"Nos enseñaron tácticas psicológicas, cómo estudiar el miedo y las debilidades de un prisionero. Hacer que se levantara y se quedara de pie, no dejarle dormir, desnudarlo y aislarlo, poner ratas y cucarachas en su celda, darle comida podrida, incluso animales muertos, arrojarle agua fría a la cara, cambiar la temperatura de su entorno"
(Florencio Caballero, hondureño entrenado por la CIA)
(The New York Times, 1988)
Y es que el llamado "combate contra el terrorismo internacional" obsesiona sobremanera a los Estados Unidos, sobre todo a raíz de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. Esta obsesión se ha manifestado hasta el punto de promulgar la denominada USA PATRIOT Act (Uniting and Strengthening America by Providing Appropiate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism). Esta ley fue aprobada 45 días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y su objetivo fue ampliar sustancialmente los poderes represivos del Estado bajo el fin declarado de combatir al terrorismo internacional, sin necesidad de orden judicial, tanto dentro como fuera de las fronteras de los Estados Unidos, restringiendo toda una serie de derechos constitucionales, que hoy día se extienden al resto de países "aliados", y a sus sistemas de seguridad, que se vuelven cada vez más cómplices con las obsesiones norteamericanas.
Entre sus previsiones, el Acta Patriótica (como podría traducirse) incrementa las facultades de las agencias represivas para vigilar las comunicaciones telefónicas y de correo electrónico, así como los registros públicos y privados (médicos, financieros, libros solicitados en las bibliotecas, etc.); reduce las restricciones para acciones de inteligencia en terceros países; aumenta el poder de la Secretaría del Tesoro estadounidense para regular el mercado financiero; y concede poder discrecional a las autoridades policiales y migratorias para detener y deportar a inmigrantes, cuando se estime que los mismos son sospechosos de estar relacionados con el terrorismo. El Acta Patriótica también amplía la propia definición y concepto de terrorismo, con el fin de incluir actividades realizadas por ciudadanos/as estadounidenses y actos que antes no eran considerados como tal.
Y todo ello se debe a la ideología mayoritaria estadounidense, de prácticamente todas las capas sociales, que cultivan una visión sobre la síntesis de un sector capitalista salvaje y virulento, cuya ideología mezcla un nacionalismo apocalíptico, unido a un extremismo religioso pre moderno, que divide simplemente al mundo real en buenos y malos. De esta forma, justifican la posesión del monopolio privado de la violencia a nivel mundial, y se consideran legitimados para intervenir en cualquier conflicto internacional imponiendo sus propios criterios, desplegando una descarada prepotencia, y erigiéndose en los líderes "naturales" a nivel mundial, lo cual a su vez constituye un círculo vicioso, porque a medida que disponen de más poder en los foros internacionales, más responden a este comportamiento. Sin ir más lejos, en su llamado "patio trasero", como es América Latina, Estados Unidos se ha caracterizado por una innumerable lista de intervenciones y un sinfín de masacres, donde han hecho gala de una crueldad despiadada.
Tomo como referencia al respecto el artículo de Marco Dávila, que nos da una amplia exposición de dichas intervenciones. En nombre de la libertad y de la democracia, los norteamericanos han cometido en América Latina y El Caribe todo tipo de atrocidades. Por medio de las élites privilegiadas latinoamericanas, han asesinado, torturado y hecho desaparecer a cientos de miles de personas. Tan sólo en los dos períodos presidenciales de Ronald Reagan (1981-1989), las élites privilegiadas de Centroamérica, motivadas por sus amos imperiales, mataron a más de 300.000 personas, torturaron a cientos de miles, y obligaron a millones de ellas al exilio temporal o permanente. Durante el período de la Guerra Fría (1945-1991), EE.UU. hizo uso de paramilitares (escuadrones de la muerte, mercenarios, violadores, torturadores,...) para hacerles el trabajo sucio en su territorio. A inicios de 1960, agentes del Departamento de Estado, Boinas Verdes, CIA, y la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional) organizaron dos grupos paramilitares que se convertirían en la columna vertebral del sistema de escuadrones de la muerte de Nicaragua.
La primera campaña en Latinoamérica donde los escuadrones de la muerte realizaron desapariciones de disidentes políticos ocurrió en Guatemala en 1966 y fue llevada a cabo por una unidad creada y directamente supervisada por consejeros de seguridad norteamericanos. Y grandes compañías transnacionales, como Ford, Coca-Cola o Mercedes-Benz también trabajaron de la mano con los escuadrones de la muerte. En Nicaragua, los llamados Contras, obedeciendo a una estrategia de la CIA para desgastar a la Revolución Sandinista (1979-1990), decapitaron, castraron, mutilaron, sacaron ojos con cucharas, cortaron senos, secuestraron a jovencitas, mataron a enfermeras, a doctores, a jueces...En 1985, los Contras nicaragüenses habían ejecutado a cerca de 4.000 civiles, herido a un número similar, secuestrado a más de 5.000 personas...Al final de la guerra habían muerto 30.000 civiles, la mayoría a manos de los Contras.
Por su parte, en El Salvador, Washington invirtió más de 6 billones de dólares durante 12 años de Guerra Civil, donde hubo de 50 a 60.000 civiles muertos, y de 20 a 34.000 militares muertos. Sólo en la masacre de El Mozote en diciembre de 1981, 750 civiles salvadoreños, incluyendo niños, fueron apuñalados, decapitados, abatidos con ametralladoras cargadas con balas que fueron fabricadas para el gobierno estadounidense en Lake City, Missouri. O en Guatemala, donde EE.UU. dio asistencia económica a la fuerza armada genocida guatemalteca, entre noviembre de 1981 y comienzos de 1983, el ejército arrasó comunidades indígenas al completo, cometiendo más de 600 masacres. Se ejecutó a 100.000 campesinos mayas, de los más diversos modos: apedreando niños hasta la muerte, tirándolos al río, destripando a víctimas vivas, amputando genitales, brazos, piernas, cometiendo violaciones masivas, quemando gente viva, extrayendo fetos a mujeres embarazadas, y de muchas otras formas. La crueldad desplegada no tuvo límites. Continuaremos en siguientes entregas.