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20 diciembre 2019 5 20 /12 /diciembre /2019 00:00

La obligación de la comunidad debe ser garantizar el derecho a la mejor educación pública de calidad que tienen todos los niños y niñas. Y eso solo es posible con una red pública única, que no derive recursos públicos de nuestros impuestos a financiar opciones privadas, que garantice una oferta de plazas públicas suficientes en todos los niveles y modalidades educativas, que respete criterios pedagógicos y equitativos que beneficien a los menores y que ofrezca igualdad de oportunidades

Enrique Díez y Agustín Moreno

Otro gran engaño, falacia o falso paradigma donde se apoya normalmente la escuela concertada es en la trampa de la llamada "cultura del esfuerzo", asunto que es tratado por Julio Rogero en este artículo para el medio digital El Diario de la Educación, y que seguiremos a continuación. En efecto, se nos transmite una imagen (derivada de la cultura capitalista y neoliberal) de que todo lo que consigamos en la vida depende de nuestro esfuerzo y dedicación, de nuestras ganas y de nuestra valía personal. Pero esto hay que matizarlo bastante. Rogero explica: "La escuela oculta que la desigualdad social de partida cuando se accede a ella determina en gran medida tu futuro, y que no existe la igualdad de oportunidades, sino una falsa meritocracia en la que suelen perder los mismos". De entrada, hemos de partir (hecho que ya hemos analizado a fondo en nuestra serie de artículos "Arquitectura de la Desigualdad") de que la desigualdad se hereda, lo cual ha quedado ampliamente demostrado y documentado en los diversos informes que ONG como Intermon Oxfam o Cáritas han elaborado al respecto. Sabemos, por ejemplo, que más del 80% de los hijos e hijas de familias pobres serán también pobres. El sistema educativo, bajo un modelo de sociedad neoliberal, juega también un papel reproductor de las desigualdades sociales. En esta dinámica de la "sociedad del rendimiento", cuando se analizan las causas del fracaso escolar, es frecuente escuchar el mismo razonamiento, que culpabiliza al alumnado por no esforzarse lo suficiente en la escuela, o por no ser lo suficientemente inteligentes como para alcanzar el éxito. Algo tiene que ver también con los rancios eslóganes americanos sobre la "tierra de las oportunidades", lo cual es igualmente una soberana falacia. El mensaje consiste en decirte que si te esfuerzas, si tienes dedicación y te empeñas con todas tus ganas, podrás conseguir en la vida todo lo que desees, lo cual es absolutamente falso. El problema añadido, además, es que muchos de los que no fracasan escolarmente y logran títulos universitarios, másteres, doctorados, saben idiomas, etc., también han entrado a formar parte de la clase precaria, con frecuencia, haciendo trabajos de mucha menor cualificación que la que poseen y con sueldos de miseria. A éstos también se les acusa de no esforzarse lo suficiente en el mercado laboral para conseguir un mejor empleo, aunque ya se esforzaran en su paso por el sistema educativo. 

 

Eso no contradice, por supuesto, los datos que nos indican que, en sentido general, quienes tienen estudios universitarios encuentran trabajo antes y en mejores condiciones que quienes se quedaron a medio camino en su paso por el sistema educativo. Existen cientos de miles de personas (que se lo digan a los jóvenes exiliados laborales, por ejemplo) que viven estas situaciones con una gran frustración, sentimiento de culpabilidad y la profunda impresión de haber sido engañados por el sistema. Un sistema que les había prometido que si se esforzaban y completaban los ciclos educativos iban a verse muy bien recompensados. Las promesas de "estudia para ser algo en la vida", "si no te esfuerzas no serás nada" o "esto te servirá para el futuro" forman parte del gran engaño de una sociedad profundamente clasista, que nos oculta la realidad creada para que unos triunfen siempre y otros sean los grandes perdedores del sistema. De hecho, es el elemento más utilizado por el poder para seguir ocultando y reproduciendo la tremenda realidad de injusticia social de esta sociedad. El mensaje es que sigas esforzándote, porque en caso contrario no llegarás a ninguna parte. Del mismo modo, debes esforzarte para ser un buen emprendedor y empresario de ti mismo, es decir, autoexplotado, para poder salir adelante y competir en una sociedad de buitres carroñeros sin piedad. Pero esforzarse...¿para qué? ¿para quién? A la primera pregunta podemos responder que, dentro de la lógica dominante, es necesario esforzarse para adquirir el máximo valor en el mercado laboral; para que, con una mayor formación, puedas competir en una mejor posición en la que el capital saque más plusvalía en la sociedad del rendimiento; en el fondo, para ser más útil al sistema, sobre todo si has aprendido y te has esforzado por ser creativo e innovador. A la segunda pregunta no solemos responder porque nos han hecho creer que el esfuerzo que hagamos revierte en nosotros mismos, en nuestro propio beneficio. Sin embargo, se nos suele ocultar que el máximo beneficio de nuestro esfuerzo en la economía de mercado capitalista es para los dueños de los medios de producción. 

 

Y así, nos esforzamos para servir a un poder cada vez más difuso, donde los ricos y los explotadores están cada vez más lejos y ocultos de los pobres y los oprimidos, que son los que rentabilizan a su servicio el trabajo individual y colectivo de la mayoría de la humanidad. Son ellos los que dicen con los hechos que cada vez hay una parte mayor de personas descartables, de desechos humanos, sobrantes e inútiles para el sistema. Son los que se quedan fuera del mercado laboral, los que ya poseen cierta edad (hoy día ya es difícil encontrar trabajo si se han superado los 40 años de edad), los desposeídos, los insolventes, los subsidiados, los que no aportan "productividad" (rentabilidad económica, porque la rentabilidad social deja de importar), y en definitiva, son un lastre para el crecimiento económico y el "desarrollo" de la sociedad. Por todo ello, tal como sostiene Julio Rogero en el artículo de referencia, es absolutamente necesario desmontar y cambiar radicalmente el discurso dominante de la "cultura del esfuerzo" en el sistema educativo. Dicha cultura nos prepara para convertirnos en esclavos sumisos al poder, haciéndonos creer que nos esforzamos para nosotros mismos. Es justo por eso que crea tanta frustración, culpabilidad y sufrimiento. Pero no se nos interprete mal: nadie dice que no sea necesario esforzarse en el vivir cotidiano, y por supuesto también en la escuela. Pero hay un esfuerzo que nos conduce a ser dominados, es el esfuerzo que nos predican y nos imponen, y otro esfuerzo que nos lleva a ser libres con los demás, siendo y viviendo lo que queremos ser y vivir, en una sociedad radicalmente diferente a la actual. Julio Rogero lo expone en los siguientes términos: "Si es un esfuerzo para poder ser nosotras mismas, para desarrollar nuestras capacidades al máximo, nuestra curiosidad insaciable, nuestras inquietudes, nuestra dimensión crítica y creativa, para aprender a convivir, a cooperar, a compartir, a salir de nuestro ego, a cuidar la vida y a cuidarnos, a empatizar, a apasionarnos por saber y por conocer, por ser justos, igualitarios y fraternos, entonces sí vale la pena ese trabajo, porque nos producirá una gran satisfacción personal y colectiva. No estará basado en el triunfo sobre los demás, sino en la búsqueda colectiva de la equidad, la justifica y la vida buena para todos y todas". 

 

Ese es precisamente el esfuerzo valioso, es el esfuerzo que hay que pedir a todos los que formamos parte de la comunidad educativa, y no solo al alumnado, como se suele hacer. Se trata del esfuerzo inclusivo, individual y colectivo, para caminar hacia el cumplimiento del derecho humano fundamental a la educación buscando el éxito de todos. Es el cambio de mirada que a todos nos convendría hacer sobre la tan cacareada y manida "cultura del esfuerzo" en la escuela. Pero para poder exigir y llevar a cabo este otro esfuerzo, el que de verdad merece la pena, necesitamos "aprender a mirar desde la perspectiva de un nosotros común", en expresión de Miguel López Melero, cuyo artículo seguiremos a continuación. Se trata de la mirada inclusiva. La inclusión educativa ha sido un aspecto poco cuidado hasta ahora, y se trata de un aspecto educativo absolutamente esencial, que por supuesto el modelo de escuela pública que proponemos debería llevar a cabo. En palabras de López Melero: "La educación inclusiva nos abre la esperanza para la construcción de un proyecto de sociedad y de humanización nueva, donde el pluralismo, la cooperación, la tolerancia y la libertad sean los valores que definan las relaciones". La escuela pública debe dar respuesta al conjunto del alumnado, independientemente de la etnia, el género, la religión, la orientación sexual, la procedencia cultural...La escuela pública debe estar pensada para incluir, no para segregar. La exclusión educativa debe ser erradicada, como uno de los pilares básicos para poder erradicar la exclusión social en su conjunto. Pero aclaremos: la educación inclusiva no tiene nada que ver con la educación especial, ni con el alumnado discapacitado, ni con los programas de la educación compensatoria, ni con las adaptaciones curriculares, ni con el profesorado "sombra", sino con el hecho de construir una nueva escuela pública que dé respuesta a todas las niñas y niños, adolescentes y jóvenes, sin excepción alguna. Desde este punto de vista, es otra escuela pública la que necesitamos, una escuela pública que incluya a todos en una educación equitativa y de calidad. No es una moda, ni una tendencia educativa, sino una imperiosa necesidad social.

 

Luis Melero explica: "Pensar en niñas y niños que aprenden de distinta manera es seguir anclados en un discurso deficitario propio de tiempos pasados. Si pretendemos construir una sociedad justa, democrática y culta, la escuela pública debe ofrecer modelos equitativos donde no haya ninguna niña o niño, ni ningún joven que por razones de género, etnia, religión, hándicap, sexo, procedencia económica o social esté excluido. Mientras haya un alumno o una alumna en una clase que haya perdido su dignidad y no sea respetado como es, ni participe en la construcción del conocimiento con los demás ni conviva en condiciones equitativas a sus compañeros y compañeras, no habremos alcanzado la educación pública. Y su finalidad fundamental es que todos y todas aprendan a pensar y aprendan a convivir". El modelo educativo inclusivo se ha visto torpedeado, bajo la sociedad neoliberal, por el capitalismo, la selección del alumnado, los ránkings, los centros de "excelencia", el clasismo, la segregación, los itinerarios tempranos, la eliminación de diversas asignaturas, etc. La escuela pública no puede funcionar bajo este modelo, ha de tender hacia un modelo cuanto más inclusivo, mejor. Y ello porque hablar de inclusión en el campo educativo es hablar de justicia, y parece lógico que para construir una sociedad justa y honesta sea necesario desarrollar modelos educativos equitativos que afronten con justicia los desequilibrios existentes, ya que la educación es el medio más eficiente para romper el círculo de la pobreza y de las desigualdades en el mundo. Se vuelve por tanto imprescindible que los responsables de las políticas educativas, el profesorado y el resto de la comunidad educativa contraigamos el compromiso moral de orientar la educación hacia la equidad. No existe calidad educativa sin equidad, y no existe equidad si no se atiende ni se respeta a la diversidad del alumnado. Sólo lograremos un sistema educativo equitativo y de calidad cuando las diferencias sean consideradas como un valor y no como un defecto, cuando las aulas se conviertan en comunidades de convivencia y aprendizajes, que es lo mismo que decir en unidades de apoyo de unos a otros, donde cualquier actividad no se organice ni individual ni competitivamente, sino de manera cooperativa y solidaria. Sólo podremos hablar de equidad y de justicia social si cambiamos nuestras prácticas educativas para que nadie se encuentre excluido en nuestras escuelas. Y no se trata de ninguna utopía ni de un objetivo irrealizable, sino de un proyecto moral que nos obliga a quienes nos dedicamos a este mundo. Continuaremos en siguientes entregas.

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18 diciembre 2019 3 18 /12 /diciembre /2019 00:00
El Genocidio Palestino (XIII)

Durante décadas, los planes de paz han hecho demandas imposibles a los palestinos, obligándoles a rechazar las condiciones que se les ofrecían y creando así un pretexto para que Israel se apodere más de su patria

Jonathan Cook

Seguiremos a continuación este artículo publicado por Pablo Jofré Leal para el medio HispanTV, donde detalla algunos aspectos significativos. En primer lugar, destaca la ausencia de verdaderas alternativas al conflicto palestino-israelí por parte de los posibles candidatos a elecciones en Israel. Todos los candidatos, cuando se trata de este asunto, no difieren en sus propuestas: más guerra, más poder al Ejército, más construcción de asentamientos, y más búsqueda de apoyos del lobby sionista en Estados Unidos. Ningún candidato o candidata ofrece plantear el conflicto de otra forma. En este sentido, existe total unanimidad, como si el asunto fuese una cuestión de Estado, y no pudiese ser abordado desde otras posiciones. Ningún aspirante a la presidencia israelí significa nada positivo para el objetivo de autodeterminación del pueblo palestino. En general, son un cuadro de candidatos deseosos de presentarse ante el electorado israelí con el discurso más racista, con mayor virulencia y agresividad contra Palestina, el Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano (Hezbolá) e Irán (el otro gran enemigo), en aras de conseguir los votos de los sectores más extremistas de la población, y con mayor poder dentro de esta entidad enclavada en el Oriente Medio. Como explica Jofré Leal: "No es extraño tal panorama, donde los discursos y propuestas más antipalestinas, que hablan de guerra y no de colaboración, que levantan la siempre vendible imagen de un pueblo judío perseguido y que se debe defender del mundo entero; son planteamientos que calan muy hondo en Israel. Una entidad donde el racismo campea a sus anchas, sobre todo en aquellos sectores que bajo una política de subsidios, apoyo estatal en educación, salud, remuneraciones entre otras prebendas, son la daga clavada en territorio palestino de Cisjordania, con creciente poder político". Hablamos de un poder que se sustenta, básicamente, en la construcción de asentamientos, conformados por unos 650.000 colonos extremistas, un 10% de ellos de origen estadounidense, considerados los más violentos de una sociedad aún en pañales que ha consolidado un régimen de terror para la Palestina ocupada y vecinos como El Líbano y Siria, principalmente. 

 

Y hablamos de una comunidad de judíos sionistas en pañales porque a pesar de que traten de vender una imagen de nación milenaria, se suele omitir interesadamente que se trata de una entidad internacional reciente, creada hace solo siete décadas. Con período de colonización de tierras palestinas, a través de un proceso que se origina en Europa (ver entregas anteriores, donde explicamos la Declaración Balfour y todo el itinerario que vino después) a través de una organización de europeos adscrita a una ideología política que buscó su anclaje con el judaísmo a partir del último cuarto del siglo XIX. Jofré Leal lo resume en los siguientes términos: "Una colonización que bajo el marco mitológico de un supuesto retorno a tierras ancestrales --entregadas dadivosamente por una divinidad para un pueblo signado por el judaísmo como "elegido"-- comienza a ser alentado por el sionismo liderado por Theodor Herzl y sus congresos, en específico el celebrado en la ciudad de Basilea, Suiza, en agosto del año 1897, donde se aprueba el denominado Programa de Basilea. Allí se entregaron las bases de actuación del sionismo y se crea la Organización Mundial Sionista "con el objetivo de crear un hogar en Palestina para el pueblo judío. Para alcanzar este objetivo deben adoptarse las siguientes medidas: Fomentar el desarrollo práctico de Palestina mediante su asentamiento por judíos campesinos, artesanos y profesionales. Segundo, organizar la judería mediante eficientes entidades, locales y generales, conforme a las leyes de cada país. Fortalecer el sentimiento nacional y la conciencia nacionalista judía, y finalmente adoptar las acciones preparatorias para obtener de los gobiernos los consentimientos necesarios para alcanzar la meta del sionismo". Apoyo político que se obtiene a través de la Declaración Balfour y posteriormente con el Mandato otorgado por la Sociedad de Naciones al Reino Unido".

 

En poco tiempo, miles y miles de judíos sionistas, al amparo de una ideología excluyente, llegaban de diversas partes del mundo (principalmente de Europa Central y Oriental, además de Rusia) a tierras palestinas, demandando un "derecho" definido por los sionistas como natural e histórico, generando de este modo una limpieza étnica y las bases de lo que sería la conformación de la entidad israelí, centrándose en un objetivo político fundamental: "asegurar una mayoría judía numérica y cualitativa, para así controlar la tierra y los recursos económicos, predominio que se refleja también en el plano político-militar, con hegemonía de la comunidad de judíos provenientes de Europa". Todo su ideario está apoyado en una lógica criminal sionista, que ha sido estudiada por los autores Israel Shahak y Norton Mezvinsky en su obra "Fundamentalismo judío en Israel", donde exponen el ideario criminal que subyace en el régimen israelí: "Los sionistas argumentan que aquello que parece ser una confiscación de tierras de propiedad árabe, no es un acto de robo, sino un acto de santificación. Desde su perspectiva, la tierra está siendo redimida al ser transferida de la esfera satánica a la divina...Para promover este proceso, se permite el uso de la fuerza todas las veces que sea necesaria...El Halaka permite a los judíos que roben a los no judíos, en las situaciones en las que los judíos son más fuertes que los no judíos". Se trata, como vemos, de toda una racionalidad fundamentalista judía, en toda regla. Para completar este cuadro del ala fundamentalista judía, los rabinos de Gush Emunim (organización fundamentalista militante israelí que busca extender la autoridad de la ley judaica y establecer un Estado basado en ella) reiteran continuamente en sus prédicas que los judíos que maten árabes no deberían ser castigados. Citamos de nuevo a dichos autores: "Basándose en el Código de Maimónides y en el Halaka, el rabino Ariel declaró que un judío que mata a un no judío está exento de ser juzgado por humanos y no ha violado la prohibición (religiosa) del asesinato...la trascendencia de esto es de un impacto máximo si se considera el amplio apoyo, tanto directo como indirecto, del que goza Gush Emunim. Aproximadamente la mitad de la población judía de Israel apoya a este movimiento". Ello nos da una idea bastante aproximada del grado de radicalización que ostenta dicha población. Incluso justifican los asesinatos de niños y bebés. Remito a los lectores y lectoras a unas cuantas entregas más atrás, donde nos detuvimos en algunos mandatos aberrantes del Talmud. 

 

No resulta extraño entonces que judíos sionistas, influenciados por este tipo de prédica terrorista, enarbolen sus propios argumentos criminales con toda naturalidad. Tal es el caso, por ejemplo, de la Ministra de Justicia del régimen de Benjamín Netanhayu, Ayelet Shaked, perteneciente al partido ultranacionalista Hogar Judío. Esta señora afirma que "Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos (...) Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes". No obstante, y afortunadamente, no toda la población israelí piensa de esta forma. De hecho, esta perversión ha generado que miles de judíos que no piensan ni sienten de esta forma hayan huido horrorizados de ese Israel creado al amparo de esa ideología racista, colonialista y criminal. Tal es el caso del músico y escritor israelí Gilad Atzmon, quien tomando al pie de la letra las palabras del que fuera superviviente de los campos de concentración nazis, el profesor alemán de religión judía Israel Shahak, en el prólogo de su libro "La Identidad Errante: la identidad judía a examen", consigna lo siguiente: "Los nazis me hicieron tener miedo de ser judío y los israelíes me hacen tener vergüenza de ser judío". Gilad Atzmon tiene muy presente, y así lo señala, que el extremismo nacionalista israelí tiene buena parte de responsabilidad en la falta de paz en todo el Oriente Medio. Y además, recurren continuamente a los diversos mitos en su imaginario colectivo. Alfonso Bolado, miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, desmonta en este artículo los mitos de Israel. Sobre el primer mito, relativo al origen bíblico del pueblo de Israel, concluye: "Toda historia nacionalista es en buena parte una historia mítica: narra un esfuerzo colectivo para crear, engrandecer o retrasar el proceso nacionalizador de un pueblo determinado. Para ello reinterpreta o selecciona los datos de la realidad histórica. Los problemas de convertir la Biblia en historia nacional son mucho más grandes: por un lado, pensar que un Estado moderno es el sucesor de otro desaparecido hace 2.000 años (la destrucción de Jerusalén tuvo lugar en el año 70 después de nuestra era) es un verdadero despropósito que solo resulta concebible desde una fe muy arraigada o un cálculo perverso; por otro, la Biblia no es una reelaboración nacionalista de los datos del pasado: es directamente, y en buena parte, una obra de ficción, con muy débil sustrato real, que por mucho que pudiera confortar a espíritus religiosos, proyecta unos valores (presencia de Dios en la Tierra, idea del Pueblo Elegido, odio feroz al enemigo) que tienen poco que ver con la racionalidad". 

 

El segundo mito sería el relativo a la superioridad moral del judío (que aún hoy acepta el 68% de la población israelí), relacionada con la conciencia de haber sido perseguidos sistemáticamente, de ser los verdaderos justos de la Tierra, o los no contaminados por el afán de dominio, etc. Es precisamente esa conciencia de superioridad moral la que ha producido en el establishment israelí una actitud arrogante que se manifiesta en las sistemáticas acusaciones de antisemitismo dirigidas a todos los críticos con su política. Y además les conduce a no poner en cuestión los criterios de legitimación de su Estado. Y a partir de ahí, legitiman todas las prácticas criminales que llevan a cabo: ocupación de tierras, levantamiento de muros, segregación de la población palestina, ataques contra población civil, muerte masiva de no combatientes, expolio de propiedades, saqueos, detenciones ilegales, humillaciones, torturas...cuya frecuencia y gravedad van más allá de lo que pudieran considerarse casos puntuales o abusos esporádicos, y sugieren una táctica implícita, consciente, programada y continuada. Pero la superioridad moral, como decimos, les eleva sobre todas estas barbaridades, creyéndose que son "una isla de humanismo, democracia y bienestar en un océano de tiranía" (en palabras de Alfonso Bolado). Y concluye: "Hoy día Israel es un Estado férreamente conservador, violento y despectivo hacia la opinión internacional; un Estado, como denuncian muchos israelíes de buena voluntad, contaminado por su carácter colonial". Definitivamente, el Estado de Israel fue y es fruto de un expolio. Un expolio humano, material, nacional, aberrante. Pero eso no es óbice para una situación de excepcionalidad, ya que una buena parte de los Estados que forman actualmente el mundo que conocemos tuvieron el mismo origen. Lo verdaderamente excepcional es que todos esos mitos lleguen hasta nuestros días, que aún se sigan cultivando y creyendo en la mente de la inmensa mayoría de los israelíes. Como afirma Alfonso Bolado, "lo excepcional del Estado de Israel es la reclamación de su excepcionalidad". Y concluye: "Hoy en día, cuando el antisemitismo es residual y en Occidente es más peligroso ser rumano, magrebí, turco o subsahariano, ha llegado para Israel el momento de salir del infernal círculo vicioso de resentimiento y victimismo para impedir que la repugnancia que inspiran sus prácticas hacia los palestinos se transformen en un odio renovado e injusto hacia todos los judíos. Es el momento de saber que israelíes y palestinos comparten el mismo territorio, con demasiada historia, real o sagrada, a sus espaldas". Continuaremos en siguientes entregas.

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16 diciembre 2019 1 16 /12 /diciembre /2019 00:00
Viñeta: Predrag Srbljanin

Viñeta: Predrag Srbljanin

El Buen Vivir implica la reconstitución de la identidad cultural de herencia ancestral milenaria, la recuperación de conocimientos y saberes antiguos; una política de soberanía y dignidad nacional; la apertura a nuevas formas de relación de vida (ya no individualistas sino comunitarias), la recuperación del derecho de relación con la Madre Tierra y la sustitución de la acumulación ilimitada individual de capital por la recuperación integral del equilibrio y la armonía con la Naturaleza

Fernando Huanacuni (2010)

Cualquier cosa que sea contraria a la Naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda

Baruch Spinoza

Continuando con los ocho principios básicos que fundamentan el Ecosocialismo, nos restan únicamente por exponer los dos últimos (continuamos tomando como referencia el magnífico texto de Luis Tamayo "Aprender a decrecer - Educando para la sustentabilidad al fin de la era de la exuberancia") (véanse las entregas anteriores para consultar los demás principios fundamentales):

 

VII.- Una Economía Solidaria y Biomimética. Si queremos realmente construir una sociedad convivial es evidente que el modelo económico vigente en el mundo no es, de ninguna manera, el correcto. Si pretendemos construir una economía verdaderamente solidaria y biomimética es menester que dicho modelo económico funcione con: 1. Ciclos cerrados de materia (es decir, sin generar "externalidades"). 2. Sin acumulación de capital (es decir, en una sociedad convivial se comparten equitativamente las ganancias y se presta sin interés alguno, véanse las entregas anteriores cuando hemos dedicado atención a las diversas modalidades de la donación, la colaboración, el intercambio y el trueque). En primer lugar, tal y como nos indica Jorge Riechmann, la clave de la sustentabilidad descansa en "Ciclos de materiales cerrados, sin contaminación y sin toxicidad, movidos por energía solar, y adaptados a la diversidad local: ésta es la esencia de una economía sustentable. Cuando se trata de producción industrial, suele hablarse en este contexto de producción limpia". Y ese modelo económico es biomimético (citamos de nuevo a Riechmann): "Los ecosistemas naturales funcionan a base de ciclos cerrados de materia, movidos por la energía del sol: ésta es su característica fundamental, si los contemplamos con "mirada económica". Se trata de una "economía" cíclica, totalmente renovable y autorreproductiva, sin residuos, y cuya fuente de energía es inagotable en términos humanos: la energía solar en sus diversas manifestaciones (que incluye, por ejemplo, el viento y las olas). En esta economía cíclica natural cada residuo de un proceso se convierte en la materia prima de otro: los ciclos se cierran. Por el contrario, la economía industrial capitalista desarrollada en los últimos dos siglos, considerada en relación con los flujos de materia y de energía, es de naturaleza lineal: los recursos quedan desconectados de los residuos, los ciclos no se cierran". 

 

Y en eso radica la clave de la crisis ambiental que sufrimos y que se agravará en el futuro próximo: los procesos industriales, por ser lineales, implican una enorme cantidad de "externalidades", es decir, de variables y procesos que constituyen "desechos" y donde esperan que sea otro quien se encargue de ellos. Toda la basura, los residuos en el aire, el suelo y el agua de los más diversos procesos industriales constituyen "externalidades" propias de ciclos lineales, es decir, no cerrados, como sí son los de la naturaleza. En segundo lugar es necesario afirmar que en una sociedad convivial no puede existir el cobro de intereses por los préstamos (y mucho menos el interés compuesto). La idea de cobrar intereses por los préstamos otorgados si bien es un principio clave de un capitalismo que nació como respuesta a la aristocracia feudal católica y reposa en ideas con cierta justificación, en nuestros días ha derivado en actos que simplemente pueden ser calificados como criminales. Señalo que tales ideas tienen cierta justificación pues los defensores del principio del cobro de intereses por los préstamos otorgados indican que ello es tan antiguo como la humanidad, que deriva del hecho de que, cuando en la economía pastoril un pastor prestaba un rebaño para que otro lo cuidase y se beneficiase con sus productos (la leche, la lana, etc.), esperaba, al final del préstamo, que el rebaño le fuese devuelto con "intereses", es decir, con las crías menos los decesos. Si bien esta idea no carece de fundamento histórico parece no tomar en cuenta que ello no era así en todos los casos, es decir, olvida aquellos en los cuales el pastor prestamista reconocía que a él mismo le convenía "prestar" un rebaño cuyo tamaño ya no podía cuidar adecuadamente, o cuando lo prestaba a sus hijos o a otros miembros de su familia, casos en los cuales los intereses, si los hubiese, serían divididos equitativamente entre los participantes. 

 

La idea de cobrar intereses por los préstamos acordados es absolutamente contraria al principio de solidaridad humana y genera que, en nuestros días, existan dos tipos de préstamos: los que nos otorgan los bancos (los de intereses no solo crecientes sino incluso variables) y aquellos que nos otorgan las personas que nos estiman y nos quieren, los cuales nos prestan "sin interés". Esos extraños préstamos (para el sistema financiero) que nos brindan familiares o amigos derivan del hecho de que, v. gr., cualquier padre sabe que si presta dinero a sus hijos con una tasa de interés creciente y éstos, por alguna razón, no pueden pagarle, él no tendrá otra opción (por el cariño que les tiene y para liberarlos de la preocupación) que anular la deuda establecida. Una economía verdaderamente humana, solidaria y preocupada por el bienestar del otro tendría que prestar el fruto de los excedentes del trabajo de todos (no son otra cosa las "ganancias" de los capitalistas) a quienes lo requiriesen para desarrollar sus proyectos (que por provenir de una sociedad solidaria no podrían ser sino para el mejoramiento social y ambiental de todos), y sin interés alguno. Y así, una economía solidaria sabría perfectamente que los capitales son de todos (por ser producto del trabajo de todos), y no solo de los capitalistas, y por ende que todos tendríamos derecho a disfrutar de ellos. En una sociedad convivial el otro sería reconocido como nuestro hermano y sus proyectos serían también los nuestros. En consecuencia, en sentido estricto, en una sociedad convivial no existirían los "préstamos", todo lo que ahora nombramos así serían simplemente "inversiones", es decir, proyectos de todos y para todos. En las sociedades conviviales, así mismo, los ciudadanos son autónomos: cosechan agua pluvial, producen sus propios alimentos y generan su propia energía con recursos renovables. Los excedentes que producen les permiten intercambiar con sus vecinos. Los ciudadanos de las sociedades conviviales no son "asalariados", sino (como bien indica Gabriel Zaid) empresarios, o mejor dicho, microempresarios, pues cuentan con su propia hacienda. Y es su autonomía lo que permite que las sociedades conviviales sean verdaderamente democráticas. 

 

Los proyectos de las sociedades conviviales no sufren de "gigantismo". Son los proyectos pequeños, dirigidos directamente a satisfacer las necesidades de los ciudadanos, los que reciben el apoyo del dinero excedente de todos, tal y como hacen por ejemplo las comunidades zapatistas de Chiapas. En las sociedades conviviales se combate la desigualdad manteniendo la hermosa diferencia. La diferencia digna, es decir, aquella que nos hace sentirnos orgullosos de lo que somos porque lo hemos construido. En las sociedades conviviales la diferencia es riqueza, y se valora la diversidad. Igualarnos y uniformizarnos nos empobrece. La belleza está en la diversidad, tal como ocurre en la propia naturaleza. Aunque ciertamente ante la Ley debemos ser todos iguales, y nadie debe tener privilegios sobre los demás. El Estado bajo las sociedades conviviales existe precisamente para garantizar todo esto. El Estado en las sociedades conviviales administra además los espacios comunes y regula los intercambios. Es clave, por último, para el establecimiento de una economía ya no solo convivial sino mínimamente eficiente, la regulación, por parte de los Estados nacionales, de la rapiña financiera (tal y como la efectuó Roosevelt en 1933 para detener los efectos de la crisis de 1929 al promulgar la Ley Glass-Steagall, la cual separó claramente la banca de ahorro de la banca de inversión, y fomentó la creación de los bancos locales, estatales y nacionales). Gracias a la regulación financiera llevada a cabo por Roosevelt los operadores financieros de los Estados Unidos dejaron, durante más de 40 años, de jugar a las cartas con el dinero ajeno. Desgraciadamente esa regulación se perdió en nuestros días. Como hemos indicado en multitud de ocasiones en este Blog, la crisis de 2007 fue una consecuencia directa, precisamente, de la desregulación financiera ya iniciada por el gobierno de Ronald Reagan y que produjo, a la vez que la acumulación de capital en manos de unos cuantos magnates financieros, el hundimiento en la pobreza y la desesperación de decenas de millones de familias en todo el mundo. Para evitar nuevas crisis es evidente que la economía de las sociedades conviviales a las que debemos aspirar no puede ser sino solidaria y biomimética. Continuaremos en siguientes entregas. 

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13 diciembre 2019 5 13 /12 /diciembre /2019 00:00

El 70% del «alumnado concertado» estudia en colegios propiedad de la Iglesia Católica (cualquiera de sus ramificaciones). En el manifiesto del XXI Congreso Católicos y Vida Publica (sobre la libertad de enseñanza), se afirma que la escuela católica tiene una misión específica: «comunicar a Cristo». La escuela «debe configurarse en clave de evangelización». Las escuelas católicas quieren ser el gran púlpito desde el que adoctrinar las conciencias de los escolares españoles en la fe y los dogmas morales del catolicismo (contando con la inestimable ayuda del otro gran púlpito que tienen montado en paralelo en la escuela pública con las clases de Religión católica). Ni vocación de servicio público ni libertad de enseñanza: negocio y adoctrinamiento

Eugenio Piñero

Agustín Moreno recoge en este artículo de Cuarto Poder la siguiente información del diario El País: "Barcelona tiene centros concertados sin ningún alumno inmigrante", y añadía: "Un colegio público de Ciutat Vella tiene un 76% de estudiantes extranjeros; un concertado, cercano al 6%. En febrero [de 2016] conocimos la "sublevación" de las familias de Vitoria contra la segregación social de los colegios. Todas las AMPAS, sindicatos y organizaciones sociales denunciaban la situación de guetización y empobrecimiento de unos centros frente al clasismo y elitismo de otros. La cuestión es que todos están financiados con fondos públicos. Responsabilizaban al Departamento de Educación de no hacer nada ante la concentración muy elevada de alumnado de origen extranjero. Las complicaciones no se plantean por la existencia de alumnos de origen inmigrante, que pueden ser muy competentes, sino por la situación socioeconómica familiar que suele estar asociada, y porque funcionen en régimen de apartheid". Modelos bilingües, zonas únicas de escolarización y centros de "excelencia" son algunas de las herramientas que publicitan para llevar a cabo este elitismo escolar. Pero sobre todo, mediante una descarada desviación de recursos públicos a la escuela concertada. Por ejemplo, en 2015 desviaron 43 millones de euros que no se gastaron en educación compensatoria, solo en la Comunidad de Madrid. Mientras, recortaban hasta un 24,9% en la educación pública no universitaria. Ello se traduce en cierre de grupos y centros públicos, al tiempo que se regala suelo público para la creación de centros destinados a conciertos educativos, a veces incluso en condiciones delictivas (corruptas). El problema, como venimos contando, lo crea la propia red existente (pública-concertada), que pervierte nuestro sistema educativo hasta la médula. No se pueden dedicar recursos públicos a un modelo que instaura un tipo de escuela que discrimina en vez de integrar. Con los recursos e impuestos de todos, estamos sufragando escuelas católicas y elitistas, incluso racistas, bajo el falso mantra de la "libertad de elección", que se atreven a afirmar que está recogido en la Constitución, cuando es una soberana mentira. 

 

Al pasar el tiempo, esta injusta política proyecta gravísimas consecuencias: pérdida de alumnado en la pública, creación de guetos y deterioro de la propia calidad educativa global, al negar la diversidad del alumnado. Como afirma Agustín Moreno: "Desde el punto de vista educativo y constitucional es intolerable porque quiebra el principio de igualdad de oportunidades, la equidad y la cohesión social". Pero poco le importa todo eso a la Iglesia Católica, con tal de mantener su adoctrinamiento religioso en los centros. Y menos les importa a los políticos corruptos que convierten la educación en una mercancía, y sacan tajada cada vez que pueden. La privada-concertada ofrece básicamente la selección del alumnado e idearios religiosos para quien le interese. Ya se encargan ellos de que interese a cada vez más familias. Moreno nos lo ejemplifica de forma muy ilustrativa: "Es como si pudiendo ir gratis a un precioso parque público como El Retiro, algunos se empeñasen en que les paguemos entre todos el Club de Golf porque no se quieren juntar con sus conciudadanos". Es así de simple, pero así de vergonzante. Frente a este intolerable modelo, la escuela pública, la que sí debemos cuidar entre todos de verdad, ofrece calidad por muchos motivos: asegura la gratuidad, la inclusión, la coeducación, la integración, la ausencia de ideario religioso, la gestión democrática de los centros, un profesorado bien seleccionado tras una dura oposición, y un funcionamiento abierto a la participación de las familias y el propio alumnado. La actual financiación pública de una doble red conduce al desmantelamiento del modelo de escuela pública como un proyecto solidario de vertebración social. No es compatible un sistema público de calidad con el crecimiento de la red privada, necesariamente selectiva y generadora de un mercado educativo que multiplica las desigualdades. A ningún empresario se le puede prohibir crear centros privados, ni a ninguna familia llevar allí a sus hijos, pero nunca a costa del presupuesto público. El acuerdo social, político y territorial que necesita el sistema educativo en España debe abordar de una vez por todas la anómala existencia de los centros concertados, que tienen como función principal no la satisfacción de un derecho fundamental, sino el negocio ideológico y económico. 

 

Eugenio Piñero, Profesor de Filosofía y miembro de Valencia Laica, lo explica en los siguientes términos en un reciente artículo para el medio local Levante: "Los empresarios de estas escuelas justifican estos conciertos presentándose a sí mismos como benefactores sociales, que ahorran dinero a las arcas del Estado, y defensores de la libertad de enseñanza. Pero la realidad es muy distinta. La Escuela concertada solo se instala allí donde hay posibilidades reales de negocio. Evitan las zonas rurales porque no son rentables. Es la vocación empresarial y no la de servicio público la que guía a estos empresarios. Estas empresas concertadas "seleccionan sutilmente" a su alumnado. Mientras que el 33% del alumnado en las escuelas públicas pertenece a clases sociales desfavorecidas, según informe de la Fundación BBVA, los colegios concertados solo acogen a un 7% de igual procedencia social. Y el alumnado de familias con menos recursos requiere que los centros educativos inviertan más recursos. Las escuelas "concertadas" se lo ahorran. La Escuela concertada mayoritariamente es católica". En su momento le dedicaremos espacio largo y tendido, dentro de esta serie de artículos, a los propios contenidos educativos por los que apostamos desde una izquierda laica y transformadora, pero valgan ahora unos cuantos comentarios sobre la nueva agenda educativa reaccionaria, aparecida en primer lugar en la LOMCE (del PP) y reforzada por los salvajes postulados de Vox. Nos lo cuenta magníficamente Xavier Besalú en este artículo para el medio digital El diario de la educación, y vamos a seguirlo a continuación. La agenda reaccionaria, de un tiempo a esta parte, y como no podía ser menos, lo ha invadido todo, y por supuesto también el terreno educativo. Dos son, al parecer, sus puntas de lanza: erradicar lo que ellos denominan el "marxismo cultural" que impregnaría tanto el currículum oficial como la práctica educativa de los docentes, y cerrar el paso a la llamada por ellos "ideología de género", una especie de virus que estaría corroyendo los valores sustantivos de las personas, de las familias y de las sociedades occidentales en general. Ni que decir tiene que, para ambos postulados, la Iglesia Católica se forja como firme aliada en la tarea de su erradicación. 

 

Explica Xavier Besalú con relación al contexto internacional: "La victoria de Donald Trump en Estados Unidos ha significado la entronización desacomplejada de la reacción que ha ido incubándose a lo largo de estos años y que no se atrevía a proclamar a voz en grito lo que pensaba y lo que pretendía ante la supuesta superioridad moral y cultural del consenso democrático posterior a la II Guerra Mundial, debido en parte a la existencia del bloque comunista, un imaginario que generaba tanto temor como esperanza entre amplios sectores de la humanidad antes de su estrepitoso derrumbe...Pulsión reactiva que hemos visto en muchos países de América Latina, encabezados por el Brasil de Bolsonaro; de Asia, con la India y Filipinas al frente; o de Europa, tanto si ya ha llegado al poder como si ha mostrado su fuerza en las urnas...". Recuérdese que una de las primeras decisiones que tomó el PP cuando llegó al poder fue acabar con la asignatura de Educación para la Ciudadanía que había instaurado la etapa de Zapatero, y donde se enseñaban determinados (e incipientes) contenidos democráticos. Pero la derecha no quiere ni oír hablar de progresismo, y mucho menos en la escuela. Lo que entienden por marxismo cultural no es otra cosa que la libertad de conciencia, el debate argumentado, la crítica solvente de todas las ideas, y el hecho de dar cabida en las aulas a todo lo que afecte a los humanos, por controvertido que sea. Ello incluye la comprensión de la actualidad, la reflexión y el análisis, la asunción de la complejidad y el intento de ir más allá del presente, el compromiso y la toma de postura individual. Desde la óptica reaccionaria todo ello es adoctrinamiento, porque para ellos, la escuela debe transmitir simplemente la verdad sin sombra de dudas (recuérdese la famosa campaña de HazteOír que rezaba "Los niños tienen pene y las niñas tienen vulva"), y si esa verdad no coincide con sus postulados, no debería traspasar los muros de los colegios e institutos. Tampoco en la Universidad, donde incluso en las Facultades de Economía se estudian únicamente las teorías económicas convencionales, es decir, neoliberales, despreciando todas las demás. 

 

Y en cuanto a la ideología de género, ya hemos dicho que también cuentan con un aliado de honor, como es la Iglesia Católica, incapaz de reconocer la discriminación a que históricamente se han visto sometidas las mujeres, las derivaciones cotidianas del machismo imperante, las desigualdades de género que en todos los planos les afectan. Lo que ellos denominan como "ideología de género" es, por una parte, reconocer que hombres y mujeres somos iguales en dignidad, en posibilidades y en aspiraciones. Por tanto, debemos serlo también en oportunidades. El punto de partida, como hemos presentado en otros muchos artículos de este Blog, por razones atávicas, es muy desigual, y en consecuencia, son absolutamente necesarias un conjunto de medidas y decisiones políticas que faciliten y aceleren la corrección de estas disfunciones y desigualdades. Y que las personas, sea cual sea nuestro sexo, podemos tener orientaciones, identidades y expresiones sexuales y afectivas distintas, de forma que no existe una correlación fisiológica entre sexo y género, y por tanto, entre relaciones afectivo-sexuales, o sexo-genéricas. La bestia negra para todo el pensamiento reaccionario educativo es, pues, todo lo que hace referencia a la homosexualidad, a la bisexualidad, al transgénero...consideradas sin más por ellos como una patología, una enfermedad, una deformación o una aberración que algunos más compasivos tolerarían, pero que otros, más salvajes y desacomplejados, combatirían hasta la muerte, como se hizo por ejemplo durante la dictadura franquista. De ahí que hayan propuesto la medida del Pin Parental, que básicamente lo que propone es que sean los padres los que controlen expresamente todo tipo de actividades, asignaturas, charlas, coloquios, mesas redondas, cursillos, experiencias, etc., donde sus hijos e hijas puedan participar, y donde sospechen que se les va a "inculcar" algún atisbo de contenidos extraños a su perversa y excluyente ideología. Pero la agenda educativa reaccionaria se alimenta también de otros elementos: la idealización de un supuesto pasado nacional (colonial y glorioso), la invisibilización de las diferencias de origen socioeconómico y cultural, bajo el supuesto de que, en la escuela, todos son niños y niñas, tratados con la misma consideración; la obsesión por segregar que estamos comentando (por sexo, por capacidad, por religión, por resultados académicos, por aspiraciones futuras, por itinerarios tempranos), por clasificar y jerarquizar (a través de los ránkings, de los exámenes, de las notas, de las reválidas...), y en definitiva, de excluir. Continuaremos en siguientes entregas.

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11 diciembre 2019 3 11 /12 /diciembre /2019 00:00
El Genocidio Palestino (XII)

Hablar-escribir de la situación del pueblo palestino es durísimo, usted que lee seguro que se asombra de cómo éstos criminales rompen sin escrúpulos el derecho internacional, se burlan de las resoluciones de la ONU: el retorno de los refugiados, la ocupación, el muro, los prisioneros, el bloqueo a Gaza, el robo de tierras y el agua, la demolición de ciudades y pueblos palestinos, la expulsión de sus habitantes… seguro que desea que triunfe el BDS, solidaridad internacional básica, y entre en la partida una intervención internacional efectiva contra el ente sionazi

Ramón Pedregal Casanova

O defendemos al heroico pueblo palestino o no se parará la guerra contra la soberanía y la independencia de los pueblos y los estados antiimperialistas, los que en la región y en el mundo no se dejan someter a la globalización imperial. Esa es la Guerra del Siglo. A pesar de la sombra que su accionar histórico deja sobre el presente, su poder desinformador no ha podido distorsionar lo conocido por las Naciones Unidas y por todo el mundo, y su crimen contra el pueblo palestino y contra todos en el derecho internacional y humanitario, será recordado, será inolvidable

Ramón Pedregal Casanova

Como asegurábamos en la entrega anterior, la unión del imperialismo y del sionismo en la actualidad supone una seria amenaza para la seguridad internacional. La farsa, el engaño, la soberbia, son parte indisoluble de lo que esta estrecha relación entre ambos entes le ofrece al mundo. No existe posibilidad alguna, como afirma Pablo Jofré Leal en este artículo para el digital Rebelion que seguimos a continuación, de confiar, ni en el más mínimo porcentaje, en esta bárbara alianza entre el imperialismo y el sionismo, sobre todo porque Estados Unidos se ha convertido en un violador de todos los acuerdos y convenios internacionales, a los cuales considera como potenciales amenazas para poder lesionar sus intereses globales o los de sus aliados incondicionales, aquéllos países sumisos, que no cuestionan, que simplemente obedecen a quien se considera gendarme del mundo por la gracia de Dios. Por ejemplo, Estados Unidos no acepta ser enjuiciado por ninguna Corte Internacional, ni por ninguna institución que los países se han dado libremente como una manera de convenir el respeto a los derechos humanos, la relación pacífica y respetuosa entre las naciones, y sobre todo aceptar la jurisdicción de organismos, que permitan sancionar aquéllas conductas tipificadas como delitos internacionales. Estados Unidos, con su perversa conducta imperial, considera que está más allá del bien y del mal, y el resto de la comunidad internacional le sigue el juego. Jofré Leal explica: "Con relación a Palestina, desde la toma de posesión de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, este país ha superado día a día las medidas tomadas en orden a hundir toda posibilidad de avanzar hacia la autodeterminación del pueblo palestino. Washington ha dedicado gran parte de sus esfuerzos políticos y diplomáticos a consolidar la supremacía sionista sobre una tierra ocupada, colonizada, donde prima el racismo y el crimen contra sus habitantes. Un sionismo que ha pervertido la esencia misma del judaísmo, tergiversándolo y mutando la identidad religiosa que tenían gran parte de los que profesaban esa fe". Y así, desde el mismo momento en que Trump se postuló a la presidencia estadounidense, juró lealtad al sionismo. 

 

La presidencia de Trump está siendo absolutamente nefasta para la resolución del conflicto palestino-israelí. Lejos de ser un actor conciliador entre ambas partes, ha manifestado desde el inicio un favoritismo descarado e indecente hacia Israel. En marzo del año 2016, ante la Conferencia anual del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC), Trump se presentó como "un amigo fiel e incondicional del aliado más fiable que tenemos como país. Estoy con Israel al 100%", señaló ante una concurrencia tan enfervorizada como dispuesta a abrir su chequera a favor de este personaje amante de Israel. En esa ocasión, ya prometió trasladar la embajada estadounidense desde Tel Aviv hasta Al Quds (Jerusalén) y se declaró como enemigo de las autoridades palestinas, a las que acusó de ser las que se oponen a la paz con Israel. Señaló a las Naciones Unidas como una institución en la cual no se puede confiar porque "no es amiga de la democracia, de la libertad, como tampoco de Estados Unidos y de Israel". La alianza matrimonial entre Trump y su novia sionista quedó sellada, y se mantiene. Esta conducta de Trump abrió las arcas a los multimillonarios aportes de prominentes ultrasionistas como Sheldon Adelson, quien contribuyó por diversas vías con una cifra estimada en 45 millones de dólares a la candidatura de Trump. Adelson, que apoya permanentemente al Partido Republicano, afirmó que sus donaciones tienen el fin de "garantizar la seguridad del régimen de Israel" para lo cual no dudó en señalar hace un lustro que debía lanzarse una bomba atómica sobre Irán. La política contra Palestina, pues, es uno de los frentes fundamentales de la política exterior de la Administración Trump. Y es que durante todo su mandato (en 2020 volverá a haber elecciones presidenciales), las principales medidas en política exterior han estado encaminadas a dar muestras de la absoluta complicidad entre la Administración norteamericana y la entidad sionista. Expresadas en vetos a todo tipo de resoluciones y determinaciones donde se denuncie el régimen de apartheid al cual es sometido el pueblo palestino, la ofensiva política tiene un claro objetivo de amedrentar a las naciones, chantajear a los organismos internacionales y la burocracia occidental, que suelen estar sometidas a la presión constante de Estados Unidos y del sionismo global. 

 

Asistimos a una situación de plena debilidad de las instituciones internacionales, sobre todo de aquéllos gobiernos occidentales que se rinden de forma indigna frente a la conducta mafiosa de los gobiernos estadounidenses, pero suelen ser muy críticos con aquéllas naciones que no están en el ámbito de amistad de Washington. En octubre de 2017 Washington anunció su retiro y el cese de todas las contribuciones financieras a la Organización de la ONU para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO). Según indicó el Departamento de Estado norteamericano, que acusó al organismo de "discriminar a Israel": "Esta decisión no fue tomada a la ligera y refleja la preocupación de Estados Unidos frente a la necesidad de una reforma fundamental de la organización y el continuado sesgo anti-israelí de la UNESCO".  Y ello porque este organismo a través de diversos estudios, trabajos y denuncias ha sido taxativo en orden a señalar que las excavaciones y otras labores arqueológicas que se están realizando, principalmente en la Explanada de las Mezquitas en Al Quds pretenden judaizar dicha ciudad y desarabizar otros lugares de la Cisjordania ocupada, como es el caso de Al Jalil (Hebrón) generando una narrativa falsa, destinada a demostrar la presencia judía en aquellos lugares donde su presencia e influencia históricas han sido inexistentes. Podríamos calificar dicha política como la del "primo de Zumosol", en orden a actuar como si tuviera que proteger a su hermano pequeño (Israel) de los continuos ataques de los demás organismos y naciones. Washington, desde este prisma, es el verdadero guardián de Israel. No solo no permite cualquier comentario, decisión o declaración contraria a los intereses de la entidad sionista, sino que además actúa en su favor sin contemplaciones. Pero aún hay más: como continuación de su política de aislamiento internacional y pleno apoyo al sionismo sin límites ni condiciones, en junio de 2018 la (ya dimitida) Embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, anunció que su país se retiraba del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. La funcionaria estadounidense expresó que "Tomamos este paso porque nuestro compromiso no nos permite seguir siendo parte de una organización hipócrita y centrada en sí misma que hace una burla de los derechos humanos", en alusión a la serie de resoluciones que han exigido a Estados Unidos e Israel respetar el derecho internacional en materia de protección al pueblo palestino, así como detener los crímenes contra la humanidad perpetrados en la Franja de Gaza. La ONU calificó además que el Muro de la Vergüenza, que rodea la ribera occidental y la construcción de nuevos asentamientos, poblados por colonos extremistas, en los territorios ocupados, son crímenes de lesa humanidad y por tanto sujetos a investigación y eventual enjuiciamiento. 

 

Como Estados Unidos no podía tolerar este "ataque" a sus intereses, decidió, como estamos viendo, retirarse también de este Comité. Y es que el sionismo, para llevar adelante sus medidas y que Estados Unidos lo avale continuamente, requiere desprestigiar a los organismos internacionales. Para esta criminal alianza todo lo que se oponga a sus objetivos no sirve, es inútil, es inoperante. No les tiembla el pulso en descalificar e ir en contra de cualquier organización que no se alinee con sus objetivos e intereses. Jofré Leal concluye: "Lo que Estados Unidos considera medidas hipócritas tomadas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y que se burla de los derechos humanos cuando se trata de Estados Unidos e Israel, es la demostración de que Washington ha consolidado la decisión de proteger a unos cuantos millones de sionistas en una sociedad colonialista, racista y criminal en desmedro del conjunto de la humanidad". Pero...¿quiénes son de verdad los hipócritas? ¿Quiénes se burlan de verdad de los derechos humanos? En ese plano, desprestigiar y desconocer la valía de las organizaciones internacionales es la mejor medida frente a los miles de asesinatos cometidos por Israel que cuentan con el aval, la protección y la impunidad que significa que cada resolución que les insta a respetar los derechos humanos del pueblo palestino, cesar los crímenes y toda acción que consolide el apartheid, es vetada por su padre putativo. Ninguna nación del mundo posee esa ventaja. Ningún país del mundo posee esa criminal protección. Ningún país del mundo cuenta con el perverso aval imperialista para cometer todos los crímenes que desee contra enemigos indefensos, ante la aquiescencia del resto de la comunidad internacional. ¿Que resulta que en esta organización protestan ante nuestra crueldad? Pues nos vamos de aquí. ¿Que en este organismo protestan ante nuestras criminales acciones? Pues lo abandonamos. Así de simple. Así de terrible. Es la política de la provocación, de la soberbia, de la arrogancia, del desprecio a los demás, del chantaje vil, es la política exterior estadounidense que exige incondicionalidad, y si no es así, serás considerado un enemigo, un enemigo al que hay que atacar, sancionar, insultar, bloquear y amenazar. 

 

Y así, la ofensiva prosionista no se detiene. Se trata  de una política abyecta, por la cual, incapaz de ser satisfecho, y cicateado por el apetito voraz y criminal de la entidad sionista, Estados Unidos sigue sumando medidas provocadoras, violadoras del derecho internacional. Determinaciones que muestran claramente que Washington no es digno de confianza en materia de mediación internacional, ni de resolución de conflictos. La falsedad y la agresividad son su lema. El cierre de la sede de la OLP en Washington, como señal de que la Administración norteamericana no está dispuesta a aceptar que se conduzca a Israel ante la Corte Penal Internacional, fue antecedido por el fin de las aportaciones económicas de Estados Unidos a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), y que deja una enorme brecha financiera para la adecuada atención en temas de educación, empleo y sanidad para 5,2 millones de refugiados palestinos ubicados en campamentos en Siria, Jordania, Líbano y la propia Palestina. Un ataque a la yugular de Palestina, privando de derechos básicos a una población ocupada y sometida a un régimen de apartheid que niega los derechos más elementales para cualquier ser humano. La perversidad de la política entre el imperialismo y el sionismo no se detiene, cada día supera su cota de crueldad, de cinismo y de depravación. De hecho, el ex Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, señaló que su país no cooperará ni participará en la Corte Penal Internacional. Éstas fueron sus palabras: "Emplearemos cualquier medio para proteger a nuestros ciudadanos y aliados [léase Israel] de los procesamientos injustos que realiza ese tribunal ilegítimo. Una institución ineficaz, irresponsable y francamente peligrosa". ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando que los mandatarios estadounidenses realicen declaraciones que no estarían permitidas para otros muchos mandatarios del mundo? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar tanta arrogancia, tanta mentira y tanta beligerancia del imperialismo yanki? Bolton incluso llegó a anunciar que sancionará a los jueces de esta Corte si procesan a estadounidenses o sus aliados: "Prohibiremos el ingreso de jueces y fiscales a EE.UU., sancionaremos sus fondos en el sistema financiero norteamericano y los enjuiciaremos en nuestro sistema criminal y haremos lo mismo con cualquier compañía o Estado que ayude a una investigación de la CPI contra estadounidenses". Nada nuevo bajo el sol. Nada se vislumbra en el horizonte en materia de poder sancionar al régimen israelí y su bárbara política genocida, y acabar con este horror de una vez por todas. Continuaremos en siguientes entregas.

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9 diciembre 2019 1 09 /12 /diciembre /2019 00:00
Viñeta: Osval

Viñeta: Osval

Ha llegado el momento de romper con el mandato global del desarrollo y construir alternativas al mismo para que todos los seres humanos podamos discutir y pensar en otras formas de organización de la sociedad

Alberto Acosta

…en su desesperación, las grandes corporaciones y poderes mundiales ponen los ojos en los casquetes polares, los océanos profundos, los atolones, las selvas tropicales, los recursos enterrados, los bosques y montañas, la estratosfera... Todo, absolutamente todo lo que pueda ser apropiado y destruido es objeto económico, estratégico y por tanto también militar. Añadiendo con ello más fuego a la hoguera de la guerra, además de hacer más visible la creciente incompatibilidad del capitalismo con la Naturaleza

Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras

Retomamos de nuevo la exposición que estamos llevando a cabo sobre los ocho principios básicos que forman la base del Ecosocialismo, siguiendo a Jorge Riechmann a través del magnífico texto de Luis Tamayo "Aprender a decrecer - Educando para la sustentabilidad al fin de la era de la exuberancia". Bien, hemos examinado en entregas anteriores los cuatro primeros principios (lógicamente, una exposición somera), tales la Biomímesis, el Principio de Precaución, la Ecoeficiencia y la Autocontención. Continuaremos a partir del quinto principio:

 

V.- La imprescindible Justicia Socioambiental. La humanidad que hemos construido no es, en la inmensa mayoría de los casos, justa. La desigualdad, fruto de la avaricia y de la corrupción, es la norma en innumerables países. El capitalismo neoliberal que reina en el mundo nos ha acostumbrado a ella hasta tal punto que en muchos lugares del planeta los seres humanos son capaces de contemplar cómo otro muere de hambre en la calle sin inmutarse. El paisaje urbano está muchas veces plagado de personas que piden en la calle, que venden u ofrecen cualquier cosa con tal de ganar algún dinero. Algunos casos son realmente patéticos. Sin embargo, nuestra oscura civilización no se inmuta ante estas escenas. Y por su parte, en el otro extremo, los grandes magnates financieros pueden llevar a cabo fraudes millonarios sin ser perseguidos gracias a su connivencia con gobiernos y sistemas económicos. La humanidad ha comenzado a morir ante nuestros propios ojos y no somos capaces de reconocerlo. Es una radiografía indigna que nos muestra el sitio al que hemos llegado. Sus enfermedades han sido diagnosticadas y son por ende conocidas de todos: injusticia, desigualdad, corrupción, apatía, falta de visión de largo plazo, insolidaridad, búsqueda rápida y frenética del beneficio a toda costa. Muchas corporaciones, aliadas a verdaderos criminales del mundo financiero y perversos gobernantes que los cobijan, nos han acostumbrado a aceptar y normalizar esta aberrante situación. Y nosotros, alienados, embrutecidos y "entretenidos", lo damos por hecho como si fuese natural. 

 

Afortunadamente, ya comienzan a aparecer, por todo el orbe, las comunidades autónomas, las redes de productores orgánicos, las ecoaldeas, las monedas locales (como el Timún veracruzano), los gobiernos ciudadanos e incluso las naciones que decidieron no entrar al macabro juego de las corporaciones (como la Bolivia de Evo Morales, esa que expulsó a MacDonald's y a Coke) o al de los criminales financieros (como la Islandia de Ólafur Ragnar Grímsson). El dinero, desgraciadamente, compra conciencias y por tal razón el mundo futuro requerirá de hombres de verdad, de políticos verdaderamente preocupados por el bienestar de sus conciudadanos, de padres preocupados por el futuro de sus hijos, de militares que cuiden a su pueblo y no a funcionarios corruptos y a las corporaciones que cobijan. Sin ellos no será posible construir una sociedad justa y convivial. Por tanto, este quinto principio alude a la valentía, al honor y a la integridad de nuestras élites, políticas, económicas, sociales y culturales, para que sean capaces de renunciar al modo, a la forma de entender la gobernanza de estas décadas pasadas, y garanticen a sus pueblos unos mínimos estándares de verdad y de justicia social y ambiental. 

 

VI.- La comprensión de la Función Exponencial. Una cualidad que diferencia claramente a los ecosistemas naturales de los artificiales es su capacidad (o no) de establecer equilibrio. Y ello determina elementos tan importantes como el crecimiento desmesurado de las especies o el agotamiento de los recursos de la tierra. El equilibrio presente en la mayoría de los ecosistemas naturales (y en particular en el que, con el predominio de los mamíferos, reina en nuestros días) es algo que la Naturaleza construyó a lo largo de siglos (incluso a través de millones de años) y que fue logrado gracias a cadenas tróficas que permiten, según las variables climáticas y estacionales, una relativa estabilidad en la cantidad de individuos de cada especie. En períodos de abundancia las especies crecen a su máxima capacidad, mientras que en períodos de "vacas flacas", las poblaciones decrecen, manteniendo un maravilloso equilibrio. En los ecosistemas saprótrofos (los de los organismos "descomponedores") o en los artificiales, es decir, en aquéllos derivados de la intervención humana, la situación ya no es la misma. El ejemplo más sencillo nos lo ofrece William Catton, Catedrático de Sociología Ambiental de la Universidad de Chicago, en su estudio "Rebasados". Según Catton, los seres humanos somos más parecidos a los detrívoros que a los mamíferos. Los detrívoros son esos animalitos que se alimentan de la materia en descomposición (los detritos) y son muy valiosos pues contribuyen a la descomposición y reciclado de los nutrientes. 

 

A diferencia de los mamíferos, los detrívoros se incrementan de manera exponencial en los períodos en los que abundan los detritos, y sin llegar a establecer equilibrio alguno ni simbiosis interespecies, desaparecen rápidamente tan pronto los consumen. Otros animalitos que se comportan de la misma manera, indica Catton, son las bacterias acidolácticas, las que producen el vino (mediante la fermentación maloláctica), y que cuando crecen en un tonel de jugo de uva se reproducen también de manera exponencial, consumiendo la glucosa de la uva y produciendo alcohol y CO2. Al cabo de un tiempo que está en función del tamaño del tonel y de las condiciones de temperatura y humedad, las bacterias mueren a consecuencia del CO2 y el alcohol que produjeron (pues le son venenosos), desapareciendo todas muy rápidamente. El ejemplo que proporciona el ecosistema artificial de las bacterias acidolácticas en el tonel de vino es, para Catton, un buen ejemplo del futuro de la especie humana, la cual también se ha reproducido de manera exponencial una vez que descubrió y utilizó de manera desenfrenada un recurso finito (no la glucosa del jugo de uva, sino en nuestro caso el petróleo). Gracias a las cualidades energéticas del petróleo, el ser humano construyó toda una civilización (la industrial, y sobre ella la militar-tecnológica), una era de exuberancia nunca antes conocida, por la especie humana, una era que nos ha presentado como de esplendor y "desarrollo". Se nos ha convencido de que el "bienestar" residía aquí, y que éste era el "progreso" que necesitábamos. Al constituir todo ello castillos en el aire, si no somos capaces de revertir urgentemente este caos civilizatorio, tenemos claro que la especie humana se extinguirá en pocas décadas debido a que el recurso es finito y ya en fase de decrecimiento, hecho que parece no ser comprendido por nuestra civilización. 

 

En el libro "The essential exponential! For the future of our planet" (un texto que recoge los ensayos sobre población y recursos energéticos escritos desde 1978 por el Dr. Albert A. Bartlett, Profesor Emérito de la Universidad de Colorado en Boulder), el autor cita una frase atribuida a Einstein: "The greatest failing of humanity is its failure to understand the exponential" (el mayor problema de la humanidad es que no entiende la función exponencial), o dicho a la manera de Bartlett: "The greatest shotcoming of the human race is our inability to understand variable rate compound interest" (el mayor defecto de la especie humana es nuestra inhabilidad para entender la tasa variable de interés compuesto). Y ello no puede ser más cierto. La función exponencial muestra de manera perfectamente clara cómo se genera, luego de un lentísimo inicio, un descomunal crecimiento al final de la curva, lo cual Bartlett aplica al crecimiento poblacional, a las burbujas financieras, al drástico crecimiento en el consumo de energía o al igualmente drástico decremento de los recursos naturales (petróleo incluido), ésos que gastamos en oleadas de agresivos procesos extractivistas para dedicarlos a la fabricación de los elementos tecnológicos propios de nuestra actual civilización. A continuación, Bartlett indica que la especie humana crece de manera exponencial. Y ello no puede ser más cierto: mientras que tardamos miles y miles de años en alcanzar el primer millar de millones (aproximadamente en 1830 según los demógrafos), el segundo millar lo alcanzamos en apenas 100 años (1930), el siguiente en solo 32 años (1962), el siguiente (4 mil millones de personas) en 14 años (1976), el siguiente (5 mil millones) en 11 años (1987), los siguientes 6 mil millones los logramos en 12 años (1999), y el siguiente (7 mil millones) en el año 2011, es decir, solo 12 años después. Como puede observarse, si bien la curva mengua, de todas formas la inercia de la misma eleva los números de manera desmesurada. De continuar esta tendencia, en 2024 seremos 8 mil millones de personas las que habitaremos el planeta, y en 2045 la misma tierra deberá alimentar a 9 mil millones de seres humanos. Es evidente que la (deseable) sociedad convivial futura deberá ser capaz de comprender la función exponencial para no repetir nuestros errores, o la supervivencia se volverá cada vez más difícil. Continuaremos en siguientes entregas.

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6 diciembre 2019 5 06 /12 /diciembre /2019 00:00

La escuela pública se inventó para salvarnos de nuestros padres. Es un invento tan bueno, que no sólo te facilita salvarte de tus padres fachas, sino también de tus padres progres. Porque lo que es aplicable a los padres del Opus, es aplicable igualmente a esos padres acrátas alternativos que se empeñan en educar a sus hijos en una casa okupa, según su catecismo ideológicamente correcto, al tiempo que se niegan a vacunarles y les alimentan con quinoa. Los padres, nadie lo niega, tienen el derecho de elegir la educación de sus hijos. Pero no de manera totalitaria. Sus convicciones educativas tienen que pasar por la prueba de la escuela pública. Someterse a la reválida de la democracia, la diversidad social y la pluralidad ideológica

Carlos Fernández Liria

Como estamos exponiendo durante estas primeras entregas de la serie, existe una relación de interdependencia casi total entre escuela concertada y laicismo, en el sentido de que para alcanzar el segundo es necesario reducir la primera. Y ello porque aunque haya centros concertados que cumplen su función educativa de forma correcta, lo más significativo es que el 63% de este sector privado (que representa un tercio de la oferta de enseñanza en su conjunto) corresponde a centros docentes de la Iglesia Católica, que al decir de Enrique Díez y Agustín Moreno en este artículo para el medio El Diario de la Educación, constituyen un auténtico subsistema consolidado y con gran poder. Si la media de centros privados financiados públicamente alcanza el 32,7% en el país, en algunas de las Comunidades en las que han gobernado partidos conservadores éste porcentaje supera ampliamente el 50% (Cataluña, Madrid, Valencia, Navarra y País Vasco). Esta tendencia se justifica desde los sectores conservadores y neoliberales en función de una supuesta "mayor demanda" de las familias, no por una mayor calidad educativa, sino por las características socioeconómicas de la población de esas escuelas concertadas. Pero démosle la vuelta al argumento, para poder comprenderlo mejor: si la escuela se mercantiliza, entramos de lleno en la dinámica del capitalismo. Y el capitalismo funciona bajo las leyes del mercado, y el mercado funciona bajo las leyes de la oferta y la demanda, y la demanda surge de unas necesidades, que bajo el capitalismo no suelen ser reales, sino interesadamente creadas. Luego por tanto...¿no es mejor y más fácil suponer que los intereses de las familias que llevan a sus hijos e hijas a estudiar a estos centros hayan sido creados por el propio sistema que promueve las escuelas concertadas? ¿Y ello cómo es posible? Pues simplemente demonizando la escuela pública, dejándola sin recursos, y manteniéndola como un sistema donde van a estudiar las familias con menos recursos económicos. En última instancia, por tanto, las familias son inducidas a creer que los centros concertados son mejores que los centros públicos, como un elemento de una interesada política para favorecerlos, la misma que también interesadamente desacredita y olvida a la escuela pública. 

 

Estos autores desmontan muy bien el argumento: "La primera hipotética razón nos haría pensar que los centros concertados pueden ofrecer una mayor calidad en la educación académica, pero los datos no dicen eso, una vez que se descuenta el efecto de las características socioeconómicas del alumnado. En segundo lugar, tampoco los resultados respaldan una hipotética mejor formación en comportamientos sociales en los centros concertados con respecto a los centros públicos. En tercer lugar, el factor religioso (católico) tiene una cierta relevancia, aunque no parece determinante en último extremo para la elección de centro (Fernández y Muñiz, 2012; Rogero y Andrés, 2014). Es más, los centros públicos presentan condiciones objetivas más favorables para la educación de calidad al contar con aulas menos masificadas, más participación de la comunidad educativa y un profesorado seleccionado en pruebas objetivas que respetan igualdad, mérito y capacidad". La escuela concertada, por tanto, no es mejor escuela que la pública. Simplemente, es una valoración política que la derecha conservadora, católica y neoliberal se ha empeñado en difundir. Pero lo que sí respalda la evidencia estadística es la creencia de los padres y las madres en que los contactos sociales y los compañeros y compañeras de aula pueden influir de forma positiva en los resultados educativos y en el futuro sociolaboral de sus hijos e hijas, motivos por los cuales suelen preferir los centros concertados (en opinión de Fernández y Muñiz, 2012; Rodríguez, Pruneda y Cuerto, 2014). Lo cierto es que, como opina Gimeno Sacristán (1998), detrás de muchos manidos y falaces argumentos a favor de la "libre elección", más que fervor liberalizador, lo que esconden las familias privilegiadas es el rechazo a la mezcla social, a educar a los hijos e hijas con los que no son de su misma clase social. Todo ese fenómeno no se da en la escuela pública, que es universal, integradora e intercultural por definición, y por tanto, antielitista y no segregadora, como hacen la escuela privada y la concertada. El clasismo, por consiguiente, es un eje fundamental en la labor de la propia escuela concertada. 

 

Enrique Díez y Agustín Moreno explican, apostillando este fenómeno: "De hecho, la más reciente investigación en sociología de la educación, de la Universidad Autónoma de Madrid (Rogero y Andrés, 2016), corrobora que "la libertad de elección de centro no existe, es un término falaz para justificar un sistema que segrega al alumnado y que sirve a las clases medias y altas para alejarse de los alumnos extranjeros y de las clases bajas". El 82% del alumnado inmigrante, de minorías y con necesidades educativas específicas está escolarizado en la escuela pública (Sáenz, Milán y Martínez, 2010). Por tanto, "no cabe hablar de calidad de la enseñanza, sino de calidad social de la clientela" (Feito, 2002). Con ello nos encontramos ante un círculo vicioso de segregación social que, de continuar, aboca a una importante merma de la equidad y la cohesión social". Actualmente, de facto, la mal llamada "libertad de elección" no es un derecho sino un privilegio, además de una estrategia para situar la educación dentro del proceso neoliberal de privatización de derechos fundamentales, para situarla como una mercancía más. Siendo razonable no obstante que todas las familias puedan acceder al centro educativo que deseen, no se puede equiparar la preferencia de elección de colegio con un derecho fundamental. Las preferencias personales o familiares las debe sufragar cada cual, no pudiendo dedicarse la iniciativa pública a atender los intereses particulares. Si la educación es un bien público no puede mantenerse como un negocio privado. El Estado debe velar por el bien común y no fomentar un mercado educativo con rankings de escuelas, en donde las familias compitan para conseguir la mejor oferta, como de si un gran supermercado de la enseñanza se tratara. Hoy día hay que practicar exactamente el movimiento contrario al que se viene ejecutando desde la década de los 80, esto es, revertir el proceso de depauperización de la escuela pública en favor de la concertada, reforzar la escuela pública, dotarla de recursos, ampliar sus plazas, mejorar la calidad de su profesorado, y respetar escrupulosamente sus características de calidad, gratuidad, laicidad, universalidad, integración, inclusividad e interculturalidad. En definitiva, como concluyen dichos autores, el sistema de "elección de centro" se basa en la lógica individualista de la "ética del más fuerte" y  no en la lógica igualitaria de la pluralidad y la convivencia, una lógica denostada y despreciada por el neoliberalismo rampante y hegemónico.

 

La escuela neoliberal asienta sus raíces en un modelo económico y social capitalista basado en el egoísmo competitivo y fundamentado en la ideología de la competitividad y la mercantilización. Para esta ideología el interés colectivo no tiene por qué ser la finalidad de la política educativa (Fernández Soria, 2007). Aboga por un mundo de competición descarnada y cruel, donde el mercado sea el único actor que regule quién sobrevive en esta lucha permanente, y desaparezcan los mecanismos de protección del bien común. Esta filosofía educativa parte del axioma que sostiene que las personas son responsables individualmente de su posible malestar o bienestar. Depende únicamente del mérito y del esfuerzo propio lo que se consigue en la vida (obviando que la sociedad ya proyecta una arquitectura de la desigualdad, como hemos explicado a fondo en esta serie de artículos, recientemente finalizada). Sólo los más aptos sobrevivirán, puesto que los débiles y pobres no han sabido o querido esforzarse lo suficiente para triunfar, según esta filosofía neoliberal y fundamentalista de mercado. La pobreza y la desigualdad son inevitables según ellos, y en todo caso, algo se puede paliar con caridad y misericordia, gracias a la solidaridad personal canalizada a través de las ONG. Este detestable modelo neoliberal, a pesar de la desigualdad mundial creciente que ha generado, continúa siendo defendido de manera fanática por sus adeptos. Y es el responsable de haber convertido la educación, de un derecho fundamental garantizado, a una oportunidad de negocio de corporaciones empresariales y determinados grupos de presión (en España, ligados fundamentalmente a la jerarquía católica), e impone cada vez con mayor ahínco un modelo de gestión de las escuelas como si fueran empresas privadas que exigen beneficios y rentabilidad. La lucha que tenemos por delante en el terreno educativo, por tanto, es una lucha ideológica entre dos visiones situadas en las antípodas. De una parte, los que entendemos la educación como un derecho humano fundamental, y abogamos por un modelo de escuela pública reforzado y universal, laico y de calidad, inclusivo e integrador. De otra parte, los que defienden un modelo de escuela concertada (y privada) elitista, clasista y segregacionista, religioso (católico) y adoctrinador, y que entiende la escuela como un negocio. 

 

Nosotros abogamos por el modelo que considera que la finalidad de la educación es conseguir el amor y el gusto por el saber, el desarrollo moral y la formación de ciudadanía crítica y comprometida con la mejora de la sociedad en la que viven (Moreno, 2016). Busca la mejora de todas las escuelas públicas, su difusión y universalización, y hacerlas aceptables a todas las familias, en vez de incitarlas a elegir y a competir, ya que no solo es menos costoso, sino que preserva los fines sociales de la educación. Entendemos la educación como un bien común, en el que las familias deben participar, pero no como clientes, sino como copartícipes activos en la construcción social de una escuela beneficiosa para sus hijos/as y los hijos/as de los demás (Fernández Soria, 2007). El Foro de Sevilla (http://porotrapoliticaeducativa.org/), junto con otras muchas organizaciones educativas y sindicales, propone para cualquier posible acuerdo en torno a una Reforma Educativa para todos que se pueda articular para una nueva Ley de Educación (tras la derogación de la actual LOMCE del PP, expuesta en esta serie de artículos), establecer como un eje fundamental la supresión progresiva de la financiación pública de los actuales centros privados concertados. Esto hay que proponerlo sin complejos, de una forma clara y valiente, bien fundamentada. La actual financiación pública de una doble red conduce al desmantelamiento progresivo del modelo de escuela pública como un proyecto solidario de vertebración social. Es urgente e imprescindible, por tanto, la apuesta clara por una red única de centros de titularidad y gestión pública que progresivamente y de manera voluntaria y negociada, integre a los centros privados concertados. Mientras ello se consigue, no debe haber ni un solo concierto más para la educación privada, ni un solo euro público más para la educación concertada, y debe suprimirse de inmediato la financiación pública para los centros que practiquen cualquier tipo de discriminación, segregación, o no aseguren la gratuidad. Costará esfuerzo, valentía y mucha determinación, porque estamos ante un asunto crucial que la derecha considera un puntal fundamental en su política de control social para las nuevas generaciones, posibilitando así poder perpetuar su perverso modelo. Continuaremos en siguientes entregas.

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4 diciembre 2019 3 04 /12 /diciembre /2019 00:00
El Genocidio Palestino (XI)

La vida allí [en Gaza] es muy difícil, triste, anómala. Sólo edificios con generadores pueden tener corriente. La falta de electricidad afecta todo, desde la imposibilidad de disponer de comida fresca hasta el tratamiento de aguas servidas. Si una persona en Gaza se enferma, probablemente sea asistida por personal médico idóneo incapaz de asistirlo a causa de la carencia de equipamiento y medicamentos […] Los estantes de los almacenes están vacíos. La costa, en muchos otros lugares del Mediterráneo suele estar repleta de balnearios, aquí está cubierta de descargas cloacales e industriales en bruto y con escombros de sucesivas guerras

Jason Greenblatt (Delegado de Donald Trump para “negociaciones internacionales”)

Durante todas nuestras entregas anteriores de esta serie, hemos estado insistiendo en el vergonzoso papel de los Estados Unidos en todo lo concerniente al conflicto palestino-israelí, que además ha empeorado con la actual Administración de Donald Trump, que entre otras tropelías, ha instado al traslado de la capital a Jerusalén, ha reconocido la propiedad de Israel sobre los Altos del Golán sirios, y acaba de considerar legales los asentamientos israelíes en los territorios ocupados. Vamos a recoger a continuación un fragmento extraído de un artículo de Norma Estela Ferreyra para el Blog "Barómetro Latinoamericano", en cuanto a la relación entre ambos países: "Latin American Post, por medio de Camila González C, nos habla de Israel como su "Estado satélite", señalando que: "...Desde la guerra de los Seis Días en 1967, el objetivo central de EE.UU. en Oriente Próximo ha sido su relación con Israel. Durante la guerra fría, gracias a la posición geoestratégica de la nación israelí, el vínculo entre ambos países se consolidó, y al finalizar el conflicto bipolar, EE.UU. lo convirtió en su principal aliado en la zona. Como tal, Israel ha trabajado en pro de los intereses en común que tiene con la potencia, en acciones como mantener a raya a Siria, a grupos insurgentes como Daesh o a los movimientos radicales palestinos, de Jordania y del Líbano. Así mismo, Israel ha servido como intermediario en el suministro armamentístico norteamericano a movimientos poco aceptados por la opinión pública, y las constantes guerras en las que Israel se ha visto involucrado han servido como campo de prueba para mejorar la eficacia militar americana. Y a cambio del apoyo en Oriente Próximo que le brinda Israel, EE.UU. representa el más grande soporte a su seguridad, al punto de convertirle en una potencia militar en la región, tras firmar el más grande acuerdo de ayuda militar de la historia estadounidense". Ambos países, como estamos viendo, no es que tengan objetivos e intereses compartidos, sino que Israel es el verdadero representante de Estados Unidos en la región, algo así como su portavoz, y el caballo de Troya del imperialismo estadounidense en la región. La adhesión que ambos países manifiestan es absolutamente inquebrantable, lo que los vuelve cómplices de los graves atentados y crímenes de lesa humanidad que Israel practica contra la nación palestina. 

 

Y continúa Ferreyra más adelante: "La Inteligencia Israelí: Como el aliado más confiable de Oriente, Israel, a través de El Mossad, le proporciona a EE.UU. más información importante para su seguridad nacional, que los demás aliados de la OTAN. Más allá de su papel como aliado, la inteligencia israelí también adquiere un papel relevante gracias al desarrollo de tecnologías vanguardistas que han transformado el rostro de la guerra, a través de elementos como las armas cibernéticas o los drones (vehículos no tripulados), y sus avances en medicina e informática, que resultan atractivos para el desarrollo estratégico de EE.UU". Y en cuanto al lobby israelí señala: "Al ser una nación pequeña y rodeada de enemigos, funciona como argumento del apoyo moral hasta el momento en que esta nación ataca directamente, perjudica o le genera más inconvenientes que respuestas políticamente positivas a su benefactor, como lo son las operaciones de espionaje, calificadas como las más agresivas por parte de países aliados, ataques militares directos, conflictos internacionales o consecuencias con grupos insurgentes que no tienen vínculo alguno con EE.UU. Por lo tanto, el lobby israelí puede ser el fundamento con más peso para argumentar la particular relación entre Israel y Estados Unidos. Los lobbies pro-Israel, como Aipac, o CUFI, son organizaciones poderosas, conformadas por empresarios, políticos o miembros de la sociedad civil con un alto nivel de influencia en la toma de decisiones de EE.UU. con respecto al Oriente Próximo o al bienestar de la comunidad israelí, fruto del financiamiento de campañas electorales tanto del congreso, como de la rama ejecutiva, la presencia en el espectro político, y constantes negociaciones con líderes gubernamentales". Bien, analicemos ahora, siquiera sea brevemente, un esbozo del amigo inquebrantable de Israel en la escena internacional, que no es otro, como estamos viendo, que Estados Unidos. Para definirlo, voy a rescatar a continuación un fragmento de este artículo de Ramón Pedregal Casanova para el digital Rebelion, que nos expone muy bien el cariz de la superpotencia norteamericana (ya sabemos el dicho popular: "Dime con quién andas..."): "Como el argumento político de la Hidra es la fuerza, debemos estar precavidos y tener respuesta contundente que propulsar de inmediato, ser rápidos y declarar con toda justeza que no hay poder más vencido en el siglo XX y XXI que el de ese monstruo y su subordinada serpiente de dos cabezas, EE.UU.-Israel. Hay territorios de los que la Hidra ha sido expulsada o se encuentra en el camino de la expulsión. Ha sido derrotada en el plano militar, en el plano político, en los centros de discusión internacional...".

 

Y continúa Pedregal Casanova: "...,pero como es propio de su naturaleza, opta por amenazar al Tribunal Internacional, amenaza a los 120 países que votaron en el Consejo de Naciones Unidas contra la entrega de Jerusalén a la entidad colonial sionista, y como pierde y vuelve a perder abandona el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el intento de proteger a Israel, abandona la Agencia de Protección de los Refugiados, abandona la UNESCO, abandona el Protocolo de Kyoto sobre el Cambio Climático, abandona los Acuerdos sobre el Cambio Climático de París, el Pacto Nuclear con Irán, el Acuerdo de Control Nuclear con Rusia, abandona el Acuerdo Judicial Flores vs Meese de 1997 que prohíbe encarcelar a menores de edad en los centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), y tiene sin firmar la Declaración de los Derechos del Niño, rechaza los Derechos de los Niños en conflictos armados, la venta de armas y la prostitución, no está dispuesto a firmar los Derechos de las personas con discapacidad, rechaza igualmente el Pacto para la protección de los trabajadores inmigrantes y sus familias, rechaza la Convención para la eliminación de la discriminación de las mujeres, rechaza también la Convención sobre el consentimiento para el matrimonio, la edad mínima para contraer matrimonio y el registro del matrimonio, rechaza la Convención contra las desapariciones forzadas, de igual manera rechaza el Primer y Segundo Protocolo del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, rechaza la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar...rechaza y rechaza y rechaza, se sitúa al margen del Derecho Internacional, de los Derechos Humanos, enseña su bajeza ética, se muestra como es, hace mucho daño, pero muestra su debilidad, su contradicción en el mundo estando dispuesto a destruirlo porque pierde; ¿cuántas páginas podemos llenar con las derrotas de la serpiente bicéfala y la misma Hidra? y eso sin mencionar sus derrotas militares y resistencias que le han infringido y le oponen los pueblos, de los que es buen ejemplo el pueblo cubano". Magnífico retrato el que nos hace Pedregal Casanova (uno de nuestros mayores expertos mundiales en el tema) sobre la peligrosa potencia estadounidense, el gran amigo de Israel. Tal para cual. Todo queda en casa. Pero aún más vergonzante que todo ello es el comportamiento del resto de la comunidad internacional, que permite que estos dos países basura sigan haciendo de las suyas en el escenario mundial. 

 

Y como podemos sospechar, dado el intenso grado de amistad que muestran ambos, es muy evidente que en los medios de comunicación estadounidenses, Israel es un elemento absolutamente intocable. Así nos lo explica Gideon Levy en este artículo para el medio Haaretz, traducido para Rebelion por J.M., que tomaremos como referencia a continuación. En Estados Unidos puedes atacar a los palestinos ininterrumpidamente, pedir su expulsión y hasta negar su existencia. Pero no te atrevas a decir ni una sola mala palabra sobre Israel. Cualquier declaración contraria a los intereses de Israel será considerada una actitud antisemita, dándose casos, como el que relata el citado artículo, de periodistas despedidos de grandes cadenas y medios de comunicación por intentarlo. ¿Cómo se atreve? ¿En qué estaba pensando? ¿Creería quizás que estaba viviendo en una democracia con libertad de expresión? No. Más bien vive en un país donde el simple hecho de hablar sobre Israel está sujeto a la seria censura del oficialismo judío y de la propaganda israelí. Es un fenómeno que no se da en ningún otro lugar del mundo, y eso que la propaganda israelí llegan bien lejos y de forma muy potente. Y así, cualquier intento de emitir una opinión mínimamente justa y democrática (y sobre todo si es laica) sobre el conflicto palestino-israelí, será tenido en cuenta como un severo ataque contra la potencia israelí, y será por tanto censurado y atacado. Gideon Levy aclara: "En la realidad de mano dura que ha tomado el control sobre el diálogo en los Estados Unidos no hay espacio para expresiones que puedan ofender a la ocupación israelí". Israel es, en efecto, intocable en los medios estadounidenses. Pero al contrario sí, es decir, los periodistas estadounidenses, críticos y analistas políticos, así como representantes gubernamentales, pueden hacer toda serie de críticas sobre los palestinos, que no les pasará nada. Pero como decimos, esta fuerte influencia de la propaganda israelí se está extendiendo cada vez más. Tratar de publicar un artículo crítico sobre Israel en cualquier periódico convencional de Occidente es una tarea cada vez más difícil, a menudo imposible. Esta serie de artículos, por ejemplo, jamás sería publicada en ningún medio español convencional (El País, ABC, La Vanguardia, La Razón, El Mundo, El Periódico...). Habría de ser la prensa alternativa en Internet quien lo publicara (La Haine, Rebelion, Contrainformacion, Aporrea, Tercera Informacion, Insurgente, Kaos en la Red, Red Roja, Sin Permiso, La Marea, Diagonal, eldiario.es, Publico, Eco Republicano, Cuarto Poder, InfoLibre, Lucha de Clases, Mundo Obrero, El Salto Diario, Contexto y Accion, Viento Sur, Asturbulla, Izquierda Diario, Mientras Tanto, Nueva Revolucion, etc). 

 

Como muy bien explica Gideon Levy, usan la trampa del antisemitismo para todo: "La palabra clave, por supuesto, es antisemitismo. Se ha escrito mucho sobre el uso que Israel y sus partidarios hacen del antisemitismo. Y funciona maravillosamente, es una palabra mágica que silencia a las personas. Todavía no ha habido una sola crítica de la ocupación que no esté etiquetada de antisemitismo (...). El mundo entero está contra nosotros". En efecto, Israel tilda de antisemita a cualquier organización o ciudadano que emita manifestaciones contrarias a sus macabros intereses. Y eso que según una encuesta mundial realizada por la CNN, solo el 10% de los encuestados confesó que tenía sentimientos negativos hacia los judíos. Son más o menos cuatro veces más que el número de personas que confiesan que no le gustan los musulmanes. Pero ellos siguen a la carga, con ese trasfondo de victimismo, cuando son precisamente los que más atentan contra los derechos de los demás. Pero en fin, ya sabemos que la mentira sionista no tiene límites. Su irracional y aberrante política criminal contra Palestina tiene que conocerse, y sobre todo, tiene que dejar de permitirse. Su violencia colonial tiene que cesar, y es responsabilidad de los ciudadanos del mundo, pero sobre todo de los medios de comunicación, y de los líderes políticos y gobernantes mundiales, acabar con esta imagen e intentar por todos los medios que Israel deje de comportarse como un Estado canalla y terrorista. La impunidad israelí tiene que acabar. Los niveles de sufrimiento humano en los territorios ocupados tienen que cesar. La asfixia de la población palestina tiene que cesar. Los crueles experimentos de la industria de armas de Israel tienen que cesar. La indiferencia internacional tiene que cesar. Y el sionismo debe desaparecer de la faz de la Tierra. Es el deber del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el respaldo de la comunidad internacional. La lista de las Resoluciones de la ONU incumplidas por Israel es interminable. La ocupación palestina continúa porque el mundo entero se niega a actuar. Un mundo decente jamás debiera tolerar estos viles atropellos a los derechos humanos más elementales. La parcialidad y sumisión de los medios de comunicación occidentales (asunto al que volveremos en su momento) permite a Israel seguir asesinando en Gaza, ocupando sus territorios, violando sus derechos, y condenándolos a una vida indigna. Continuaremos en siguientes entregas.

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3 diciembre 2019 2 03 /12 /diciembre /2019 00:00
Viñeta: Rainer Ehrt

Viñeta: Rainer Ehrt

Traducir una crisis multidimensional ecológica y social compleja como el cambio climático a toneladas de dióxido de carbono equivalentes (CO2) –que podemos medir, contar, poseer, asignarles un precio y comerciar– no sólo reduce nuestra visión de lo que serían acciones verdaderamente transformadoras, sino que permite que actores e intereses sigan operando en el sistema actual como hasta ahora

Camila Moreno

Durante los próximos días se celebrará en Madrid la COP25 (Conferencia de las Partes) sobre el Cambio Climático, con nuevos informes del IPCC instando a revisar los objetivos marcados en cumbres anteriores, ya que a la luz de los nuevos datos y proyecciones, se muestran claramente insuficientes. La nueva Cumbre se centrará, como las anteriores, en revisar los objetivos de reducción de emisiones GEI durante los próximos años, para intentar controlar la evolución del calentamiento global del planeta, y sus desastrosas consecuencias en todos los órdenes. Pero a pesar de que el efecto del calentamiento global es lo que recibe en cada cumbre mayor atención, por ser además lo más ampliamente documentado durante las últimas décadas, este fenómeno no da cuenta, por sí solo, de las múltiples dimensiones del colapso ambiental que se nos avecina. Y ya no se trata solo de potenciales impactos en determinados indicadores, sino de perversas y encadenadas transformaciones que están ya alterando y destruyendo las condiciones de reproducción de la vida en nuestro planeta. Existen multitud de asuntos que en estas cumbres no se tratan (o al menos no directamente), y que están influyendo en que dichas condiciones tengan efecto. Por ejemplo, no se habla del pico del petróleo, ni del agotamiento de los recursos naturales, ni de la imperiosa necesidad de basar nuestros modelos económicos en otras fuentes energéticas. Tampoco se trata el imperioso cambio cultural que necesitamos, con el consiguiente cambio en nuestras escalas de valores.

 

Pero sobre todo, no se insiste (y debería hacerse en cumbres internacionales de este tipo, que son el mayor escaparate mundial donde se habla del tema) en que nuestra vida sobre la Tierra, llegado este momento, necesita ir modificando sus hábitos, costumbres, fundamentos, actitudes y procedimientos, es decir, necesitamos vivir de otra manera, producir, distribuir, consumir y desechar de otro modo, valorar otras opciones, si es que pretendemos continuar viviendo sobre la faz de la tierra. De nada nos servirán cien cumbres como las que se celebran actualmente, si el único objetivo que se marca, y a todo lo que se aspira, es a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, para poder controlar el calentamiento global. Esa evolución es solo la punta del iceberg, es únicamente el lado más visible de las profundas transformaciones que nuestras sociedades necesitan. Pero en vez de ello, la lógica capitalista insiste en sus planteamientos. Y cuando concede (tras décadas de intentos de concienciación por parte de los grupos ecologistas y de la izquierda política, social y mediática) ligeros cambios, lo hace de forma parcial, infantil, ingenua, incompleta, reduccionista e insuficiente. Hemos conseguido tan solo que el capitalismo admita plantearse y reducir la compleja interrelación de factores que inciden en las transformaciones climáticas, en unas pocas, siquiera una, variable. Un solo indicador resume todos los objetivos que supuestamente hemos de alcanzar. Pero la realidad es mucho más compleja que alcanzar ese indicador. Precisamente porque alcanzarlo implica remodelar muchísimos otros aspectos de nuestra civilización, de los cuales precisamente no se habla en estas cumbres.

 

Se va generando, porque el capitalismo así lo exige, un reduccionismo radical que exige que simplifiquemos nuestra realidad social, productiva, energética, económica y cultural, y la expresemos bajo una cuantificación: ¡No más de 1,5ºC! Así como la economía parece ser que se reduce al crecimiento, y éste se refleja en el PIB, el cambio climático parece verse reflejado solamente en la cantidad que tomamos como límite para que el planeta no continúe su calentamiento. Craso e infantil error. Las múltiples dimensiones del colapso civilizatorio al que estamos asistiendo no pueden reducirse a un solo aspecto, como el calentamiento global. Porque…¿qué hay de los fuertes intereses corporativos que hay que vencer para alcanzar dicho objetivo? ¿Y para mantenerlo y reducirlo? ¿Se habla de decrecimiento en estas cumbres? ¿Se habla de la necesidad de pensar, actuar y consumir de otro modo? ¿Se habla de renunciar a los valores del mundo capitalista? ¿Se cuestionan valores como la soberanía energética y alimentaria de los pueblos? ¿Se habla de animalismo en estas cumbres? ¿Se habla de ecosocialismo y de ecofeminismo en estas cumbres? ¿Se habla de redefinir las necesidades humanas y su satisfacción? ¿Se insta a los gobiernos a que elaboren políticas en este sentido? ¿Tiene sentido omitir todos estos elementos de debate, y organizar una cumbre que se centre únicamente en los grados que nos podemos “permitir” que el planeta se caliente?

 

En última instancia, una crisis civilizatoria de la envergadura de la que nos amenaza, fundamentada bajo patrones de antropocentrismo, patriarcal y monocultural, basada en el mantra del crecimiento económico sin límites, y creada bajo el patrón extractivista, no puede ser despachada únicamente declarando un nuevo límite temporal y de calentamiento global. Ha de ir acompañada de las medidas concretas que todos los países han de tomar para poder alcanzar dichos objetivos, y precisamente ahí es donde estas cumbres no quieren entrar. Porque entrar a debatir todo ello es entrar a cuestionar la propia lógica capitalista, cuyos intereses creados son aún lo suficientemente potentes como para que no sean abiertamente cuestionados. Una cumbre climática no puede ser despachada como un simple asunto técnico, con un objetivo cuantificable. Una cumbre climática debe exponer y debatir a fondo sobre los cambios económicos y culturales que necesitamos, sobre los cambios civilizatorios a los que aspiramos, y sobre los nuevos indicadores que han de medirlos. Pero ya estamos acostumbrados a que el capitalismo siempre intenta esquivar el asunto, reducir la problemática, esquematizar la posible solución, no cuestionar los fundamentos del sistema, y redirigir la receta hacia aspectos meramente superficiales.

 

El capitalismo jamás podrá comprender (y por ello las cumbres climáticas estarán destinadas al fracaso si se organizan bajo estos pilares) que para superar (o siquiera defendernos ante) el caos climático en ciernes, hacen falta otros modos y estilos de vida. Hacen falta otros objetivos vitales, otros parámetros económicos, otros prismas culturales. Pero el capitalismo se conformará con parchear por aquí y por allá, y se limitará a diseñar recetas que no amenacen sus propias estructuras, y que no alteren las conceptualizaciones que afectan a lo que entendemos por bienestar, desarrollo, progreso y crecimiento. Precisamente es todo esto lo que nos amenaza. Son las propias visiones, actitudes y modos de vida capitalistas los que nos han traído hasta aquí. Nuestro enfoque mental y civilizatorio es el que tiene que ser roto, porque la forma en que describimos y enmarcamos los problemas ya predetermina el tipo de posibles soluciones y respuestas que podremos darles. No podemos fijarnos en el dedo, como popularmente se dice, porque estará tapándonos la luna.

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2 diciembre 2019 1 02 /12 /diciembre /2019 00:00
Viñeta: Sonia Mitralias

Viñeta: Sonia Mitralias

No podemos resolver los problemas con la misma mentalidad con la que los creamos

Albert Einstein

Este es un problema de la humanidad, la Madre Tierra y todos nosotros. Entonces, ¿estamos tomándonos esto en serio o estamos haciendo juegos políticos? Esta no es una negociación sobre cuotas de café o cacao, sino sobre el clima de la Tierra

Paul Oquist (Jefe de la Delegación Nicaragüense durante la COP21 de París)

En el número anterior ya nos adentramos en los 8 grandes principios generales del Ecosocialismo definidos por Jorge Riechmann, tomando como referencia el estupendo texto de Luis Tamayo "Aprender a decrecer". En la última entrega ya expusimos los dos primeros, la biomímesis y el principio de precaución. Continuaremos a partir de ahí:

 

III.- La Ecoefiencia. La ecoeficiencia puede constituir un principio clave de la humanidad futura. Mejorar de manera sustantiva la eficiencia de los procesos y máquinas, así como la durabilidad de las mercancías puede permitir a la humanidad que sobreviva a la crisis derivada del fin de la era del petróleo barato, mantener una calidad de vida mínimamente razonable. Mejorar la eficiencia de las tecnologías previas a la era del petróleo barato, esas que se servían del carbón, la fuerza de los ríos y la tracción animal (y ahora también del sol, el viento y las mareas) puede hacer la diferencia e impedir que, tal y como lo prescribe la Teoría de Olduvai, los grupos humanos desciendan hasta el Paleolítico (volviendo al modo de producción de caza-recolección) y lo hagan solo hasta el Renacimiento o la Ilustración (con una serie de tecnologías anteriores a la era del petróleo que permitan una calidad de vida razonable). Hacer más eficientes las tecnologías de producción orgánica de alimentos, captación de agua de lluvia, riego de los sembradíos, aprovechamiento de la energía solar, eólica, hidráulica, mareomotriz y geotérmica puede constituir una diferencia verdaderamente significativa entre las naciones supervivientes al fin de la era del petróleo barato. Otro elemento clave de la ecoeficiencia tiene que ver con la producción sostenible de los alimentos. Ser capaces de producirlos localmente en cantidad y calidad suficiente implicará contar no solo con los insumos (agua suficiente y de buena calidad, semillas y abonos orgánicos), sino también con la experiencia necesaria.  Señalemos, por último, que ese anhelo de dominio y la estupidez concomitante se presenta de una manera increíblemente clara en el trato que el ser humano moderno da al agua potable. 

 

En la antigüedad se veneraba el agua. Podía ser considerado hasta un crimen arrojar caca al agua potable. Cada vez que accionamos el disparador del inodoro, como bien indica César Añorve, cometemos un crimen contra la naturaleza. La humanidad moderna ha olvidado el cuidado del agua y se ha acostumbrado a ensuciarla y a desperdiciarla. Y eso no es lo único. Muchas personas utilizan enormes cantidades de agua para bañarse, para lavar sus enseres domésticos e incluso sus coches. Sólo una humanidad que tenga presente el valor del agua sobre cualquier otro recurso podrá verdaderamente conservarla y evitar que se contamine con aceites e hidrocarburos (como hace la hipercontaminante fractura hidráulica o fracking) o de metales pesados (como hace la minería de tajo a cielo abierto de metales preciosos, la cual, para obtener unos cuantos gramos de oro es capaz de contaminar, durante siglos, toneladas de mineral y millones de litros de agua). Nuestra alimentación también es producto de este despilfarro. Miles de litros de agua se necesitan para fabricar la carne que comemos, o para mantener al ganado que nos proporciona dicha carne. Una industria ecoeficiente trabaja reciclando, opera con ciclos cerrados de materiales y sin producir externalidades, es decir, sin expoliar los recursos naturales. La humanidad que sobreviva al fin de la era de la exuberancia requerirá forzosamente de dicha industria.

 

IV.- La impostergable Autocontención. Una sociedad autocontenida y convivial es una sociedad que no cree posible el crecimiento infinito (al contrario que la sociedad de deuda en la que actualmente vivimos). La energía es básica para cualquier modelo económico que se utilice, y la energía basa sus fuentes en los propios límites biofísicos del planeta. Pero simplemente, aunque cueste creerlo, este principio no se ha tenido en cuenta hasta ahora. Una sociedad convivial no puede sino decrecer en la medida en que es ecoeficiente (tercer principio) y posee una idea clara de que los recursos de la Tierra son finitos. Por tal razón no puede sino limitar no solo el número de habitantes que la pueblan, sino la cantidad de los recursos que dichos habitantes utilizan. La huella ecológica y otros indicadores nos dan una perfecta idea de la deuda que sostenemos con la naturaleza (por habitante, por país, por continente...), en el sentido de consumir más de lo que ella necesita para regenerarse. En su estudio "El género vernáculo", Ivan Illich nos dejó un estupendo ejemplo de lo que es la autocontención o autolimitación en este sentido: "El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría solo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol solo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética". Los que no recuerden estos conceptos matemáticos, será mejor que los vuelvan a repasar, para comprender en su verdadera dimensión el texto de Illich. Porque aunque el ser humano lleva siglos definiendo lo que es la progresión geométrica, parece que en la práctica aún no la ha comprendido. Una sociedad convivial, con el objeto de mantener su calidad de vida, no puede sino ser como el caracol, es decir, autolimitarse y cuidar sus recursos para proyectarse hacia el futuro.

 

Pero la autocontención es mucho más que eso. Es en las ideas de los sabios y pensadores orientales en donde podemos encontrar muchísimos ejemplos de autocontención. En la sabiduría Zen, por ejemplo, encontramos ejemplos de una vida basada en la autocontención. Entre los muchos que existen, Luis Tamayo cita el denominado "¿Es así?", que reproducimos a continuación: "Una jovencita japonesa muy atractiva, cuyos padres regentaban una tienda de comidas, vivía cerca de su casa. Una mañana, repentinamente, los padres descubrieron con espanto que la muchacha estaba embarazada. Esto puso a los tenderos fuera de sí. La joven, al principio, se negaba a delatar al padre de la criatura, pero después de mucho hostigarla y amenazarla acabó dando el nombre de Hakuin. Muy irritados, los padres fueron en busca del Maestro. "¿Es así?", fue todo lo que dijo. Al nacer el niño, lo llevaron a casa de Hakuin. Por entonces, éste había perdido ya toda su reputación, lo cual no le preocupaba mucho, pero en cualquier caso no faltaron atenciones en la crianza del niño. Los vecinos daban a Hakuin leche y cualquier otra cosa que el pequeño necesitase. Pasó un año y la joven madre, no pudiendo resistir más, confesó a sus padres la verdad: el auténtico padre del niño era un hombre joven que trabajaba en la pescadería. La madre y el padre de la chica fueron enseguida a casa de Hakuin para pedirle perdón. Después de haberse desecho en disculpas, le rogaron que les devolviese el niño. Hakuin no puso ninguna objeción. Al entregarles el pequeño, todo lo que dijo fue: "¿Es así?". La autocontención implica, tal como enseñó el Maestro Hakuin, un cambio en el modo de vida, una actitud de humildad, de respeto al otro y de valoración de su lugar en la tierra. La autocontención reconoce que no se poseen todas las claves, es decir, toda la verdad. Que siempre habrá un espacio vacío, un no saber irreductible, por lo que nuestra actitud no puede ser sino de reconocimiento de los propios límites y de respeto a un orden cuya comprensión total nos supera. Es por todo eso que una sociedad autocontenida respeta los límites planetarios y la biodiversidad. Fomenta la presencia del otro, de la otredad, de lo diferente, incluso de las especies "dañinas". La reverencia a la Madre Tierra es una actitud acorde a la autolimitación. Continuaremos en siguientes entregas.

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