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11 septiembre 2016 7 11 /09 /septiembre /2016 23:00
Viñeta: Josetxo Ezcurra

Viñeta: Josetxo Ezcurra

Carter, Reagan, los dos Bush ( Daddy y Baby), los dos Clinton (Bill y Hillary) y Obama, productos del bipartidismo imperante en EU (partidos Demócrata y Republicano) por igual, mantuvieron a conveniencia la llama votiva del terrorismo islámico: desde los mujahidines hasta sus hijos y nietos yihadistas, debido a propósitos geoestratégicos de EU, con el fin de socavar las entrañas musulmanas de las tres superpotencias euroasiáticas: ayer la URSS, hoy Rusia, al unísono de los dos rivales geoeconómicos de Washington: China e India

Alfredo Jalife-Rahme

A estas alturas de la serie, y estamos sólo dentro del primer gran bloque dedicado al terrorismo internacional, espero ya haber despertado en mis lectores muchas dudas en cuanto a la acepción del término "terrorismo" en nuestras actuales sociedades, así como a levantar algún tupido velo que revele la tremenda hipocresía que destilan nuestros gobernantes en cuanto a estos asuntos. Porque terrorismo no es sólo el terrorismo yihadista, es también el terrorismo ambiental, es también el terrorismo de Estado, es también el terrorismo económico y empresarial, es también el terrorismo derivado del tratamiento a las víctimas de las guerras (exiliados, desplazados, desaparecidos, refugiados...), es también la política nuclear de las superpotencias, es también la escalada armamentista de la OTAN, es también el continuo genocidio al que se somete al pueblo saharaui, es también el terrorismo "colateral" que se practica de modo preventivo (y justificado internacionalmente en la mayoría de las ocasiones), es también la continuada política de sanciones económicas que Estados Unidos aplica a cualquier país que no obedezca sus designios, es también la continua masacre que se perpetra en Palestina por Israel, es también el terrorismo neoliberal y los Golpes de Estado "blandos" que se están ejecutando hoy día sobre todo en América Latina (véase el caso más reciente de Brasil), y un interminable etcétera que deleznables actos que ocurren diariamente, pero a los que nuestros "occidentales" medios de comunicación dominantes no le dedican atención, o al menos, no los tildan de "terroristas". 

 

Luego existe una conclusión que deberíamos tener en cuenta: deben existir muchos intereses, cruzados y poderosos, para que las diversas concepciones y acepciones de terrorismo se apliquen a unos determinados hechos, sujetos a unos determinados condicionantes, y aplicados dentro de un contexto determinado. En definitiva, una sublime manipulación de nuestras conciencias, para que se nos determine a considerar qué es terrorismo y qué no lo es, qué es lo que merece nuestro repudio y qué es lo que merece nuestra justificación y nuestra comprensión, o al menos, nuestra tolerancia. Pero si lo pensamos profundamente, es un peligroso juego donde no deberíamos entrar. Básicamente, existe un complejo militar-industrial al que le sigue interesando que continúe existiendo el terrorismo, los atentados y las guerras, los conflictos armados y las escaladas armamentistas, y por supuesto, que continúe todo el pánico popular y la paranoia al respecto. Pero no nos desviemos de nuestro guión, ya que todo lo relativo a este complejo militar-industrial lo discutiremos en su momento dentro de esta serie de artículos. Regresemos al terrorismo internacional, porque los datos que estamos poniendo encima de la mesa no apoyan la manipulada y torticera idea de que el terrorismo yihadista forma parte de una lucha titánica del Islam contra Occidente. Para empezar, porque este terrorismo es particularmente virulento contra países de mayoría musulmana, desde Turquía a Indonesia, pasando por Túnez o Egipto. 

 

Por tanto, ninguna religión posee el monopolio de tener miembros o corrientes violentos, no se trata por tanto de ninguna "guerra de religiones", luego por tanto, son otros factores de muy distinta naturaleza los que hay que considerar. No valen por tanto tampoco enarbolar absurdas banderas que oculten los mezquinos intereses en juego, tal como la defensa de los "valores europeos", porque quizá tales valores sean la ponzoña de nuestro Viejo Continente, al permitir cómo cientos de miles de personas se dejan su vida en nuestro Mar Mediterráneo, y no se nos mueven nuestras conciencias al contemplar la vida de niños pequeños ahogados en el mar, o ensangrentados por la guerra. Los valores europeos son actualmente los del neoliberalismo, los mercados financieros, pero no los del respeto a los derechos humanos, el pacifismo y la libertad. El Islam, por tanto, no ha desatado ninguna guerra contra Europa. Es una afirmación completamente falsa y absurda. Los ataques yihadistas sufridos en nuestros países vecinos corresponden a grupos muy particulares de musulmanes, mejor dicho de no-musulmanes, que ni representan al Islam ni están en contra de Europa, sino que son producto de los diversos actos terroristas previos en la región, y de la tiránica manipulación del fundamentalismo islámico. Y la supuesta "invasión" que los grupos islamófobos y racistas en general están denunciando no es tal, y en cualquier caso, la llegada de extranjeros a nuestras costas y a nuestros países es fruto de la globalización capitalista, responsable última de las guerras y de los conflictos, así como también de que las tasas de natalidad hayan disminuido en todo Occidente. 

 

Hay que romper con toda la propaganda del fundamentalismo islámico mediante una denuncia de la religión en general (de TODAS las religiones), así como de una progresiva evolución hacia Estados Laicos en todos los Continentes, pero entendiendo el laicismo en su verdadero significado, esto es, como la neutralidad del Estado ante cualquier confesión religiosa, pero respetando siempre el ámbito del culto privado. Pero el origen de los problemas surgen cuando los Estados son los primeros que se ven enfangados por este culto religioso obsesivo, que va calando en el comportamiento de todas sus Instituciones, y va imponiendo despóticamente un comportamiento religioso en todos los ámbitos y esferas de la vida pública. Pero ante todo y sobre todo, la filosofía pacifista, ya lo hemos dicho hasta la saciedad, no puede responder a la violencia con más violencia. Por eso no tienen sentido los comportamientos de nuestros gobiernos europeos y occidentales, que después de presentarse como "consternados" ante la violencia yihadista en su suelo, encargan nuevos bombardeos sobre las zonas en conflicto. No es sólo un contrasentido ético y moral, sino un absurdo político, ya que sólo conduce a enconar aún más los conflictos. Hay que atender igualmente a los motivos por los que los jóvenes, tanto musulmanes como occidentales, entran en este peligroso juego del fundamentalismo, que como ya hemos comentado, se debe fundamentalmente a la impotencia ante la ausencia de condiciones para poder desarrollar proyectos de vida autónomos y satisfactorios. 

 

En este sentido, José María Tortosa, en su estupendo estudio "El Islam, ¿enemigo de Occidente?", que recomiendo encarecidamente a mis lectores, dice textualmente: "El papel del reclutador es muy importante, sea en la cárcel, la mezquita, el grupo de amigos o Internet. Es gente que sabe percibir la vulnerabilidad de quien puede ser cooptado, conocidas sus circunstancias personales. O, simplemente, que deja su mensaje para que quien lo necesite pueda asimilarlo y hacerlo propio". En efecto, si nuestras sociedades ofrecieran a nuestros jóvenes vidas dignas, facilitaran su emancipación, trabajos decentes, y comunidades auténticamente libres, otro gallo nos cantara. El miedo y la inseguridad son siempre malos consejeros, y es exactamente lo que estamos fomentando entre la población joven. Se pueden transformar rápidamente en desconfianza, después en violencia, y en todo caso, son un perfecto caldo de cultivo para que cualquier mensaje "esperanzador" que les pueda ofrecer una (falsa) salida, represente para ellos una alternativa al descrédito y a la indiferencia de nuestras sociedades. Más que la imposición de nuestros "valores", necesitamos sociedades que respeten los derechos humanos, que respeten la naturaleza, y que practiquen el pensamiento crítico, la tolerancia, la libertad y la fraternidad con todos los pueblos del mundo. Continuaremos en siguientes entregas.

 

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8 septiembre 2016 4 08 /09 /septiembre /2016 23:00
Viñeta: Malagón para el medio YAHOO! España

Viñeta: Malagón para el medio YAHOO! España

No sólo la falta de recursos económicos es pobreza. No poder acceder a una educación, a una vivienda y a una atención sanitaria adecuada y de calidad también es pobreza. El riesgo de pobreza o exclusión social afecta al 32,1% de los niños españoles menores de 6 años, más de 6 puntos por encima de la media europea. Las políticas cortoplacistas generan costes asociados con el paro y con la pobreza futura y nos hacen insolidarios con las generaciones venideras

Rosario Goñi (Economistas Sin Fronteras)

Después del inicial artículo introductorio, vamos a ir recorriendo a vuelapluma los datos que apuntalan la desigualdad social existente, antes de exponer con mayor profundidad los diversos factores que inciden en ella. Vamos a comenzar por un retrato rápido de la situación en nuestro país, donde la causa fundamental de desigualdad proviene de una situación de desempleo masivo, en infinidad de casos de carácter crónico, que genera progresivamente una serie de carencias y de limitaciones en las personas que lo sufren. De hecho, y según este artículo de Ana Requena para eldiario.es, casi la mitad de las personas que en nuestro país sufren el desempleo se encuentran también en riesgo de pobreza. Incluso, y aunque esto lo abordaremos en sucesivos artículos, gran parte de las personas que poseen trabajo también se encuentran en esta situación, como consecuencia de la agudización del conflicto capital-trabajo, en favor del capital. Pero de momento, y remitiéndonos a los datos que aporta Requena en el artículo citado, resulta que los ingresos de los hogares llevan seis años seguidos cayendo, debido a las medidas que toman nuestros gobernantes, y según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2015, sin que se traduzca el repunte estadístico de la economía. 

 

Según dichos datos, el 22,1% de la población está en riesgo de pobreza, un dato similar al de años anteriores, y sube hasta el 45% en el caso de las personas desempleadas. Por su parte, la tasa AROPE, que mide también algunos parámetros sobre las carencias materiales, arroja un dato aún peor: el 28,6% de la población sufre exclusión social. Estos datos ya de por sí son demoledores, porque ¿qué tipo de sociedad puede permitirse tener a un tercio de su población en situación de pobreza, precariedad o marginalidad? ¿Qué tipo de desestructuración y desarticulación social se proyecta a medio y largo plazo sobre estas cifras? Y ello aún teniendo que soportar los triunfalistas discursos de nuestros indecentes gobernantes, que mientras soportamos dichos niveles de carencia, nos ponen encima de la mesa de vez en cuando los datos de carácter macroeconómico, para que los asumamos con complacencia. Pero lo cierto, como llevan denunciando muchísimas organizaciones, ONG's, sindicatos, fuerzas políticas y movimientos sociales, es que la tan cacareada "recuperación" no llega a los hogares, a las familias, al grueso de la población. ¿Puede mantenerse una economía bajo unos parámetros macroeconómicos aceptables, sin unos parámetros microeconómicos mínimamente decentes? Está claro que no, y éste es precisamente el quid de la cuestión, la clave de bóveda del asunto, pues es el sistema que va generando, aumentando y perpetuando la desigualdad. 

 

La referida Encuesta de Condiciones de Vida (referida a datos de 2014), que publica desde 2004 el INE (Instituto Nacional de Estadística), nos muestra que tanto el riesgo de pobreza como los ingresos medios de los que disponen los hogares decriben aún a una sociedad empobrecida. Como hemos señalado más arriba, el 22,1% de la población que vive en nuestro país está en riesgo de pobreza, tan sólo un décima menos que en 2013, cuando era del 22,2%. Y el riesgo se duplica en el caso de la población desempleda, ya que el 44,8% de la población que está en paro vive en riesgo de exclusión social. En sentido general, los ingresos medios de los hogares continúan cayendo: 2014 fue el sexto año consecutivo en el que se redujeron los ingresos medios familiares. De hecho, en 2014 el ingreso medio por familia fue de 26.092 euros, un 0,2% menos que el año anterior. Cabe destacar que dicho ejercicio 2014 cerró como el primer año de la engañosa "recuperación" (o el último de la recesión), publicitada a bombo y platillo por el Gobierno y sus leales medios de comunicación. La economía, en términos estadísticos, subió un 1,4%. La tasa de paro se redujo además al nivel del 23%, no visto desde 2012. El umbral del riesgo de pobreza se calcula tomando como referencia estos ingresos medios, y por tanto aumenta o disminuye en función de si éstos también lo hacen, de ahí que sea un dato relativo, no absoluto. Así, en 2015 una persona se consideraba pobre si ingresaba menos de 8.011 euros al año, o bien 18.823 euros si se trataba de un hogar donde habitaban dos adultos y dos niños. 

 

Pero en el año 2011, por ejemplo, una persona vivía por debajo del umbral de la pobreza  si tenía unos ingresos de 8.358 euros anuales, y en el caso de los hogares con cuatro miembros, con 17.473. Es decir, hogares que hace tres años eran considerados pobres, ahora no entrarían dentro de esa categoría, no tanto porque su situación haya mejorado, sino porque los ingresos medios se han reducido, y por tanto, los resultados estadísticos se ven modificados. En una palabra, hace falta tener aún menos para entrar dentro de la población que se considera en riesgo de exclusión social. Para evitar esa distorsión, la Encuesta de Condiciones de Vida incluye otro indicador para medir la pobreza, intentando mezclar datos más objetivos. Se trata de la referida Tasa AROPE, que es además la que se toma como referencia para compararnos con el resto de Europa. Este indicador no sólo tiene en cuenta los ingresos medios, sino también la presencia de empleo o no en los hogares y su intensidad (número de horas trabajadas durante un período), y algunos datos que evalúan el estado de carencia material severa (poder calentar la casa, comer carne, etc.). Pues bien, como decíamos, según esta Tasa AROPE, nuestros datos de pobreza son aún mayores, ya que el 28,6% de la población vive en exclusión social. Supone unas décimas menos que en 2014, cuando se situaba en el 29,2% pero está aún claramente por encima de la que existía en 2011, cuando era del 26,7%.

 

Por su parte, el 13,7% de los hogares llega a fin de mes "con mucha dificultad", y casi el 40% de las familias no pueden afrontar gastos imprevistos (una reparación en el hogar, una factura sanitaria, etc.). Además, el 40,6% de las familias no pueden permitirse ir de vacaciones una vez al año (entendidas como unas vacaciones estándar, por ejemplo una semana en cualquier hotel nacional), y el 9,4% arrastra impagos recurrentes de alquiler o facturas diversas. Y todos estos indicadores eran aún más abultados hace un año. La referida Encuesta aborda otros datos comparativos para sacar conclusiones en torno a la pobreza, tales como el grado de formación de las personas, la existencia de hijos, las familias monoparentales, o la situación de migrante. Y a todo ello, finalmente, hemos de unirle la pobreza como fenómeno psicosocial, con todos sus efectos derivados, donde se concitan multitud de flecos. Porque, por ejemplo, son cientos de miles las personas que, como consecuencia de toda esta situación que les sobrepasa, han perdido su vivienda, o han perdido su vehículo, han perdido su independencia económica, han tenido que regresar al hogar de sus padres, han pasado a depender de las pensiones de los abuelos y abuelas, y en los casos más graves, todo ello ha podido incidir en el estado de ánimo, en las relaciones personales, en el carácter y la sociabilidad, generando situaciones de aislamiento, enfermedad y en muchos casos, incluso suicidio. Hecho todo este diagnóstico inicial, continuaremos en siguientes entregas.

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7 septiembre 2016 3 07 /09 /septiembre /2016 23:00
Fotografía: http://www.publico.es

Fotografía: http://www.publico.es

El régimen surgido de la Constitución Española de 1978 necesitaba dos formaciones políticas principales, al modo norteamericano, que dieran una imagen "formal" de democracia, mientras consagraba las mismas estructuras políticas y económicas procedentes del franquismo. Necesitaba, por una parte, la derecha de siempre, la que fundó Manuel Fraga con Alianza Popular, y que ha evolucionado hasta el actual PP, englobando todo el arco desde la derecha más moderada hasta la extrema derecha. Asímismo, necesitaba un partido que "simulara" ser de izquierdas, y ahí estaba ya el PSOE de Felipe González desde el famoso Congreso de Suresnes de 1974, renunciando a los históricos postulados marxistas de su partido, para ir conviertiéndolo a la socialdemocracia, haciéndole un flaco favor a la izquierda, y acercándose cada vez más a las posturas económicas neoliberales. Y así nos han gobernado, en clara alternancia política, durante más de 35 años, hasta que el sistema parece haber colapsado. El agotado régimen surgido de la Transición ya ha comenzado a dejar ver públicamente sus vergüenzas, sacando a la superficie toda la ponzoña que albergaban las cloacas del Estado. 

 

Con la excusa de la profunda crisis iniciada en 2007-2008, y debida como siempre a las propias contradicciones del capitalismo, esta vez expresadas en las tremendas tropelías de la banca privada, tanto nacional como internacional, la ofensiva de la derecha del Partido Popular (después del descontento creado tras la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero) ha sido completa y brutal: recortes sociales, laborales y económicos (en la reforma laboral, la precarización del empleo, el endurecimiento de las prestaciones por desempleo, la reforma de las pensiones...), desmantelamiento del Estado del Bienestar (recortes en sanidad, en educación, en dependencia...), campaña de privatización agresiva (privatización de empresas públicas, reducción de funcionarios, de personal laboral, del profesorado, del personal sanitario, externalización de servicios, infrafinanciación de recursos públicos...), recortes culturales, y ataque a ciertos derechos y libertades públicas básicas (mediante instrumentos como la Ley Mordaza). Han sido atacados prácticamente todos los derechos humanos fundamentales, y todas las históricas conquistas obreras, mientras se han disparado de forma alarmante todos los indicadores que miden la cohesión social y el nivel de desigualdades. Haciendo un breve extracto, esta es la España que nos ha dejado la legislatura del Gobierno del PP. 

 

Mientras tanto, las movilizaciones populares, los diversos frentes de protesta y movilización, las Mareas, el Movimiento 15-M, las Marchas de la Dignidad, los diversos movimientos y colectivos sociales en lucha han ido creando el caldo de cultivo (aún insuficiente) para despertar a la izquierda política, social y mediática del país, creándose PODEMOS y sus diversas confluencias territoriales como producto principal de toda esa rebeldía popular ante tanta agresión neoliberal. Y a todo esto...¿Qué ha ocurrido con el PSOE? Pues era de esperar. Quien vive permanentemente en el engaño y la mentira, en el fraude constante, tarde o temprano es víctima de su propia estrategia. Ante la nefasta, agresiva y antisocial política del PP de Rajoy, y la aparición de PODEMOS (ahora también aliado con Izquierda Unida), la polarización de la sociedad española se ha llevado a un extremo tal que no sólo el bipartidismo ha perdido fuelle, sino que las cuatro principales formaciones politicas (la derecha del PP y CIUDADANOS, el social-liberalismo del PSOE y la socialdemocracia de PODEMOS), durante las dos últimas Elecciones Generales (el 20D y el 26J), han quedado tan equilibradas, en cuanto a posibles entendimientos, que la situación queda, como estamos viendo, permanentemente bloqueada. En realidad no debiera ser así, si el PSOE se comportara como lo que dice ser, un partido "de izquierdas" que lucha por la cohesión, la igualdad y la justicia social, pero ha demostrado ya muchas veces que del dicho al hecho...

 

Así las cosas, y después de la recién fracasada investidura de Rajoy, la situación está bien clara: ni del PP ni de CIUDADANOS se puede esperar otra cosa, ellos son la derecha pura y dura (más conservadora o más neoliberal, mas vieja o más moderna), representan a las élites económicas, y nunca van a permitir poner en tela de juicio la pérdida de su status quo, o la eliminación de sus privilegios o de sus beneficios. En el otro extremo, PODEMOS y sus confluencias representan (o al menos eso dicen) a las clases populares, a los de abajo, a la gente, no a la "casta" política y económica que ha dirigido el país desde la Transición, y por tanto, es de esperar que sus políticas y alianzas vayan inequívocamente en esta dirección (no obstante, aún tendremos que ir comprobándolo, dejémosles un margen de confianza). Bien, ¿quién nos queda? Pues nos queda este PSOE de Pedro Sánchez, que ateniéndonos al refranero popular, es "como el perro del hortelano, que  ni come ni deja comer". En efecto, la investidura fallida de Pedro Sánchez de la pasada legislatura se debió fundamentalmente a su incompetencia para pactar con PODEMOS, de quien reniegan de forma temeraria y absurda, porque saben perfectamente que una alianza con la formación política de Pablo Iglesias los obligaría a retratarse como formación política de izquierdas, cosa que dejaron de ser hace ya mucho tiempo. Ése fue el motivo de que pactaran con la formación política que lidera Albert Rivera, y de que por supuesto, tuvieran el voto en contra de PODEMOS.

 

Ahora, después de la fallida investidura de Rajoy después de las pasadas Elecciones del 26J, la pelota sigue estando en su tejado, al continuar representando la segunda opción política en número de votos y escaños. Pero como decimos, el PSOE se encuentra en una tremenda encrucijada, una encrucijada que pensamos marcará un antes y un después en la historia de este partido. Porque su posición es tan contradictoria, sus intereses tan entregados y sus posibilidades tan justas, que cualquier movimiento a derecha o a izquierda sería para ellos tremendamente negativo. Están en la tesitura de que no pueden facilitar la investidura del PP (ni siquiera con su abstención, como acaba de suceder) después de llevar más de cuatro años criticando sus políticas y proclamando que derogarán sus terribles leyes, pero tampoco quieren acercarse a PODEMOS y sus confluencias, ya que esta opción les exigiría adoptar compromisos, medidas y decisiones que no les interesan, tales como la reversión de los recortes practicados, una apuesta decidida por el rescate ciudadano, o la celebración de un referéndum que dejara decidir al pueblo catalán su libre encaje dentro o fuera del Estado Español. Y ante esta complicada tesitura, propia como decimos de cualquier entidad que se haya dedicado a engañar a la ciudadanía durante décadas, pensamos que la estrategia del PSOE es, pura y simplemente, no hacer nada. 

 

En efecto, y obedeciendo la máxima budista "No haz nada y todo quedará hecho", piensan equivocadamente que impidiendo ahora la investidura del PP, pero también al mismo tiempo impidiendo la formación de una alternativa de gobierno progresista y de izquierdas, una próxima convocatoria electoral mejorará aún más los resultados del PP, con lo cual podrán mantener su negativa en el Parlamento sin tanta presión (al no ser ya necesaria su abstención para que gobierne la derecha), y así lavarán su imagen y quedarán en la oposición con otros cuatro años por delante para regenerarse y poder volver a intentar ser la primera fuerza política. Pero esta opción es sumamente arriesgada (además de indecente, cobarde y peligrosa), ya que, de entrada, las previsiones electorales pueden no cumplirse, quedando de nuevo una situación permanente de bloqueo, o lo que sería aún peor para ellos, la fuerza electoral de PODEMOS los puede arrollar, o bien ponerlos en una encrucijada aún más peligrosa que la que actualmente soportan. Pero como en política nadie quiere adelantar los acontecimientos, en el PSOE se limitan a seguir en su laberinto, en continuar de cara a los medios de comunicación y a la ciudadanía echando balones fuera, o como mucho, a hacer el paripé de que negocian o intentan acordar con tal o cual formación política (sobre todo con la de Albert Rivera, sabiendo que es incompatible con PODEMOS) para justificar que hacen esfuerzos por la gobernabilidad de España.

 

Y mientras, las presiones internas y externas no dejan de acrecentarse, y ya le llegan de todas partes: buena parte de sus barones históricos y territoriales, el resto de fuerzas políticas, los agentes económicos y sociales, y por supuesto, los medios de comunicación nacionales e internacionales, que no cejan en su empeño de instar continuamente al PSOE a abstenerse, como acto de "responsabilidad", para "desbloquear el país", o "para evitar unas terceras Elecciones", entre otros pretextos. Ahora el PSOE dice que no le critica a Rajoy su acercamiento a las fuerzas políticas independentistas, pero cuando a ellos les tocaba hacerlo si querían apuntalar la investidura de Pedro Sánchez, resultaba que eran el auténtico diablo, y que "no iban a hacer descansar la gobernabilidad de España en grupos que quieren romperla". Es que destilan su hipocresía, sus mentiras y su indecencia a raudales. Tales son sus contradicciones internas, que el PSOE se ha convertido en una auténtica jaula de grillos. Y ante tanta declaración insultante e indecente, cualquier observador concluiría que el PSOE está deseando que gobierne de nuevo el PP, ya que, según dicen, "los ciudadanos les han situado en la oposición"...¡y tan ricamente!, tendríamos que añadir. Es una táctica que en el fondo busca volver a legitimar el bipartidismo, porque en el fondo, lo que se difunde es el subliminal mensaje de que "o gobierna el PP, o gobernamos nosotros, porque no hay más opciones, ni queremos que las haya".

 

Si tanto dicen velar por los "intereses de España", en vez de por los intereses de su partido, ¿por qué no han iniciado negociaciones con PODEMOS para abrir dicha posibilidad de un gobierno alternativo? Simplemente, porque no les interesa. Prefieren mil veces más un gobierno antisocial y antidemocrático, como el del PP, a gobernar con una opción real de progreso, que les obligaría a tener que retratarse como una fuerza política de izquierdas, y a poner en peligro gran parte del juego y de los intereses políticos que han practicado hasta ahora. Es un doble juego y una estrategia política absurda y torpe, que no les conducirá a ningún sitio, entre otras muchas cosas, porque si las preferencias electorales continúan con las mismas tendencias, el PSOE no podrá volver a gobernar en este país si no es con el concurso de PODEMOS, por lo cual toda su táctica de mentiras y engaños saldrá a relucir con toda su crudeza, más pronto que tarde, y provocará mucha más destrucción en el PSOE que la que puedan provocar ahora en su alianza con PODEMOS. El Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, es un líder cobarde y sin carisma, incapaz de enfrentarse a las diferentes presiones que sufre su partido, o bien, peor aún, desde el convencimiento de no quererse enfrentar. Pero si no sale pronto de su laberinto, está claro que el PSOE entrará en un proceso de involución, de agotamiento y de descrédito imparables, que erosionarán la confianza de sus votantes, y la capacidad de este partido para ser un actor relevante en la política española. 

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6 septiembre 2016 2 06 /09 /septiembre /2016 23:00
Escuela Pública y Religión: Incompatibles (III)

La educación pública española, a consecuencia de los compromisos de los sucesivos gobiernos con la iglesia católica y con la patronal de la enseñanza, nunca ha llegado a romper del todo con las tres principales herencias del franquismo: segregación clasista, confesionalidad y un amplísimo sector privado costeado con fondos públicos

Enrique J. Díez

Continuando con la exposición de la estructura básica de los conciertos educativos en nuestro país, diremos que la escuela privada-concertada ofrece básicamente no sólo la selección del alumnado, sino también del ideario religioso para quien le interese. Y volviendo al tema que ya discutimos en el primer artículo de esta serie, hemos de volver a recordar que eso de la "libertad" de los padres para educar a sus hijos (manifiestada en esa "libertad de elección de centro"), no es ni lo justa ni lo equilibrada que sería de desear. Ni justa porque no es cierto que todos los padres puedan "elegir", ni equilibrada porque, por esa misma regla de tres, también tendría que haber colegios musulmanes, colegios judíos, etc., para que todos los idearios religiosos quedaran cubiertos...¿o es que la supuesta "libertad" de los padres católicos debe ser mayor o estar mejor atendida que la "libertad" de los padres musulmanes? De nuevo, la falacia es absolutamente evidente. Pero lo más escandaloso de todo, como también hemos resaltado en anteriores entregas, es que esta escuela concertada la estamos pagando TODOS los padres y madres con nuestros impuestos. Agustín Moreno, en el artículo de referencia que estamos siguiendo, ofrece un símil muy ilustrativo: "Es como si pudiendo ir gratis a un precioso parque público como El Retiro, algunos se empeñasen en que les paguemos entre todos el club de golf porque no se quieren juntar con sus conciudadanos". Y nosotros añadimos lo siguiente: y encima, reclamaran su "derecho a la libertad" de ir al parque público que quisieran como argumento. 

 

Frente a este modelo de concierto educativo público-privado, con las negativas características que ya hemos comentado, la escuela pública, pensada por todos y para todos, debe asegurar la gratuidad, la coeducación, la ausencia de todo ideario religioso (desde el escrupuloso respeto a los puntales de un Estado Laico, que debe separar la esfera religiosa de la esfera pública civil, social y administrativa, respetando todas las opciones religiosas pero sin apoyar oficialmente a ninguna), un profesorado bien seleccionado, remunerado y formado continuamente, un funcionamiento democrático, y una participación abierta a todos los sectores de la comunidad educativa. En definitiva, una escuela pública universal, gratuita, de calidad, laica, democrática, inclusiva y participativa. Una escuela pública que atiende y respeta la diversidad, que no segrega ni construye guetos educativos, y que no se adscribe a ninguna ideología, sino que pretende formar a personas cultas, libres y críticas. Ese es el modelo de escuela pública que queremos. Pero volvemos a insistir: no se pretende derribar la escuela privada, que se financia exclusivamente con las aportaciones de los padres y de sus organizaciones propietarias. Respetamos absolutamente la libertad de los padres de educar a sus hijos en dichos colegios. Pero los conciertos educativos sí necesitan ser progresivamente eliminados, porque representan una farsa, un engaño a la ciudadanía, un fraude tanto al sistema público como al privado. Pues vendiendo a la sociedad ese modelo "mixto", en realidad lo que se pretende es continuar financiando de forma pública los centros que practican el ideario de los privados. Y eso no lo podemos consentir. 

 

Conviene recordar que España, como también hemos destacado en anteriores entregas, es una anomalía en Europa (como en otros muchos aspectos) en cuanto a la existencia de estos centros concertados. Somos el tercer país de Europa en este tipo de centros, detrás de Bélgica y Malta. Y el gasto privado en educación (0,6% del PIB) es el doble que el promedio de la UE (0,36% del PIB). En todos los demás países (en Francia, en Alemania, en la católica Italia, o en la envidiada y multirreferida Finlandia, entre otros), el sistema educativo es inmensamente público (89,2% en la educación primaria y 83% en secundaria en la UE-28, frente a un 68% de España), además de no existir (o ser ínfimos) estos conciertos educativos que se dan en nuestro país. Y el hecho de que los hijos de padres y madres de diferentes estamentos, estratos o clases sociales asistan juntos a las mismas escuelas, es sin duda un factor de cohesión social y de calidad y madurez democrática. Y tampoco vale el supuesto argumento del menor coste de la escuela concertada con respecto a la pública. Se ha recurrido a él en multitud de ocasiones, manipulando los datos, pero es una conclusión absolutamente errónea. El Observatorio por la Educación Pública de 2014 lo dejó claro en su Informe "El coste de la plaza escolar en la escuela pública y la concertada" (cuyo resumen y descarga puede realizarse desde esta página), donde se ha demostrado que no existe tal diferencia, y que los costos son similares. Y eso, teniendo en cuenta que en la educación pública, dada su función inclusiva, se incluyen las 4/5 partes del alumnado con mayores necesidades educativas (integración, origen extranjero, Formación Profesional Básica, diversificación curricular, etc.). 

 

Ante todas estas evidencias, la estrategia del Estado (a través de los sucesivos gobiernos bipartidistas PP-PSOE que han apoyado la escuela concertada) parece estar bien clara: la financiación pública de una doble red de centros con estas características conduce en último extremo al desmantelamiento del modelo de escuela pública para dejar de atender al derecho humano fundamental a la educación, y abandonar el proyecto solidario de cohesión y vertebración social. No es compatible la existencia y el mantenimiento de un sistema público de calidad con el constante crecimiento de la red de centros concertados, por un evidente motivo de racionalización y equilibrio. Pero dicho lo cual, volvemos a insistir, para que no haya ningún malentendido: a ningún empresario se le puede prohibir construir centros privados, ni a ninguna familia llevar allí a sus hijos a estudiar, pero nunca mediante financiación pública de forma total o parcial. El dinero público no debe financiar un sistema educativo segregador, elitista, sectario, ni que fomente las desigualdades. Los contribuyentes, como es de todo punto lógico y justo, no deben sufragar una educación separada para que los padres que quieran, lleven a estudiar a sus hijos para "darle la educación que ellos quieren". Lo justo es que si vivimos en sociedad (lo que ocurre en el fondo es que algunos no creen ni siquiera en la sociedad), la financiación pública se dedique a la mejora de los recursos de todos, y no a la satisfacción del deseo de unos padres y madres que quieren que sus hijos se eduquen de otra forma. 

 

Ante el panorama descrito hasta aquí, y antes de entrar en materia en cuanto al estudio de la religión (que comenzaremos a partir de la siguiente entrega), lo que nosotros proponemos como conclusión es que hay que tender hacia la supresión progresiva (sin prisa, puesto que hay que derivar los actuales recursos humanos y materiales desde la escuela concertada hacia la pública, incluso hacia la privada en aquéllos centros que lo deseen) de la financiación pública de los centros privados concertados. Evidentemente, no es tarea que se pueda ni se deba hacer de un año para otro, ni siquiera completar en una legislatura, pero sí es importante comenzar a caminar en dicha dirección. Y así, la apuesta debe ser por una red única de centros de plena titularidad y gestión pública (esta diferenciación también es importante, para eliminar las posibles tentaciones de externalizar o privatizar determinados servicios educativos o escolares) que, progresivamente y de manera voluntaria y negociada, integre los centros concertados en la red de escuelas públicas. Mientras tanto, por supuesto, no debe haber ni un sólo concierto educativo más, y debe suprimirse de inmediato la financiación a todo tipo de centros que practiquen cualquier tipo de discriminación o no aseguren la gratuidad. El acuerdo social,  político y territorial que necesita el sistema educativo en nuestro país debe abordar, ya es hora, la existencia de esta perversa anomalía de los centros concertados, que tienen como función principal el negocio económico (se han descubierto últimamente incluso nichos de corrupción en este asunto), así como el adoctrinamiento ideológico, que abordaremos enseguida. Continuaremos en siguientes entregas.

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5 septiembre 2016 1 05 /09 /septiembre /2016 23:00
Viñeta: Josetxo Ezcurra

Viñeta: Josetxo Ezcurra

Los resultados del proceso de negociación política del conflicto armado están dados, la guerra ha terminado. Las FARC-EP han dejado de existir. Las estructuras militares, la organización de bloques, comandos, secretariado y cuadernos de campaña son historia y tendrán su buen morir cuando todas las armas hablen como una sola voz de fuego disparándole al cielo como señal de cierre de su última conferencia político militar. A partir de ahí quedarán declarados hermanos de lucha política, ya no camaradas combatientes. La firma del acuerdo final proclamó el desarme total del ejercito insurgente y anunció su entrada a la vida política donde tendrá que reinventar su proyecto sin armas y movilizar su discurso de poder de otra manera, con otros modos de acción que impidan un salto al vacío

Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Podemos proclamar que termina la guerra con las armas y comienza el debate de las ideas. Confesamos que hemos concluido la más hermosa de todas las batallas: la de sentar las bases para la paz y la convivencia

Iván Márquez (Jefe de la Delegación de Paz de las FARC-EP)

Salvando las distancias (que las hay y muchas, pues ambas organizaciones obedecen a orígenes, motivaciones, antecedentes y evoluciones distintas), se puede decir que las FARC-EP en Colombia y ETA en España (existen también otros ejemplos ya históricos, como IRA en Irlanda), son (eran) dos organizaciones terroristas que operaban en sus respectivos países durante más de medio siglo, dedicadas fundamentalmente al secuestro, la extorsión, el asesinato, y en el caso de las FARC-EP, también al tráfico ilícito de drogas. Pero lo que nos interesa para el enfoque del presente artículo, tal como proponemos en el título, es una especie de comparativa, trazar un guión que nos compare cómo se ha solucionado dicho conflicto en Colombia, y cómo se "soluciona" en España. Las comillas, evidentemente, quieren significar que en nuestro país, España, dicho conflicto no acaba de solucionarse del modo correcto, pues aunque ETA lleva varios años en absoluto silencio, desde que declaró el último alto el fuego unilateral, y el cese definitivo de su actividad armada, con lo cual quedó prácticamente disuelta, el pueblo vasco quiere la paz, una paz completa y definitiva, pero las autoridades del Estado Español (a través de sus respectivos Gobiernos e Instituciones) no hacen más que poner palos en las ruedas en dicho proceso de paz. 

 

Veamos en primer lugar el proceso colombiano, que acaba de culminar en días recientes. Desde hace más de cuatro años, y después de arduas e intensas negociaciones entre las delegaciones del Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y de la guerrilla de las FARC-EP, y con la colaboración y mediación de Cuba y de Noruega (como países anfitrión y garante, respectivamente), de Venezuela y de Chile (como países acompañantes), se ha alcanzado y firmado el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Han tenido como referentes la Constitución Nacional de Colombia (que reconoce la paz como un derecho humano fundamental), los principios del Derecho Internacional sobre Derechos Humanos, el Estatuto de Roma (sobre el Derecho Penal Internacional), y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otras sentencias y convenios reconocidos universalmente. Se ha contemplado en el horizonte la satisfacción de los derechos fundamentales de carácter político, social, económico y cultural, así como los derechos de las víctimas del conflicto a la verdad, la justicia y la reparación, y el derecho de la sociedad a la no repetición de la tragedia del conflicto armado. Las partes han negociado con voluntad de poner punto y final al conflicto, han enmarcado sus conversaciones con el concurso de terceros actores, que han proporcionado el respaldo y la legitimidad debidas, y han dado respuesta a los múltiples aspectos y facetas que un acuerdo de estas características supone. El texto íntegro del acuerdo final (un extenso documento de casi 300 páginas) se puede descargar en este enlace.

 

Durante más de 52 años, han sido millones los colombianos y colombianas víctimas de desplazamiento forzado, cientos de miles de muertos, decenas de miles de desaparecidos, sin olvidar el gran número de poblaciones y comunidades de toda índole que han sido afectadas a lo largo y ancho del territorio. Por todo ello, se ha negociado para construir un acuerdo integral que determine todos los aspectos implicados, y que pueda dar solución a todos ellos de forma satisfactoria. Así, el acuerdo final es en realidad una suma de acuerdos parciales, que cubren aspectos como la reforma rural integral, la participación política, cese del fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, dejación de las armas, reincorporación de las FARC-EP a la vida civil (en lo económico, lo social y lo político), convirtiéndose en un actor válido y reconocido dentro de la democracia colombiana, ofreciendo las debidas garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres, o que atentan contra defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos, la solución al problema de las drogas ilícitas (incluyendo los cultivos de uso ilícito, así como su producción y comercialización), para todo lo cual se crean nuevos órganos, comités y sistemas, que tienen como fin la materialización y vigilancia de todos los puntos acordados. El Acuerdo crea también el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, diseñando mecanismos extrajudiciales complementarios que contribuyan al esclarecimiento de la verdad sobre lo ocurrido, la búsqueda de los seres queridos desaparecidos y la reparación del daño causado a personas, colectivos y territorios. 

 

También se han definido acuerdos para el desmontaje del fenómeno del paramilitarismo, y todas sus redes de apoyo. Junto al indulto y a la más amplia amnistía política, se abre el camino para la progresiva conversión de las guerrillas de las FARC-EP en partido o movimiento político legal en el nuevo escenario social que se desprende de los recién alcanzados acuerdos de paz. Finalmente, y como mecanismo garantista integral, se crea una Comisión de Implementación, Seguimiento y Verificación del Acuerdo. Asímismo, el texto íntegro del acuerdo definitivo se someterá a referéndum del conjunto de la población el próximo mes de octubre, poniendo el justo broche final a todo el proceso. El conflicto armado en Colombia necesitaba una solución política, y se le ha dado, regalándole además grandes dosis de generosidad y de voluntad políticas. Bien, veamos ahora el caso español. En nuestro país, con un período de actividad armada a sus espaldas próximo también al medio siglo, la organización terrorista ETA realizó hace ya varios años la Declaración Unilateral de Cese Definitivo de la violencia, poniendo fin a las muertes, los secuestros y las extorsiones llevadas a cabo por la banda. Pero sin embargo, la política del Estado Español, a través de su Gobierno (en este caso del PP, pero con el apoyo de la otra pieza del bipartidismo, el PSOE), continúa su ofensiva al entorno de la izquierda vasca (izquierda abertzale, o izquierda independentista) mediante la detención no sólo de etarras, sino también de todo tipo de organizaciones o establecimientos que consideran por parte del Estado como "colaboradores necesarios" (Herriko tabernas, Herrira, medios de comunicación, organizaciones juveniles, etc.), siguiendo la doctrina del ex juez Baltasar Garzón, artífice de la teoría de que "Todo es ETA". 

 

En este sentido, se constata que únicamente existe un guión válido para los dos partidos políticos mayoritarios. Porque, en efecto, para ellos la única lectura, la única película posible (película en la que coinciden también todas o casi todas las organizaciones de víctimas) es que no ha existido ningún "conflicto vasco". Para ellos, lo único que ha habido ha sido terrorismo puro y duro, por medio de una banda criminal y asesina que ha instaurado el terror social en nuestro país durante décadas mediante prácticas deleznables. Sin embargo, cada vez somos más los que creemos que intentar desligar todo atisbo de motivación política a los asesinatos de ETA es, cuando menos, un arriesgado ejercicio. Lo cierto es que a ese guión inamovible del bipartidismo español se le notan muchas fisuras democráticas y en torno al respeto a los Derechos Humanos, como por ejemplo, la negativa a cambiar ni un ápice la política penitenciaria del Gobierno, mediante medidas de acercamiento de los presos etarras a cárceles del País Vasco, para que puedan ser fácilmente visitados por sus familiares y amigos/as. Esta postura del Estado Español a través de sus respectivos Gobiernos no facilita en nada la consecución de un clima que permita contribuir, como ha ocurrido en Colombia, al asentamiento definitivo de la paz social. Y eso que diversas sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo han dejado en evidencia y en ridículo internacional a los recientes Gobiernos españoles. En vez de los sentimientos de reconciliación, de convivencia y de paz, fomentan de esta forma los sentimientos de rechazo, de odio y de venganza, bajo una permanente defensa de la política de la "derrota" de ETA por parte de las Instituciones y del Estado de Derecho, que como decimos, esconde únicamente una política revanchista.

 

Y en ese clima, paradójicamente, se han multiplicado los casos de presuntos delitos de enaltecimiento del terrorismo, llegando incluso a los más patéticos ejemplos, como el ocurrido a unos titiriteros granadinos, al representar una obra de marionetas de carácter satírico. Desde el entorno abertzale, con un importante respaldo de expertos de ámbito internacional, se han organizado diversas jornadas bajo un intento de reclamar el inicio de un proceso de negociación con todos los actores, para alcanzar, como acaba de ocurrir en Colombia, un acuerdo de paz estable, duradero y definitivo. Pero lejos de comportarse como las autoridades colombianas, las autoridades españolas han despreciado absolutamente dichos intentos, ridiculizando a los intervinientes en los ciclos, charlas y jornadas, y negándose a asistir como representantes del Estado y del Gobierno Español. Han criticado y desprestigiado dichos intentos, incluso a los diferentes expertos internacionales que participaban en ellos. El Gobierno se asienta en su trinchera de poder, y en su trono de la desconfianza, del rencor y de la venganza, difundiendo únicamente el mantra del NO a la negociación. Líderes políticos y sociales de la izquierda vasca fueron encarcelados durante años, como Arnaldo Otegi, simplemente por intentar pacificar el conflicto, e incluso cuando han cumplido sus condenas, siguen quedando inhabilitados para el desempeño de cualquier cargo público o representación política electa, lo cual debilita bastante los anhelos del pueblo vasco de elegir a sus propios líderes e interlocutores. No se ha querido entrar en la vía del diálogo político para la resolución del conflicto, moviéndolo todo únicamente en el ámbito judicial, con el apoyo de unas Instituciones y tribunales procedentes de la época franquista. 

 

La consecuencia que podemos extraer de todo ello es que, a diferencia del Gobierno colombiano, el Gobierno español no quiere la paz. No tiene interés en la paz, no la desea, incluso nos atrevemos a decir que lo que añora es el escenario anterior, donde la existencia de la lucha armada y de las acciones violentas le permitía continuar abrazado a la bandera del enemigo interno, un enemigo que le permitía conservar y reforzar su imagen de defensa a ultranza de una cierta visión de España, una visión excluyente que se está volviendo a poner en entredicho con la fuerza del proceso soberanista en Cataluña. Bajo estos disfraces y moviendo estos fantasmas, en realidad las autoridades españolas ocultan su profunda naturaleza antidemocrática, antisocial y autoritaria, donde no cabe otro modelo de Estado que no responda a esa imagen uniformizada de una España constitucional construida sobre los escombros de la derruida dictadura. Todo ello es claramente indicativo no sólo de la ínfima talla política de nuestros gobernantes, sino también de la poca altura democrática de un país como el nuestro. Un país donde encallan los conflictos políticos porque pretenden ser resueltos por la vía judicial, un pais que no reconoce su histórica plurinacionalidad, y que ejerce una democracia bajo mínimos, simplemente, no está preparado para solucionar este tipo de conflictos. Porque para solucionar conflictos como el terrorismo se necesitan líderes inteligentes y generosos, se necesitan democracias avanzadas, y se necesitan pueblos concienciados para la paz. España, lisa y llanamente, no da la talla en ninguno de dichos requisitos.

 

Pero en fin, ¿qué vamos a esperar de un país gobernado por los herederos y descendientes de aquéllos que gobernaron en la dictadura franquista durante más de cuarenta años? ¿Cómo vamos a extrañarnos en un país donde el Partido Popular, la fuerza politica más votada en las últimas citas electorales, jamás ha condenado claramente el franquismo, donde no se cumple la Ley de Memoria Histórica, donde las instituciones no dan apoyo a las familias que quieren retirar los cadáveres de sus seres queridos de las cunetas, o donde el Gobierno ha sido condenado por todo ello repetidas veces por tribunales internacionales? ¿Qué podemos esperar de un país que impide también a la justicia extranjera (en este caso, a la argentina) investigar los crímenes franquistas? España se niega a procesar y a extraditar a los torturadores franquistas aún vivos, y el partido en el gobierno (en funciones) se rebela incluso ante la posibilidad de cambiar el nombre al callejero, porque dice que "hay que ser fieles a la Historia". En fin, ¿de qué nos extrañamos en un país donde jamás, desde el fin de la dictadura, se han implementado mecanismos de justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición? Hoy, Colombia, junto al resto de países e instituciones que han colaborado en el proceso de paz, ha dado una lección al mundo de pacifismo, de integridad, de madurez democrática, de voluntad y de civilización. España, por el contrario, sigue sumida en el autoritarismo despótico de los herederos del franquismo, y en la falta de voluntad política para que, de una vez por todas, se reconozca su plurinacionalidad, y se respeten todas las opciones políticas, incluso las que proceden del ya periclitado conflicto armado. 

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4 septiembre 2016 7 04 /09 /septiembre /2016 23:00
Por la senda del Pacifismo (XIV)

Pese a su bien cultivada imagen de progreso e ilustración, la Unión Europea no es un baluarte de paz y cooperación mundial. Actúa como una banda de 28 naciones al servicio de la política exterior de Estados Unidos pero los países que la integran también son víctimas del poder norteamericano. Estados Unidos es el socio invisible de la UE, asegurando que se mantenga bien financiada, crezca la OTAN y nadie se salga fuera de la órbita estadounidense

Margaret Kimberley

Como ya indicábamos desde el artículo anterior, no es justa la generalización de carácter islamófobo que se hace contra estos grupos terroristas, ya que en realidad, se trata de una minoría, apoyada y financiada desde el wahhabismo más rancio de Arabia Saudí, que resulta ser el principal aliado de Estados Unidos e Israel en la zona. Pero desgraciadamente, no es ésta la información que nos cuentan los grandes medios de comunicación occidentales, que como siempre, instrumentalizan la información al servicio de sus intereses. Nunca nos cuentan la verdad, y la verdad es que el Estado Islámico (y su predecesor, Al-Qaeda en Irak y demás grupos previos) fue financiado por grandes jerarcas y magnates saudíes desde hace años, incluso estando Estados Unidos sobre el terreno tras la invasión y ocupación de Irak, y que ya desde entonces, se ocupaban de matar a gente irakí por comportamientos o creencias consideradas "heréticas". Hasta que llegado un determinado momento, con suficiente financiación, armamento y base geopolítica, decidieron hacer la guerra por su cuenta, atacando al gobierno de estos países musulmanes, logrando apoderarse de los pozos de petróleo y destruyendo todo el capital cultural de las tradiciones históricas de todos estos países. Pero a EEUU todo esto le da igual, a ellos sólo les interesa que tienen un nuevo enemigo al que criminalizar, ya tienen una nueva guerra preparada, y les importa muy poco que mueran cientos o miles de civiles inocentes, al bombardear de forma indiscriminada. 

 

Pero en realidad, como venimos contando, ni Estados Unidos ni sus socios europeos tienen ninguna intención de acabar con el fundamentalismo wahhabí, permitiendo que sus aliados Arabia Saudí y Qatar continúen financiándolo y extendiendo esta corriente por el mundo árabe, y por las comunidades musulmanas en Europa, donde reclutan muchos de sus activistas. Este es el verdadero panorama, y se constata perfectamente, como venimos afirmando desde varios artículos atrás, que este asunto del terrorismo internacional no es un asunto de buenos y malos. Existen muchos intereses implicados, y muchos factores que inciden en que dichos nidos de terrorismo se expandan, para así justificar determinadas políticas, en un escenario internacional tremendamente complicado, con intereses cruzados entre diversos países. Así, vemos cómo el auge del fundamentalismo islámico favorece a su vez el auge del racismo y de la islamofobia, y por extensión del neofascismo en Europa, a la vez que crea un clima favorable a nuevas intervenciones armadas por parte del imperialismo norteamericano y todos sus "socios" europeos. Todo ello sirve a su vez para retroalimentar los atentados terroristas en suelo europeo y norteamericano, lo que a su vez contribuye a la creación de Estados de excepción, autoritarios y policiales, que justifican los recortes a ciertos derechos y libertades públicas. Y todo ello unido, a su vez, distrae la atención sobre los problemas sociales que acucian a estas sociedades occidentales capitalistas, sumidas en el desempleo, la precariedad, y un desmontaje de todos sus sistemas de protección social, bajo nuevos ataques en oleada del más descarnado neoliberalismo. 

 

En última instancia, toda esta escalada terrorista (cuyos intereses ya hemos expuesto a grandes rasgos) pone sus miras en disipar a medio plazo el enorme descontento social debido a las políticas de sus respectivos Gobiernos, atajando el malestar social, las revueltas populares y las protestas callejeras, y debilitando la lucha de clases, ante la posibilidad de una escalada bélica, que amenaza con convertirse en un conflicto mundial. Pero en el fondo, no es más que otro recurso de la burguesía para intentar debilitar cualquier conato de oposición sindical y política contra la masiva implantación y expansión de esta fase del capitalismo, la fase neoliberal globalizadora. El terrorismo internacional juega esta importante baza, ya que en resumidas cuentas, es el tipo de "oposición" que al capitalismo norteamericano y europeo le interesa. Bajo la difusión de manipulados mensajes y la ocultación de la verdad, convierten al terrorismo en su aliado, y mientras proclaman a los cuatro vientos la necesidad de defenderse contra él, de criminalizar a los terroristas y de declarar solemnemente que nos están haciendo la guerra, justifican el resto de sus políticas, que son en última instancia lo que persiguen. Como vemos, una casi perfecta maniobra del imperialismo norteamericano y europeo para conseguir sus fines. En este artículo publicado por Alfredo Jalife-Rahme para el medio La Jornada, el autor explica perfectamente el origen de los yihadistas, refiriendo la denominada "Operación Ciclón" de la CIA, organizada en 1979 cuando el Presidente Carter destinó de forma secreta 500 millones de dólares para crear, a instancias de su asesor de Seguridad Nacional, un movimiento de guerrilleros islámicos en Afganistán y en Pakistán con el fin de desestabilizar a la por entonces Unión Soviética (URSS). 

 

Por tanto, y como estamos viendo, el terrorismo internacional no es una cuestión de cuatro fanáticos, ni de la maldad intrínseca del ser humano, ni de la bestialidad del mundo musulmán, sino producto de unos intereses geopolíticos que, cuando se convierten en la obsesión de ciertos y poderosos países, activan una serie de reacciones en cadena que hacen surgir, con el tiempo, los factores que desencadenan los actos terroristas. Es inútil por tanto establecer perfiles étnicos o religiosos, desplegar ataques furibundos tras cada atentado, fomentar la islamofobia o el racismo excluyente, porque ninguna de dichas estrategias es buena consejera para la consecución de la paz. Para fomentar la paz, lo hemos dejado sentado desde el primer artículo de esta serie, simplemente hay que creer y apostar firmemente por ella. Y ello implica, como estamos haciendo, desvelar los verdaderos intereses que fomentan la crueldad, las guerras y los atentados por todo el mundo, e intentar, cada país en la medida de sus posibilidades, enfrentarse con determinación a dichos intereses. Basta ya por tanto de típicas y enlatadas interpretaciones de nuestros ignorantes políticos de turno, basta ya de llamadas al nacionalismo para combatir el terrorismo, basta ya de falsas e hipócritas proclamas que lo único que consiguen es tensar aún más la cuerda fanática del terrorismo. Los intentos de despolitizar los actos terroristas son otra táctica para desconcertar, para manejar a la opinión pública, para desviar su atención y para ocultar los auténticos motivos que mueven a los asesinos. Por tanto, ni Islam ni locura: el terrorismo es, en el fondo, pura política. 

 

Bruno Guigue lo ha dejado expresado perfectamente en este artículo traducido del francés para el medio Rebelion.org por Caty R.: "El terrorismo no existe porque haya ciertos locos que lo ejecutan, pero no existirían esos locos si no hubiera una organización que difundiera las consignas. No dejaremos de repetirlo: el terrorismo es un asunto político. Y si brinda a los desequilibrados un medio de expeler su malestar es porque la organización existe antes que los locos y los utiliza como "soldados de la yihad". Lo que llevan pretendiendo nuestros gobernantes es que veamos al terrorismo como una cuestión de buenos y malos, de amigos frente a enemigos, de socios y aliados frente a los monstruos adversarios que intentan destruirnos. Enmascaran las estrategias políticas que hay detrás del terrorismo bajo ataques a nuestras culturas, a nuestros valores, a nuestros modos de vida, a nuestra libertad. Nos venden el mensaje de que ellos quieren destruirnos sin más motivos. Pero en realidad, como estamos demostrando, esta falsa interpretación del fenómeno terrorista oculta su motivación primigenia, esconde sus orígenes y difumina los intereses en juego, despojando al fenómeno de cualquier análisis racional. Lo que se consigue, al fin y al cabo, es arrojar una cortina de humo sobre las razones de fondo de ese peligro letal, de ese abominable fenómeno, que nuestros dirigentes, por cobardía, ignorancia o cinismo, contribuyen a extender. Pero aún nos quedan muchas cosas por contar. Continuaremos en siguientes entregas.

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1 septiembre 2016 4 01 /09 /septiembre /2016 23:00
Viñeta: Daniel Mermet

Viñeta: Daniel Mermet

El capitalismo neoliberal, con su proclamación del mercado y no del ser humano como eje absoluto del funcionamiento de la sociedad, ha multiplicado la miseria y ampliado las desigualdades a escala universal. Generador constante de crisis, el orden capitalista pretende ignorar que son las asimetrías las que las provocan y se las arregla siempre para descargar sus efectos en las personas humildes del planeta

Manuel E. Yepe

Tras la reciente finalización de nuestra extensa serie de artículos sobre "Marxismo, Socialismo y Capitalismo en el Siglo XXI" (a la cual remito a todos los lectores que aún no la hayan seguido), vamos a comenzar aquí una nueva serie, en cierto sentido complementaria de aquélla, porque como su título indica, vamos a intentar hacer un estudio lo más profundo y pormenorizado posible sobre las causas del mayor problema global de nuestro mundo: la desigualdad. Queremos estudiar la sociedad que genera estas desigualdades sociales, su arquitectura, sus reglas, sus permisos, su anatomía. Queremos diseccionarla, queremos analizarla y pretendemos desvelar todos los factores que inciden, en mayor o menor medida, en que existan todas estas gravísimas desigualdades sociales, que son el auténtico cáncer que nos corroe a escala mundial. Queremos por tanto diseccionar completamente el mundo de hoy, tanto en nuestro país como en terceros países, y exponer con todo lujo de detalles las verdaderas causas, los auténticos motivos que generan, propician y fomentan estas desigualdades. Y por supuesto, también iremos desgranando las soluciones que nosotros proponemos, desde la izquierda transformadora, para acabar con dichas desigualdades, para desmontar los mimbres de nuestras injustas sociedades, y para evolucionar hacia modelos de sociedad más justas, equilibradas, avanzadas y humanas. 

 

Por supuesto, y como siempre hacemos, iremos enlazando a todas las fuentes de información y a todos los diversos autores en los que nos vamos a basar para ir introduciendo todo nuestro relato, relato durante el cual tendremos que ir deteniéndonos en los principales factores que provocan las terribles desigualdades actuales. Hablaremos así, entre otros muchos aspectos, de los ricos y su poder, de la estructura social básica que alberga las desigualdades, de la deuda de los países (sobre todo de los del Sur), de los paraísos fiscales, de la estructura del mercado laboral, de la pobreza energética, de la pobreza infantil, de los fundamentos que propician la corrupción política y económica, de la necesidad de redistribución de la riqueza, de la urgencia en la implantación de unos mecanismos para una fiscalidad internacional más justa, de la necesidad de globalizar el trabajo decente y los derechos humanos, y de la posible reorganización que podemos proponer en cuanto a las normas del comercio internacional. Todos ellos y muchos otros son factores y posibles soluciones que intervienen en esta arquitectura social de la desigualdad, y es preciso, como decimos, pasar a estudiarlos con detalle. Revisaremos también lo principal de diversos informes publicados por algunas organizaciones no gubernamentales especializadas en el tema, para que al final tengamos no solamente asimilada la esencia de dicha arquitectura de la desigualdad, sino las necesarias transformaciones que harían falta para revertirla. Dicho todo lo cual, podemos ir entrando en materia. 

 

Vivimos en una sociedad consagrada a la desigualdad. Esto es un terrible hecho, pero desgraciadamente, real. Así como se dice que en el origen del Movimiento 15-M español está la pequeña pero valiosa obra "Indignaos!", un opúsculo del veteranísimo francés recientemente fallecido Stéphane Hessel, el movimiento galo denominado "Nuit Debout" (Noche en pie) nació de los colectivos que asistieron a las proyecciones de una película que tuvo un tremendo éxito en Francia. Su título es "Merci, patron!" (Gracias, patrón), una suerte de documental-comedia del novel cineasta François Ruffin, director del fanzine Fakir, que cuenta cómo uno de los símbolos del capitalismo francés contemporáneo, Bernard Arnault, CEO de Lvmh, un conglomerado de empresas de lujo que agrupa a marcas como Louis Vuitton, Kenzo, Dior, Fendi y Gyvenchi, suprime miles de puestos de trabajo de un plumazo y convierte a una pequeña localidad francesa en un pueblo fantasma, al cerrar la única fábrica que allí existía, "deslocalizándola" hacia un país con costes laborales muchísimo más bajos, algo completamente usual hoy día en gran cantidad de empresas. La película-documental fue rodada por el equipo de Fakir y sus actores son los propios habitantes de la localidad afectada, y ex trabajadores de la fábrica cerrada, fundamentalmente dos sindicalistas. La bronca que causó ver a Bernard Arnault, una de las mayores fortunas de Europa y la mayor de Francia, justificar los despidos de cientos de obreros en aras de maximizar los beneficios de una transnacional fue tal, que "Merci, patron!" se convirtió rápidamente en un auténtico fenómeno sociológico. Es sólo un ejemplo, aunque desgraciadamente, no un ejemplo aislado. 

 

Mukhesh Ambani, miembro de la Junta Directiva del Foro Económico Mundial de Davos, es Presidente de la compañía Reliance Industries, y es conocido por ser el hombre más rico de la India. Posee una casa (mejor diríamos una mansión) valorada en mil millones de dólares, con 27 pisos, para una familia de seis personas, en un país en el que el 40% de los niños y niñas padecen desnutrición severa. Y existen evidencias científicas más que suficientes (algunas de ellas las expondremos durante esta serie de artículos) que demuestran cómo el incremento en las desigualdades tiene significativas repercusiones negativas sobre otros aspectos de la vida de las personas que afectan directamente al bienestar y a la felicidad. Tal sería el caso de la educación, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la incidencia de posibles enfermedades mentales, el consumo de drogas, las tasas de obesidad y sobrepeso, o el número de suicidios u homicidios. Se trata indefectiblemente de variables, todas ellas, que presentan peores valores en aquéllos lugares en donde mayor es la desigualdad. Durante el año 2015, el Presidente de la compañia energética Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, percibió entre sus diferentes conceptos retributivos una cantidad diaria de más de 26.000 euros, mientras que la compañía, durante ese mismo año, realizó más de 265.000 cortes de electricidad a hogares españoles por impago de su factura eléctrica. Es sólo un dato ejemplar y significativo de la salvaje desigualdad imperante en nuestra alienante y decadente sociedad capitalista. 

 

O bien, y por poner otro sugestivo ejemplo, mientras en oscuras e indecentes fábricas de la India trabajan en régimen esclavo miles de personas, elaborando la ropa de las marcas del famoso grupo textil Inditex, Amancio Ortega se embolsará este año la cantidad de 3 millones de euros ¡diarios! sólo por la rentabilidad de sus dividendos en la compañía que dirige Pablo Isla. Según el medio Infolibre, el empresario, que posee casi el 60% de las empresas del grupo, ingresó más de 500 millones de euros de una tacada, un 15% más que en el anterior ejercicio. Habría que preguntarle si los trabajadores de sus fábricas también han percibido una subida de un 15% en sus salarios. La hija de Amancio Ortega, Sandra Ortega, posee también un 5,053% del capital del grupo, y percibirá por ello casi 100 millones de euros como retribución por sus acciones. ¿Es lícito vivir en una sociedad así, que permite estas aberraciones? Y mientras, la mayoría social y trabajadora nos preguntamos por qué, y cómo es posible que nuestra sociedad permita que ciertos individuos tengan el poder, mediante sus decisiones, de transformar no sólo la vida íntima y particular de cientos de miles de terceras personas, sino también la de transformar la actividad económica de ciertos lugares, fuente de su riqueza material y social. La sociedad consagrada a la desigualdad en la que vivimos ha llegado a tal grado de perversidad que unos cuantos individuos, más o menos el 1% de la población, posee no sólo las riquezas, sino el poder y la capacidad para controlar y dirigir la vida del resto. Estamos cansados, hartos de ver y oír casos en este sentido, y ya lo hemos asumido como algo normal. Pero no es normal. O mejor dicho, no debería serlo. Continuaremos en siguientes entregas.

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31 agosto 2016 3 31 /08 /agosto /2016 23:00

Becerrada en Valmojado (Toledo) Fuente: PACMA (https://pacma.es/)

El cariño por los animales está tan estrechamente unido a la bondad del carácter, que puede afirmarse que todo aquél que es cruel con los animales no puede ser hombre bueno

Arthur Schopenhauer

A vueltas con el maltrato animal, y concretamente con aquéllas manifestaciones y "festejos" populares con que cada verano los pueblos de esta España profunda, inculta, atrasada y aberrante nos regalan, exponemos aquí, por enésima vez, la imperiosa y urgente necesidad de abolir estos crueles "espectáculos", que lo único que destilan es una utilización de estos animales para alimentar los más bajos instintos humanos (mejor no deberíamos catalogarlos ni siquiera de humanos), la más atroz crueldad, la más gratuita instrumentalización de estos seres vivos, para "divertir" a esta espantosa plebe que, por lo visto, sólo sabe hacerlo a costa del sufrimiento, la tortura y la muerte de estos inocentes animales. El caso que traemos esta vez como ejemplo son las becerradas de un pueblo manchego de la provincia de Toledo, Valmojado, donde, como puede comprobarse en el vídeo adjunto, del cual advertimos a los lectores de su extrema dureza, se despliega una intolerable crueldad hacia estos becerros. El enlace del cual extraemos la información original se sitúa en esta página del portal Yahoo!, pero ha sido también publicado en prácticamente la totalidad de las redes sociales, así como en el sitio web del Partido Animalista, PACMA.

 

En efecto, pocas veces se exhibe tanta crueldad en un espectáculo de estas características, porque se da la circunstancia añadida de que torean (por llamarlo de algún modo) a pequeños becerros, en torno a un año de edad, bebés que ni siquiera han sido destetados de sus madres, a los que apenas les han crecido los cuernos, y que incluso tienen dificultad para correr con soltura y mantenerse en pie. Los torean, con tropezones de estos bebés incluidos, dada como decimos su tierna infancia, les clavan banderillas hasta que quedan extenuados, contemplan con absoluta frialdad y con júbilo incomprensible y despiadado las bocanadas de sangre que vomitan estos pequeños becerros, y al final los atraviesan con estoques y los apuntillan, cuando están ya en el suelo prácticamente muertos. Pero antes, los han martirizado, hasta que los pobres bebés becerros, exhaustos y agotados, destrozados y desangrados por las heridas, se derrumban. El "espectáculo" es bochornoso, patético, espeluznante, grotesco, despiadado, inconcebible e injustificable desde cualquier punto de vista. Destila una crueldad sin límites, y una carencia absoluta de escrúpulos. En fin, una lamentable actividad, digna de los más perversos seres, que se divierten con el sufrimiento de pequeños bebés que no sólo no pueden defenderse, sino que ni siquieran están en la edad adulta como para resistir mínimamente tanto calvario. Es la máxima expresión de la barbarie concentrada como festejo popular, es la indeseable plebe practicando un sufrimiento atroz a seres vivos indefensos e inocentes, para júbilo del personal más abyecto e inhumano. Y ante las acusaciones por parte del Ayuntamiento de Valmojado de que PACMA había manipulado el vídeo de sus becerradas, en su sitio web se ha publicado el vídeo íntegro de la grabación, más duro aún si cabe

 

Y nosotros volvemos a preguntarnos...¿Hasta cuándo vamos a tener que continuar soportando tanta barbarie popular? ¿Seguimos tolerándolo años tras año como si no pasara nada? ¿Todo vale en defensa de estas aberrantes "tradiciones populares"? ¿Y nosotros somos los seres "inteligentes" y avanzados del reino animal? ¿Es esta la expresión de nuestra inteligencia y de nuestra superioridad? ¿Es que alguien ha visto alguna vez a cualquier otra especie animal tratar al ser humano de la forma déspota, cruel y aberrante con la que nosotros los tratamos a ellos? A tenor de estas delirantes "celebraciones", se explica cómo es posible que estemos acabando con el planeta, porque en el fondo, no nos importa un pimiento el entorno que nos rodea, sean otros seres vivos, o sean los ecosistemas naturales que permiten la vida de todos en este mundo. Este mundo cruel y espantoso que habitamos, pero no porque sea cruel y espantoso en sí mismo (más bien al contrario, es un mundo repleto de belleza, de diversidad, de equilibrios, de armonía), sino porque somos nosotros quienes lo convertimos en un estercolero, en un lugar despreciable, con nuestras propias prácticas. Desde el punto y hora en que no somos capaces de desplegar cariño, humanidad, comprensión y respeto por el resto de los animales, nos convertimos en lo que realmente somos: auténticos monstruos que pululamos por este planeta, cuyos habitantes (ni incluso el mismo planeta) no nos importan nada. Nos hemos convertido en seres abominables y vandálicos, y en estos "festejos" populares lo expresamos hasta sus últimas consecuencias. 

 

Si la evolución y el desarrollo cultural de una sociedad puede medirse en cómo trata a sus animales, está claro en qué estadío estamos. Somos un país intolerante, inculto e irrespetuoso con lo que nos rodea, que elegimos a representantes políticos que continúan permitiendo que se celebren estas barbaridades cada verano, en las plazas y calles de nuestros pueblos. Hasta que no seamos capaces de erradicar definitivamente como sociedad toda manifestación vejatoria hacia cualquier ser vivo, hasta que no entendamos la necesidad de cultivar el respeto y garantizar la debida dignidad a todas las personas y todos los animales, no seremos realmente una sociedad culta y avanzada. Hasta entonces no seremos una sociedad madura y civilizada. Hay que acabar, pues, con estos asquerosos festejos populares, hay que prohibir expresamente cualquier manifestación, espectáculo o demostración pública de maltrato, sufrimiento, tortura, uso o abuso animal, ya sea amparada en fines lúdicos, comerciales, publicitarios, o en nombre de esas bárbaras "tradiciones populares". Hasta entonces seguiremos denunciando, sin parar, todas las que aún se celebran. Seguiremos intentando boicotearlas e impedirlas. Seguiremos en la lucha hacia un mundo de respeto integral hacia los animales. Hemos de establecer el gran objetivo de acabar con esta lacra que ensombrece la imagen de nuestro país. Por ello, PACMA ha convocado una gigantesca manifestación para el próximo día 10 de septiembre, con motivo de presionar para que nuestros políticos tomen por fin la decisión de abolir estos crueles festejos con los animales. Convocamos a ella a todos los lectores. ¡¡NO A LAS BECERRADAS!! ¡¡NO A LOS FESTEJOS POPULARES CON ANIMALES!! ¡¡LA TORTURA NO ES CULTURA!!

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30 agosto 2016 2 30 /08 /agosto /2016 23:00
Viñeta: Iñaki y Frenchy

Viñeta: Iñaki y Frenchy

A la corrupción hay que entenderla no solo como actos reñidos con la ley, sino también como el abuso de poder por parte de individuos u organizaciones, públicas o privadas

Alberto Acosta

En el artículo anterior de esta serie comenzábamos a abordar, como otro ítem típico del pensamiento dominante, toda la problemática asociada a la corrupción. Pero como ya advertíamos, la corrupción es un fenómeno consustancial al capitalismo. No debemos perdernos en torpes simplezas como intentar ponerle límites, pues la definición siempre se nos podría quedar corta. Ahora mismo tenemos este asunto tan de rabiosa actualidad, que como sabemos, la formación política CIUDADANOS, en las negociaciones para su pacto de investidura con el candidato del Partido Popular, estableció unas condiciones previas basadas en limitar las posibilidades para la corrupción, pero en realidad sólo son medidas de maquillaje. Erradicar la corrupción sería un proceso complejo y profundo, que debería ir mucho más allá de ciertas medidas concretas de "regeneración política", como ahora las denominan. Y es que la democracia consiste en la transparencia, en que quienes ostenten cargos electos o de responsabilidad política (o en cualquier otra organización, pública o privada) respondan por sus actos, asuman dichas responsabilidades. Pero desgraciadamente, aún nos queda por aprender mucha "cultura política" en torno a esta cuestión. 

 

Después del propio capitalismo, el mejor caldo de cultivo para la corrupción es la opacidad, la ocultación, el silencio, la manipulación y la falta de información. Y la empresa privada es el cénit de la opacidad. Como señala José López en el artículo de referencia, nos escandalizamos cuando nos roban el dinero público, porque es de todos, porque proviene de nuestros impuestos, pero nos olvidamos del dinero que nos roban a los trabajadores en las empresas. Y dicha tolerancia proviene, además del propio desconocimiento del conflicto capital-trabajo, y de la poca conciencia social que tenemos dentro de la clase trabajadora, del culto casi sagrado que tenemos hacia la propiedad privada. Pensamos que como la empresa no es nuestra, sino que es de otros (sus propietarios, accionistas, etc.), ellos tienen perfecto derecho a disfrutar de esa opacidad, a ejercer esa tiranía, a practicar ese desprecio a sus empleados, a tomar las decisiones que deseen, y a gestionar "su" empresa como les venga en gana. Pero lo cierto es que pagar un sueldo miserable, no abonar las horas extras, explotar sin límites la capacidad de los trabajadores, poner en marcha ERE's masivos sin justificación, abaratar despidos, deslocalizar sedes, externalizar servicios, precarizar horarios y turnos, recortar en todo tipo de prestaciones sociales, defraudar los preceptos legales, evadir impuestos o practicar la opacidad, entre otras muchas prácticas deleznables, también son corrupción. Pero una corrupción que, desgraciadamente, no está en la palestra diaria informativa. 

 

Nos escandalizamos cada vez que salta a la luz pública un caso de corrupción de nuestros políticos, pero asumimos de buen grado la corrupción empresarial, y de hecho infravaloramos la práctica corrupta proveniente de los empresarios, que son los que típicamente "colaboran" con la clase política para estos fines. Y ello es propio de la aceptación y legitimación social de este orden establecido. Nos parece normal que unos pocos controlen los medios de producción, que posean monopolios u oligopolios sobre cualquier actividad empresarial, que cobren cientos de veces el sueldo de sus trabajadores, y que acumulen riqueza sin cesar, a la vez que nos quejamos de las desigualdades, de la explotación, de la precariedad...No nos damos cuenta de que, en realidad, son dos caras de una misma moneda. La corrupción, por tanto, también está en nuestros propios esquemas mentales, desde el punto y hora en que legitimamos una realidad social injusta y corrupta en sí misma. Y entonces, nos perdemos en zarandajas varias, como los límites de la corrupción: según el partido de Albert Rivera, es todo comportamiento que haya generado enriquecimiento personal, o bien que contribuya a la financiación irregular de un partido. Pero como decimos, el concepto de corrupción es mucho más amplio: corrupción es todo aquéllo que no es deseable, lícito o legítimo. Es todo aquéllo que no discurre por los cauces establecidos, o todo aquéllo que no alcance el fin para el que fue pensado. Todo ello es corrupción. ¿O es que no es corrupción el conjunto de políticas que el neoliberalismo viene practicando contra la clase trabajadora durante décadas?

 

Un sistema corrupto es aquél que provoca desigualdades, que provoca sufrimiento y pobreza para la mayoría, mientras provoca enriquecimiento para unos pocos. Un sistema corrupto es aquél que es tolerante con los poderosos e inflexible con los débiles. Un sistema corrupto, en fin, es aquél que legitima el pensamiento dominante y el capitalismo. Pero en vez de reconocer todo esto, el pensamiento dominante se esfuerza en llevarnos a la idea de que la corrupción es un fenómeno personal, que depende de las personas, de las "manzanas podridas", de los "garbanzos negros", de los "golfos" y de los "chorizos" que existen en todas las comunidades humanas. Ello contribuye a legitimar el discurso del "todos son iguales", de hacer tabla rasa, de apostar por una visión determinista y negativa, como conclusión "menos mala" posible. No nos dejemos engañar. La corrupción es un fenómeno estructural del propio capitalismo. Y ello significa que la corrupción es como el pan para el capitalismo, su materia prima básica. De hecho, el capitalismo no puede funcionar sin corrupción, porque desde que se acepta el principio de que hay que competir como sea por la maximización del beneficio, a toda costa, se legitiman las prácticas ilícitas, perversas y degradantes, es decir, la corrupción. Son los capitalistas los que corrompen. Es la élite económica y empresarial la corruptora de la clase política. 

 

De hecho, bajo el capitalismo, esta clase política se coloca al pleno servicio, a las órdenes de la élite económica, que es quien decide las políticas que hay que hacer, lo cual es legitimado porque el poder económico es más fuerte que el poder político. Entonces se coloca por encima de él, adquiere mayor preponderancia, despliega su poder y su hegemonía, y concluye por dirigir todas las decisiones políticas que se toman, lógicamente para que estén a su favor, es decir, para que continúen beneficiando a dicha élite económica y empresarial. Es precisamente esta élite económica la que roba de forma aberrante, desmedida e irracional, la que obtiene cada vez más poder, la que ejerce cada vez más la tiranía empresarial, y la ejerce sobre los ciudadanos/as y sobre sus representantes, es decir, los políticos. Y todo esto lo hacen con absoluta impunidad, con la fuerza y la tranquilidad que les proporciona el saber que el pueblo, la inmensa mayoría social, entiende sus prácticas, las legitima, las justifica. Incluso las defiende. El pensamiento dominante, de nuevo, despliega sus tentáculos, a través de la defensa que de esta élite económica hacen los grandes medios de comunicación, e incluso buena parte del poder judicial. Y cuando la cosa se pone ya muy fea, esta gran élite empresarial se limita a echar las culpas a la corrupción de esa clase política, y las clases populares y trabajadoras se creen este cuento chino. La jugada, como puede verse, es completa, magistal, perfecta. Otra victoria para el pensamiento dominante. Continuaremos en siguientes entregas.

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29 agosto 2016 1 29 /08 /agosto /2016 23:00

La regeneración de la élite económica es aún más necesaria que la de los políticos

Braulio Gómez Fortes

Es tremendo que se propongan “despolitizaciones” a las personas que, por definición, somos seres políticos (zoon politikón – diría Aristóteles), es decir, se exige que las personas nos despersonalicemos, que dejemos aparte lo que es esencial -ese ser político- y nos convirtamos en un no ser apolítico, al mismo tiempo que, para “compensarnos”, se nos propone un mundo feliz tecnocrático que hace palidecer al de Huxley, en el que los técnicos nos van a decir lo que debemos hacer y lo que no en un triunfo épico de lo técnico sobre lo político

Roberto Mendes

Esta política [de despolitización] aspira a otorgar un dominio fatal a las fuerzas económicas al liberarlas de todo control; tiene como meta obtener la sumisión de los gobiernos y de los ciudadanos a las fuerzas económicas y sociales "liberadas" de esta forma

Pierre Bordieu

Muchas veces escuchamos la expresión "despolitización" como una reivindicación aplicada a diferentes contextos: hay que despolitizar la justicia, hay que despolitizar las Cajas de Ahorros, hay que despolitizar los medios de comunicación, hay que despolitizar el deporte, hay que despolitizar la cultura...Dos observaciones iniciales se nos vuelven urgentes antes de entrar en materia: en primer lugar, los que nos demandan la necesidad de dicha "despolitización" suelen ser los primeros que politizan todo, y en segundo lugar, los argumentos para esa "despolitización" suelen ser, como siempre, puras falacias. Politizar cualquier aspecto de nuestra vida no es, en principio, una actitud negativa, porque en el fondo, y no nos engañemos en torno a esto, la política lo cubre todo. Y es que la política, como proyección de nuestras necesidades para evolucionar hacia un mundo mejor, es normal que se inmiscuya en cualquier actividad, si queremos llegar a la última instancia de dichas manifestaciones humanas. Por tanto, el peligro no está tanto en "politizar" o "despolitizar" las diversas manifestaciones humanas, sino en los intereses que se esconden detrás de dicha politización. De esta forma, será fácil desmontar los argumentos de aquéllos que se declaran a favor o en contra, viendo los verdaderos intereses que persiguen. De manera parecida, se habla a bombo y platillo sobre la necesidad de llegar a "Pactos de Estado" para muchas materias (educación, política exterior, etc.), porque persiguen con ellos determinados intereses. Habría que preguntarse entonces si dichos "Pactos de Estado" contribuyen a la politización o a la despolitización de dichos asuntos. 

 

Por otro lado, y esto viene pudiendo comprobarse en las famosas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la imagen que se está difundiendo es que todos nuestros problemas se deben a la existencia de una clase política corrupta, cuando no es así, o al menos no es así del todo. Las pancartas del Movimiento 15-M decían "No somos mercancía en manos de banqueros y políticos corruptos", en una clara alusión a que nuestros problemas como sociedad no sólo se deben a la existencia de una clase política corrupta, sino también a una élite económica rentista y parasitaria, cada vez con mayor poder de influencia sobre aquélla. Es evidente por tanto que hay que acabar con una "casta" política que desprecia continuamente a la ciudadanía, y sólo persigue mantener sus privilegios, pero no es menos evidente que también hay que acabar con una "casta" empresarial o económica que vive de la especulación y de la concesión pública, y que es la base de un perverso sistema que practica y legitima la corrupción. Braulio Gómez Fortes [1] lo expresa en los siguientes términos: "La mayoría de los ciudadanos, influenciados y ayudados por los medios de comunicación, están siendo muy exigentes y críticos con los políticos. De hecho ha empezado a ser aceptado que ningún imputado pueda ostentar un cargo político o ir en unas listas electorales, convirtiéndose en una línea roja que aparece claramente en muchos de los pactos que se están dando entre la nueva y la vieja política tras las últimas elecciones autonómicas, una verdadera novedad. La opinión pública está escandalizada, está indignada y exige a los nuevos partidos que no transijan con la corrupción. En cambio ese nivel de exigencia no lo padecen los corruptores, los que tienen el poder económico. Las puertas giratorias también han tenido un hueco especial en la agenda de la corrupción en los últimos años. Pero el dedo acusador se empeñaba en mostrarnos al político feliz, dócil y agradecido en su puesto remunerado, sin culpabilizar a las compañías que pagan por sus servicios". 

 

Las manipulaciones y falacias que se vierten en torno a este asunto de la despolitización son enormes, y disponen de múltiples caras. Tómese como caso paradigmático de ello los famosos "Papeles de Bárcenas", una causa que va a comenzar a ser juzgada próximamente, donde están involucrados la casi totalidad de los altos cargos del PP de la época, y que se refiere a un caso de financiación irregular "de libro" de una formación política, donde se mezclaban perfectamente las donaciones que grandes empresarios hacían al partido, con la concesión de ingentes contratos y concesiones públicas para las susodichas empresas. Está claro que más que a la despolitización, deberíamos recurrir a la "desempresarialización" de la política, atajando, coartando, prohibiendo y limitando el tremendo poder que la clase empresarial posee sobre los políticos de turno de este país. Tomando como referencia el caso de Telemadrid [2], Roberto Mendes nos da muy buenas pistas en este sentido. Apunta a la reciente tendencia, en realidad una nueva falacia argumental, de que deben ser "los profesionales" de tal o cual sector los que decidan, elijan y gobiernen en sus respectivos sectores. No se habla entonces de "ciudadanos" para que elijan a sus representantes en las diferentes instituciones públicas (sean del sector que sean), sino de que decidan "sus profesionales". Y esto se lleva a la justicia (diciendo que hay que despolitizar, y de que por tanto deben ser los propios jueces los que elijan a sus representantes en el CGPJ), a la economía, a los medios, etc., dejando que sean los "expertos" profesionales los que decidan lo que es mejor para el país. 

 

Por tanto, tiene mucho sentido también lo que entendemos cuando hablamos de "despolitización". Por ejemplo, el Partido Popular durante toda su legislatura, ha practicado una política hacia los medios de comunicación públicos (la corporación RTVE) consistente no sólo en su total intervencionismo, sino también en su absoluto partidismo, practicando todo tipo de manipulaciones, informaciones sesgadas, censura y autoritarismo, cayendo en picado su audiencia, y perdiendo absolutamente el rigor, la veracidad y la independencia que debiera poseer. ¿Debemos concluir que el PP ha "politizado" la televisión pública, y que el PSOE la había "despolitizado"? Sería una errónea conclusión. Todo medio de comunicación, público o privado, es una herramienta política, pero precisamente por ello, si un medio es público, su "politización" ha de consistir en convertirse en un verdadero servicio público, lejos de los intereses partidistas, ofreciendo rigor, independencia y pluralidad. El culmen de esta falaz política "despolitizadora" lo podemos tener en los diferentes Gobiernos liderados por "tecnócratas" (expertos profesionales, normalmente economistas, elegidos por instancias suupranacionales como Presidentes de sus respectivos países), de los cuales tenemos en la Unión Europea precedentes como el italiano Mario Monti, o el griego Lucas Papademos. La filosofía está bien clara: dejemos las grandes decisiones a los que saben, los expertos, los tecnócratas, esa especie de seres infalibles dotados del conocimiento más riguroso y de la verdad más inexorable, para que a fin de cuentas, conduzcan a sus diferentes sectores (en última instancia, al país) por los derroteros correctos. 

 

En el fondo, toda esta filosofía de la "despolitización" (continuamos en comillas porque en realidad subyace una gran politización) descansa sobre el gran principio, que desprecia la democracia, y que aboga por no dejar elegir "a la gente" sobre las grandes cuestiones que les atañen. Y en efecto, ante el reciente referéndum británico del "Brexit", se abrió una agria y extensa polémica en torno a la concreción de las normas "de uso" de los referémdums sobre cuestiones importantes (Pedro Sánchez, actual Secretario General del PSOE, abogó justamente por eliminar los referéndums para estas cuestiones). Y como muy bien resume Roberto Mendes, aplicándolo a los medios de comunicación: "No se trata de sustituir dependencia gubernamental por dependencia tecnocrática y sumisión a unas supuestas leyes del mercado, sino de conseguir la imparcialidad debida". Pero como decíamos al comienzo, estos falaces intentos de "despolitización" los podemos aplicar a otros muchos aspectos de nuestra vida. Otro caso típico es el deporte. Hemos de partir de la base de que el deporte, en general, es otra manifestación de nuestra cultura. Y más aún cuando algunas manifestaciones deportivas, como el fútbol, llegan a alcanzar gigantescos fenómenos de masas populares. Y aquí es donde se les acaba viendo el plumero a muchas formaciones políticas, demostrando su incoherencia y su hipocresía. Como buen ejemplo de ello, tenemos a la formación política que lidera Albert Rivera, que a pesar de que siempre ha defendido que no se mezclara la política con el deporte, en la práctica desmiente muchas veces su teoría, como explica Antonio Maestre en este artículo [3] para el medio La Marea. 

 

Y así, a pesar de haber criticado los pitidos y abucheos en algunos encuentros de fútbol, Ciudadanos montó un mítin futbolero para el partido de la Selección Española contra Turquía en la pasada EuroCopa de Francia. Su hipocresía y doble rasero de medir es tal, que aunque lo critican para otras fuerzas políticas, ellos son los primeros que utilizan el fútbol como instrumento político para atacar al adversario, sacando a relucir los más atávicos sentimientos de los ciudadanos para beneficiar su opción política. Justo lo que critican de los demás cuando la ideología del contrario es independentista. Pero lo más sangrante en cuanto a la supuesta "despolitización" del deporte ocurre cuando éste intenta despojarse de todo trasfondo político, aunque dicho trasfondo sea un trasfondo abominable, que ponga en cuestión los más elementales derechos humanos. Como lo que interesan son las relaciones comerciales, se legitima la participación de nuestros equipos (de fútbol, o de cualquier otra disciplina) con equipos de terceros países ante los cuales lo único que deberíamos hacer es denunciar su tremenda situación interna. Pero en vez de ello, lo que nuestros dirigentes deportivos y políticos suelen argumentar es que "el deporte no debe mezclarse con la política", y otras lindezas por el estilo. Pues sí, señor mío: el deporte sí debe mezclarse con la política, porque el deporte es, también, política. De hecho, se mezcla aunque no queramos. ¿Cuántas veces asistimos a homenajes en los campos de fútbol, a minutos de silencio, a proclamas, a simbología o a comportamientos que denotan claramente su intención política? Lo que ocurre es que cuando los intereses económicos se vuelven más fuertes que los políticos, es cuando ser arguye falazmente que "el deporte no debe mezclarse con la política". 

 

Y es que en sentido general, la cultura (de la que el deporte es sólo una manifestación más) no puede quedar aislada de la política. El compromiso político siempre ha definido a los auténticos intelectuales y artistas a lo largo de la Historia. Lo hemos explicado más a fondo en otro artículo de nuestro Blog [4]. Allí hemos expuesto ejemplos de músicos, de poetas o poetisas, de actores o actrices, de escritores/as, de cineastas, de pintores/as, etc., cuya obra ha sido una obra comprometida, frente a aquéllos que han argumentado que el arte o el deporte han de ser "apolíticos", sin darnos cuenta de la tremenda aberración que eso supone. En el arte en general es donde quizá podamos verlo con mayor claridad, ya que bajo el pretexto de la libertad de expresión o de la creación artística, no podemos amparar opiniones, decisiones o comportamientos que vayan en contra de los principios y valores democráticos a los que siempre debemos aspirar. Y es aquí donde muchas veces también intentan colarnos el sambenito de la "despolitización", aludiendo a que son manifestaciones artísticas que deben estar alejadas de interpretaciones políticas. Pero nada más lejos de la realidad. Denunciemos por tanto esta continua falacia de los llamamientos a la "despolitización" de tal o cual sector, de tal o cual actividad. La política es la esencia de la vida, no podemos escapar de ella, porque sería intentar escapar de nuestra auténtica naturaleza como seres humanos. Lo que hay que hacer es bien simple: politizar correctamente. Es mejor politizar correctamente que entregarse a esa sumisa y obediente "despolitización" (que esconde la politización errónea, la abusiva, la corrupta), a ese gobierno de los expertos, a esa tiranía de los técnicos, a esa hegemonía de lo económico, a esa desidia del refrendo popular que en el fondo sólo pretende menospreciar y socavar la democracia. Frente al engaño masivo de esa supuesta "despolitización", el llamamiento ha de ser el contrario, a la politización de nuestras actividades, a la participación de la gente, a la masiva concurrencia popular, a la discusión y a la decisión en foros y ágoras públicas, a la complicidad del conjunto de la ciudadanía ante todos los asuntos que les conciernen. Porque en el fondo, todo esto es justo lo que quieren evitar los que abogan por la "despolitización".

 

 

 

 

 

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[1] Braulio Gómez Fortes: "En la película de la corrupción faltan los más malos", Dossier FUHEM Ecosocial, Junio de 2015 (www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/31/Dossier_desinformacion-pseudoinformacion_jun15.pdf)

[2] Roberto Mendes: "¿Despolitizar Telemadrid? ¡No, gracias!" (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202656)

[3] Antonio Maestre: "El populismo futbolero de Ciudadanos" (http://www.lamarea.com/2016/06/18/populismo-futbolero-ciudadanos/)

[4] Rafael Silva: "Cultura y Derechos Humanos: compromisos irrenunciables" (http://rafaelsilva.over-blog.es/2015/09/cultura-y-derechos-humanos-compromisos-irrenunciables.html)

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