Con una tasa de participación de algo más de un 72%, la jornada electoral del pasado domingo dio la victoria a la derecha política de este país, para desgracia de la clase trabajadora y de todos los que nos sentimos de izquierda, y abogamos por el cambio político "de verdad", por el auténtico giro social y político que debiera haberse dado para frenar las actuales políticas de recortes y austeridad, en beneficio del gran capital.
Quizá las reflexiones más objetivas a tenor de los resultados electorales pueden ser las siguientes:
1.- Se cumplieron en sus máximas expectativas los resultados electorales del Partido Popular, trasladándose a la realidad del voto lo que las numerosas encuentas venían pronosticando desde hacía tiempo, y el PP barrió con mayoría super-absoluta en el Congreso y en el Senado. Mayoría absoluta de 186 diputados/as en el Congreso, y de 135 senadores/as en el Senado. Sin más comentarios. Es lo que han querido los ciudadanos.
2.- Por su parte, el PSOE a nivel nacional se llevó el batacazo más tremendo de su historia, al alcanzar en el Congreso solo 110 diputados (que son muchos, pero muy pocos para los que viene obteniendo desde el primer gobierno de Felipe González), lo que sigue conformándolo como segunda fuerza política del país, pero a mucha distancia del PP. Un número de 110 escaños en el Congreso y de 51 en el Senado, van a provocar en este partido una fuerte revolución interna, pero recuérdese la famosa frase de Zapatero cuando dijo: "Voy a tomar estas medidas cueste lo que cueste, y me cueste lo que me cueste".
3.- La fuerza política de izquierda plural, Izquierda Unida, experimenta una gigantesca subida, al multiplicar sus escaños por 5, y mucho más sus votos, que evidentemente han crecido estrepitosamente desde las últimas Elecciones Generales. Izquierda Unida se consolida como tercera fuerza política de este país, aunque por la pesada losa de la injusta Ley Electoral, no tengamos la representación que nos merecemos. Obtenemos no obstante grupo parlamentario propio, con el que pretendemos hacer frente a la oleada neoliberal que se nos va a intentar imponer. Tendremos grupo propio de 11 diputados (podrían haber sido muchos más con una Ley Electoral auténticamente proporcional), donde además hemos recuperado el escaño por Málaga en el Congreso, representado históricamente por Antonio Romero (que se perdió en 2004), y que ahora representará el joven economista Alberto Garzón.
A estas tres reflexiones principales habría que sumar las que se refieren al avance de otros partidos minoritarios (UPyD, por ejemplo), al hecho de que CIU haya sido por primera vez la fuerza política más votada en Cataluña (su grupo parlamentario alcanzará 16 diputados, debido también a la injusta Ley Electoral), o la irrupución de Amaiur con grupo parlamentario propio de 6 diputados (por encima incluso del PNV), con una representación de la izquierda abertzale como nunca antes había existido en el Parlamento Nacional. El resto de fuerzas políticas minoritarias se quedan más o menos como estaban en la anterior legislatura.
Se avecinan malos tiempos para la clase trabajadora, pues muy previsiblemente el Gobierno del Partido Popular seguirá apoyando todavía más que el del PSOE las políticas económicas neoliberales, dando cancha sobre todo a la Banca, a las grandes empresas y al capital financiero y especulativo, y recortando aún más si cabe prestaciones, servicios y derechos laborales y sociales, adquiridos o conquistados en legislaturas anteriores.
Arduas tareas de negociación les esperan a los agentes sociales, con unos sindicatos enfrentados radicalmente a las políticas conservadoras y de recortes del PP, y con una gran patronal alineada más a la derecha que nunca, pues además se ve apoyada por el Poder Ejecutivo. Otoño e invierno calientes se avecinan, con grandes manifestaciones y protestas, para intentar detener todas estas políticas.