Con todo ello podemos definir y establecer los mimbres con los que construir un sistema educativo que desarrolle ciudadanos críticos, formados e informados, comprometidos con la convivencia y la cohesión social, y no meras herramientas instrumentales del sistema capitalista neoliberal. El modelo que propugnamos apuesta por una escuela pública, gratuita, universal, de calidad, laica, inclusiva, democrática, que reconozca y valore el papel del profesorado. Necesitamos esos mimbres para trabajar por una educación transformadora, no domesticadora, ni al servicio de los intereses de las élites. Necesitamos una educación que satisfaga el derecho humano fundamental a la misma, de forma universal, y a lo largo de toda la vida, y ello debe ser garantizado por los poderes públicos. Necesitamos una educación pública que eduque en la diversidad, en la ética, en la cooperación, en el bien común, en vez de en la aberrante moral religiosa (no solo católica, también de las demás), y en los valores de falso sacrificio, estupidez, banalidad, individualismo y competitividad de la sociedad capitalista actual. Necesitamos una educación pensada para las personas, y no para el sistema. En su momento detallaremos a fondo los contenidos de nuestra propuesta educativa, pero ahora continuaremos detallando los puntales donde ésta debe basarse. 

 

El asunto religioso ha aparecido ya varias veces a lo largo de esta serie dedicada a la educación, precisamente porque hay que abordarlo bajo todos sus enfoques y puntos de vista. Nosotros, desde la izquierda transformadora, apostamos por la laicidad en la escuela. Y ello porque la religión no supone ningún referente moral como para impartirla en la escuela. Los verdaderos referentes éticos y morales deben proporcionarlos las asignaturas que nos hablen sobre los derechos humanos, el civismo y los valores democráticos. Los asuntos de fe y de dogmas deben quedar relegados al ámbito íntimo y privado de cada familia o individuo. Lo explica magníficamente Pedro López (Profesor de la Universidad Complutense y miembro del Grupo de Pensamiento Laico) en este artículo para el medio Publico, que vamos a seguir a continuación. La Iglesia Católica (pero también el resto de las confesiones religiosas), plantea siempre la necesidad de incluir en el sistema educativo una formación en sus valores, bajo el presupuesto de la superioridad moral de éstos frente al laicismo creciente, cuyos valores, así como el propio concepto, denigran constantemente. Si del laicismo pasamos al ateísmo, los dignatarios y religiosos no es ya que denigren, es que demonizan directamente, invitando al odio de los creyentes. De hecho, fue éste uno de los pilares argumentales para el ataque a la Segunda República (a su sistema educativo laico, y por ende a toda ella), pues según los sublevados y los que apoyaban el golpe militar, estábamos asistiendo al declive de la civilización espiritual más antigua de Occidente. Sin llegar a este grado de odio, es frecuente el planteamiento por parte de los sectores religiosos de que el "remedio" al ateísmo es la formación religiosa, como si el ateísmo fuese una carencia del cerebro o alguna terrible enfermedad (el régimen franquista aseguraba que había que "extirpar el gen comunista" de la mente de los republicanos). Igualmente, son frecuentes en el discurso religioso ideas como que cuando falta el sentido religioso la persona se degrada, o aseveraciones indocumentadas, como que donde no hay fe aumentan los homicidios, el alcoholismo, los abortos y todas las plagas imaginables. Pongamos el caso más sencillo y evidente: los Estados Unidos no solo son la primera potencia mundial (ya en claro declive), sino también una de las sociedades más oscuras y religiosas que existen, hasta el punto de llegar casi al fanatismo. Pues bien, como sabemos, su sociedad (al igual que su Gobierno) es una de las más violentas del mundo, por no decir la más violenta, con mayor posesión de armas del mundo, y donde más ataques individuales e indiscriminados se llevan a cabo cada año. No parece tener, entonces, mucho sentido la anterior afirmación. Continuaremos en siguientes entregas.

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15 noviembre 2019 5 15 /11 /noviembre /2019 00:00

[…] reconocen a la educación como un derecho que las personas ejercen a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del Estado. Constituye un área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal, garantía de la igualdad e inclusión social y condición indispensable para el buen vivir. […] debe estar centrada en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio ambiente sustentable y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural, democrática, incluyente y diversa, de calidad y calidez; impulsará la equidad de género, la justicia, la solidaridad y la paz

Extracto de la Ley Orgánica Reformatoria a la Ley Orgánica de Educación Intercultural de Ecuador

Es evidente que si pretendemos disfrutar de una educación con las características de la cita de entradilla, no podemos dejar en manos de los padres la educación pública, sino que ha de ser una cuestión de Estado. Es la sociedad, democráticamente organizada, la que ha de controlar una educación pública que se ajuste a dichas características. Pero hoy día, con el avance del neoliberalismo, se hace muy difícil abanderar un discurso que cuestione el supuesto "derecho" de los padres sobre la educación de sus hijos. Es un axioma totalmente falso, y vamos a intentar explicarlo, basándonos en este artículo de Miguel Ángel Cerdán para el medio Diario 16. Porque, como muy acertadamente han argumentado los autores del texto "Escuela o Barbarie", más bien son los hijos los que tienen que tener derecho a librarse de los prejuicios o ideología de sus padres. No es justo ni democrático que porque unos padres sean por ejemplo testigos de Jehová, miembros del Opus Dei, o partidarios de unirse al Estado Islámico, tengan que determinar la educación de sus hijos, para que en vez de educarse bajo parámetros democráticos, se vuelvan adictos a su filosofía de vida. La escuela pública debe actuar como antídoto y como remedio para evitar estas posibles situaciones. Si unos determinados padres desean que sus hijos sean formados en determinadas creencias o aptitudes, deben optar por la escuela privada. Pero en medio de ambas, desde los primeros gobiernos del PSOE de Felipe González, se levanta una institución muy sospechosa, como es la escuela concertada. Un colegio concertado es básicamente un colegio privado que recibe fondos del Estado. El Estado lo financia, a la vez que deja libertad en la implementación de su ideario y de sus prácticas docentes. Al principio la escuela concertada se difundió bajo la excusa de que la escuela pública no llegaba a todo el alumnado que la necesitaba, pero rápidamente comenzó a crecer de una forma peligrosa, y hoy día alcanza un volumen gigantesco. El peligro reside en que lo que aparentemente es una escuela pública, funciona internamente como una escuela privada. Como es muy lógico adivinar, el sector religioso es el que se ha apropiado de la escuela concertada en nuestro país, difundiendo su proselitismo en nuestros colegios. Así lo explica Antonio Piazuelo en este artículo para la web Con Acento: "Cuando, en los años ochenta del siglo pasado, los primeros gobiernos socialistas se aplicaron a la conquista de la Educación gratuita y universal, que llevaba muchas décadas garantizada en la Europa democrática, hacía poco más de un lustro desde el final de la dictadura franquista. Lo raquítico, en medios y en calidad, de la Enseñanza Pública que heredamos del franquismo hacía imposible cubrir las necesidades de escolarización en Primaria y Secundaria, y por el contrario, el nacionalcatolicismo imperante durante cuarenta años había puesto en manos de la Iglesia Católica una imponente red de centros de enseñanza confesional (en muchos casos de élite) que, en buena parte de España, se convertía prácticamente en un monopolio". 

 

De hecho, pocos casos conozco de mi generación (hermanos, amigos, compañeros, vecinos...) que  no estudiaran en colegios religiosos. Y a partir de ahí, los fundamentos del laicismo en la escuela concertada se han abandonado, reivindicando la tradición religiosa católica de nuestro país, y lo peor de ello es que este planteamiento ha acabado recalando también en la escuela pública. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, gobernada ahora de nuevo por la derecha política, la escuela concertada representa cerca del 40% de la escolarización total. Y como argumenta Antonio Gómez Movellán en este artículo para el digital Rebelion, educar a tus hijos en tus propias convicciones religiosas sí parece ser, en nuestro país, un derecho constitucional, lo que en nuestra opinión es un hecho muy grave, puesto que elevar a rango constitucional la tiranía patriarcal y una concepción de la emancipación personal basada no en el desarrollo crítico racional de los alumnos, sino en las convicciones religiosas de los padres, es un planteamiento contrario a la pedagogía. Recordemos lo que decíamos en nuestro anterior artículo, cuando hablábamos de sembrar en el alumnado la semilla de la pregunta, en vez de la respuesta, para que aprendieran a pensar, a reflexionar, y a cuestionarlo todo. Esa idea de una escuela católica, islámica o basada en la preeminencia de cualquier otra religión es absolutamente reaccionaria, y van en contra de los derechos humanos fundamentales. Frente a la idea de una escuela segregada por ideologías o por confesiones religiosas está la idea, alumbrada en el siglo XIX (y aquí representada por la Institución Libre de Enseñanza, que inspiró a los maestros de la II República), de una escuela moderna, instructiva y de desarrollo del pensamiento crítico, una escuela emancipadora frente a las constricciones del pensamiento familiar y social imperante, es decir, está la idea de una escuela pública laica y universal, inclusiva y tolerante, emancipadora en lo personal e igualitaria en lo social. Una escuela con los valores que dábamos en nuestra cita de entradilla. Un sistema de enseñanza basado en la segregación social del alumnado no es una escuela laica. La escuela laica no es aquella que no adoctrina en una ideología o en una religión (que también), sino una escuela que significa una oportunidad de emancipación personal y que promueve la igualdad social. El templo del laicismo es la escuela, como dejó dicho el genial Víctor Hugo. 

 

Un sistema educativo como el que padecemos actualmente, que segrega socialmente entre las clases adineradas y el resto de la sociedad lleva en su germen un sistema social que amplifica la desigualdad. Con este sistema educativo no es casual que España sea uno de los países de Europa, según datos de la OCDE, donde más ha aumentado la desigualdad social. Si se observa el mapa regional de la escuela concertada en nuestro país, se obtendrá también el mapa de la desigualdad regional. ¿Dónde está el grueso de la escuela concertada? En las regiones con más renta: Madrid, Cataluña y País Vasco. ¿Dónde están los niveles de menor concertación? En las regiones con menor renta, Extremadura y Andalucía. Y es en las áreas metropolitanas de mayor renta donde más escuela concertada existe, y donde las órdenes religiosas controlan, en una gran parte, este lucrativo negocio. ¿Financiar públicamente esta desigualdad en la enseñanza es conforme a la Constitución y a la tan cacareada libertad de educación? ¿Acaso la financiación de los colegios privados es una obligación constitucional? Según la Profesora de Derecho Constitucional Ana Valero: "El derecho de creación de centros docentes por personas físicas o jurídicas privadas no exige su financiación por parte de los poderes públicos, no estando obligados a realizar conciertos educativos. La concertación de la escuela privada no es un derecho constitucional, es una concesión que la legislación puede o no reconocer". Quizá se confunde que las leyes deban ser iguales para todos, con el hecho de que no se puede gobernar para todos por igual. Existen opciones de gobierno. En el diseño del sistema educativo se requiere justicia, ambición y una verdadera revolución. Una revolución que debe basarse en la construcción de una escuela universal, pública y laica en nuestro país, pero para ello se requiere desandar lo andado, abandonando la financiación de la escuela concertada (que es, básicamente, una escuela católica). No existen para ello excusas constitucionales, ni siquiera en nombre de la libertad de educación, para parapetarse en el inmovilismo o en la cobardía, y claudicar ante la desigualdad. Debajo de todo ello descansan los privilegios de la Iglesia en el campo de la enseñanza, privilegios que no pueden seguir manteniéndose. 

 

En este artículo para el medio Cuarto Poder, Silvia Casado Arenas explica lo siguiente sobre el supuesto derecho de los padres a la libertad de elección en cuanto a la educación de sus hijos se refiere: "Asombra contemplar este maquillaje por el que la expansión de los negocios de la patronal de la enseñanza --que desde hace ya tiempo insisten en que ellos no son subsidiarios, sino complementarios-- se presentan como un bien universal basado en los principios de los derechos humanos y constitucionales. Habría que comenzar, como explica [Carlos] Fernández Liria en "Escuela o Barbarie", por negar la mayor: aquí lo que está en juego no es la libertad de elección de los padres sino todo lo contrario; la escuela pública se construyó, ante todo, para proteger a los niños del totalitarismo familiar, para abrir una puerta al libre pensamiento en unos niños que, en sus ambientes familiares, pueden estar sometidos a una dictadura ideológica asfixiante y castradora. Nadie tiene por qué asumir como un destino el haber nacido en una familia del Opus, de testigos de Jehová, de integristas islámicos o de hippies contraculturales. Contra lo que se suele decir, la escuela pública no adoctrina, en primer lugar porque hay en ella tanta diversidad que aunque quisiera, no podría; y en segundo lugar, porque los profesores son funcionarios con libertad de cátedra, que no tienen por qué ceder a ninguna presión gubernamental. Se olvida a menudo que para eso se inventó el funcionariado: para apuntalar la división de poderes e impedir injerencias gubernamentales en la enseñanza o la justicia. Son dos virtudes que por definición no puede tener la enseñanza privada o concertada, donde la diversidad puede ser cribada ideológicamente y los profesores pueden ser despedidos por no encajar con el ideario doctrinal del centro. La enseñanza privada no es un bastión de los principios de la Ilustración, sino una lacra medieval y totalitaria incrustada en los principios del Estado de Derecho. Se habla mucho del gran éxito educativo de Finlandia, obviando el hecho de que ahí la enseñanza privada y concertada es prácticamente inexistente". Creo que queda suficientemente explicado. Hay que tener mucho cuidado, porque en el campo educativo, en nombre de la supuesta "libertad" (de los padres, de la educación, de la elección de centro...) se han cometido enormes barbaridades. Una escuela concertada no es más que una escuela privada que recibe fondos públicos, y por tanto constituye una anomalía democrática que no debemos tolerar. 

 

En nombre del Estado, de sus fondos y recursos, únicamente deben financiarse colegios y escuelas que también sean de todos. Cualquier otra modalidad que ponga en cuestión este principio básico no ha de ser admitida. No estamos, aclarémoslo, en contra de la existencia de la escuela privada, hacia la que no tenemos nada que objetar. Pero sí estamos en contra de que con fondos públicos se financien colegios segregacionistas, de élite, religiosos, y que no respondan a las características con las que hemos definido a la escuela pública. La Constitución dice, sí, que los padres tienen derecho a escolarizar a sus hijos (y el deber, añadamos) en el centro que consideren más apropiado, pero no dice en ninguna parte que esa decisión la tengamos que pagar los demás. Hasta ahí podría llegar la broma. Y al igual que no existe el derecho a "ser padres" (de ahí que rompamos con la falacia donde se sustenta la maternidad subrogada), tampoco existe el derecho de la "libertad educativa" de los padres con respecto a sus hijos. Eso es una falacia como un piano. Ni la Constitución ni ninguna ley dice tal cosa. Ha sido la derecha política, social y mediática la que nos ha ido empujando en esa dirección, para que normalicemos esa situación como si fuera un supuesto derecho fundamental. La propia existencia de la enseñanza concertada es una anomalía democrática en sí misma. Rompamos por tanto con dicha anomalía: si al principio la cuestión estaba fundamentada en la existencia de una buena red de centros (y por ello se acudió a los que la Iglesia tenía en su poder), hoy día ya sí tenemos una buena red de centros públicos de enseñanza donde formar a nuestros alumnos/as. Al principio se trataba de una solución transitoria al problema, en tanto el Estado construía una extensa red de centros educativos públicos. La idea era que paulatinamente se iría reduciendo el volumen de esa concertación hasta alcanzar una situación como la que existe en el resto de países de nuestro entorno. Pero han transcurrido más de cuatro décadas, y los centros concertados no solo se han normalizado, sino que además llevan años comiendo terreno a la escuela pública, tanto en centros, como en profesorado y recursos. No podemos seguir soportando esta situación, que conduce a una educación pública residual, si continuamos en esta tendencia. Por tanto, no es cuestión de amenazar ninguna libertad (que por otra parte no existe, como hemos comentado más arriba), ni de violar ningún derecho constitucional, sino de alcanzar el objetivo que se marcó hace más de tres décadas, y que lleva mucho tiempo olvidado, por presiones de la Iglesia Católica y de los gobiernos de derechas. Continuaremos en siguientes entregas. 

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