Entendemos que la construcción de una ciudad justa e igualitaria es inseparable de la lucha por la democratización del acceso a tierra urbana y rural, de la lucha por la reforma urbana y agraria, de la lucha por la democratización de la gestión del territorio, por la soberanía alimentaria de los pueblos, por las prácticas agrícolas ambientalmente responsables, por la garantía de los modos y medios de vida de las y los agricultores familiares y de las poblaciones tradicionales e indígenas en todo el mundo
Nuestro siguiente asunto a tratar, dentro de nuestro Programa por la Tierra, es el relativo al apoyo para una agricultura que funcione bajo un modelo distinto, que garantice la biodiversidad, así como un medio rural vivo y sostenible. Desde hace décadas que la agricultura (en general toda la actividad y los modelos de vida rurales) han sido descuidados y atacados por los programas de gobierno neoliberales, representando un gran peligro para la sostenibilidad social, económica, alimentaria y medioambiental. El medio rural es hoy día un medio infravalorado, en claro declive poblacional, y explotado únicamente por las grandes compañías multinacionales. Hemos de acabar con este panorama, porque para que la producción agraria sea compatible con la preservación del medio ambiente y de la naturaleza, con un mundo rural vivo y con la salida de la crisis que sufrimos, se debe apoyar, desde las Administraciones Públicas, un modelo basado en el respeto y cuidado de nuestra biodiversidad, el comercio local y la producción extensiva, así como en la reducción de la huella ambiental, y el apoyo a las variedades y razas autóctonas, y a los pequeños agricultores.
Tal y como insisten los Informes sucesivos de los diversos Relatores de la ONU, la mejor opción para alimentar el mundo de forma respetuosa con el planeta y las personas que lo habitamos, así como al resto de seres vivos, consiste en un claro giro hacia un enfoque agroecológico en la producción, distribución y consumo de los alimentos. Y en un momento en el que las Comunidades Autónomas están aplicando las directrices de la nueva Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, y finalizando sus Programas de Desarrollo Rural para el período 2014-2020, las decisiones tomadas determinarán si un territorio concreto avanza hacia la sostenibilidad, o continúa por la insostenible senda actual. Evidentemente, todo ello pasa por fortalecer el tejido rural de proximidad, y por reducir el poder y el control de las grandes empresas transnacionales, que comercializan hoy día desde la producción de semillas, hasta la distribución del producto final a través de sus inmensas redes de empresas e intermediarios, bajo el único prisma (insistimos, único) de la maximización del beneficio económico. Y este modelo no sólo amenaza el medio rural autóctono, la economía de proximidad, la producción local y la soberanía alimentaria, sino que incide peligrosamente sobre la salud ambiental y la de las personas, consumidores finales de dichos productos. Teniendo todo ello en cuenta, las propuestas que abordamos en relación al mundo rural son, entre otras, las siguientes:
1.- Mantener los sistemas agrarios y forestales en la Red Natura 2000 y otros de alto valor natural (dehesas, prados y pastos extensivos, secano...) con apoyo al relevo generacional y la transformación y venta directa por los propios productores. Minimizar por tanto la red de intermediarios, fomentando que la producción en origen se convierta en una actividad rentable y sostenible.
2.- Aprobar planes específicos con medidas que favorezcan la ganadería extensiva y la trashumancia, dirigidos a apoyar la actividad en sí, divulgar sus beneficios ambientales y sociales, facilitar y fomentar la transformación y compraventa de sus productos (carne y embutidos, lácteos, lana...), y garantizar la coexistencia con la fauna salvaje.
3.- Gestionar las medidas de desarrollo rural con los contratos territoriales por explotación, y apoyar herramientas de gestión participativa, como la custodia del territorio y los usos comunales. Hay que apoyar decididamente la expropiación de grandes terrenos para el cultivo por parte de los jornaleros y el mundo rural, siempre que dichos terenos estén inactivos, o dedicados únicamente a la obtención de subvenciones públicas para incrementar el capital de los grandes terratenientes, y la explotación del personal que los trabaja.
4.- Aprobar un programa para expandir la producción agroecológica en el ámbito autonómico de cada comunidad, en manos de pequeños agricultores y fomentando la incorporación de jóvenes al campo y al mundo rural.
5.- Reducir el despilfarro de materiales, agua y energía en el sector, potenciando el consumo de frutas, verduras, hortalizas y legumbres, disminuyendo la ingesta de carne (pero apoyando la de calidad), luchando contra el derroche y el malgasto de alimentos, y apoyando los productos locales y de temporada, certificados, a través de la venta directa y de cadenas cortas de distribución y suministro.
6.- Aplicar la Directiva de Uso Sostenible de los Plaguicidas con la introducción obligatoria de programas y planes de gestión integrada de plagas en las explotaciones, mediante calendarios y objetivos claros de reducción en el uso de plaguicidas, así como del fomento de métodos ecológicos.
7.- Prohibir los cultivos transgénicos comerciales al amparo de la nueva legislación europea, y rechazar cualquier petición de experimento transgénico al aire libre. Precisamente, el uso de alimentos transgénicos (OMG, u organismos modificados genéticamente) pretende ser completamente liberalizado mediante la implantación (si finalmente se aprueba) del TTIP, el Tratado de Libre Comercio que se está negociando en secreto entre la Unión Europea y Estados Unidos.
Fuente principal de referencia: Documento "Un Programa por la Tierra"