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25 mayo 2022 3 25 /05 /mayo /2022 23:00
Viñeta: Kalvellido

Viñeta: Kalvellido

Carlos Herrera reta a Pedro Sánchez a salir a la calle con Juan Carlos I a ver quién recibe aplausos y quién abucheos. Hay un mecanismo menos medieval, Carlos, para medir estas cosas: que se presenten los borbones a elecciones, a ver si mantienen la jefatura del Estado

Ramón Espinar

No puede ser democrático (y mucho menos, una democracia plena y avanzada) un país que no posee todas sus instituciones pasadas por el tamiz de este sistema. Y el nuestro, por más que posea un partido que se llame así, no es un país de ciudadanos, sino de súbditos, o de vasallos si se prefiere, de un Rey. Y por tanto, no democrático, por mucho que se vote cada cuatro años. Y es que aunque estemos definidos en la Constitución como una Monarquía Parlamentaria, es decir, donde la figura del Rey es únicamente símbolo y representación del país, poseemos una figura del monarca casi medieval, con aquello de la inviolabilidad del Rey. Es algo que se resume muy bien con el ejemplo que una sentencia de unos jueces británicos reflejaban recientemente, a tenor de la demanda presentada por Corina contra el Rey (Emérito) Juan Carlos: según este principio de inviolabilidad, el Rey podría entrar en cualquier joyería y robar un collar de diamantes, y no podría ocurrirle absolutamente nada. ¿Cabe este soberano disparate, y nunca mejor dicho, en cualquier mentalidad democrática?

 

¿Dónde puede caber, entonces? Pues en la mentalidad de personas que no piensan ni sienten como demócratas, sino como súbditos. Unos súbditos que entienden que los monarcas no son personas, sino pocos menos que Dioses, como ocurría hace bastantes siglos. Y por tanto, como los Dioses, no pueden delinquir, porque eso forma parte de la naturaleza humana, pero no de los Reyes. Y en efecto, tal es el grado de alienación mental y de embrutecimiento de nuestra población, situación que avanza día a día, tal como si fuera un proceso de Alzheimer que va corroyendo nuestra sociedad, a pasos agigantados. Evidentemente, esta situación es perfectamente compatible con otras muchas que también expresan el grado de embrutecimiento de nuestra sociedad, tales como el nivel de conformismo y pasividad, que podríamos traducir como “enormes tragaderas” ante los constantes escándalos de corrupción, del presente y del pasado, que van apareciendo día sí y día también en nuestros medios de comunicación: escuchas ilegales, tramas rocambolescas, sinvergüenzas y delincuentes a destajo, tesoreros multimillonarios, y mil ejemplos más que podemos traer a colación, tremendamente ilustrativos de esta situación que podríamos definir como de “ponzoña nacional”.

 

Y todo este execrable hedor también se manifiesta en otros actos y decisiones de nuestra política exterior, tal como la reciente visita del Emir de Catar, agasajado por nuestro Gobierno, empresarios, periodistas y políticos de turno, a cambio de obtener de dicho país una cifra de inversión faraónica, así como un aumento de la cuota de gas que nos suministra, ahora que la situación comienza a ponerse fea por nuestro enfrentamiento con Rusia a raíz de la guerra en Ucrania. Para hacerse una idea de las trazas “democráticas” de Catar, recomiendo a los lectores y lectoras este reciente vídeo de Juan Torres López, donde explica perfectamente todas las lindezas que en dicho país ocurren. Y evidentemente, tampoco puede ser muy democrático un país que alaba a otros que no lo son, que se somete a ellos y sus dictadores por dinero, que los agasaja con los máximos honores, y que les concede las más altas condecoraciones. Somos, por tanto, un país de súbditos.

 

Pero volviendo a la vergüenza del Rey Emérito, hemos tenido que asistir a todo un bochornoso espectáculo y un proceso de blanqueamiento de su figura a todas luces antidemocrático, reflejado en mil detalles, quizá el más vergonzante de todos ellos fuese el recibimiento entre vítores de algunas personas congregadas en Sanxenxo el fin de semana pasado. Una vez salvado de los procesos judiciales y de las investigaciones fiscales que le acosaban (salvo la que mantiene la Fiscalía británica, que de momento se ha negado a reconocerle ningún tipo de inmunidad), a Juan Carlos de Borbón no se le ocurre otra cosa que venir a Galicia un fin de semana para participar en una regata (y lo volverá a hacer próximamente, viendo cómo ha sido recibido). La maquinaria de sus periodistas, políticos, aristócratas y empresarios amigos le prepara el terreno, destacando su “legado” en pro de la instauración de la democracia en España (algo absolutamente falso), y de la “modélica” Transición que fuimos capaces de desarrollar (algo aún más falso). En resumidas cuentas, nada de explicaciones (“Explicaciones…¿de qué?”, tuvo el valor de contestar a una periodista), ni de rendición de cuentas, ni de actitud de arrepentimiento ante tantas tropelías reales.

 

Y dejemos claro (tal como destaca Jesús Maraña en su reciente Carta Abierta) que la justicia no ha dictaminado la inocencia del Emérito en los delitos por los cuales se le investigaba: lo que ha dictaminado es que dichos delitos no se podían juzgar, bien por haber prescrito, bien por la inexistencia de suficientes indicios, o bien por estar amparados por el susodicho manto de la famosa inviolabilidad, toda una aberración antidemocrática. Evidentemente, el trato de favor ha sido manifiesto y vergonzoso. Ningún otro ciudadano o ciudadana de este país, ante la misma situación, hubiese recibido tal trato por parte de la justicia. Y eso no es democracia. Eso ocurre en países donde existen únicamente súbditos, vasallos de un Rey, que le rinden continuamente pleitesía (o bien en dictaduras). No en países donde existen ciudadanos libres e iguales. La conclusión se nos ofrece clara y cristalina. No hay más ciego que quien no quiere ver. Pero no pasa nada: el próximo 10 de junio volveremos a contemplar el mismo bochornoso espectáculo de personas que vitorean en la calle a quien ha estafado al Estado durante décadas, valiéndose de su privilegiada e inviolable posición, mientras nuestros políticos de turno continúan manifestando a boca llena que somos “una democracia plena y avanzada”. Continuará…

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27 marzo 2022 7 27 /03 /marzo /2022 23:00

Dadas las circunstancias políticas, sociales y económicas actuales, la previsible evolución de las mismas, y siendo absolutamente realistas, es posible que el actual conflicto que están protagonizando muchos transportistas de nuestro país (ahora mismo ya solo están manifestándose los miembros de la Plataforma en Defensa del Transporte por Carretera), no sea un conflicto laboral más al uso, sino que suponga una verdadera piedra de toque, un punto de inflexión, un antes y un después en el clásico conflicto Capital-Trabajo, hoy día llevado a su infinita potencia y a su máxima y descarnada expresión, mediante la extensión de un capitalismo globalizado y neoliberal, que no solo explota cada vez más la fuerza de trabajo (comenzando por los propios trabajadores/as autónomos/as, que se explotan a sí mismos), sino que acapara cada vez riquezas más enormes en unas pocas manos, privatizando los derechos humanos fundamentales, acaparando de forma irracional los recursos naturales, y atacando todas las formas elementales de la existencia material, para el conjunto de los seres humanos.

 

Observemos la naturaleza del conflicto: los transportistas se niegan a trabajar porque aseguran que lo hacen “a pérdidas”, lo cual significa que el conjunto de los gastos necesarios para poder llevar a cabo su trabajo (mantenimiento de sus vehículos, revisiones, seguros…, y sobre todo combustible), superan los creces a los salarios (u otros beneficios) que obtienen por el mismo. Aseguran que han llegado a una situación insostenible, que ya no pueden mantener por más tiempo. El factor “combustible” es, con mucho, el principal en esta ecuación, ya que es el que supone el mayor esfuerzo económico para estos trabajadores/as. Y resulta que el combustible se ha puesto por las nubes, protagonizando una demencial escalada de precios, absolutamente inasumible para estas personas, que dependen completamente del combustible que sus camiones (principalmente, pero también furgonetas, autobuses, y demás modalidades) necesitan para transportar la mercancía desde sus orígenes hasta sus destinos, proveyendo a todo tipo de fábricas, laboratorios, cadenas de montaje o suministros, mercados de alimentación mayoristas y minoristas, pequeños o medianos establecimientos, etc.

 

Bien, ante tamaño conflicto, el Ministerio de Transportes, después de varios días de negociaciones con los interlocutores de las patronales del sector (un error fundamental en dichos encuentros fue la inicial negativa de la Ministra a reunirse con la plataforma convocante de los paros), ha diseñado una estrategia de ayuda para el sector, en principio temporal, aunque prorrogable, que aborda diversos frentes: una subvención de un número determinado de céntimos por litro de combustible, más una serie de ayudas directas según el tipo de vehículo determinado de que se trate (además de algunas otras medidas adicionales, como la extensión de los créditos ICO, etc.). Este paquete de medidas satisfizo a las principales patronales del sector, que lo acogieron con agrado, y dieron por finalizado el conflicto.

 

Sin embargo, la Plataforma convocante que no había sido aún recibida por la Ministra acudió por fin a una reunión con Raquel Sánchez, después de la cual comunicó a la opinión pública que, a pesar de las medidas adoptadas, los paros continuarán indefinidamente. Las razones de esta decisión, según argumentan estos transportistas, apuntan a que dichas medidas les parecen insuficientes, y a que, sobre todo, no solucionan el problema, pues la escalada del precio del combustible es absolutamente caótica, de tal forma que los, por ejemplo, 20 céntimos por litro de hoy, pueden quedar en nada de aquí a varias semanas vista. Estos transportistas proponen, fundamentalmente, topar el precio del combustible, ya que en caso contrario, la ecuación siempre estará sujeta a parámetros variables que podrán continuar volviéndola inasumible. La Plataforma lo ha expresado por boca de su presidente, que básicamente ha manifestado: “No queremos subvenciones, sino poder realizar nuestro trabajo en condiciones dignas”. También lo han expresado de la siguiente forma: “Que esté prohibido contratar a pérdidas”. A mi juicio, tienen toda la razón.

 

Y llegados a este punto, “Con la Iglesia hemos topado, Sancho” (Don Quijote dixit), pues nos enfrentamos a un asunto extremadamente sensible, para el cual necesitaríamos por parte de nuestros gobernantes grandes dosis de valentía política, además de, por supuesto, quedar excluidos del “mercado” gestionado bajo los parámetros de la Unión Europea, que con toda seguridad no iba a permitir incursiones “comunistas” de este tipo, es decir, del tipo de las que solicitan intervenir en los mercados desde la iniciativa pública, que es precisamente lo que hace falta. Cada vez que se ha anunciado, de forma tímida y cobarde, una operación de este tipo, los grandes poderes económicos (así como sus paladines de la derecha política, social y mediática) han salido en tromba poniendo el grito en el cielo, amenazando al Gobierno y rasgándose las vestiduras ante tamaña osadía. Y es que con unas compañías petroleras (todas privadas) que obtienen unos desorbitados beneficios, que acumulan un poder inmenso, y que poseen ingentes lobbies en todas las instituciones públicas y privadas, tomar decisiones de ese calado (es decir, intervenir desde las instituciones públicas en los precios de mercado del producto) es poco menos que una aventura titánica, a la que nuestros gobiernos “progresistas/socialistas” no están dispuestos. Y en vez de atacar el problema desde su raíz, proponen mil parches, diseñan soluciones parciales, e inventan mecanismos ad hoc para intentar resolver lo que no se puede resolver. En definitiva: marear la perdiz.

 

Por tanto, se debería dejar a la perdiz tranquila, e ir al meollo de la cuestión. Porque hemos llegado ya a un punto, como decíamos al comienzo, donde se nos presenta más claramente que nunca la verdadera naturaleza del conflicto, que no es otra que la siguiente: no es posible dejar a la iniciativa privada el conjunto de bienes y servicios que consideremos fundamentales para la sociedad, así como para la satisfacción y protección de los derechos humanos fundamentales (el catálogo completo lo expusimos en esta serie de tres artículos, aquí, aquí y aquí). Y así, servicios y bienes como la banca, la energía, las telecomunicaciones o el agua (y derechos como la alimentación o la vivienda), entre otros, al representar a derechos humanos fundamentales, debieran tener una representación pública (en forma de algún tipo de organismo o institución) que garantizara su pleno suministro al conjunto de la ciudadanía, de forma gratuita o en condiciones que no supusieran un gravamen inasumible para la misma.

 

Es necesario comprender, por tanto, la imperiosa necesidad de convertir determinados recursos en bienes comunes, controlados y planificados democráticamente por el conjunto de la sociedad, así como determinados derechos que la sociedad necesita que sean de todos, y por tanto, cuyo control esté en manos públicas, controlado democráticamente (lo cual no obsta para que sigan existiendo negocios privados que mercantilicen los mismos recursos y derechos, pero la iniciativa pública debe existir). Aplicado al caso que nos ocupa, podría intervenir una especie de Agencia Pública de la Energía (o similar), que controlara de facto los precios máximos de todas las formas de la misma, y que por tanto, contribuyera a que el precio de los combustibles no evolucionara al albur de los continuos altibajos del mercado, provocados sobre todo por la escasez o la abundancia, las disputas geopolíticas, la especulación y los irracionales beneficios que las empresas pretenden obtener. La conclusión está bien clara: si este tipo de organismo hubiera existido y hubiese cumplido su función, este conflicto jamás se hubiera manifestado.

 

Para finalizar, y para tranquilizar a los posibles lectores/as, quiero explicar el significado del título del artículo: evidentemente, cuando me refiero a que el conflicto de los transportistas “no acabará nunca” no estoy queriendo decir que el paro de los camiones continuará permanente e indefinidamente, pues entiendo que los actores intervinientes alcanzarán algún tipo de acuerdo que les permita, más tarde o más pronto, reanudar sus labores; a lo que me refiero es a que las causas de base que han generado el conflicto, si no se abordan de forma radical y valiente, es decir, de forma estructural, continuarán generando problemas en el sector del transporte, y además es muy probable que se extiendan a otros sectores, que igualmente planteen sus actividades en los mismos términos de relación. Por tanto, ha llegado el momento de que nuestros gobernantes comprendan que, o bien se enfrentan de forma directa y decidida a la problemática expuesta, o continuaremos en una espiral de conflictos laborales, que cada vez más amenazarán nuestras relaciones laborales, nuestra economía y nuestras actividades cotidianas, contribuyendo a la generación de auténticos estallidos y revueltas sociales a gran escala y de gran envergadura.

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17 marzo 2022 4 17 /03 /marzo /2022 00:00
Imagen: expansión reciente de la OTAN en Europa

Imagen: expansión reciente de la OTAN en Europa

Tensar la situación y la intervención de la OTAN y EE.UU. en un enfrentamiento con Rusia provocaría la III Guerra Mundial, que afectaría a todo el mundo en un holocausto nuclear. Es urgente encontrar una solución negociada antes que sea tarde. Enviar armas a Ucrania y combatientes, aplicar sanciones y condenas a Rusia es pretender apagar un incendio con combustible

Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz)

Creo que [la expansión de la OTAN] es el comienzo de una nueva guerra fría. Creo que los rusos reaccionarán gradualmente de forma bastante adversa y esto afectará a sus políticas. Creo que es un trágico error. No había razón ninguna para esto. Nadie estaba amenazando a nadie

George Kennan (artífice de la Guerra Fría, 1998)

El declive económico y político de EE.UU. y, por tanto, estratégico, explican la agresiva conducta de la OTAN en Europa, cuya provocación sostenida ha desencadenado la guerra anunciada entre Rusia y Ucrania. Una guerra inducida por el asfixiante cerco de Occidente a Rusia y las atrocidades del régimen neonazi de Ucrania en la región del Donbás

Manuel Ruiz Robles (Colectivo ANEMOI de militares republicanos)

Era completamente pronosticable que la expansión de la OTAN llevaría a una ruptura trágica, posiblemente violenta, de relaciones con Moscú… las advertencias fueron ignoradas. Ahora estamos pagando el precio por la miopía y arrogancia de la política exterior de Estados Unidos

Ted Carpenter

A pesar del bloqueo mediático, ya se ha publicado en medios menos masivos qué factores han provocado la guerra de Rusia con Ucrania. No hay que ser fan de Putin para entender las razones de Rusia que Naciones Unidas, Europa y lo que llamamos Occidente ha ignorado. Rusia quiere unas fronteras seguras y la OTAN lleva años arrinconándola con una expansión absolutamente injustificada. No parece difícil de entender, pero el humo de la propaganda aturde a la ciudadanía

Pedro López

Desde la perspectiva ética de los derechos humanos, ninguna guerra merece ser librada y solo cabe la reprobación de quienes las promueven. Sin embargo, la condena moral no debe excluir el análisis político y estratégico de las causas que las impulsan si pretendemos evitar que el fenómeno se siga presentando en el futuro

Aleardo Laría

No se puede perder de vista que las potencias capitalistas occidentales aprovecharon la caída de los regímenes estalinistas del Este y ese momento inicial de debilidad y desconcierto de Rusia, para arrebatarle todo lo que pudieron de su esfera de influencia. Trece de los países que en su día pertenecieron al Pacto de Varsovia hoy forman parte del entramado OTAN y UE. Es bastante elocuente la declaración que el diario Público pone en boca de “los aliados” de una forma genérica: “Moscú no tiene derecho a crear áreas de influencia y vetar o condicionar el futuro de las ex repúblicas soviéticas”. Ese derecho se lo reservan ellos en exclusiva

Jesús María Pérez

Habrá que repetirlo hasta el infinito: que consideremos que la OTAN es la primera responsable del conflicto en Ucrania no significa que apoyemos ni a Putin ni a ninguna guerra. Tampoco apoyamos la dictadura mediática mundial y sus lágrimas de cocodrilo

Jorge Majfud

La clase dominante y sus gobernantes norteamericanos se niegan a aceptar su cada vez mayor pérdida histórica de hegemonía y supremacía imperialistas en las relaciones internacionales y el ascenso de un nuevo mundo multipolar y policéntrico que está modificando la correlación de fuerzas entre naciones y Estados con el ascenso activo de potencias como India, Irán, Corea del Norte, China, Rusia, Venezuela o Cuba que marcan su soberanía e independencia frente al imperialismo norteamericano y su sistema capitalista en decadencia

Adrián Sotelo

Creo que para abordar el tema de las guerras del siglo XXI de Ucrania y Rusia es bastante necesario recordar un poco la ya demasiado olvidada Revuelta del Maidán y Guerra de Ucrania del 2014, que fue originada fundamentalmente, entre otras cosas, por las ansias de expolio del neoliberalismo occidental, la alucinación consumista de buena parte de los ucranianos, introducida por el invencible marketing. Y que fue espoleada por una revolución naranja (made in CIA), capitaneada violentísimamente por dos partidos de extrema derecha Pravy Sektor y Svoboda, este último con escaños en el Parlamento

Julio García Camarero

Contrasta que la Unión Europea haya sancionado de manera casi inmediata a Putin por su ataque a Ucrania pero siga sin pronunciarse sobre la guerra en Oriente Medio y contrastan también los castigos simbólicos impuestos como retirar a Rusia del concurso de Eurovisión mientras se ha permitido a Israel acoger el Festival en tres ocasiones diferentes

Luna Izquierdo (Redactora de Contrainformacion.es)

¿Cuánto ha costado que barcos de la Armada española patrullen aguas del Mar Negro desde hace 25 años? ¿Han sido ellos los que han evitado la invasión rusa de Ucrania? ¿Cuánto ha costado que los cazas vuelen por el cielo búlgaro desde hace 10 años? ¿Han impedido la guerra en el Dombás? ¿Qué hacen 300 militares españoles en Letonia de forma permanente? ¿Están más seguros los habitantes de Ávila o de Cuenca?

Jesús María Pérez

En una prolongación de la guerra fría, que todos creíamos había terminado hace tres décadas, Occidente se empeñó en instalar en Kiev un gobierno rusófobo, con lo cual dio pie a la rebelión de las regiones de mayoría rusa y gestó una suerte de guerra civil que sirvió de caldo de cultivo para el fortalecimiento de grupos ultranacionalistas e incluso neonazis que han permeado a las instituciones ucranias, incluido el gobierno

Aram Aharonian

¿Por qué los gobiernos occidentales, en particular, la administración Biden, condenan a Rusia por invadir Ucrania con el pretexto de la seguridad nacional mientras defienden el «derecho legítimo» del régimen saudí a invadir Yemen con el mismo pretexto? A pesar de las terribles violaciones de derechos humanos cometidas por Arabia Saudita en Yemen, las naciones occidentales, y Estados Unidos en particular, no solo han proporcionado armas letales, entrenamiento, mantenimiento, inteligencia y cobertura política y diplomática a la monarquía, sino que han impuesto restricciones a los medios sobre la cobertura de los abusos de los derechos humanos del régimen saudí en Yemen, presionando a las empresas de tecnología y redes sociales para que eliminen y prohíban por completo a los activistas

Ahmed Abdulkareem

En estos momentos tan frágiles y críticos, la prensa debería tener una importancia positiva en la construcción de discursos que sirvan para; parar la guerra, cualquier guerra, resolver las cuestiones que las originan basada en la paz entre pueblos, denunciar los intereses de ambos bandos, favorecer el fin de los hostigamientos y sobre todo dirigirnos hacía un mundo donde acabar con la militarización y con el sufrimiento de los pueblos que siempre quedan a merced de los intereses imperialistas y sus guerras

Jorge Aller

Una suerte que no haya premio Nobel para la estupidez humana porque resultaría imposible adjudicarlo de tan abundantes candidatos que habría, empezando por los gobernantes europeos

Augusto Zamora

Con motivo del conflicto armado que se está viviendo en Ucrania, estamos asistiendo, por parte de los medios de comunicación dominantes, a un nivel tal de hipocresía y cinismo absolutamente intolerables, que es preciso desmontar y denunciar. Los dobles raseros son tan vergonzosos y evidentes que rayan en lo delictivo, y además los practican continuamente, a todas horas, en todos los medios, en todos los formatos, en todos los lugares. Pero vaya por delante, para que no haya malentendidos, que hacemos una condena rotunda de la invasión rusa a Ucrania, que evidentemente no tendría que haberse producido si la vía diplomática hubiese sido eficaz, independiente, valiente y decidida, en vez de vocera y seguidista de las políticas estadounidenses. Las falacias, las medias verdades y las mentiras flagrantes campan a sus anchas, pero sobre todo, el halo de profunda hipocresía y de actitudes y proclamas absolutamente cínicas constituyen un continuo espectáculo. De entrada, hay que advertir que, si la deriva censora contra los medios de comunicación enfrentados al pensamiento dominante continúa (ya se han vetado en Europa y Estados Unidos los medios Russia Today y Sputnik), es muy posible que próximamente ya ni siquiera nos dejen publicar artículos como éste (¿es que acaso son más creíbles la CNN, Fox News, o en nuestro país los diarios ABC, El Mundo o La Razón? Creemos que no. Pero no serán atacados, porque abonan el relato dominante).

 

Lo último de que hemos tenido noticia ha sido la iniciativa de Facebook e Instagram para permitir que sus usuarios publiquen instigaciones a la violencia contra los rusos, e incluso alabanzas contra el neonazi Regimiento de Azov. Ciertamente, un terreno peligroso. Pero vayamos, pues, al desmontaje de los comentarios, decisiones y actitudes cínicas e hipócritas que tenemos que soportar diariamente, por parte de nuestros políticos y medios de comunicación. De entrada, casi la totalidad del minutaje de los informativos diarios, de prácticamente todos los canales, se dedican a la guerra, y a la acogida y éxodo de los refugiados ucranianos, y esto está muy bien, pero la pregunta es: ¿Hicieron eso mismo cuando Israel bombardeaba Gaza? ¿Actuaron igual ante la guerra de Yemen? ¿Lo hicieron con Siria? ¿Es que no importan por igual todas las vidas humanas? ¿No son lo mismo todos los refugiados? ¿No merecen el mismo trato?

 

Tenemos a un Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que hace un llamamiento, según él, al “mundo libre” que representa “Occidente”, para que le ayude a defender a su país en su lucha contra el gigante ruso. Hemos entrecomillado también la palabra “Occidente” porque ella también constituye en sí misma una falacia, ya que el Occidente y el Oriente son meros conceptos geográficos, que para nada han de asociarse con cualquier otro tipo de indicadores de civilización, de religión o de cultura. Lo que ocurre es que el proceso de globalización capitalista y neoliberal al que nos vienen sometiendo adscribe a los países de la órbita occidental con la versión más pura y avanzada del capitalismo, lo cual no quiere decir que los países del mundo oriental (Japón, China, Rusia…) no sean capitalistas, sino que la globalización tiende a homogeneizar sus culturas con respecto al Occidente. Y esa homogeneización tiene un principal espejo donde mirarse: Estados Unidos y su vocación imperialista, de la cual la OTAN es su brazo armado. Por tanto, y desde ese punto de vista, no existe un “mundo libre” occidental al que aludir, tal como hace el presidente ucraniano.

 

Aludir a un “mundo libre” bajo el capitalismo es en sí mismo una completa falacia, y cuando se invoca, detrás suelen existir intereses creados para adscribirse a nuestro mundo occidental y a sus instituciones (OCDE, UE, OMC, FMI, OTAN…), que ni es mejor que el mundo oriental, ni por supuesto es más libre que aquél. ¿En base a qué argumentos presumimos de esa supuesta superioridad moral que nos convierte en un mundo libre, frente a ese otro mundo que supuestamente no lo es? Lo que ocurre es que esa falsa bandera del supuesto “mundo libre” siempre se enarbola por parte de los detractores de los países que rompen (cada uno a su modo, y en sus diferentes grados) con los parámetros donde se mueve nuestro mundo “occidental”, como puedan ser Cuba, Venezuela, Corea del Norte, etc. En los casos concretos de Rusia y China, dos potencias orientales, lo que está ocurriendo desde hace tiempo es que están uniendo esfuerzos para romper con el mundo unipolar (ese “orden internacional” al que aluden nuestros cínicos líderes políticos) que representa la dominación estadounidense, para alejarse de ese modelo y representar una alternativa al mismo. Y que conste que no estamos queriendo hacer una defensa de ese modelo alternativo, sino simplemente defendiendo el derecho que tienen los países para implementarlo, y para adscribirse a él.

 

Y así, proclaman continuas alabanzas a nuestras supuestas “democracias occidentales”, sin detenerse a pensar en la gran falacia que esconden, porque retomando las palabras de Julio García Camarero: “No ven que vivimos en una dictadura, la dictadura más terrible de la historia, porque es una dictadura global, distópica y suicida”. Una dictadura denominada “globalización”, donde se defiende como un mantra el crecimiento económico oligárquico, aunque nos lleve al completo suicidio de la humanidad y a la destrucción del planeta. A eso lo llaman, indecentemente, “orden y legalidad internacional”, y cualquiera que intente cuestionarlo o enfrentarse a él, será sistemáticamente bloqueado, ridiculizado, discriminado, vetado y atacado (de hecho, recientemente un alto mando militar alemán tuvo que dimitir, tras realizar en privado unas declaraciones, previas a la invasión, reconociendo que “Rusia está exigiendo respeto, y probablemente lo merece”).

 

Ese “orden internacional” al que aluden, es un corsé de hierro forjado por Estados Unidos y sus indecentes países “aliados”, sobre todo de la Unión Europea, campeones del cinismo y de la hipocresía. Es un orden internacional unipolar, donde las directrices las marca el gigante norteamericano, y los demás obedecen como perritos falderos. Es un orden internacional que pretende instalar cada vez más agudas desigualdades sociales, mientras eliminan las culturas en el mundo, desidentificando a los pueblos y contribuyendo a homogeneizar una cultura capitalista globalizadora. Y la OTAN, como decimos, es su brazo armado. Desde hace décadas, Washington está llevando a cabo una política de cerco y contención hacia la Federación Rusa, auspiciada por los globalistas que controlan la OTAN. La avanzadilla de la OTAN lleva extendiéndose por la Europa del Este bajo un lento pero ininterrumpido goteo, rompiendo los acuerdos establecidos desde la caída del Muro de Berlín. Evidentemente, llega un momento en que una potencia como Rusia se siente amenazada por una OTAN que quiere colocársele a cinco minutos de su frontera. Y es una falacia hacer llamamientos a la “libertad” de los países para adscribirse a cualesquiera organizaciones que deseen, porque lo cierto es que no lo están haciendo desde la libertad.

 

Veamos: como muy bien explica John Pilger en este artículo, y otros muchos autores, Ucrania sufrió un auténtico Golpe de Estado encubierto en el año 2014, auspiciado por Estados Unidos (entonces bajo la presidencia de Barack Obama), que destituyó al Presidente Yanukovich (el detonante fue que éste se negó a firmar un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea), y lanzó una campaña de terror contra los habitantes de la región del Dombás de habla rusa, que representa un tercio de la población de Ucrania. Supervisadas por el Director de la CIA se orquestaron salvajes campañas contra la población prorrusa, que se oponía al golpe. ¿Dónde estaba entonces la Unión Europea? ¿Por qué no se oponía a esta masacre? Pues simplemente porque el objetivo era imponer en Ucrania un Gobierno títere prooccidental, que fuese posterior candidato a ingresar tanto en la OTAN como en la Unión Europea, como de hecho está ocurriendo. Todo esto no se parece en nada a un escenario de “libertad”. De hecho y desde 2014, el Reino Unido y USA están enviando armas a Ucrania, y entrenando a su ejército. Concretamente, Estados Unidos ha suministrado a Ucrania, desde 2014, armas por valor de 2.500 millones de dólares.

 

Lo que pretende Rusia con esta invasión al país vecino es asegurar que exista un gobierno que garantice que la OTAN no va a instalarse en su territorio, que ha sido exactamente la demanda de Putin en las diversas conversaciones que han tenido lugar antes de que el conflicto comenzara, y que la diplomacia occidental ha desestimado sistemáticamente. Pero insistiremos hasta la saciedad: no estamos queriendo justificar la invasión, simplemente estamos poniendo el foco en que Rusia no es la única responsable. ¿Nos cuentan todo esto nuestros estupendos medios de comunicación “occidentales”? Por supuesto que no, como tampoco nos cuentan que es Ucrania la que venía incumpliendo los Acuerdos de Minsk, firmados para respetar a las provincias de Donestk y Lugansk, provincias rebeldes de ciudadanía rusohablante, que se autoproclamaron independientes a partir del Golpe de Estado de 2014, y que han sido desde entonces continuamente asediadas por el gobierno ucraniano.

 

Los insaciables objetivos de la OTAN, el auténtico cáncer que se sitúa en la base de todos estos conflictos, representan el origen del problema. Esta vergonzosa organización criminal debió ser disuelta cuando se disolvió el Pacto de Varsovia, pues acabada la Guerra Fría, ya no tenía sentido su existencia. Pero en vez de ello, continuó su escalada “occidental” para llevar los dictámenes de ese falso “mundo libre” hasta los últimos confines, practicando invasiones y guerras contra todos los países que se oponían a sus designios. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de declarar hoy (3 de marzo de 2022) que “España está donde debe estar, en la OTAN y con sus aliados”, después de haber anunciado el día anterior que nuestro país también va a enviar a Ucrania “material militar ofensivo” (es decir, armas). Pues no, señor Sánchez, España no está donde debe estar. Nuestro país jamás debió haber entrado en dicha organización belicista, que existe únicamente por y para la guerra. Favor que le debemos al primer presidente “socialista” (del PSOE), Felipe González, que nos introdujo en dicha organización, de nuevo, con falsedades y artimañas.

 

Guerras que hoy día ya no se libran únicamente por el poder de grandes imperios y naciones, como antiguamente, sino para mantener la escalada capitalista (asociada en este caso al complejo industrial-militar-financiero, que consiguió que el gasto militar mundial creciera en 2020, año de pandemia, un 2,6%, alcanzando la tenebrosa cifra de 2 billones de dólares), así como para controlar los recursos naturales (en el contexto actual, se trata sobre todo de la lucha mundial por el control del mercado del gas), en un planeta que está abocado a un colapso generalizado, si continuamos con las políticas extractivistas, de calentamiento global, de generación de emisiones, y de consumo de fuentes de energía fósiles, todo ello bajo la falaz bandera del “crecimiento económico”, auténtico tótem de la filosofía capitalista, globalizadora y neoliberal. Y de ahí que Rusia y China, los dos gigantes asiáticos, se hayan convertido en objetivos a abatir para el imperialismo estadounidense, y por ende, para sus vasallos europeos.

 

Desde hace tiempo, la retórica agresiva contra Rusia se despliega de forma subliminal en todo tipo de medios de comunicación, extendiendo todo un halo de desconfianza hacia sus gobernantes y su cultura. Y así, nos han venido envolviendo en un imaginario colectivo, abonando una especie de construcción sociológica, auspiciada por una propaganda difundida por todos los medios, que transformaba a Rusia en un enemigo, o al menos en un país no confiable. Sin ir más lejos, y durante la pandemia, la Agencia Europea del Medicamento homologó las vacunas procedentes únicamente del entorno “occidental”, pero no hizo lo mismo con las vacunas cubanas, chinas o rusas. Por otra parte, la torpe y miope política de sanciones económicas al gigante ruso y sus corporaciones va a producir en Europa un efecto boomerang, pues serán también nuestras propias economías las que se vean resentidas, además de la de Rusia, empujando a dicho país a reforzar el bloque imperialista alternativo con China, que incrementará las tensiones y la lucha por el control de los mercados internacionales. Y aunque es positivo para nuestra desescalada de energías fósiles llegar a alcanzar la mayor independencia en cuanto al suministro energético de terceros países, todo ello podría y debería haberse conseguido desde un contexto pacífico, en vez de bajo un contexto bélico, de sanciones, de vetos y de amenazas continuadas.

 

¿Cuándo comenzó Rusia a ser nuestro enemigo? Pues básicamente cuando la inteligencia estadounidense decidió emprender este camino, ante el temor de declive de su poderío económico y militar. Entonces se decidió comenzar una serie de campañas dirigidas a demonizar a Rusia y China para evitar su ascenso y competencia como grandes potencias, generar malestar interno dentro de dichos países (promoviendo desconfianza y revueltas contra sus propios gobiernos), separar lo más posible a Rusia de la Unión Europea (tanto en términos comerciales como energéticos), e instalar en el conjunto de la ciudadanía europea un imaginario colectivo criminalizador hacia estas potencias euroasiáticas. Y desde entonces, los medios de comunicación dominantes, propiedades de grandes corporaciones mediáticas adscritas al ideario y a  las políticas atlantistas, comenzaron sus perversas estrategias de demonización y ataque subliminal a estos países, lo cual ha ido generando el caldo de cultivo para que el conjunto de la ciudadanía (y por supuesto los propios gobernantes) alojen en sus mentalidades estos prejuicios. Evidentemente, todo ello (y se sabía por parte de los que orquestaron estas campañas) podría finalizar en escenarios violentos. Pero no nos engañemos: es Washington quien nos arrastró a la actual rusofobia, bajo la patética actitud y el servil seguidismo europeo.

 

Pero si nos paramos a pensar…¿Nos merece poca confianza Rusia? ¿Sí? ¿De verdad? ¿Nos merece más confianza Estados Unidos? ¿Nos merecen más confianza personajes como Donald Trump? ¿Nos merece más confianza el aberrante historial bélico estadounidense, que nosotros desarrollamos en su día en esta serie de artículos? ¿Ya se nos ha olvidado el número de veces que USA ha violado con total impunidad el derecho y la legalidad internacional, así como la soberanía e independencia de los pueblos? ¿En serio que es mejor ser “amigo” y “aliado” de los Estados Unidos, el país con los mayores niveles de violencia interna del mundo por armas de fuego? ¿De verdad que nos merece la pena estar del lado estadounidense, donde sistemáticamente se masacra la vida de personas negras, y las oleadas migratorias son reprimidas violentamente? ¿Es acaso la cultura estadounidense un modelo a seguir? ¿Lo es quizá su obsesión por las armas? ¿Lo es acaso su política exterior? ¿Es un buen referente la cárcel de Guantánamo? ¿Es acaso un buen referente el listado de invasiones practicadas por sus gobiernos durante décadas (mediante ataques directos, bombardeos, derrocamientos, sabotajes, atentados, bloqueos, sanciones, injerencias, etc.)?

 

¿Es quizá un modelo a seguir el número de tratados, convenciones y acuerdos mundiales que Estados Unidos se niega a suscribir, o el número de veces que ha incumplido las Resoluciones de Naciones Unidas? ¿Es un modelo a seguir su política de instalación de bases militares repartidas por los cinco continentes? Julio García Camarero lo ha resumido brillantemente:El balance de número de guerras EE.UU.-Rusia es de 36 a 2, pero todos pensamos que Rusia es el malo de la película, un gran éxito del infalible monopolio de los medios de comunicación globales de EE.UU.”. O como muy bien resume un editorial del diario Global Times, del Partido Comunista de China: “Estados Unidos suele hablar de humanidad, justicia y moralidad, pero lo que realmente hace es calcular intereses. El egoísmo estratégico y la hipocresía de Washington han quedado al descubierto una y otra vez en la práctica de su política internacional. Los informes indican que al menos 37 millones de personas han sido desplazadas en y desde Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Somalia, Filipinas, Libia y Siria como resultado directo de las guerras libradas por Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001”.

 

Y por supuesto, en todo este asunto, la ONU ni está ni se la espera: es dicha organización la que, desde hace ya mucho tiempo, debería haber velado para que la expansión de la OTAN no hubiera caldeado el ambiente hasta el extremo a que ha llegado; pero de nuevo, las Naciones Unidas se han convertido ya en otro instrumento al servicio del imperialismo. Pedro López lo explica brillantemente en este artículo:La Asamblea General de las Naciones Unidas representa a 193 países y la OTAN a menos de la sexta parte. Esta organización no tiene derecho a suplantar a la ONU y hablar en nombre de una comunidad internacional recortada y sesgada hacia unos intereses económicos y geopolíticos que no representan a la Humanidad. Y menos aún a utilizar un doble rasero que hace que cuando le conviene acusa al adversario de no respetar el derecho internacional, y cuando le conviene esa normativa es papel mojado. Hemos visto guerras en Yugoslavia, en Iraq, en Afganistán, en Libia, en Siria… hemos visto los crímenes cometidos por Israel con Palestina ignorando el derecho internacional, o con Marruecos en el Sahara, y ni Estados Unidos ni la OTAN han respetado ese derecho internacional que invocan selectivamente a conveniencia”.

 

Pero es que los niveles de cinismo e hipocresía sobrepasan continuamente todos los límites, y podríamos poner mil ejemplos de ello: mientras nos informan continuamente del trato que Rusia otorga al “opositor” (en realidad, disidente) Alexei Navalny, nos ocultan constantemente el destino que está padeciendo y que le espera a Julian Assange (el Tribunal Supremo británico acaba de dar vía libre a su extradición a Estados Unidos), uno de los más valientes personajes recientes a nivel mundial, responsable de que salieran a la luz pública las abominables torturas y crímenes de guerra practicados durante años por los Estados Unidos en Irak y otros lugares; y mientras tenemos a la guerra de Ucrania hasta en la sopa, tenemos a otras guerras actuales completamente silenciadas, guerras como la de Yemen, que dura ya casi una década, y donde se da una crisis humanitaria sin precedentes (más de 300.000 muertos en 8 años); o la guerra de Siria, que en más de una década acumula ya más de 600.000 muertos; y mientras la Unión Europea va a recibir con los brazos abiertos a los refugiados de la guerra de Ucrania (lo cual está muy bien), continúa ignorando a los refugiados árabes, africanos o latinoamericanos (véase al respecto este artículo de Guadi Calvo, que explica numerosos casos de discriminación hacia refugiados negros provenientes de Ucrania hacia los países fronterizos), que también huyen por los mismos motivos, o simplemente porque en sus respectivos países no encuentran perspectivas vitales, o son perseguidos por su orientación sexual; o bien, a la vez que recibimos con los brazos abiertos a los refugiados/as ucranianos/as (lo cual está muy bien), nuestro Ministro de Interior viaja a Melilla para dar órdenes de reforzar la valla fronteriza, para que los ciudadanos africanos que intenten saltarla lo tengan cada vez más difícil; y mientras nos cuentan diariamente todos los frentes y flancos por los cuales Rusia está siendo atacada y aislada internacionalmente, Israel disfruta de una completa impunidad por parte de ese “orden internacional”, gracias a la complicidad y el apoyo de empresas, instituciones, artistas, gobiernos, partidos políticos, etc., repartidos por todo el mundo (¿se ha atrevido alguna vez ese “mundo libre occidental” a imponer sanciones a Israel por las masacres que comete contra el pueblo palestino?). En una palabra: alfombra roja para los refugiados ucranianos (recibimientos por parte de autoridades, crónicas periodísticas desde los centros de acogida, agilización de trámites, cambio en las directivas europeas, etc.), y alfombra negra para el resto (¿cuántas crónicas de medios de comunicación se han llevado a cabo desde dentro de un CETI, mostrando el aberrante trato que reciben los migrantes?).

 

Y no terminan aquí los eventos cínicos e hipócritas. Se celebrará en breve el Mundial de Qatar, evento que retransmitirán todas las grandes cadenas televisivas del mundo, sin importarle si la sede de dicho evento es un país que no respeta los derechos humanos. Jorge Majfud lo ha explicado brillantemente en este artículo:En consecuencia, el efecto fútbol funciona a la perfección. Y ésta no es solo una metáfora: la vieja mafia de la FIFA ha suspendido a la selección rusa de futbol del mundial de Catar de este año, un mundial donde los Derechos Humanos brillan por su ausencia. La FIFA pudo realizar copas mundiales en dictaduras fascistas, como la de Argentina en 1978 o en la Italia fascista de 1934, manipulada en favor del régimen de Mussolini (Il Duce también intervino en Francia 1938). Tres casos que terminaron con la obtención del máximo trofeo, donde no solo los futbolistas fueron víctimas sino que esos eventos sirvieron de legitimación moral a la barbarie. La FIFA también supo mantener la “neutralidad deportiva” durante masacres más recientes. Las grandes cadenas deportivas de televisión nunca habían transmitido con el banner “No a la guerra” hasta ahora. Pero entre mafiosos se defienden”.

 

Y mientras nuestro Consejo de Ministros estudia (martes 15 de marzo) denunciar a Vladimir Putin ante la Corte Penal Internacional, jamás se les ocurrió ni siquiera imaginar hacer eso mismo con ningún presidente estadounidense, ni con ningún presidente israelí, a pesar de las múltiples matanzas que han patrocinado. La hipocresía se eleva ya a un grado ciertamente vomitivo, insoportable. Tengo constancia de que la televisión pública ha vetado ya al menos a dos tertulianos habituales, simplemente por analizar, desde un punto de vista más objetivo, las motivaciones del conflicto armado en Ucrania. Y mientras la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, declara cínicamente que los refugiados ucranianos “son de los nuestros”, no se acuerda de los cientos de impedimentos que la Unión Europea ha puesto, durante años, a los refugiados del resto del mundo que querían acercarse a nuestras costas o a nuestras fronteras, los cuales tenían que soportar que no los dejaran desembarcar (si venían en embarcaciones humanitarias), o que les pusieran vallas con concertinas (si intentaban atravesar las fronteras terrestres), o que incluso (como ocurrió varias veces en Francia) desalojaran violentamente los hacinados campamentos de refugiados que los alojaban. Absolutamente indecente. Pero voy a insistir una vez más, para que no se malinterpreten mis argumentos: NO ESTOY EN CONTRA DE LOS REFUGIADOS UCRANIANOS, SINO A FAVOR DE TODOS LOS REFUGIADOS.

 

En medio de todo ello, acabamos de saber (15 de marzo) que la Presidenta de las Cortes tiene intención de invitar al Presidente ucraniano para que intervenga en el Pleno del Parlamento a través de videoconferencia (tal como ya ocurrió en el Parlamento Europeo, hace pocos días, y ayer mismo en la Cámara de Representantes estadounidense), así como que el Gobierno de coalición tiene la intención de ir aumentando el presupuesto en Defensa, hasta llegar al 2% del PIB exigido por la OTAN a sus Estados miembro. Una nueva aberración dirigida a aumentar la escalada belicista, que es la única razón de ser de la Alianza Atlántica. Aprovecho para indicar que en todo este asunto de la guerra en Ucrania, nos parece que Unidas Podemos está haciendo un papel muy limitado, con bastante tibieza en sus exigencias y planteamientos, y dejando hacer al Presidente Pedro Sánchez y al PSOE, que como estamos viendo, están inmersos en la escalada bélica que la OTAN nos impone. Ni una sola vez se ha escuchado por parte de los dirigentes de Unidas Podemos pronunciar la palabra “Pacifismo”, uno de los grandes valores que deben inspirar la filosofía de todo gobierno progresista que se precie de serlo. Quizá porque teman ser tachados de “buenistas” o de ingenuos por parte de los partidos de la (extrema) derecha, incluyendo en este grupo también al PSOE. Todo se reduce al manido relato de “buenos” y “malos”: la mal llamada “Guerra de Putin” (Pedro Sánchez dixit), que es, por lo visto, el único “malo” en este conflicto. A todo lo cual se suma una prensa y unos medios de comunicación cada vez más agresivos y adoctrinados en las bondades del “mundo occidental”. Lo cierto es que causa espanto, estupor y vergüenza ajena.

 

Se habla también de las sanciones y del aislamiento internacional de Rusia, pero no se habla del aislamiento internacional de Estados Unidos cada vez que la Asamblea General de la ONU o su Consejo de Seguridad someten a votación la anulación del bloqueo a Cuba (que dura ya más de 60 años), donde los únicos que votan por mantenerlo son USA y su criminal socio inquebrantable, Israel. Y hablando de Israel, no parece tampoco importarle a ese “orden internacional” el hecho de que se lleve décadas masacrando la vida de los palestinos de la Franja de Gaza, por parte de los indecentes gobiernos israelíes, que la mantienen como la mayor prisión a cielo abierto del planeta. Y olvida también ese “orden internacional” los ataques de Turquía al Kurdistán, o la flagrante y continua violación de los derechos humanos que el Reino de Marruecos practica contra la población saharaui, a la que denigra y niega el derecho de autodeterminación reconocido por la propia ONU. Y también se habla de sancionar a los “oligarcas rusos”, como si esos oligarcas únicamente existieran en Rusia, olvidando que también existen en Estados Unidos, y en todos los países europeos, paladines de ese mundo capitalista, ligado al amiguismo, el tráfico de influencias, los paraísos fiscales, la corrupción y las grandes fortunas. ¿Acaso llamamos aquí “oligarcas” a Amancio Ortega, al dueño de Mercadona o a los Presidentes de los grandes bancos privados? La hipocresía y el cinismo son, por tanto, continuos ejercicios por parte de nuestros gobernantes, empresarios, políticos y medios de comunicación. ¡BASTA YA!

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15 febrero 2022 2 15 /02 /febrero /2022 00:00
Fuente: Europa Press (https://www.europapress.es/castilla-y-leon/noticia-resultados-elecciones-castilla-leon-2022-20220213195447.html)

Fuente: Europa Press (https://www.europapress.es/castilla-y-leon/noticia-resultados-elecciones-castilla-leon-2022-20220213195447.html)

El líder de Vox ya ha pedido la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León y hay pocas dudas de que Alfonso Fernández Mañueco le concederá lo que pida a la extrema derecha, por más que en la noche electoral quiera contemporizar. Desde el minuto cero de la irrupción de Vox no ha existido un cordón sanitario contra las ideas de ultraderecha, quizá porque eso no podía funcionar en un país donde los neofranquistas y tardofranquistas nunca han tenido que renunciar a serlo

Pablo Elorduy

Se acaban de celebrar elecciones en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, y los resultados son ciertamente desoladores: la derecha y la ultraderecha suben (ésta última de una forma descomunal), el PSOE baja y Unidas Podemos descalabra, además de aparecer en escena diversos partidos localistas. El “centro”, representado por Ciudadanos (en realidad otra manifestación de la derecha) también descalabra, pero esto no nos sorprende, pues ya venimos comentando en los análisis de otras citas electorales, que pensamos que dicha formación está condenada a la irrelevancia política, como de hecho su tendencia está demostrando. La lectura más rápida y directa que se nos ocurre realizar es la siguiente: nuestra democracia está en peligro. Los terribles resultados electorales hablan por sí mismos, y lo que es peor, las encuestas a nivel nacional, de cara a las próximas Elecciones Generales, apuntan en ese sentido.

 

En efecto, el PP ha obtenido 31 escaños (sube 2), seguido del PSOE con 28 (baja 7), en tercer lugar está Vox con 13 (meteórica subida desde un solo escaño que poseía), que forman el grueso de las formaciones políticas fuertes en la Comunidad de CYL. Después ya se sitúan algunas formaciones localistas y regionalistas (Unión del Pueblo Leonés con 3 escaños, así como Soria Ya! con el mismo número de procuradores), y por fin las fuerzas políticas que solo han obtenido un escaño, donde figuran Unidas Podemos, Ciudadanos (que pierde 11, casi lo que sube Vox) y Por Ávila. La mayoría absoluta se sitúa en 41 escaños. Con este dramático panorama, lo más probable es que el PP se apoye en Vox (incluso integrándolo en su gobierno) para poder gobernar, pues ni siquiera formando un bloque alternativo (PSOE + resto de fuerzas, que sumarían 39 escaños) se alcanzaría una alternativa real de gobierno.

 

De entrada y como hemos comentado, el PP no solo se mantiene sino que incluso sube ligeramente, lo que quiere decir que ni sus casos de corrupción (inherentes siempre a este partido) ni sus erráticas e injustas políticas le pasan factura. El PSOE baja, y un sector se plantea (bajo la excusa de la “responsabilidad de Estado”) la posible abstención para que pueda gobernar el PP “sin la integración de Vox”, con lo cual, al final, seguimos legitimando y fortaleciendo el bipartidismo, que es precisamente lo que los poderes fácticos y los grandes agentes económicos desean. Por su parte, los localismos aumentan su fuerza parlamentaria, y ello está muy bien en el sentido de representar vida para sus respectivas poblaciones, pero más allá de luchar por los transportes, la banca, la sanidad o la educación para sus regiones o provincias, ¿qué ideologías sustentan a los localismos? Pues mucho nos tememos que no son precisamente de izquierdas, sino que vienen a apuntalar las clásicas y erróneas políticas que han sustentado los grandes partidos desde siempre.

 

Y por fin y desgraciadamente, Unidas Podemos está en caída libre (únicamente el 5% de los castellanos y leoneses los han votado), a lo cual contribuyen también los injustos algoritmos de la Ley Electoral, a pesar de ser la única formación política que de verdad está sembrando cordura y políticas de izquierda en el actual Gobierno de coalición. Es una verdadera lástima que los votantes no sepan apreciar la tremenda labor que esta formación política está haciendo por nuestro país, gracias a la cual el PSOE está viéndose arrastrado a ejecutar auténticas políticas de izquierda, que por sí solo nunca llevaría a cabo (solo hay que ver las esperpénticas y ridículas reacciones que muchas veces tienen los llamados “Barones” del PSOE ante los anuncios y decisiones de Unidas Podemos).

 

Y hemos dejado para el final al peligroso fenómeno Vox. Por supuesto, Vox ha movido ficha, como era lógico esperar, y en su línea de siempre, pero ahora con mucho más poder, ha exigido, para apoyar al PP de Castilla y León, no solo entrar en su gobierno (están proponiendo una Vicepresidencia y varias Consejerías), sino también la derogación de determinadas leyes y decretos autonómicos, tales como los relativos a la Violencia de Género, o a la Memoria Histórica (su candidato lo ha resumido en la frase “derogar toda la legislación de izquierdas”). La pregunta fundamental es: ¿Cómo es posible que 200.000 votantes castellanos y leoneses (el 17,6%) hayan dado su confianza a esta formación política? Recordemos que se trata de una formación política que representa la derecha más salvaje y retrógrada, de carácter neofranquista, que desprecia los Derechos Humanos, que no cree en la violencia de género, que no cree en el cambio climático, y que ataca sistemáticamente a la clase trabajadora y a los colectivos más vulnerables y desposeídos, entre otras muchas ideas que los definen. Personalmente he defendido siempre que si el Estado Español fuese una Democracia plena (que evidentemente no lo es, por mucho que se empeñen en divulgar lo contrario), formaciones como Vox estarían, simplemente, ilegalizadas. Ninguna democracia puede alojar en su seno formaciones políticas de carácter fascista, racista, xenófoba y clasista, como es el caso.

 

Pero aún no hemos respondido a la pregunta que nos formulábamos antes: ¿por qué la gente vota a Vox? La respuesta no es fácil, pero personalmente creo que es la propia deriva capitalista, que ha instalado hondamente en el imaginario colectivo sus valores, la que provoca que cuando las sociedades entran en crisis (crisis que el mismo sistema capitalista provoca), la reacción que las personas tienen es incidir aún más en su confianza hacia las formaciones políticas que representan las opciones más extremas de esa visión capitalista (pues el resto quedan excluidas), que es justamente lo que representa Vox en nuestro país. Todas las demás defienden el capitalismo a capa y espada y no imaginan un mundo configurado de otra manera, bajo otros parámetros ni desde otros prismas o enfoques (salvo Unidas Podemos), pero la diferencia es que Vox representa, como decíamos anteriormente, la versión más retrógrada, salvaje y peligrosa de todas ellas.

 

Y así, Vox no solo defiende el capitalismo en su versión más fundamentalista, sino que además ataca todos los avances sociales que las fuerzas políticas más “progresistas” han venido consiguiendo durante las últimas décadas. Y dado el panorama de involución de nuestras sociedades, las personas con poca formación política y capacidad intelectual (de debate, de análisis…) se abandonan y se sienten atraídas (como ocurrió con el fenómeno Trump en Estados Unidos) hacia las opciones más integristas del panorama actual. Por eso cada país en concreto posee su formación de ultraderecha, y por eso, además, la ultraderecha española, europea y mundial acapara, peligrosamente, cada vez más poder. Es hora de plantarse, de movilizarse y de tomarnos los Derechos Humanos en serio, impidiendo que estas formaciones puedan formar parte de nuestro catálogo democrático.

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21 enero 2022 5 21 /01 /enero /2022 00:00
Imagen: HispanTV (http://www.hispantv.com)

Imagen: HispanTV (http://www.hispantv.com)

Según el borrador para un acuerdo sobre garantías de seguridad, que Moscú quiere alcanzar con EEUU y la OTAN, publicado por el Ministerio de Exteriores de Rusia, Putin propuso que ambas partes confirmen que no se consideran enemigos, se comprometan a resolver pacíficamente sus disputas y se abstengan del uso de la fuerza o la amenaza de su uso de todas formas incompatibles con los objetivos de la ONU, para así reducir las tensiones geopolíticas existentes; que la OTAN dé garantías de no ampliación hacia el este, no admita en dicha alianza a estados que fueron miembros de la URSS y no desplace fuerzas de ataque cerca de las fronteras rusas; que ni EEUU ni Rusia instalen armamentos o efectivos militares fuera de sus territorios, donde la otra parte los considere una amenaza para su seguridad

Rodolfo Bueno

La capacidad de tergiversación de las noticias por parte de los medios de comunicación dominantes es realmente asombrosa, y el relato sobre los posibles “tambores de guerra” en suelo ucraniano es clara muestra de ello. Pero de atrás le viene el pico al garbanzo: los medios “occidentales” del mal llamado “mundo libre” vienen deformando interesadamente la información sobre Rusia desde hace mucho tiempo, por supuesto en favor de los intereses de la Alianza Atlántica (OTAN), brazo armado del imperialismo norteamericano. Y así, desde hace varias décadas (enfoque incrementado además desde la caída del Muro de Berlín), los medios de comunicación occidentales más poderosos llevan haciendo un flaco favor a la neutralidad política y democrática, y por ende, al pacifismo mundial, exponiendo una lectura de los hechos completamente sesgada e interesada. La lectura más resumida que podríamos hacer de lo que se divulga es bien sencilla: la Rusia (de Putin) es la mala, y la OTAN (y, por tanto, Estados Unidos y sus vergonzosos países aliados) es la buena.

 

Pero nada más alejado de la realidad. Vaya por delante que no pretendemos con el presente artículo difundir una imagen suavizada de las políticas de la Federación Rusa, que nos parecen, en muchos casos, absolutamente deleznables. Pero ya es hora de colocar las cosas en su sitio, y de contrarrestar tanta información basada en mentiras interesadas, y en falaces lecturas sobre los actores implicados: lo cierto es que Rusia lleva sufriendo las provocaciones de la OTAN desde hace décadas, comportándose de forma elegante y diplomática, ante los flagrantes ataques a su soberanía, y a los acuerdos firmados al respecto. Y así, desde que se desgajara la antigua URSS, la CIA y el Departamento de Estado norteamericano llevan intentando extender las fronteras de la OTAN más allá de los límites que se acordaron respetar en su momento, de tal forma que no les ha bastado incorporar a dicha organización desde 1999 a países de la antigua órbita soviética como Albania, Bulgaria, Chequia, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Montenegro o Rumanía, sino que en los últimos años está interviniendo en aquellos que tienen frontera directa con Rusia, tales como Bielorrusia, Ucrania y Kazajistán.

 

Por supuesto, para “validar” todas estas acciones en el imaginario colectivo occidental (léase los países europeos), los medios de comunicación dominantes, siempre al servicio de los intereses estadounidenses, llevan practicando una política de difusión de una imagen de la Federación Rusa como un país corrupto y como una dictadura, que ataca (encarcela, envenena, exilia…) a sus “opositores” (en realidad, disidentes), para que sus dirigentes permanezcan en el poder. De esta forma, casi diariamente, los noticieros, prensa e informativos occidentales, mientras obvian, ignoran o minimizan todas las terribles operaciones de Washington sobre terceros países (a los que invaden, chantajean, bombardean, sancionan, bloquean, insultan…), nos presentan una imagen de Rusia terrible, agresiva y tenebrosa, macabra y cruel, que no se corresponde para nada con la realidad de dicho país. Lo cierto es que Rusia (que como decimos, tendrá sus defectos) no practica ninguna injerencia sobre terceros países, siendo absolutamente respetuosa, pero lo que pide, evidentemente, es que los demás también sean respetuosos con ella. Rusia, por tanto, no está “preparando una invasión de Ucrania”, como presentan de forma falaz e interesada los medios occidentales, sino defendiéndose de las agresiones estadounidenses.

 

Porque lo cierto es que las operaciones sobre Ucrania llevadas a cabo desde 2014 han sido organizadas por la CIA y el Departamento de Estado, para infiltrar dirigentes “opositores” que hagan caer los gobiernos prorrusos, para implantar gobiernos prooccidentales, afines a su integración en la OTAN. Rusia, por tanto, se ha limitado a defender su, cada vez más, limitado territorio, afín a las antiguas naciones de la órbita soviética. Remontémonos, para comprenderlo mejor, a los tiempos de la Guerra Fría, cuando ambos bloques militares (la OTAN y el Pacto de Varsovia) se respetaban, y cada uno pertenecía a órbitas geopolíticas distintas. Pero después de la caída del Muro de Berlín, el bando occidental prometió a Mijail Gorgachov que si la antigua URSS permitía la reunificación de Alemania, la OTAN no se expandiría ni un centímetro hacia la Europa del Este (Carta sobre la Seguridad Europea, Estambul, 1999). Es evidente que la OTAN ha incumplido su palabra en numerosas ocasiones, pero este terrible hecho, contrario a la paz mundial (pues lo que la OTAN debería haber hecho en su momento es disolverse, tal como hizo el Pacto de Varsovia, pues ya no tenía sentido su existencia), no se cuenta en los medios de comunicación occidentales, no solo ocultando la realidad, sino además predisponiendo a la población a favor de la OTAN y en contra de Rusia.

 

¿Quién tiene, por tanto, vocación imperialista? ¿Quién no respeta al contrario? ¿Quién pone en peligro la paz? ¿Es Rusia quizá quien hostiga, por ejemplo, a México para instalar allí sus bases militares, justo en la frontera estadounidense? ¿Qué hubiese ocurrido si Rusia hubiera practicado esta política? En el caso concreto de Ucrania, y para obtener la separación de la URSS, aceptó la prohibición de adherirse a ninguna otra alianza militar, pero lo cierto es que desde 2008, la OTAN lleva intentando adherir a dicha nación a sus filas, y de aquellos polvos, estos lodos. Las reuniones al más alto nivel llevadas a cabo en Bruselas la pasada semana solo sirvieron para que cada parte implicada continuara reivindicando sus posiciones, pero como decimos, los medios de comunicación dominantes continúan difundiendo, a diario, que el país que “provoca” y “amenaza” es Rusia, cuando es completamente falso.

 

Digamos, por tanto, alto y claro, que quien provoca y amenaza, quien no respeta los acuerdos, y quien pretende extender su área de influencia más allá de lo que le corresponde es la OTAN, apoyada de forma vergonzosa por esta decadente Unión Europea, en la cual además nuestro país juega un papel de vergonzoso bufón al servicio de dichos espurios y bélicos intereses. De hecho, estos días, nuestro Ministro de Asuntos Exteriores (José Manuel Albares) se ha reunido con el Secretario de Estado estadounidense, Blinken, mostrándole su más fervoroso apoyo, y declarando que “vamos a trabajar juntos para disuadir” a Rusia si fuese necesario. En sentido general, los ministros europeos se han convertido en meros voceros y portavoces de los intereses de Washington, por mucho que intenten ofrecer una imagen de independencia. Por tanto y en resumen, que la población europea lo tenga bien claro: si los tambores de guerra en Ucrania acaban al final materializándose, la responsabilidad no será de Rusia, sino de los Estados Unidos, de la OTAN y de sus perversos aliados europeos, es decir, nuestra.

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6 enero 2022 4 06 /01 /enero /2022 00:00

Acaba de entrar en vigor en nuestro país la ley que prohíbe tratar a los animales como si fueran “cosas” (con la única oposición de Vox, la derecha más salvaje y retrógrada), pasando a la dimensión de “seres sintientes”, lo cual les reconocerá determinados derechos (no podrán ser embargados, hipotecados, abandonados, maltratados o apartados de alguno de sus dueños, en los típicos procesos de separación o divorcio), mediante un nuevo régimen jurídico que ha modificado algunas leyes anteriores, para que sean coherentes con esta nueva situación. Ello supone evidentemente un gran paso adelante, una victoria moral y una llamada de atención para poder erradicar ciertas prácticas injustas contra los animales, como el hecho triste de que alrededor de 200.000 animales sean abandonados cada año en nuestro país. Bien, pero los avances recogidos en esta norma legal no son el fin de nada, sino justo lo contrario: el principio de un largo camino, cuya meta es alcanzar la sensibilidad y conceptualización que los animales se merecen, y que los humanos no les concedemos.

 

Y es que los humanos continuamos tratando a los animales, sobre todo a los domésticos, con absoluto desprecio. Sin ir más lejos, durante estas Fiestas Navideñas, y según estimaciones de la Fundación Affinity, más de 150.000 animales de compañía serán “regalados” (como si fueran un pantalón, un zapato o una muñeca) a los más pequeños de la casa, cuando además, en un porcentaje importante, estos animales no han sido solicitados, es decir, que sus padres se los “regalan por sorpresa”. Ello demuestra, como decíamos, una conceptualización sobre lo que implica la responsabilidad de hacerse compañero/a de un animal doméstico absolutamente distorsionada. No existe la educación necesaria (que debería provenir en primer lugar de la escuela y del entorno familiar) para comprender en toda su dimensión el compromiso que la tenencia de un animal de compañía representa, ante él y ante el resto de la sociedad.

 

Un compromiso que no implica únicamente satisfacerle las necesidades básicas de alimento, cobijo, protección, tratamiento de enfermedades y cumplimiento de la legislación vigente en cada lugar, sino que también abarca la obligación de cubrir el resto de necesidades que ellos, como seres vivos, tienen: juego, esparcimiento, compañía, atención, buen trato, amor…En definitiva, lo que pudiéramos denominar como una “tenencia responsable”, asumiendo, en primer lugar, que dicho animal crecerá, nos acompañará durante los próximos años, envejecerá y morirá, y somos responsables, al igual que con nuestros propios hijos, de proporcionarles la mejor vida posible. Una tenencia responsable que como decimos no se refiere solo a que seamos “buenos ciudadanos” y respetemos las normas que se refieren a ellos en nuestro entorno rural o urbano, sino que además los convirtamos también a ellos en buenos ciudadanos.

 

Todavía hoy, cientos de prácticas, costumbres y tradiciones continúan ejecutándose en nuestras ciudades y pueblos, y en nuestros hogares, que son absolutamente contrarias a la sensibilidad que los animales merecen, como por ejemplo la utilización de petardos, que provocan en ellos incontrolables ataques de pánico, dado su elevado umbral auditivo. Y por supuesto, nuestros entornos urbanos y rurales continúan sin estar realmente preparados para la convivencia plena entre animales domésticos y humanos, como por ejemplo en los aspectos que tienen que ver con el transporte público o con la existencia de parques públicos seguros dedicados a su paseo, juego y esparcimiento. ¿Quién fue primero, la gallina o el huevo? Esta pregunta intenta que reflexionemos sobre si los avances legales han de surgir de una previa educación ciudadana sobre el mundo y el bienestar animal, o si son las leyes las que han de concienciarnos sobre dichos asuntos. Sea como fuere, estamos aún muy lejos de alcanzar el grado de comprensión y sensibilidad hacia el mundo animal al que deberíamos aspirar.

 

De cara a los avances legales, y contemplando todo el mundo animal, estamos aún muy lejos de diseñar una completa Ley Integral de Protección y Bienestar Animal, que sería lo deseable para contemplar todos los aspectos que dicho problema necesita abordar, porque además de resolver muchos aspectos relativos a la “liberación animal” (en expresión de Peter Singer), cubriendo asuntos de tanta importancia como los relativos a la experimentación científica con animales, la utilización de animales para la dieta humana, o el maltrato al que se les somete en todo tipo de festejos populares, tampoco es esa la meta final, sino que también nos interesa avanzar en la consideración de los animales domésticos como ciudadanos de nuestro entorno, así como en el respeto a la soberanía de los animales salvajes. Estos conceptos de “ciudadanía” y “soberanía” han sido clásicamente utilizados únicamente para los contextos humanos, pero estamos convencidos de que también deben referirse al mundo animal. Largo camino, aún, el que nos queda por recorrer.

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8 diciembre 2021 3 08 /12 /diciembre /2021 00:00

Las Constituciones que no se pueden reformar están condenadas a morir. Esta Constitución ha quedado como un traje viejo. Hay que volver a escuchar a la sociedad española, construir nuevos consensos, un nuevo horizonte de esperanza…Hay que asumir los retos que han surgido en la anterior crisis y en ésta. Tres grandes retos tenemos por delante: el reto democrático (…), el reto territorial (…), y el reto social

Jaume Assens (Portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados)

Se acaba de celebrar, un año más, el Día de la Constitución, siendo ya éste el número 43 desde que fuera ratificada en referéndum en 1978. Y la pregunta es: ¿es deseable una Constitución, en cualquier país democrático del mundo, con 43 años de edad? ¿De verdad tiene sentido su vigencia? No pretendemos afirmar que sus contenidos no sirvan, lo que estamos cuestionando es que, después de 43 años, las formaciones políticas a nivel nacional (salvo Unidas Podemos) se aferren a la idea de que ni una sola coma ha de ser cambiada en el texto constitucional. Nos parece algo absolutamente insólito, ya que las Constituciones son el reflejo de una determinada sociedad, pero en su tiempo histórico, con sus circunstancias concretas, y los que ya tenemos un poco más de edad, recordamos perfectamente cuáles eran las circunstancias de nuestro país en 1978.

 

En efecto, aún sonaba el ruido de sables (de hecho llegaría el intento de Golpe de Estado tres años más tarde), los líderes de la izquierda republicana aún estaban en el exilio, sus respectivas formaciones políticas no estaban legalizadas (únicamente se había legalizado el Partido Comunista, a cambio, entre otras cosas, de aceptar la Monarquía), y los gerifaltes franquistas, que entonces habían formado otros partidos “democráticos”, así como la judicatura, campaban a sus anchas, situándose en los puestos más significativos de las escalas de poder. Hoy día, después de 43 años, no es que haya cambiado mucho el panorama, pero al menos, el transcurso del tiempo ha permitido que determinadas ideas y concepciones políticas ocupen el tablero y la primera plana sin que ello constituya un escándalo nacional. Pero aun así, la tremenda reticencia de los partidos mayoritarios para alterar ni una coma de la Carta Magna nos mantiene con dicho texto absolutamente blindado, como si fuese un fósil, una momia escrita en pergamino que hubiese que loar indefinidamente. A este paso, no ya 43, sino 143 años cumplirá la Constitución sin reformarse, lo cual constituye una enorme anomalía democrática.

 

Vamos a destacar a continuación los que, a nuestro juicio, son los tres motivos fundamentales para debatir y proyectar las reformas constitucionales que hacen falta en nuestro país, de forma urgente:

 

1.- La edad de la Constitución. Como acabamos de comentar, 43 años son muchísimos años para un texto constitucional, no ya en España, sino en cualquier país del mundo. Más de cuarenta años cubren ya dos generaciones completas, dos generaciones que no votaron dicho texto constitucional, y que por tanto, están absolutamente ninguneadas por la Carta Magna. No se trata ya, por tanto, desde este punto de vista, de que la Constitución vigente tenga que cambiarse por obsoleta, incompleta o deficiente, sino que incluso la mejor Constitución del mundo, la más completa y eficaz, la más justa y democrática, al transcurrir tanto tiempo debiera ser actualizada, y si fuese el caso, modificada, y por supuesto, votada por las nuevas generaciones. Si esto no se hace, como hemos apuntado más arriba, la Constitución se convierte en una reliquia, en un tótem que sirve únicamente a los intereses de los que no quieren cambiarla. Las Constituciones deben ser siempre hijas de su tiempo, y eso conlleva que, como muy tarde cada dos décadas, deban ser revisadas, ampliadas, modificadas y votadas, aunque de hecho no se cambie ni una coma de ellas, porque su población esté encantada con su texto constitucional. Pero es imprescindible abrir el debate sobre su reforma cada cierto tiempo, para que las nuevas generaciones se vean referidas e incluidas en ella.

 

2.- Remover los cimientos de poder que la Constitución sustenta. Es evidente que la motivación fundamental de la negativa a abrir el debate constitucional por parte de los partidos mayoritarios a nivel nacional descansa en el hecho de que la Constitución de 1978 sustenta una estructura de poder que les conviene, les refuerza sus privilegios y les asegura sus prebendas, así como la continuidad del propio sistema. Pero ello, de nuevo, es una anomalía democrática, prevista así en un momento histórico determinado, que hay que debatir, creando un nuevo consenso en torno a determinados asuntos, tales como la Jefatura del Estado (la Corona), la forma del mismo (Monarquía o República), la estructura del mismo (Autonomías o Estado Federal), así como el cambio en una serie del articulado concreto, como el que aborda las funciones de las Fuerzas Armadas, o el que debiera recoger el derecho de autodeterminación de los pueblos que forman el Estado Español.

 

3.- Blindar los derechos sociales que la Constitución recoge. Por último, es absolutamente preciso abrir el debate constitucional para recoger el blindaje de los derechos económicos y sociales que la Constitución recoge, pero que actualmente quedan en un ámbito subjetivo, es decir, sin una clara protección por parte del Estado. Aquí entrarían los artículos que recogen el derecho a la vivienda, el derecho del Estado a la intervención pública en la economía, o la derogación del actual artículo 135, que da preferencia al pago de la deuda a las entidades financieras, antes que a la cobertura de los derechos sociales de la ciudadanía. Nosotros pretendemos, además, que el texto constitucional recoja la concesión a todo ciudadano/a de una Renta Básica Universal, así como el blindaje (es decir, su garantía a toda la ciudadanía y la prohibición expresa de su privatización) de los derechos a la sanidad pública, a la educación pública, a los servicios sociales, etc. Así mismo, también pretendemos que la reforma constitucional recoja en su articulado la protección de los derechos de última generación, tales como el derecho a un medio ambiente sano y equilibrado, el derecho a la paz o el derecho igualitario entre hombres y mujeres.

 

Tales son, por tanto, las necesidades fundamentales que la apertura de un debate constitucional debería recoger, pero como decimos, mientras continúen primando los intereses y los privilegios de las élites económicas y políticas del país, situadas en los partidos mayoritarios a nivel nacional, y en la derecha política, económica, social y mediática, este debate seguirá esperando poder realizarse, y continuaremos en esta anómala y anacrónica situación, celebrando cada año el 44, 45, 46…aniversarios de la Carta Magna. Es una actitud perversa e interesada, pues por mucho que cambien los entornos legales concretos y determinados, si no cambiamos los cimientos donde todos ellos se asientan, que se recogen en la Constitución, difícilmente podremos avanzar hacia un modelo y proyecto de país más justo, igualitario y democrático.

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12 septiembre 2021 7 12 /09 /septiembre /2021 23:00
Suicidios: ¿Sólo un problema de salud mental?

No podemos considerar sinónimos trastorno mental y suicidio, porque no todas las personas que se suicidan tienen un trastorno mental

José Antonio Luengo (Decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid)

Durante estos últimos meses, afortunadamente, el asunto de la salud mental en nuestro país viene siendo objeto de debate político. En efecto, es evidente que se necesita, desde el enfoque público, un mayor grado de protección para las personas con este tipo de problemas, dotando a las plantillas de los Centros de Salud y de los Hospitales  de un mayor número de psicólogos y de psiquiatras, para que puedan atender debidamente a las personas que lo necesiten. Y es que al igual que otras facetas de la salud pública, la salud mental es una de las que se encuentra más desprotegida en nuestra sociedad, por parte del Sistema Público de Salud. De esta forma, hoy día, los problemas relacionados con el acoso, el stress, los trastornos alimentarios, la ansiedad, la depresión, el refugio en el trabajo, y otras muchas manifestaciones de desequilibrio, se manifiestan en un porcentaje cada vez más elevado de la población, y sin embargo, el Sistema Público de Salud no contempla o se ve desbordado para amparar a las personas que sufren este tipo de problemas.

 

Pero lo más grave y perverso de esta situación, es que en muchas ocasiones, algunas de estas personas llegan a tal grado de desolación, a tal punto de abatimiento y desesperación, que se quitan la vida, recurriendo al suicidio de cualquier forma. Básicamente, esta situación extrema se produce cuando la persona en cuestión no encuentra salida, ni dispone de la ayuda para poder buscarla. Su termómetro vital ha alcanzado tal temperatura que, simplemente, entienden que la única forma de liberarse de tanto sufrimiento es dejar de existir. Y así lo hacen. Y lo hacen porque el sistema no les protege, es cierto, pero también lo hacen porque es éste mismo sistema quien crea las condiciones para que determinadas personas, abandonadas a su suerte, alcancen tal grado de desesperación vital. Una situación límite que no saben, que no pueden gestionar, que les colapsa y les bloquea de tal modo que únicamente mediante el suicidio son capaces de ponerle fin.

 

Las estadísticas en este sentido son terribles: más de 3.000 personas se suicidan anualmente en nuestro país, lo cual arroja un ratio diario de unas 10 personas por día. Es decir, que cada día del año, diez personas se quitan la vida, diez vidas son autoaniquiladas, en cualquier punto de España (y en mundo lo hacen un millón de personas cada año, lo cual significa un suicidio cada 40 segundos). Pensémoslo más fríamente: un lunes, desde 10 puntos de nuestra geografía, esas personas acaban con su vida, y el martes otros 10, y el miércoles los 10 siguientes, etc. Es una estadística absolutamente demoledora, que no nos podemos permitir como sociedad. El suicidio es la tercera causa de muerte entre los 15 y los 29 años, y su principal causa de muerte no natural, y a causa de la pandemia, han aumentado en un 250%. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 se suicidaron en España 2.771 hombres y 900 mujeres, que según el Colegio de Psicología de Madrid, es una cifra que debiera estar multiplicada por dos o tres, ya que muchos de estos casos se registran como accidentes, como otro tipo de muerte, o bien son enmascarados bajo el silencio, el estigma o el tabú.

 

El pasado sábado, 11 de septiembre, y por primera vez, la plataforma Stop Suicidios organizó en Madrid una manifestación para llamar la atención sobre este problema (https://zonaretiro.com/salud/manifestacion-suicidios-madrid/). Ojalá haya concienciado la mente de muchas personas sobre el asunto, y sobre todo, de muchos de los políticos que tienen en sus manos poder prevenir estas terribles situaciones. Su reivindicación principal ha sido la de exigir al Gobierno un Plan Nacional de Prevención del Suicidio (sólo 28 países en el mundo lo poseen). Esperemos que se diseñe, y que se cumpla. La manifestación ha sido apoyada por el Colegio de Psicología de Madrid. Pero intentando ir un poco más allá de la fría estadística, sería bueno preguntarse por las causas que originan estas terribles situaciones, plantear la gravedad de este fenómeno, y preguntarnos qué aspectos deberíamos cambiar, como sociedad, para evitar o prevenir estas situaciones límite. Quizá debamos comprender, y los psicólogos avalan esta idea, que no se trata de un fenómeno exclusivamente clínico, sino que también posee una vertiente económica y social de suma importancia. Abundando en ello, podríamos llegar a la conclusión de que las herramientas de prevención, que tanta falta hacen, no debieran centrarse únicamente en los aspectos de la salud mental, sino también en los aspectos económicos y sociales.

 

Veamos: es evidente que, debido a cualquier tipo de problema mental, originado desde cualquier causa (un desengaño amoroso, un fracaso profesional, una decepción personal, un refugio en el trabajo, la pérdida de un ser querido…), alguien puede llegar a estas terribles situaciones límite. Incluso existen personas que, fisiológicamente, poseen niveles bajos de determinadas sustancias, lo cual les provoca cierta tendencia hacia estados anímicos proclives a estas situaciones. Está claro, entonces, que la prevención clínica es fundamental (al igual por ejemplo que la prevención hacia cualquier tipo de cáncer), para poder llegar a ayudar, a tiempo, a estas personas. Pero…¿son éstas las únicas situaciones que conducen a la gente al suicidio en nuestro modelo de sociedad? Creemos que no. Pensamos que existen muchas más situaciones, que conducen igualmente a la extrema desesperación a las personas que las padecen, pero cuya etiología no se encuentra en la casuística anterior, sino en las propias situaciones vitales y personales a las que el sistema aboca a estas personas. En estos casos, aunque no posean ningún trastorno mental, entienden que la muerte, la desaparición, el escapar definitivamente, es la única liberación a su situación.

 

Los informes de diversas ONG’s, año tras año, denuncian la tremenda situación de precariedad vital que sufren muchas personas en nuestro país, personas solas o acompañadas, familias con o sin hijos, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, que simplemente, experimentan un grado de desesperación causado por estas situaciones de precariedad vital. La falta de trabajo, la falta de ingresos mínimos para poder proveer los necesarios suministros, la pobreza energética y alimentaria, la pérdida de sus viviendas, los desalojos y desahucios, muchas veces incluso desde una falta de colchón familiar que les proteja, los aboca a situaciones absolutamente desesperadas, ante las cuales no encuentran otra salida que el suicidio. Pero entiéndase bien: no estamos haciendo apología de este terrible fenómeno, estamos intentando explicar sus causas. No estamos justificando a los suicidas, estamos intentando comprenderlos, asimilar las razones y los motivos que les conducen a acabar con sus vidas de forma trágica.

 

La prevención del suicidio pasa, por tanto, no sólo por el desarrollo de un músculo sanitario y clínico que tenga la suficiente capacidad pública como para atender a todas las personas que lo necesiten, sino y sobre todo, por eliminar las terribles situaciones de desprotección social y de precariedad vital que pueden conducir a determinadas personas a recurrir al suicidio como solución a sus problemas, o mejor dicho, como liberación ante los mismos. En este sentido, debemos desarrollar políticas públicas que incidan en la protección social absoluta, de tal forma que ninguna persona llegue a encontrarse en situación de pérdida total de sus apoyos o círculos sociales y económicos. Se deben desarrollar mecanismos que, ante la falta de empleo, o ante la existencia de trabajos precarios, protejan mediante una Renta Básica Universal a todas las personas, se deben desarrollar planes de construcción de Vivienda de Protección Social (hoy día absolutamente ridículos o inexistentes) que garanticen el derecho humano fundamental a una vivienda asequible según el nivel de renta, se deben garantizar de forma universal e indefinida los suministros básicos a toda la población (energía, transporte…), y se deben robustecer los recursos dedicados a la Sanidad Pública y a la Educación Pública, de tal forma que nadie quede excluido de los mismos, por ningún motivo, o ante ninguna pérdida de ingresos.

 

Estamos firmemente convencidos de que, el día en que seamos capaces de diseñar un modelo político, económico y social lo suficientemente robusto como para no dejar a nadie atrás, en el que todo el mundo vea garantizados sus derechos fundamentales y sus necesidades básicas, y donde nadie tenga que sufrir situaciones de precariedad vital, ese día el número de suicidios descenderá de manera importante. Por supuesto que continuará habiendo suicidios, eso no podremos evitarlo nunca, pero además de evitarlos desde la protección sanitaria pública (ante los casos que efectivamente provienen de una enfermedad mental), los evitaremos también desde la óptica de la falta de referentes de protección social y económica. La desesperación, el abatimiento y la desolación más absoluta también llegan por estas vías, también provocan suicidios, y también podemos evitarlos. Ya lo hemos afirmado muchas veces, y aquí viene de nuevo a colación: el capitalismo mata. También provocando suicidios.

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10 julio 2021 6 10 /07 /julio /2021 23:00
Fuente: Greenpeace (https://es.greenpeace.org/es/)

Fuente: Greenpeace (https://es.greenpeace.org/es/)

Pedro Sánchez se ha desautorizado a sí mismo y a su gobierno. Por cuñado, por negacionista climático, y por ir en contra de su propia ley de cambio climático, de su agenda 2050 y de la doctrina ideológica de su gobierno

Antonio Maestre

Alberto Garzón no ha hecho más que decir lo que dicen los pediatras, lo que dice la ONU, la UE y la OMS: no puede haber un consumo de carne elevado. Cuando uno dirige un ministerio tiene que preocuparse por el bien común y no por hacer lobby para nadie

Enrique Santiago

El Ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha lanzado recientemente su campaña “Menos carne, más vida”, y lejos de ser acogida y respaldada por el Gobierno de coalición, éste ha desplegado una rotunda desautorización del Ministro. La campaña pretende, únicamente, volver a concienciar a la población (desde los puntos de vista ambiental y nutricional, además del bienestar animal) sobre la necesidad de reducir nuestro consumo de carnes rojas (España es el mayor consumidor de Europa), con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, cuidar nuestra salud, practicando una dieta más saludable, y contribuir al desmontaje de los grandes negocios de ganadería intensiva. Por supuesto, esperábamos las críticas de la derecha política, social y mediática de este país, esperábamos lo mismo del sector cárnico de este país (que no va a contemplar otra cosa que no sea su propio ombligo), pero no lo esperábamos de sus propios compañeros de gabinete.

 

Siendo una campaña lógica y bien fundamentada, necesaria y justa, todo un linchamiento del Ministro Garzón se está llevando a cabo, con la connivencia, desde el Presidente del Gobierno, el resto de Ministros “socialistas” (con alguna honrosa excepción, como la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera), pasando por los “barones” socialistas, hasta llegar, por supuesto, a los partidos de la derecha y al sector cárnico-industrial de este país. La propuesta no está sacada de la manga, ni es un conejo de una chistera, sino que ya había sido contemplada dentro de las medidas del Acuerdo para un Gobierno de Coalición, pero como decimos, y tantas veces estamos comprobando en la presente legislatura, la lealtad del PSOE brilla por su ausencia. Veamos el alcance de lo ocurrido desde dos puntos de vista, las formas y el fondo:

 

1.- Las Formas. Quizá cuando crearon y ofrecieron a Alberto Garzón el Ministerio de Consumo, el PSOE pensó que tendría “de cascarilla”, como decimos en mi tierra, a este gran político ocupado y entretenido en cosas banales, y no se esperarían que interviniera en grandes asuntos de importancia, como el que nos ocupa. Y por supuesto, una cosa es que los gabinetes ministeriales estén coordinados (Garzón asegura que la cartera de Agricultura, con Luis Planas al frente, estaba plenamente informada), y otra cosa es que los Ministerios no puedan (y deban) tener plena autonomía para organizar su propia agenda política, con el horizonte de consecución de los objetivos marcados. Y eso es exactamente lo que el Ministro Garzón ha hecho: lanzar una campaña desde el Ministerio de su competencia, absolutamente respetuosa (incluso diríamos que muy suave, pues ni siquiera se marca objetivos concretos, limitándose a aportar datos para concienciar a la población sobre el problema) con el resto de agentes políticos y sociales, pero miren ustedes por dónde, en vez de ser acogida y respaldada por su propio Gobierno, éste ha decidido no solamente desautorizar y criticar, sino incluso ridiculizar, la campaña de Garzón. El rosario de declaraciones falaces e impresentables que hemos tenido que soportar es interminable. Es posible que durante los próximos días aún tengamos que soportar algunas más.

 

Veamos algunos ejemplos: el Presidente del Gobierno, requerido por los periodistas en rueda de prensa, aseguró sin despeinarse que “A mí, donde me pongan un chuletón al punto…¡Eso es imbatible!”. Sin comentarios. El Ministro Planas aseguró que no conocía la campaña, y que en cualquier caso, era una campaña “desafortunada” e “injusta” que los ganaderos de este país “no se merecen”. De entre los “barones socialistas” destaca (como siempre últimamente, debe ser que le ríen mucho sus gracias) el Presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuya crítica podemos tildar de feroz y despiadada: “Algunos ministros se están inventando cada día su cargo…¡Es que no tienen nada que hacer!”. No comprendemos cómo personajes de esta guisa continúan en un partido que se llama “Socialista”, y que en lo alto de una tarima y ante un micrófono proclaman un discurso absolutamente impresentable. Podríamos continuar. Lo peor de todo es que no es la primera vez que el PSOE es completamente desleal con Unidas-Podemos en este Gobierno de Coalición: el apoyo es nulo, las críticas abundan, y los Ministros de Unidas-Podemos han de estar continuamente peleando sus iniciativas con este PSOE de pacotilla, a veces tan conservador y reaccionario como el mismo PP.

 

Pero las formas del Gobierno no solo han fallado en lo que se refiere al fuego amigo, sino en lo tocante a la hipocresía desplegada: como señala el medio Contrainformacion en este artículo,El Presidente del Gobierno presentaba ante los medios la ambiciosa estrategia España 2050 en mayo de este año, un documento elaborado por expertos por encargo de Moncloa en el que se dibujaba cómo sería el país dentro de tres décadas. El documento fijaba cambios en el modelo de consumo de los españoles como consecuencia de la crisis climática y hablaba claramente de una reducción de las dietas cárnicas para disminuir la huella ecológica de la agroindustria”. No se entiende, por tanto, la desfachatez de Pedro Sánchez refiriéndose al chuletón, cuando lo que debería haber hecho es respaldar y elogiar a su Ministro.

 

Y por su parte, las críticas de la derecha tampoco se hicieron esperar. Son éstas las que más tiran al monte, por su propia naturaleza: han pedido ya la dimisión del Ministro Garzón, después de asegurar cosas como que “dejen de meterse en lo que las personas hacen en su casa, y se vayan a su casa, porque no saben gestionar” (Pablo Casado dixit). Por lo visto, para Pablo Casado, el consumo también es una dimensión absolutamente privada, en la que el Estado tampoco debe intervenir. Se suman así a los impuestos, a la educación, y a mil asuntos más a los que vetan a la iniciativa pública, porque entienden que son asuntos que deben ser abordados únicamente en el entorno privado (la familia, fundamentalmente). Por su parte, el Consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo (PP), ha instado al Ministro Garzón a “pedir perdón” a las explotaciones ganaderas andaluzas. Suma y sigue en los despropósitos y desatinos.

 

Y por último, como cabía esperar, han llovido críticas del sector más directamente afectado, como es el sector cárnico-industrial de nuestro país: que si el Ministro está mal informado, que si los datos que aporta son engañosos, y mil argumentos más para no reconocer que, en efecto, la dimensión y características del sector en nuestro país (y en el resto de países, cada uno con sus características) debe sufrir un acomodo y una transformación si pretendemos contribuir y aportar en la buena dirección no ya solo al cambio climático, no ya solo a una dieta correcta, sino también (asunto normalmente olvidado) al bienestar animal. Concretamente, un total de seis asociaciones del lobby de la carne en nuestro país remitieron al Ministro una carta abierta, donde se podía leer: “Queremos manifestarle el estupor de los cientos de miles de ganaderos, empresas, trabajadores y técnicos de toda España vinculados a los sectores ganaderos y cárnicos a los que representamos, ante la campaña suscrita por usted mismo y el Ministerio del que es titular, en la cual difama al conjunto del sector ganadero-cárnico…”…Palabras demasiado gruesas. Por la misma lógica, si recomendáramos comprar y usar menos coches, ¿también estaríamos difamando al sector del automóvil? Como decimos, fallan las formas. Parece que este país está tan embrutecido que no consiente un debate sosegado y tranquilo. Y a todo ello, y como siempre, los medios de comunicación dominantes, que contribuyen, cada uno a su modo, a desprestigiar toda iniciativa que provenga de Unidas-Podemos, y que ponga en cuestión el sistema-mundo establecido. En resumidas cuentas, el nivel intelectual de nuestra clase política y de nuestros empresarios es de puñetera pena.

 

2.- El Fondo. Al observar críticas tan generalizadas, podríamos llegar a pensar que el Ministro Garzón está proponiendo poco menos que una barbaridad, que es una campaña desquiciada, o que su objetivo no ofrece el debido fundamento. Nada más lejos de la verdad. El fondo de la campaña, lo que el Ministro está proponiendo, no solo es una cuestión de absoluta lógica y justicia, sino que está de acuerdo con TODOS los organismos nacionales e internacionales que abordan el asunto (ONU, OMS, OCU, FAO, OCDE, OMC…), con el Parlamento y la Comisión Europea, y con todas las organizaciones científicas y ONG’s de carácter ambientalista y animalista. Un informe de Greenpeace de 2018 ofrece amplia información sobre datos, cifras, tendencias y objetivos. Y por su parte, la OMS ha realizado estudios donde se pone de manifiesto la posibilidad de que la carne roja y la procesada (hamburguesas, salchichas…) puedan ser productos cancerígenos. Pero parece que una cosa es que vengan una serie de recomendaciones escritas en un papel, y otra cosa bien distinta es proponer llevarlas a la práctica. Ocurre, salvando las distancias, como con el independentismo catalán, al cual se le da el siguiente mensaje: “Podéis pensar lo que os dé la gana, pero que no se os ocurra llevarlo a la práctica”. Y es que un determinado debate podrá ser todo lo justo y verdadero que quiera, pero si me toca el bolsillo…no hay nada que hacer. En este caso toca el bolsillo y la mesa, aspectos infranqueables para una sociedad tan alienada como la que tenemos.

 

Y por supuesto, tampoco hay nada que hacer si una determinada campaña o iniciativa política nos toca directamente nuestros hábitos o costumbres más íntimas, como en este caso la comida. Veamos algunos datos aportados en el vídeo de la campaña, que vamos a completar con algunos otros, y los enlaces a dichos informes o estudios: en nuestro país se producen, cada año, 7,6 millones de toneladas de carne para el consumo humano, obtenidas a través del sacrificio de 70 millones de animales. Un sacrificio que, en gran parte de las veces, ocurre con un tremendo sufrimiento para ellos. Las cantidades recomendadas de consumo de carne (según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que no es un nido de comunistas intervencionistas, que sepamos) están entre 200 y 500 gr. semanales, pero en nuestro país el consumo medio es de más de 1 kg.

 

Durante el pasado año, y debido a la pandemia, el consumo de carne se ha incrementado, situándose en 49,86 kg. por persona/año, lo cual significa un aumento del 10,2% con respecto al año anterior. Y según un estudio de Justicia Alimentaria, los españoles tienen una ingesta de carne semanal cuatro veces superior a lo estipulado por dichos organismos internacionales. La llamada, por tanto, es a la moderación. No se trata de prohibir, sino de alertar y de concienciar. El peligro para la salud está más que demostrado: según la OMS, un alto consumo de carnes rojas puede traducirse en infartos, diabetes, y otras enfermedades. Por otra parte, y de cara al bienestar animal, deberíamos fomentar (y los poderes públicos también están para eso, por muy íntimos y privados que sean los hábitos alimenticios) una dieta cada vez más vegetariana y vegana, ya que es la mejor forma (al igual que el reciclaje de los residuos de cara a la contaminación ambiental) en que cada persona, a nivel individual, puede contribuir a erradicar dicho problema.

 

Pero es que el consumo de carne también perjudica al planeta: las flatulencias de las vacas y las heces de los cerdos, así como sus piensos, generan ya, a nivel planetario, más contaminación que la de los vehículos a motor (es decir, que todo el sector del transporte a nivel mundial). Todos los estudios científicos apuntan a que la macro ganadería industrial, en su conjunto, representa casi el 15% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera (fundamentalmente metano), responsables del calentamiento global y de los terribles efectos del cambio climático. Según datos de la FAO, las cadenas de suministro de ganado son responsables, en conjunto, de más de 8.000 millones de toneladas de GEI, donde el metano (CH4) representa aproximadamente la mitad del total. Y resulta que el metano es un GEI tan potente que un solo kg. de este gas liberado a la atmósfera posee el mismo potencial de calentamiento que 25 kg. de CO2. Los datos apuntan a que si fuéramos capaces de situarnos en los niveles de consumo de carne recomendados, reduciríamos un 50% las emisiones de gases procedentes de esta industria, y hasta un 20% el número de muertes prematuras debidas a esta causa.

 

Pero además, resulta que, según todas las ONG’s que abordan el problema, el mantenimiento de este tipo de industria a nivel mundial también es insostenible. Por ejemplo, en América Latina se están deforestando a marchas forzadas pulmones naturales del planeta (selvas, bosques, acuíferos…), para poder sostener el ritmo de dedicación a esta industria: por ejemplo, para producir soja con la que se elaboran los piensos con los que se alimentan las vacas. Los niveles de agua y de pastos necesarios también son insostenibles. Está estudiada la huella hídrica, es decir, los niveles necesarios de agua para que, al final, podamos tener en nuestra mesa ese chuletón al que se refería Pedro Sánchez con ironía manifiesta. No nos referimos a la ingesta de agua necesaria durante la vida de estos animales, sino precisamente a la cantidad de agua necesaria durante todos los eslabones de la cadena de valor, desde el agua requerida para el pienso hasta la requerida para el transporte: los cálculos nos indican que cada kg. de carne de vaca lista para el consumo requiere para su producción unos 15.000 litros de agua.

 

Cambiando nuestra dieta, por tanto, podemos contribuir a mejorar la salud de nuestro planeta (evidentemente, junto con muchos más cambios en determinados sectores, ya que tampoco estamos queriendo situar a la industria agroganadera como la máxima responsable del calentamiento global). Pero cambiando nuestra dieta, también podemos contribuir a que las grandes empresas de ganadería industrial extensiva (nos referimos a las macrogranjas, que también existen en nuestro país) no puedan continuar con sus crueles prácticas hacia los animales, en lo que atañe a su hacinamiento, falta de movilidad y libertad, prácticas diversas de mutilación, así como al sufrimiento causado durante los procesos de sacrificio para la obtención y fabricación de carne procesada. Ello no obstante, hay que seguir defendiendo las pequeñas explotaciones ganaderas familiares, que sí se plasman mediante modelos sostenibles. Éstas sí aportan valor añadido al sistema, tales como ayudar a enriquecer los suelos, prevenir los incendios forestales, ofrecer un entorno libertario a los animales, y fomentar la economía local y los productos de proximidad.

 

Evidentemente, somos conscientes de que estamos tratando un tema delicado, porque los hábitos y costumbres alimentarias constituyen uno de los elementos más tradicionales de los pueblos, y por lo tanto, conseguir cambiar estos hábitos requiere tiempo y campañas de concienciación. Desde pequeños nos han habituado a este tipo de dietas y de productos alimenticios, y romperlos cuesta mucho trabajo, esfuerzo, paciencia y dedicación. Por otra parte, los modelos de vida actuales, los marcos de consumo fomentados por el capitalismo, las prisas de nuestra vida cotidiana, los productos manufacturados que llegan a las estanterías de los supermercados, etc., influyen poderosamente en nuestros hábitos y normas de consumo. Por tanto, es preciso atacar todo este entorno para poder conseguir, poco a poco, avances en este sentido.

 

Hacen falta, además de campañas como ésta, medidas concretas que faciliten y potencien esta necesaria tendencia: entre otras, se podría subir el IVA de las carnes rojas y procesadas, se podrían financiar y ayudar públicamente a las ganaderías que cierren (al igual que se hizo en su momento con las minas de carbón), se podría prohibir la publicidad de este tipo de productos, y se podrían implementar menús sin carne (o con poca carne) en los restaurantes de las Administraciones y colegios públicos. Se pueden estudiar muchas otras propuestas, fórmulas y medidas que contribuyan a hacer realidad un nuevo escenario de consumo de carne, marcando además un objetivo temporal concreto (por ejemplo, cinco años), así como un porcentaje de reducción del consumo. En cualquier caso, creemos absolutamente necesaria esta campaña, fundada en la necesidad de cambiar nuestros hábitos alimentarios para fomentar no solo una dieta más saludable, sino una mayor contribución a la salud del planeta y al bienestar animal.

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16 mayo 2021 7 16 /05 /mayo /2021 23:00
Fuente Ilustración: https://www.federacionanarquista.net

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No somos mercancía en manos de banqueros y políticos corruptos
No es una crisis, es el sistema
Nuestros sueños no caben en vuestras urnas
PSOE y PP, la misma mierda es
Lo llaman democracia y no lo es
No hay pan para tanto chorizo

Lemas del Movimiento 15-M

En el 15M había frustración de clases medias a las que se les había interrumpido el ascensor social, jóvenes sobradamente preparados que vivían peor que sus padres, gente que ya no veía en la democracia aquello por lo que habían luchado sus padres sino un fraude. Pero el 15M fue capturado por un imaginario de los de abajo que señaló correctamente al responsable de este desastre, a banqueros y multinacionales y fondos buitre, y criticó las desigualdades en vez de echar la culpa a los inmigrantes o a la política

Juan Carlos Monedero

Se cumple en estos días el décimo aniversario del movimiento que fue llamado del 15-M, que levantó toneladas de ilusión entre una gran parte de la población, pues por primera vez planteaba, de forma masiva y pública, una serie de quejas, problemas, demandas y reivindicaciones que hasta entonces habían quedado solapadas, bajo el falso paraguas de la mal llamada “modélica” Transición. Es momento, por tanto, de detenerse a pensar si aquélla semilla ha fructificado lo suficiente, o bien sus raíces han quedado sepultadas ante la aplastante fuerza del capitalismo neoliberal y globalizado. De entrada, muchos analistas piensan que un lapso de tiempo de diez años, hablando en el contexto de los movimientos políticos y sociales, es poco tiempo para poder hacer un balance definitivo, pero creemos que, a la luz de la situación y de los acontecimientos actuales, el saldo o balance de aquél movimiento es tristemente decepcionante. El movimiento del 15-M, secundado en otras grandes ciudades del mundo (París, Nueva York, etc.) y favorecido por movimientos previos como la PAH o Juventud Sin Futuro, aglutinó en las plazas y calles de todas las ciudades del país a cientos de miles de personas que, bajo unos lemas simplistas pero profundos, denunciaban los males que aquejaban a nuestra sociedad, plasmados básicamente en un modelo político bipartidista y corrupto, y en un modelo económico injusto y desigual.

 

Tres años más tarde de aquella primera fecha, surgió la formación política asociada al color morado, Podemos, desde el núcleo de unos profesores de la Universidad Complutense de Madrid, capitaneados por Pablo Iglesias, y que pretendía encauzar políticamente de forma activa las demandas del movimiento. Sus planteamientos comenzaron siendo radicales, es decir, fieles a las demandas del movimiento popular, y comenzó un despegue espectacular que pronto le abrió camino en el Parlamento Europeo, y sucesivamente en los Parlamentos locales, autonómicos y en las Cortes Generales, donde se alcanzó un buen número de diputados (69 escaños en diciembre de 2015), que transformaron la ética y la estética de nuestras instituciones públicas. Se lograron las alcaldías de las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz, Santiago…) mediante acuerdos con las franquicias locales de Podemos (Ganemos, Adelante…). Pero parece que entonces se tocó techo. La unión estratégica con la histórica Izquierda Unida, formando Unidas Podemos, no amplió el techo electoral tal y como se pretendía. Los grandes poderes fácticos del país, todos evidentemente reaccionarios y conservadores (la Iglesia Católica, la banca privada, las instancias judiciales, las grandes empresas, el Ejército, la derecha política, social y mediática…) no estaban dispuestos a sucumbir ante la amenaza de aquélla nueva formación política que pretendía reducir sus privilegios en aras de una mayor justicia social para las mayorías, así que pusieron en práctica todas sus males artes, apoyadas en su enorme poder, para hacer campaña sucia contra Podemos, sus líderes, sus programas, sus iniciativas…

 

En el ámbito político, en primer lugar se catapultó a Ciudadanos, un partido de ámbito catalán y de ideario de derechas (aunque sus líderes insistan en la falacia del “centro político”), para que se difundiera y tuviera presencia en el ámbito estatal, como una especie de “Podemos de derechas” (Josep Oliu dixit, Presidente del Banco Sabadell en aquélla época), y que afortunadamente hoy día está a punto de desaparecer, absorbido por el Partido Popular. Y en segundo lugar, se llevó a cabo una escisión del ala más extrema del Partido Popular, más rancia y conservadora, más fascista y reaccionaria, surgiendo la formación política Vox, que no hubiese tenido cabida (dado su ideario) en una sociedad democrática plena, si España lo hubiese sido. Y por su parte, en el ámbito mediático y judicial, las guerras contra Podemos han sido continuas: persecuciones mediáticas, insultos, denuncias, calumnias, portadas falsas, ecos mediáticos insoportables, juicios cuyas causas han sido archivadas, y un largo etcétera de mecanismos de hostigamiento hacia la formación morada, para desgastarla al máximo en su credibilidad, han tenido lugar durante estos últimos años.

 

Mientras, se iban apeando del proyecto (al menos de su primera línea) prácticamente la totalidad de los líderes que contribuyeron a su fundación (Juan Carlos Monedero, Luis Alegre, Tania Sánchez, Ramón Espinar, Carolina Bescansa, Iñigo Errejón…), por discrepancias internas, y por la sucesiva moderación de las propuestas políticas con las que la formación morada acudía a cada cita electoral, causando igualmente el cansancio y la desafección de la militancia, de los círculos y de las bases. Por fin, durante la presente legislatura y en función a los resultados electorales, se alcanzó un Gobierno de Coalición (PSOE+Unidas Podemos), que además de tener la mala suerte de haberse tenido que enfrentar a la mayor pandemia mundial del último siglo, ha resultado ser un Gobierno muy tibio y descafeinado en sus medidas (no podía esperarse otra cosa estando el PSOE a su mando), que ni siquiera ha sido capaz, a día de hoy, de revertir las peligrosas y antisociales contrarreformas que el Gobierno del PP de Mariano Rajoy llevó a cabo (LOMCE, Ley Mordaza, Reforma de las Pensiones, Reforma Laboral…). Algunos avances interesantes sí se han alcanzado, como por ejemplo la subida sustancial del salario mínimo, la ley que despenaliza la eutanasia, o el fin del voto rogado, que impedía en la práctica que las personas residentes en el exterior (jóvenes en su mayor parte) pudieran votar.

 

Pero nos preguntábamos en el título de este artículo si habíamos conseguido algo, o hasta qué punto el surgimiento del 15-M había removido los cimientos de una política basada en el corsé impuesto por el Régimen del 78, que lo dejaba todo “atado y bien atado”, tal y como el dictador había previsto. Y la respuesta, en mi opinión, es que el panorama es ciertamente desolador. Hoy día, han fallecido algunos de los mayores referentes teóricos del movimiento, tales como José Luis Sampedro (en el ámbito filosófico y económico), y Julio Anguita (en el ámbito político), y Pablo Iglesias acaba de abandonar todos sus cargos y la política activa, después del descalabro en las recientes elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid. Por supuesto, ni las tremendas desigualdades sociales que nos asolan como sociedad, ni la precariedad laboral y vital que aqueja a la clase trabajadora han descendido, antes bien, se han incrementado, según los sucesivos informes, entre otros, de Intermón-Oxfam.

 

Los grandes agentes económicos son aún más poderosos si cabe, pues hace 10 años (bajo el Gobierno del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero) asistíamos a un proceso de fusión y bancarización de las antiguas Cajas de Ahorros, que sostenían proyectos de financiación local muy útiles y necesarios, para crear entidades más poderosas, y hoy día, superado ya ampliamente ese proceso, a lo que asistimos, desgraciadamente, es a una fusión sobre la fusión, es decir, a una fusión de los (ya grandes) bancos actuales, para ser aún más grandes y poderosos, permitiendo no sólo la peligrosidad innata a dicho proceso, sino que, sin ir más lejos (véase la fusión Caixabank+Bankia), se puedan poner en la calle a más de 8.000 trabajadores/as, mientras los directivos de la nueva entidad resultante se triplican el sueldo. Absolutamente indignante e inmoral. Continúa sin existir el mecanismo por el que tantas veces hemos abogado, la Renta Básica Universal (RBU), con carácter individual, incondicional y universal, para garantizar a todas las personas, sin condiciones previas, unos ingresos mínimos, dignos y adecuados para poder mantener un proyecto vital. A lo más que se ha llegado es a un sucedáneo, igualmente injusto y discriminatorio, al que han bautizado como Ingreso Mínimo Vital, que es una nueva vuelta de tuerca sobre las ya clásicas prestaciones condicionadas para las personas desempleadas, que por supuesto no cubre los objetivos previstos ni en población destinataria ni en cuantía de la prestación. Lamentable.

 

A su vez, ninguno de los grandes derechos sociales que se pretendían blindar (Vivienda, Energía…), contemplados por la Constitución con la boca pequeña, se han blindado de hecho, y al igual que antes, lo único que tenemos son pequeñas concesiones de los grandes agentes económicos (bancos, empresas eléctricas…) para mirar hacia otro lado con respecto a las personas y familias que se declaran insolventes para hacer frente a estos gastos. Y así, por ejemplo, aún no tenemos regulados por ley los precios de los alquileres, ni tampoco la garantía absoluta de que ningún hogar se queda sin energía, como derecho fundamental que es. Pero no se ha abordado, como decimos, una Ley Integral sobre el Derecho a la Vivienda, que contemple todos los escenarios de forma justa y rotunda, ni una Ley de Servicios Básicos de Suministros, que impida que las compañías privadas puedan seguir haciendo la vida imposible a los más desfavorecidos. Tampoco se ha implementado la versión pública de estas empresas, es decir, seguimos sin disfrutar de un polo de Banca Pública que gestione los fondos económicos de la población de forma justa y democrática, ni hemos procedido a la nacionalización de las grandes empresas energéticas (ni farmacéuticas, ni de alimentación…), para poder contrarrestar los efectos perniciosos de sus modos de actuación.

 

Y si el reclamo por excelencia del movimiento del 15-M fue poder disfrutar de una Democracia con mayúsculas, real y completa, es evidente que, después de 10 años, no lo hemos conseguido, pues el panorama continúa siendo desalentador. Enumeraremos solo algunos rasgos de nuestras limitaciones democráticas: no hemos superado el franquismo (más allá de meros gestos como la salida del dictador del Valle de los Caídos o una Ley de Memoria Democrática insuficiente), poseemos un estamento militar profundamente antidemocrático y anclado a épocas anteriores y negras de nuestro pasado, la Iglesia Católica continúa disfrutando de un poder y una influencia desorbitada, hemos de soportar que la Jefatura del Estado recaiga sobre una dinastía borbónica corrupta y anacrónica, aún son legales organizaciones políticas que han sido condenadas por corrupción (léase PP), hemos de contemplar cómo los líderes políticos de formaciones independentistas son encarcelados o se tienen que exiliar por plantear un referéndum a la población, o continuamos asistiendo al fenómeno de las puertas giratorias como práctica habitual entre el mundo político y económico de nuestro país.

 

El 15-M demandaba que el bipartidismo, responsable de implementar y mantener todo el modelo político y económico que nos había conducido a esta situación de desastre, debía ser superado. En realidad, estos dos partidos (PSOE y PP) son acérrimos defensores del capitalismo neoliberal, aunque a veces pueda parecer que existen diferencias entre ambos. Esas diferencias únicamente se dejan entrever en cuestiones sociales, pero en cuestiones económicas y de modelo de Estado, tanto monta monta tanto…Y lo cierto es que el bipartidismo no solo no ha sido derrotado (aunque es verdad que su peso político ha descendido durante la última década), sino que aún no ha sido modificada la Ley Electoral que lo beneficia, y además hoy día, tal como afirmábamos más arriba, hemos de contemplar con estupor cómo resurge social y políticamente la alternativa más peligrosa que nos podemos imaginar, una amenaza fascista en toda regla, llamada Vox, que lejos de ser ilegalizada como debiera suceder bajo una sociedad democrática (que no puede albergar idearios ni actitudes fascistas), disfruta de un peso político creciente en las últimas citas electorales, tanto nacionales como autonómicas. En efecto, Vox es un engendro político peligroso y aberrante, un partido que desprecia los Derechos Humanos, y que practica una constante apología de la dictadura franquista, además de poner en cuestión la violencia machista, el cambio climático, etc., y de perseguir únicamente que las instituciones democráticas disminuyan su tamaño como receta para “sanear” el país. Vox representa todo lo diametralmente opuesto a las demandas del 15-M, Vox es la degeneración política llevada a su máxima expresión, y aún sí, se mantiene e incluso sube en expectativas y encuestas de intención de voto. El panorama, por tanto, no puede ser más sombrío.

 

Por último, no quisiera finalizar sin hacer una referencia explícita a la pandemia de Coronavirus que nos afecta desde hace más de un año, y que ha venido a alterar nuestras vidas en todos los sentidos, como consecuencia del caos ecológico al que estamos sometiendo al planeta. Muchos de nosotros, activistas, políticos, blogueros, científicos, profesores, periodistas, escritores, etc., junto a diversas organizaciones de todo tipo, llevamos mucho tiempo denunciando la peligrosa deriva ecosocial que venimos provocando, y los tremendos efectos que el cambio climático está proyectando sobre el planeta. La modalidad de coronavirus que crea la actual pandemia se debe a un proceso de zoonosis, mediante el cual un patógeno salta de una especie animal al ser humano, a consecuencia de que se viola, se extermina o se altera el ecosistema natural donde dicho animal vive. Y ello es causado a su vez por la ferocidad y agresividad de nuestras políticas económicas, que nos llevan a depredar la naturaleza de forma creciente, y a destruir los equilibrios naturales que permiten la vida. Frente a ello, la nueva política (abanderada en el 15-M) no puede aspirar a una “vuelta a la normalidad”, sino a que nunca más vuelva la normalidad anterior, es decir, a que se superen de una vez por todas los antiguos y fallidos paradigmas donde hemos sustentado los conceptos de “progreso”, “bienestar”, “desarrollo”, etc., para ser sustituidos por otros nuevos paradigmas donde hagamos gala de una convivencia armónica con el planeta y el resto de animales y seres vivos que cohabitamos en él.

 

Sin embargo, lo que desgraciadamente estamos comprobando durante la pandemia (en España y en el resto de países del mundo) es una completa oda a la estupidez, a la ignorancia y a la imbecilidad, y no solo mediante actitudes y proclamas negacionistas, sino también mediante planteamientos políticos que calan perversamente en la ciudadanía, precisamente aprovechándose de los salvajes postulados capitalistas, que nos instan a romper o a enfrentarnos con las restricciones a la movilidad, a los horarios o a la apertura de negocios, bajo la suprema bandera de la mal entendida “libertad” y a que “tenemos que trabajar”. En la Comunidad de Madrid, entre otras razones, la actual Presidenta Isabel Díaz Ayuso (PP), acaba de arrasar en las recientes elecciones precisamente planteando el dilema en estos términos. ¿Hemos conseguido algo? Creo que muy poco. Es absolutamente necesario y urgente regresar a la movilización callejera, a las asambleas de barrio, a la protesta popular, para continuar creando conciencia sobre todos estos asuntos. En caso contrario, el panorama se volverá aún más desolador. Parafraseando uno de los eslóganes del movimiento, podríamos concluir diciendo: “15-M, estás como ausente”.

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